OVIDIO NASON (43 a.C.-19 d.C.). Roma Clásica

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Y Etra diversos chismes me ha traído
Que al vulgo oyó; que todo se revela,
Y piensa el amador que no es sentido.

Pero tú disimula con cautela,
La llama esconde de la vela que arde,
Sino es que gustas de apagar la vela.

Mas ¿por qué causa como vil cobarde
La has de apagar? Pues encubrilla puedes.,
Disimula y espera, que no es tarde.

Ama, pretende, pídeme mercedes,
Pero secretamente y con prudencia,
Que á veces tienen ojos las paredes.

Por haber hecho Menelao ausencia,
Aunque nos dio ocasión, no es justa cosa
De aquí tomemos pública licencia.

Él se ausentó por ocasión forzosa;
Causa hubo justa en este apartamiento;
No te parezca, oh Paris, maliciosa.

Partióse, y con mi expreso mandamiento*
Porque dudando si ausentarse había,
Le dije:—Ye, mas vuélvete al momento.—

El recibió por buen agüero y guía
Ir con mi gusto, y del contento ufano,
Mil ósculos me dio con alegría.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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"Mi casa, dijo, fío de tu mano;
Guarda mis cajas de tesoro llenas,
Regala, y ten cuidado del Troyano."

La risa pude contener apenas,
Y oprimiendo su fuerza insuperable,
Le respondí:—Haráse como ordenas.—

A Creta fué con viento favorable;
Mas no por eso te será decente
Todo lo que á tu gusto es agradable.

SI está de Esparta mi marido ausente,
No sabes. Que el Rey tiene largo el brazo,
Y me puede guardar como presente.

También la fama es carga y embarazo,
Y temiendo á mi puerta dé aldabadas
Alguna afrenta, huyo de su lazo.

Que cuanto más nosotras alabadas
Somos del mundo, tanto más recelan
Nuestros maridos de nos ver robadas.

Y aquella gloria en cuyas alas vuelan
Mi fama, mi opinión y mi contento,
Y agora en verme casta me consuelan;

Me estorba, daña, y me es impedimento
Para gozar de la amorosa llama
Que enciende en mí tu gran merecimiento.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Mejor me fuera defraudar mi fama
Que á mi deleite, y consentir se pase
Sin fruto el tiempo que á tu amor me llama.

Y no te admires porque se ausentase
Con tan poca prudencia mi marido,
Y que sola y contigo me dejase:

Fuese y dejóme por haber tenido
Satisfacción de mi inculpable vida
Y de la castidad con que he vivido.

Temió de la beldad que en mí se anida,
Mas hizo de mis obras confianza:
Que á la que es buena, á serlo más convida.

Mi bondad le asegura la bonanza,
Y en ser hermosa teme la tormenta,
Que el hombre de honra siempre está en balanza.

Dices no pierda ni perder consienta
La cómoda ocasión de nuestro enredo
Que mi simple mando nos presenta.

Yo temo y quiero, mas querer no puedo,
Por no estar á querer determinada,
Y así apetezco lo que estorba el miedo.

Yo duermo sola, porque fui dejada
De mi esposo, y también tú duermes solo,
Y a tí y á mí la soledad no agrada.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Tú me tienes amor, porque en el Polo
Nuestro no has visto rostro como el mío,
Y yo te estimo como á nuevo Apolo.

Las noches son prolijas, grande el frío;
Departimos los dos nuestros decretos;
Si cantas, oigo; si te burlas, río.

Eres blando y suave en tus concetos;
Y una posada ;ay mísera! un tejado
Nos cubre y nos encubre los secretos.

Todas las menudencias que he contado,
Si no me fuerzan á te dar contento,
Muera de triste fin arrebatado.

¡Ojalá, como puedes á tu intento
Persuadirme, de cierto tú pudieras
Obligarme á cumplir tu pensamiento!

De esta manera, sin dudar, vencieras,
Rompieras la rudeza de este pechó,
Y esta vergüenza y miedo deshicieras.

