Aires de Libertad

¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

https://www.airesdelibertad.com

Leer, responder, comentar, asegura la integridad del espacio que compartes, gracias por elegirnos y participar

Estadísticas

Nuestros miembros han publicado un total de 1067347 mensajes en 48430 argumentos.

Tenemos 1587 miembros registrados

El último usuario registrado es José Valverde Yuste

¿Quién está en línea?

En total hay 35 usuarios en línea: 1 Registrado, 0 Ocultos y 34 Invitados :: 2 Motores de búsqueda

javier eguílaz


El record de usuarios en línea fue de 1156 durante el Mar 05 Dic 2023, 16:39

Últimos temas

» LITERATURA LIBANESA - POESÍA LIBANESA
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 17:16 por Maria Lua

» Joumana Haddad- جمانة حداد ( (Beirut, 6/12/ 1970)
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 17:06 por Maria Lua

» ADONIS (Ali Ahmad Said) (1930-
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 17:00 por Maria Lua

» TAHAR BEN JELLOUN (1944-
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 16:58 por Maria Lua

» CÉSAR VALLEJO (1892-1938) ROSA ARELLANO
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 15:04 por cecilia gargantini

» 2021-08-17 a 2021-11-24 APOCALIPSIS, 21: 8: UN ALTAR
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 14:05 por cecilia gargantini

» Isabel Bono (1964-
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 13:23 por Pedro Casas Serra

» Asunción Escribano (1964-
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 13:18 por Pedro Casas Serra

» Maite Pérez Larumbe (1962-
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 13:07 por Pedro Casas Serra

» Blanca Andreu (1959-
 DOSTOYEVSKI - Página 32 EmptyHoy a las 12:59 por Pedro Casas Serra

Diciembre 2024

LunMarMiérJueVieSábDom
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031     

Calendario Calendario

Conectarse

Recuperar mi contraseña

Galería


 DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty

4 participantes

    DOSTOYEVSKI

    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Mar 29 Oct 2024, 09:40

    ***

    —Yo estoy borracho de espíritu, Piotr Ilich, borracho de espíritu, y con eso basta,
    con eso basta…
    —Pero ¿qué está haciendo? ¿Carga la pistola?
    —Sí, estoy cargando la pistola.
    En efecto Mitia, tras abrir la caja con las pistolas, había quitado el sello al cuerno de
    la pólvora y, concentrado, la vertía y rellenaba la carga. Después cogió la bala y, antes
    de introducirla, la sujetó con dos dedos sobre una vela.
    —¿Qué hace mirando una bala? —Piotr Ilich lo observaba entre inquieto y curioso.
    —Nada, imaginar. Si estuvieras pensando en meterte esta bala en el cerebro, ¿no
    la mirarías mientras cargas la pistola?
    —¿Para qué iba a mirarla?
    —Bueno, va a entrar en mi cerebro, así que es interesante echarle un vistazo, saber
    cómo es… De todos modos, es una tontería, una tontería momentánea. Ya está —
    añadió, después de meter la bala y encajarla con estopa—. Piotr Ilich, querido, es una
    tontería, si usted supiera hasta qué punto… Bueno, deme un trocito de papel.
    —Ahí tiene.
    —No, uno liso, en blanco, para escribir. Eso es. —Y Mitia, que había cogido una
    pluma de la mesa, escribió rápidamente dos líneas en el papel, lo dobló en cuatro y se
    lo guardó en el bolsillo del chaleco. Metió las pistolas en la caja, la cerró con llave y
    cogió la caja. Después miró a Piotr Ilich con una sonrisa larga, pensativa—. Y, ahora,
    nos vamos.
    —¿Adónde nos vamos? No, espere… No estará pensando en meterla en su
    cerebro, la bala esa… —dijo Piotr Ilich preocupado.
    —¡La bala es una tontería! ¡Quiero vivir, amo la vida! Entérese. Y también amo al
    rubicundo Febo y su cálida luz… Querido Piotr Ilich, ¿sabes hacerte a un lado?
    —¿Cómo que hacerme a un lado?
    —Dejar el camino libre. Dejar el camino libre a la persona amada y a la persona
    odiada. Para que lo odiado se convierta en querido… ¡hay que dejarle el camino libre!
    Y decirles: «Quedad con Dios, adelante, seguid vuestro camino, mientras yo»…
    —¿Mientras usted…?
    —Es suficiente, vamos.
    —Por el amor de Dios, voy a avisar a alguien —Piotr Ilich lo miró— para que no le
    dejen ir. ¿Para qué quiere ir ahora a Mókroie?
    —Hay allí una mujer, una mujer, y ya es suficiente, Piotr Ilich, ¡se acabó!
    —Óigame, aunque es usted un salvaje, siempre me ha caído bien… por eso me
    preocupo.
    —Gracias, hermano. Un salvaje, dices. ¡Salvajes, salvajes! No hago más que
    repetirlo: ¡salvajes! Anda, aquí está Misha, me había olvidado de él.








    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Mar 29 Oct 2024, 09:40

    ***

    Misha había entrado corriendo con el dinero cambiado e informó de que en la
    tienda de los Plótnikov «todos se han puesto en marcha» e iban a sacar las botellas, el
    pescado, el té… y que enseguida estaría todo listo. Mitia cogió diez rublos y se los
    tendió a Piotr Ilich; le ofreció otros diez a Misha.
    —¡Ni se le ocurra! —gritó Piotr Ilich—. En mi casa no, además, es un regalo
    pernicioso. Guárdese su dinero, póngalo ahí, ¿qué hace derrochándolo así? Luego
    mañana le hará falta y vendrá a pedirme diez rublos. Pero ¿por qué se lo mete en el
    bolsillo lateral? ¡Lo va a perder!
    —Escucha, querido amigo, ¿por qué no vamos juntos a Mókroie?
    —¿Para qué quiero ir yo?
    —Mira, si quieres, descorchamos ahora mismo una botella, ¡beberemos por la vida!
    Me apetece beber y, sobre todo, me apetece beber contigo. Nunca he bebido
    contigo, ¿no?
    —Está bien, podemos ir a la taberna, yo ya iba hacia allá.
    —No tengo tiempo para la taberna, vamos a la tienda de los Plótnikov, a la
    trastienda. ¿Quieres que te diga una adivinanza?
    —A ver.
    Mitia sacó del chaleco el papelito, lo desdobló y se lo enseñó. Con letra clara y
    grande se leía: «¡Me castigo con la muerte por toda mi vida! ¡Castigo toda mi vida!».
    —Definitivamente, tengo que avisar a alguien, ahora mismo voy —dijo Piotr Ilich
    tras leer el papelito.
    —No te va a dar tiempo, amigo, vamos a beber, ¡andando!
    La tienda de los Plótnikov estaba un par de casas más allá de la de Piotr Ilich, en la
    esquina de la calle. Era el colmado más importe de nuestra ciudad, era de unos ricos
    comerciantes y no estaba nada mal. Tenía todo lo que se podía encontrar en cualquier
    tienda de la capital, toda clase de comestibles: vino «embotellado de los hermanos
    Yeliséiev», frutas, cigarros, té, azúcar, café y demás. Siempre había tres dependientes
    más otros dos chicos de reparto. Aunque nuestro país se había empobrecido, los
    terratenientes se habían dispersado y el comercio estaba estancado, esta tienda
    prosperaba igual que antes, incluso más cada año: nunca faltan compradores para
    estos artículos. En la tienda esperaban impacientes a Mitia. Recordaban muy bien que
    tres o cuatro semanas antes se había llevado también de una vez género de todo tipo
    y vino por valor de varios cientos de rublos y en dinero contante (no le habrían fiado
    nada, por supuesto); recordaban que, al igual que ahora, exhibía en sus manos un fajo
    de billetes irisados y los soltaba a lo loco, sin regatear, sin pensar ni querer pensar en
    cuánto costaba cada cosa, el vino y lo demás. Después se comentó por toda la ciudad
    que en aquella ocasión, cuando fue con Grúshenka a Mókroie, «se gastó en una noche
    y en el día siguiente tres mil rublos de golpe y volvió de la juerga sin nada, como su
    momento estaba instalado en los alrededores de nuestra ciudad, y que en dos días,
    como estaba borracho, le sacaron el dinero a espuertas y bebieron a espuertas del
    vino más caro. Contaban, riéndose de Mitia, que en Mókroie había emborrachado con
    champán a los toscos aldeanos, que había dado de comer bombones y pastel de
    Estrasburgo a las mozas y a las mujeres del pueblo. También se reían en la ciudad,
    sobre todo en la taberna, contando que el propio Mitia había confesado sincera y
    públicamente (no se reían delante de él, claro está, reírse delante de él era un tanto
    peligroso) que por toda esa «escapada» solo había conseguido que Grúshenka «le
    permitiera besarle el pie, pero nada más»








    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Mar 29 Oct 2024, 09:42

    ***

    Cuando Mitia y Piotr Ilich se acercaron a la tienda, en la entrada encontraron una
    troika ya preparada; en la telega, cubierta con una alfombra, llena de campanillas y
    cascabeles, el cochero Andréi aguardaba a Mitia. En la tienda ya casi les había dado
    tiempo a «apañar» una caja con artículos y solo esperaban que apareciera Mitia para
    clavetearla y cargarla en la telega. Piotr Ilich se sorprendió.
    —Pero ¿de dónde has sacado una troika? —le preguntó a Mitia.
    —Cuando iba corriendo a tu casa, me encontré con éste, con Andréi, y le ordené
    que fuera derecho a la tienda. ¡No hay tiempo que perder! La última vez fui con
    Timoféi, pero ahora a Timoféi échale un galgo, va por delante de mí con una
    hechicera. Andréi, ¿llevamos mucho retraso?
    —Llegarán una hora antes que nosotros, o puede que ni eso, ¡solo nos llevan una
    hora! —respondió rápidamente Andréi—. Le he preparado el coche a Timoféi, sé
    cómo van. No llevan nuestra marcha, Dmitri Fiódorovich, nada que ver. ¡No van a
    sacarnos ni una hora! —remató, enardecido, Andréi, un cochero aún joven y pelirrojo,
    un muchacho enjuto vestido con poddiovka y con un armiak en la mano izquierda.
    —Cincuenta rublos para vodka si solo llegas una hora después.
    —Una hora está garantizada, Dmitri Fiódorovich, ni media hora nos sacan, ya no
    digamos una.
    Mitia se afanaba en disponerlo todo, pero hablaba y daba instrucciones de forma
    extraña, al azar, sin orden alguno. Empezaba una cosa y olvidaba terminarla. Piotr Ilich
    consideró necesario inmiscuirse y echar una mano.
    —Cuatrocientos rublos, ni uno menos, para que todo sea como entonces, punto
    por punto —ordenaba Mitia—. Cuatro docenas de champán, ni una botella menos.
    —¿Para qué tanto? ¿Con qué fin? ¡Espera! —gritó Piotr Ilich—. ¿Qué es esa caja?
    ¿Qué contiene? ¿De verdad hay aquí cuatrocientos rublos?
    Con palabras lisonjeras, los afanosos dependientes enseguida le explicaron que en
    esa primera caja solo había media docena de botellas de champán y «todo lo
    necesario para ir empezando»: entremeses, bombones, caramelos y demás. Pero que
    las «provisiones» principales se empaquetarían enseguida y se enviarían aparte, como
    la otra vez, en otra telega y también con una troika, y llegarían a tiempo, «si acaso una
    hora más tarde que Dmitri Fiódorovich».
    —No más de una hora, que no sea más de una hora, y meta todos los caramelos
    que pueda, duros y blandos; a las muchachas les encantan —insistía Mitia con ardor.
    —Caramelos, vale. Pero ¿por qué cuatro docenas? Con una es suficiente. —Piotr
    Ilich empezaba a enfadarse. Se había puesto a regatear, exigía las cuentas, no quería
    calmarse. Con todo, solo consiguió salvar cien rublos. Acordaron que toda la
    mercancía enviada no superaría los trescientos rublos—. ¡Por todos los demonios! —
    gritó Piotr Ilich como si de repente hubiera cambiado de opinión—. ¿Y a mí qué más
    me da? ¡Tira el dinero, ya que te lo has encontrado!
    —Por aquí, amigo, por aquí, no te enfades —Mitia tiró de él hasta la trastienda—.
    Ahora nos traen una botella y echamos unos tragos. Vamos, Piotr Ilich, vamos juntos
    porque eres un tipo simpático, me gusta la gente como tú.
    Mitia se sentó en una sillita de mimbre junto a una mesa diminuta cubierta con un
    mantelito sucísimo. Piotr Ilich se colocó enfrente de él y enseguida apareció el
    champán. Preguntaron si los señores no desearían ostras, «unas ostras de primerísima
    calidad, recién traídas».
    —Al diablo las ostras, yo no las como, y no hace falta nada —soltó Piotr Ilich,
    enseñando los dientes, casi con rabia.
    —Nada de ostras —dijo Mitia—, no tengo apetito. ¿Sabes, amigo? —dijo con
    emoción—, nunca me ha gustado todo este desorden.
    —Y ¡a quién puede gustarle! Por el amor de Dios, tres docenas para unos aldeanos,
    eso indigna a cualquiera.
    —No es eso, me refiero a un orden superior. No hay ese orden en mí, un orden
    superior… Pero… todo ha terminado, no hay por qué afligirse. ¡Ya es tarde, demonios!
    Toda mi vida ha sido un continuo desorden y hay que poner orden. ¿Qué te parece el
    juego de palabras, eh?
    —Eso son desvaríos, no juegos de palabras




    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Mar 29 Oct 2024, 09:43

    ***
    —«Gloria al Altísimo en el mundo, ¡gloria al Altísimo en mí!» Estos versos surgieron
    en mi alma hace tiempo, no es un poema, es una lágrima… Yo mismo los compuse…
    pero no cuando arrastré de la barba al capitán asistente…
    —Pero ¿a qué viene hablar de él ahora?
    —¿Por qué hablo de él? ¡Sandeces! En resumidas cuentas, todo se acaba, todo se
    iguala; una línea, y la suma total.
    —La verdad, no dejo de pensar en tus pistolas.
    —¡Las pistolas también son sandeces! Bebe y no fantasees. Amo la vida, he amado
    demasiado la vida, tanto que hasta es desagradable. ¡Suficiente! Por la vida, querido,
    bebamos por la vida, ¡propongo un brindis por la vida! ¿Por qué estoy satisfecho de mí
    mismo? Soy un canalla, pero estoy satisfecho de mí mismo. Y, sin embargo, me
    atormenta ser un canalla y estar satisfecho de mí mismo. Bendigo la creación, ahora
    estoy listo para bendecir a Dios y su creación, pero… hay que aplastar a un insecto
    nauseabundo para que no se arrastre, para que no arruine la vida a los demás…
    ¡Bebamos por la vida, querido hermano! ¿Qué hay más valiosos que la vida? ¡Nada, no
    hay nada! ¡Por la vida y por la reina entre las reinas!
    —Bebamos por la vida y puede que también por tu reina.
    Vaciaron los vasos. Mitia, aunque estaba exultante y expansivo, parecía algo triste.
    Era como si pesara sobre él una preocupación grave e insuperable.
    —Misha… ¿es tu Misha ese que acaba de entrar? Misha, pequeño, ven aquí, Misha,
    toma este vaso, bebe por el rubicundo Febo, el que mañana…
    —Pero ¿por qué se lo ofreces? —gritó Piotr Ilich irritado.
    —Bueno, permíteme, ya está, quiero que beba.
    —¡Aaaj!
    Misha se bebió el vaso, hizo una reverencia y salió corriendo.
    —Se acordará más tiempo —observó Mitia—. Amo a una mujer, ¡a una mujer! ¿Qué
    es la mujer? ¡La reina de la tierra! Estoy triste, triste, Piotr Ilich. ¿Recuerdas a Hamlet?
    «Estoy tan triste, tan triste, Horacio… ¡Ay, pobre Yorick!» Es posible que yo sea Yorick.
    Justamente ahora Yorick; después, la calavera.
    Piotr Ilich le escuchaba y guardaba silencio, también Mitia se quedó callado.
    —¿Y ese perro? —preguntó de pronto distraído a uno de los dependientes, pues
    había reparado en un precioso perrito de lanas de ojos negros que estaba en un
    rincón.
    —Es el perrito de Varvara Alekséievna, la dueña —respondió el dependiente—. Se
    lo ha dejado aquí hace un rato. Habrá que llevárselo.
    —Vi uno igual… en el regimiento… —dijo Mitia pensativo—, solo que aquél tenía
    una pata trasera rota… Piotr Ilich, por cierto, quería hacerte una pregunta, ¿has robado
    alguna vez en tu vida?
    —¿Qué clase de pregunta es ésa?
    —Es solo por preguntar. Ya sabes, del bolsillo de alguien, algo ajeno… No me
    refiero al dinero del Estado, ahí todo el mundo mete la mano, y tú también, claro…
    —¡Vete al infierno!
    —Hablo de algo ajeno, de un bolsillo o de un monedero, ¿eh?
    —Una vez le robé a mi madre dos grivny, tenía nueve años, estaban en la mesa. Las
    cogí sin que me vieran y cerré el puño.
    —Bueno, ¿y qué?
    —Y nada. Me las quedé tres días, me dio vergüenza, lo confesé y las devolví.
    —Bueno, ¿y qué?
    —Me zurraron, naturalmente. Pero ¿qué te pasa? ¿Tú nunca has robado?
    —Sí que he robado. —Mitia le guiñó el ojo con picardía
    —¿El qué? —Piotr Ilich sintió curiosidad.
    —Dos grivny a mi madre, con nueve años, las devolví tres días después. —Acto
    seguido, Mitia se levantó repentinamente de la mesa.
    —Dmitri Fiódorovich, ¿no deberíamos irnos? —gritó Andréi desde la puerta de la
    tienda.
    —¿Todo listo? ¡Vamos! —Mitia se alarmó—. Una última leyenda y… ¡Un vaso de
    vodka para Andréi, para el camino! Y, aparte de vodka, también coñac, ¡una copa! Esta
    caja —era el estuche de las pistolas— ponedla debajo de mi asiento. Adiós, Piotr Ilich,
    no me recuerdes con rencor.
    —Pero vuelves mañana, ¿no?
    —Sin duda.
    —¿Tendría la bondad de liquidar la cuenta ahora? —el tendero casi saltó.
    —¡Ah, claro! ¡La cuenta! ¡Sin duda!




