ANTONIO ARNAO (1828-1889)

ANTONIO ARNAO


TROVAS CASTELLANAS



XIX

EL CAUTIVO.

Garza voladora,
Hiende rauda el viento,
Busca a mi Leonora,
Dile mi tormento.
Y si ves que suspira con pena,
Recordando mi amor y mi fe,
Torna a darme en mi triste cadena
La esperanza que muerta lloré.

Ella fue mi vida,
Ella mi ventura,
Paz del alma herida,
Sol tras noche oscura.
Si mi cuerpo este hierro quebranta,
No es que anhelo del mundo gozar:
Quiero sólo volar á su planta,
Y á su planta de amor espirar.

ANTONIO ARNAO


TROVAS CASTELLANAS



XX

AL PARTIR A LA CAZA


Venid, camaradas,
Llegad en tropel:
La caza nos brinda
Su vivo placer.

El alba en oriente
Dorada se ve;
Penetra su rayo
Del bosque a través;
La trompa resuena
; Piafa el corcel;
La osada jauría
Se inquieta también...
Venid a la lucha,
Gozosos corred.

¿Oís? Ya las fieras
Con sordo rugir
Retarnos parecen
A intrépida lid.
Con ira insensata
Nos llaman allí,
Sin ver que se atraen
Destino infeliz.
Sus garras agucen,
Ansiosas de herir;
Mortífera bala
Les marque su fin..
. Valor, compañeros,
Sin tregua venid.

Mirad. ¡ Cuál suspira
Con hondo pesar
La bella que adora
Mi pecho leal!
Lamenta mi muerte
Que teme en su afán,
Sin ver que mi brazo
Guardarme sabrá.
Quien pudo en batallas
Con gloria lidiar,
Las ñeras abate,
Serena la faz.
Volad, cazadores.
La rienda soltad.

¡ Adiós! Mi caballo
Me arrastra veloz
Do el triunfo, señora,
Me aguarda en tu honor
De nuevo mañana,
Con tierna pasión,
Verásme, y seremos
Felices los dos.
La era que ruge
Con hórrida voz
Sin vida a tu planta
Pondré vencedor.
¡Adiós, alma mía!
No llores. ¡Adiós!

ANTONIO ARNAO


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XXI

BARCAROLA.

Brillan las nubes en nácar y en oro
Sol esplendente se ve despuntar...
Leda conmigo, que ciego te adoro,
Surcas las ondas que rizan la mar.
Ella te brinda con plácido acento
Puro contento,
Ventura sin par.

Aves marinas de cándida pluma
Vuelan en torno con vivo placer;
Peces dorados, hendiendo la espuma,
Siguen la barca, tus ojos por ver.
Brisa ligera tu labio acaricia,
Casta delicia
Queriendo tener.

Lejos del mundo que llora sus penas,
Hondo silencio reinando en redor,
Tornen al alma las horas serenas,
Libre pudiendo vivir sin dolor.
Hoy ante el cielo que grato sonríe
Clara nos guie
La fe del amor.

ANTONIO ARNAO


TROVAS CASTELLANAS



XXII

INVOCACIÓN A LA PRIMAVERA.

Nieve y escarcha
No reinan ya:
Cierzo en su marcha
Rápido va.
Brotan del viento
Susurrador
Tenue concento,
Blando calor.
Gentil primavera,
Que pronto he de ver;
Feliz mensajera

De vida y placer;
Despliega tu manto
De limpio zafir:
Y el orbe, a tu encanto
Volviendo a latir,
Podrá vivir.

Tal como ufana
Sale del mar
Alba galana,
Júbilo a dar,
Vas anunciando
Nuevo arrebol,
Céfiro blando,
Nítido sol.
Tus tiernos favores
Tornando a verter,
Alfombra de flores
Extiende doquier.
Tu luz se derrame
Por monte y pensil:
La alondra te aclame
Cual reina gentil
Honor de Abril.

¡ Oh si mi mente
Viera en tu faz,
Iris clemente,
Nuncio de paz!
Yo en la alegría.
Bien que perdí,
Tierno alzaría
Himnos a ti.
Mas ¡ ay! si a tu hechizo
Revive la flor
Que invierno deshizo
Con soplo traidor,
No así puedes tarda
La dicha volver
Al triste que aguarda,
Cual sumo placer...
¡La muerte ver!

