Aires de Libertad

¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

https://www.airesdelibertad.com

Leer, responder, comentar, asegura la integridad del espacio que compartes, gracias por elegirnos y participar

Estadísticas

Nuestros miembros han publicado un total de 1071996 mensajes en 48553 argumentos.

Tenemos 1589 miembros registrados

El último usuario registrado es Mabel

¿Quién está en línea?

En total hay 58 usuarios en línea: 3 Registrados, 0 Ocultos y 55 Invitados :: 2 Motores de búsqueda

clara_fuente, Ramón Carballal, Simon Abadia


El record de usuarios en línea fue de 1156 durante el Mar 05 Dic 2023, 16:39

Últimos temas

» NO A LA GUERRA 3
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 16:00 por Pascual Lopez Sanchez

» Oscar Wilde ( 1854/1900)
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 14:55 por Maria Lua

» AFFONSO ROMANO DE SANTA'ANNA (1937-
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 14:47 por Maria Lua

» LA POESIA MÍSTICA DEL SUFISMO. LA CONFERENCIA DE LOS PÁJAROS.
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 14:40 por Maria Lua

» POETAS LATINOAMERICANOS
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 14:31 por Maria Lua

» FÁBULAS ( Esopo... La Fontaine... )
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 14:28 por Maria Lua

» : POEMAS SIDERALES II: Sol, Luna, Estrellas, Tierra, Naturaleza, Galaxias...
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 14:21 por Maria Lua

» Aldous Huxley ( 1894 - 1963)
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 14:15 por Maria Lua

» Metafora. Especial Navidades 2024 (09-01-2025)
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 11:41 por cecilia gargantini

» 2022-04-27 AFORISMOS: RECUERDOS II
HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 EmptyHoy a las 11:37 por cecilia gargantini

Enero 2025

LunMarMiérJueVieSábDom
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031  

Calendario Calendario

Conectarse

Recuperar mi contraseña

Galería


HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty

4 participantes

    HERMANN HESSE (1877-1962)

    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Lun 29 Abr 2024, 09:29

    ***

    —¿Cómo es eso?—preguntó Govinda, angustiado.
    —Escúchame, Govinda, ¡escúchame bien! El pecador, como yo
    o como tú, es pecador, pero antes volverá a ser otra vez
    Brahma, habrá de alcanzar antes el nirvana, habrá de ser antes
    Buda. Y ahora mira: ¡este antes es una ilusión, es una parábola!
    El pecador no está en camino de convertirse en Buda, no está
    realizando un desenvolvimiento, aunque nuestro pensamiento
    no sepa representarse la cosa de otro modo. No, en el pecador
    está hoy y siempre el futuro Buda, su destino está todo entero
    en él, tú puedes adorar al Buda oculto, en ti, en todo lo que
    existe. El mundo, amigo Govinda, no es imperfecto o en camino
    de perfecciones lentamente: no, es en cada momento perfecto,
    todo pecado trae en sí la gracia, todo niño lleva ya en sí al
    anciano; todo mamoncillo, la muerte; todo moribundo, la vida
    eterna. A ningún hombre le es posible ver cuánto ha
    progresado otro hombre en su camino; Buda espera en los
    ladrones y jugadores de dados, en el brahmán espera el ladrón.
    En la meditación profunda hay la posibilidad de anular el
    tiempo, de ver la vida pretérita, la presente y la futura,
    simultáneamente, y todo esto es bueno, perfecto; todo es
    Brahma. Por esto, todo lo que es me parece bueno, así la muerte
    como la vida, el pecado como la santidad, la cordura como la
    insensatez; todo debe ser así, todo necesita solamente mi
    aprobación, mi consentimiento, mi amable comprensión; de
    esta forma es bueno para mí, nunca puede dañarme. He
    aprendido en mi cuerpo y en mi alma que necesito mucho el
    pecado, que necesito el placer, el deseo de los bienes, la
    vanidad, y necesito la ignominiosa desesperación para
    aprender a renunciar a toda resistencia, para aprender a amar al
    mundo, para no volverlo a comparar con cualquiera de los
    mundos deseados o ensoñados por mí, con cualquiera de las
    formas de perfección pensadas por mí, sino dejarlo como es,
    amarlo tal cual es y pertenecer gustosamente a él. Estos son, ¡oh
    Govinda!, algunos de los pensamientos que se me han ocurrido.







    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Lun 29 Abr 2024, 09:30

    ***

    Siddhartha se agachó cogió una piedra del suelo y la sopesó en
    la mano.
    —Esto–dijo, jugando con ella— es una piedra, y con el tiempo
    será quizá tierra, y de tierra se convertirá en planta, o en animal
    o en hombre. En otro tiempo yo hubiera dicho: "Esta piedra es
    simplemente piedra, carece de valor, pertenece al mundo de
    Maya; pero porque puede convertirse quizá en el ciclo de las
    transmutaciones, en cuerpo y alma, le doy también valor." Así
    habría pensado antes quizá. Pero hoy pienso así: esta piedra es
    piedra, es también animal, es también Dios, es también Buda,
    no la reverencio y amo porque puede convertirse en esto y lo
    otro, sino porque lo es todo por siempre jamás, y precisamente
    por esto, por ser piedra, por ahora se me aparece como piedra;
    por esto precisamente la amo y veo valor y sentido en cada una
    de sus vetas y poros, en sus amarillos y grises, en su dureza, en
    el sonido que produce cuando la golpeo, en la humedad o
    sequedad de su superficie. Hay piedras que al tacto parecen
    como de aceite o jabón; y otras como hojas, otras como arena, y
    cada cual es distinta y reza el Om a su manera, cada una es
    Brahma, pero al mismo tiempo es piedra, aceitosa o jabonosa, y
    esto es precisamente lo que me agrada y me parece maravilloso
    y digno de adoración. Pero no quiero hablar más de esto. Las
    palabras no benefician en nada al sentido oculto, lo que es
    siempre igual debe ser siempre algo distinto cuando se lo
    expresa, se debe falsear un poco, se debe presentar de un modo
    un poco extravagante. Si, y esto también es muy bueno y me
    agrada mucho, con esto también estoy muy de acuerdo: que lo
    que para un hombre tiene mucho valor y está lleno de cordura,
    para otro siempre suena a sandez.



    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Lun 29 Abr 2024, 09:31

    ***

    Govinda escuchaba silencioso.
    —¿Por qué me has dicho lo de la piedra?—preguntó, vacilante,
    después de una pausa.
    —Lo dije sin intención. O quizá porque amo a la piedra y al río
    y a todas estas cosas que vemos y de las cuales podemos
    aprender. Yo puedo amar a una piedra, Govinda, y también a
    un árbol o a un trozo de corteza. Pero no puedo amar las
    palabras. Por eso las doctrinas no son para mí, no tienen
    dureza, no tienen peso ni color, ni aristas, ni olor, ni gusto; no
    tienen más que palabras. Quizá sea esto lo que te impide
    encontrar la paz, quizá sean las muchas palabras. Pues también
    son simples palabras redención y virtud, sansara y nirvana. No
    hay ninguna cosa que sea nirvana; solo hay la palabra nirvana.
    Habló Govinda:
    —El nirvana, amigo, no es solo una palabra. Es un
    pensamiento.

    Siddhartha prosiguió:
    —Un pensamiento, ciertamente. He de confesarte, querido, que
    no hallo mucha diferencia entre pensamiento y palabra. Dicho
    con más claridad, no espero mucho de los pensamientos.
    Espero más de las cosas. Aquí, en esta barca, por ejemplo, había
    un hombre, mi antecesor y maestro, un santo varón que ha
    creído muchos años en el río, casi en nada. Ha notado que la
    voz del río le hablaba, de ella aprendió, ella le educó y enseñó;
    el río era un dios para él; durante muchos años ignoró que cada
    viento, cada nube, cada pájaro, cada escarabajo es tan divino y
    tan sabio y puede enseñar tanto como el reverenciado río.
    Cuando este santo varón se fue al bosque, lo sabía todo; sabía
    más que tú y que yo, sin haber tenido maestros, sin libros, solo
    por haber creído en el río.



    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    137


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Mar 30 Abr 2024, 17:09

    ***

    Govinda dijo:
    —Pero todo eso que tú llamas cosas, ¿es algo real, algo
    sustancial? ¿No será solo un engaño de Maya, no será más que
    imagen y apariencia? Tu piedra, tu árbol, tu río, ¿son, pues,
    realidades?
    —Eso tampoco me preocupa mucho—dijo Siddhartha—. Las
    cosas pueden ser apariencia o no, yo también lo seré entonces, y
    siempre serán mis iguales. Esto es lo que las hace ser amadas y
    dignas de veneración para mí: que son mis iguales. Por esto
    puedo amarlas. Y esto forma una doctrina de la que puedes
    reírte: el amor, ¡oh Govinda!, me parece ser el motivo de todo.
    Examinar el mundo, explicarlo, despreciarlos, es posible que
    sea tarea de los grandes pensadores. Pero a mí solo me queda
    poder amar al mundo, no despreciarlo, no odiar ni al mundo ni
    a mí; poder observarle a él y a mí y a todos los seres con amor y
    admiración y respeto.
    —Esto lo comprendo bien—dijo Govinda—. Pero precisamente
    esto es lo que el sublime reconoce como engañoso. Exige
    bondad, indulgencia, padecimiento, pero no amor; nos prohíbe
    encadenar nuestro corazón con el amor por las cosas terrenales.



    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]







    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Mar 30 Abr 2024, 17:10

    ***


    —Ya los sé—dijo Siddhartha; su sonrisa resplandecía áurea—.
    Ya lo sé, Govinda. Y mira: ya estamos en medio de la espesura
    de las opiniones, en una batalla de palabras. Pues no puedo
    negar que mis palabras sobre el amor están en contradicción, en
    aparente contradicción con las palabras del Gotama.
    Precisamente por esto desconfío tanto de las palabras, pues sé
    que esta contradicción es aparente. Sé que soy una sola cosa con
    Gotama. ¡Cómo, entonces, no ha de conocer Él el amor; Él, que
    ha conocido la existencia humana en su caducidad, en su
    nulidad, y, sin embargo, amó tanto a los hombres que empleó
    toda una larga y penosa vida en ayudarlos, en instruirlos!
    También en él, también en tu gran maestro, amo más la cosa
    que las palabras; sus acciones y su vida son más importantes
    que sus discursos, son más importantes sus ademanes que sus
    opiniones. Veo su grandeza no en sus discursos ni en sus
    pensamientos, sino en sus actos, en su vida.
    Los dos ancianos permanecieron largo tiempo en silencio.
    Luego habló Govinda, en tanto se inclinaba como despedida.
    —Te doy gracias, Siddhartha, por haberme comunicado tus
    pensamientos. Son, en parte, extraños; no todos los he
    comprendido en seguida. Sea como sea, te lo agradezco, y te
    deseo días tranquilos.




    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]



    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Mar 30 Abr 2024, 17:11

    ***

    Pero pensó secretamente para sí: "Este Siddhartha es un hombre
    extraordinario; tiene pensamientos extraños, su doctrina suena
    a demencia. No suena así la doctrina del sublime, que es pura,
    clara, comprensible; que no contiene nada loco o risible. Pero
    las manos y pies de Siddhartha, sus ojos, su frente, su alentar,
    su sonrisa, su saludo, su paso, me parecen distintos a sus
    pensamientos. Nunca, desde que nuestro sublime Gotama
    penetró en el nirvana, he encontrado un hombre ante el cual
    haya dicho: "¡Este es un santo!" Solo él, este Siddhartha, me lo
    ha parecido. Su doctrina puede aparecerme extraña, sus
    palabras pueden sonar alocadas, pero su mirada y sus manos,
    su piel y sus cabellos, todo en él respira pureza, expande paz,
    irradia serenidad y dulzura y santidad, lo que no he visto en
    ningún otro hombre desde la última muerte de nuestro sublime
    maestro".
    Mientras Govinda pensaba así, y en su corazón nacía la
    contradicción, volvió a inclinarse ante Siddhartha a impulsos
    del amor. Se inclinó profundamente ante el que seguía sentado
    con toda tranquilidad.
    —Siddhartha—dijo—, hemos envejecido. Difícilmente volverá
    ninguno de nosotros a ver al otro bajo esta forma. Veo, querido,
    que has encontrado la paz. Reconozco que yo no la he
    encontrado. Dime algo más, venerable, ¡dame algo que yo
    pueda coger y comprender! Dame algo para el camino. Con
    frecuencia, mi camino es difícil, tenebroso, Siddhartha.
    Siddhartha calló y le miró con su sonrisa tranquila. Govinda le
    miró fijamente a la cara, con angustia, con ansia. En sus ojos
    aparecía escrito el dolor y el eterno buscar, el eterno no
    encontrar.