    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Mar 29 Oct 2024, 09:45

    ***


    Volvió a sacar del bolsillo el fajo de billetes, sacó tres de cien, los lanzó sobre el
    mostrador y salió rápidamente de la tienda. Todos fueron tras él y, haciendo
    reverencias, lo despidieron con muestras de respeto y buenos deseos. Andréi
    carraspeó por el coñac recién bebido y saltó al pescante. Pero no había tenido tiempo
    Mitia de subir al coche cuando apareció Fenia delante de él de forma totalmente
    inesperada. Casi sin respiración por la carrera, juntó las manos y se arrojó a sus pies:
    —Bátiushka, Dmitri Fiódorovich, tesoro, ¡no le haga daño a la señora! ¡Y yo que se
    lo he contado todo!… Tampoco le haga daño a él, que fue el primero para ella. Ahora
    va a casarse con Agrafiona Aleksándrovna, por eso ha vuelto de Siberia… Bátiushka,
    Dmitri Fiódorovich, ¡no destroce una vida ajena!
    —¡Así que era eso! ¡Eso es lo que te traías entre manos! —musitó para sí Piotr
    Ilich—. Ahora está claro, ahora ya se entiende. Dmitri Fiódorovich, dame ahora mismo
    las pistolas si quieres ser un hombre —exclamó en voz alta—. ¿Me oyes, Dmitri?
    —¿Las pistolas? Espera, amigo, iba a tirarlas a un charco por el camino —respondió
    Mitia—. Fenia, levántate, no estés ahí tumbada. Mitia no va a hacer daño a nadie, de
    ahora en adelante este mentecato ya no va a hacer daño a nadie. Fenia —le gritó, ya
    desde el coche—, hace poco te he ofendido, así que perdóname y ten compasión de
    mí, perdona a este canalla… Y, si no me perdonas, ¡da igual! ¡Porque ahora ya todo da
    igual! Arranca, Andréi, ¡volando!
    Andréi se puso en marcha; la campanilla tintineó.
    —¡Adiós, Piotr Ilich! ¡Para ti es mi última lágrima!…
    «No está borracho, pero qué disparates dice», pensó Piotr Ilich siguiéndolo con la
    mirada. Se disponía a quedarse a vigilar cómo preparaban la carga, en otra troika, con
    el vino y las demás provisiones, presintiendo que iban a timar a Mitia y enviarle de
    menos, pero de repente se enfadó consigo mismo, escupió y se fue a la taberna a
    jugar al billar.
    —Es tonto, aunque un buen tipo… —farfullaba por el camino—. Algo he oído de
    ese oficial de Grúshenka, el «de antes». Bueno, como haya venido… ¡Ay, las pistolas!
    Pero, demonios, ¿acaso soy su niñera? ¡Que se las lleve! No va a pasar nada. Se les va
    la fuerza por la boca. Se emborracharán y se pelearán, se pelearán y harán las paces.
    ¿No es eso lo que hace la gente? ¿Y todo eso de «me haré a un lado» y «me castigo»?
    ¡No va a pasar nada! Habrá gritado borracho cosas como ésas miles de veces en la
    taberna. Aunque ahora no está borracho. «Borracho de espíritu», a los canallas les
    encanta este tipo de frases. ¿Acaso soy su niñera? Seguro que se ha peleado con
    alguien, tenía toda la cara llena de sangre. ¿Con quién habrá sido? Me enteraré en la
    taberna. Y ese pañuelo ensangrentado… Demonios, si lo ha dejado en el suelo, en
    casa… ¡Qué más da!
    Llegó a la taberna en una disposición de ánimo horrible y enseguida empezó a
    jugar. La partida le cambió el humor. Echó otra y de pronto empezó a contarle a uno
    de los jugadores que Dmitri Karamázov otra vez tenía dinero, unos tres mil, que él
    mismo los había visto, y que otra vez se había ido de juerga con Grúshenka a Mókroie.
    Los que le escuchaban lo recibieron con inesperada curiosidad. Y todos empezaron a
    hablar de ello pero sin reírse, extrañamente serios. Incluso interrumpieron el juego.
    —¿Tres mil? Pero ¿de dónde ha sacado tres mil?
    Empezaron a hacerle más preguntas. La información sobre Jojlakova les pareció
    sospechosa.
    —¿Y no habrá robado al viejo?
    —¡Tres mil! Aquí hay algo raro.
    —Se estuvo jactando en voz alta de que iba a matar a su padre, todos lo oímos. Y
    precisamente habló de tres mil rublos…
    Piotr Ilich escuchaba y de repente se volvió frío y parco en las respuestas. No dijo ni
    una palabra de la sangre que tenía Mitia en la cara y en las manos, aunque de camino
    a la taberna sí había tenido intención de contarlo. Empezaron una tercera partida,
    poco a poco se apagó la conversación sobre Mitia, pero, al terminar la partida, Piotr
    Ilich no quiso seguir jugando, puso el taco en su sitio y, en lugar de cenar como tenía
    previsto, se fue de la taberna. Al salir a la plaza, se sentía perplejo y casi asombrado de
    sí mismo. De repente se había dado cuenta de que quería ir a casa de Fiódor Pávlovich
    para averiguar si había ocurrido algo. «Por una tontería voy a despertar a toda una casa
    y a armar un escándalo. Ya está bien, ¿acaso soy su niñera?»
    Con un humor de perros fue derecho a su casa, y entonces se acordó de Fenia.
    «Maldita sea, tenía que haberla interrogado —pensó enojado—, ahora lo sabría todo.»
    Y hasta tal punto prendió en él el deseo más impaciente y obstinado de hablar con ella
    y enterarse de lo ocurrido que a mitad de camino giró bruscamente y se dirigió a casa
    de Morózova, donde vivía Grúshenka. Al llegar, llamó al portalón y el golpe, que
    retumbó en el silencio de la noche, lo devolvió a la realidad y acabó de irritarlo: «¡Aquí
    también voy a montar un escándalo!», pensó con cierto sufrimiento, pero, en lugar de
    irse definitivamente, se puso a llamar otra vez y ya con todas sus fuerzas. Toda la calle
    se alborotó. «¡Pienso seguir llamando hasta que me abran!», farfullaba, y con cada
    golpe se enfurecía consigo mismo hasta la exasperación, pero, al mismo tiempo,
    llamaba cada vez con más fuerza.







    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    425


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Miér 30 Oct 2024, 09:14

    ***

    VI. ¡Aquí estoy!
    Mientras tanto, Dmitri Fiódorovich volaba por el camino. Hasta Mókroie había poco
    más de veinte verstas, pero la troika de Andréi galopaba tanto que pudo recorrerlas en
    una hora y cuarto. La velocidad de la marcha avivó de pronto a Mitia. El aire era puro y
    fresco, estrellas enormes brillaban en el cielo despejado. Fue la misma noche, y puede
    que la misma hora, en que Aliosha, tras caer sobre la tierra, juró extasiado «amarla por
    los siglos de los siglos». Pero había confusión, mucha confusión, en el alma de Mitia y,
    aunque ahora muchas cosas desgarraban su alma, todo su ser ansiaba irresistiblemente
    acercarse a ella, a la reina hacia la que volaba para verla una última vez. Solo diré una
    cosa: su corazón no le rebatió en ningún momento. Quizá no se me crea si digo que
    este hombre celoso no sentía ni un ápice de celos por el recién llegado, por el nuevo
    rival que había surgido de debajo de la tierra, por ese «oficial». Si hubiera aparecido
    cualquier otro, se habría puesto celoso desde el primer momento y, quizá, habría
    vuelto a manchar de sangre sus terribles manos, pero por éste, por «el primero de ella»
    no sentía ahora, mientras volaba en la troika, no ya el odio de los celos, sino ni siquiera
    enemistad, aunque lo cierto es que aún no lo había visto. «No hay nada que discutir,
    los dos están en su derecho; es su primer amor, un amor que no ha olvidado en estos
    cinco años; es decir, que en estos cinco años solo lo ha querido a él, mientras que
    yo… ¿quién me manda entrometerme? ¿Qué hago yo aquí? Hazte a un lado, Mitia,
    ¡déjales el camino libre! ¿Y yo qué soy ahora? Ahora todo está perdido, incluso sin el
    oficial, aunque él no hubiera aparecido, igualmente habría estado todo perdido…»
    Con estas palabras podría haber expresado aproximadamente sus sentimientos si
    hubiera sido capaz de razonar. Pero entonces ya no era capaz de razonar. Toda la
    resolución de ese momento había surgido al margen de cualquier razonamiento, en un
    instante; la había sentido de repente y la había hecho suya con todas las
    consecuencias poco antes, en la cocina de Fenia, al oír sus primeras palabras. Aun así,
    a pesar de semejante determinación, su alma estaba confusa, confusa hasta hacerlo
    sufrir: la determinación no le había traído tranquilidad. Había dejado demasiadas cosas
    a sus espaldas y eso le atormentaba. Y por momentos le resultaba extraño, puesto que
    él mismo había escrito su sentencia en un papel: «Me castigo y me condeno», y el
    papel estaba en su bolsillo, listo, y la pistola ya estaba cargada, puesto que tenía
    decidido cómo iba a recibir al día siguiente el primer cálido rayo del «rubicundo
    Febo»; pero, aun así, no le era posible saldar cuentas con lo sucedido, con todo lo que
    había dejado detrás, y esto le torturaba, esta idea se aferraba a su alma y le
    desesperaba. Hubo un instante en el camino en que quiso detener a Andréi, saltar de
    la telega, sacar la pistola cargada y acabar con todo sin esperar al amanecer. Pero ese
    instante pasó volando como una chispa. También la troika volaba «engullendo el
    espacio» y, a medida que se acercaba a su objetivo, otra vez la imagen de ella,
    únicamente de ella, se apoderaba con más fuerza de su ánimo y expulsaba de su
    corazón a los demás fantasmas terribles. ¡Ay, cuánto deseaba verla, aunque solo fuera
    fugazmente, aunque fuera desde lejos! «Ahora está con él, pues nada, veré cómo está
    con él, con su antiguo amado, no necesito nada más.» Y nunca su pecho había
    albergado tanto amor por esa mujer, tan fatídica en su destino, un sentimiento nuevo
    que jamás había experimentado, un sentimiento inesperado incluso para él, un
    sentimiento enternecedor hasta el punto de rezar, de desaparecer en presencia de
    ella. «¡Y desapareceré!», se dijo en un ataque de entusiasmo histérico.




    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Miér 30 Oct 2024, 09:15

    ***
    Llevaban ya una hora brincando. Mitia guardaba silencio y Andréi, aunque era un
    campesino locuaz, tampoco había dicho ni una palabra, como si temiera hablar, y se
    limitaba a arrear con ánimo a sus «jamelgos», a su troika de bayos flacuchos pero
    veloces. Y, de repente, Mitia exclamó terriblemente preocupado:
    —Andréi, ¿y si están durmiendo?
    Le había venido de repente a la cabeza, hasta ese momento ni lo había pensado.
    —Hay que pensar que ya se habrán acostado, Dmitri Fiódorovich.
    Mitia frunció el ceño con dolor: y si él, en efecto, volaba… con tales sentimientos…
    y ellos duermen… y ella también duerme, puede que a su lado… Un sentimiento de
    rabia empezó a bullir en su corazón.
    —Vamos, Andréi, arrea, Andréi, venga, ¡rápido! —gritó fuera de sí.
    —Aunque también puede que no se hayan acostado —comentó Andréi tras un
    momento de silencio—. Hace un rato Timoféi contaba que se había juntado mucha
    gente…
    —¿En la posta?
    —En la posta no, en casa de los Plastúnov, en la posada; también sirve de posta,
    pero por libre.
    —Ya lo sé; pero ¿qué quieres decir con eso de que hay mucha gente? ¿Cuántos?
    ¿Quiénes son? —se lanzó a preguntar Mitia, terriblemente alarmado ante la inesperada
    noticia.
    —Según Timoféi, son todos señores, dos de ellos de nuestra ciudad, pero no sé
    quiénes son, solo sé que Timoféi decía que había dos señores de aquí, y hay otros dos
    señores que no son de aquí, dos forasteros, por lo visto, y puede que alguien más, no
    le he preguntado tanto. Decía que se habían puesto a jugar a las cartas.
    —¿A las cartas?
    —Así que quizá no estén durmiendo si se han puesto a jugar. No creo que sean
    más de las once.
    —¡Más rápido, Andréi, más rápido! —volvió a gritar Mitia nervioso.
    428
    —¿Puedo preguntarle una cosa, señor? —después de un momento de silencio
    Andréi volvió a hablar—. Pero temo que se enfade conmigo, señor.
    —¿De qué se trata?
    —Antes Fedosia Márkovna se postró a sus pies, le rogó a usted que no hiciera
    daño a la señora y a no sé quién más… y, bueno, señor, como yo le estoy llevando…
    Perdóneme, señor, es por mi conciencia, puede que haya sido una tontería decirlo.
    Mitia, desde atrás, lo agarró del hombro.
    —¿Eres un cochero? ¿Un cochero? —preguntó con frenesí.
    —Sí, soy un cochero…
    —Sabes que tienes que dejar el camino libre. Como cochero, no puedes cerrar el
    camino a la gente, decir: «¡Eh, que os arrollo! ¡Ahí voy yo!». No, cochero, nada de ir
    arrollando. No se puede arrollar a la gente, no se puede arruinarle la vida a la gente; y,
    si le arruinas la vida a alguien, castígate a ti mismo… si le has amargado, si le has
    arruinado la vida a alguien… castígate a ti mismo y vete.
    Todo esto salió de Mitia como en un completo ataque de histeria. Andréi se quedó
    muy sorprendido con el señor, pero continuó la conversación.
    —Es verdad, bátiushka Dmitri Fiodoróvich, tiene usted razón, no hay que arrollar a
    la gente, ni hacerle daño, y lo mismo pasa con cualquier criatura, porque toda criatura
    ha sido creada; ahí tiene a los caballos, sin ir más lejos, hay quienes los azotan sin
    motivo, incluso cocheros… No tienen freno, se ponen a zurrar y así avanzan.
    —¿Hacia el infierno? —le interrumpió Mitia y soltó de improviso una breve
    carcajada—. Andréi, eres un alma sencilla —volvió a sujetarlo con fuerza por los
    hombros—, dime: ¿irá Dmitri Fiódorovich Karamázov al infierno o no? ¿Tú qué crees?
    —No lo sé, buen señor, de usted depende, porque usted… Verá, señor, cuando el
    hijo de Dios fue crucificado y murió en la cruz, descendió de la cruz directamente al
    infierno y liberó a todos los pecadores que allí sufrían tormento. Y el infierno empezó a
    lamentarse porque ya nadie más llegaría hasta allí, ningún pecador. Y le dijo entonces
    el Señor al infierno: «No te lamentes, infierno, pues desde aquí llegarán a ti toda clase
    de dignatarios, gobernantes, grandes jueces y ricachones, y estarás tan lleno como lo
    has estado siempre y así será hasta el día de mi vuelta». Y así fue, ésas fueron sus
    palabras…
    —¡Una leyenda popular! ¡Magnífico! ¡Arrea al de la izquierda, Andréi!
    —Ya ve, señor, quién está predestinado al infierno —Andréi arreó al de la
    izquierda—, y usted, señor, siempre ha sido como un niño pequeño… Así es como le
    ve la gente… Y, aunque se encoleriza fácilmente, señor, eso es así, Dios le perdonará
    por su sencillez.
    —¿Y tú? ¿Tú me perdonas, Andréi?
    —Yo no tengo nada que perdonarle, a mí no me ha hecho nada.