ANTONIO ARNAO


TROVAS CASTELLANAS



XXIII

MECIENDO LA CUNA.

Pasó la luz del claro día...
Reposa todo en tierra y mar…
Descansa tú, paloma mía,
Que yo sabré por ti velar

Visiones mil de azul y rosa
Tu mente halaguen, caro bien;
Y en esa pura faz hermosa,
Las dulces hadas besos den.

Tocó tu. sien feliz beleño
Y ya te miro en paz dormir...
¡ Oh tierno amor! la vida es sueño
Y estar despierto es ¡ay! morir.

ANTONIO ARNAO


TROVAS CASTELLANAS



XXIV

HUYO DE TI.

En ti con alma y vida
Cifré sublime amor,
Sin ver que tú burlabas
Mi tierna fiel pasión.
Poniendo en ti los ojos,
Del pecho muda voz,
Hallaba en tu belleza
Mi fe, mi luz, mi sol.
Mas ¡ay! murió el encanto:
Murió con él mi error;
Y sólo sé decirte:
¡Adiós, ingrata, adiós!

Aquí me tienes solo
Con luto y aflicción,
Mirando ya la muerte
Sin vano afán, ni horror.
Perdido al alma tuya,
Mi dicha se acabó:
Huyó con la esperanza
La paz del corazón.
Sumido estoy en noche
De eterno desamor:
Pues no has de darme pago,
¡ Adiós, infiel, adiós!

Mas ¡ah! si no es quimera,
Ni pérfida ilusión,
Parece que me llama
Tu acento seductor.
Tal vez mi triste queja

Volando a ti llegó,
Y al fin de mí te dueles
Con blanda compasión.
¡ Postrer engaño mió,
Apártate veloz!
Ingrata más que hermosa,
¡Adiós por siempre, adiós!

ANTONIO ARNAO


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XXV

EL LUCERO.

Con mudo afán a ti me postro,
Gentil lucero, al ver tu albor,
Pues copias puro el bello rostro
Que en mí despierta casto amor.
Mas enlutando el claro cielo
Tormenta oscura sube ya...
¡También tu luz do hallé consuelo
Mi pecho fiel morir verá?
Así pasó la gloria mía.
Así fugaz mi bien pasó:
Cual vivo sol brillando un día


Deleite al alma y paz brindó.
Mas, entre nubes, torpe olvido
Su encanto y luz logró vencer...
Oh tú, ilusión, al pecho herido
Permite en sueños dichas ver.

ANTONIO ARNAO


TROVAS CASTELLANAS



XXVI

NOCHE DE ESTÍO.

Ya subiendo va la luna:
Ya refleja en la laguna:
Susurrando
Corre el viento,
Y a su blando
Movimiento
Gime el bosque secular;
Mientras lejos vaga suena
La apacible cantilena
Del que boga
Por los mares
Cuando ahoga
Sus pesares
De los remos al sonar.

Ven al valle donde en calma
Venturosa mira el alma
Claro cielo
Tachonado,
Como velo Preparado
De una virgen al amor.
Aquí, rotas sus cadenas,
Y olvidada de sus penas,
De ilusiones
Corra henchida
Las regiones
De la vida,
De una vida sin dolor.

ANTONIO ARNAO


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XXVII

MARGARITA.

Adiós, ensueños,
Dejadme en paz:
Pasó mi dicha,
También pasad.

Al alma triste
Que sola está
Profunda pena
Rindió fatal.
De amor un tiempo
Creyó gozar:
Sus breves glorias
Murieron ya.

Burló el ingrato
Mi amor leal...
Mas ¡oh! ¿qué miro?
¡Es él! ¡Piedad!
La fe en sus ojos
Se ve brillar...
Suspira tierno
Con hondo afán...
Al seno mió
Torna quizá...
¡Oh Dios! ¡Me adora!
¿Será verdad?

¡Quimera vana!
¡Volví a soñar!
Traidor ha sido;

Traidor será.
¡Y el alma mía
Te quiere más,
Y a ti, cual nunca,
Sus ay es van!
Ni premio busco,
Ni tú lo das:
Mi sino manda...
¡Sin pago amar!
Adiós, ensueños,
Dejadme en paz:
Pasó mi dicha,
También pasad.

