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Joseph Brodsky ( Leningrado —actual San Petersburgo—, 24 de mayo de 1940-Nueva York, 28 de enero de 1996), fue un poeta rusoestadounidense de origen judío. Se lo considera el poeta más grande nacido en la época soviética y, acaso con la sola excepción de B. Pasternak y A. Ajmátova, el más importante en lengua rusa de la segunda mitad del siglo XX. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1987.
Biografía
Estancia en URSS (1940-1972)
Nació en la familia de un fotógrafo judío que trabajaba para la marina soviética. Expulsado de siete escuelas, a la edad de 15 años tenía trabajos eventuales, generalmente, aparte de los de la traducción, de mecánico. Reconocido como un extraordinario traductor desde la edad de diecinueve-veinte años por los maestros de la traducción en Rusia, Joseph Brodsky tenía sin embargo dos características que no le gustaban a muchos: los poemas que escribía eran líricos, no cantaban la gloria de la URSS sino la fatalidad humana, y estaba excesivamente seguro de sí mismo y de su poesía. En una ocasión, una revista de Moscú le pidió unos poemas suyos. Cuando Brodsky les llamó para saber cómo iba la edición, le comunicaron que publicarían solamente una selección. Brodsky se molestó porque el poemario debía salir completo por su coherencia, y ante el rechazo, retiró los poemas y los insultó por teléfono desde Leningrado. Asistió a la secundaria hasta sus quince años y luego se convirtió en autodidacta.
Formó parte de los Huérfanos de Ajmátova junto a Eugeny Rein, Anatoly Naiman, y Dmitri Bobyshev, un grupo de poetas protegidos por Ajmátova. En 1964 se lo acusó de "parasitismo social" y se lo condenó a cinco años de trabajos forzados, de los cuales cumplió solo uno gracias a la intervención de Kornei Chukovsky, Dmitri Shostakovich, Anna Ajmátova, Samuil Marshak, Yevgeni Yevtushenko, el filósofo francés Jean-Paul Sartre. Desde entonces conservó una actitud de discreción hacia el régimen y, si bien nunca fue afiliado a la discrepancia política que tantos intelectuales compartían, sí mostró reserva en su relación con las autoridades soviéticas, como lo demuestra su negativa a pedir visado para concurrir a un encuentro internacional de poesía celebrado en Londres en 1969 y al Festival de los Dos Mundos de Spoleto (Italia).
Emigración a los Estados Unidos (1972-1996)
En mayo de 1972, las autoridades soviéticas le sugirieron que abandonara la URSS amenazándole, en caso contrario, con unos "días calientes", según la expresión del propio Brodsky. El 4 de junio de 1972, Brodsky abandonó su país con una maleta que contenía la máquina de escribir y un libro de poemas de John Donne.
En 1972 tuvo dos breves estadías en Viena y Londres y finalmente se asentó en Estados Unidos, donde compaginó su labor poética con clases de literatura en diversas universidades norteamericanas. Adquirió su nueva nacionalidad en 1977.5 En uno de sus poemas describe los obstáculos que encontró para plasmar sus ideas y sentimientos en inglés, su nuevo idioma.
Su conocimiento de la poesía inglesa, y su enraizado sentido del aislamiento y la melancolía, lo llevaron a cultivar una poesía de meditación nocturna, como el largo poema Elegy to John Donne (1967). De su período en el exilio, que constituye la mayor parte de su vida, cabe destacar los poemarios El fin de la bella época (1976), Parte de la oración (1977), En Inglaterra (1977), Nuevas estancias a Augusta (1983), Urania (1987) y Paisaje con inundación (1996).
También fue miembro de la sección de traductores de la Unión de Escritores de San Petersburgo, llamándose a sí mismo "poeta-traductor". Fue miembro asimismo de la American Academy of Arts and Letters. Publicó, además, dos obras de teatro y un gran número de ensayos recogidos en varios volúmenes, entre ellos Del dolor y la razón (1995).
Joseph Brodsky falleció en Nueva York el 28 de enero de 1996 de un ataque al corazón. Por expreso deseo suyo, sus cenizas se enviaron a Venecia, siendo enterradas en el cementerio histórico de la Isla de San Michele.
Reconocimientos
En 1981 recibió el premio John D. y Catherine T. MacArthur, seguido de un premio Guggenheim. También el Premio Nacional del Libro por el libro de ensayos Less Than One. Se le otorgó el Premio Nobel de Literatura en 1987 por toda una obra que singulariza por su vitalidad y por su esfuerzo analítico de un Universo en equilibrio, sobre un fundamento religioso, aunque no testimonial.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Joseph Brodsky:
DIOS EN EL CAMPO NO VIVE EN UN RINCÓN
Dios en el campo no vive en un rincón
como creen algunos burlones, sino en todas partes.