    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Miér 30 Oct 2024, 09:16

    ***

    —No, por todos, tú solo por todos, ahora, en este momento, aquí en el camino,
    ¿me perdonas en nombre de todos? ¡Habla, alma cándida!
    —¡Ay! Da miedo llevarle, señor, dice unas cosas tan raras…
    Pero Mitia ya no le oía. Alterado, se puso a rezar y susurraba para sí frenéticamente:
    —Señor, acógeme con todas mi faltas, pero no me juzgues. Déjame entrar sin tu
    juicio… No me juzgues porque ya me he condenado yo, no me juzgues porque te
    amo, Señor. Soy un hombre abyecto, pero te amo: me enviarás al infierno, pero
    también allí te amaré y desde allí gritaré que te amo por los siglos de los siglos… Pero
    déjame amar hasta el final… aquí y ahora, amar hasta el final, solo cinco horas hasta
    que salga tu cálido rayo… Pues amo a la reina de mi alma. La amo y no puedo dejar
    de amarla. Tú, Señor, me ves todo entero. Cuando llegue al galope, caeré a sus pies:
    «Has hecho bien al pasar de largo… Adiós y olvida a tu víctima, ¡no te inquietes
    nunca!».
    —¡Mókroie! —gritó Andréi señalando al frente con el látigo.
    A través de la pálida oscuridad de la noche surgió una masa negra y sólida de
    edificios que se extendían por una superficie enorme. En la aldea de Mókroie había
    unas dos mil almas, pero a esa hora ya todos dormían y solo en algunos puntos
    fulguraban todavía unas pocas luces.
    —Más rápido, Andréi, más rápido, ¡ya llego! —exclamó Mitia como enfebrecido.
    —¡No duermen! —dijo Andréi señalando con el látigo la posada de los Plastúnov,
    situada justo en la entrada de la aldea y donde brillaba luz en las seis ventanas que
    daban a la calle.
    —¡No duermen! —repitió feliz Mitia—. Que resuene, Andréi, vamos, al galope, que
    tintinee, que chirríe con el galope. ¡Que todos sepan que he llegado! ¡Ya llego! ¡Aquí
    estoy! —exclamaba con frenesí.
    Andréi lanzó al galope la troika extenuada y efectivamente se acercó chirriando
    hasta un porche de techos altos, donde detuvo a los caballos sudorosos y medio
    asfixiados. Mitia saltó de la telega. El dueño de la posada, que a decir verdad ya se iba
    a dormir, había sentido curiosidad y se asomó desde el porche para ver quién se
    acercaba al galope.
    —Trifon Borísych, ¿eres tú?
    El posadero se inclinó, observó atentamente, bajó a toda prisa del porche y saludó
    al huésped con obsequioso entusiasmo.
    —¡Bátiushka, Dmitri Fiódorych! ¡Volvemos a verle!
    Este Trifon Borísych era un aldeano robusto y sano de estatura mediana, cara más
    bien regordeta, de aspecto severo e implacable, sobre todo con sus paisanos, pero
    que tenía el don de adoptar rápidamente una expresión de lo más obsequiosa cuando
    le parecía que podía obtener beneficio. Vestía a la rusa, con camisa de cuello oblicuo y
    poddiovka, tenía una cantidad de dinero considerable, pero soñaba sin cesar con una
    posición de mayor relevancia. Tenía en sus garras a más de la mitad de los aldeanos,
    todos los que lo rodeaban estaban en deuda con él. Arrendaba tierras de los
    terratenientes y también se las compraba, y los campesinos le labraban estas tierras en
    pago de una deuda de la que nunca podían librarse. Era viudo y tenía cuatro hijas
    mayores. Una ya era viuda, vivía en su casa con dos niños de corta edad, sus nietos, y
    trabajaba para él a jornal. La segunda hija era una mujerona casada con un funcionario,
    un escribano que había hecho carrera, y en la pared de uno de los cuartos de la
    posada podía verse, entre las fotografías familiares, una de tamaño minúsculo de este
    funcionario con guerrera de gala y las hombreras de su grado. Las dos hijas pequeñas,
    en los días de fiesta en la parroquia o cuando iban de visita, se ponían vestidos azules
    y verdes confeccionados a la última moda, ceñidos por detrás y con cola de un arshín,
    pero a la mañana siguiente, como cualquier otro día, se levantaban al alba y con
    escobas de abedul barrían las habitaciones, sacaban el agua de fregar y recogían la
    basura de los hospedados. A pesar de los miles de rublos que ya había acumulado, a
    Trifon Borísych le gustaba desangrar a los huéspedes juerguistas y, recordando que no
    hacía ni un mes había hecho, en un solo día, bastante más de doscientos rublos, si no
    trescientos, a costa de Dmitri Fiódorovich gracias a su juerga con Grúshenka, lo recibió
    con alegría y presteza, pues, s










    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Miér 30 Oct 2024, 09:18

    ***



    s. A pesar de los miles de rublos que ya había acumulado, a
    Trifon Borísych le gustaba desangrar a los huéspedes juerguistas y, recordando que no
    hacía ni un mes había hecho, en un solo día, bastante más de doscientos rublos, si no
    trescientos, a costa de Dmitri Fiódorovich gracias a su juerga con Grúshenka, lo recibió
    con alegría y presteza, pues, solo por la manera en que Mitia se acercó al porche,
    olfateaba de nuevo a su presa.
    —Bátiushka, Dmitri Fiódorovich, volvemos a encontrarnos.
    —Espera, Trifon Borísych —empezó Mitia—. Primero lo más importante: ¿dónde
    está ella?
    —¿Agrafiona Aleksándrovna? —El posadero lo entendió enseguida y fijó su mirada
    vigilante en el rostro de Mitia—. Sí, también está aquí.
    —¿Con quién? ¿Con quién?
    —Unos huéspedes de fuera… Uno es un funcionario, debe de ser polaco a juzgar
    por su habla; él fue quien envió caballos para traerla. El otro es un camarada suyo, o si
    no un compañero de camino, quién sabe; visten de paisano…
    —¿Qué, están de juerga? ¿Son ricos?
    —¡Nada de juergas! Es gente de poca monta, Dmitri Fiódorovich.
    —¿De poca monta? ¿Y los otros?
    —Son de la ciudad, dos señores… Regresaban de Cherni y se han quedado… Uno
    es joven, debe de ser pariente del señor Miúsov, pero he olvidado cómo se llama… Y
    al otro probablemente también lo conozca, el terrateniente Maksímov, dice que ha ido
    de peregrinación al monasterio que hay en su ciudad, viaja con ese pariente joven del
    señor Miúsov…
    —¿No hay nadie más?
    —Nadie más.
    431
    —Alto, no sigas, Trifon Borísych; ahora dime lo más importante: ¿ella qué hace?
    ¿Cómo está?
    —Pues hace poco que ha llegado y está con ellos.
    —¿Está alegre? ¿Se ríe?
    —No, me parece que no se ríe mucho… De hecho está muy aburrida, le ha estado
    peinando el pelo al joven.
    —¿Al polaco, al oficial?
    —Ése ni es joven ni es oficial; no, señor, a él no, a ese sobrino joven de Miúsov…
    pero se me ha olvidado el nombre.
    —¿Kalgánov?
    —Eso es, Kalgánov.
    —Bueno, ya veré yo. ¿Están jugando a las cartas?
    —Han jugado, pero ya lo han dejado, han tomado té, el funcionario ha pedido
    licores.
    —Espera, Trifon Borísych, espera, alma querida, ya veré yo. Ahora responde a lo
    más importante: ¿no hay cíngaros?
    —Últimamente no se sabe de ellos, Dmitri Fiódorovich, las autoridades los han
    echado, pero hay unos judíos en Rozhdéstvenskaia, tocan los címbalos y el violín;
    puedo mandar a buscarlos ahora mismo si hace falta. Seguro que vienen.
    —¡Manda a buscarlos! ¡Claro que sí, manda a buscarlos! —gritó Mitia—. Y puedes
    despertar a las mozas, como entonces, a Maria sobre todo, y a Stepánida también, y a
    Arina. ¡Doscientos rublos por el coro!
    —Por ese dinero despierto a toda la aldea, aunque estén todos roncando. Pero no
    sé yo si los aldeanos de aquí se merecen tanta generosidad, bátiushka Dmitri
    Fiódorovich, ni tampoco las mozas… ¡Gastar esa fortuna en esa gente tan ruin y
    grosera! A quién se le ocurre dar de fumar cigarros a nuestros aldeanos… ¡Así apestan
    esos rufianes! Y todas las mozas, todas, tienen piojos. Nada de pagar esa suma, voy a
    hacer que mis hijas se levanten gratis; acaban de acostarse, así que les doy una patada
    en la espalda y las pongo a cantar para ti. Mira que emborrachar a los aldeanos con
    champán, ¡ay!
    Trifon Borísych se lamentaba por lamentarse: él mismo había escondido media
    docena de botellas de champán y había cogido de debajo de la mesa un billete de
    cien rublos; lo había apretado en el puño y ahí se había quedado.
    —Trifon Borísych, me gasté entonces más de mil, ¿te acuerdas?
    —Se los gastó, querido Dmitri Fiódorovich, cómo no recordarlo, amigo, quizá nos
    dejara entonces tres mil.
    —Bien, pues he venido con lo mismo que entonces, mira.
    Y sacó el fajo de billetes y se lo puso en las mismas narices al posadero.



    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Miér 30 Oct 2024, 09:20

    ***
    —Ahora escucha y entérate bien: dentro de una hora llegarán el vino, los entrantes,
    pasteles y bombones, que vaya todo arriba directamente. Esa caja que trae Andréi,
    también ahora mismo para arriba, que la abran y sirvan el champán. Y lo más
    importante, que vengan las mozas, las mozas, y que no falte Maria.
    Se volvió a la telega y sacó de debajo del asiento el estuche con las pistolas.
    —Haz las cuentas, Andréi. Aquí tienes quince rublos por la troika, y otros cincuenta
    para vodka… por tu buena disposición, por tu afecto… ¡Recuerda al señor Karamázov!
    —Tengo miedo, señor… —Andréi titubeaba—, le acepto cinco rublos de propina,
    ni uno más. Trifon Borísych es testigo. Y perdone las tonterías que digo…
    —¿A qué tienes miedo? —Mitia lo midió con la mirada—. Ya que es así, ¡vete al
    diablo! —le gritó lanzándole cinco rublos—. Ahora, Trifon Borísych, acompáñame sin
    hacer ruido y deja que eche un primer vistazo, pero sin que ellos me vean. ¿Dónde
    están, en la habitación azul?
    Trifon Borísych miró a Mitia con recelo, pero obediente, cumplió con lo ordenado:
    lo condujo al vestíbulo, luego entró él solo en la primera pieza, una sala grande que
    estaba al lado de la habitación que ocupaban los huéspedes, y sacó de allí una vela.
    Después hizo entrar a Mitia a hurtadillas y lo dejó en un rincón a oscuras, desde donde
    podía observar con total libertad al grupo sin ser visto. Pero Mitia no miró mucho
    tiempo ni pudo sopesar la situación: vio a Grúshenka y su corazón empezó a latir con
    fuerza, la vista se le nubló. Estaba a un lado de la mesa, en un sillón, y en un diván
    junto a ella estaba el joven y guapo Kalgánov. Ella le cogía la mano y parecía reírse,
    mientras que él, sin mirarla, decía algo en voz alta y como disgustado a Maksímov, que
    estaba sentado al otro lado de la mesa, enfrente de Grúshenka. Maksímov, en cambio,
    se reía mucho de algo. En el diván estaba sentado él, y cerca del diván, en una silla
    arrimada a la pared, otro desconocido. El que estaba en el diván se había arrellanado y
    fumaba en pipa, y Mitia tuvo la sensación de que ese hombre algo grueso y de cara
    ancha no debía de ser muy alto y de que estaba como enfadado por algo. Su
    camarada, el otro desconocido, le pareció extremadamente alto, pero no pudo
    distinguir nada más. Se le cortó la respiración. Y no fue capaz de aguantar ni un
    minuto, dejó el estuche en una cómoda y se dirigió directamente, sintiendo frío y con
    el corazón parado, al grupo de la habitación azul.





    VII. El anterior e indiscutible




    Mitia se acercó a la mesa con sus pasos largos y rápidos.
    —Señores —empezó en voz alta, casi gritando pero tartamudeando en cada
    palabra—, yo… ¡no pasa nada! No teman —exclamó—, yo… de verdad, no pasa nada
    —se volvió de repente hacia Grúshenka, que se había inclinado en el sillón hacia
    Kalgánov y le sujetaba con fuerza el brazo—. Yo… voy de viaje, me iré a primera hora.
    Señores, ¿puede este viajero de paso… quedarse con ustedes hasta que amanezca?
    Solo hasta que amanezca, por última vez, en esta misma habitación.
    Las últimas palabras se las dirigió al hombre grueso de la pipa. Éste se apartó la
    pipa de los labios dándose aires de importancia y dijo severo:
    —Panie, esto es un reunión privada. Hay otros cuartos.
    —Pero si es usted, Dmitri Fiódorovich, ¡qué cosas tiene! —intervino de pronto
    Kalgánov—. ¡Siéntese con nosotros! ¿Cómo está?
    —Saludos, querido amigo… e inestimable. Siempre le he respetado… —respondió
    Mitia alegre e impetuosamente, al tiempo que le tendía la mano por encima de la
    mesa





    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Miér 30 Oct 2024, 09:21

    ***

    —¡Huy, cómo aprieta! Me ha roto los dedos. —Kalgánov se echó a reír.
    —Siempre la estrecha así, ¡siempre! —comentó divertida Grúshenka, aunque
    todavía con una sonrisa tímida. Al parecer, se había convencido, viendo el aspecto de
    Mitia, de que no venía buscando pelea, y lo miraba enormemente curiosa, aunque aún
    intranquila. Algo en él la había sorprendido sobremanera; además, jamás se habría
    esperado que en un momento así fuera capaz de irrumpir y hablar de esa manera.
    —Buenas noches —dijo con dulzura desde la izquierda el terrateniente Maksímov.
    Mitia se apresuró a responderle:
    —Buenas noches, pero si también usted está aquí, ¡cómo me alegro de verle!
    Señores, señores, yo… —de nuevo se dirigía al polaco de la pipa, tomándolo, al
    parecer, por la persona más importante de todos los presentes—. He venido volando.
    Quería pasar mi último día y mi última hora en esta habitación, en esta misma
    habitación… donde yo… adoré a… ¡mi reina!… ¡Perdone, panie! —gritó alterado—.
    He venido volando y he jurado… Oh, no tema, ¡es mi última noche! Bebamos, panie,
    por nuestro acuerdo amistoso. Ahora nos servirán vino… He traído esto… —de
    repente, por alguna razón, sacó el fajo de billetes—. ¡Con su permiso, panie! Quiero
    música, ruido, alboroto, todo igual que antes… Pero un reptil, un reptil inútil se arrastra
    por la tierra, y ¡pronto ya no estará! ¡Conmemoraré el día de mi alegría en mi última
    noche!…
    434
    Casi se ahoga. Quería decir muchas, muchísimas cosas, pero solo le salían extrañas
    exclamaciones. El polaco lo miraba sin moverse, miraba luego el fajo de billetes y a
    Grúshenka; estaba visiblemente perplejo.
    —Si mi królowa lo consiente… —empezó a decir.
    —¿Y eso de królowa? Será reina, ¿no? —le interrumpió Grúshenka—. Me hace
    gracia cómo hablan. Siéntate, Mitia, ¿de qué estás hablando? No nos asustes, por
    favor. ¿Verdad que no vas a asustarnos? Si no nos asustas, estaré muy contenta de
    verte…
    —¿Yo? ¿Asustar yo? —gritó de repente Mitia alzando los brazos—. Oh, pasad de
    largo, seguid, ¡no os molestaré!… —E, inesperadamente para todos, incluso para sí
    mismo, se desplomó en una silla y se echó a llorar a lágrima viva, con la cabeza contra
    la pared y rodeando con fuerza el respaldo de la silla, como si lo abrazara.
    —¡Hay que ver, hay que ver cómo eres! —exclamó Grúshenka en tono de
    reproche—. Igualito que cuando venía a verme; de pronto se pone a hablar, y yo que
    no entiendo nada. Ya una vez se echó a llorar así, y ahora lo mismo, ¡qué vergüenza! Y
    ¿por qué lloras? ¡Si aun tuvieras motivos para hacerlo! —añadió enigmática y
    marcando algo irritada sus palabras.
    —Yo… yo no estoy llorando… En fin, ¡buenas noches! —Inmediatamente se dio la
    vuelta y se echó a reír, pero no con aquella risa seca y abrupta, sino con una risa larga,
    inaudible, nerviosa y que lo hacía temblar.
    —Bueno, otra vez… ¡Anímate, anímate! —intentaba persuadirlo Grúshenka—. Estoy
    muy contenta de que hayas venido, muy contenta, Mitia, ¿me has oído que estoy muy
    contenta? Quiero que te quedes aquí con nosotros —hizo como que les hablaba a
    todos, en tono imperioso, aunque estaba claro que sus palabras iban dirigidas al del
    diván—. ¡Eso es lo que quiero! Y si él se va, pues yo también —añadió, con un brillo en
    los ojos.
    —¡Lo que mi reina desea es ley! —dijo el polaco besando galante la mano de
    Grúshenka—. Ruego al señor que se una a nuestro grupo —se dirigió afablemente a
    Mitia. Éste se puso en pie con la clara intención de largar una nueva tirada, pero le
    salió algo distinto.
    —¡Bebamos, panie! —soltó, por todo discurso. Todos se echaron a reír.
    —¡Ay, señor! Y yo que creía que quería hablar otra vez —exclamó Grúshenka
    nerviosa—. Mitia —añadió, insistente—, no vuelvas a saltar, pero lo de traer champán
    ha estado muy bien… Yo también voy a tomar un poco, no soporto los licores. Aunque
    lo mejor de todo es que hayas venido, estaba aburrida… Entonces, ¿has venido otra
    vez de juerga? Pero ¡guárdate el dinero en el bolsillo! ¿De dónde has sacado tanto?
    Mitia, que seguía apretando en la mano unos billetes arrugados en los que todos
    habían reparado, especialmente los polacos, se los guardó en el bolsillo presuroso,
    pero turbado. Se había puesto colorado. En ese momento el posadero trajo una
    bandeja con una botella de champán descorchada y vasos. Mitia cogió la botella, pero
    estaba tan desconcertado que se había olvidado de lo que tenía que hacer con ella.
    Kalgánov se la quitó y lo sirvió él.