ANTONIO ARNAO


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XXVIII

LA MAÑANA TEMPESTUOSA

Tormenta de hondo seno
Cruzando va veloz:
Se sienten aire y trueno
Bramar en ronca voz.
Los nimbos más umbríos

— SI — El rayo vi cruzar:
Torrentes son los ríos,
Los valles ancha mar.
¡ Oh Tú que el mundo hiciste!
Aplaca tal furor:
Haz ver al hombre triste
El iris, luz de amor.

El gran clamor del alma
Subir a Dios sabrá,
Que al éter puro en calma
Su limpio azul dará.
Gozoso el claro cielo,
Su sol verá lucir
Haciendo al bajo suelo
Fecundo ardor sentir.
Así también un día
Turbó el dolor mi ser,
Mas nunca al alma mía
Podrá la paz volver.

ANTONIO ARNAO


TROVAS CASTELLANAS




XXIX

AMOR Y MISTERIO.

Tu amor es mi vida,
Tu enojo mi muerte,
Y esclava rendida
Mi ciega pasión.
En ti su esperanza
Me muestra la suerte:
No temas mudanza
De un fiel corazón.

La luna en el cielo
Pausada camina,
Con faz de consuelo
Que dicha nos da.
Asómate, y pura
Su luz peregrina
De casta ventura
Testigo será. '

A humana mirada
Velemos amantes
La fe que sagrada
Nos une en un ser.
Del alto hemisferio
Los astros brillantes,
Tan dulce misterio
Sabrán comprender.

Amor ignorado
Es bello rocío
Que en cáliz dorado
La rosa guardó:
Amor que no evita
Del mundo el desvío,
Es flor que marchita
Su aroma perdió.

MECIENDO LA CUNA.

Pasó la luz del claro día...
Reposa todo en tierra y mar…
Descansa tú, paloma mía,
Que yo sabré por ti velar

Visiones mil de azul y rosa
Tu mente halaguen, caro bien;
Y en esa pura faz hermosa,
Las dulces hadas besos den.

Tocó tu. sien feliz beleño
Y ya te miro en paz dormir...
¡ Oh tierno amor! la vida es sueño
Y estar despierto es ¡ay! morir


Es otra forma de escribir... quizás hoy, desusada... pero Dios, que exquisito lo hace mi paisano.

Te doy las gracias, una vez más. Y no me canso.

Besos.

Totalmente de acuerdo, muy bello lo hace Arnao.
Gracias a ti siempre, amigo mío.

ANTONIO ARNAO


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XXX

EL LLANTO.

Desciende al pecho mió
Oh llanto bienhechor,
Cual lluvia de rocío
Que baña mustia flor.
En paz vivir contento
Le fue negado ya,
Que el dardo de un tormento
Clavado en él está.
Si en vano dicha pido,
Si el gozo sombra fué,
Llorando el bien perdido
Consuelo al fin tendré.

Cual astro de mi suerte
A mí se apareció
La hermosa que la muerte
Traidora me robó.
Su cándido semblante
Ya más no puedo ver,
Y el alma, siempre amante,
Lo encuentra por doquier.
Si breve fue mi gloria,
Eterna es mi pasión:
Llorando su memoria,
Descansa el corazón.

ANTONIO ARNAO


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XXXI

EL GAITERO.

Pobre sin amparo,
Viejo sin hogar,
Cruzo por la tierra
Siempre en soledad.
Mas mientras mi gaita
Pueda yo tocar,
Mientras mis pesares
Cante a su compás,
Duro pan siquiera
No me faltará.

Fui dichoso un tiempo
Rápido y fugaz:
¡ Era mi risueña
Fresca mocedad!
Hoy no tengo triste
Dónde reposar:
Nadie me consuela,
Nadie ve mi afán.
Sólo Dios que es padre
Premio me dará.

Mas la tosca gaita
Siento resonar
Dulce y tierna, como
No sonó jamás.
A su son triscando
Los mozos están,
Y en tanto que al cielo
Miro con piedad,
Una voz me dice:
«Deja de llorar».
¡ Es la Providencia
Que me atiende ya!