Es muchas veces el agravio hecho
De fuerza á una matrona provechoso,
Pues goza del deleite á su despecho.

Así, mi estado fuera venturoso
Si por fuerza escalaras este muro,
Quedando yo forzada y tú gozoso.



CONT

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Pero de mi consejo es más seguro
Que resistamos al principio ciego
Dei nuevo amor, pues es amor impuro.

Que cuando empieza á fomentarse el fuego,
Con poca cantidad de agua esparcida
Sobre él, se apaga y se aniquila luego.

Ni puede amor tener cierta cabida
Con huéspedes que yendo caminando
Ellos, también su amor va de corrida.

Y cuando está la dama imaginando
Que no hay torre más firme que su amante
Le ve partir y quédase llorando.

Es buen testigo Isífile Tpante,
La Minoya Ariadna es buen testigo;
Bien es que tema caso semejante

Ambas en soledad y sin abrigo
Lloran el fruto que les fué negado;
Que amor de forastero es de enemigo.

Tú también, desleal, has olvidado
A Enón la bella, un tiempo de tí amada,
Lo cual me otorga sin haber negado.

Toda tu vida tengo escudriñada
Con gran curiosidad y muchas veras.
Que en esta vida no se oculta nada.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Y dado caso que constante quieras
Permanecer en nuestro casamiento,
El tiempo falta, si en el tiempo esperas.

Porque ya presto alargarán al viento
Las velas tus soldados, deseando
Llegar á Troya, su paterno asiento.

Y en tanto que conmigo estás hablando,
Y mientras que la noche venturosa
Del justo premio se te va alargando,

Tendrás buen viento, y ocasión forzosa
Para sulcar el Reino Neptunino,
Y volver á tu Ténedo dichosa.

Y así dejando en medio del camino
Tu pretensión, tu gusto y mis pesares,
Habrá sido tu fe de peregrino.

Con los vientos irá por esos mares
Nuestro amor mal logrado, y las tormentas
Pasará que en el piélago pasares.

¿Seguirte he, por ventura, como intentas?
¿Ni daré vista por tu gusto insano
De Troya á las murallas opulentas?

¿iré á ser hija á Príamo el anciano,
Y á ser de Laumedón segunda nuera,
Con mengua inmensa del valor greciano?

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Tengo en mucho el pregón de la ligera
Fama, y no quiero por el mundo vaya
A ser de mi ignominia pregonera.

Esparta ¿qué dirá? ¿qué dirá Acaya?
¿Qué dirá la Asia? ¿qué dirá tu Troya?
Esto neutral me pone y tiene á raya.

Príamo el grave, do el saber se apoya,
Y su mujer ¿qué sentirán de Elena?
¿En qué valor estimarán la joya?

De una cuñada hermosa, mas no buena
Tus cuñadas y hermanos ¿qué alegría
Recibirán, sino es afrenta y pena?

Y tú, con te agradar mi compañía,
¿Cómo podrás tener de mí esperanza,
Que no te ofendo y hago alevosía?

¿Cómo tu pecho no estará en balanza
Con el ejemplo tuyo? Pues es cierto
Que quien dijo mujer, dijo mudanza.

Cualquier varón famoso que en tu puerto
ilíaco surgiere, ha de causarte
Temor, pensando es Paris encubierto.

Que como á Menelao en esta parte
Hiciste agravio, es fuerza que irritado
Has de temer que vienen á agraviarte.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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¡Oh, cuántas ytces en estando airado
Me has de llamar adúltera, alevosa,
Sin ver que el adulterio has tu causado!

Así que de una culpa criminosa
Serás autor y corrector severo;
Que es propio de la culpa el ser odiosa.

Antes de verme en tránsito tan fiero,
La tierra se abra y sorba mi belleza,
O tragúeme el trifauce can Cerbero.

Pero dirás que toda la riqueza
Del Imperio Troyano será mío,
Con que será aumentada mi grandeza.

