LA LUCIDEZ PELIGROSA
Estoy sintiendo una claridad tan grande que me anula como persona actual y común: es una lucidez
vacía, ¿cómo explicar?, así como un cálculo matemático perfecto que, sin embargo, no se necesita.
Estoy, por así decir, viendo claramente el vacío. Y no entiendo eso que entiendo: pues estoy
infinitamente más grande que yo misma, y no me alcanzo. Más allá de que: ¿qué hago con esta
lucidez? Sé también que esta lucidez mía puede volverse el infierno humano —ya me ocurrió antes.
Pues sé que —en términos de nuestra diaria y permanente adaptación resignada a la irrealidad— esta
claridad de realidad es un riesgo. Apaga, pues, mi llama, Dios, porque no me sirve para vivir los
días. Ayúdame a consistir de nuevo en los modos posibles. Yo consisto, yo consisto, amén.
En noches de insomnio inventé un modo infantil de dormir en el que me hablo bajo y muchas veces
funciona. Es un poco así, si me acuerdo: «Retrocedí: soy una niña pequeña. Me acuesto y todos
duermen conmigo. Nada de malo puede ocurrir. Todo es bueno y suave. El alma es eterna. Nunca
nadie muere. El placer de ser niña es grande y dulce. Dios se esparce por mi cuerpo: su dulzura se
siente como un paladar por todo el cuerpo. Está bien, está bien. Dios me ilumina toda pero bien en
penumbras para que su luz no me despierte. Soy una niña: no tengo deberes, sólo derechos. El placer
de estar viva es el de dormirme. Siento este vivir lentísimo como un sabor por las piernas y por los
brazos. Mi alma está entregada por fin. Nada más tengo que entregar. Nada me sostiene más: voy.
Voy hacia la beatitud. La beatitud me guía y me lleva de la mano. La beatitud en vida».
Y tanto sufrimiento por estar, a veces sin ni siquiera saber, a la caza de placeres. No sé cómo esperar
que ellos vengan solos. Y es tan dramático: basta mirar en una boîte a media luz a los otros: la
búsqueda del placer que no viene solo y de sí mismo. La búsqueda del placer me ha sido como agua
mala: pego la boca y siento el pico herrumbrado, caen dos gotas de agua tibia: es el agua seca. No,
antes el sufrimiento legítimo que el placer forzado
.
YO ME LAS ARREGLARÍA
Si mi mundo no fuera humano, también habría lugar para mí: yo sería una mancha difusa de instintos,
dulzuras y ferocidades, una trémula irradiación de paz y lucha: si el mundo no fuera humano yo me
las arreglaría siendo un animal. Por un instante, entonces, desprecio el lado humano de la vida y
experimento el alma silenciosa de la vida animal. Es bueno, es verdadero, ella es la semilla de lo
que después se vuelve humano.
¿HASTA LA MÁQUINA?
Mandé a reparar mi máquina de escribir. Insertado alrededor del rodillo (o como quiera que se llame
lo que ustedes saben) todavía estaba el papel donde el reparador de máquinas había intentado
escribir para ver si ya no tenía defectos. En el papel estaba escrito:
s d f g ç l k j a e v que Dios sea loado p oy 3 c
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