    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Mar 30 Abr 2024, 17:13

    ***

    Siddhartha le miró y sonrió.
    –¡Inclínate sobre mí!–susurró al oído de Govinda—. ¡Inclínate
    más sobre mí! ¡Así, más cerca! ¡Muy cerca! ¡Bésame en la frente,
    Govinda!
    Pero mientras Govinda, admirado e impulsado, sin embargo,
    por un gran amor y los presentimientos, obedecía sus palabras,
    inclinándose sobre él y rozando su frente con los labios, le
    sucedió algo maravilloso. Mientras su pensamiento estaba
    ocupado todavía con las palabras prodigiosas de Siddhartha,
    mientras se esforzaba en vano y con cierta resistencia en pensar
    más allá del tiempo, en imaginarse el nirvana y el sansara como
    una sola cosa, mientras luchaban dentro de él cierto desprecio
    para las palabras del amigo con un inmenso amor y reverencia,
    sucedióle esto:
    Dejó de ver el rostro de su amigo Siddhartha, y en su lugar vio
    otros rostros, muchos, una larga serie, un caudaloso río de
    rostros, cientos, miles de ellos, que llegaban y pasaban, y sin
    embargo, todos parecían permanecer, aunque se renovaban y
    cambiaban continuamente, y todos eran Siddhartha. Vio el
    rostro de un pez, de una carpa, con las fauces dolorosamente
    distendidas; un pez moribundo, con los ojos quebrados; vio el
    rostro de un niño recién nacido, rojo y lleno de arrugas,
    predispuesto al llanto; vio el rostro de un asesino, al que vio
    clavar un cuchillo en el vientre de un hombre; vio en el mismo
    segundo a este criminal, arrodillado y cargado de cadenas,
    ofreciendo el cuello al verdugo, que le decapitó de un golpe de
    espada; vio los cuerpos desnudos de hombres y mujeres
    entregados a furiosas luchas de amor; vio cadáveres
    extendidos, quietos, fríos, vacíos; vio cabezas de animales, de
    cerdos, de cocodrilos, de elefantes, de toros, de pájaros; vio
    dioses, Krishnas, Agnis;








    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Mar 30 Abr 2024, 17:14

    ***

    vio todas estas figuras y rostros en mil
    relaciones entre ellas, ayudándose mutuamente, amándose,
    odiándose, destruyéndose, volviendo a nacer; cada una era un
    deseo de morir, un apasionado y doloroso testimonio de
    caducidad, y sin embargo, ninguno moría, solo se
    transformaba, volvía a nacer, recibía siempre un nuevo rostro,
    sin que mediara tiempo alguno entre uno y otro rostro, y todas
    estas figuras y rostros descansaban, fluían, se engendraban,
    flotaban y discurrían unos sobre otros, y sobre todo ello había
    contantemente algo sutil, incorpóreo, pero existente, como un
    fino cristal o hielo, como una piel transparente, una campana,
    forma o máscara de agua, y esta máscara sonreía, y esta
    máscara era el rostro sonriente de Siddhartha, que él, Govinda,
    en este mismo instante rozaba con los labios. Y de esta forma,
    Govinda vio esta sonrisa de la máscara, esta sonrisa de la
    unidad sobre las figuras que pasaban, esta sonrisa de la
    simultaneidad sobre los mil nacimientos y muertes; esta sonrisa
    tranquila, fina, impenetrable, quizá bondadosa, quizá burlesca,
    sabia, múltiple, de Gotama, el Buda, como él mismo la había
    visto cien veces con reverencia. Así sonreían los que habían
    alcanzado la perfección, como él bien sabía.






    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Mar 30 Abr 2024, 17:15

    ***

    No sabiendo ya el tiempo que había transcurrido, si aquella
    visión había durado un segundo o cientos de años, no sabiendo
    si aquello era propio de Siddhartha o de Gotama, o del yo y tú;
    herido en lo más íntimo como por una saeta divina, cuya
    punzada sabía dulce; íntimamente encantado y redimido,
    Govinda permaneció todavía un momento inclinado sobre el
    rostro de Siddhartha, que acababa de besar, que acababa de ser
    escenario de todas las figuras, de todo ser y existir. El rostro
    estaba inmutable; después de haberse vuelto a cerrar bajo la
    superficie la profundidad de las mil arrugas, sonreía tranquilo,
    sonreía suave y delicadamente, quizá muy bondadoso, quizá
    muy burlesco, exactamente como había sonreído el sublime.
    Govinda se inclinó profundamente, corrieron las lágrimas, de
    las que no se dio cuenta, por su viejo rostro; como un fuego
    ardió el sentimiento del más íntimo amor, de la más humilde
    veneración, en su corazón. Se inclinó profundamente hasta
    tierra, ante el sedente inmóvil, cuya sonrisa le recordaba todo lo
    que había amado en la vida, lo que en su vida había sido de
    valor y santo.




    FIN de Siddhartha




    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Jue 02 Ene 2025, 14:24

    DEMIAN


    Hermann Hesse


    (1877-1962)



    Quería tan sólo intentar vivir lo que tendía a brotar
    espontáneamente de mí.
    ¿Por qué había de serme tan difícil?


    1. Los dos mundos



    Comienzo mi historia como un acontecimiento de la época en
    que yo tenía diez años e iba al Instituto de letras de nuestra
    pequeña ciudad.
    Muchas cosas conservan aún su perfume y me conmueven en lo
    más profundo con pena y dulce nostalgia: callejas oscuras y
    claras, casas y torres, campanadas de reloj y rostros humanos,
    habitaciones llenas de acogedor y cálido bienestar, habitaciones
    llenas de misterio y profundo miedo a los fantasmas. Olores a
    cálida intimidad, a conejos y a criadas, a remedios caseros y a
    fruta seca. Dos mundos se confundían allí: de dos polos
    opuestos surgían el día y la noche.
    Un mundo lo constituía la casa paterna; más estrictamente, se
    reducía a mis padres. Este mundo me resultaba muy familiar:
    se llamaba padre y madre, amor y severidad, ejemplo y colegio.
    A este mundo pertenecían un tenue esplendor, claridad y
    limpieza; en él habitaban las palabras suaves y amables, las
    manos lavadas, los vestidos limpios y las buenas costumbres.
    Allí se cantaba el coral por las mañanas y se celebraba la
    Navidad. En este mundo existían las líneas rectas y los caminos
    que conducen al futuro, el deber y la culpa, los remordimientos
    y la confesión, el perdón y los buenos propósitos, el amor y el
    respeto, la Biblia y la sabiduría. Había que mantenerse dentro
    de este mundo para que la vida fuera clara, limpia, bella y
    ordenada.

    El otro mundo, sin embargo, comenzaba en medio de nuestra
    propia casa y era totalmente diferente: olía de otra manera,
    hablaba de otra manera, prometía y exigía otras cosas. En este
    segundo mundo existían criadas y aprendices, historias de
    aparecidos y rumores escandalosos; todo un torrente multicolor
    de cosas terribles, atrayentes y enigmáticas, como el matadero y
    la cárcel, borrachos y mujeres chillonas, vacas parturientas y
    caballos desplomados; historias de robos, asesinatos y suicidios.
    Todas estas cosas hermosas y terribles, salvajes y crueles, nos
    rodeaban; en la próxima calleja, en la próxima casa, los
    guardias y los vagabundos merodeaban, los borrachos pegaban
    a las mujeres; al anochecer las chicas salían en racimos de las
    fábricas, las viejas podían embrujarle a uno y ponerle enfermo;
    los ladrones se escondían en el bosque cercano, los incendiarios
    caían en manos de los guardias. Por todas partes brotaba y
    pululaba aquel mundo violento; por todas partes, excepto en
    nuestras habitaciones, donde estaban mi padre y mi madre. Y
    estaba bien que así fuera. Era maravilloso que entre nosotros
    reinara la paz, el orden y la tranquilidad, el sentido del deber y
    la conciencia limpia, el perdón y el amor; y también era
    maravilloso que existiera todo lo demás, lo estridente y ruidoso,
    oscuro y brutal, de lo que se podía huir en un instante,
    buscando refugio en el regazo de la madre.
    Y lo más extraño era cómo lindaban estos dos mundos, y lo
    cerca que estaban el uno del otro. Por ejemplo, nuestra criada
    Lina, cuando por la noche rezaba en el cuarto de estar con la
    familia y cantaba con su voz clara, sentada junto a la puerta,
    con las manos bien lavadas sobre el delantal bien planchado,
    pertenecía enteramente al mundo de mis padres, a nosotros, a
    lo que era claro y recto. Pero después, en la cocina o en la
    leñera, cuando me contaba el cuento del hombrecillo sin cabeza
    o cuando discutía con las vecinas en la carnicería, era otra
    distinta: pertenecía al otro mundo y estaba rodeada de misterio.
    Y así sucedía con todo; y más que nada conmigo mismo. Sí, yo
    pertenecía al mundo claro y recto, era el hijo de mis padres;
    pero adondequiera que dirigiera la vista y el oído, siempre
    estaba allí lo otro, y también yo vivía en ese otro mundo
    aunque me resultara a menudo extraño y siniestro, aunque allí
    me asaltaran regularmente los remordimientos y el miedo. De
    vez en cuando prefería vivir en el mundo prohibido, y muchas
    veces la vuelta a la claridad, aunque fuera muy necesaria y
    buena, me parecía una vuelta a algo menos hermoso, más
    aburrido y vacío. A veces sabía yo que mi meta en la vida era
    llegar a ser como mis padres, tan claro y limpio, superior y
    ordenado como ellos; pero el camino era largo, y para llegar a la
    meta había que ir al colegio y estudiar, sufrir pruebas y
    exámenes; y el camino iba siempre bordeando el otro mundo
    más oscuro, a veces lo atravesaba y no era del todo imposible
    quedarse y hundirse en él. Había historias de hijos perdidos a
    quienes esto había sucedido, y yo las leía con verdadera pasión.
    El retorno al hogar paterno y al bien era siempre redentor y
    grandioso, y yo sentía que aquello era lo único bueno y
    deseable; pero la parte de la historia que se desarrollaba entre
    los malos y los perdidos siempre resultaba más atractiva y, si se
    hubiera podido decir o confesar, daba casi pena que el hijo
    pródigo se arrepintiese y volviera. Pero aquello no se decía y ni
    siquiera se pensaba; existía solamente como presentimiento y
    posibilidad, muy dentro de la conciencia. Cuando imaginaba al
    diablo, podía representármelo muy bien en la calle, disfrazado
    o al descubierto, en el mercado o en una taberna, pero nunca en
    nuestra casa.




    5
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]