ANTONIO ARNAO


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XXXII

AL PIÉ DE SU VENTANA.

A través de blanca nube
Desparciendo puro albor,
Al cenit la luna sube
Como antorcha del amor.
Calla la fuente,
Duerme la brisa:
Yo solamente
Velo por ti.
A tu gótica ventana
Sal ufana,
Que trovando estoy aquí.

Con el cuerpo alanceado
De la guerra al fin torné,
Do pensando en ti he lidiado
Por mi patria y por mi fe.
Huérfana el alma
Vuelve a llamarte:
Su última palma
Quiere lograr.
Ya no busco más victoria,
Ni más gloria
Que en tu seno reposar.

Pues traspasa los cristales
De tu lámpara el fulgor,
Es que fiel y tierna sales
A premiar a tu cantor.
Mas una sombra
Se une a la tuya:
Que otro te nombra
Pienso sentir.
Goza de él, que yo me ausente
o Do mi acento
Nunca más habrás de oír.

ANTONIO ARNAO


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XXXIII

ÚLTIMO ADIÓS.

¡Adiós, amada mía!
¡Llegó tu yo mortal!
La Virgen te abre pía
Su seno maternal.
Consuela tu amargura,
Y alegre al cielo ve,
Que en él corona pura
Tendrá tu pura fe.
Y en pos de acerbos males,
De llanto y crudo afán,
Delicias inmortales
Tu premio allí serán.

Esclavo de las penas,
Esclavo del dolor,
Me oprimen las cadenas
Del mundo engañador.
Pues tengo que perderte,
Acábeme el pesar:
Anhelo ver la muerte
Benigna a mí llegar.
Y entonces, quebrantada
Su cárcel triste aquí,
El alma libertada
Podrá volar a ti.

ANTONIO ARNAO


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XXXIV

Su IMAGEN.

Doliente, bella imagen,
Que vienes del Edén,
Los ojos no te miran
Y el alma en sí te ve.
La sombra débil eres
De aquella prenda fiel
Que muerte despiadada
Robó a mi tierna fe.
Si tornas para alivio
De amor en su viudez,
Los cielos te bendigan,
Memoria de mi bien.
Si tornas porque piensas
Que acaso te olvidé,
En este pecho herido
Tu nombre puedes ver.
Doquiera que me encuentre,
Doquiera te hallaré,
Cual norte que me guía
Con pura nitidez.
No sepa ya mi labio
Más nombre de mujer:
Lo mismo que hoy te adoro,
Mañana te amaré.

ANTONIO ARNAO


TROVAS CASTELLANAS



XXXV

SU MEMORIA.

Símbolo santo en la vida,
Nace gentil la azucena,
De casto perfume llena
, De limpio color vestida;
Pero cuando más erguida
Goza de justa victoria,
Celoso el sol de su gloria
Le abrasa la frente pura,
Dejando de su hermosura
Triste, efímera memoria.

En belleza y en candor
Gentil azucena fuiste,
Y un breve imperio tuviste
En el jardín del amor.
Mas aunque el dardo traidor
Te hirió de la muerte fiera,
No temas que nunca muera
Tu memoria idolatrada,
Pues nos dejaste grabada
Memoria imperecedera.

ANTONIO ARNAO


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XXXVI


LA VERDAD.



Siendo del justo delicia,
Y al par sufriendo la guerra
Del error y la malicia,
Cautiva está en injusticia
La verdad sobre la tierra.

Mas pronto llega la muerte
Que con brazo entero y fuerte
Su vil servidumbre acaba,
Y aquella que fuera esclava
En reina al fin se convierte.

¿En dónde el error osado
Su infamia entonces sepulta?
¿En dónde el sabio malvado
Su rostro entonces oculta,
Su rostro estigmatizado?

De los buenos firme escudo,
La verdad, severa y fría,
Recobra su cetro rudo:
Ella es juez en ese día...
¡Ay del que ofenderla pudo!

ANTONIO ARNAO


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XXXVII

AMOR INMORTAL.

Tú de mi vida
Casta ilusión
Que en grato sueño
La mente vio,
Mira mis penas,
Oye mi voz,
Pues vengo á darte
Postrer adiós.

