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De El viento nos llevará. Poesía persa contemporánea, traducción de Nazanín Amiriam, El bardo, 2001:
NIMÁ YUSHIY (1895-1959) (https://es.wikipedia.org/wiki/Nima_Yushich )
CAMPANA
El fascinante sonido de la campana
penetra en la intimidad del alba,
rasga el cúmulo de polvo,
ensancha cada grieta
de los fríos muros de la aurora,
como el pájaro de las nubes,
que vuela libre
sobre la silenciosa extensión de los mares lejanos.
Vuela, y a cada instante
una nueva historia salta en el eco.
Ding dong.
¿Qué pasa, campana?
¿Quién ha muerto? ¿Quién pervive?
(...)
¿Qué ocurre? ¿Alguien no duerme?
¿Acaso se han enfriado los febriles mercadillos?
¿Se ha inundado de dolor la cabaña del campesino?
¿Ha caído desde la altura de su palacio,
hecho con nuestra sangre,
algún orondo opresor?
¿Pasa por nuestro pueblo
la ferocidad enemiga?
Ding dong.
¿Qué pasa, campana?
¿Quién está feliz? ¿Quién anda desesperado?
Penetra en nuestras almas;
descifra con cada toque
el velado misterio:
este arcaico sistema
va a cambiar.
LA NOCHE TENEBROSA
Se me ha secado la cosecha;
estériles han sido todos mis cuidados.
Con una mirada engañosa,
el enemigo ha encontrado mi pequeña casa
¡ay de mí!,
prepara la flecha envenenada de odio
para disparármela.
Luego coloca en las aceras ensangrentadas que bordean mi casa
las polvorientas cabezas de los cadáveres desenterrados
y, sentado sobre los cráneos,
acosa a los sufridos
narrándoles la historia del dolor.
¡Ay de mí!
En una noche tan oscura,
¿quién, sin querer, pisará
ese montón de huesos rodantes?
¿Cuándo se romperá el silencio de la noche cerrada
con el estruendo de los cráneos?
Libre de la corrupción de la tierra,
cuando podrá iluminar el astro
el tenebroso corazón de la noche?
¡Caminantes, caminantes!
Pasad junto a mi casa
sin pensar que mi enemigo vendrá
y llamará a mi puerta
preguntando por mí.
¡Ay de mí!
¿En qué rincón de la oscuridad de esta noche
cuelgo mis andrajos
y arranco las flechas envenenadas
de mi dolorido pecho?
SIAVASH KASRAÍ (1925-1995)
VENDRÁ OTRO POETA
Después de mí vendrá un poeta
que borrará las lágrimas que yo he engendrado en los ojos del dolor.
Después de mí vendrá un poeta
que no apreciará los lamentos que yo he difundido,
pero sí apretará la garganta de los cantos del pesar.
Después de mí vendrá un poeta
que en la tierra cuna de mis palabras
habrá oído mis nanas
ya que le unen a mí unos dorados lazos;
diáfanos vínculos son las gotas de nuestros poemas infinitos.
Será un extraño,
pues él recorrerá otras praderas.
Después de mí vendrá un poeta
cuya poesía invitará a la fecunda primavera;
no le incitará el baile de las nefastas flores de otoño.
Su mirada no perseguirá como una linterna
el silencio de las tenebrosas costas;
no recitará versos
para una lágrima suspendida.
Después de mí vendrá un poeta
cuyos poemas sonreirán,
olerán la fragancia de un tardío azahar,
barrerán el polvo
de la caravana de los siglos de dolor y de silencio.
Después de mí vendrá un poeta
que no buscará la esperanza
en el seno de una cosecha en las profundidades marinas;
que no lavará sus ojos de deseo
con las olas de las lágrimas.
(...)
Después de mí vendrá un poeta
al que besaré los labios con la boca de mis poemas.
Aunque no derramará ni una sola lágrima sobre mi tumba,
lo construiré en un himno de triunfo,
buscándolo entre el llanto y la sangre del pueblo.
EN SILENCIO
Solo en la concha,
con una gota de lluvia
tejía el sueño de ser una perla,
sin darme cuenta de que, en silencio,
el mar se secaba
detrás del muro de mi corazón.
FORUGH FARROJZAD (1934-1967) (https://www.airesdelibertad.com/t24907-forugh-farrojzad-1935-1964?highlight=farrojzad )
EL VIENTO NOS LLEVARÁ
En mi pequeña noche, ¡oh, qué pena!,
el viento tiene una cita
con las hojas de los árboles.