    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Jue 02 Ene 2025, 18:40

    ***

    Mis hermanas pertenecían también al mundo claro. Estaban, así
    me parecía a mí, más cerca de nuestros padres; eran mejores,
    más modosas y con menos defectos que yo. Tenían
    imperfecciones y faltas, pero a mí me parecía que no eran
    defectos profundos; no les pasaba como a mí, que estaba más
    cerca del mundo oscuro y sentía, agobiante y doloroso, el
    contacto con el mal. A las hermanas había que respetarías y
    cuidarlas como a los padres; y cuando se había reñido con ellas
    se consideraba uno, ante la propia conciencia, malo, culpable y
    obligado a pedir perdón. Porque en las hermanas se ofendía a
    los padres, a la bondad y a la autoridad. Había misterios que yo
    podía compartir mejor con el más golfo de la calle que con mis
    hermanas. En días buenos, cuando todo era radiante y la
    conciencia estaba tranquila, era delicioso jugar con las
    hermanas, ser bueno y modoso con ellas y verse a sí mismo con
    un aura bondadosa y noble. ¡Así debía sentirse uno siendo
    ángel! Era la suma perfección que conocíamos; y creíamos que
    debía ser dulce y maravilloso ser ángel, rodeado de melodías
    suaves y aromas deliciosos como la Navidad y la felicidad. ¡Y
    qué pocas veces seguíamos aquellos momentos y aquellos días!
    En los juegos —juegos buenos, inofensivos, permitidos— yo era
    de una violencia apasionada, que acababa por hartar a mis
    hermanas y nos llevaba a la riña y al desastre; y cuando me
    dominaba la ira, me convertía en un ser terrible que hacía y
    decía cosas cuya maldad sentía profunda y ardientemente
    mientras las hacía y decía. Luego venían las horas espantosas y
    negras del arrepentimiento y la contrición, el momento
    doloroso de pedir perdón hasta que surgía un rayo de luz, una
    felicidad tranquila y agradecida, sin disensión, que duraba
    horas o instantes.
    Yo iba al Instituto de letras. El hijo del alcalde y el del
    guardabosques mayor eran compañeros míos de clase y a veces
    venían a mi casa; eran chicos salvajes pero que pertenecían al
    mundo bueno y permitido. A pesar de ello, mantenía amistad
    estrecha con chicos vecinos, alumnos de la escuela de primera
    enseñanza a quienes generalmente despreciábamos. Con uno
    de ellos he de empezar mi relato.
    Una tarde en que no teníamos clase —andaba yo por los diez
    años— vagaba con dos chicos de esta vecindad cuando se nos
    unió un chico mayor, más fuerte y brutal que nosotros, de unos
    13 años, alumno de la escuela e hijo de un sastre. Su padre era
    un bebedor crónico y toda la familia tenía mala fama. Yo
    conocía bien a Franz Kromer; le tenía miedo y no me gustó que
    se uniera a nosotros. Tenía ya modales de hombre e imitaba los
    andares y la manera de hablar de los jóvenes obreros de las
    fábricas. Bajo su mando descendimos a la orilla del río, junto al
    puente, y nos ocultamos a los ojos del mundo bajo el primer
    arco. La estrecha orilla entre la pared arqueada del puente y el
    agua, que fluía lentamente, estaba cubierta de escombros,
    cacharros rotos y trastos, ovillos enredados de alambre oxidado
    y otras basuras. Allí se encontraban de vez en cuando cosas
    aprovechables; bajo la dirección de Franz Kromer nos pusimos
    a registrar el terreno para traerle lo que encontrábamos. Franz
    Kromer se lo guardaba o lo tiraba al agua. Nos llamaba la
    atención sobre objetos de plomo o zinc, y luego se lo guardaba
    todo, hasta un viejo peine de concha. Yo me sentía muy
    cohibido en su compañía; y no porque supiera que mi padre me
    prohibiría tratarme con él si se enteraba, sino por miedo a Franz
    mismo. Sin embargo, estaba contento de que me aceptara y me
    tratara como a los demás. Franz daba las órdenes y nosotros
    obedecíamos como si aquello fuera una vieja costumbre,
    aunque en verdad era la primera vez que estaba con él. Por fin
    nos sentamos en el suelo. Franz escupía al agua, haciéndose el
    hombre; escupía por el colmillo y daba siempre en el blanco. Se
    inició una conversación y los chicos empezaron a fanfarronear
    de sus hazañas escolares y sus travesuras. Yo me callaba, pero
    temía llamar la atención con mi silencio y despertar la ira de
    Kromer.
    Desde un principio mis dos compañeros se habían apartado de
    mí y unido a él. Yo era un extraño entre ellos y sentía que mis
    vestidos y mi manera de comportarme les provocaban. Era
    imposible que Franz me aceptara a mí, niño bien y alumno del
    Instituto; los otros dos chicos —yo me daba cuenta—
    renegarían de mí en el momento decisivo y me dejarían en la
    estacada.
    Por fin, de puro miedo que tenía, empecé también a contar. Me
    inventé una historia de ladrones y me adjudiqué el papel de
    héroe principal. Les conté que en un huerto cerca del molino
    había robado por la noche, con la ayuda de un amigo, un saco
    de manzanas; pero no de manzanas corrientes sino de reinetas
    y verdes doncellas de las más finas. Huyendo de los peligros
    del momento me refugié en aquella historia, ya que inventar y
    narrar me resultaba fácil. Tiré de todos los registros con tal de
    no terminar en seguida y quizás enredarme en cosas peores.
    Uno de nosotros, seguí contando, tenía que hacer de guardia
    mientras el otro, subido en el árbol, tiraba las manzanas. El saco
    pesaba tanto que al final tuvimos que abrirlo y dejar allí la
    mitad del contenido; pero al cabo de media hora volvimos por
    el resto.




    8
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Pascual Lopez Sanchez
    Pascual Lopez Sanchez
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 92477
    Fecha de inscripción : 29/06/2009
    Edad : 72
    Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 03 Ene 2025, 01:21

    Merecido trabajo sobre H.H.


    _________________
    NETANYAHU ASESINO


     ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
    Pascual Lopez Sanchez
    Pascual Lopez Sanchez
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 92477
    Fecha de inscripción : 29/06/2009
    Edad : 72
    Localización : Murcia / Muchas veces en Mazarrón/ Algunas en Cieza ( amo la ciudad donde nací; amo su río - Río Segura_ y amo sus montes secos llenos de espartizales)

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 03 Ene 2025, 01:23

    "—¿Lo has logrado?—preguntó Kamala—. ¿Has encontrado la
    paz?
    Él sonrió y puso su mano entre las de ella."

    Dificil pregunta e inteligente respuesta.


    _________________
    NETANYAHU ASESINO


     ISRAEL: ¡GENOCIDA! LA HISTORIA HABRÁ DE LLEVARLOS ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL POR CONTINUADOS CRÍMMENES DE GUERRA
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Vie 03 Ene 2025, 14:52

    Gracias, Pascual!.

    Hermann Hesse es profundo.



    ***************************


    ***


    Al terminar mi relato esperé algún aplauso; al fin y al cabo,
    había entrado en calor dejándome arrastrar por la fantasía. Sin
    embargo, los dos chicos más pequeños se quedaron callados, a
    la expectativa, y Franz Kromer, observándome con ojos
    escrutadores, me preguntó en tono amenazador:
    — ¿ Eso es verdad?
    —Sí —contesté.
    —¿De veras?
    —Sí, de veras —aseguré, mientras el miedo me ahogaba.
    —¿Lo puedes jurar?
    Me asusté mucho, pero dije en seguida que sí.
    —Entonces di: lo juro por Dios y mi salvación eterna. Yo repetí:
    —Por Dios y mi salvación eterna.
    —Bien —dijo, y se apartó de mí.
    Yo pensé que con esto me dejaría en paz; y me alegré cuando se
    levantó, poco después, y propuso regresar. Al llegar al puente
    dije tímidamente que tenía que irme a casa.
    —No correrá tanta prisa —rió Franz—, llevamos el mismo
    camino.
    Franz seguía caminando lentamente y yo no me atreví a
    escaparme, porque en verdad íbamos hacia mi casa. Cuando
    llegamos y vi la puerta con su grueso picaporte dorado, la luz
    del sol sobre las ventanas y las cortinas del cuarto de mi madre,
    respiré aliviado. La vuelta a casa. ¡Venturoso regreso a casa, a la
    luz, a la paz!
    Abrí rápidamente la puerta, dispuesto a cerrarla detrás de mí,
    pero Franz Kromer se interpuso y entró conmigo. En el zaguán
    fresco y oscuro, que recibía sólo un poco de luz del patio, se
    acercó a mí y, cogiéndome del brazo, dijo:
    —Oye, no tengas tanta prisa.
    Le miré asustado. Su mano atenazaba mi brazo con una fuerza
    de hierro. Me pregunté qué se propondría y si quizá me quería
    pegar. Si yo gritara ahora, pensé, si gritara fuerte, ¿bajaría
    alguien tan de prisa como para salvarme? Pero no lo hice.
    —¿Qué pasa? —pregunté—. ¿Qué quieres?
    —Nada especial. Quería preguntarte algo. Los otros no
    necesitan enterarse.
    —¡Ah, bueno! ¿Qué quieres que te diga? Tengo que subir.
    —Tú sabes a quién pertenece el huerto junto al molino,
    ¿verdad? —dijo Franz muy bajo.
    —No lo sé. Creo que al molinero.
    Franz me había rodeado con el brazo y me atrajo a sí de tal
    manera que tenía que mirarle a la cara muy de cerca. Sus ojos
    tenían un brillo maligno, sonreía torvamente y su rostro
    irradiaba crueldad y poder.
    —Oye, pequeño, te diré de quién es el huerto. Hace tiempo que
    sé lo del robo de las manzanas y que el propietario ha
    prometido dos marcos al que le diga quién robó la fruta.
    —¡Santo Dios! —exclamé—. ¿Pero no irás a decírselo?
    Me di cuenta de que no serviría de nada apelar a su sentido del
    honor. Pertenecía al “otro” mundo; para él la traición no era un
    crimen. Lo sabía perfectamente. En estas cosas la gente del
    “otro” mundo no era como nosotros.
    —¿No decir nada? —rió Kromer—. Amigo, ¿crees que falsifico
    monedas y que puedo fabricar de dos marcos cuando quiera?
    Soy bastante pobre, no tengo un padre rico como tú; y si puedo
    ganarme dos marcos aprovecho la ocasión. Quizá me dé aún
    más. Me soltó de pronto. Nuestro zaguán no olía ya a paz y a
    seguridad. El mundo se desmoronó a mi alrededor. Me
    denunciaría; yo era un delincuente. Se lo dirían a mi padre y
    quizá vendría hasta la policía a casa. Me amenazaban todos los
    horrores del caos; todo lo feo y todo lo peligroso se alzaba
    contra mí. Que en realidad yo no hubiera robado, carecía de
    importancia. Y además había jurado. ¡Dios mío! ¡Dios mío!
    Me brotaron las lágrimas. Se me ocurrió que podría pagarle mi
    rescate y busqué desesperadamente en mis bolsillos. Ni una
    manzana, ni una navaja: no tenía nada. Entonces me acordé de
    mi reloj, un viejo reloj de plata que no funcionaba y que yo
    llevaba por llevar. Había pertenecido a nuestra abuela. Lo
    saqué rápidamente.




    11
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 04 Ene 2025, 09:41

    ***

    —Kromer —dije—, escucha, no me denuncies, no estaría bien.
    Toma, te regalo mi reloj, no tengo otra cosa. Te lo puedes
    quedar. Es de plata, y la maquinaria es buena; tiene sólo un
    pequeño fallo, pero se puede arreglar.
    Kromer sonrió y tomó el reloj con su manaza. Miré aquella
    mano y me di cuenta de lo brutal y hostil que me era, de cómo
    amenazaba mi vida y mi paz.
    —Es de plata —dije tímidamente.
    —Me importa tres pitos tu plata y tu reloj —dijo con profundo
    desprecio—. Arréglalo tú.
    —¡Pero, Franz! —grité, temblando y temiendo que se fuera—.
    ¡Espera, toma el reloj!
    ¡Es de plata, de verdad, y no tengo otra cosa! Me miró fría y
    despectivamente.
    —Bueno, ya sabes dónde voy a ir. O también se lo puedo decir
    a la policía. Conozco bien al sargento.
    Se volvió para salir y yo le retuve por la manga. Aquello no
    podía suceder. Hubiera preferido antes morir que tener que
    soportar todo lo que pasaría si él se iba.
    —Franz —imploré ronco de excitación—, ¡no hagas tonterías!
    Es sólo una broma, ¿ no?
    —Sí, una broma; pero puede salirte muy cara.
    —Dime lo que tengo que hacer, Franz. Haré lo que sea.
    Me miró de arriba abajo guiñando los ojos y volvió a reírse.
    —¡No seas tonto! —dijo con falsa amabilidad—. Tú sabes tan
    bien como yo de qué se trata. Puedo ganarme dos marcos, y yo
    no soy un rico como tú para tirarlos. Tú lo sabes. Eres rico,
    tienes hasta un reloj. No necesitas más que darme esos dos
    marcos, y todo irá sobre ruedas.
    Ahora comprendí la lógica. Pero ¡dos marcos! Para mí era tanto
    y tan imposible como diez, cien o mil marcos. Yo no disponía
    de dinero. Tenía una hucha, que estaba en el cuarto de mi
    madre, en la que había algunas monedas, de las visitas de los
    tíos y de otras ocasiones parecidas. Aparte de esto, no tenía
    nada. Por entonces no me daban aún dinero para mis gastos.
    —No tengo nada —dije tristemente—. No tengo dinero. Pero te
    daré todo lo que tengo: un libro de indios, y soldados, y una
    brújula. Ahora te los bajo.
    Kromer sólo torció su boca agresiva y peligrosa y escupió en el

    suelo.
    —No digas estupideces —dijo en tono imperativo—. Puedes
    guardarte todas tus porquerías. ¡Una brújula! Mira, no hagas
    que me enfade y dame el dinero.
    —¡Pero si no tengo! No me dan nada. ¡No tengo la culpa!
    —Bueno, tú tráeme mañana los dos marcos. Te espero después
    del colegio en el mercado. Asunto terminado. Si no me traes el
    dinero, ¡prepárate!
    —¿Pero de dónde voy a sacarlo? ¡Por Dios, si no lo tengo!
    —En tu casa hay dinero de sobra. Arréglatelas como puedas; así
    que mañana después del colegio. Y te aseguro que si no me lo
    traes...
    Me lanzó una mirada terrible, escupió otra vez y desapareció
    como una sombra.
    No podía subir a casa. Mi vida estaba destrozada. Pensé
    escaparme para no volver más o tirarme al río; pero no eran
    ideas claras. Me senté a oscuras en el último peldaño de la
    escalera, me hice un ovillo y me entregué a mi desgracia. Allí
    me encontró llorando Lina, cuando bajó a coger leña con una
    cesta.