Él santifica el techo, el fogón
y honrado reparte los portales.
Llena de él todo el campo a rebosar.
Prepara ollas de cocido el sábado
y baila soñoliento en el hogar
guiñándome el ojo, como a un testigo.
Busca una esposa al guarda del lugar.
Levanta los cercados.
Y al visitante que viene a cazar,
jocoso, le yerra eternamente el tiro.
Y es que, ciertamente, esta mirada
y escuchar el silbido del otoño
es, en verdad, el único placer
del que goza un ateo en la campiña
6 de junio de 1965
PARADA EN EL DESIERTO
Ahora en Leningrado tan pocos griegos hay
que hemos derribado la que fue su iglesia
y se construirá una sala de conciertos
en el lugar vacío. En tal arquitectura
hay algo parecido a la esperanza vana.
Si bien una sala de más de mil asientos
no es algo tan inútil: pues representa un templo,
y un templo al arte. ¿A quién culpar entonces
de que la habilidad vocal reúna
a más gente que los signos de la fe?
Es lástima, no obstante, que a partir de ahora
de lejos una cúpula normal ya no veamos,
sino una horrible línea plana. Ahora bien,
en cuanto a lo deforme de las proporciones,
no es que dependa de ellas el hombre, más bien depende
de la desproporción de lo deforme.
Recuerdo yo muy bien cómo la derribaron.
Era primavera, yo entonces frecuentaba
la casa de unos tártaros
que no vivían lejos. Y al mirar afuera
por aquella ventana, veía yo la iglesia.
Todo empezó aquel día con una charla tártara;
después sobre la charla se entremezcló un rumor
que si al principio se fundía en las voces
muy pronto las ahogó.
En el jardín del templo entró aquella grúa
con su bola de hierro colgada de la aguja.
Y empezaron las paredes quedamente a ceder.
Si no eres más que un muro y un destructor te embiste
sería muy ridículo no hacerlo de esa forma.
Por lo demás, la grúa allí podía verlo
como a un objeto inanimado más,
como algo, en cierta forma, a ella semejante.
Y no existe costumbre en el mundo inanimado
de devolverle a uno las vueltas de su cambio.
Mandaron al lugar más tarde los volquetes,
también excavadoras... Y cierta noche, tarde,
me hallaba yo sentado sobre el ábside en ruinas.
Encima del altar la noche que se abría.
Y yo desde allí mismo por estos orificios
miraba los tranvías en su huida avanzar,
así como la hilera de pálidas farolas.
Y aquello que en un templo jamás encontrarás
ahora lo veía por el prisma de la iglesia.
Un día, cuando ya nosotros no estaremos,
o, digamos, tras nosotros, en nuestro lugar
también asomará alguna cosa semejante,
que hará sentir horror a quien nos haya conocido.
Aunque tampoco serán muchos quienes nos recuerden.
Así los perros siguen la vieja tradición,
y alzan la pata en el lugar de siempre.
La valla la han tirado, ocurrió hace siglos,
pero, según parece, ellos se la imaginan.
Sus sueños van tachando lo que es evidente.
O puede ser que guarde aquel olor la tierra:
y no pueda el asfalto con el hedor a perro.
¡Qué puede importarles esta casa horrible!
Aquí hay para ellos un jardín; sí, un jardín.
Y lo que para el hombre es algo evidente
al perro le será del todo indiferente.
A esto se le llama "fidelidad de perro".
Mas puesto ya a hablar con toda seriedad
de cómo se relevan nuestras generaciones,
diré que creo sólo en este tipo de relevos.
Y mejor dicho, en quienes perciben el olor.
Tan pocos griegos hoy quedan en Leningrado,
y más allá de Grecia, no son muchos tampoco.
Al menos no son los suficientes como
para conversar los edificios de su fe.
Y nadie les obliga a creer en aquello
que construimos nosotros. Pues una cosa es,
según parece, llevar la cruz a una nación
y es otra muy distinta, cargar con ella.
Tenían ellos sólo una obligación.
Y no supieron cómo acabar de cumplirla.
El campo sin labrar se convirtió en barbecho.
"Tú, sembrador, puedes guardar tu arado,
que ya decidiremos cuando hemos de espigar."
Ellos no han sabido conservar el suyo.
Hoy, por la noche, por la ventana miro
y me pongo a pensar: ¿adónde hemos llegado?