Y que así como excede el mar al río,
Excederán los dones que han de darme
A tu promesa y á mi señorío.

La púrpura será para adornarme,
Las perlas, los aljófares, el oro,
Todo se me ha de dar para agradarme.

Perdona si me aclaro; tu tesoro
No bastará, ni cuanto el mundo tiene,
Asacarme de Esparta, á quien adoro.

No sé con qué hechizos me detiene;
En fin es patria, y siendo aquí nacida
Y aquí casada, aquí morir conviene.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Si ultrajada rae viese y ofendida
En Troya, como sola y extranjera,
¿De quién seré ayudada y socorrida?

Y aunque llorara, y aunque gritos diera,
¿Qué padre tengo allí que me dé ayuda?
¿Qué hermano que me evite que no muera?

Cuanto prometes, prometió sin duda
Jasón á su Medea; mas fué escasa
Su promesa falaz, de fe desnuda.

Vióse expelida de la Esonia casa,
Sin Aétes su padre y sin Ipsea
Su madre ilustre, que le amó sin tasa.

Hallóse sin su hermana Calciopea;
Pero no es bien temer de tí este daño;
Mas ¡ay, que menos lo temió Medea!

Nuestro esperar susténtase en su engaño.,
Alimentado de un agüero incierto,
Hasta que llega claro el desengaño.

Verás todas las naves en el puerto
Gozar bonanza, y en saliendo afuera
Tener naufragio, que en el mar es cierto.

También me espanta aquella hacha fiera
Que soñaba tu madre que paría
Por mal de muchos antes que pariera.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Y temo aquella antigua profecía
Que dice que la griega llama odiosa
De Troya ha de abrasar la Monarquía.

Que si te da favor Venus la Diosa
Porque venció, ganando en su sentencia
Corona y lauro de la más hermosa;

Así las otras dos en competencia
Temo te han de ofender como á enemigo,
Por el agravio hecho á su excelencia.

Ni menos dudo que si voy contigo,
Las armas tomará mi esposo airado,
Para volverme y para tu castigo.

Así irá ¡ay triste! nuestro amor mezclado
De sangre, de furor, de armas violentas,
Y al fin tendrá el remate desastrado.

Bien sabes tú las guerras turbulentas
Que entre Tesalia y los Centauros hubo,
Por vengar de Hipodamia las afrentas.

¿Tan poco brío Menelao mantuvo,
Tan poca fuerza en mis hermanos hallas,
Tíndaro no ha el valor que siempre tuvo,

Para que armados de lucientes mallas
En razón de mi robo, con su gente
Te den en campo abierto mil batallas?

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

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Bien puedes tú preciarte de valiente,
Mas no tienes el talle ni el gobierno;
Tu rostro es de tus obras diferente:

Tu cuerpo lindo, delicado y tierno,
Mejor á Venus seguirá que á Marte;
Teme á mi padre, pues le basta un yerno.

Los bravos sigan la Mavorcia parte,
Tú, París, ama; vuélvete á tu Janto,
Sigue el amor, procura regalarte.

Relégale á Héctor, pues le alabas tanto,
Por tí pelee, y mientras tú en la cama,
El riña y ponga al enemigo espanto.

Otra milicia es digna de tu fama,
Otra guerra, otra lucha, otro ejercicio,
Que resulte en provecho de tu dama.

Yo usara de esta guerra, si juicio
Libre tuviera ó más atrevimiento;
Mas temo de mi honor el perjuicio.

Y podrá ser que mude pensamiento,
Y deje el miedo y la vergüenza á un lado,
Y que de mí te otorgue el vencimiento.

También has con instancia demandado
Que en mi aposento te conceda audiencia,
Donde hablemos más largo de lo hablado.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVI. CONT.

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ELENA A PARIS.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Bien sé lo que pretendes, ten paciencia;
Lo que decirme intentas no lo ignoro:
Haz á tu fuego alguna resistencia.