    Le pedí que no dijera nada y subí. En el perchero, junto a la
    puerta de cristal, colgaban el sombrero de mi padre y la
    sombrilla de mi madre; el hogar y la ternura me salían al
    encuentro en aquellos objetos, y mi corazón les saludó
    agradecido y suplicante, como el hijo pródigo a las viejas
    estancias de la casa paterna. Pero todo aquello ya no me
    pertenecía; era el mundo claro de los padres y yo me había
    hundido profunda y culpablemente en el torrente desconocido.
    Me había enredado en la aventura y el pecado, me amenazaba
    el enemigo, y me esperaban peligros, miedo y vergüenza. El
    sombrero y la sombrilla, el viejo suelo de ladrillo, el gran
    cuadro sobre el armario del pasillo, y desde el cuarto de estar la
    voz de mis hermanas mayores: todo aquello me resultaba más
    querido, más delicado y valioso que nunca, pero ya no era un
    consuelo y un bien seguro, sino un vivo reproche. Esto ya no
    era mío; yo no podía participar más de su alegría y
    tranquilidad. Llevaba en las botas barro que no podía limpiar
    en el felpudo, y traía conmigo sombras de las que el mundo del
    hogar nada sabía. Cuantos secretos y temores había yo tenido,
    habían sido un juego y una broma comparado con lo que traía
    hoy a estas habitaciones. El destino me perseguía; hacia mí se
    tendían unas manos de las que mi madre no podía protegerme
    y de las que nada debía saber. Que mi delito fuera hurto o
    mentira —¿no había jurado por Dios y mi salvación?—
    importaba poco. Mi pecado no era esto o aquello; mi pecado era
    haber dado la mano al diablo. ¿Por qué había ido con ellos?
    ¿Por qué había obedecido a Kromer en vez de a mi padre? ¿Por
    qué había inventado la historia del robo? ¿Por qué me había
    vanagloriado de un delito como si se tratara de una hazaña?
    Ahora el diablo me tenía agarrado por la mano; ahora el
    enemigo me perseguía.




    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 04 Ene 2025, 09:43

    ***

    Por un momento no sentí miedo por el día siguiente sino la
    terrible certidumbre de que mi camino iba cuesta abajo, hacia
    las tinieblas. Sentía claramente que a mi delito seguirían
    forzosamente otros, que mi presencia ante mis hermanas, mi
    saludo y mis besos a mis padres eran mentira porque yo llevaba
    en mí un destino y un secreto que escondía ante ellos.
    Durante un instante tuve un destello de confianza y esperanza
    al ver el sombrero de mi padre. Podía decirle todo y aceptar su
    sentencia y su castigo; podía hacerle mi confidente y mi
    salvador. Esto sólo significaría una penitencia, como lo había
    hecho muchas veces, una hora difícil y amarga, un pedir
    perdón arrepentido y contrito.
    ¡Qué dulce me parecía aquello! ¡Cómo deseaba hacerlo! Pero
    era imposible. Sabía que no lo haría. Sabía que ahora guardaba
    un secreto, una culpa que tenía que llevar yo solo. Quizá me
    encontraba ahora en un momento crucial; quizás iba a
    pertenecer desde ahora al mundo de los malos, a compartir
    secretos con los malvados, a depender de ellos, a obedecerles y
    a convertirme en uno de ellos. Había jugado a ser hombre y
    héroe y ahora tenía que soportar las consecuencias.
    Me gustó que, al entrar, mi padre se fijara en mis zapatos
    mojados. Aquello distraería su atención; así no se daría cuenta
    de lo peor y yo podía cargar con una reprimenda que en secreto
    trasladaba a la otra culpa. Al mismo tiempo surgió en mí un
    extraño y nuevo sentimiento lleno de espinas. ¡Me sentía
    superior a mi padre! Sentí durante un momento cierto
    desprecio por su ignorancia; su reprensión por las botas
    mojadas me parecía mezquina. “¡Si tú supieras!”, pensaba yo
    como un criminal al que interrogan por un panecillo robado,
    mientras él tiene asesinatos sobre su conciencia. Era un
    sentimiento feo y repulsivo pero muy fuerte y con un profundo
    encanto y que me encadenaba con fuerza a mi secreto y a mi
    culpa. Quizá, pensaba yo, Kromer ha ido ya a la policía y me ha
    denunciado; los nubarrones empiezan a amontonarse sobre mi
    cabeza y aquí me tratan como a un chiquillo.
    De toda esta vivencia, de cuánto va relatado hasta aquí,
    constituyó este momento lo más importante y perdurable. Fue
    el primer resquebrajamiento de la divinidad del padre, el
    primer golpe a los pilares sobre los que había descansado mi
    niñez y que todo hombre tiene que destruir para poder ser él
    mismo. Estos acontecimientos, que nadie ve, forman la línea
    interior y esencial de nuestro destino. El desgarrón cicatriza y
    se olvida, pero en el interior del ser continúa existiendo y
    sangrando. A mí mismo me dio en seguida miedo del nuevo
    sentimiento, y me hubiera tirado al suelo para besar a mi padre
    los pies y pedirle perdón. Pero no se puede pedir perdón por
    algo esencial; y eso lo siente y sabe un niño tan profundamente
    como un sabio.
    Tenía necesidad de pensar sobre este asunto y trazar caminos
    para el día siguiente; pero no pude hacerlo. Me pasé toda la
    tarde intentando acostumbrarme al ambiente transformado que
    reinaba en nuestro cuarto de estar. El reloj y la mesa, la Biblia y
    el espejo, la librería y los cuadros se despedían de mí; con el
    corazón helado, me veía obligado a contemplar cómo mi
    mundo y mi vida feliz y buena se transformaban en pasado y se
    desligaban de mí. Me veía sujeto por nuevas y absorbentes
    raíces al mundo extraño y tenebroso. Descubrí el gusto de la
    muerte; y la muerte sabe amarga porque es nacimiento, porque
    es miedo e incertidumbre ante una aterradora renovación. Por
    fin, llegó la hora de acostarme. Pero antes, como último
    purgatorio, tuve que aguantar las oraciones de la noche, en las
    que se cantó una de mis oraciones preferidas. Yo no canté; cada
    tono era como hiel y veneno para mí. Tampoco recé con ellos; y
    cuando mi padre pronunció la acción de gracias y terminó con
    las palabras: “Tu espíritu esté con nosotros”, un impulso me
    apartó de su comunidad. La gracia de Dios estaba con todos
    ellos pero no conmigo. Me fui a mi cuarto aterido y
    profundamente cansado.
    En la cama, después de un rato, cuando el calor y la seguridad
    me envolvían cariñosamente, mi corazón volvió otra vez a la
    angustia, revoloteando temeroso en torno a lo que había
    pasado. Mi madre acababa de darme las buenas noches, como
    siempre; sus pasos aún resonaban en la habitación y el
    resplandor de su vela aún refulgía en la puerta entreabierta.
    “Ahora —pensé—, ahora vendrá otra vez. Se ha dado cuenta de
    todo. Me dará un beso, me preguntará con bondad y
    comprensión y entonces podré llorar. Se me derretirá el hielo
    que tengo en la garganta, la abrazaré y se lo diré todo.
    Entonces, todo volverá a la normalidad. ¡Será la salvación!”
    Cuando la rendija dela puerta volvió a quedar a oscuras, estuve
    un rato escuchando, convencido de que tenía que suceder así
    por fuerza.
    Luego volví a mis penas y me enfrenté con mi enemigo. Le veía
    claramente. Tenía guiñado un ojo, su boca reía brutalmente y,
    mientras yo le miraba, seguro de que no podía escapar, él crecía
    y se hacía cada vez más horrible y sus ojos malvados lanzaban
    destellos diabólicos. Estuvo junto a mí hasta que me dormí; y
    entonces no soñé con él ni con las cosas de aquel día sino que
    mis padres, mis hermanas y yo íbamos en una barca y nos
    rodeaba la paz y la luz de un día de vacaciones. En medio de la
    noche me desperté, con el sabor de la felicidad aún en la boca;
    todavía veía brillar los trajes blancos de mis hermanas bajo el
    sol. Pero me precipité desde aquel paraíso a la realidad y de
    nuevo me encontré, cara a cara, con el enemigo de los ojos
    malvados.








    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 04 Ene 2025, 09:44

    ***

    Por la mañana, cuando mi madre entró presurosa diciendo que
    era tarde y preguntándome por qué estaba aún en la cama,
    tenía yo muy mala cara. Al preguntarme si me pasaba algo,
    vomité.
    Parecía que con aquello ganaba algo. Me gustaba estar un poco
    enfermo y pasarme una mañana entera en la cama, tomando
    manzanilla y escuchando cómo mi madre arreglaba el cuarto de
    al lado y Lina recibía al carnicero en el pasillo. Una mañana sin
    colegio era algo maravilloso y legendario. El sol jugueteaba en
    la habitación, pero no era el mismo sol contra el que se bajaban
    las cortinas verdes en el colegio. Sin embargo, todo aquello no
    tenía hoy el sabor de otras veces y me sonaba a falso.
    ¡Ojalá me hubiera muerto! Pero sólo me sentía un poco mal,
    como muchas veces me había sentido, y con eso no se arreglaba
    nada. Sí; me salvaba del colegio, pero no me salvaba de
    Kromer, que me esperaría a las once en el mercado. El cariño de
    mi madre no me consolaba; me molestaba y me dolía. Me hice
    el dormido y me puse a pensar. No había salida: a las once tenía
    que estar en el mercado. A las diez me levanté y dije que estaba
    mejor. Me contestaron, como siempre en estos casos, que me
    volviera a la cama y que si no tendría que ir al colegio por la
    tarde. Dije que iría de buena gana al colegio. Ya tenía trazado
    un plan.
    Sin dinero no podía presentarme a Kromer. Tenía que hacerme
    con la hucha, que al fin y al cabo me pertenecía. No contenía
    dinero suficiente, eso ya lo sabía; pero algo era, y un
    presentimiento me decía que mejor era eso que nada y que así
    Kromer se apaciguaría.

    cuenta de que había dado un paso más hacia Kromer y su
    mundo, de que iba poco a poco cuesta abajo, pero me obstiné
    en ello. ¡Al diablo todo! Ahora no podía volverme atrás. Conté
    el dinero con miedo. En la hucha hacía mucho ruido, pero
    ahora en la mano era una miseria: 65 céntimos. Escondí la
    hucha bajo la escalera y con el dinero en la mano salí de la casa,
    con una sensación totalmente nueva... Arriba alguien me
    llamaba, o eso me pareció; eché a andar de prisa. Aún tenía
    mucho tiempo por delante y fui dando rodeos por las callejas
    de una ciudad transformada, bajo nubes nunca vistas, ante
    edificios que me observaban y entre personas que sospechaban
    de mí. En el camino me acordé de que un compañero mío había
    encontrado un día un taler en el mercado de ganado. De buena
    gana hubiera rezado para que Dios hiciera un milagro y me
    permitiera un descubrimiento así. Pero yo no tenía derecho a
    rezar. Además, eso no hubiera arreglado la hucha rota.
    Franz Kromer me vio venir de lejos, pero se acercó lentamente y
    como si no me viera. Cuando llegó a mí me hizo un gesto para
    que le siguiera, bajó por la Strohgasse, cruzó el puente y siguió
    caminando hasta que se detuvo cerca de un edificio en
    construcción, ya en las afueras. Nadie estaba trabajando en la
    obra; los muros se levantaban desnudos, sin ventanas ni
    puertas. Kromer echó un vistazo a su alrededor y entró por una
    puerta. Yo le seguí. Se paró detrás de un muro, me llamó y
    tendió la mano.
    —¿Qué, lo traes? —preguntó fríamente.
    Saqué el puño del bolsillo y dejé caer mi dinero en la palma de
    su mano. Antes de que hubiera caído la última moneda, ya lo
    había contado.
    —Son sesenta y cinco céntimos —dijo, y me miró.
    —Sí —contesté tímidamente—. Es todo lo que tengo; no es
    bastante, ya lo sé. Pero es todo. No tengo más.
    —Te creía más listo —me replicó casi con bondad—. Entre
    hombres de honor tiene que haber orden. No quiero aceptar
    nada de ti que no sea justo, tú lo sabes. ¡Toma tus perras! El
    otro, ya sabes quién, no intentará regatear conmigo. Ese paga.
    —¡Pero no tengo más! Son todos mis ahorros.
    —Eso es cosa tuya. Pero vamos, no quiero hacerte daño. Me
    debes aún un marco y treinta y cinco céntimos. ¿Cuándo me los
    vas a dar?
    —Los tendrás, Kromer. ¡Seguro! Aún no sé cuándo, pero quizá
    tenga pronto dinero, mañana o pasado. Comprenderás que no
    puedo decírselo a mi padre.
    —A mí eso no me importa. Pero ya sabes que no quiero hacerte
    daño. Yo podía tener ese dinero antes del mediodía, y ya sabes
    que soy pobre. Tú tienes trajes bonitos y te dan mejor comida
    que a mí. Pero no voy a decir nada. Esperaré un poco. Pasado
    mañana te llamaré por la tarde, y me lo traes. ¿Conoces bien mi
    silbido? Me silbó una señal que ya había oído muchas veces.
    —Sí —dije—, ya sé.
    Tuve una sensación malísima al entrar en calcetines en el cuarto
    de mi madre para sacar la hucha de su escritorio. Pero no era
    una sensación tan insoportable como la de ayer. Los latidos del
    corazón casi me ahogaban, y no me fue mejor cuando descubrí
    en el zaguán que la hucha estaba cerrada. Era fácil abrirla: sólo
    había que romper una fina rejilla de hojalata; pero me dolió
    hacerlo porque con ese acto había cometido realmente un robo.
    Hasta ahora sólo había goloseado terrones de azúcar y fruta.
    Esto, sin embargo, era robar, aunque fuera mi dinero. Me di