    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Miér 30 Oct 2024, 09:22

    ***

    —¡Otra más! ¡Otra botella! —gritó Mitia al posadero y, olvidando brindar con el
    pan, a quien había invitado a beber tan solemnemente por su acuerdo amistoso, vació
    de golpe su vaso, sin esperar a nadie. Su rostro cambió al instante. En lugar de la
    expresión solemne y trágica con la que había entrado, apareció en él una que tenía
    algo de infantil. Parecía haberse resignado y sometido a todo. Miraba a todos con
    timidez y alegría, a veces reía nervioso y con aire agradecido, como un perrillo
    culpable al que de nuevo acarician y dejan acercarse. Parecía haberse olvidado de
    todo y contemplaba a los presentes con admiración, sonriendo como un niño. Miró a
    Grúshenka sin parar de reír y acercó su silla justo hasta el sillón de ella. Poco a poco
    fue examinando a los dos panowie, aunque sin llegar a hacerse una idea clara de ellos.
    El polaco del diván le había sorprendido con su porte, su acento y, sobre todo, con la
    pipa. «No pasa nada, está bien que fume en pipa», se dijo Mitia. La cara un tanto
    abotargada de casi cuarenta años y una nariz pequeñita bajo la que se veían dos
    bigotitos finísimos y puntiagudos, teñidos y desafiantes, no despertó en él ni el más
    mínimo interés. Ni siquiera la infame peluquita, hecha en Siberia, con el pelo de las
    sienes peinado tontamente hacia delante, le sorprendió especialmente: «Si lleva
    peluca será que le hace falta», seguía observando beatíficamente. El otro pan, el que
    estaba junto a la pared, era más joven que el del diván y había estado observando a
    todo el grupo con insolencia y agresividad y había escuchado la conversación general
    con silencioso desdén; a Mitia le llamó la atención su enorme estatura, tremendamente
    desproporcionada respecto al polaco del diván. «Si se pone de pie, medirá unos once
    vershkí», pensó Mitia. Y también pensó que este pan alto era probablemente amigo y
    cómplice del pan del diván, algo así como su «guardaespaldas», y que el pequeño de
    la pipa mandaba sobre el grande. Y esto le pareció a Mitia magnífico e indiscutible.
    Había desaparecido en el perrillo todo resto de rivalidad. Seguía sin entender a
    Grúshenka y el tono enigmático de algunas de sus frases; solo había llegado a
    comprender, temblándole todo el corazón, que era cariñosa con él, que lo había
    «perdonado» y que lo había sentado a su lado. No cabía en sí de gozo viéndola tomar
    un vaso de champán. No obstante, le sorprendió el silencio repentino del grupo y fue
    deteniendo en todos, uno tras otro, sus ojos expectantes: «Pero ¿qué hacemos aquí
    sentados? ¿Por qué nadie se mueve, señores?», parecía decir su mirada sonriente.
    Rápidamente fijó la vista en Kalgánov y luego en Maksímov.
    —No para de contar embustes y nosotros nos reímos —empezó a decir Kalgánov,
    como si hubiera adivinado su pensamiento, señalando a Maksímov.
    —¿Embustes? —se echó a reír con su risa seca y abrupta, al tiempo que se le
    levantaba el ánimo—. ¡Ja, ja!
    436
    —Sí, figúrese, afirma que en los años veinte toda nuestra caballería se casó con
    polacas, pero es un disparate colosal, ¿no le parece?
    —¿Con polacas? —repitió Mitia definitivamente extasiado.
    Kalgánov comprendía muy bien la relación de Mitia con Grúshenka, había
    adivinado lo del polaco, pero eso no le interesaba demasiado, puede que no le
    interesara en absoluto, estaba bastante más interesado en Maksímov. Había llegado
    con Maksímov por casualidad y se había encontrado con los polacos en la posada, era
    la primera vez que los veía. A Grúshenka sí la conocía de antes, e incluso la había
    visitado en cierta ocasión con alguien más; entonces él no le había gustado. Pero aquí
    ella lo había mirado con dulzura, incluso lo había acariciado antes de que llegara Mitia,
    aunque él había respondido con indiferencia. Era un hombre joven de no más de
    veinte años, que vestía como un dandi, con una agradable carita blanca y un pelo
    castaño bonito y tupido. Y esa carita blanca tenía unos ojos azul claro encantadores
    con una expresión inteligente y, en ocasiones, profunda, que no era propia de su
    edad; con todo, este joven a veces hablaba y miraba igual que un niño, algo de lo que
    no se avergonzaba en absoluto y de lo que era consciente. En general era muy
    original, incluso caprichoso, aunque siempre afectuoso. En algunos momentos su
    expresión se volvía fija y obstinada: podía estar mirándolo, escuchándole a uno, pero
    mientras tanto él estaba pensando obstinadamente en sus cosas. A veces se le veía
    apático e indolente, otras veces le daba por agitarse, al parecer, por la causa más
    simple.
    —Figúrese, ya son cuatro días que lo llevo conmigo —continuó, alargando con
    pereza las palabras, pero sin ninguna afectación, de forma completamente natural—.
    Desde que su hermano lo sacó del coche de un empujón y él salió despedido, ¿se
    acuerda usted? Entonces me interesé por él y me lo llevé a la aldea, pero ahora no
    hace más que soltar embustes, así que da vergüenza estar con él. Lo llevo de vuelta…
    —Usted no ha visto a una pani polaca y mówi cosas que no pueden ser —le hizo
    ver a Maksímov el pan de la pipa











    435
    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:34

    ***

    Éste hablaba un ruso decente, al menos bastante mejor de lo que aparentaba. Las
    palabras rusas, si es que las empleaba, las desfiguraba pronunciándolas al modo
    polaco.
    —Pero si yo mismo estuve casado con una pani polaca, señor —respondió
    Maksímov entre risas nerviosas.
    —Pero ¿es que usted ha servido en la caballería? Porque estaba hablando de la
    caballería. ¿Así que es usted miembro de la caballería? —intervino Kalgánov.
    —Sí, seguro que es de la caballería… ¡Ja, ja! —exclamó Mitia, que estaba
    escuchando ansioso y rápidamente dirigía su mirada interrogante hacia el que tomaba
    la palabra, como si esperase oír Dios sabe qué.
    437
    —No, verá, señor —Maksímov se volvió hacia él—, yo, señor, me refería a que
    aquellas panienki… tan de buen ver… en cuanto bailaban una mazurca con uno de
    nuestros ulanos… en cuanto una de ellas bailaba la mazurca con él, se le subía de un
    salto a las rodillas como una gatita, como una gatita, señor… toda blanquita, señor… y
    el pan-ojciec y la pani-matka veían todo aquello y consentían… consentían, señor… y
    el ulano a la mañana siguiente iba y le pedía la mano… tal cual, señor… ¡le pedía la
    mano, ji, ji! —Maksímov concluyó con unas risitas nerviosas.
    —Pan —łajdak! —gruñó de pronto el polaco alto que estaba sentado en una silla y
    cruzó las piernas. Mitia solo pudo fijarse en la enorme bota engrasada con la suela
    gruesa y sucia. En general, la ropa de los dos polacos estaba bastante mugrienta.
    —¡Vaya, también łajdak! ¿Y por qué insulta? —Grúshenka se enfadó de repente.
    —Pani Agrypina, lo que ha visto el señor en las tierras polacas han sido mozas de
    aldea y no panie de la szlachta —le comentó a Grúshenka el polaco de la pipa.
    —Możesz na to rachować! —terció en tono despectivo el polaco alto, el que estaba
    sentado en la silla.
    —¡Ya estamos! ¡Deje hablar a la gente! Solo están hablando, ¿por qué se lo
    impide? Una se lo pasa bien con ellos. —Grúshenka enseñaba los dientes.
    —Yo no se lo impido, pani —replicó significativamente el de la peluca, dirigiendo
    una larga mirada a Grúshenka; a continuación, callando con aire de importancia,
    empezó otra vez a dar caladas a la pipa.
    —No, no, ahora el pan ha dicho la verdad —Kalgánov empezaba a irritarse, como si
    la discusión versara sobre Dios sabe qué—. Si no ha estado en Polonia, ¿cómo puede
    hablar de Polonia? Porque usted no se casó en Polonia, ¿a que no?
    —No, señor, en la provincia de Smolensk, señor. Pero es que un ulano ya se la
    había traído a ella, a mi futura esposa, señor, y a su pani-matka y a su tante, y a otra
    pariente con un hijo mayor, desde Polonia, desde la mismísima Polonia… y me la
    cedió. Era uno de nuestros tenientes, un hombre muy joven. Al principio quería casarse
    él mismo con ella, pero al final no se casó porque resultó que era coja…






    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:35

    ***

    —¿Se casó usted con una coja? —exclamó Kalgánov.
    —Con una coja, sí, señor. Entonces ambos me mintieron un poco y me lo
    ocultaron. Yo creía que ella daba saltitos… que siempre iba dando saltitos, y creía que
    era de alegría…
    —¿De alegría por casarse con usted? —gritó con voz sonora y algo infantil
    Kalgánov.
    —Sí, señor, de alegría. Y resultó que era por algo bien distinto. Después, una vez
    casados, la misma tarde de la ceremonia, me lo confesó y me pidió perdón con mucho
    sentimiento, me contó que de joven una vez fue a cruzar un charco de un salto y se
    lastimó la pierna, ¡ji, ji!.
    438
    Kalgánov rompió a reír como un niño y casi se cae en el diván. También se reía
    Grúshenka. Mitia estaba en la cima de la felicidad.
    —¿Sabe, sabe?, ahora ya está diciendo la verdad, ¡ahora sí que no miente! —
    exclamó Kalgánov, dirigiéndose a Mitia—. Y ¿sabe que estuvo casado dos veces? Está
    hablando de la primera mujer, la segunda se fugó y vive aún, ¿lo sabía?
    —¿De veras? —Rápidamente, Mitia se giró hacia Maksímov con una expresión de
    asombro en la cara.
    —Así es, señor, se fugó, ese disgusto me dio, señor —corroboró Maksímov con
    modestia—. Con un monsieur, pero lo más importante es que previamente había
    puesto toda mi aldea a su nombre. «Tú —me decía— eres un hombre instruido,
    siempre podrás ganarte el pan.» Y así me lió. En una ocasión el venerable obispo me
    hizo una observación: una de tus esposas era coja, pero la otra corría demasiado, ¡ji, ji!
    —¡Escuchen, escuchen! —A Kalgánov le hervía la sangre—. Si miente, y miente a
    menudo, lo hace únicamente para complacer a todo el mundo, y eso no es ninguna
    bajeza, ¿verdad que no lo es? ¿Saben?, a veces le tengo mucho aprecio. Es un hombre
    muy ruin, pero lo es de una forma natural, ¿no? ¿Qué les parece a ustedes? Hay
    quienes cometen ruindades por cualquier cosa, para sacar beneficios, pero él es así
    por naturaleza… Imagínense, por ejemplo, que pretende (ayer veníamos discutiéndolo
    por el camino) que Gógol hablaba de él en Almas muertas. ¿Recuerdan que hay un
    terrateniente Maksímov al que Nozdriov da una paliza y a éste lo llevan a los tribunales:
    «por infligir una ofensa personal a Maksímov al azotarlo en estado de embriaguez»?
    Bueno, ¿se acuerdan? Pues imagínense, ¡dice que ese Maksímov es él y que fue a él a
    quien azotaron! ¿Cómo es posible? Chíchikov anduvo por ahí, a lo sumo, en los
    primeros años veinte, así que las fechas no coinciden. No es posible que lo azotaran
    entonces. No es posible, ¿a que no es posible?
    Resultaba difícil imaginarse por qué Kalgánov se había alterado tanto, pero estaba
    sinceramente alterado. Mitia lo secundaba sin reservas.
    —Bueno, pero al final sí que lo azotaron —gritó entre carcajadas.
    —No es que me azotaran exactamente, pero fue algo parecido —dijo Maksímov.
    —¿Cómo es eso? ¿Le azotaron o no?
    —Która godzina, panie? (¿Qué hora es?) —preguntó con aire aburrido el polaco de
    la pipa al alto de la silla. Éste se encogió de hombros como respuesta: ninguno de los
    dos tenía reloj.
    —¿Por qué no podemos hablar un poco? Dejen hablar a los demás. Como ustedes
    se aburren, que los demás tampoco hablen —saltó de nuevo Grúshenka,
    aparentemente con intención de provocarlo. Por primera vez algo se le pasó por la
    cabeza a Mitia. Esta vez el pan respondió ya con evidente irritación.
    —Pani, ja nic nie mówię protiv, nic nie powiedziałem. (Señora, yo no me opongo,
    yo no he dicho nada.)







    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:36

    ***

    —Muy bien, pues sigue contando —le dijo Grúshenka a Maksímov, gritando—.
    ¿Qué hacen todos callados?
    —Pero si no hay nada que contar, señores, si no son más que tonterías —respondió
    enseguida Maksímov con evidente placer y ligera afectación—. En Gógol todo eran
    alegorías, por eso todos los apellidos son alegóricos: Nozdriov no era Nozdriov, sino
    Nósov, y Kuvshínnikov ya ni siquiera se parece, porque era Shkvórnev. Pero Fenardi
    era, en efecto, Fenardi, solo que no era italiano, sino el ruso Petrov, señores, y
    mademoiselle Fenardi era bonita, señores, con unas bonitas piernas enfundadas en
    mallas, una falda cortita de lentejuelas y giraba sobre sí misma, pero no cuatro horas,
    sino solo cuatro minutos, señores… y a todos seducía…
    —Ya, pero ¿por qué te azotaron? ¿Por qué? —vociferó Kalgánov.
    —Por culpa de Piron, señor —respondió Maksímov.
    —¿Qué Piron? —gritó Mitia.
    —Piron, el famoso escritor francés, señores. Éramos un grupo grande y estábamos
    bebiendo en una taberna, era en una feria. Me habían invitado y al principio me puse a
    recitar epigramas: «¿Eres tú, Boileau? ¡Qué atavío más ridículo!». Y Boileau responde
    que se dirige a un baile de disfraces, o sea, que va a la bania, ji, ji, y ellos se lo
    tomaron como algo personal. Así que me apresuré a recitar otro muy conocido entre la
    gente instruida, uno mordaz, señores:
    Tú Safo, yo Faón, y no hay porfía,
    pero, para la inmensa pena mía,
    no conoces del mar ninguna vía.
    »Se ofendieron aún más y empezaron a reñirme de forma muy poco decorosa, y voy
    yo, para mi desgracia, y para arreglar la situación les conté una anécdota muy culta de
    Piron, a quien no habían aceptado en la Academia francesa y él, para vengarse,
    escribió su propio epitafio para su lápida:
    Ci-gît Piron qui ne fut rien,
    pas même académicien.
    »Me sujetaron y me zurraron.
    —Pero ¿por qué? ¿Por qué fue?
    —Por mi educación. No son pocos los motivos por los que se puede azotar a un
    hombre —concluyó Maksímov con brevedad y en tono moralizante.
    —Ya basta, todo esto es absurdo, ya no quiero oír más, yo creía que iba a ser
    divertido —les interrumpió Grúshenka. Mitia se alarmó e inmediatamente dejó de
    reírse. El polaco alto se levantó de su sitio y, con el aspecto altanero de un hombre
    que se aburre cuando no está con los suyos, empezó a dar pasos por la habitación, de
    esquina a esquina, con las manos a la espalda—. ¡Y ahora se pone a dar zancadas! —
    Grúshenka lo miraba con desprecio. Mitia empezaba a ponerse nervioso; además
    había notado que el polaco del diván lo observaba con irritación.