Mucha priesa te das; guarda el decoro,
Que está tu sementera en hierba; aguarda,
Que no se gana en breve gran tesoro.

Y aunque parece que se alarga y tarda,
Quizá en esta tardanza está el efecto;
Espera, sufre, y lo que escribo guarda.

Mas cierre aquí mi carta su conceto,
Que la mano se cansa, y ella tiene,
Como nuncia de la alma, mi secreto.

Lo que nos resta de tratar, conviene,
Por ser de más momento y de más verasr
Lo tratemos por Etra y por Climene,
Mis secretarias dos y camareras.

FIN DE LA EPÍSTOLA XVI

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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ARGUMENTO DE LA EPÍSTOLA DÉCIMASÉPT1MA.

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Por ser vulgar y muy trillada la historia de los
dos amantes Leandro y Ero, no cansaré al lector
con explicarla: lo que conviene saber, para la inteligencia
de esta epístola, es, que acostumbrando
todas las noches ir Leandro desde la ciudad de
Abido, su patria, nadando por el estrecho Helespontiaco,
á Sesto, una villeta fuerte que es en
Europa, á verse con la hermosa Ero, sucedió que
por siete días corrió tan grande tormenta, que no
pudo el animoso nadador hacer su acostumbrada
viaje; y como saliese un navio de Abido para Sesto,
por ser su piloto atrevido, escribió el amoroso
Leandro esta regalada carta á su Ero, donde se
excusa con el mar, y promete, si durare la tormenta,
de ponerse á todo riesgo por ir á gozar de su
presencia, como lo cumplió á costa de su vida

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO

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Dama de Sesto, el amador de Abido
Te envía la salud, que él más holgara
Llevar, si el mar se hubiera reprimido.

Si próspero algún Dios se me mostrara,
Tú leyeras con ojos mal contentos
Las excusas que en ésta te enviara.

Mas ningún Dios ayuda á mis intentos,
Pues todos ellos son y han sido parte
De alborotar las ondas y los vientos.

Los votos que voté por agradarte,
Hacen tardíos, y en el vitreo suelo
No me dejan correr á visitarte.

Tú misma ves más turbio y negro el cielo
Que la pez, y á Vulturno tan airado,
Que á la nave .más firme da recelo.

Solo un piloto, y éste muy osado,
Sale de Abido á Sesto en este día,
Con quien te escribo de dolor cercado.

No voy en su navio, porque había
(Guando levó las anclas) todo Abido
Salido por le ver á la bahía.

Y porque nuestro amor fuera entendida
De mis celosos padres y parientes,
Quedé entre amor y miedo dividido.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Cuando escribiendo estaba, con ardientes
Suspiros dije:—¡Oh carta venturosa!
Vé donde siempre van mis accidentes;

Vé, que ella te dará su mano hermosa,
Mano de nieve y grana matizada,
Mano .donde mi vida y ser reposa.

Y quizá con la boca azucarada
Te tocará con su marfil, queriendo
Cortar la cuerda con que vas atada.—

Tales conceptos entre mí diciendo,
Mi diestra en escribirte placentera
Fué en su escritura ó carta prosiguiendo.

¡Ay triste y solo! ¿cuánto más quisiera
Que ella nadara á vista de m lumbre,
Y no que á lumbre ajena te escribiera?

Fuérame mayor gloria y dulcedumbre
Que por el mar, pues ya le conocemos,
Me llevara do tiene de costumbre.

Mejor hiciera de mis brazos remos
Y azotara ese piélago espantable,
Que no verse en la ausencia en que nos vemos.

Mas pues lo estorba el hado inexorable,
Secretaria será de mi tormento,
Y ministra de un pecho miserable.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Ya ha siete noches (y en mi pensamiento
Ha más de un año) que se ve oprimido
El mar, y brama con resaca y viento.

Si en todas siete noches he dormido,
Tengan las ondas mi esperanza á raya
Y estése el mar insano embravecido.

