"LXV
Matilde, dónde estás? Noté, hacia abajo,
entre corbata y corazón, arriba,
cierta melanolía intercostal:
era que tú de pronto eras ausente.
Me hizo falta la luz de tu energía
y miré devorando la esperanza,
miré el vacío que es sin ti una casa,
no quedan sino trágicas ventanas.
De puro taciturno el techo escucha
caer antiguas lluvias deshojadas,
plumas, lo que la noche aprisionó:
y así te espero como casa sola
y volverás a verme y habitarme.
De otro modo me duelen las ventanas" ( P.Neruda. Op. Cit."Tarde".Soneto LXV)
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"LXVI
No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.
Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.
Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.
En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego" (P.Neruda. Op.Cit. "Tarde". Soneto LXVI)
En esta sección del libro, "Tarde", Pablo Neruda concede al Soneto clásico el beneficio del endecasílabo, en varios sonetos. En muy pocos, sin embargo, hace concesión a la rima. La sonoridad surge de cada verso y se ensambla con la sonoridad de los demás versos de manera total y absolutamente aleatoria pero con una fuerza dificil de explicar. En este último, sin embargo, hay una rima única de todos los versos. Y pese a ello su estructuración es tal que no nos aparece como una obra "ripiosa" sino fortalecida (quiero/llego/espero/fuego/ quiero/ruego/viajero/ciego/ enero/entero/sosiego/ muero/quiero/fuego) posiblemente en la misma luminosidad de los sentimientos que está expresando. Ese sentimiento le da consistencia interna y credibilidad al poema.
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"LXIX
Tal vez no ser es ser sin que tú seas,
sin que vayas cortando el mediodía
como una flor azul, sin que camines
más tarde por la niebla y los ladrillos,
sin esa luz que llevas en la mano
que tal vez otros no verán dorada,
que tal vez nadie supo que crecía
como el origen rojo de la rosa,
sin que seas, en fin, sin que vinieras
brusca, incitante, a conocer mi vida,
ráfaga de rosal, trigo del viento,
y desde entonces soy porque tú eres,
y desde entonces eres, soy, somos,
y por amor seré, serás seremos" (P. Neruda. OP. Cit. "Tarde". Soneto LXIX)
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(Salgo mañana tarde para Bérgamo, Italia. Estaremos hasta el próximo Jueves. Y aunque no pensaba llevarme ningún libro, ahora he cambiado de opinión. Me llevaré los Cien sonetos de amor. Razónes. Podría aducir muchas. Compromiso, entrega, comprensión, aprendizaje...Pero es que además voy a pasar por Verona. Y aunque parezca un pecado en lugar de recitar a Shakespeare pienso recitar a Pablo Neruda. Esperanza y Josefina dicen que no seré capaz...Bueno, ya veremos :
"LXX
Tal vez herido voy sin ir sangriento
por uno de los rayos de tu vida
y a media selva me detiene el agua:
la lluvia que se cae con su cielo.
Entonces toco el corazón llovido:
allí sé que tus ojos penetraron
por la región extensa de mi duelo
y un susurro de sombra surge solo:
Quién es? Quién es? Pero no tuvo nombre
la hoja o el agua oscura que palpita
a media selva, sorda, en el camino,
y así, amor mío, supe que fui herido
y nadie hablaba allí sino la sombra,
la noche errante, el beso de la lluvia" ( P. Neruda. Op.Cit. "Tarde". Soneto LXX)
Pues sí, si en el anfiteatro de Epidauro fui capaz de ocupar el proscenio y sin que nadie lo esperara recitarme El Rayo que no cesa ¿por qué no le iba a recitar a Julieta, en las puertas de su casa, este bellísimo soneto de Pablo Neruda?. Que ahora lo diga no quiere decir que haya premeditación...cualquiera sabe lo que puede ocurrir. Pero me gustaría que ocurriera.
No hay , al fin, ni un solo soneto que no merezca ser recitado o leido publicamente para que "el amor florezca", a veces suavemente, otras veces afilado. Amor, en fin, pulcro y doloroso. Termino esta sección con dos excepcionales sonetos. Dejo la sección "Noche" para cuando vuelva de Italia. Pero tampoco me importaria que cualquier compañero retomara a este excepcional poeta durante mi ausencia.
"LXXIII
Recordarás tal vez aquel hombre afilado
que de la oscuridad salió como un cuchillo
y antes de que supiéramos, sabía:
vio el humo y decidió que venía del fuego.
La pálida mujer de cabellera negra
surgió como un pescado del abismo
y entre los dos alzaron en contra del amor
una máquina armada de dientes numerosos.
Hombre y mujer talaron montañas y jardines,
bajaron a los ríos, treparon por los muros,
subieron por los montes sus atroz artillería.
El amor supo entonces que se llamaba amor.
Y cuando levanté mis ojos a tu nombre
tu corazón de pronto dispuso mi camino" (P.Neruda. Op.Cit. "Tarde". Soneto LXXIII)
Yo diría que toda la obra de P. Neruda ha dado la vuelta al mundo en múltiples ocasiones : Viaja en labios y corazones. Es letra impresa, pero en el alma.. Habla Skármeta de aquellos versos del poeta que transgreden el conocimiento del poema : Son versos con vida propia...como si no precisaran preámbulo ni conclusión. Y cita, en diferentes momentos :
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca"
"El amor supo entonces que se llamaba amor.
Y cuando levanté mis ojos a tu nombre
tu corazón de pronto dispuso mi camino".
"Ah los vasos del pecho! Ah, los ojos de ausencia!
Ah, las rosas del pubis! Ah, tu voz lenta y triste!"
"Puedo escribir los verso más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo:"La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros , a lo lejos"
"Aunque este sea el último dolor que ella me causa
y estos sean los últimos versos que yo le escribo".
"Adiós, pero conmigo
serás, irás adentro
de una gota de sangre que circula en mis venas"
Pues bien la misma consistencia habría que dar a los tres últimos versos del soneto que acabamos de recordar :
"El amor supo entonces que se llamaba amor.
Y cuando levanté mis ojos a tu nombre
tu corazón de pronto dispuso mi camino".
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"LXXVIII
No tengo nunca más, no tengo siempre. En la arena
la victoria dejó sus pies perdidos.
Soy un hombre dispuesto a amar a sus semejantes.
No sé quién eres. Te amo. No doy, no vendo espinas.
Alguién sabrá tal vez que no tejí coronas
sangrientas, que combatí la burla,
y que en verdad llené la pleamar de mi alma.
Yo pagué la vileza con palomas.
Yo no tengo jamás porque distinto
fui, soy, seré. Y en nombre
de mi cambiante amor proclamo la pureza.
La muerte es sólo piedra del olvido.
Te amo, beso en tu boca la alegría.
Traigamos leña. Haremos fuego en la montaña" (P.Neruda. Op.Cit."Tarde" Soneto LXXVIII)
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