He aquí tu polo, tú discípulo del grabado ,
donde las cúpulas son situaciones y estados.
De la cúpula se escucha un murmullo
del que, las olas, tienen celos.
Debajo del placer hay sillones que se mueven,
llevados por las gacelas del anhelo.
Aquí, la infinidad se viste de jubón,
y el horizonte se descansa en la hornacina.
Escuchad los pórticos:
el matrimonio de la noche y del sol
es la permanente boda entre el yo y el yo mismo.
Ahora mi cuerpo no es mío
me lo quitó el deseo y el placer.
Dejadme, entonces
penetrar el sentido e inventar mis caprichos.
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