¿De qué más alejados nos hallamos:
de la ortodoxia, de la herencia helena?
¿Qué nos queda más cerca? ¿Qué hay allá a lo lejos?
¿Acaso otra era ahora nos aguarda?
Y si es así, ¿cuál es nuestro deber común?
¿Y qué hemos de ofrecerle a ella en sacrificio?
1ª mitad de 1966
NOCHE DE ENERO EN YALTA
Un seco rostro levantino
con marcas de viruela bajo las patillas.
Mientras busca un cigarrillo en el paquete
el mate anillo que luce en su anular
refracta unos doscientos watts de golpe,
mi pupila no soporta ese fulgor
y entorno los párpados. Entonces se disculpa
mientras aspira el humo.
Enero en Crimea. A orillas del Mar Negro
el invierno nunca llega a ser invierno:
la nieve resbala sobre los agavez
afilados como a navajas.
Abren, vacíos, los restaurantes. Como sucios
ictiosauros, los vapores humean en la rada,
flota el olor a la pútrida hojarasca del laurel.
"Le sirvo este brebaje." -"Sírvalo."
En suma: una sonrisa, crepúsculo, garrafa.
A lo lejos el barman, frotándose las manos,
da vueltas como un joven delfín
alrededor de una barca con pescado fresco.
El cielo en la ventana. Un alhelí amarillo en su maceta.
Pasan volando los copos de nieve.
¡Detente, instante! No eres maravilloso
sino irrepetible.
Enero de 1969
CARTA A UN AMIGO ROMANO
(De Marcial)
Sopla el viento hoy, las olas se encaraman.
......Se acerca el otoño y trocará toda la vista.
Y, Póstumo, este mudar de tonos te llega más al alma
......que ver cómo se cambia de vestido la amiga.
De una doncella gozas hasta un punto cierro,
......que no supera el codo, la rodilla.
Cuánta más dicha en la belleza ajena al cuerpo:
......a salvo del abrazo, la perfidia.
*
Te mando Póstumo, estos escritos.
......¿Y en la capital? ¿La cama te hacen blanda, o te resulta dura?
¿Qué es del César? ¿Sigue aún con sus intrigas?
......Con ellas sigue, imagino, y con su gula.
Me encuentro en mi jardín, arde una tea.
......Sin una amiga, sin siervos, sin afectos.
Y en lugar de los pequeños y grandes de la tierra,
......suena en concierto un zumbar de insectos.
*
Aquí yace un mercader de Asia. El mercader valía;
......era hábil, aunque fuera discreto.
Murió deprisa: de unas fiebres. A hacer negocio había venido
......y no, ciertamente, a acabar en esto.
Junto a él yace un legionario bajo un cuarzo grueso.
......Dio gloria al Imperio en la batalla.
¡Pudo caer tantas veces! Pero murió de viejo.
......Tampoco aquí, mi Póstumo, hay norma que valga.
*
Tal vez una gallina, en verdad, no llegue a ave,
......mas hasta con su seso te lloverán los palos.
Si por fortuna en tierras del Imperio naces,
......mejor que vivas junto al mar, en un rincón lejano.
Lejos del César, de fieros nubarrones,
......de la adulación, el miedo, la premura.
¿Que todos sus gobernadores, dices, son ladrones?
......Mejor quien roba que el que tortura.
*
Acepto esperar contigo que pase el aguacero,
......hetera, pero sin regateos de mercado:
cobrar de quien te está cubriendo el cuerpo
......es como reclamar las tejas a un tejado.
¿Tengo goteras, dices? Mas ¿y la prueba del delito?
......No he dejado charco alguno en mi vida.
Verás, el día en que encuentres un marido,
......como te dejará las sábanas perdidas.
*
Ya ves, ya hemos recorrido media vida.
......Como me dijo un viejo esclavo en la taberna:
«Mirando alrededor tan sólo vemos ruinas».
......Dura opinión, lo reconozco, pero cierta.
Estuve en las montañas. Un ramo aderezo con las flores.
......Un jarro he de hallar, llenarlo de agua fresca...
¿Por Libia cómo va, mi Póstumo, o dónde te encuentres?
......¿Será posible que aún siga la guerra?
*
¿Recuerdas, Póstumo, la hermana que el gobernador tenía?
......Aquella delgadita, pero de gruesas ancas.
Llegaste a dormir con ella... Ahora es sacerdotisa.
......Sacerdotisa, Póstumo, y con los dioses habla.
Ven, tomaremos vino, de pan acompañado.
......O con ciruelas. Me contarás las nuevas.