Siéntome en un peñasco de esta playa,
Y miro tu ribera y patrio suelo,
Y entristézcome en ver que allá no vaya.

Mas ya que con el cuerpo estorba el cielo
A Sesto pase, el pensamiento corre,
Y lleva al alma, adonde estás, de un vuelo.

También en lo más alto de la torre
(Si no es que se me antoja) he divisado
La antorcha que me guía y me socorre.

Tres veces los vestidos he arrojado
En la arena, y tres veces ya desnudo
El sabroso viaje he comenzado.

Mas el rabioso mar hinchado y crudo
Mi juvenil ardor quiebra y aplaca,
Aunque mudarme ni podrá ni pudo.

Comenzando á nadar, la fuerza flaca
Vencida de las ondas, quedé puesto
En tierra con favor de la resaca.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Mas tú, Bóreas cruel, bravo, molesto,.
El menos manso de los vientos leves,
Y el más airado, insano y descompuesto:

¿Por qué tu rabia y cólera remueves
Adrede contra mí? ¿con qué licencia
Contra un amante, como tú, te atreves?

No empleas (si lo ignoras) tu violencia
Contra Neptuno ni sus ondas fieras;
Contra mí solo es toda tu potencia.

Si la fuerza de amor no conocieras,
Si esclavo del amor no hubieras sido,
Bóreas incontrastable, ¿qué hicieras?

Aunque eres frío, seco y desabrido,
No negarás, cruel, que antiguamente
Del Ateniense ardor fuiste oprimido.

Si al robar á tu Oritia, algún valiente
Te quisiera estorbar en tu jornada
Cerrándote el camino trasparente,

¿Cómo sufrieras cosa tan pesada?
¿Con qué moderación pena tan grande
De tu rabia y rencor fuera llevada?

Ruégote, pues, que tu crueldad se ablande;
Con más quietud y paz tu soplo envía,
Así cosas de amor tu Rey te mande.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Sin fruto ruego, en vano es mi porfía,
Pues con mis ruegos más el viento brama,
Y más conturba el mar y mi alegría.

¿Quién me diera las alas de la Fama?
¡Y ojalá las de Dédalo tuviera,
Para volar adonde está mi dama!

Que aunque de Icaro el golfo y la ribera
(Que cerca está) refrene al pensamiento,
A trueque de te ver, no lo temiera.

Cualquier linaje ó suerte de tormento
Podré sufrir, con tal que me levante
Por la región del animoso viento.

Será mi cuerpo pájaro volante,
Aquel que ha sido por las aguas pece:
Que en todo se transforma el que es amante.

Mas entretanto que de Bóreas crece
La furia y los estímulos extraños,
Y el iracundo mar se ensoberbece,

Contemplo, para alivio de mis daños.
De nuestros gustos la primera historia,
Y aquel dulzor de mis primeros años.

Acuerdóme (y deleita á mi memoria
Esta recordación) que anocheciendo
Aquella noche de mi luz y gloria,


CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

En vivo fuego de tu amor ardiendo
Salí de casa y desnúdeme apriesa,
El miedo y los vestidos sacudiendo*

Rompió el amor la tímida represa,
Mis brazos por las ondas extendía
Por conseguir la venturosa empresa.

Yendo cortando el mar, la luna pía,
Por dar favor á mi demanda honrosa,
Me dio su luz é hizo compañía.

Y alzando el rostro, dije: —¡Oh blanca Diosa!
Dame favor, y que te acuerdes pido
De la cumbre de Latmio venturosa.

Bien sé que Endimión, que es tu querido,
Quiere que tengas ese pecho abierto
A la piedad, que agora te he pedido.

Muéstrame, pues, el rostro descubierto,
Dame la luz que en Latmio demostrabas,
Hasta que llegue á mi esperado puerto.

Del cielo en busca de un mortal bajabas
(Digamos la verdad, pues gustas de ella),
Y por amor de un hombre te humillabas.