    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:37

    ***

    —¡Pan —gritó Mitia—, bebamos, panie! Y también el otro pan, ¡vamos a beber,
    panowie! —en un momento acercó tres vasos y sirvió champán.
    —Por Polonia, panowie, un brindis por vuestra Polonia, ¡por las tierras polacas! —
    exclamó Mitia.
    —Bardzo mi to miło, panie, wypijem (Con mucho gusto, panie, bebamos) —dijo el
    polaco del diván con solemnidad y buena disposición, y cogió un vaso.
    —Y el otro, ¿cómo se llama? ¡Eh, ilustrísimo señor, coge un vaso! —se afanaba
    Mitia.
    —Pan Wróblewski —le apuntó el pan del diván.
    Pan Wróblewski se acercó a la mesa balanceándose y aceptó un vaso.
    —¡Por Polonia, panowie, hurra! —gritó Mitia alzando el vaso.
    Los tres bebieron. Mitia cogió la botella y volvió a llenar tres vasos.
    —¡Ahora por Rusia, panowie, por nuestro hermanamiento!
    —Sírvenos también a nosotros —dijo Grúshenka—, yo también quiero beber por
    Rusia.
    —Y yo —dijo Kalgánov.
    —A mí también me gustaría… por nuestra Rusita, la vieja abuelita. —Maksímov
    soltó una risita.
    —¡Todos, todos! —exclamaba Mitia—. ¡Posadero, otra botella!
    Les sacaron las tres botellas que quedaban de las que había traído Mitia. Él mismo
    sirvió.
    —¡Por Rusia, hurra! —proclamó de nuevo. Bebieron todos excepto los polacos:
    Grúshenka se acabó su vaso de un trago, pero los polacos ni siquiera tocaron los
    suyos.
    —¿Qué es esto, panowie? —exclamó Mitia—. ¿Y ustedes?
    Pan Wróblewski cogió un vaso, lo alzó y dijo con voz estentórea:
    —¡Por Rusia con las fronteras de 1772!
    —Oto bardzo pięknie! (¡Muy bien dicho!) —gritó el otro polaco y ambos apuraron
    sus vasos de un trago.
    —¡Son unos estúpidos, panowie! —se le escapó de pronto a Mitia.
    —Panie! —gritaron los dos polacos en tono amenazante y mirando fijamente a
    Mitia como dos gallitos. Wróblewski, sobre todo, estaba colérico.
    —Ale nie można nie mieć słabości do swojego kraju? (¿Se puede acaso no amar a la
    propia tierra?) —proclamó.
    —¡A callar! ¡Nada de discusiones! ¡No quiero peleas! —gritó Grúshenka con
    autoridad, dando una patada contra el suelo. Tenía la cara encendida, los ojos le
    brillaban. El vaso recién bebido empezaba a hacerle efecto. Mitia se asustó muchísimo.
    —¡Panowie, perdónenme! Es culpa mía, no lo haré más. Wróblewski, pan
    Wróblewski, no lo haré más.


    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:37

    ***

    —¡Tú cállate también! ¡Y siéntate, estúpido! —le gruñó Grúshenka enojada y
    rabiosa.
    Todos tomaron asiento, se miraban en silencio unos a otros.
    —Señores, yo he sido el causante de todo —empezó otra vez Mitia sin haber
    comprendido los gritos de Grúshenka—. Bueno, ¿y qué hacemos aquí sentados?
    Habrá que hacer algo… para divertirnos, para divertirnos otra vez.
    —Ah, en efecto, esto no es nada divertido —murmuró con pereza Kalgánov.
    —Podemos jugar al faro, señores, como antes… —Maksímov soltó su risita.
    —¿Al faro? ¡Perfecto! —le apoyó Mitia—. Si los panowie…
    —Późno, panie —respondió de mala gana el polaco del diván.
    —Es verdad —confirmó Wróblewski.
    —¿Puzno? ¿Qué es eso de puzno? —preguntó Grúshenka.
    —Quiere decir que es tarde, pani, tarde, que ya es una hora avanzada —le explicó
    el polaco del diván.
    —¡Para esta gente siempre es tarde! ¡No hay manera con ellos! —Grúshenka casi
    aullaba del enfado—. Son unos aburridos y por eso quieren que los demás se aburran.
    Antes de que llegaras, Mitia, también estaban así de callados y no paraban de
    bufarme…
    —¡Mi diosa! —exclamó el polaco del diván—. Co mówisz, to się stanie. Widzę
    niełaskę i jestem smutny (Veo tu desafecto y por eso estoy triste). Jestem gotów, panie
    (Estoy listo, señor) —concluyó, dirigiéndose a Mitia.
    —¡Empecemos, panie! —respondió éste sacando el dinero del bolsillo y separando
    dos billetes de cien que dejó sobre la mesa—. Quiero perder mucho contigo, pan.
    Coge tus cartas, y lleva la banca.
    —Las cartas que las ponga el posadero, panie —dijo el polaco pequeño, en tono
    convincente y serio.
    —To najlepszy sposób (Es la mejor forma) —corroboró pan Wróblewski.
    —¿Del posadero? Está bien, lo entiendo, pues que sean del posadero. Buena idea,
    panowie. ¡Cartas! —ordenó Mitia al posadero.
    Éste trajo un juego de cartas sin abrir e informó a Mitia de que las mozas ya
    estaban llegando, de que los judíos con los címbalos también vendrían, seguramente a
    no tardar, y de que la troika con los víveres aún no había llegado. Mitia se levantó de la
    mesa y corrió a la sala contigua para prepararlo todo, pero solo habían venido tres
    muchachas y Maria todavía no estaba. Aunque él tampoco sabía qué disponer ni por
    qué había salido corriendo: se limitó a ordenar que sacaran de la caja las golosinas, los
    pirulís y los caramelos blandos y lo repartieran todo entre las jóvenes. «Y vodka para
    Andréi, ¡vodka para Andréi! —ordenó a toda prisa—. ¡He ofendido a Andréi!» De
    pronto Maksímov, que había salido corriendo tras él, le tocó en el hombro.










    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:38

    ***

    —Déjeme cinco rublos —le susurró a Mitia—, no me importaría arriesgar al faro, ji,
    ji.
    —¡Magnífico, perfecto! ¡Toma diez! —volvió a sacar los billetes del bolsillo y buscó
    diez rublos—. Y si pierdes, ven otra vez, ven…
    —De acuerdo, señor —susurró feliz Maksímov y corrió a la habitación.
    En ese momento también regresó Mitia y se disculpó por haberlos hecho esperar.
    Los polacos ya estaban sentados y habían abierto las cartas. Parecían bastante más
    amistosos, casi cordiales. El polaco del diván se había encendido otra vez la pipa y se
    preparaba para llevar la banca, en su cara se reflejaba hasta cierta solemnidad.
    —Na miejsca, panowie! —anunció pan Wróblewski.
    —No, yo no voy a jugar más —respondió Kalgánov—, acabo de perder cincuenta
    rublos con ellos.
    —Pan ha sido nieszczęśliwy, quizá otra vez sea szczęśliwy —comentó, dirigiéndose
    a él, el polaco del diván.
    —¿Cuánto hay en la banca? ¿Hay para cubrir las puestas?
    —Słucham, panie, może sto, może dwieście, lo que quiera apostar.
    —¡Un millón! —Mitia soltó una carcajada.
    —Quizá el capitán haya oído hablar de pan Podwysocki.
    —¿Qué Podwysocki?
    —En Varsovia, el primero que llega puede apostar contra la banca. Llega
    Podwysocki, ve tysiąc złotych y hace su apuesta: va banque. Bankier mówi: «Panie
    Podwysocki, stawisz złoto czy na honor?». «Na honor, panie», mówi Podwysocki. «Tym
    lepiej, panie.» El banquero descubre su carta, y Podwysocki se lleva los tysiąc złotych.
    «Poczekaj, panie», mówi bankier, saca un cajón y le entrega un millón: «Toma, panie,
    oto jest twój rachunek» (aquí tienes tu cuenta). Había un millón en la banca. «No lo
    sabía», mówi Podwysocki. «Panie Podwysocki —mówi bankier—, ty stawiłeś na honor, i
    my na honor.» Podwysocki cogió el millón.
    —No es verdad —dijo Kalgánov.
    —Panie Kalgánov, w szlachetnej kompanii tak mówić nie przystoi (esas cosas no se
    dicen en compañía de gente decente).
    —¡Pronto te va a dar un millón un jugador polaco! —exclamó Mitia, pero enseguida
    se contuvo—. Disculpe, panie, lo siento, lo siento otra vez, claro que lo daría, daría un
    millón, na honor, por su honor de polaco. Mira cómo hablo polaco, ja, ja. Apuesto diez
    rublos, al valet.
    —Y yo un rublito a la damita, la de corazones, la más bonita, la panienochka, ji, ji —
    se rió Maksímov sacando su dama, y, como si quisiera ocultarla de todos, se inclinó
    hasta tocar la mesa y rápidamente se santiguó por debajo. Ganó Mitia. También ganó
    el rublito.
    —¡Un cuarto! —exclamó Mitia.











    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:39

    ***

    —Yo otro rublito, una apuesta simple, una apuesta simple y pequeñita —musitó
    beatíficamente Maksímov, entusiasmado por haber ganado un rublo.
    —¡Pierdo! —gritó Mitia—. ¡Paix al siete!
    Perdió también.
    —Déjelo —dijo de pronto Kalgánov.
    —Paix, paix. —Doblaba la apuesta Mitia, y, apostara a lo que apostara, siempre
    perdía. Pero los rublitos seguían ganando.
    —¡Paix! —aulló Mitia rabioso.
    —Ha perdido dwieście, panie. ¿Va a apostar otros dwieście? —preguntó el polaco
    del diván.
    —¿Cómo? ¿Ya he perdido doscientos? Pues ¡otros doscientos! ¡Paix! —Y, sacando
    el dinero del bolsillo, iba a lanzar doscientos rublos sobre la dama cuando Kalgánov la
    cubrió con la mano.
    —¡Ya basta! —gritó con su voz sonora.
    —¿Qué hace? —Mitia lo miraba fijamente.
    —¡Ya basta! No le dejo. Ya no va a jugar más.
    —¿Por qué?
    —Porque sí. Olvídese de todo y váyase, no hay más. ¡No le dejaré seguir jugando!
    Mitia lo miraba estupefacto.
    —Déjalo, Mitia, puede que tenga razón; ya has perdido mucho —dijo Grúshenka
    con un tono extraño en la voz. Ambos panowie se levantaron con aspecto de estar
    terriblemente ofendidos.
    —Żartujesz, panie? (¿Estás de broma?) —dijo el polaco pequeño, mirando a
    Kalgánov con severidad.
    —Jak się poważasz to robić? (¿Cómo se atreve a hacer eso?) —también pan
    Wróblewski le aulló a Kalgánov.
    —¡Ni se os ocurra gritar! —gritó Grúshenka—. ¡Ay, qué gallitos!
    Mitia los fue mirando a todos, uno a uno; pero de pronto algo en el semblante de
    Grúshenka le llamó la atención y en ese momento algo completamente nuevo le vino a
    la cabeza, ¡una idea nueva y extraña!
    —Pani Agrypina! —empezó a decir el polaco pequeño, rojo de ira, pero entonces
    Mitia se acercó hasta él y le dio unas palmadas en el hombro.
    —Ilustrísimo señor, ¿me permites dos palabras?
    —Czego chcesz, panie? (¿Qué se le ofrece?)
    —Vamos a esa otra habitación, ahí al lado, te diré dos palabritas muy bonitas, las
    más bonitas, quedarás satisfecho.
    El polaco pequeño se sorprendió y miró receloso a Mitia. Luego accedió, pero con
    la condición indispensable de que pan Wróblewski fuera con ellos.










    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:39

    ***
    —¿Su guardaespaldas? Que venga, también lo necesito. Es hasta imprescindible —
    exclamó Mitia—. ¡Andando, panowie!
    —¿Adónde vais? —preguntó Grúshenka inquieta.
    —Volvemos en un momento —respondió Mitia. Cierta audacia, cierto brío
    inesperado le iluminaba la cara, no era en absoluto la cara con la que había entrado en
    la habitación una hora antes. Llevó a los polacos al cuarto de la derecha, no a la sala
    grande donde se estaba reuniendo el coro de las mozas y preparando la mesa, sino a
    un dormitorio en el que había baúles, cofres y dos camas grandes con un montón de
    almohadas de percal cada una. En un rincón, en una mesita de tablas, ardía una vela.
    El polaco y Mitia se instalaron en esta mesa el uno enfrente del otro, y el enorme pan
    Wróblewski a un lado, con las manos a la espalda. Los polacos miraban a Mitia severos,
    pero con evidente curiosidad.
    —Czym mogę służyć panu? —balbuceó el polaco pequeño.
    —Pues verás, panie, no voy a hablar mucho: aquí hay dinero —sacó los billetes—.
    ¿Quieres tres mil? Cógelos y vete por donde has venido.
    El pan lo observaba intrigado, sin pestañear, con la mirada fija en el rostro de Mitia.
    —Trzy tysiące, panie? —Intercambió una mirada con Wróblewski.
    —Trzy, panowie, trzy. Escucha, panie, veo que eres un hombre razonable. Coge los
    tres mil y vete al diablo, y llévate a tu Wróblewski, ¿me has oído? Y ahora mismo, en
    este mismo instante, vas a salir por esa puerta para siempre. ¿Me has entendido,
    panie? Para siempre, por esa misma puerta. ¿Ahí qué tienes? ¿El abrigo, la pelliza? Ya
    te lo traigo yo. En un segundo tendrás lista una troika y… do widzenia, panie!
    Mitia esperaba convencido una respuesta. No albergaba dudas. En el semblante
    del polaco se advirtió fugazmente que estaba adoptando una decisión excepcional.
    —¿Y los rublos, panie?
    —Haremos esto, panie: le doy ahora mismo quinientos rublos, para el cochero y en
    concepto de adelanto, y los otros dos mil quinientos mañana en la ciudad, le juro por
    mi honor que los tendrá, ¡los sacaré de debajo de las piedras! —gritó Mitia. Los
    polacos volvieron a intercambiar una mirada. La cara del pequeño empezó a cambiar a
    peor—. Setecientos, setecientos, no quinientos, ahora mismo, ¡setecientos ahora en
    mano! —Mitia subió la cantidad, notando que algo no iba bien—. ¿Qué te pasa, pan?
    ¿No me crees? No voy a darte los tres mil a la primera. Si te los doy, mañana mismo ya
    has vuelto con ella… Además, ahora no tengo aquí tres mil, los tengo en casa —
    balbuceaba asustado, sintiendo que perdía ánimos con cada palabra—, te lo juro,
    están allí escondidos…
    En un momento en el rostro del polaco pequeño empezó a brillar un sentimiento
    de extraordinaria dignidad:
    —Czy nie potrzebujesz jeszcze czego? —preguntó con ironía—. Pfe! A pfe! (¡Qué
    vergüenza! ¡Qué infamia!) —Y escupió. También escupió pan Wróblewski.