Te pondré el lecho en el jardín, bajo el cielo despejado
......y te diré cómo se llaman las estrellas.
*
Mi Póstumo, pronto tu amigo, amante de las sumas,
......su vieja deuda pagará a tanta resta.
Encontrarás dinero bajo el cojín de plumas;
......para el entierro al menos basta, me parece.
Ve en tu yegua negra donde las heteras viven,
......allá, donde la villa alcanza la muralla.
Y págales lo mismo que por su arte piden,
......para que por suma igual lloren mi marcha.
*
El verde del laurel que el temblor alcanza.
......De par en par la puerta y polvo en la rejilla.
La silla, abandonada, vacía la estancia.
......Y una tela que bebe el sol del mediodía.
El Ponto ronca sordo tras los pinos negros.
......Combate con el viento un buque junto al cabo.
En un reseco banco se sienta Plinio el Viejo.
......Murmura quedo un mirlo en un ciprés crespado.
Marzo de 1972
A EUGENIO
En cualquier elemento el hombre
es tirano, prisionero o traidor...
A. Pushkin
Yo estuve en México, escalé las pirámides
impecables moles geométricas
desparramadas por el istmo de Tehuantepec.
Quiero creer que las hicieron visitantes del cosmos
pues estas obras suelen edificarlas los esclavos
y el istm0 está cubierto de hongos pétreos.
Los ídolos de arcilla son tan fáciles
de falsificar que propician rumores.
Bajorrelieves varios, con cuerpos de serpientes
y el alfabeto indescifrable de una lengua
que ignoró siempre la conjunción o.
¿Qué contarían si empezaran a hablar?
Nada. En el mejor de los casos, las victorias
sobre tribus vecinas y cabezas partidas.
Que la sangre del hombre vertida en el altar
del Dios del Sol le fortalece un músculo.
Que el sacrificio nocturno de ocho jóvenes fuertes
garantiza el alba con mayor seguridad que un despertador.
De cualquier modo es preferible la sífilis o las fauces
mortíferas de aquellos unicornios de Cortés, al sacrificio.
Si te toca en suerte alimentar con tus ojos a los cuervos
es preferible que el asesino sea asesino y no un astrónomo.
En general, sin esos españoles es muy poco probable
que hubiesen llegado a tener la certeza
de que alguna cosa les había pasado.
Es aburrido vivir, querido Eugenio. Dondequiera que vas
la estupidez y la crueldad te siguen.
Me da pereza encerrar eso en versos.
Como dijo el poeta: «En cualquier elemento...».
¡Qué lejos vio desde sus marismas natales!
Yo agregaría: en cualquier latitud.
EL BALLET CLÁSICO ES TEMPLO DE LO BELLO
A Mijail Barýshnikov
El ballet clásico es templo de lo bello
cuyos sutile moradores se hallan separados del andar
severo de los días por el silbante foso orquestal.
Y los puestes están abiertos.
Hundimos el trasero en blanda felpa imperial
y, aleteando a vuelapluma una doncella
su muslamen -no has de acostarte con ella-,
se posa en el jardín de un salto.
Y vemos enfundado de marrón al príncipe del mal,
y al buen ángel, sin par paquete el del dueño.
Y la ovación, de su elíseo sueño
a un Chaikovski y Cia. puede despertar.
¡La danza clásica! ¡Arte de la mejor edad!
Cuando hervía vuestro grog y se comía a besos,
se cantaba cualquier cosa y volaban los cocheros,
y si había un enemigo era Ney, el mariscal.
Las cúpulas doraban las pupilas del municipal.
Y morías donde habías nacido, en aquel mismo nido.
Y si veías algo en el aire volar
no un puente sino Pávlova había sido.
Qué placer, lejos de Todas las Rusias, al llegar la noche,
ver a Barýshnikov. ¡Su arte sigue incólume!
El impulso del pie, el torso estremecido,
en torno al propio eje un giro
engendran el volar con que el alma, viéndose ya soltera
está dispuesta a enfurecerse.
Y en cuanto a dónde toque tomar tierra,
es dura en todas partes; les recomiendo EE.UU.
1976
EL EXPLORADOR POLAR
Todos los perros devorados. En el diario
no queda una hoja en blanco. La foto de la esposa
se cubre de palabras a modo de rosario,
clavado en su mejilla el lunar de una fecha dudosa.
Le sigue la foto de la hermana. Tampoco la respeta:
¡se trata de la latitud alcanzada! Y, cada vez
más negra, por la cadera trepa la gangrena
como la media de una corista de varietés.