Mas por quien nado el mar, es Diosa bella;
Si corto yo las ondas neptuninas
Es por una deidad, que es más que estrella.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Y por callar las santas y divinas
Costumbres suyas, vengo á su hermosura,
Que en breve pintaré, si no te indinas.

Es tan perfecta, que en mortal criatura
No cabe su beldad, y tanta alteza
Sólo conviene á Diosas de la altura.

Después de Venus y de tu grandeza,
Con su esplendor es toda luz vislumbre;
Si no me crees, contempla su belleza»

Cuanto los astros de la eterna cumbre
Celeste de ventaja te conceden,
Cuando estás llena, con tu argéntea lumbre;

Tanto los rayos de mi Ninfa exceden
A las damas más bellas de la tierra,
Pues con sus sobras adornarse pueden.

Si de esto dudas, poca luz se encierra,
Cintia, en tu vista; ciega te imagino,
Si no es que ya de envidia le das guerra.—

Esto le dije á aquel farol divino;
Y yo ganando tierra en la mar llena
Las mesmas ondas me hacían camino.

La agua serena, sesga , mansa y cana,
Cual si fuera cristal, repercutía
Los soberanos rayos de Diana.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Y por callar las santas y divinas
Costumbres suyas, vengo á su hermosura,
Que en breve pintaré, si no te indinas.

Es tan perfecta, que en mortal criatura
No cabe su beldad, y tanta alteza
Sólo conviene á Diosas de la altura.

Después de Venus y de tu grandeza,
Con su esplendor es toda luz vislumbre;
Si no me crees, contempla su belleza»

Cuanto los astros de la eterna cumbre
Celeste de ventaja te conceden,
Cuando estás llena, con tu argéntea lumbre;

Tanto los rayos de mi Ninfa exceden
A las damas más bellas de la tierra,
Pues con sus sobras adornarse pueden.

Si de esto dudas, poca luz se encierra,
Cintia, en tu vista; ciega te imagino,
Si no es que ya de envidia le das guerra.—

Esto le dije á aquel farol divino;
Y yo ganando tierra en la mar llena
Las mesmas ondas me hacían camino.

La agua serena, sesga , mansa y cana,
Cual si fuera cristal, repercutía
Los soberanos rayos de Diana.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

La noche con la luz resplandecía,
De suerte que su título perdiendo,
Con propiedad se pudo llamar día.

Ninguna voz oí, ningún estruendo,
Sino era aquel murmurio, aquel ruido
Que iban mis brazos al nadar haciendo.

De cuando en cuando me hirió el oído,
De solas las Alciones el canto,
Por Geice, su amantísimo marido.

Cansado me sentí de nadar tanto,
Y sintiendo en los brazos pesadumbre,
Con ánimo en las aguas me levanto.

Vi desde lejos en la excelsa cumbre
De la torre tu luz, y con voz alta
Dije: Mi fuego está en aquella lumbre.

Aquella torre con mi ardor se esmalta,
Aquella playa, donde voy, contiene
La luz que me alboroza y sobresalta.—

Luego á mis brazos tímidos les viene
Tan grande esfuerzo que un delfín me ha hecho,
El mar me ayuda, nada me detiene.

Y porque el hielo del profundo lecho
No me pasmase, me encendió el vendado
Dios con el fuego que sobró en mi pecho.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Cuanto más cerca de la orilla nado,
Cuanto más la ribera me es cercana,
Cuanto menos me resta para el vado,

Tanto con más vigor mi cuerpo afana
Vencer las aguas y las ansias mías
Por llegar á tu vista soberana.

Cuando estuve en paraje que me vías,
Con sólo me mirar me diste aliento
Para poder nadar cuarenta días.

Entonces, pues, por darte algún contento
Hice nadando pruebas de valiente,
Que amor da industria, fuerza y ardimiento.

Cogiste la escalera prestamente
Para bajar al mar, y apenas pudo
El alma reprimir esta corriente.