    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:40

    ***


    —Me escupes, panie —dijo Mitia desesperado, comprendiendo que aquello era el
    fin—, solo porque esperas sacar más de Grúshenka. ¡Sois unos capones, los dos! ¡Eso
    es!
    —Jestem do żywego dotkniętym! (¡Estoy extraordinariamente ofendido!) —De
    pronto, el polaco pequeño se puso colorado como un cangrejo y, con viveza, presa de
    una terrible indignación, salió de la habitación, sin querer oír nada más. Lo siguió
    Wróblewski, balanceándose, y tras ellos fue Mitia, confuso y abatido. Tenía miedo de
    Grúshenka, presentía que el polaco iba a organizar una escena. Y así fue. Entró en la
    habitación y se detuvo teatralmente delante de Grúshenka.
    —Pani Agrypina, jestem do żywego dotkniętym! —exclamó, pero Grúshenka ya
    había perdido toda su paciencia, parecía que le hubieran dado donde más le dolía.
    —¡En ruso! ¡Habla en ruso! ¡No quiero oír ni una palabra más en polaco! —le
    gritó—. Antes hablabas ruso, ¿es que en cinco años se te ha olvidado? —Estaba roja
    de ira.
    —Pani Agrypina…
    —Me llamo Agrafiona, me llamo Grúshenka, ¡o hablas en ruso o no quiero
    escucharte!
    El polaco resopló arrogante y, destrozando el idioma ruso, dijo rápida y
    pomposamente:
    —Pani Agrafiona, he venido a olvidar el pasado y a perdonarlo, a olvidar lo que ha
    habido antes de hoy…
    —¿Cómo que a perdonar? O sea, ¿que has venido a perdonarme a mí? —le
    interrumpió Grúshenka poniéndose en pie de un salto.
    —Tak jest, pani (eso es, pani), yo no soy pusilánime, soy magnánimo. Pero byłem
    zdziwiony (me quedé sorprendido) al ver a tus amantes. En ese cuarto pan Mitia me
    ofrecía trzy tysiące para que me vaya. Yo escupí al pan a la cara.
    —¿Cómo? ¿Que te ha ofrecido dinero por mí? —Grúshenka gritaba histérica—.
    ¿Eso es verdad, Mitia? Pero ¿cómo te has atrevido? ¿Acaso estoy en venta?
    —Panie, panie —chillaba Mitia—, ella es pura y resplandece, ¡yo nunca he sido su
    amante! En eso mientes…
    —Pero ¿cómo te atreves a defenderme delante de él? —Grúshenka seguía
    gritando—. No he sido pura por virtud o porque tuviera miedo de Kuzmá, sino para
    poder sentirme orgullosa en su presencia y para tener derecho a decirle, cuando lo
    encontrara, que es un canalla. Entonces, ¿no te ha cogido el dinero?
    —¡Lo habría cogido, claro que sí! —exclamó Mitia—. Solo que quería los tres mil
    ya, y yo solo le daba setecientos por adelantado.
    —Comprendo, se habrá enterado de que tengo dinero y por eso ha venido a
    casarse.






    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:41

    ***

    —Pani Agrypina —gritaba el polaco—, soy un caballero, soy un szlachcic, ¡no soy
    un łajdak! He venido a tomarte como esposa, pero veo una pani nueva, no la misma de
    antes, sino otra upartą i bez wstydu (caprichosa y desvergonzada).
    —¡Pues vuelve por donde has venido! ¡Ahora mismo haré que te echen! —gritó
    Grúshenka furiosa—. Qué tonta, qué tonta he sido por haberme atormentado así estos
    cinco años. Y no me atormentaba por él, no, ¡me atormentaba de rabia! Además, éste
    no es el mismo para nada. ¿Acaso él era así? Éste debe de ser su padre. ¿Y dónde te
    compraste esa peluca? Aquél era un halcón y éste es un pato. Aquél se reía y me
    cantaba canciones… Y yo… yo he pasado cinco años entre lágrimas, maldita tonta,
    ¡qué humillación, qué vergüenza!
    Cayó en el sillón y se cubrió la cara con las manos. En ese momento se oyó desde
    la sala contigua el coro de las muchachas de Mókroie que al fin se había reunido: era
    una desenfadada canción de baile.
    —¡Esto es Sodoma! —rugió de pronto pan Wróblewski—. ¡Posadero, eche a esas
    desvergonzadas!
    El posadero, que llevaba un rato asomándose con curiosidad desde la puerta, al oír
    gritos, y presintiendo que los huéspedes iban a pelearse, apareció enseguida.
    —Pero ¡tú qué haces gritando y desgañitándote! —se dirigió a Wróblewski con una
    descortesía que resultaba incomprensible.
    —¡Animal!
    —¿Animal yo? Y tú ¿con qué cartas has jugado? Te he dado mi baraja y ¡la has
    escondido! ¡Has jugado con cartas marcadas! Puedo mandarte a Siberia por esas cartas
    marcadas, no sé si lo sabes, es lo mismo que los billetes falsos… —Se acercó al diván,
    metió los dedos entre el respaldo y el cojín y sacó una baraja de cartas sin abrir.
    —Aquí está mi baraja, ¡sin abrir! —Se la enseñó a todo el grupo—. Vi desde allí
    cómo metía mi baraja en el hueco y hacía el cambio. Un bribón, eso es lo que eres, y
    no un pan.
    —Y yo he visto a ese otro pan cambiar las cartas dos veces —gritó Kalgánov.
    —¡Ah, qué vergüenza, qué vergüenza! —exclamó Grúshenka agitando los brazos, y
    en verdad se había puesto colorada de vergüenza—. ¡Ay, Señor, a lo que ha llegado!
    —Yo también lo había pensado —dijo Mitia. Sin embargo, no había acabado de
    hablar cuando pan Wróblewski, confuso y enrabietado, empezó a gritar a Grúshenka y
    a amenazarla con el puño.
    —¡Vulgar ramera! —Pero apenas tuvo tiempo de terminar la exclamación, porque
    Mitia ya se había abalanzado sobre él: lo agarró con ambas manos, lo levantó en vilo y
    en un abrir y cerrar de ojos lo sacó de la sala y lo llevó al cuarto de la derecha, donde
    acababa de estar con los dos polacos.
    —¡Lo he dejado ahí en el suelo! —informó nada más regresar, sofocado por la
    agitación—. Cómo pelea, el granuja, pero de ahí ya no vuelve… —Cerró una de las
    hojas de la puerta y, abriendo la otra del todo, le dijo al polaco pequeño—: Ilustrísimo
    señor, ¿te importaría seguirlo? Przepraszam!






    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Jue 31 Oct 2024, 17:43

    ***
    —Pero, bátiushka, Dmitri Fiódorovich —dijo Trifon Borísych—, quítale el dinero que
    has perdido. Al fin y al cabo, es como si te lo hubieran robado.
    —Yo no quiero recuperar mis cincuenta rublos —intervino Kalgánov.
    —¡Ni yo mis doscientos! —exclamó Mitia—. No los cogería por nada del mundo,
    que se los quede, y que le sirvan de consuelo.
    —¡Bien dicho, Mitia! ¡Muy bien, Mitia! —exclamó Grúshenka y una nota maliciosa
    resonó en su exclamación. El polaco pequeño, con la cara púrpura de rabia, aunque
    sin perder ni un ápice de dignidad, se encaminó a la puerta, pero se detuvo y dijo de
    repente, dirigiéndose a Grúshenka:
    —Pani, jeżeli chcesz iść za mną, idźmy; jeśli nie — bywaj zdrowa (Pani, si quieres
    venir conmigo, vamos; si no, ¡adiós!)
    Y altivo, resoplando de indignación y de ambición, cruzó la puerta. Era un hombre
    de carácter: después de todo lo que había pasado no había perdido la esperanza de
    que la mujer se fuera con él, hasta tal punto se valoraba. Mitia cerró de un portazo.
    —Cierre con llave —dijo Kalgánov. Pero se oyó el chasquido del cerrojo desde el
    otro lado: ellos solos se habían encerrado.
    —¡Qué bueno! —volvió a gritar Grúshenka, furiosa y despiadada—. ¡Qué bueno!
    ¡Se lo tienen merecido!



    VIII. Delirio



    Y empezó casi una orgía, un gran festín. Grúshenka fue la primera en gritar pidiendo
    champán: «Quiero beber, quiero emborracharme como antes, ¿te acuerdas, Mitia, de
    cómo nos conocimos entonces aquí?». El propio Mitia parecía delirar y presentía «su
    felicidad». Aunque Grúshenka, por cierto, lo apartaba sin cesar de su lado: «Vete,
    diviértete, diles que bailen, que se diviertan, “Camina, isba, camina, estufa”, como
    entonces, como la otra vez», seguía exclamando. Estaba realmente emocionada. Mitia
    se lanzó a dar órdenes. El coro estaba reunido en la sala de al lado. La pieza en la que
    habían estado hasta entonces era demasiado pequeña en todo caso; estaba dividida
    en dos por una cortina de percal tras la cual había otra cama enorme con un colchón
    de plumas y un montón idéntico de almohadas de percal. En las cuatro piezas
    habitables de la casa había camas por todas partes. Grúshenka se quedó en la puerta,
    Mitia le acercó un sillón: «entonces», el día de la primera juerga, se había sentado en
    ese mismo sitio, y había visto desde ahí el coro y los bailes. Ya estaban todas las
    muchachas de entonces, habían llegado los judíos con violines y cítaras y también, por
    fin, el tan ansiado carro con la bebida y las provisiones. Mitia iba de un lado para otro.
    Algunos extraños se asomaban a echar un vistazo, hombres y mujeres de la aldea que
    estaban durmiendo pero se habían despertado y presentían un banquete fuera de lo
    común, como el de un mes antes. Mitia saludaba y abrazaba a los conocidos,
    recordaba caras, descorchaba botellas y daba de beber a todo el mundo. El champán
    solo les apetecía a las muchachas, los aldeanos preferían ron, coñac y, sobre todo,
    ponche caliente. Mitia dispuso que prepararan chocolate para todas las mozas y que
    no faltara en toda la noche, y que hubiera tres samovares listos para el té y el ponche,
    a disposición de todo el que llegara: que cada uno se sirviera a voluntad. En una
    palabra, empezó el desorden y el absurdo, pero Mitia parecía estar en su elemento
    natural y, cuanto más absurdo era todo, más se animaba él. Si en esos momentos un
    aldeano le hubiera pedido dinero, habría sacado el fajo y se habría puesto a repartirlo
    a diestro y siniestro sin freno. Probablemente por eso, para velar por Mitia, Trifon
    Borísych, que había renunciado a la idea de acostarse en toda la noche, aunque había
    bebido muy poco (apenas se tomó un vasito de ponche), no paraba de dar vueltas a su
    alrededor, con ánimo de proteger de cerca y a su manera sus intereses






    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    447/448


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Vie 01 Nov 2024, 10:20

    ***

    Cada vez que
    hacía falta, lo detenía cariñoso y solícito y trataba de disuadirlo, procurando impedir
    que, como «entonces», ofreciera a los aldeanos «cigarros y vino del Rin», y mucho
    menos, Dios no lo quiera, dinero; con todo, lo que más le disgustaba era que las
    muchachas bebieran licor y comieran bombones: «Son unas piojosas, Mitri Fiódorovich
    —decía—, yo les daría un buen rodillazo a todas ellas, y aun les diría que debían
    considerarlo un honor, ¡ya ve cómo son!». Mitia volvió a acordarse de Andréi y ordenó
    que le llevaran ponche. «Antes lo ofendí», se repetía con voz débil y enternecida.
    Kalgánov no quería beber y al principio no le hizo mucha gracia el coro de las
    muchachas, pero después de otras dos copas de champán se animó de una forma
    extraordinaria, empezó a dar vueltas por la habitación, riéndose y alabándolo todo y a
    todos, canciones y música. Maksímov, achispado y gozoso, no se alejaba de él.
    Grúshenka, que también empezaba a sentir los efectos del alcohol, le decía a Mitia
    señalando a Kalgánov: «Es encantador, ¡qué maravilla de muchacho!». Y Mitia corría a
    besar entusiasmado a Kalgánov y a Maksímov. Oh, podía presentir tantas cosas, ella
    todavía no le había dicho nada y hasta parecía que iba retrasando a propósito la
    ocasión, y solo de vez en cuando lo miraba con ojos tiernos, pero ardientes.
    Finalmente lo cogió firmemente de la mano y tiró de él con fuerza. Ella no se había
    movido del sillón al lado de la puerta.
    —¡Ay, qué forma de entrar antes! ¡Qué forma de entrar!… Me he asustado tanto.
    Así que ibas a dejar que me fuera con él, ¿no? ¿De verdad querías eso?
    —¡No quería arruinar tu felicidad! —balbuceó Mitia extasiado. Pero ella no
    necesitaba su respuesta.
    —Anda, vete… Diviértete —volvía a echarlo de su lado—, y no llores, ya volveré a
    llamarte.
    Él se retiraba corriendo y ella se ponía otra vez a escuchar las canciones y a
    contemplar los bailes, siguiéndolo con la mirada allá donde estuviera, pero un cuarto
    de hora más tarde ya estaba llamándolo otra vez y él acudía solícito.
    —Siéntate a mi lado y cuéntame cómo te enteraste ayer de que estaba yo aquí;
    ¿por quién te enteraste?
    Mitia empezó a contárselo todo sin coherencia ni orden, con mucha viveza, aunque
    de una forma extraña, frunciendo a menudo el entrecejo e interrumpiendo el relato.
    —¿Por qué frunces el entrecejo? —preguntaba Grúshenka.
    —No es nada… He dejado allí a un enfermo. Si se curase, si supiese que iba a
    curarse… ¡daba ahora mismo diez años de mi vida!
    —Bueno, que Dios lo ayude si está enfermo. Pero ¿de verdad pensabas pegarte un
    tiro mañana? Serás bobo, pero ¿por qué? La verdad es que me gustan los hombres
    como tú, impulsivos —balbuceaba, trabándosele ya un poco la lengua—. Conque
    estabas dispuesto a todo por mí, ¿eh? ¡No, si será verdad que pensabas pegarte un
    tiro mañana! ¡Ay, qué bobo! No, tú de momento espera, mañana puede que te diga
    unas palabritas… hoy no te digo nada, mañana. ¿Te gustaría que fuera hoy? No, hoy
    no quiero… Venga, largo de aquí, ve a divertirte…
    Una vez, sin embargo, cuando lo llamó, parecía perpleja y preocupada.
    —¿Por qué estás triste? Veo que estás triste… Sí, puedo verlo —añadió mirándolo
    a los ojos con insistencia—. Por más que des voces y besos a los lugareños, puedo ver
    que pasa algo. No, ve a divertirte, yo estoy bien, tú ve a divertirte… Quiero a alguien
    aquí, a ver si adivinas a quién… Ay, mira, mi niño se ha quedado dormido, ha bebido
    de más, pobrecito

    Se refería a Kalgánov. En efecto, se había emborrachado y, al sentarse en el diván,
    se había quedado dormido al instante. Y no había sido solo por culpa del alcohol: de
    repente se había sentido triste o, como él mismo había dicho, «aburrido». Al final le
    habían desanimado muchísimo las canciones de las mozas, que con la bebida
    empezaban a convertirse poco a poco en algo excesivamente lascivo y desenfrenado.
    Lo mismo pasaba con los bailes: dos de las muchachas se habían disfrazado de osos y
    Stepánida, una moza animosa con una vara en la mano, hacía de domadora y se puso
    a «amaestrarlos». «Más brío, Maria —gritaba—, o probarás la vara.» Por fin los osos
    rodaron por el suelo de una manera completamente indecente entre las estrepitosas
    carcajadas de un público formado por hombres y mujeres de la aldea que se apiñaban
    sin dejar un hueco. «Nada, dejadles, dejadles —decía Grúshenka, sentenciosa, con una
    expresión de júbilo—, al menos que se diviertan por un día, ¿o es que el pueblo no
    puede estar contento?» Kalgánov lo observaba como si se hubiera puesto perdido