22 de julio de 1978
Joseph Brodsky ( Leningrado —actual San Petersburgo—, 24 de mayo de 1940-Nueva York, 28 de enero de 1996), fue un poeta rusoestadounidense de origen judío. Se lo considera el poeta más grande nacido en la época soviética y, acaso con la sola excepción de B. Pasternak y A. Ajmátova, el más importante en lengua rusa de la segunda mitad del siglo XX. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1987.
Biografía
Estancia en URSS (1940-1972)
Nació en la familia de un fotógrafo judío que trabajaba para la marina soviética. Expulsado de siete escuelas, a la edad de 15 años tenía trabajos eventuales, generalmente, aparte de los de la traducción, de mecánico. Reconocido como un extraordinario traductor desde la edad de diecinueve-veinte años por los maestros de la traducción en Rusia, Joseph Brodsky tenía sin embargo dos características que no le gustaban a muchos: los poemas que escribía eran líricos, no cantaban la gloria de la URSS sino la fatalidad humana, y estaba excesivamente seguro de sí mismo y de su poesía. En una ocasión, una revista de Moscú le pidió unos poemas suyos. Cuando Brodsky les llamó para saber cómo iba la edición, le comunicaron que publicarían solamente una selección. Brodsky se molestó porque el poemario debía salir completo por su coherencia, y ante el rechazo, retiró los poemas y los insultó por teléfono desde Leningrado. Asistió a la secundaria hasta sus quince años y luego se convirtió en autodidacta.
Formó parte de los Huérfanos de Ajmátova junto a Eugeny Rein, Anatoly Naiman, y Dmitri Bobyshev, un grupo de poetas protegidos por Ajmátova. En 1964 se lo acusó de "parasitismo social" y se lo condenó a cinco años de trabajos forzados, de los cuales cumplió solo uno gracias a la intervención de Kornei Chukovsky, Dmitri Shostakovich, Anna Ajmátova, Samuil Marshak, Yevgeni Yevtushenko, el filósofo francés Jean-Paul Sartre. Desde entonces conservó una actitud de discreción hacia el régimen y, si bien nunca fue afiliado a la discrepancia política que tantos intelectuales compartían, sí mostró reserva en su relación con las autoridades soviéticas, como lo demuestra su negativa a pedir visado para concurrir a un encuentro internacional de poesía celebrado en Londres en 1969 y al Festival de los Dos Mundos de Spoleto (Italia).
Emigración a los Estados Unidos (1972-1996)
En mayo de 1972, las autoridades soviéticas le sugirieron que abandonara la URSS amenazándole, en caso contrario, con unos "días calientes", según la expresión del propio Brodsky. El 4 de junio de 1972, Brodsky abandonó su país con una maleta que contenía la máquina de escribir y un libro de poemas de John Donne.
En 1972 tuvo dos breves estadías en Viena y Londres y finalmente se asentó en Estados Unidos, donde compaginó su labor poética con clases de literatura en diversas universidades norteamericanas. Adquirió su nueva nacionalidad en 1977.5 En uno de sus poemas describe los obstáculos que encontró para plasmar sus ideas y sentimientos en inglés, su nuevo idioma.
Su conocimiento de la poesía inglesa, y su enraizado sentido del aislamiento y la melancolía, lo llevaron a cultivar una poesía de meditación nocturna, como el largo poema Elegy to John Donne (1967). De su período en el exilio, que constituye la mayor parte de su vida, cabe destacar los poemarios El fin de la bella época (1976), Parte de la oración (1977), En Inglaterra (1977), Nuevas estancias a Augusta (1983), Urania (1987) y Paisaje con inundación (1996).
También fue miembro de la sección de traductores de la Unión de Escritores de San Petersburgo, llamándose a sí mismo "poeta-traductor". Fue miembro asimismo de la American Academy of Arts and Letters. Publicó, además, dos obras de teatro y un gran número de ensayos recogidos en varios volúmenes, entre ellos Del dolor y la razón (1995).
Joseph Brodsky falleció en Nueva York el 28 de enero de 1996 de un ataque al corazón. Por expreso deseo suyo, sus cenizas se enviaron a Venecia, siendo enterradas en el cementerio histórico de la Isla de San Michele.
Reconocimientos
En 1981 recibió el premio John D. y Catherine T. MacArthur, seguido de un premio Guggenheim. También el Premio Nacional del Libro por el libro de ensayos Less Than One. Se le otorgó el Premio Nobel de Literatura en 1987 por toda una obra que singulariza por su vitalidad y por su esfuerzo analítico de un Universo en equilibrio, sobre un fundamento religioso, aunque no testimonial.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
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Algunos poemas de Joseph Brodsky:
DIOS EN EL CAMPO NO VIVE EN UN RINCÓN
Dios en el campo no vive en un rincón
como creen algunos burlones, sino en todas partes.