Vilo muy bien, que aunque el anciano escudo
Se te puso delante, tú rompiste
El flaco resistir del pecho rudo.

No te pudo estorbar, que al fin saliste,
Y en el agua primera que pisaste
Tus celestiales pies humedeciste.

Salía yo del mar cuando llegaste.
Y con abrazos y ósculos sabrosos
Al nadador besaste y abrazaste.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Besos fueron los tuyos tan gloriosos,
Que Júpiter por uno diera el cielo,
Y nadara mil golfos peligrosos.

Y quitaste del hombro un blanco velo,.
Limpiaste mi cabeza rociada,
Y mi cuerpo cubriste por el velo.

Lo demás que pasó, la noche amada,
Nosotros y la torre lo sabemos,
Y la luz que es farol de mi jornada.

Con más facilidad numeraremos
Las ovas que el estrecho de Heles lava,
Que nuestros gozos numerar podemos.

Cuanto menos espacio se nos daba
De tiempo para gustos y dulzores,
Tanto más en deleites se ocupaba.

Ya la Aurora, dejando los amores
De Titón, las tinieblas ahuyenta,
Y el lucero mostró sus resplandores;

Cuando sin orden, número ni cuenta
Frutos de amor cogiendo, de la noche
Formamos queja porque de irse intenta.

Y va huyendo con su negro coche,
Y por temer la luz del claro día,
Quitaba al cielo tanta estrella y broche,

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Y así, forzado de la vocería
De esa tu vieja (que éstas son crueles).
Dejé la torre y vine al agua fría.

Aquí nos dividimos hechos hieles;
Tú te volviste luego á tu ventana,
Y yo á las ondas de la virgen Heles,

Écheme al agua, y como de tí mana
Toda mi gloria, mientras fui en potencia
De verte, vi tu vista soberana.

Y si se debe á la verdad creencia,
Créeme que yendo á tí no hay en el mundo
Quien me iguale en nadar con excelencia.

Mas cuando vuelvo de te ver me hundo,
Y peso en cantidad tan excesiva,
Que parezco bajar hasta el profundo.

Esto me cree, pues en verdad estriba,
Que yendo á tí, la mar me es cuesta abajo,
Y en tornando, la mar me es cuesta arriba.

Rodeo, si vuelvo; si á tí voy, atajo;
¿Quién me podrá dar crédito en mi pena
Que tenga el ir yo á Abido por trabajo ?

Ved lo que puede amor y el mar ordena:
Que estoy en mi ciudad y estoy forzado,
Cual si estuviera preso en tierra ajena.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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¡Ay de mí triste! ¿por qué el mar airado
Nuestros cuerpos divide y los destierra,
Si en una nuestras almas se han juntado?

Y si una voluntad sola se encierra
En dos, ¿por qué ya el cielo no ha propuesto
Que habitemos los dos en una tierra?

Para ir á Sesto siempre estoy dispuesto,
Y tú lo estás para venir á Abido:
A tí te agrada Abido, y á mí Sesto.

¿Por qué me turbo y quedo confundido
Siempre que el mar se turba y se confunde,
Como si de él yo fuese procedido?

¿Qué razón puede haber en que se funde,
Que los vientos me estorben en mis fines
Y que su fuerza en mi dolor redunde?

Ya saben nuestra historia los delfines,
Y duda ya á los peces no les queda
De nuestro amor, y temen no te indines.

Ya tengo por el mar hecha vereda,
El agua enseña mi trillada vía
Como carrizo hecho de la rueda.

Yo me quejaba porque no podía
Ir á gozar de tu glorioso gesto,
Sino nadando el mar y su agua fría;

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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Y agora me lamento porque aun esto
Se me ha vedado, porque el viento aspira
Contrario, bravo, rígido y molesto.

El piélago Atamántido se aira
Hinchéndose de canas y blancura,
Con sus soberbias ondas llenas de ira.

Es tanta su insolencia y desmesura,
Que apenas amarrada, ó de otra suerte,
Hay nave que en el puerto esté segura.

