Teología /3
Fe de erratas: donde el antiguo testamento dice lo que
dice, debe decir lo que quizá me ha confesado su principal protagonista:
Lástima que Adán fuera tan bruto. Lástima que Eva
fuera tan sorda. Y lástima que yo no supe hacerme entender.
Adán y Eva eran los primeros seres humanos que de
mi mano nacían, y reconozco que tenían ciertos defectos
de estructura, armado y terminación. Ellos no estaban
preparados para escuchar, ni para pensar. Y yo bueno,
quizá yo no estaba preparado parta hablar. Antes de Adán
y Eva, nunca había hablado con nadie. Yo había pronunciado
bellas frases, como Hágase la luz, pero siempre
en soledad. Así que aquella tarde, cuando me encontré
con Adán y Eva a la hora de la brisa, no fui muy elocuente.
Me faltaba práctica.
Lo primero que sentí fue asombro. Ellos acababan de
robar la fruta del árbol prohibido, en el centro del paraíso.
Adán había puesto cara de general que viene de entregar la espada
y Eva miraba al suelo, como contando
hormigas. Pero los dos estaban increíblemente jóvenes y
bellos y radiantes. Me sorprendieron. Yo los había hecho:
pero no sabía que el barro podía ser luminoso.
Después, lo reconozco, sentí envidia. Como nadie
puede darme órdenes, ignoro la dignidad de la desobediencia.
Tampoco puedo conocer la osadía del amor, que exi-
ge dos. En homenaje al principio de autoridad, me aguanté
las ganas de felicitarlos por haberse hecho súbitamente
sabios en pasiones humanas.
Entonces, vinieron los equívocos. Ellos entendieron caída
donde yo hablé de vuelo. Creyeron que un pecado
merece castigo si es original. Dije que peca quien desama:
entendieron que peca quien ama. Donde anuncié pradera
de fiesta, ellos entendieron valle de lágrimas. Dije que el
dolor era la sal que daba gustito a la aventura humana:
entendieron que los estaba condenando al otorgarle la
gloria de ser mortales y loquitos. Entendieron todo al revés.
Y se lo creyeron.
Últimamente ando con problemas de insomnio. Desde
hace algunos milenios, me cuesta dormir. Y dormir me
gusta, me gusta mucho, porque cuando duermo, sueño.
Entonces me hago amante o amanta, me quemo en el fuego
fugaz de los amores de paso, soy cómico de la legua,
pescador de alta mar o gitana adivinadora de la suerte:
del árbol prohibido devoro hasta las hojas y bebo y bailo
hasta rodar por los sueños
Cuando despierto, estoy solo. No tengo con quien jugar,
porque los ángeles me toman tan en serio, ni tengo a
quien desear. Estoy condenado a desearme a mí mismo.
De estrella en estrella ando vagando, aburriéndome en el
universo vacío. Me siento muy cansado, me siento muy
solo. Yo estoy solo, yo soy solo, solo por toda eternidad
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