SALVADOR JACINTO POLO DE MEDINA
OBRAS COMPLETAS
EL BUEN HUMOR DE LAS MUSAS
S I L V A
UN POETA LLORANDO SUS PECADOS POÉTICOS
En el oscuro centro de una cueva,
abierto poro de un gigante monte,
que también tienen poros los gigantes,
en lo más escondido
estaba un penitente arrepentido;
en lágrimas deshecho,
con duros golpes madurando el pecho,
perdón pidiendo de su culpa grave,
al que todo lo sabe,
de haber sido en el suelo
escándalo a la gente, ingrato al cielo,
y por seguir un torpe barbarismo,
enemigo de Dios y de sí mismo.
Hincado de rodillas,
de lágrimas lucientes las mejillas,
parecen vidriadas,
gangosas las narices; de preñadas,
y del modo que llevan comúnmente
bebedores gabachos,
como luna menguante, los mostachos,
y como el avariento, que el tesoro
echó menos del área, haciendo extremos
con una y otra mano,
dando palmadas, pulsa el aire vano ;
y sin darle tormento,
confiesa al aire lo que escucha atento.
«Perdonad, perdonad, cielos piadosos,
los excesos y culpas detestables
dente infausto poeta,
que un tiempo profesó la hambrienta seta
destos perros versistas,
de sus mismas locuras coronistas ;
pues veis que fui tentado,
combatido, oprimido y engañado,
para doblar mi pena,
de algún demonio tentador con vena.
“Confieso, cielos, que las culpas mías
todas son herejías,
pues siendo yo cristiano bautizado,
y creyendo por fe -que hay uno solo,
le dijo Dios a Apolo,
ojo del cielo, intonso y carretero,
y unas veces cantor y otras lucero ;
y subiendo de punto esta lisonja,
invocando su nombre, le pedía
favor, aliento y guía,
llamándole celeste, augusto y sacro,
soberano y eterno,
siendo un triste pebete del infierno:
“Cuando el niño rapaz, desnudo y ciego,
siendo yo salamandra de su fuego,
al campo de mi pecho trasladaba
las flechas de su aljaba,
haciéndome su amor que idolatrase;
a una mujer por- ídolo adorase ;
añadiendo delitos a delitos, ,
le dije cielo y diosa en mis escritos,
y a sus negros cabellos
(maraña de Mandinga} Iazos bellos,
soberano tesoro,
bellos rayos del sol, madejas de oro.
a los ojos, que sirvieron en su frente
de indivisibles puntos, con dos comas;
y a su nariz mayúscula, de tildes,
llamé estrellas soberbias, siendo humildes
y al calor de su rostro, entreverado
con ajeno jazmín, clavel hurtado,
émulo de la pez y el azabache,
que estimé por joyante, siendo azache ;
mil veces en mi canto le decía
leche, aurora, cristal, candor del día ;
y a sus manos, con guantes naturales,
diáfanos cristales ;
y a sus dedos sutiles,
por lo de hueso, cándidos marfiles,
y otras veces de nieve intactas pellas,
harta la ninfa de fregar con ellas ;
con otros mil dislates de zafiros,
relámpagos y truenos de suspiros,
que escribía y cantaba, ufano y hueco,
siendo todo mentira y embeleco.
»Pues ¿qué, cuando con sacres pensamientos
penetraba los vientos,
dándole caza al pájaro volante,
de un culto y remontado consonante,
trabajo, que tuviera en mí disculpa?
Pues mil veces sudó, de fatigada,
mi dura vena sangre trasvenada,
y al fin, como si fueran delincuentes,
lo pagaban las uñas a los dientes,
pudiendo su virtud ser de provecho
al mal de corazón a más de un pecho,
castigando en las uñas de mis dedos
las que un maldito consonante tiene,
cuando huye, se esconde a se detiene,
que ya, como en los versos más perfectos
son sólo las palabras los conceptos,
hay consonantes críticos con uñas, ,
que al verso alguna vez sirven de cuñas,
Mas, ¡ ay ! , que se bajaba mi conciencia
por ignorancia o crasa inadvertencia
en el ancho rincón de su gaibola,
un pecado con cola,
quiero decir con cargo
de mil restituciones, sin embargo
de hurtos que a mi musa a escala vista
un tiempo cometió caquiversista,
preciándose de ser copiladrona ;
mas si no se perdona
el cometido hurto ni la ofensa,
si no se restituye o recompensa,
confieso, pues, que en varias ocasiones
en décimas, octavas y canciones,
estilo, modo, frase y pensamientos,
cometí en la ciudad mil salteamientos
ya con la aguda punta y sutil púa
de mi pluma ganzúa
descerrajando el arca
de los ricos conceptos del Petrarca,
ya con mano de gato
sangraba los del oro del Torcato,
ya dando en los Borines
de mil cultos ingenios Borentines,
ya, por gongorizar en la maleta
del cordobés poeta,
metí las uñas, y en las Soledades
acometí mil hurtos y maldades,
y dándole a la broza
de mis versos esmaltes de Mendoza,
y ya en la fértil Pega
con traidora asechanza y fe gallega;
de mil rimas valijas
saqué doblones y robé sortijas ;
ya poniendo la mira
en otra, cuyo acierto al mundo admira;
ya por autorizar mi voz de grillo,
audaz puse la mano en un Carrillo, -
usurpando el candor al mejor cisne
por cubrir de mi musa el negro tizne.
Mas, ¡ ay, triste de mí ! , que cuando quiera
hacer restitución justa y entera,
y de todas mis obras restituyo,
dando a cada poeta lo que es suyo, -
me quedo sin caudal, pobre y vacío,
sin que pueda decir que un verso sea mío:
Y si la inmensa suma
de mis versos me quitan pluma a pluma;
y sin ninguna la razón me deja,
un retrato seré de la corneja ;
mas quiero, al fin, con alma arrepentida,
perder la ropa por salvar la vida,
más vale desnudarse
que vestido y calzado condenarse.
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