Él santifica el techo, el fogón
y honrado reparte los portales.
Llena de él todo el campo a rebosar.
Prepara ollas de cocido el sábado
y baila soñoliento en el hogar
guiñándome el ojo, como a un testigo.
Busca una esposa al guarda del lugar.
Levanta los cercados.
Y al visitante que viene a cazar,
jocoso, le yerra eternamente el tiro.
Y es que, ciertamente, esta mirada
y escuchar el silbido del otoño
es, en verdad, el único placer
del que goza un ateo en la campiña
6 de junio de 1965
PARADA EN EL DESIERTO
Ahora en Leningrado tan pocos griegos hay
que hemos derribado la que fue su iglesia
y se construirá una sala de conciertos
en el lugar vacío. En tal arquitectura
hay algo parecido a la esperanza vana.
Si bien una sala de más de mil asientos
no es algo tan inútil: pues representa un templo,
y un templo al arte. ¿A quién culpar entonces
de que la habilidad vocal reúna
a más gente que los signos de la fe?
Es lástima, no obstante, que a partir de ahora
de lejos una cúpula normal ya no veamos,
sino una horrible línea plana. Ahora bien,
en cuanto a lo deforme de las proporciones,
no es que dependa de ellas el hombre, más bien depende
de la desproporción de lo deforme.
Recuerdo yo muy bien cómo la derribaron.
Era primavera, yo entonces frecuentaba
la casa de unos tártaros
que no vivían lejos. Y al mirar afuera
por aquella ventana, veía yo la iglesia.
Todo empezó aquel día con una charla tártara;
después sobre la charla se entremezcló un rumor
que si al principio se fundía en las voces
muy pronto las ahogó.
En el jardín del templo entró aquella grúa
con su bola de hierro colgada de la aguja.
Y empezaron las paredes quedamente a ceder.
Si no eres más que un muro y un destructor te embiste
sería muy ridículo no hacerlo de esa forma.
Por lo demás, la grúa allí podía verlo
como a un objeto inanimado más,
como algo, en cierta forma, a ella semejante.
Y no existe costumbre en el mundo inanimado
de devolverle a uno las vueltas de su cambio.
Mandaron al lugar más tarde los volquetes,
también excavadoras... Y cierta noche, tarde,
me hallaba yo sentado sobre el ábside en ruinas.
Encima del altar la noche que se abría.
Y yo desde allí mismo por estos orificios
miraba los tranvías en su huida avanzar,
así como la hilera de pálidas farolas.
Y aquello que en un templo jamás encontrarás
ahora lo veía por el prisma de la iglesia.
Un día, cuando ya nosotros no estaremos,
o, digamos, tras nosotros, en nuestro lugar
también asomará alguna cosa semejante,
que hará sentir horror a quien nos haya conocido.
Aunque tampoco serán muchos quienes nos recuerden.
Así los perros siguen la vieja tradición,
y alzan la pata en el lugar de siempre.
La valla la han tirado, ocurrió hace siglos,
pero, según parece, ellos se la imaginan.
Sus sueños van tachando lo que es evidente.
O puede ser que guarde aquel olor la tierra:
y no pueda el asfalto con el hedor a perro.
¡Qué puede importarles esta casa horrible!
Aquí hay para ellos un jardín; sí, un jardín.
Y lo que para el hombre es algo evidente
al perro le será del todo indiferente.
A esto se le llama "fidelidad de perro".
Mas puesto ya a hablar con toda seriedad
de cómo se relevan nuestras generaciones,
diré que creo sólo en este tipo de relevos.
Y mejor dicho, en quienes perciben el olor.
Tan pocos griegos hoy quedan en Leningrado,
y más allá de Grecia, no son muchos tampoco.
Al menos no son los suficientes como
para conversar los edificios de su fe.
Y nadie les obliga a creer en aquello
que construimos nosotros. Pues una cosa es,
según parece, llevar la cruz a una nación
y es otra muy distinta, cargar con ella.
Tenían ellos sólo una obligación.
Y no supieron cómo acabar de cumplirla.
El campo sin labrar se convirtió en barbecho.
"Tú, sembrador, puedes guardar tu arado,
que ya decidiremos cuando hemos de espigar."
Ellos no han sabido conservar el suyo.
Hoy, por la noche, por la ventana miro
y me pongo a pensar: ¿adónde hemos llegado?
