NO A LA GUERRA
2316. HIROSHIMA Autor: EUGENIO DE NORA. Expone: PEDRO CASAS
HIROSHIMA
Pensemos en una ciudad
entre la noche y la mañana.
Amaneciendo junto al mar.
Casi dormida, o desvelada
aquí y allá en lo más sensible:
un niño llora, una ventana
se enmarca en luz para el trabajo,
en una calle quizá pasa
un hombre, un carro... Los caminos
traen solos la madrugada.
Sin duda el país está en guerra.
Sin duda alguien no descansa.
Quizá en el muelle se amontonan
para el soldado telas, latas
de sardinas, fusiles nuevos;
quizá en una plaza se alza
un cuartel, o en los barrios pobres
de las afueras, una fábrica
de máscaras, o de tejidos,
de ruedas de autos, o de planchas
especiales para el blindaje.
Todo eso entra en la balanza.
Pero mirad los dos platillos.
Imaginad miles de casas.
Una ciudad es así: tiene
cinco cuarteles, cuatro fábricas,
y veinte DCA Junto a ellos,
hay cien mil madres, dulces, grávidas
de niños (en el vientre, al pecho,
de la mano, cuando ya andan,
cuando van a ir a la escuela...),
hay cien mil vidas que se apagan
en las largas tardes, al sol
que ya no sólo luchan..., con lágrimas
por el nieto o el hijo muerto:
hay miles y miles de almas:
arracimadas a una vida
de trabajo y paz, cotidiana.
Y en este momento despiertan.
En ese momento se alzan,
las medusas de las sirenas,
en el terror petrificadas
y en el zumbido. Se alzan, corren
a los refugios. Gritan, llaman
apresuradamente extraen del sueño
niños y ropas. Llegan, pasan
atropellándose a lo oscuro.
Se aprietan y rezan. Y aguardan.
A varios miles de kilómetros
hay un hombrecillo con gafas
algo intranquilo. ¿Está bien hecho?
¿Cabe una ira tan sagrada?
Lo más malo que ellos han hecho
(tener una industria barata,
en competencia con la nuestra).
¡Muertos de hambre, piojos de Asia!
¿Querían copar nuestros mercados?
¿No han atacado por la espalda?
Además, en último término,
¡ni son gente de raza blanca, blanca...
son casi iguales que nuestros negros!
¡Ea, ya está hecho! A ver qué pasa.
Lo que ha pasado no se puede
contar. No hay lengua, no hay palabras
para decirlo. Al lado de esto
hablar de infierno es decir nada.
Pensad una ciudad enorme,
alejada de la batalla.
Miles y miles de personas,
miles y miles. Sí. Pensadlas.
Jóvenes madres por decenas
de millares. Y una infancia
de colmenar innumerable.
Y la ternura algo beata
y temblorosa de los viejos
y las abuelas. Sí; pensadlas...
Y pensad, que ya no existen.
Ya es una sola llamarada.
Humo, silencio sin oídos.
Despellejada luz amarga.
Como obra de ricos, cifrémosla,
haciendo una cuenta sumaria,
en grandes números. Es eso:
una operación de Finanzas.
Ved: 17.000 personas
son nada más aire, quemadas
(y vergüenza en ti, si eres hombre);
45.000 aún tardan
horas inmensas en morir:
(son cuerpos negros, grieta y llaga,
que ulula y arde y agoniza);
65.000 ardiendo
en la parrilla americana
para adobar la suculenta
cena del Club; días, semanas,
sin piel primero, luego sin
manos, sin piernas; sin entrañas
finalmente, y la paz se firma.
Toda una Paz americana.
129.000 muertos.
Más 18.000 que se arrastran
sin todo el cuerpo, para siempre.
Y 80.000 feroces camas
todavía muerden, clavan, queman
en la sufriente carne humana...
Hiroshima. Sólo un recuerdo.
(El hombrecillo de las gafas,
ni lo recuerda. No hace mucho
discurseaba, en propaganda
"antoitotalitaria"· el trémolo
de moda: Guernica arrasada,
astutamente, entre el Kaytin
mitificado y una pobre Holanda,
de retórica. Nobles nombres
llevando del brazo al fantasma
de la calumnia. Y la
victoriade Hiroshima, por bien ganada.
Sólo recuerdos, en un mundo
con la memoria recargada.
Pero la vida no es recuerdo.
Y nuevamente la amenazan.
El hombrecillo, hablando a la orden
de los chacales de ancha garra:
"Lo volveré a ordenar de nuevo"
acaba de decir. ¡Acaba
de decirlo! En contra de un mundo
que trabaja por la paz, que ama
la paz sobre todas las cosas,
construyéndose, cada jornada.
¡No, no es un recuerdo Hiroshima!
Está en tu país, en tu casa,
en Madrid, en el jardín mismo
de tu niñez, está en la Plaza
de Cataluña, junto al quiosco
donde compras cada mañana
los periódicos, en tus manos
que querrán paz aún hechas llamas,
está en la frente de tu madre,
sobre los labios de tu amada:
Hiroshima está en los juguetes
de tus hijos, va a estar al alba
(de algún día tuyo, suyo y nuestro);
está Hiroshima donde estaban
París o Sevilla o Florencia,
está en tu carne, está en tu alma.
Hay que detener a la muerte.
hay que acallar esta amenza.
Hay que demostrar que la Historia
la rige el Hombre, y no la rabia
de negreros que ven hundirse
sus colonias dolorizadas.
(También es cierto, americano,
por ti. Piensa cuál es tu patria).
Todos unidos venceremos.
No volverá a estallar un alba
como la que borró Hiroshima.
Todos unidos, mientras canta
la voz del hierro en construcciones,
la voz del trigo en la llanada
de una serena luz fecunda.
Un mundo nuevo en paz se alza.
La libertad está llegando
en lucha por la paz. El hombre
hará surgir la aurora humana.
EUGENIO DE NORA
https://www.airesdelibertad.com/t49158-eugenio-de-nora-1923-2018#1063794
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