Lentamente emprendí el camino hacia mi casa, me levanté el
cuello del gabán y apoyé el bastón en el suelo mojado. Aun
cuando quisiera recorrer el camino muy despacio, pronto me
hallaría sentado otra vez en mi sotabanco, en mi pequeña
ficción de hogar, que no era de mi gusto, pero de la cual no
podía prescindir, pues para mí había pasado ya el tiempo en
que pudiera andar ambulando al aire libre toda una madrugada
lluviosa de invierno. Ea, ¡en el nombre de Dios! Yo no quería
estropearme el buen humor de la noche, ni con la lluvia, ni con
la gota, ni con la araucaria; y aunque no podía contar con una
orquesta de cámara y aunque no pudiera encontrarse un amigo
solitario con un violín, aquella linda melodía seguía, sin
embargo, en mi interior, y yo mismo podía tarareármela con
toda claridad cantándola por lo bajo en rítmicas inspiraciones.
No, también se las podía uno arreglar sin música de salón y sin
el amigo, y era ridículo consumirse en impotentes afanes
sociales. Soledad era independencia, yo me la había deseado y
la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es cierto,
pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y
grande, como el tranquilo espacio frío en que se mueven las
estrellas.
cont.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
» POEMAS PARA NIÑOS
» HERMANN HESSE (1877-1962)
» Jorge Amado( 1912-2001)
» Oscar Wilde ( 1854/1900)
» Aldous Huxley ( 1894 - 1963)
» Leyendas, mitos y rituales de los pueblos originarios latinoamericanos
» NO A LA GUERRA 3
» Metáfora. Poemas de poetas vivos. 2059, de Raquel Lanseros
» POESÍA ÁRABE