Yo entiendo que tan turbio, horrendo y fuerte
El mar estaba, cuando la doncella
Prestándole su nombre vio su muerte.

Aunque me deje el mar seguir mi estrella,
Asaz tiene de infamia con su nombre,
Por haber ahogado á Heles bella.

Envidia tengo, y con razón, al hombre
Que en el rico Vellón pasó seguro
Por este mar, y consiguió renombre.

Mas ni la ayuda ni el favor procuro
De Vellón, ni de nave contra el Noto,
Con tal que nadar pueda el golfo puro.

Como dejen las ondas que el devoto
Pecho las corte, el arte está segura;
Yo me seré la nave y el piloto.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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Ni en mi navegación veré la altura
De la Osa mayor, Elice eterna,
Ni á la (que observa el Tirio) Cinosura.

Que nuestro firme amor no se gobierna
Por estrellas ni signos de la Zona,
Sino es por cierta luz de la alma interna.

Otros, á quien el piélago abandona,
A Andrómeda la Egipcia consideren,
Y á la Gnosida estrella y su corona;

Tengan su firme confianza, esperen
En la Osa Parrasia de contino,
Y su septentrional lumbre veneren.

Que yo no quiero para mi camino
Por norte á las que amaron tiernamente
Baco, Perseo y Júpiter benino.

Tengo otra luz más cierta y excelente,
Con la cual no habrá noche, horror ni mied
Que á mi amor escurezcan con su frente.

Siendo esta luz mi norte, nadar puedo
A Coicos, que es lo último del orbe,
Pues á la nave de Tesalia excedo.

No habrá triste Caribdis que me estorbe,
Ni habrá Cila furiosa que rabiando
Me trague y sorba, como á muchos sorbe.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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Demás que puedo yo vencer nadando
A Meücerta, y al que fué Dios hecho
De cierta yerba la virtud gustando.

Siento en mis brazos el vigor deshecho
Tal vez, y de nadar hecho pedazos,
Apenas ganar puedo un breve trecho.

Mas en diciendo yo:—Nadad mis brazos,
Y os daré en galardón el premio hermoso
De Ero, porque le deis cien mil abrazos;—

En ese instante por el premio honroso
Cobran esfuerzo v fuerza tan entera,
Que nadaran el piélago espacioso,

Como el caballo puesto en la carrera
Elea, que en correr excede al viento,
Y á otra cosa que fuese más ligera.

Yo, pues, como á mi estrella, miro atento
Tu bello rostro, cuyo ardor me inflama
Y cuya vista es todo mi contento.

Sigo más tu beldad, oh bella dama,
Que á los planetas, pues tu hermoso velo
Del cielo es digno y de una eterna fama*

Digna eres, cierto, del sublime cielo;
Mas ruego que tu pecho alabastrino
Viva por gusto mío acá en el suelo.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XVII.

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LEANDRO Á ERO. CONT.

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Y si quieres trocar por el divino
Asiento este mortal, di me primero
Por dónde va á los cielos el camino.

De aquí procede mi tormento fiero,
De que tan raras veces de tu gloria
Me otorgues la visión que tanto quiero.

De aquí nace también que mi memoria
Se turbe, cuando el mar en esta parte
Se turba, interrumpiendo nuestra historia.

¿Qué me aprovecha á mí que no me aparte
De Sesto multitud de agua espantosa,
Sino un estrecho que la tierra parte,

Si la agua de este estrecho es poderosa
Para dañarme, como el golfo hinchado,
Donde el inmenso Océano reposa?

Dudo si por ventura desterrado
A lo último del orbe estar quisiera,
Teniendo allá mi pena y mi cuidado.

Que cuando tan remoto allá me viera,
El ver que estaba lejos mi esperanza,
Algún consuelo, algún solaz me diera.

Cuanto más cerca tu esplendor me alcanza,,
Tanto me abraso más con el objeto,
Y crece viendo el bien la confianza.


CONT.