    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 04 Ene 2025, 09:46

    ***

    Se marchó como si yo no tuviera nada que ver con él. Aquello
    había sido un negocio y nada más.
    Hoy todavía me asustaría el silbido de Kromer si lo oyera
    inesperadamente. Desde aquel día lo tuve que escuchar muchas
    veces; me daba la impresión de oírlo constantemente, sin cesar.
    No había lugar, juego, trabajo o pensamiento adonde no llegara
    ese silbido que me esclavizaba y que era mi destino. A menudo
    bajaba yo en las tardes suaves y multicolores de otoño a nuestro
    pequeño jardín, que tanto me gustaba, y un extraño impulso me
    llevaba a los juegos infantiles de épocas pasadas; jugaba a ser
    un niño más pequeño de lo que yo era y que aún era bueno,
    libre, inocente y protegido. En medio de los juegos sonaba
    desde cualquier parte el silbido de Kromer, siempre esperado
    pero siempre terriblemente inquietante e inoportuno,
    rompiendo la paz, destruyendo mis pensamientos. Entonces
    tenía que salir y seguir a mi verdugo a sitios apartados y feos,
    justificarme ante él y escuchar sus amenazadoras peticiones de
    dinero. Todo esto duraría unas semanas, pero a mí me pareció
    que fueron años, una eternidad. Raras veces conseguía dinero:
    de vez en cuando, alguna perra que robaba en la cocina, cuando
    Lina dejaba allí la bolsa de la compra. Kromer siempre me reñía
    y me hundía en su desprecio, diciendo que yo quería engañarle
    y estafarle, que era yo quien le robaba lo suyo y le hacía
    desgraciado. Nunca, en toda mi vida, he sentido la desdicha tan
    cerca del corazón; nunca he sentido mayor desesperanza ni
    mayor dependencia. Había llenado la hucha de fichas de jugar
    y la había vuelto a dejar en su Sitio. Nadie preguntó por ella.
    Pero también aquello podía venírseme encima cualquier día.
    Más que al silbido brutal de Kromer temía yo a mi madre
    cuando se acercaba a mí suavemente: ¿vendría acaso a
    preguntarme por la hucha?
    Como muchas veces me presentaba ante mi verdugo sin dinero,
    éste empezó a atormentarme y a utilizarme de otra manera. Me
    hacía trabajar para él. Me obligaba a hacer en su lugar los
    recados que le encargaba su padre, o me mandaba a hacer algo
    difícil como saltar diez minutos a la pata coja o colgar a un
    transeúnte un monigote en la espalda. Estos suplicios se
    prolongaban muchas noches en los sueños y yo me despertaba
    empapado de sudor.
    Durante un tiempo caí enfermo. Durante el día vomitaba a
    menudo y tenía frío; por la noche, sin embargo, tenía fiebre y
    sudores. Mi madre se daba cuenta de que algo no iba bien y me
    demostraba un cariño tan grande que me martirizaba, ya que
    no podía corresponderle con franqueza.
    Una vez mi madre me trajo un trocito de chocolate a la cama.
    Aquello era un recuerdo de años pasados, cuando solía recibir
    estas pequeñas sorpresas si había sido bueno. Me dolió tanto el
    recuerdo que sólo pude mover la cabeza. Ella me preguntó qué
    me pasaba y me acarició el pelo. Sólo pude responder: “Nada,
    nada. No quiero que me des nada”. Dejó el chocolate en la
    mesilla y salió de la habitación. Cuando al día siguiente me
    quiso interrogar sobre lo sucedido, hice como si no me acordara
    de ello. Un día trajo al médico, que me hizo un reconocimiento
    y me recetó abluciones frías por la mañana
    Mi estado durante aquel tiempo era una especie de
    desquiciamiento. En medio de la paz ordenada de nuestra casa
    yo vivía atemorizado y torturado como un fantasma; no
    participaba en la vida de los demás y raras veces me olvidaba
    de mí mismo. Con mi padre, que muchas veces me interrogaba
    irritado, me mostraba frío y hermético.









    25
    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Dom 05 Ene 2025, 14:46

    ***




    2. Caín




    La salvación de mis penalidades vino de una manera
    totalmente inesperada y fue acompañada al mismo tiempo de
    algo nuevo que ha estado actuando hasta hoy en mi vida.
    En nuestro colegio había ingresado hacía poco un nuevo
    alumno. Era hijo de una viuda rica, que había venido a vivir a
    nuestra ciudad, y llevaba un brazalete negro en la manga. Iba a
    una clase superior a la mía y tenía unos años más; pero a mí
    como a todos, me llamó en seguida la atención. Este alumno tan
    sorprendente parecía mucho mayor de lo que en realidad era. A
    nadie le daba la impresión de que fuera un chico. Entre
    nosotros se movía extraño y maduro, como un hombre, como
    un señor más bien. No era popular, no participaba en los juegos
    y menos en las peleas; únicamente su tono seguro y decidido
    frente a los profesores nos gustaba. Se llamaba Max Demian.
    Un día, como solía ocurrir en nuestro colegio, instalaron a otra
    clase en nuestra espaciosa aula, por no sé qué motivos. Esta
    clase era la de Demian. Nosotros, los pequeños, teníamos
    Historia Sagrada, y los mayores debían hacer una redacción.

    Mientras nos explicaban la historia de Caín y Abel, yo miraba
    de reojo la cara de Demian, que me fascinaba de manera
    extraña, y observaba aquel rostro seguro, inteligente y claro
    inclinado sobre su trabajo con atención y carácter. No parecía
    en absoluto un alumno haciendo sus deberes, sino un
    investigador dedicado a sus propios problemas. En el fondo no
    me resultaba simpático; al contrario, sentía algo contra él: me
    resultaba superior y frío, demasiado seguro de sí mismo. Sus
    ojos tenían la expresión de los adultos —que nunca gusta a los
    niños—, un poco triste y con destellos de ironía. Pero yo me
    sentía obligado a mirarle constantemente, me gustara o no; sin
    embargo, cuando él me dirigía la mirada, yo apartaba los ojos
    asustado. Si hoy recuerdo el aspecto que tenía Demian
    entonces, puedo decir que era diferente de todos los demás en
    cualquier sentido y que tenía una personalidad muy definida;
    por eso mismo llamaba la atención, aunque él hacía todo lo
    posible por pasar inadvertido, comportándose como un
    príncipe disfrazado que se encuentra entre campesinos y se
    esfuerza en parecer uno de ellos.

    Al terminar las clases, salió detrás de mí. Cuando los demás se
    dispersaron, me alcanzó y saludó. También este saludo
    resultaba muy adulto y cortés, aunque imitara nuestro tono de
    colegiales.
    —¿Vamos un rato juntos? —me preguntó con amabilidad.
    Me sentí muy halagado y dije que sí. Entonces le expliqué
    dónde vivía.
    —¡Ah! ¿Allí? —dijo sonriendo—. Conozco esa casa. Sobre
    vuestra puerta hay una cosa muy curiosa que me ha interesado
    desde que la vi.
    No supe al principio a lo que se refería y me asombró que
    conociera mi casa mejor que yo. Debía referirse al escudo que
    campeaba sobre el portón; con el paso del tiempo se había
    desgastado y había sido pintado varias veces; creo que no tenía
    nada que ver con nosotros y nuestra familia.
    —No sé lo que es —dije tímidamente—. Me parece que es un
    pájaro o algo parecido. Debe de ser muy antiguo. Dicen que la
    casa perteneció antiguamente a un convento.
    —Puede ser —asintió él—. Obsérvalo bien; esas cosas suelen ser
    muy interesantes. Creo que el pájaro es un gavilán.
    Seguimos adelante, yo muy aturdido. De pronto, Demian se rió,
    como si se le hubiera ocurrido algo muy divertido.
    —Hoy he asistido a vuestra clase —dijo—. Sobre la historia de
    Caín, el que llevaba un estigma en la frente, ¿no? ¿Te gusta?
    No, pocas veces me gustaba lo que tenía que estudiar. Sin
    embargo, no me atrevía a decirlo, porque era como si estuviera
    hablando con una persona mayor. Contesté que la historia me
    gustaba.

    Demian me dio unas palmaditas en el hombro.
    —No necesitas fingir, amigo. Pero esa historia es
    verdaderamente muy rara, mucho más que la mayoría de las
    que se tratan en clase. El profesor no ha dicho mucho; sólo lo
    habitual sobre Dios y el pecado, y todo eso. Pero yo creo...
    Se interrumpió sonriendo y me pregunto:
    —Oye, ¿pero esto te interesa? Pues yo creo —continuó— que la
    historia de Caín se puede interpretar de manera muy distinta.
    La mayoría de las cosas que nos enseñan son seguramente
    verdaderas, pero se pueden ver desde otro punto de vista que
    el de los profesores y generalmente se entienden entonces
    mucho mejor. Por ejemplo, no se puede estar satisfecho con la
    explicación que se nos da de Caín y la señal que lleva en su
    frente. ¿No te parece? Que uno mate a su hermano en una
    pelea, puede pasar; que luego le dé miedo y se arrepienta,
    también es posible; pero que precisamente por su cobardía le
    recompensen con una distinción que le proteja y que inspire
    miedo, eso me parece muy raro.
    —Sí, es verdad —dije interesado. El asunto empezaba a
    intrigarme—. ¿Pero cómo vas a interpretar si no la historia?




    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Dom 05 Ene 2025, 14:48

    ***
    Me dio una palmada en el hombro.
    —¡Muy sencillo! El estigma fue lo que existió en un principio y
    en él se basó la historia. Hubo un hombre con algo en el rostro
    que daba miedo a los demás. No se atrevían a tocarle; él y sus
    hijos les impresionaban. Quizás, o seguramente, no se trataba
    de una auténtica señal sobre la frente, de algo como un sello de
    correos; la vida no suele ser tan tosca. Probablemente fuera algo
    apenas perceptible, inquietante: un poco más de inteligencia y
    audacia en la mirada. Aquel hombre tenía poder, aquel hombre
    inspiraba temor. Llevaba una “señal”. Esto podía explicarse
    como se quisiera; y siempre se prefiere lo que resulta cómodo y
    da razón. Se temía a los hijos de Caín, que llevaban una “señal”.
    Esta no se explicaba como lo que era, es decir, como una
    distinción, sino como todo lo contrario. La gente dijo que
    aquellos tipos con la “señal” eran siniestros; y la verdad, lo
    eran. Los hombres con valor y carácter siempre les han
    resultado siniestros a la gente. Que anduviera suelta una raza
    de hombres audaces e inquietantes resultaba incomodísimo; y
    les pusieron un sobrenombre y se inventaron una leyenda para
    vengarse de ellos y justificar un poco todo el miedo que les
    tenían. ¿Comprendes?
    —Sí, eso quiere decir que Caín no fue malo. Entonces, ¿toda la
    historia de la Biblia es mentira?
    —Sí y no. Estas viejas historias son siempre verdad, pero no
    siempre han sido recogidas y explicadas como debiera ser. Yo
    pienso que Caín era un gran tipo y que le echaron toda esa
    historia encima sólo porque le tenían miedo. La historia era
    simplemente un bulo que la gente contaba; era verdad sólo lo
    referente al estigma que Caín y sus hijos llevaban y que les
    hacían diferentes a la demás gente.
    Yo estaba asombrado.
    —¿Y crees que lo del asesinato no fue tampoco verdad?
    —pregunté emocionado.
    Oh, sí! Seguramente es verdad. El más fuerte mató a uno
    más débil. Que fuera su hermano, eso ya se puede dudar.
    Además, no importa; a fin de cuentas, todos los hombres son
    hermanos. Así que un fuerte mató a un débil. Quizá fue un acto
    heroico, quizá no lo fue. En todo caso, los débiles tuvieron
    miedo y empezaron a lamentarse mucho. Y cuando les
    preguntaban: “¿Por qué no le matáis?”, ellos no contestaban,
    “porque somos unos cobardes”, sino que decían: “No se puede.
    Tiene una señal. ¡Dios le ha marcado!” Así nació la mentira.
    Bueno no te entretengo más. ¡Adiós!