Inquietud de destrucción hay
en mi pequeña noche.
¡Escucha!
¿Oyes la corriente de las tinieblas?
Adicta a la desesperación,
miro distante esta felicidad,
soy adicta a mi desesperación.
¡Escucha!
¿Oyes la corriente de las tinieblas?
Algo sucede esta noche.
La Luna está roja e intranquila,
y sobre el tejado,
que está a punto de desplomarse,
las nubes esperan enlutadas
derramar sus lágrimas.
Un momento. Y luego nada.
Detrás de la ventana, la noche tiembla
y la Tierra deja de girar.
Detrás de la ventana, algo desconocido
está pendiente de nosotros.
¡Ah!, tú, verde, todo verde.
Pon tus manos,
como un ardiente recuerdo,
en mis manos enamoradas.
Y abandona tus labios,
como una cálida sensación de la existencia,
a las caricias de mis labios enamorados.
El viento nos llevará.
LAS ORACIONES TERRENALES
Y luego
el Sol se enfrió
y la prosperidad abandonó la Tierra.
Las plantas se secaron en los jardines
y la tierra dejó de aceptar a sus muertos.
Las noches, tenazmente inquietas
en todas las ventanas pálidas,
eran como una sospechosa invención.
Y los caminos
abandonaron su continuidad en la oscuridad.
Ya nadie pensaba en el amor,
ya nadie pensaba en la victoria,
ya nadie pensaba en nada.
En las cuevas de la soledad
nació lo absurdo.
La sangre oía a hachís y a opio.
Las mujeres embarazadas
parían niños sin cabeza.
Las cunas, avergonzadas,
se refugiaban en las tumbas.
¡Qué tiempos tan amargos y oscuros!
El pan había derrotado
a la impresionante fuerza de la Predicación.
Los profetas
huyeron de los lugares divinos.
Ante el estupor de los prados,
los corderos perdidos
no oyeron la voz del pastor
(...)
El Sol había muerto.
REGALO
Yo hablo de la profundidad de la noche,
de la abismal oscuridad.
Si vienes a mi casa, amor,
tráeme luz.
Y una ventana para que pueda ver
la felicidad de aquella calle abarrotada.
De El viento nos llevará. Poesía persa contemporánea, traducción de Nazanín Amiriam, El bardo, 2001:
NIMÁ YUSHIY (1895-1959) (https://es.wikipedia.org/wiki/Nima_Yushich )
CAMPANA
El fascinante sonido de la campana
penetra en la intimidad del alba,
rasga el cúmulo de polvo,
ensancha cada grieta
de los fríos muros de la aurora,
como el pájaro de las nubes,
que vuela libre
sobre la silenciosa extensión de los mares lejanos.
Vuela, y a cada instante
una nueva historia salta en el eco.
Ding dong.
¿Qué pasa, campana?
¿Quién ha muerto? ¿Quién pervive?
(...)
¿Qué ocurre? ¿Alguien no duerme?
¿Acaso se han enfriado los febriles mercadillos?
¿Se ha inundado de dolor la cabaña del campesino?
¿Ha caído desde la altura de su palacio,
hecho con nuestra sangre,
algún orondo opresor?
¿Pasa por nuestro pueblo
la ferocidad enemiga?
Ding dong.
¿Qué pasa, campana?
¿Quién está feliz? ¿Quién anda desesperado?
Penetra en nuestras almas;
descifra con cada toque
el velado misterio:
este arcaico sistema
va a cambiar.
LA NOCHE TENEBROSA
Se me ha secado la cosecha;
estériles han sido todos mis cuidados.
Con una mirada engañosa,
el enemigo ha encontrado mi pequeña casa
¡ay de mí!,
prepara la flecha envenenada de odio
para disparármela.
Luego coloca en las aceras ensangrentadas que bordean mi casa
las polvorientas cabezas de los cadáveres desenterrados
y, sentado sobre los cráneos,
acosa a los sufridos
narrándoles la historia del dolor.
¡Ay de mí!
En una noche tan oscura,
¿quién, sin querer, pisará
ese montón de huesos rodantes?
¿Cuándo se romperá el silencio de la noche cerrada
con el estruendo de los cráneos?
Libre de la corrupción de la tierra,
cuando podrá iluminar el astro
el tenebroso corazón de la noche?
¡Caminantes, caminantes!
Pasad junto a mi casa
sin pensar que mi enemigo vendrá
y llamará a mi puerta
preguntando por mí.