El mar me llama
Con ronco hervor:
Hoy por sus ondas
Huiré veloz.
Mas nunca olvide
Tu corazón
Que en ti se cifra
Mi eterno amor.

Con hondo duelo
Veré otro sol;
Verás con pena
La fresca flor.
Doquier sabremos
Sufrir los dos;
Si tú pesares,
Tormentos yo.

Triste la muerte
De mí va en pos,
Mas nunca al alma
Dará pavor.
Tendré tan sólo
Cruda aflicción
Al ver que pierdo
Tu puro amor.

ANTONIO ARNAO


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XXXVIII

EL ARROTO Y TÚ.

Brota el arroyo en la peña,
Y en hebras mil desatado
Baja desde el monte al prado
Que su raudal no desdeña.
Y apenas la flor pequeña
Baña con su linfa pura,
La perdida galanura
Devuelve a sus mustias hojas
Que perfumadas y rojas
Brillan con nueva hermosura..

Así arroyo tú, nacido
Del amor en la alta cumbre,
Desciendes con mansedumbre
Al valle en que peno herido.
Mi corazón, abatido
De la suerte a los rigores,
Colmas en dulces favores;
Y mi vida, ayer desierto,
Es hoy ya vergel, cubierto
De encantos, galas y flores.

ANTONIO ARNAO


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XXXIX

EL MENSAJERO.

Envuelto en nubes el sol moría,
Y el alma triste le despedía
Con melancólica
Voz de dolor;
Pues, como el cielo sin luz ni encanto,
Ella quedaba, vertiendo llanto,
Sumida en lúgubre
Noche de horror.

Cuando en la pena de su tormento
Sintió gozoso gemir el viento
Perfume etéreo
Trayendo a mí;
Y un paraninfo del almo coro,
De bellas alas de rosa y oro,
Con voz angélica
Me dijo así:

«Alza tus ojos, alma doliente,
Al sol que eterno brilla en oriente
Y al fin tus lágrimas
Quiere enjugar.
De tu infortunio no más te duelas:
La dicha santa que ardiente anhelas
En ti solícita
Viene a morar.»

Dijo; y al punto que al alto cielo
Con giro fácil tornaba el vuelo,
Latió con júbilo
Mi corazón;
Y, cual las flores en seco estío,
Mi ansioso pecho sintió el rocío
De la dulcísima
Resignación.

ANTONIO ARNAO


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XL

su voz.

Ya se acompañe con ebúrneas teclas,
Ya con la flébil arpa,
Al oírla cantar siento una cosa
Que no siento jamás cuando otra canta..
Parecerme que un ser de altas regiones
Escucho en su palabra,
Y que más que al placer de los sentidos
A indefinibles sentimientos habla.
Gozo porque con plácido lenguaje
Su canto me arrebata,
Pero siento a la vez ansía y tristeza
Que sin querer conmueven mis entrañas.
Y es que en su voz hay algo que palpita,
Algo que llora y clama,
Que no tiene la música en sus notas,
Ni es tampoco del músico.—¡Es el alma!

ANTONIO ARNAO


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XLI

MENTIRA Y VERDAD.

Soñé que adormecido en tu regazo
Sellabas en mi frente casto beso:
Soñé que conturbado abrí mis ojos
Viendo en los tuyos fulgurar el cielo.
La realidad y la ilusión se enlazan:
Mentiras y verdades son los sueños:
Lo del ósculo es falso, hermana mía
Mas lo del brillo de tus ojos, cierto.

ANTONIO ARNAO


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XLII

EL RECALO EN SUS DÍAS.

Hermosura peregrina,
Hija de Albion la nublada,
Y al Manzanares llegada
Que un ángel ver se imagina;

Hoy que el cielo amor te ofrece
Porque tu santa patrona
Bella ostenta la corona
Que su virtud ennoblece;

En este risueño día,
Cuando a tu delicia atento
Dulce te regala el viento
Con aromas y armonía;

Permite que, sin aliño,
Mi cariño, que es muy grande,
Una sola flor te mande,
Símbolo fiel del cariño.