¿De qué más alejados nos hallamos:
de la ortodoxia, de la herencia helena?
¿Qué nos queda más cerca? ¿Qué hay allá a lo lejos?
¿Acaso otra era ahora nos aguarda?
Y si es así, ¿cuál es nuestro deber común?
¿Y qué hemos de ofrecerle a ella en sacrificio?
1ª mitad de 1966
NOCHE DE ENERO EN YALTA
Un seco rostro levantino
con marcas de viruela bajo las patillas.
Mientras busca un cigarrillo en el paquete
el mate anillo que luce en su anular
refracta unos doscientos watts de golpe,
mi pupila no soporta ese fulgor
y entorno los párpados. Entonces se disculpa
mientras aspira el humo.
Enero en Crimea. A orillas del Mar Negro
el invierno nunca llega a ser invierno:
la nieve resbala sobre los agavez
afilados como a navajas.
Abren, vacíos, los restaurantes. Como sucios
ictiosauros, los vapores humean en la rada,
flota el olor a la pútrida hojarasca del laurel.
"Le sirvo este brebaje." -"Sírvalo."
En suma: una sonrisa, crepúsculo, garrafa.
A lo lejos el barman, frotándose las manos,
da vueltas como un joven delfín
alrededor de una barca con pescado fresco.
El cielo en la ventana. Un alhelí amarillo en su maceta.
Pasan volando los copos de nieve.
¡Detente, instante! No eres maravilloso
sino irrepetible.
Enero de 1969
CARTA A UN AMIGO ROMANO
(De Marcial)
Sopla el viento hoy, las olas se encaraman.
......Se acerca el otoño y trocará toda la vista.
Y, Póstumo, este mudar de tonos te llega más al alma
......que ver cómo se cambia de vestido la amiga.
De una doncella gozas hasta un punto cierro,
......que no supera el codo, la rodilla.
Cuánta más dicha en la belleza ajena al cuerpo:
......a salvo del abrazo, la perfidia.
*
Te mando Póstumo, estos escritos.
......¿Y en la capital? ¿La cama te hacen blanda, o te resulta dura?
¿Qué es del César? ¿Sigue aún con sus intrigas?
......Con ellas sigue, imagino, y con su gula.
Me encuentro en mi jardín, arde una tea.
......Sin una amiga, sin siervos, sin afectos.
Y en lugar de los pequeños y grandes de la tierra,
......suena en concierto un zumbar de insectos.
*
Aquí yace un mercader de Asia. El mercader valía;
......era hábil, aunque fuera discreto.
Murió deprisa: de unas fiebres. A hacer negocio había venido
......y no, ciertamente, a acabar en esto.
Junto a él yace un legionario bajo un cuarzo grueso.
......Dio gloria al Imperio en la batalla.
¡Pudo caer tantas veces! Pero murió de viejo.
......Tampoco aquí, mi Póstumo, hay norma que valga.
*
Tal vez una gallina, en verdad, no llegue a ave,
......mas hasta con su seso te lloverán los palos.
Si por fortuna en tierras del Imperio naces,
......mejor que vivas junto al mar, en un rincón lejano.
Lejos del César, de fieros nubarrones,
......de la adulación, el miedo, la premura.
¿Que todos sus gobernadores, dices, son ladrones?
......Mejor quien roba que el que tortura.
*
Acepto esperar contigo que pase el aguacero,
......hetera, pero sin regateos de mercado:
cobrar de quien te está cubriendo el cuerpo
......es como reclamar las tejas a un tejado.
¿Tengo goteras, dices? Mas ¿y la prueba del delito?
......No he dejado charco alguno en mi vida.
Verás, el día en que encuentres un marido,
......como te dejará las sábanas perdidas.
*
Ya ves, ya hemos recorrido media vida.
......Como me dijo un viejo esclavo en la taberna:
«Mirando alrededor tan sólo vemos ruinas».
......Dura opinión, lo reconozco, pero cierta.
Estuve en las montañas. Un ramo aderezo con las flores.
......Un jarro he de hallar, llenarlo de agua fresca...
¿Por Libia cómo va, mi Póstumo, o dónde te encuentres?
......¿Será posible que aún siga la guerra?
*
¿Recuerdas, Póstumo, la hermana que el gobernador tenía?
......Aquella delgadita, pero de gruesas ancas.
Llegaste a dormir con ella... Ahora es sacerdotisa.
......Sacerdotisa, Póstumo, y con los dioses habla.
Ven, tomaremos vino, de pan acompañado.
......O con ciruelas. Me contarás las nuevas.