    Dobló por la Altgasse y me dejó solo, sorprendido como jamás
    en toda mi vida. Nada más desaparecer, todo lo que me había
    dicho me pareció increíble. ¡Caín un hombre noble y Abel un
    cobarde! ¡La señal que llevaba Caín en la frente era una
    distinción! Era absurdo, blasfemo e infame. Y Dios, ¿dónde se
    quedaba? ¿No había aceptado el sacrificio de Abel? ¿No quería
    a Abel? ¡Qué tontería! Y empecé a pensar que Demian me había
    tomado el pelo y quería ponerme en ridículo. ¡Qué chico más
    inteligente y qué bien que hablaba! Pero no, no podía ser.
    De todos modos, nunca había recapacitado tanto sobre una
    historia, fuera o no de la Biblia. Y hacía tiempo que no olvidaba
    tan por completo a Franz Kromer, durante horas, una tarde
    entera. En casa leí la historia otra vez, tal como estaba en la
    Biblia. Era breve y clara. Resultaba una insensatez buscarle una
    interpretación especial y misteriosa. ¡Así cualquier asesino
    podría declararse elegido de Dios! No, era absurdo. Lo
    fascinante era la manera tan ligera y graciosa con que Demian
    sabía decir las cosas, como si todo fuera tan natural. Y además,
    ¡con qué mirada!
    Sin embargo, algo había en mí mismo que no estaba en orden
    sino en franco desorden. Yo había vivido en un mundo claro y
    limpio, había sido una especie de Abel, y ahora me encontraba
    metido en el “otro” mundo. Había caído tan bajo y, sin
    embargo, no tenía en el fondo tanta culpa. ¿Qué había
    sucedido? En ese momento me vino un recuerdo que casi me
    cortó la respiración. En aquella tarde aciaga, que dio comienzo
    a mi actual desgracia, había ocurrido aquello mismo con mi
    padre; durante un momento fue como si le hubiera
    desenmascarado y despreciado a él, a su mundo y a su
    sabiduría. Sí, en aquel momento yo, que era Caín y llevaba una
    marca en la frente, pensé que esa marca no era una vergüenza
    sino una distinción y que yo era superior a mi padre, superior a
    los buenos y piadosos precisamente por mi maldad y mi
    desgracia. Entonces no comprendí estas cosas con mente clara,
    pero las intuí en una llamarada de sentimientos, de extrañas
    emociones, que me dolían pero me llenaban de orgullo.



    31

    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Lun 06 Ene 2025, 10:21

    ***



    ¡De qué manera tan extraña había hablado Demian de los
    valientes y de los cobardes!
    ¡Cómo había interpretado la señal en la frente de Caín! ¡Y cómo
    habían brillado sus ojos, sus extraños ojos de hombre! Se me
    ocurrió que Demian mismo era un Caín. ¿Por qué le defendía si
    no se sentía semejante a él? ¿Por qué tenía aquel poder en la
    mirada? ¿Por qué hablaba tan despectivamente de los “otros”,
    los cobardes, que son en verdad los piadosos, los elegidos de
    Dios?
    Con estos pensamientos no acababa de llegar a ninguna
    conclusión. Una piedra había caído en el pozo: el pozo era mi
    alma joven. Durante mucho tiempo esta historia de Caín, con el
    homicidio y la “señal”, fue el punto de partida de mis intentos
    de conocimiento, duda y crítica.
    Observé que también los otros condiscípulos se preocupaban
    mucho de Demian. No comenté con nadie nuestra conversación
    sobre la historia de Caín, pero Demian parecía interesar
    también a los otros. En todo caso, surgieron muchos rumores
    sobre el “nuevo”. ¡Si aún los pudiera recordar todos!; cada uno
    de esos rumores le caracterizaría, cada uno se podría
    interpretar. Sólo recuerdo que primero se dijo que la madre de
    Demian era muy rica. Se decía, también, que nunca iba a la
    iglesia, y tampoco su hijo. Que eran judíos, opinaba uno, pero
    que también podían ser mahometanos.
    Se contaban verdaderas leyendas sobre la fuerza física de Max
    Demian. Desde luego, era el más fuerte de su clase; y cuando
    uno le retó a una pelea y le llamó cobarde porque no quería
    aceptarla, Demian le humilló horriblemente. Los que
    presenciaron la escena decían que Demian le había cogido con
    una mano por la nuca y apretado con tanta fuerza que el otro se
    puso pálido y abandonó la lucha. Durante días no había podido
    mover el brazo. Una tarde hasta se dijo que había muerto. De
    Demian se afirmaban las cosas más insólitas, que eran creídas
    durante unos días. Todo era muy raro y excitante. Al cabo del
    tiempo todos se cansaron del tema. Pero en seguida surgieron
    nuevos cuentos entre los chicos, que afirmaban que Demian
    tenía relaciones íntimas con chicas y que “lo sabía todo”.
    Mientras tanto, mi asunto con Franz Kromer seguía su curso
    fatal. No llegaba a librarme, porque yo me sentía atado a él
    aunque me dejara tranquilo unos días. En mis sueños estaba a
    mi lado como una sombra; y lo que no me hacía en la realidad,
    se lo permitía mi fantasía en mis sueños, en los que me convertí
    en su esclavo. Acabé por vivir más en estos sueños que en la
    realidad —siempre he soñado mucho— y por perder fuerza y
    vida con estas sombras. Entre otras cosas soñaba a menudo que
    Kromer me maltrataba, que me escupía y se arrodillaba sobre
    mí; y, lo que era peor, que con su tremenda influencia me
    inducía a cometer crímenes terribles. El más espantoso de ellos,
    del que me desperté como enloquecido, era una tentativa de
    asesinato contra mi padre. Kromer afilaba un cuchillo.
    Estábamos escondidos entre los árboles de un paseo esperando
    a alguien, yo no sabía a quién; pero cuando apareció una
    persona y Kromer me indicó, apretándome el brazo, que era
    aquella a quien tenía yo que apuñalar, vi que era mi padre.
    Entonces me desperté.
    Con todo esto, pensaba mucho en Caín y Abel pero poco en
    Demian. Volvió a aparecer, es curioso, también en sueños. Yo
    volvía a soñar con malos tratos y violencias; pero esta vez, en
    lugar de Kromer, era Demian el que se arrodillaba sobre mí.
    Pero —y esto era nuevo y me impresionó profundamente—
    todo lo que había sufrido bajo Kromer con angustia y repulsión
    lo sufría a gusto bajo Demian, con un sentimiento mezcla de
    placer y temor. Es

    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Lun 06 Ene 2025, 10:22

    ***

    Con todo esto, pensaba mucho en Caín y Abel pero poco en
    Demian. Volvió a aparecer, es curioso, también en sueños. Yo
    volvía a soñar con malos tratos y violencias; pero esta vez, en
    lugar de Kromer, era Demian el que se arrodillaba sobre mí.
    Pero —y esto era nuevo y me impresionó profundamente—
    todo lo que había sufrido bajo Kromer con angustia y repulsión
    lo sufría a gusto bajo Demian, con un sentimiento mezcla de
    placer y temor. Este sueño lo tuve dos veces; después, Kromer
    volvió a su lugar.
    Lo que vivía en estos sueños y lo que vivía en la realidad no
    puedo ya separarlo con exactitud. En todo caso, mi ruin
    relación con Kromer siguió su curso y no terminó cuando, por
    fin, le pagué la suma debida a costa de una serie de pequeños
    hurtos. Ahora Franz conocía esos hurtos, porque siempre me
    preguntaba de dónde sacaba el dinero; de esta forma me tenía
    más que nunca en sus manos. A veces me amenazaba con
    contarle todo a mi padre; y entonces el miedo no era más
    34
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    grande que el profundo pesar de no haberlo hecho yo desde un
    principio. No obstante, a pesar de lo mal que me sentía, no me
    arrepentía del todo; al menos, no siempre. A menudo sentía que
    todo tenía que ser necesariamente así, que sobre mí pesaba un
    maleficio y que era inútil querer romperlo.
    Probablemente mis padres sufrían también con esta situación.
    Yo estaba poseído por un espíritu extraño; ya no cabía en
    nuestra comunidad, que tan unida había estado y a la que solía
    añorar desesperadamente como un paraíso perdido. Me
    trataban, sobre todo mi madre, más como a un enfermo que
    como a un malvado; pero mi verdadera situación la veía
    claramente reflejada en el comportamiento de mis dos
    hermanas, que era cariñoso, pero que me hacía muy
    desdichado. La conducta de mis hermanas me hacía ver
    claramente que yo era una especie de poseído, más digno de
    compasión que de reproche, pero a fin de cuentas en manos del
    mal. Sabía que rezaban por mí, de manera diferente que antes;
    y sabía que era inútil. Sentía ardientemente el deseo de
    descargarme, la necesidad de una verdadera confesión; y
    presentía, sin embargo, que no podría explicar o decir todo ni a
    mi padre ni a mi madre. Sabía que escucharían con cariño, que
    me tratarían con cuidado y hasta me compadecerían; pero no
    me comprenderían del todo y aquello se juzgaría como una
    especie de desliz, siendo como era el propio destino.
    Ya sé que muchos no creerán que un niño de casi once años
    pueda sentir esto. Para ellos no escribo mi historia: se la cuento
    a los que conocen mejor al ser humano. El hombre adulto, que
    ha aprendido a convertir una parte de sus sentimientos en
    pensamientos, echa de menos éstos en el niño y cree que las
    vivencias tampoco han existido. Pero yo no he sentido nunca en
    mi vida nada tan profundamente, ni he sufrido nunca tanto
    como entonces.
    Un día de lluvia fui citado por mi verdugo en la plaza del
    castillo, y allí permanecí esperándole, hurgando con los pies en
    la hojarasca mojada que aún caía de los árboles negros y
    goteantes. Yo no traía dinero pero había apartado dos trozos de
    pastel que llevaba conmigo, para por lo menos poder entregarle
    algo a Kromer. Ya me había acostumbrado a esperarle así en
    cualquier esquina, a veces un rato largo, y lo aceptaba como
    quien acepta lo inevitable.
    Por fin apareció Kromer. Esta vez se entretuvo poco. Me dio
    unos cuantos puñetazos en las costillas, se rió, se comió el
    pastel y me ofreció incluso un cigarrillo húmedo que yo
    rechacé. Estaba más amable que de costumbre
    —Oye —dijo al marcharse—, que no se me olvide: podrías
    traerte la próxima vez a tu hermana, a la mayor. ¿Cómo se
    llama?
    No comprendía. Tampoco di contestación. Sólo le miré
    desconcertado.
    —¿Qué te pasa? ¿No entiendes? ¡Que traigas a tu hermana!
    —Pero Kromer, eso es imposible. No puedo hacerlo; además,
    ella no vendría. Estaba seguro de que se trataba otra vez de un
    pretexto para martirizarme. Así acostumbraba a hacer; me
    exigía algo imposible, me daba un susto, me humillaba, y luego
    lentamente se avenía a un compromiso. Entonces yo me tenía
    que rescatar con dinero y obsequios.
    Pero esta vez era completamente diferente. Casi no se enfadó
    ante mis negativas.
    —Bueno —dijo sin darle importancia—, ya lo pensarás. Quiero
    conocer a tu hermana, ya nos las arreglaremos. Te la traes de
    paseo y yo me hago el encontradizo. Mañana te llamaré y
    hablaremos sobre ello