    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Vie 01 Nov 2024, 10:21

    ***
    «Todo esto es una porquería, todo este populismo —dijo mientras se retiraba—, lo
    mismo que sus juegos en primavera, o como cuando se pasan toda una noche de
    verano vigilando el sol. » Le disgustó especialmente una canción «nueva» con un
    estribillo bailable muy animado que cantaba los intentos de un barin con unas
    muchachas:
    Un barin a unas mozas les preguntó:
    ¿estas muchachitas me querrán o no?
    Un barin a unas mozas les preguntó:
    ¿estas muchachitas me querrán o no?
    Pero las muchachas no veían posible amar al barin:
    El barin seguro que me va a pegar,
    de modo que yo no lo puedo amar.
    Venía después un gitano (pronunciaban gitanó), y lo mismo:
    Pregunta a las mozas luego un gitanó:
    ¿estas muchachitas me querrán o no?
    Pero tampoco era posible amar al gitano:
    Después al gitanó le da por robar,
    pero a mí me toca sufrir y penar.
    Y así pasaba mucha más gente preguntando a las muchachas, hasta un soldado:
    Un joven soldado se les presentó:
    ¿estas muchachitas me querrán o no?
    451
    Pero también rechazaron con desprecio al soldado:
    Este soldadito llevará un morral
    y me llevará…
    Y seguía un verso de lo más censurable cantado sin ningún pudor y que causó furor
    entre el público. La historia acababa con un comerciante:
    Luego un comerciante también indagó:
    ¿estas muchachitas me querrán o no?
    Y resultó que lo querían y mucho, porque, como decían ellas:
    Este comerciante se irá a negociar
    y así seré yo quien pueda reinar.
    A Kalgánov se lo llevaban los demonios.
    —Es una canción de ayer mismo —comentó en voz alta—. ¿Quién se la habrá
    escrito? Solo falta que pase un ferroviario o un judío por allí y pregunte a las chicas:
    éstos ganarían a todos. —Y acto seguido, poco menos que ofendido, declaró que
    estaba aburrido, se sentó en el diván y se durmió. Su linda cara, un poco pálida,
    reposaba en un cojín del diván.
    —Mira qué guapo es… —decía Grúshenka llevando hasta él a Mitia—. Hace nada
    que le he peinado, tiene el pelo como el lino, y espeso…
    Enternecida, se inclinó sobre él y le besó la frente. Kalgánov abrió un momento los
    ojos, la miró, se incorporó y preguntó muy preocupado dónde estaba Maksímov.
    —Fíjate a quién necesita —Grúshenka se echó a reír—, quédate conmigo un ratito.
    Mitia, ve a buscar a su Maksímov.
    Pero Maksímov ya no se apartaba de las muchachas, aunque de cuando en cuando
    iba corriendo a servirse licor, y de chocolate ya se había bebido dos tazas. Tenía la cara
    toda colorada y la nariz púrpura, los ojos húmedos y dulzones. Se acercó corriendo y
    declaró que tenía ganas de bailar una sabotière «al ritmo de cierta melodía».
    —Resulta que de niño me enseñaron todos esos bailes refinados de la alta
    sociedad…
    —Vamos, Mitia, ve con él, yo lo veré bailar desde aquí…
    —Y yo, yo también voy a verlo —exclamó Kalgánov rechazando de la forma más
    ingenua la propuesta de Grúshenka de que se quedara con ella. Y todos se fueron a
    verlo. En efecto, Maksímov bailó, pero, excepto en Mitia, no causó especial admiración
    en nadie. Todo el secreto del baile consistía en dar saltitos y en girar los pies con las
    suelas hacia arriba, y en cada salto Maksímov se golpeaba la suela con las manos. A
    Kalgánov no le gustó en absoluto, pero Mitia cubrió de besos al bailarín.
    —Ay, gracias, ¿estás cansado? ¿Qué miras ahí? ¿Te apetece un caramelo? ¿Qué tal
    un cigarro?
    —Un cigarro, señor.
    —¿Y no quieres bebe
    —Tengo aquí un licorcito, señor… ¿No habrá por ahí bombones, señor?
    —Ahí en la mesa tienes un montón, elige el que quieras, mi querido amigo.
    —No, quisiera uno de esos con vainilla, señor… para los viejos, señor… ¡Ji, ji!
    —No, hermano, de esos en concreto no hay.
    —¡Escuche! —el viejo se inclinó y le habló a Mitia al oído—, esa muchacha,
    Máriushka… ji, ji, me gustaría, señor, si fuera posible, conocerla… si fuera tan
    amable…
    —¡Anda lo que pides! No, hermano, qué cosas tienes.
    —Pero si no hago daño a nadie, señor —susurró Maksímov, tristón.
    —Ya vale, ya vale. Aquí, hermano, solo se canta y se baila, aunque… ¡qué
    demonios! Espera… De momento come, bebe, canta y disfruta. ¿No necesitas dinero?
    —Quizá después, señor… —sonrió Maksímov.
    —Está bien, está bien…



















    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Vie 01 Nov 2024, 10:22

    ***
    A Mitia le ardía la cabeza. Salió por el zaguán a la pequeña galería elevada de
    madera que, dando al patio, recorría por dentro una parte del edificio. El aire fresco lo
    reanimó. Estaba solo en la oscuridad, en un rincón, y de repente se agarró la cabeza
    con las dos manos. Sus ideas dispersas se conectaron de pronto, las sensaciones
    convergieron y se hizo la luz. ¡Una luz terrible, espantosa! «Si he de pegarme un tiro,
    ¿por qué no ahora? Voy a por la pistola, la traigo aquí y acabo conmigo en este rincón
    sucio y oscuro.» Estuvo indeciso un minuto. Unas horas antes, volando hacia allí,
    dejaba tras de sí la deshonra, el robo cometido y la sangre, ¡la sangre!… Pero antes
    parecía más fácil, ¡más fácil! Porque entonces todo había terminado: la había perdido,
    se había hecho a un lado, ella había muerto para él, había desaparecido, ¡ay!, la
    sentencia resultaba más leve, al menos le parecía ineludible, imprescindible: ¿para qué
    seguir en este mundo? Pero ahora… ¿Acaso ahora era todo igual? Ahora al menos uno
    de los fantasmas, de los monstruos, estaba acabado: el «anterior», el indiscutible, ese
    hombre fatídico, había desaparecido sin dejar huella. El fantasma terrible se había
    convertido de repente en algo muy pequeño, muy cómico; lo había llevado en vilo a
    ese dormitorio y lo había encerrado con llave. Jamás regresaría. Ella se sentía
    avergonzada y en sus ojos él podía ver con claridad a quién quería. Ahora solo se
    trataba de vivir… pero no era posible, no era posible vivir, ¡maldición! «Señor,
    devuelve la vida al que está tendido al lado de la valla. ¡Aparta de mí este cáliz! Porque
    tus milagros, Señor, se hicieron para los pecadores como yo. ¿Y si el viejo está vivo?
    Ay, entonces borraré la vergüenza del oprobio que aún queda, devolveré el dinero
    robado, lo repondré, lo sacaré de debajo de las piedras… ¡No quedarán huellas de la
    deshonra, salvo en mi corazón, ya para siempre! Pero no, no, ¡oh, sueños cobardes e
    imposibles! ¡Oh, maldición!»
    Aun así, un rayo de esperanza lo iluminó en las tinieblas. Huyó de allí y corrió a la
    habitación, con ella, otra vez con ella, ¡con su reina! «¿Acaso una hora, un solo minuto
    453
    de su amor no vale toda una vida, aunque tenga que sufrir por la deshonra?» Esta
    pregunta brutal oprimía su corazón. «Reunirme con ella, estar solo con ella, verla, oírla
    y no pensar en nada, olvidarlo todo, aunque solo sea una noche, una hora, ¡un
    instante!» Justo en la puerta del zaguán, aún en la galería, se tropezó con el posadero,
    Trifon Borísych. Le pareció que estaba sombrío y preocupado; por lo visto, había salido
    a buscarlo.
    —¿Qué ocurre, Borísych? ¿Me buscabas?
    —No, señor, a usted no —lo había pillado desprevenido—. ¿Por qué iba yo a
    buscarle? Y usted… ¿dónde estaba, señor?
    —¿Por qué estás tan serio? ¿No estarás enfadado? Ten paciencia, que pronto
    podrás acostarte… ¿Qué hora es, por cierto?
    —Pues serán las tres. Puede que pasadas.
    —Ya acabamos, ya acabamos.
    —No se preocupe, señor, si no pasa nada. Pueden estar cuanto quieran, señor…
    «¿Qué le pasará?», se preguntó Mitia y entró corriendo en la sala donde bailaban
    las muchachas. Pero ella no estaba allí. Tampoco en la habitación azul, solo estaba
    Kalgánov durmiendo en el diván. Mitia miró detrás de la cortina, y estaba ahí. Estaba
    en un rincón, sentada en un baúl, con los brazos y la cabeza apoyados en la cama de al
    lado; lloraba amargamente, intentando dominarse por todos los medios y sofocando
    los sollozos para que no la oyera nadie. Al ver a Mitia, le indicó con la mano que se
    acercara, él corrió a su lado y ella le agarró con fuerza la mano.
    —Mitia, Mitia, ¡yo lo amaba! —empezó a susurrarle—. Lo he amado tanto estos
    cinco años, todo este tiempo, todo… ¿Lo amaba a él o amaba solo mi rencor? ¡No, a
    él! ¡Ay, sí, a él! Miento si digo que amaba solo mi rencor y no lo amaba a él. Mitia,
    entonces yo tenía solo diecisiete años, y era tan cariñoso, tan alegre, me cantaba
    canciones… O al menos así me lo parecía a mí entonces, tonta de mí, yo era una cría…
    Pero ahora, Dios mío, no es el mismo de antes, no es el mismo en absoluto. Ni siquiera
    es su cara, no es él. No lo he reconocido. Viniendo hacia aquí con Timoféi, no hacía
    más que pensar: «¿Cómo lo encontraré? ¿Qué le digo? ¿Cómo vamos a mirarnos?»…
    Tenía el alma paralizada, y de pronto ha sido como si me hubiera echado encima un
    cubo de agua sucia. Habla como un maestro de escuela: con ese tono tan erudito, tan
    solemne; me recibió con tanta solemnidad que no sabía qué hacer. No me salían las
    palabras. Al principio pensé que se sentía cohibido en presencia de ese polaco tan
    largo. Yo los miraba y pensaba: ¿cómo es que ahora ya no sé hablar con él? ¿Sabes?,
    ha sido su mujer, ella lo ha estropeado, esa con la que se casó cuando me abandonó…
    Ha sido ella la que lo ha cambiado.


    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Vie 01 Nov 2024, 10:23

    ***
    o. ¡Qué vergüenza, Mitia! ¡Ay, me da tanta vergüenza,
    Mitia, tanta vergüenza! ¡Me siento avergonzada de toda mi vida! ¡Malditos, malditos
    sean esos cinco años! —Y volvieron a saltársele las lágrimas, pero no soltaba la mano
    de Mitia, la agarraba con fuerza—. Mitia, corazón, quédate, no te vayas, quiero decirte
    454
    una cosa —susurró y de repente alzó el rostro, mirándolo—. Escúchame, dime, ¿a
    quién quiero yo? Yo aquí quiero a un hombre. ¿Quién es ese hombre? Dímelo tú. —Su
    cara hinchada por las lágrimas se iluminó con una sonrisa, sus ojos brillaban en la
    penumbra—. Esta noche ha entrado un halcón y mi corazón ha dejado de latir. «Serás
    boba, ése es el que tú quieres», me susurró al instante mi corazón. Entraste tú y todo
    se iluminó. «Pero ¿de qué tendrá miedo?», pensé. Porque estabas asustado, muy
    asustado, no sabías ni hablar. «No se ha asustado de ellos», pensé, a ti no hay quien te
    asuste. «Es de mí de quien tiene miedo —pensé—, solo de mí.» Porque seguro que
    Fenia te había contado, ¡ay, tonto!, que yo le había gritado a Aliosha por la ventana
    que había querido a Mítenka una hora y que en ese momento me marchaba, dispuesta
    a querer… a otro. Mitia, Mitia, ¿cómo he podido ser tan boba para pensar en querer a
    nadie después de ti? ¿Me perdonas, Mitia? ¿Me perdonas o no? ¿Me quieres? Di, ¿me
    quieres?
    Se puso en pie y lo sujetó por los hombros. Mitia, mudo de éxtasis, contemplaba
    sus ojos, su rostro, su sonrisa y de pronto, tras abrazarla con fuerza, empezó a besarla.
    —¿Y me perdonas que te haya hecho sufrir? Por rencor os he torturado a todos.
    Incluso a ese viejecito lo he vuelto loco a propósito, solo por rencor… ¿Recuerdas que
    una vez rompiste una copa en mi casa? Pues hoy me he acordado y yo también he roto
    una copa, he bebido por «mi corazón infame». Mitia, halcón, ¿por qué no me besas?
    Me has besado una vez y te has apartado, me miras, me escuchas… ¡Qué es eso de
    escucharme! Bésame, bésame con fuerza, eso es. ¿Me quieres? ¡Quiéreme! Ahora seré
    tu esclava, tu esclava para siempre. Qué dulce es ser esclava… ¡Bésame! ¡Pégame,
    tortúrame, haz lo que quieras conmigo!… Me merezco que me torturen. ¡Para! Espera,
    luego, así no quiero… —Lo apartó—. Vete, Mitka, ahora voy a tomar champán, quiero
    emborracharme, voy a ponerme a bailar borracha, ¡eso es lo que quiero!
    Se zafó de él y salió de detrás de la cortina, y Mitia la siguió como borracho. «Sea
    lo que sea lo que ocurra ahora, daría todo el mundo por un solo minuto», pensó.
    Grúshenka, efectivamente, se bebió de un trago otro vaso de champán y enseguida le
    hizo efecto. Se sentó en el sillón de antes con una sonrisa de felicidad. Sus mejillas
    ardían, sus labios llameaban, sus ojos brillantes se humedecieron, su mirada
    apasionada seducía. Incluso Kalgánov sintió una punzada en el corazón y se acercó a
    ella.
    —¿Te has enterado de cuando te he besado mientras dormías? —balbuceó
    Grúshenka—. Ahora estoy borracha, fíjate… ¿Y tú no estás borracho? ¿Y Mitia por qué
    no bebe? Mitia, ¿por qué no bebes? Yo he bebido y tú no…
    —¡Borracho! Ya estoy borracho… borracho de ti, pero también quiero estarlo de
    vino. —Se tomó otro vaso y solo por este último vaso, algo que a él también le
    extrañó, se emborrachó, se emborrachó de repente porque hasta ese momento había
    estado sobrio, lo recordaba bien. A partir de entonces todo empezó a dar vueltas a su
    455
    alrededor, como en un delirio. Iba y venía, se reía, hablaba con todo el mundo, como
    sin darse cuenta de lo que hacía. Un solo sentimiento, fijo y abrasador, se manifestaba
    a cada paso, «como un carbón ardiendo en el corazón», recordaría después. Se
    acercaba a ella, se sentaba a su lado, la miraba, la escuchaba… Ella, por su parte, se
    había vuelto muy locuaz, llamaba a todo el mundo, de repente le hacía una señal a
    alguna de las mozas del coro y, cuando se acercaba, unas veces la besaba y dejaba
    que se fuera, otras veces la persignaba. Y un minuto más tarde lo mismo se echaba a
    llorar. También se estaba divirtiendo mucho el «viejecito», como había llamado
    Grúshenka a Maksímov. Cada poco tiempo se acercaba corriendo a besarle la mano «y
    todos sus deditos», y casi al final volvió a bailar al son de una canción antigua que él
    mismo interpretó. El estribillo lo bailó con singular ardor:
    El cerdito, oinc-oinc.
    El ternerito, mu-mu.
    El patito, cua-cua.
    El gansito, on-on.
    Y la gallinita va por el zaguán,
    haciendo clo-clo, clo-clo,
    ay, ay, haciendo clo-clo.
    —Dale algo, Mitia —decía Grúshenka—, hazle algún regalo, que es pobre. ¡Ah, los
    pobres, los humillados!… Mitia, ¿sabes?, voy a ir al monasterio. No, de verdad, alguna
    vez pienso ir. Hoy Aliosha me ha dicho algo que recordaré toda la vida… Sí… Pero
    hoy, de momento, bailemos. Mañana al monasterio, pero hoy bailemos. Quiero hacer
    locuras, buena gente; total, ¿qué más da? Ya me perdonará Dios. Si yo fuera Dios,
    perdonaría a todo el mundo: «Amados pecadores míos, desde este día estáis todos
    perdonados». Y yo iré a pedir perdón: «Perdonad, buena gente, a esta pobre tonta,
    que es lo que soy». Soy una fiera, eso es lo que soy. Y quiero rezar. He dado una
    cebolla pequeñita. ¡Una malvada como yo, que quiere rezar! Mitia, deja que bailen, no
    molestes. Todas las personas del mundo son buenas, todas, hasta la última. El mundo
    es un buen sitio. Aunque nosotros seamos malos, el mundo es un buen sitio. Somos
    malos y buenos, malos y buenos a la vez… Decidme, a vosotros os lo pregunto, venid
    que os pregunte, decidme una cosa: ¿por qué soy tan buena? Porque soy buena, muy
    buena… Así pues, ¿por qué soy tan buena? —balbuceaba Grúshenka, cada vez más
    borracha, hasta que por fin proclamó que quería bailar. Se levantó del sillón
    tambaleándose—. Mitia, no me des más vino, aunque te pida, tú no me des. El vino no
    te trae la paz. Y todo da vueltas, también la estufa, todo da vueltas… Quiero bailar.
    Que todos vean cómo bailo… lo bonito y lo bien que bailo…