No es la fresca, altiva rosa,,
Que luce del sol al rayo,
Ni el rojo clavel de Mayo,
Ni la camelia pomposa;

Pues tan arrogantes flores
Que almas sin pasión prefieren,
Aunque brillan mucho, mueren
De su vida en los albores.

Yo te mando una flor triste,
Modesta como ninguna,
Que resiste a la fortuna,
Y al crudo tiempo resiste:

La que después de la muerte,.
Cual memoria duradera,
Cubre la mansión postrera
Que nos depara la suerte.

Tu mano, pues, la reciba:
Riégala con tierno llanto,
Porque flor que vale tanto
Se llama, y es, siempreviva.

ANTONIO ARNAO


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XLIII

CONSUELO.

Niña bella
Sin ventura,
Que suspiras con dolor;
Blanca estrella
De hermosura,
Blanco lirio de candor;

Gime y ora
Bajo el duelo
De tu acerba soledad;
Pues quien llora
Mira al cielo
Donde habita la piedad»

ANTONIO ARNAO


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XLIV

AL CAER LA TARDE.

Mirad a lo lejos el vasto occidente
Poblado de nubes de vario color,
Brillante cortejo del sol esplendente
Que apaga en los mares su vivo fulgor.

Miradlo teñido de verde esmeralda
Con ráfagas sueltas de rojo carmín,
Y a trechos manchado de azul y de gualda,
Y a trechos con cintas de rosa y jazmín.

¡ Cuán rico está el cielo con esa belleza,
Memoria del día que acaba de arder,
En tales momentos de dulce tristeza
Que inundan el alma de etéreo placer!

¡Cuán lleno de encanto se ostenta el paisaje
Que el último rayo refleja del sol,
Del sol que las copas del fresco boscaje
Con orlas circunda de claro arrebol!

¡Qué hermoso está el valle que oculto florece
Guardado por montes de enhiesta cerviz,
Y al fin de la tarde dormirse parece
Con ledo abandono y en sueño feliz!

¿No veis cómo al nido los pájaros vuelan?
¿No oís el murmullo del claro raudal?
¿No halláis que apacibles el alma consuelan
Los vagos rumores del aura estival?

¡ Oh sol de poniente! Pareces ahora
Cadáver en lecho de grana y tisú.
Cual dulce esperanza, muy bella es la aurora:
Cual triste recuerdo, más bello eres tú.

ANTONIO ARNAO


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XLV

EL MODELO.

Artista, si a tu mágica paleta
Pides tonos y luces y colores
Para pintar el célico semblante
Del ángel que en la tierra guarda al hombre;
No demandes al alba su destello,
Ni su beldad a las preciadas flores,
Ni busques en la ardiente fantasía
El sublime ideal que desconoces.
¿Quieres modelo? Mírala. Su rostro
Copia fiel, si es posible que lo copies;
Pues ella es en bondad y en hermosura
Ángel sin alas, de mujer con nombre.

ANTONIO ARNAO


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XLVI

EPITALAMIO.

Guárdete el cielo cándida y pura,
Guárdete y vierta próvido en ti
Dichas sin cuento, tierna ventura,
La paz que el mundo no tiene en sí.

Plácido valle, pensil de flores,
Sobre la tierra huelles de hoy más:
Astros y cielo con sus fulgores
La senda alumbren por donde vas.

Hoy ante el ara, cual sueño hermoso,
Miras cumplirse bella ilusión;
Y con su mano tu amante esposo
Te entrega noble su corazón.

El, que es tu égida, dulce te espera
Bajo del techo de nuevo hogar,
Donde te llama cual compañera,
Donde señora vas a reinar.

Rica en virtudes y en altos dones,
Oye su acento, ve de él en pos:
Te dan tus padres sus bendiciones,
Vivida gracia te manda Dios.

Tu amor sagrado, como rocío
Caiga en su pecho para su bien;
Y en los embates del mundo impío
Casto en tus brazos halle un Edén.

Nunca entibiada su fe vehemente
Turbe el hechizo de tu bondad:
Nunca esas rosas que ornan tu frente
Pierdan el brillo de su beldad.
Y cuando el tiempo gozoso gire,
Cuando le sientas pasar veloz,
En otras almas tu alma se mire
Que «¡Madre!» digan con santa voz.