    35
    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 13:38

    ***


    Cuando se marchó, empecé a darme cuenta de lo que
    significaba su plan. Yo era aún un niño, pero sabía de oídas que
    los chicos y las chicas, cuando eran un poco mayores, podían
    hacer entre sí cosas misteriosas, indecentes y prohibidas. Y
    entonces yo... De pronto, me di cuenta de lo monstruoso que
    era aquello. Decidí no hacerlo jamás. Pero no me atrevía casi a
    pensar en lo que sucedería, en cómo se vengaría Kromer.
    Comenzaba un nuevo suplicio; aún no era bastante lo ya
    pasado.
    Desesperado, crucé la plaza desierta, con las manos en los
    bolsillos. ¡Nuevos tormentos, nueva esclavitud!
    De pronto, me llamó una voz fresca y grave. Me asusté y eché a
    correr. Alguien corría detrás de mí y una mano me sujetó
    suavemente. Era Max Demian.
    Me rendí.
    —¿Eres tú? —dije vacilante—. ¡Qué susto!
    Me miró de una manera que nunca me había parecido tan
    penetrante, tan adulta y tan sensata como en aquel momento.
    Hacía mucho que no habíamos hablado.
    —Lo siento —dijo con sus modales correctos y tan peculiares—.
    Pero, oye, ¡no debe uno asustarse así!
    —Sí..., pero puede ocurrir.
    —Eso parece. Mira, si te sobresaltas de esa manera ante alguien
    que no te ha hecho nada, ese alguien empieza a reflexionar, se
    extraña, se intriga. Ese alguien piensa que eres demasiado
    asustadizo, y se dice: “eso pasa sólo cuando se tiene miedo”.
    Los cobardes tienen siempre miedo; yo creo que tú no eres un
    cobarde, ¿verdad? Claro que tampoco un héroe. Hay cosas y
    también personas que te asustan. Y eso no debe ser. No, nunca
    hay que tener miedo de los hombres. Tú no me tienes miedo a
    mí, ¿no? ¿O quizá sí?
    —Oh, no, en absoluto.
    —¿Lo ves? Pero hay personas de las que tienes miedo.
    —No sé... ¡Déjame!, ¿qué quieres de mí?
    Demian seguía a mi lado, aunque yo había acelerado el paso
    pensando en huir. Sentía su mirada sobre mí.
    —Suponte —continuó— que yo te quiero ayudar. Desde luego,
    no tienes por qué temerme. Me gustaría hacer un experimento
    contigo; es divertido, y además aprenderás algo, lo que nunca
    está de más... Verás, de vez en cuando me ensayo en el arte de
    leer los pensamientos. No se trata de brujería; pero cuando no
    se sabe cómo se hace, resulta muy extraño. Se puede
    desconcertar mucho a la gente. Vamos a probar contigo. Bueno,
    yo te tengo simpatía, me intereso por ti, y me gustaría descubrir
    cómo eres por dentro. Para ello ya he dado el primer paso. Te
    he asustado: eres, pues, asustadizo. Hay cosas y personas que te
    asustan. ¿Por qué? No es necesario tener miedo de nadie. Si se
    teme a alguien, es porque ese alguien tiene poder sobre uno.
    Por ejemplo, se ha cometido algo malo y otro lo sabe; entonces,
    esa persona tiene poder sobre ti. ¿Comprendes? ¿Está claro, no?
    Le miré aturdido. En lo que decía había seriedad e inteligencia,
    como siempre; pero ninguna ternura, sino más bien severidad,
    justicia o algo parecido. No supe qué decir. Me parecía tener un
    mago ante mí.
    —¿Comprendes? —me preguntó otra vez. Asentí con la cabeza.
    No podía decir nada.
    —Ya te dije —continuó— que resulta muy raro esto de leer los
    pensamientos, pero tiene una explicación completamente
    normal. Por ejemplo, podría decirte con exactitud lo que
    pensaste de mí cuando te conté la historia de Caín y Abel. Pero,
    vamos, esto no viene a cuento. Incluso creo posible que hayas
    soñado conmigo. Dejémoslo. Eres un chico inteligente. ¡Los
    demás son tan tontos...! De vez en cuando me gusta charlar con
    un chico sensato, en el que pueda confiar. ¿Te parece bien?
    —Desde luego. Aunque no comprendo...








    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Miér 08 Ene 2025, 13:40

    ***

    —Sigamos con nuestro experimento. Hemos descubierto que el
    muchacho S es asustadizo. Teme a alguien; probablemente
    comparte con ese alguien un secreto que le resulta incómodo.
    ¿Es así, más o menos?
    Como en el sueño, sucumbí a su voz y a su influjo. Asentí. ¿No
    hablaba por él una voz que sólo podía salir de mí mismo? ¿Que
    lo sabía todo? ¿Que sabía todo mejor y con más claridad que
    yo?
    Demian me dio una fuerte palmada en la espalda.
    —Entonces, estoy en lo cierto. Ya me lo imaginaba. Ahora, otra
    pregunta: ¿sabes cómo se llama el chico que se marchó hace un
    rato?
    Me quedé aterrado. Mi secreto, violado, se retorcía
    dolorosamente en mi interior, no queriendo salir a la luz.
    —¿Qué chico? No había ningún chico aquí, solamente yo. Se
    echó a reír.
    —Dilo, anda —dijo riendo—. ¿Cómo se llama? Murmure:
    —¿Te refieres a Franz Kromer?
    Asintió satisfecho.
    —¡Bravo! Eres un gran chico. Nos haremos buenos amigos.
    Ahora tengo que decirte una cosa: ese Kromer, o como se llame,
    es una mala persona. Su cara me dice que es un golfo. ¿Qué te
    parece a ti?
    —¡Oh, sí —suspiré—, es malo! ¡Es un demonio! ¡Pero que no se
    entere! ¡Por Dios, que no se entere! ¿Le conoces? ¿Te conoce él a
    ti?
    —Tú, tranquilo. Se ha marchado y no me conoce..., al menos
    todavía. Pero me gustaría conocerlo. ¿Va a la escuela?
    —Sí.
    —¿A qué clase?
    —A la quinta. ¡Pero no le digas nada! Por favor, no le digas
    nada, te lo suplico.
    —No te asustes, que no pasará nada. Probablemente no tendrás
    muchas ganas de contarme algo más de ese Kromer, ¿verdad?
    —¡No puedo! ¡No! ¡Déjame! Permaneció en silencio un rato.
    —Es una pena —prosiguió—, podríamos haber continuado el
    experimento. Pero no quiero martirizarte. Te darás cuenta de
    que ese miedo que te produce no es bueno, ¿verdad? Un miedo
    así nos va destrozando, hay que liberarse de él. Tienes que
    hacerlo si quieres convertirte en un hombre. ¿Comprendes?
    —Sí, tienes toda la razón..., pero no puede ser. No sabes...
    —Ya has visto que algo sé, más de lo que tú creías. ¿Acaso le
    debes dinero?
    —Sí, eso también, pero no es lo más importante. ¡No puedo
    decírtelo, no puedo!
    —¿No te serviría de nada si yo te diera todo el dinero que le
    debes? Podría muy bien dártelo.
    —No, no. No es eso. Y te ruego que no digas a nadie nada. ¡Ni
    una palabra!
    —Confía en mí, Sinclair. Ya me contarás un día tus secretos...

    — ¡Nunca! ¡Jamás! — grité violentamente.
    —Como tú quieras. Sólo pienso que quizá más adelante me
    cuentes más cosas.
    ¡Voluntariamente, por supuesto! ¿No irás a creer que yo voy a
    actuar como el mismísimo Kromer?
    —¡Oh, no! ¿Pero no sabes nada de todo esto?
    —Nada. Únicamente pienso sobre ello. Y nunca haré lo que
    hace Kromer, puedes creerme. Además, a mí no me debes nada.
    Nos callamos un rato y me tranquilicé un poco. Pero lo que
    sabía Demian cada vez me parecía más misterioso.
    —Me voy a casa —dijo, y se apretó más su abrigo bajo la
    lluvia—. Aún quería decirte otra cosa, ya que hemos ido tan
    lejos: deberías librarte de ese tipo. Si no puedes de otra manera,
    mátalo






    41
    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Vie 10 Ene 2025, 20:20

    ***

    Me impresionaría y me gustaría que lo hicieras. Yo te ayudaría.
    El miedo me asaltó de nuevo. Recordé de pronto la historia de
    Caín. Aquello empezaba a ser terrible y empecé a llorar
    silenciosamente. Había demasiados enigmas a mi alrededor.
    —Bueno, bueno —sonrió Max Demian—, anda, vete a tu casa.
    Ya lo arreglaremos. Aunque matarlo sería lo más sencillo. En
    estos casos, lo más sencillo es siempre lo mejor. No estás tú en
    buenas manos con tu amigo Kromer.
    Al llegar a casa me pareció que había estado fuera un año. Todo
    tenía otro aspecto. Entre Kromer y yo había surgido algo como
    un futuro, como una esperanza. ¡Ya no estaba solo! Y ahora me
    di cuenta de lo espantosamente solo que había permanecido
    durante semanas y semanas con mi secreto. Enseguida volví a
    pensar lo de tantas veces: que una confesión a mis padres me
    aliviaría pero no me redimiría por completo. Casi me había
    confesado a otro, a un extraño; y el presentimiento de liberación
    volaba hacia mí como un fuerte perfume.
    De todos modos, mi miedo no había aún desaparecido ni
    mucho menos. Estaba preparado para largas y horribles
    disputas con mi enemigo. Por eso me pareció muy raro que
    todo transcurriera con tanta tranquilidad, calma y secreto.
    El silbido de Kromer delante de mi casa no se oyó durante un
    día, dos, tres, una semana. No me atrevía a creerlo; y en mi
    fuero interno estaba alerta, no fuera a aparecer de pronto,
    precisamente cuando menos lo esperaba. ¡Pero no apareció!
    Desconfiando de la nueva libertad, no terminaba de creerlo.
    Hasta que por fin me encontré con Franz Kromer en la calle.
    Bajaba por la Seilergasse, justo a mi encuentro. Al verme se
    estremeció, torció la cara en una mueca terrible y se volvió sin
    más para no tener que encontrarse conmigo.
    Aquello fue para mí un momento indescriptible. ¡Mi enemigo
    huía de mí! ¡Mi verdugo me tenía miedo! La alegría y la
    sorpresa me traspasaron por completo.
    Por aquellos días volví a ver a Demian, que me esperaba a la
    puerta del colegio.
    —¡Hola! —dije.
    —Buenos días, Sinclair. Quería saber cómo te va. Supongo que
    Kromer te deja ahora tranquilo.
    —¿Es cosa tuya? Pero ¿cómo lo has conseguido? No lo
    comprendo. ¡Ha desaparecido por completo!
    —Muy bien. Y por si acaso se le ocurre volver —creo que no lo
    hará, pero es un caradura—, dile entonces que se acuerde de
    Demian.
    —Pero ¿cómo te las has arreglado? ¿Te has peleado con él, le
    has pegado?
    —No, eso no me gusta. Sólo he hablado con él, como he hecho
    contigo, y le he explicado que sería mucho mejor para él que te
    dejara en paz.
    —¿No le habrás dado dinero?
    —No, querido. Ese camino ya lo has intentado tú.
    Se separó de mí, aunque yo intenté preguntarle más cosas. Me
    quedé con el viejo y confuso sentimiento que Demian me
    inspiraba, mezcla extraña de agradecimiento y recelo,
    admiración y miedo, simpatía y repulsa.
    Me propuse verle pronto, para hablar más con él de todo y
    también de la historia de Caín.
    No llegué a hacerlo.
    La gratitud es una virtud en la que no tengo ninguna fe, y
    pedírsela a un niño me parece un error; así que no me
    sorprende demasiado la total ingratitud que demostré a Max
    Demian. Hoy tengo la certeza de que hubiera enfermado y me
    hubiera estropeado para toda la vida si él no me hubiera
    liberado de las garras de Kromer. Ya entonces sentí aquella
    liberación como el acontecimiento más grande de mi joven
    vida; pero al libertador mismo, cuando hubo llevado a cabo el
    milagro, lo dejé a un lado.




    44
    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 11 Ene 2025, 19:51

    ***

    Como he dicho, la ingratitud no me resulta extraña. Sólo me
    sorprende la falta de curiosidad que demostré. ¿Cómo era
    posible que yo siguiera viviendo un solo día con tranquilidad
    sin intentar acercarme a los misterios con que Demian me había
    puesto en contacto? ¿Cómo podía dominar el deseo de oír más
    cosas sobre Caín, sobre Kromer y la lectura de pensamientos?
    Es incomprensible, pero así fue. Me vi de pronto liberado de
    unas redes diabólicas; el mundo se me ofrecía de nuevo
    luminoso y alegre; ya no me asaltaban los miedos y las
    angustiosas palpitaciones. El maleficio estaba roto; ya no era un
    condenado sometido a terribles torturas, sino otra vez un
    colegial, como antes. Mi naturaleza intentaba volver con toda
    rapidez al equilibrio y a la tranquilidad y se esforzaba sobre
    todo en apartar y olvidar todo lo feo y amenazador. Mi
    memoria olvidó con fantástica rapidez toda la historia de mi
    culpa y mis miedos, sin dejar aparentemente una cicatriz o una
    huella. También comprendo hoy que olvidara a mi salvador
    con la misma rapidez. Del valle de lágrimas de mi condenación,
    de la espantosa esclavitud a Kromer hui con todos los instintos
    y las fuerzas de mi alma maltrecha a refugiarme allí donde me
    había sentido feliz y tranquilo: al paraíso perdido que se volvía
    45
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    a abrir, al mundo claro de los padres y de las hermanas, a la
    fragancia de la pureza, a la gracia del Dios de Abel.
    El mismo día de mi breve conversación con Demian, cuando
    me convencí del todo de mi recobrada libertad y ya no temí las
    recaídas, hice lo que tantas veces y tan ardientemente había
    deseado: confesé. Fui a mi madre, le enseñé la hucha con el
    cierre roto y llena de fichas en lugar de dinero, y le conté cómo
    me había encadenado por mi propia culpa a un malvado
    verdugo durante largo tiempo. Ella no comprendió todo; pero
    vio mi hucha, mi mirada transformada, oyó mi voz y sintió que
    yo había sanado, que su hijo le había sido devuelto.
    Y entonces celebré con elevados sentimientos la fiesta de mi
    reintegración, la vuelta al hogar del hijo pródigo. Mi madre me
    condujo ante mi padre; se repitió la historia, interrumpida por
    preguntas y exclamaciones de asombro. Mis padres me
    acariciaban la cabeza y suspiraban, aliviados de su
    preocupación. Todo era maravilloso, todo era como en los
    cuentos, todo se resolvía en una fantástica armonía.
    En ella me refugié con verdadero apasionamiento. No me
    saciaba de comprobar que había conseguido otra vez mi paz y
    la confianza de mis padres. Me convertí en un niño modelo.
    Jugaba más que nunca con mis hermanas y durante los rezos
    me unía a las entrañables y viejas canciones y plegarias con el
    sentimiento del que ha sido liberado de las culpas. Lo hacía de
    todo corazón; en aquello no había engaño.
    Sin embargo, las cosas no estaban en orden. Y aquí está la razón
    que explica mi ingratitud hacia Demian de una manera
    satisfactoria. ¡Debía haberme confesado a él! La confesión
    habría resultado menos decorativa y emocionante, pero hubiera
    sido para mí más fructífera. Ahora yo me agarraba con todas
    mis raíces a mi antiguo mundo paradisíaco; había vuelto a él, y
    fui acogido con clemencia. Demian no pertenecía a este mundo,
    no encajaba en él. Además, también él —de otro modo que
    Kromer— era un seductor que me unía al mundo malo y
    corrupto; ahora que volvía a ser Abel, yo no quería traicionar a
    Abel y ayudar a ensalzar a Caín.
    Hasta aquí, el proceso exterior. El interior, sin embargo, era
    otro; me sentía liberado de las garras de Kromer y del diablo,
    pero no por mi propia fuerza o mérito. Había intentado
    caminar por los caminos del mundo, pero éstos habían
    resultado demasiado inseguros para mí. Ahora que una mano
    amiga me había salvado, yo huía, sin echar una mirada atrás, al
    regazo de mi madre y a la seguridad de una infancia protegida
    y piadosa. Me hice más joven, dependiente e infantil de lo que
    en verdad era. Me sentí obligado a sustituir la dependencia de
    Kromer por otra nueva, pues era incapaz de andar solo. Elegí
    con mi ciego corazón la dependencia de mis padres, del viejo y
    querido “mundo de luz”, del que ya sabía que no era el único.
    De no haberlo hecho así, tendría que haberme decidido por
    Demian y haberle confiado todo. Me pareció justificarme por la
    desconfianza que me inspiraban sus extraños pensamientos; en
    el fondo, no era más que miedo. Porque Demian me hubiera
    exigido más que los padres, mucho más; él hubiera intentado
    hacerme más independiente, con estímulos y reprimendas, con
    burlas e ironía. Sí, eso lo sé yo; nada hay más molesto para el
    hombre que seguir el camino que le conduce a sí mismo.