¡Ay de mí!
¿En qué rincón de la oscuridad de esta noche
cuelgo mis andrajos
y arranco las flechas envenenadas
de mi dolorido pecho?
SIAVASH KASRAÍ (1925-1995)
VENDRÁ OTRO POETA
Después de mí vendrá un poeta
que borrará las lágrimas que yo he engendrado en los ojos del dolor.
Después de mí vendrá un poeta
que no apreciará los lamentos que yo he difundido,
pero sí apretará la garganta de los cantos del pesar.
Después de mí vendrá un poeta
que en la tierra cuna de mis palabras
habrá oído mis nanas
ya que le unen a mí unos dorados lazos;
diáfanos vínculos son las gotas de nuestros poemas infinitos.
Será un extraño,
pues él recorrerá otras praderas.
Después de mí vendrá un poeta
cuya poesía invitará a la fecunda primavera;
no le incitará el baile de las nefastas flores de otoño.
Su mirada no perseguirá como una linterna
el silencio de las tenebrosas costas;
no recitará versos
para una lágrima suspendida.
Después de mí vendrá un poeta
cuyos poemas sonreirán,
olerán la fragancia de un tardío azahar,
barrerán el polvo
de la caravana de los siglos de dolor y de silencio.
Después de mí vendrá un poeta
que no buscará la esperanza
en el seno de una cosecha en las profundidades marinas;
que no lavará sus ojos de deseo
con las olas de las lágrimas.
(...)
Después de mí vendrá un poeta
al que besaré los labios con la boca de mis poemas.
Aunque no derramará ni una sola lágrima sobre mi tumba,
lo construiré en un himno de triunfo,
buscándolo entre el llanto y la sangre del pueblo.
EN SILENCIO
Solo en la concha,
con una gota de lluvia
tejía el sueño de ser una perla,
sin darme cuenta de que, en silencio,
el mar se secaba
detrás del muro de mi corazón.
FORUGH FARROJZAD (1934-1967) (https://www.airesdelibertad.com/t24907-forugh-farrojzad-1935-1964?highlight=farrojzad )
EL VIENTO NOS LLEVARÁ
En mi pequeña noche, ¡oh, qué pena!,
el viento tiene una cita
con las hojas de los árboles.
Inquietud de destrucción hay
en mi pequeña noche.
¡Escucha!
¿Oyes la corriente de las tinieblas?
Adicta a la desesperación,
miro distante esta felicidad,
soy adicta a mi desesperación.
¡Escucha!
¿Oyes la corriente de las tinieblas?
Algo sucede esta noche.
La Luna está roja e intranquila,
y sobre el tejado,
que está a punto de desplomarse,
las nubes esperan enlutadas
derramar sus lágrimas.
Un momento. Y luego nada.
Detrás de la ventana, la noche tiembla
y la Tierra deja de girar.
Detrás de la ventana, algo desconocido
está pendiente de nosotros.
¡Ah!, tú, verde, todo verde.
Pon tus manos,
como un ardiente recuerdo,
en mis manos enamoradas.
Y abandona tus labios,
como una cálida sensación de la existencia,
a las caricias de mis labios enamorados.
El viento nos llevará.
LAS ORACIONES TERRENALES
Y luego
el Sol se enfrió
y la prosperidad abandonó la Tierra.
Las plantas se secaron en los jardines
y la tierra dejó de aceptar a sus muertos.
Las noches, tenazmente inquietas
en todas las ventanas pálidas,
eran como una sospechosa invención.
Y los caminos
abandonaron su continuidad en la oscuridad.
Ya nadie pensaba en el amor,
ya nadie pensaba en la victoria,
ya nadie pensaba en nada.
En las cuevas de la soledad
nació lo absurdo.
La sangre oía a hachís y a opio.
Las mujeres embarazadas
parían niños sin cabeza.
Las cunas, avergonzadas,
se refugiaban en las tumbas.
¡Qué tiempos tan amargos y oscuros!
El pan había derrotado
a la impresionante fuerza de la Predicación.
Los profetas
huyeron de los lugares divinos.
Ante el estupor de los prados,
los corderos perdidos
no oyeron la voz del pastor
(...)
El Sol había muerto.
REGALO
Yo hablo de la profundidad de la noche,
de la abismal oscuridad.
Si vienes a mi casa, amor,
tráeme luz.
Y una ventana para que pueda ver
la felicidad de aquella calle abarrotada.
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