    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    454


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Sáb 02 Nov 2024, 09:54

    ***


    Su propósito era serio: se sacó del bolsillo un pañuelo de batista blanco y, con la
    mano derecha, lo sujetó por una de las puntas para agitarlo al bailar. Mitia no paraba,
    las mozas se callaron, listas para entonar a coro una danza a la primera señal.
    Maksímov, al enterarse de que Grúshenka se disponía a bailar, chilló entusiasmado, y
    ya estaba colocándose delante de ella, dando saltitos y canturreando:
    Pies finitos, sonoros costados
    y el rabito como un gancho.
    Pero Grúshenka le hizo un gesto con el pañuelo para que se apartara.
    —¡Chis! Mitia, ¿por qué no vienen? Que vengan todos… a mirar. Llama también a
    ésos, a los que están encerrados… ¿Por qué has tenido que encerrarlos? Diles que voy
    a bailar, que vengan a mirar cómo bailo…
    Con sus andares de borracho, Mitia se acercó a la puerta cerrada y empezó a llamar
    a golpes a los panowie.
    —Eh, vosotros… ¡los Podwysocki! Salid, ella quiere bailar, os llama.
    —Łajdak! —respondió gritando uno de los polacos.
    —Tú sí que eres un… ¡un podłajdak! Un miserable canalla de tres al cuarto; eso es
    lo que eres.
    —Ya está bien de burlarse de Polonia —le señaló Kalgánov sentencioso, que
    también había bebido mucho más de la cuenta.
    —¡Calla, niño! Si le llamo canalla, eso no significa que se lo esté llamando a toda
    Polonia. Un łajdak no hace Polonia. Calla, niño bonito, tómate un bombón.
    —¡Ay, cómo son! No parecen personas. ¿Por qué no querrán hacer las paces? —
    dijo Grúshenka y salió a bailar. El coro empezó a cantar: «Ay, zaguán, mi zaguán».
    Grúshenka echó la cabeza hacia atrás, entreabrió los labios, sonrió y agitó el pañuelo;
    entonces, tambaleándose bruscamente, se quedó desconcertada en el centro de la
    habitación—. Estoy débil… —dijo con un hilo de voz—, perdonen, estoy débil, no
    puedo… Es culpa mía… —Hizo una reverencia al coro y después empezó a hacer
    reverencias a los cuatro costados—: Es culpa mía… perdonen…
    —Ha bebido la señorita, la guapa señorita ha bebido —se alzaron varias voces.
    —Se han emborrachado los dos —explicó, entre risitas, Maksímov a las muchachas.
    —Mitia, sácame de aquí… cógeme… —decía Grúshenka sin fuerzas. Mitia se
    precipitó hacia ella, la cogió en brazos y corrió tras las cortinas con su valioso botín.
    «Bueno, ahora sí que me voy», pensó Kalgánov y al salir de la habitación azul cerró tras
    de sí las dos hojas de la puerta. Pero en la sala el festín seguía con gran estrépito, cada
    vez más ensordecedor. Mitia acostó a Grúshenka en la cama y atrapó sus labios en un
    beso.
    —No me toques… —balbuceaba ella implorante—, no me toques, aún no soy
    tuya… Te he dicho que soy tuya, pero no me toques… ten compasión… Con ésos ahí,
    con ésos ahí al lado, no puede ser… Él está aquí… Aquí sería una vileza…
    —Como quieras. Ni se me ocurre… ¡te adoro!… —Mitia farfullaba—. Sí, aquí sería
    una vileza, ah, algo despreciable. —Sin dejar de abrazarla, cayó de rodillas junto a la
    cama.
    —Sé que eres noble, aunque seas una fiera —dijo Grúshenka, articulando con
    dificultad—. Es necesario que esto sea noble… en adelante lo será… y que nosotros
    también seamos nobles, y que seamos buenos, no fieras, sino buenos… Sácame de
    aquí, llévame lejos, ¿me oyes?… No quiero que sea aquí, tiene que ser lejos, lejos…
    —¡Ah, sí, claro que sí! —Mitia la cubría de abrazos—, te llevaré lejos, iremos
    volando… ¡Ay, ahora mismo daría toda mi vida a cambio de un solo año con tal de
    saber qué ha sido de esa sangre!
    —¿Qué sangre? —preguntó Grúshenka perpleja.
    —¡No es nada! —bramó Mitia—. Grusha, tú quieres que todo sea noble, pero yo
    soy un ladrón. Le robé dinero a Katka… ¡Qué vergüenza, qué vergüenza!
    —¿A Katka? ¿A la señorita? No, no le has robado. Devuélveselo, yo tengo… ¿Por
    qué gritas? Ahora todo lo mío es tuyo. ¿Qué nos importa el dinero? De todas maneras,
    lo habríamos derrochado en juergas… Buenos somos tú y yo para no derrocharlo.
    Mejor será que nos vayamos a labrar la tierra. Quiero arañar la tierra con estas manos.
    Hay que trabajar, ¿me oyes? Aliosha me lo ha ordenado. No voy a ser tu amante, te
    voy a ser fiel, voy a ser tu esclava, voy a trabajar para ti. Iremos los dos a ver a la
    señorita, nos inclinaremos ante ella para que nos perdone y nos iremos lejos. Y, si no
    nos perdona, aun así nos iremos. Tú llévale el dinero, y quiéreme a mí, no la quieras a
    ella. No la quieras más. Si sigues queriéndola, la estrangularé… Le sacaré los ojos con
    una aguja…
    —Te quiero a ti, solo a ti, en Siberia te voy a querer…
    —¿Por qué en Siberia? Bueno, también en Siberia si quieres, da igual…
    Trabajaremos… y en Siberia hay nieve… Me gusta viajar por la nieve… y tiene que
    haber una campanilla… ¿No oyes una campanilla?… ¿Dónde suena esa campanilla?
    Alguien pasa… ahora ha dejado de sonar.




    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    455


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Dom 03 Nov 2024, 09:26

    ***


    Desfallecida, cerró los ojos y debió de quedarse dormida un momento. La
    campanilla había sonado de verdad a lo lejos y luego dejó de oírse. Mitia recostó la
    cabeza sobre su pecho. No se había dado cuenta de que la campanilla había dejado
    de oírse y tampoco de que de repente también las canciones cesaban y, en lugar de
    canciones y alboroto de borrachos, reinaba en toda la casa un silencio mortal.
    Grúshenka abrió los ojos.
    —¿Qué ha pasado? ¿Me he dormido? Sí… la campanilla. Me he dormido y he
    tenido un sueño, estaba viajando, por la nieve… Suena la campanilla y yo dormitaba.
    Viajaba con mi amado, contigo. Y lejos, lejos… Te abrazaba y te besaba, me
    estrechaba contra ti, creo que tenía frío, y la nieve brillaba… Ya sabes cómo brilla la
    nieve por la noche, bajo la luna, era como si no estuviera en la tierra… Me he
    despertado y mi amado está a mi lado, qué bien…
    —A tu lado —farfulló Mitia besándole el vestido, el pecho, las manos. Pero de
    pronto sintió algo extraño: le parecía que ella miraba al frente, pero no a él, sino por
    encima de su cabeza, fijamente, con una extraña inmovilidad. De repente la sorpresa,
    casi el miedo, se reflejó en su cara.
    —Mitia, ¿quién es ese que nos mira desde allí? —susurró de pronto Grúshenka.
    Mitia se volvió y vio que en efecto alguien había descorrido la cortina y parecía
    observarles. Y no estaba solo. Mitia se puso en pie de un salto y rápidamente se dirigió
    a los que miraban.
    —Aquí, si es tan amable, venga aquí —le dijo una voz suave pero firme e insistente.
    Mitia salió de detrás de la cortina y se quedó inmóvil.
    Toda la habitación estaba llena de gente, pero no la misma de antes, sino gente
    nueva. Un escalofrío instantáneo le recorrió la espalda y se estremeció. Enseguida
    reconoció a toda esa gente. El viejo alto y corpulento con abrigo y gorra con
    escarapela era el isprávnik Mijaíl Makárych. Y el dandi «tísico» y atildado, «siempre con
    esas botas tan limpias», era el ayudante del fiscal. «Tiene un cronómetro de
    cuatrocientos rublos, él me lo enseñó.» Y aquel jovencito, el pequeño con gafas…
    Mitia no recordaba su apellido, pero lo conocía, lo había visto antes, era el juez de
    instrucción, había llegado hacía poco «de la Jurisprudencia». Y ahí estaba el stanovói
    Mavriki Mavríkich, de este nombre sí se acordaba, eran conocidos. Y esos con
    distintivos, ¿a qué habrían venido? Y otros dos hombres más… Y en las puertas
    estaban Kalgánov y Trifon Borísych…
    —Señores… ¿Qué es todo esto, señores? —dijo Mitia, pero de pronto, fuera de sí,
    como sin ser consciente del todo, exclamó con todas sus fuerzas, a voz en grito—:
    ¡Com-pren-do!
    El joven de gafas se adelantó y, tras acercarse a Mitia, empezó a decir con
    compostura, aunque atropellándose un poco:
    —Tenemos que… en una palabra, le ruego que venga, sí, aquí, al diván… Es
    urgente que dé unas explicaciones.
    —¡El viejo! —gritó Mitia agitadísimo—. ¡El viejo y su sangre!… ¡Com-pren-do!
    Y, como si le hubieran segado las piernas, no se sentó, sino que se derrumbó en la
    silla que tenía al lado.
    —¿Lo comprendes? ¡Lo has comprendido! Parricida y monstruo, ¡la sangre de tu
    anciano padre clama contra ti! —empezó a rugir súbitamente el viejo isprávnik,
    acercándose a Mitia. Estaba fuera de sí, completamente rojo y temblando todo él.
    —Pero ¡no puede ser! —gritó el joven bajito—. ¡Mijaíl Makárych, Mijaíl Makárych!
    ¡Esto no se hace así, no se hace así, señor!… Le ruego que me permita hablar a mí…
    Nunca me habría esperado una escena semejante por parte de usted…
    —Pero ¡es que todo esto es un delirio, señores, un delirio! —exclamó el isprávnik—.
    Mírenlo: de noche, borracho, con una joven disoluta y cubierto con la sangre de su
    padre… ¡Un delirio!
    —Le pido con todas mis fuerzas, querido Mijaíl Makárych, que por esta vez reprima
    sus sentimientos —le susurró al viejo, atropelladamente, el ayudante del fiscal—, de lo
    contrario me veré obligado…
    Pero el pequeño juez de instrucción no le dejó terminar. Se dirigió a Mitia y le
    comunicó en voz alta, con firmeza y autoridad:
    —Teniente en la reserva Karamázov, debo informarle de que se le acusa del
    asesinato de su padre, Fiódor Pávlovich Karamázov, ocurrido esta noche…
    Dijo algo más, también el fiscal debió de añadir algo, pero Mitia los escuchaba sin
    comprenderlos. Los miraba a todos con expresión salvaje…






    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 77432
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Maria Lua Dom 03 Nov 2024, 09:28

    ***
    LIBRO NOVENO




    DILIGENCIAS PREVIAS

    I. Comienza la carrera del funcionario Perjotin



    Piotr Ilich Perjotin, a quien habíamos dejado golpeando con todas sus fuerzas el sólido
    portalón de la casa de la comerciante Morózova, al final consiguió, como es natural,
    que le abrieran. Al oír aquellos golpes furibundos, Fenia, que tanto se había asustado
    dos horas antes y que, debido a su inquietud y a sus «cavilaciones», aún no se había
    acostado, volvió a sentirse aterrorizada y a punto estuvo de sufrir un ataque de histeria:
    se imaginó que quien llamaba era otra vez Dmitri Fiódorovich (a pesar de que ella
    misma lo había visto partir), pues nadie más que él podía llamar con tanta «insolencia».
    Corrió hacia el portero, que se había despertado y ya se dirigía al portalón para ver
    quién estaba dando aquellos golpes, y empezó a suplicarle que no dejara pasar a
    nadie. Pero el portero interrogó a la persona que estaba llamando y, al averiguar de
    quién se trataba y que quería ver a Fedosia Márkovna por un asunto de enorme
    trascendencia, se decidió finalmente a abrirle. Habiendo entrado hasta la misma cocina
    de Fedosia Márkovna, y tras acceder al ruego de que también el portero estuviera
    presente, «por si las dudas», Piotr Ilich empezó a interrogarla y en un momento había
    dado con lo más importante: o sea, que Dmitri Fiódorovich, al salir corriendo en busca
    de Grúshenka, se había llevado la mano de mortero, y había vuelto sin ella, y con las
    manos manchadas de sangre. «Y aún le goteaba la sangre de las manos, ¡no hacía más
    que gotearle!», exclamó Fenia, que al parecer había recreado en su alterada
    imaginación aquel detalle atroz. No obstante, el propio Piotr Ilich había visto aquellas
    manos ensangrentadas, aunque de ellas no goteara la sangre, y había ayudado a
    lavarlas, si bien la cuestión no era si se habían secado pronto o no, sino adónde había
    ido corriendo Dmitri Fiódorovich con la mano de mortero, es decir, si realmente se
    había dirigido a casa de Fiódor Pávlovich y sobre qué base podía llegarse a semejante
    conclusión. Piotr Ilich hizo especial hincapié en este punto y, a pesar de que al final no
    pudo averiguar nada en firme, quedó casi totalmente convencido de que Dmitri
    Fiódorovich no había podido ir a otro sitio que a casa de su padre y de que allí, por
    tanto, tenía que haber ocurrido algo necesariamente. «Y cuando regresó —añadió
    Fenia, muy nerviosa— y le confesé todo, empecé a preguntarle: “¿Cómo es que tiene
    usted las manos manchadas de sangre, mi buen Dmitri Fiódorovich?”», y al parecer él
    le había respondido que aquella sangre era humana y que acababa de matar a una
    persona. «Así lo admitió, así me lo confesó aquí mismo, y de repente salió corriendo
    como un loco. Yo me senté y me puse a pensar: “¿Adónde habrá ido corriendo ahora
    este loco? Seguro que va a Mókroie —me dije—, a matar a la señora”. Salí a toda prisa
    a suplicarle que no matara a la señora; me dirigí a su casa, pero delante de la tienda de
    los Plótnikov vi que estaba a punto de partir y que ya no tenía sangre en las manos.»
    (Fenia se había fijado en ese detalle y lo recordaba.) La vieja, la abuela de Fenia,
    confirmó la declaración de su nieta hasta donde le fue posible. Después de haber
    preguntado alguna cosa más, Piotr Ilich dejó la casa más preocupado e inquieto que al
    llegar.
    Se diría que, para él, lo más directo e inmediato habría sido encaminarse en ese
    momento a casa de Fiódor Pávlovich con la intención de averiguar si había ocurrido
    algo allí y, de ser así, exactamente qué, para acudir entonces, y solo entonces, cuando
    ya no hubiera lugar a dudas, al isprávnik, cosa ya firmemente decidida por Piotr Ilich.
    Pero la noche era oscura y el portalón de la casa de Fiódor Pávlovich era sólido; una
    vez más se vería obligado a llamar, pues apenas conocía a Fiódor Pávlovich; si al final
    le abrían, después de mucho llamar, y resultaba que allí no había ocurrido nada, el
    guasón de Fiódor Pávlovich iría al día siguiente con el cuento por toda la ciudad,
    explicando cómo a medianoche un desconocido, el funcionario Perjotin, había
    irrumpido en su casa para averiguar si alguien lo había matado. ¡Menudo escándalo! Y
    no había nada en el mundo que Piotr Ilich temiera más que el escándalo. No obstante,
    el sentimiento que lo animaba era tan fuerte que, dando una patada de rabia en el
    suelo y volviendo a maldecirse a sí mismo, de inmediato se puso nuevamente en
    marcha, pero ya no hacia la casa de Fiódor Pávlovich, sino hacia la de la señora
    Jojlakova. Si ésta respondía negativamente a la pregunta de si le había dado tres mil
    rublos a Dmitri Fiódorovich un rato antes, a una hora determinada, Piotr Pávlovich
    pensaba acudir de inmediato al isprávnik, sin pasar antes por casa de Fiódor Pávlovich;
    en caso contrario, lo dejaría todo para el día siguiente y se iría a casa. Evidentemente,
    la decisión del joven de presentarse de noche, casi a las once, en casa de una señora
    de posición, a la que no conocía de nada, levantándola tal vez de la cama, para hacerle
    una pregunta asombrosa, dadas las circunstancias, entrañaba mucho más riesgo de
    suscitar un escándalo que la opción de ir a casa de Fiódor Pávlovich. Pero así ocurre a
    veces, sobre todo en casos así, con las decisiones de las personas más metódicas y
    flemáticas. ¡Y en ese momento Piotr Ilich era cualquier cosa menos un hombre
    flemático! Toda su vida recordaría después cómo había ido apoderándose de él,
    gradualmente, un desasosiego invencible que había acabado por torturarlo,
    arrastrándolo contra su propia voluntad. Como es natural, en todo el camino no dejó
    de reprenderse por ir a casa de aquella dama, aunque se repitió por décima vez,
    haciendo rechinar los dientes: «¡Llegaré hasta el final! ¡Hasta el final!». Y logró su
    propósito: llegó hasta el final



    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    Contenido patrocinado


     DOSTOYEVSKI - Página 32 Empty Re: DOSTOYEVSKI

    Mensaje por Contenido patrocinado


      Fecha y hora actual: Vie 06 Dic 2024, 23:19