    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 11 Ene 2025, 19:53

    ***
    Sin embargo, no pude evitar que medio año más tarde, en un
    paseo con mi padre, surgiera la pregunta de por qué algunas
    gentes opinaban que Caín era mejor que Abel. Se quedó muy
    sorprendido y me explicó que era una interpretación bastante
    antigua que databa de los primeros tiempos del cristianismo; se
    había enseñado en determinadas sectas, entre ellas la llamada
    de los “cainitas”. Naturalmente, esta disparatada teoría no era
    más que un intento del demonio para destruir nuestra fe;
    porque si creemos en el derecho de Caín y en la falta de derecho
    de Abel, entonces resulta que Dios se ha equivocado y que el
    Dios de la Biblia no es el único verdadero sino un Dios falso. En
    realidad, esto es lo que habían predicado los cainitas. Pero esta
    herejía había desaparecido hacía mucho y le sorprendía que un
    compañero mío hubiera llegado a saber algo de ella. De todos
    modos, me aconsejó seriamente que olvidara aquellos
    pensamientos.





    3. El mal ladrón




    Se podrían contar cosas hermosas, delicadas y amables de mi
    infancia, de mi seguridad junto a los padres, del amor filial y de
    la vida apacible, caprichosa en aquel ambiente suave, cariñoso
    y diáfano. Pero sólo me interesan los pasos que di en la vida
    para llegar a mí mismo. Todos los bellos momentos de reposo,
    los islotes de felicidad y los paraísos cuyo encanto conocí
    quedan en la lejanía resplandeciente y no deseo volver a
    pisarlos.
    Por eso, al evocar mi juventud, hablaré sólo de lo nuevo que me
    salió al encuentro, impulsándome adelante y desarraigándome.
    Las acometidas vinieron una y otra vez del “otro mundo”, y
    siempre trajeron consigo miedo, violencia y remordimiento.
    Siempre fueron turbulentas y pusieron en peligro la paz en que
    yo hubiera querido vivir constantemente.
    Vinieron los años en los que volví a descubrir que en mi interior
    latía un instinto que en el mundo permitido y diáfano había que
    disimular y ocultar. Como a todo ser humano, también a mí me
    asaltó el lento despertar del sentimiento del sexo, como un
    enemigo destructor, como la tentación, lo prohibido y el
    pecado. Lo que mi curiosidad buscaba, lo que suscitaba sueños,
    placer y miedo —el gran misterio de la pubertad— no encajaba
    en absoluto dentro de la felicidad mimada de mi paz infantil.
    Yo hice como todos. Llevé la doble vida del niño que ya no es
    un niño. Mi conciencia habitaba en el mundo familiar y
    permitido; mi conciencia negaba el nuevo mundo que surgía.
    Pero al margen de aquél, yo vivía en sueños, instintos y deseos
    subconscientes sobre los que construía puentes la conciencia,
    cada vez más atemorizada porque el mundo infantil se
    desmoronaba. Como casi todos los padres, tampoco los míos
    colaboraron en el despertar de los instintos vitales, de los que
    nunca se hablaba. Sólo colaboraban con un cuidado infatigable
    en mis esfuerzos desesperados por negar la realidad y seguir
    viviendo en un mundo infantil, que cada día era más irreal y
    más falso. No sé si los padres pueden hacer mucho en estos
    casos, y no hago a los míos ningún reproche. Acabar con mi
    problema y encontrar mi camino era sólo cosa mía; y yo no
    actué bien, como la mayoría de los bien educados.
    Todos los hombres pasan por estas dificultades. Para el hombre
    medio es éste el punto en que las exigencias de su propia vida
    entran en colisión dramática con las circunstancias, el punto en
    que tiene que luchar más duramente por alcanzar el camino
    que conduce hacia adelante. Muchos viven tal morir y renacer,
    que es nuestro destino, sólo en ese momento de su vida en que
    el mundo infantil se resquebraja y se derrumba lentamente,
    cuando todo lo que amamos nos abandona y, de pronto,
    sentimos la soledad y la frialdad mortal del universo que nos
    rodea. Muchos se estrellan para siempre en este escollo y
    permanecen toda su vida apegados dolorosamente a un pasado
    irrecuperable, al sueño del paraíso perdido, que es el peor y
    más nefasto de todos los sueños.
    Volvamos a nuestra historia. Las sensaciones y los sueños con
    que se me anunció el fin de mi infancia no son tan importantes
    como para relatarlos. Lo importante fue el “mundo oscuro”; el
    “otro mundo” había vuelto a aparecer. Lo que un día significó
    Franz Kromer se hallaba ahora en mí mismo. Y con esto, y
    también desde fuera, consiguió el “otro mundo” poder sobre
    mí.


    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
    Maria Lua
    Maria Lua
    Administrador-Moderador
    Administrador-Moderador


    Cantidad de envíos : 79259
    Fecha de inscripción : 12/04/2009
    Localización : Nova Friburgo / RJ / Brasil

    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 11 Ene 2025, 19:55

    ***

    Habían pasado ya varios años desde la historia con Kromer.
    Aquella época dramática y culpable de mi vida parecía estar
    muy lejana y haberse disuelto en la nada como una corta
    pesadilla. Franz Kromer hacía mucho tiempo que había
    desaparecido de mi vida, y apenas si me fijaba en él cuando me
    lo encontraba alguna vez en la calle. Sin embargo, la otra figura
    importante de mi tragedia, Max Demian, no llegó a desaparecer
    ya nunca de mi horizonte. Durante mucho tiempo se mantuvo
    muy al margen, visible pero pasivo. Lentamente fue
    acercándose, irradiando otra vez su fuerza y haciendo sentir su
    influjo. Intento recordar lo que sabía de Demian en aquel
    tiempo. Puede ser que no hablara con él ni una vez durante un
    año o más. Yo lo evitaba y él no me importunaba en absoluto.
    Quizá me saludaba cuando alguna vez nos encontrábamos. Me
    parecía entonces que en su amabilidad había un leve destello de
    sarcasmo o de irónico reproche; pero probablemente eran
    imaginaciones mías. La aventura que yo había vivido con él y el
    extraño ascendiente que había ejercido sobre mí parecían como
    olvidados, tanto por su parte como por la mía.
    Busco su imagen; y ahora que reflexiono sobre él recuerdo que
    permanecía siempre allí y que yo me daba cuenta de ello. Lo
    veo ir al colegio, solo o entre algunos alumnos mayores; y lo
    veo extraño, solitario y silencioso, caminando entre ellos como
    un astro, rodeado de su atmósfera propia, viviendo según sus
    propias leyes. Nadie le quería. Nadie tenía trato íntimo con él,
    excepto su madre; y tampoco ella parecía tratarle como a un
    niño sino como a un adulto. Los profesores procuraban dejarle
    tranquilo. Era un buen alumno, pero no intentaba gustar a
    nadie; y de vez en cuando oíamos algún rumor sobre una
    respuesta, un comentario o una réplica que había dado a algún
    profesor, en un tono difícilmente superable por su áspera
    provocación y su ironía.
    Cierro los ojos y me parece ver su imagen. ¿Dónde fue? Sí,
    ahora vuelvo a recordar. Fue en la calle, frente a nuestra casa.
    Le vi allí un día, con un bloc en la mano, dibujando. Estaba
    copiando el viejo escudo con el pájaro tallado que campeaba
    sobre el portal de nuestra casa. Yo me encontraba en la ventana,
    escondido detrás de la cortina y le observaba. Con profundo
    asombro vi su rostro atento, distante y despejado, vuelto hacia
    el escudo. Era el rostro de un investigador o de un artista,
    inteligente y lleno de voluntad, extrañamente despejado y
    distante, con ojos llenos de experiencia.
    De nuevo lo veo. Fue un poco más tarde, en la calle; estábamos
    a la salida del colegio, agrupados en torno a un caballo caído. El
    caballo, aún enganchado a su carro, yacía resoplando
    angustiada y lastimeramente por los ollares dilatados y
    sangrando de una herida invisible, mientras el polvo blanco de
    la carretera se iba tiñendo lentamente de oscuro. Cuando aparté
    los ojos de aquel espectáculo, con una sensación de malestar, vi
    el rostro de Demian. No se había acercado; se mantenía en
    segundo término, con aquel aire de siempre, tranquilo y
    elegante. Su mirada estaba fija en la cabeza del caballo y tenía
    de nuevo una atención profunda y silenciosa, casi fanática pero
    desapasionada. No pude apartar los ojos de él y sentí entonces,
    lejos, en el subconsciente, algo muy especial.
    Observé el rostro de Demian y descubrí no sólo que no tenía
    cara de niño, sino que su rostro era el de un hombre; y aún más,
    me pareció ver o sentir que tampoco era la cara de un hombre,
    sino algo distinto. Era como si en aquel rostro hubiera algo
    femenino. Durante un instante no me pareció ni masculino, ni
    infantil, ni viejo, ni joven, sino milenario, fuera del tiempo,
    marcado por otras edades diferentes a la que nosotros vivimos.
    Los animales suelen tener esa expresión, o los árboles, o las
    estrellas. Yo no lo sabía; aunque entonces no sentía exactamente
    lo que ahora puedo formular como adulto, sí sentía algo
    parecido. Quizás era guapo, no sé si me gustaba o me repelía;
    tampoco aquello estaba claro. Yo sólo veía una cosa: que era
    diferente a nosotros, como un animal, como un espíritu, o como
    una pintura. No sé bien cómo era; pero sí que era distinto,
    inexplicablemente distinto a todos nosotros.
    Los recuerdos no me dan más datos; y probablemente éstos
    estén determinados en parte por impresiones posteriores.
    Pasaron varios años antes de que mi relación con él volviera a
    ser más estrecha. Demian no había recibido la confirmación en
    la Iglesia con los chicos de su curso, como lo hubiera exigido la
    tradición del colegio, y esto dio lugar automáticamente a
    rumores. Se empezó a decir que era judío, o más bien que era
    pagano; otros opinaban que tanto él como su madre carecían de
    toda religión o que pertenecían a una fabulosa y peligrosa secta.
    En relación con esto creo haber oído también que Demian vivía
    con su madre como con una amante. Lo más probable es que
    Demian hasta entonces hubiera crecido sin una determinada
    confesión y que aquello le hiciera temer dificultades en el
    futuro. En todo caso, su madre decidió que fuera confirmado,
    dos años más tarde que sus compañeros; y así sucedió que
    durante unos meses fue mi compañero en la clase preparatoria
    para la confirmación.




    53
    cont
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    _________________



    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]


    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    Contenido patrocinado


    HERMANN HESSE (1877-1962) - Página 18 Empty Re: HERMANN HESSE (1877-1962)

    Mensaje por Contenido patrocinado


      Fecha y hora actual: Lun 13 Ene 2025, 18:30