Te pondré el lecho en el jardín, bajo el cielo despejado
......y te diré cómo se llaman las estrellas.
*
Mi Póstumo, pronto tu amigo, amante de las sumas,
......su vieja deuda pagará a tanta resta.
Encontrarás dinero bajo el cojín de plumas;
......para el entierro al menos basta, me parece.
Ve en tu yegua negra donde las heteras viven,
......allá, donde la villa alcanza la muralla.
Y págales lo mismo que por su arte piden,
......para que por suma igual lloren mi marcha.
*
El verde del laurel que el temblor alcanza.
......De par en par la puerta y polvo en la rejilla.
La silla, abandonada, vacía la estancia.
......Y una tela que bebe el sol del mediodía.
El Ponto ronca sordo tras los pinos negros.
......Combate con el viento un buque junto al cabo.
En un reseco banco se sienta Plinio el Viejo.
......Murmura quedo un mirlo en un ciprés crespado.
Marzo de 1972
A EUGENIO
En cualquier elemento el hombre
es tirano, prisionero o traidor...
A. Pushkin
Yo estuve en México, escalé las pirámides
impecables moles geométricas
desparramadas por el istmo de Tehuantepec.
Quiero creer que las hicieron visitantes del cosmos
pues estas obras suelen edificarlas los esclavos
y el istm0 está cubierto de hongos pétreos.
Los ídolos de arcilla son tan fáciles
de falsificar que propician rumores.
Bajorrelieves varios, con cuerpos de serpientes
y el alfabeto indescifrable de una lengua
que ignoró siempre la conjunción o.
¿Qué contarían si empezaran a hablar?
Nada. En el mejor de los casos, las victorias
sobre tribus vecinas y cabezas partidas.
Que la sangre del hombre vertida en el altar
del Dios del Sol le fortalece un músculo.
Que el sacrificio nocturno de ocho jóvenes fuertes
garantiza el alba con mayor seguridad que un despertador.
De cualquier modo es preferible la sífilis o las fauces
mortíferas de aquellos unicornios de Cortés, al sacrificio.
Si te toca en suerte alimentar con tus ojos a los cuervos
es preferible que el asesino sea asesino y no un astrónomo.
En general, sin esos españoles es muy poco probable
que hubiesen llegado a tener la certeza
de que alguna cosa les había pasado.
Es aburrido vivir, querido Eugenio. Dondequiera que vas
la estupidez y la crueldad te siguen.
Me da pereza encerrar eso en versos.
Como dijo el poeta: «En cualquier elemento...».
¡Qué lejos vio desde sus marismas natales!
Yo agregaría: en cualquier latitud.
EL BALLET CLÁSICO ES TEMPLO DE LO BELLO
A Mijail Barýshnikov
El ballet clásico es templo de lo bello
cuyos sutile moradores se hallan separados del andar
severo de los días por el silbante foso orquestal.
Y los puestes están abiertos.
Hundimos el trasero en blanda felpa imperial
y, aleteando a vuelapluma una doncella
su muslamen -no has de acostarte con ella-,
se posa en el jardín de un salto.
Y vemos enfundado de marrón al príncipe del mal,
y al buen ángel, sin par paquete el del dueño.
Y la ovación, de su elíseo sueño
a un Chaikovski y Cia. puede despertar.
¡La danza clásica! ¡Arte de la mejor edad!
Cuando hervía vuestro grog y se comía a besos,
se cantaba cualquier cosa y volaban los cocheros,
y si había un enemigo era Ney, el mariscal.
Las cúpulas doraban las pupilas del municipal.
Y morías donde habías nacido, en aquel mismo nido.
Y si veías algo en el aire volar
no un puente sino Pávlova había sido.
Qué placer, lejos de Todas las Rusias, al llegar la noche,
ver a Barýshnikov. ¡Su arte sigue incólume!
El impulso del pie, el torso estremecido,
en torno al propio eje un giro
engendran el volar con que el alma, viéndose ya soltera
está dispuesta a enfurecerse.
Y en cuanto a dónde toque tomar tierra,
es dura en todas partes; les recomiendo EE.UU.
1976
EL EXPLORADOR POLAR
Todos los perros devorados. En el diario
no queda una hoja en blanco. La foto de la esposa
se cubre de palabras a modo de rosario,
clavado en su mejilla el lunar de una fecha dudosa.
Le sigue la foto de la hermana. Tampoco la respeta:
¡se trata de la latitud alcanzada! Y, cada vez
más negra, por la cadera trepa la gangrena
como la media de una corista de varietés.
22 de julio de 1978
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