POESÍA SOCIAL XIII (en la primera página de poesía social I hay un índice de autores) (Pascual López Sánchez y Lluvia)

REPÚBLICA DOMINICANA


JACQUES VIAU RENAUD


De: Permanencia del llanto
“ Nada permanece tanto como el llanto”



XIII

Hemos derramado la simiente a la puerta del crematorio.
El sol se ha depositado en los pinos empujando al viento.
El viento trae el olor a húmedo de la entraña del continente.
Olor que se ha ido alimentando de nuestra carne por siglos.
Hay humedad en el viento,
humedad de ríos y riachuelos acurrucándose en la piedra.
Humedad de cielo y tierra apareándose,
de planta recién brotada,
humedad de tubérculo naciente.
El sol y la tierra apareándose para que la vida permanezca.
Sol y tierra para que el hombre acumule bondades.
¡Cómo ha cambiado el destino de esta tierra!
Sol y tierra:
Sol para alumbrar muertos que navegan por rigolas.
Tierra para acogernos sin protesta.
¿Y el viento?
Dispersando polvo indiscriminadamente.
¡Cuidado!
Hay polvo de hombre en el polvo del mundo.
¿Quién ha cambiado el rumbo del viento?
¿Quién dispuso cerrojos para los graneros?
¿Quién desvió la daga hacia el corazón del hombre?

Hay hombres acaparando el día.
Hay hombres bestias doblegando la ternura,
cabalgaduras de aluminio llevando la muerte,
tras trompetas de oro anunciando que la vida concluye.
Han sido sometidos los portadores de palabras,
aquellos que pensaron que bastaba decir la palabra
para que todos la oyeran y la amaran.

REPÚBLICA DOMINICANA


JACQUES VIAU RENAUD


De: Permanencia del llanto
“ Nada permanece tanto como el llanto”



XIV

Hubo una ciudad bajo una lluvia de recuerdos.
Hay una ciudad bajo una lluvia de sangre.
La divide el agua llenándola de aromas acuosos,
lavando muros y hombres.

Hay una ciudad bajo una lluvia de sangre,
abandonando la madera y las lianas,
alcanzando el ladrillo y el cemento.
Prolongadas raíces de hierro escudriñan la tierra
y soportan elevadas palabras de sílice y cal.
Aquí hace tiempo que la vida viene mutilándose.
Se escuda en las cunas.
Padece en los hospitales.
Y se va repitiendo.
Se marcha. Retorna. Avanza.
Prostitutas hermosas como caracoles abundan en sus calles.
Vagos que acechan el paso de la pureza.
En los palacios, en las asambleas,
corazones muertos proclaman la necesidad del silencio.
Nada habremos de aprender de los lictores que enmudecen.
Nada arrancaremos a los hombres de frac
que no sean rosas muertas.
Cómo levantar los muertos en una insurrección de sombras
en contra de la muerte?
Cómo edificar la vida en estas latitudes del odio?
Se dilata la urbe y la alegría se contrae.
La ciudad está desnuda,
desnuda de palabras,
desnuda de hombres con vigor en las venas.

Abundan cazadores nocturnos, vagos sin ley ni palabra.
¡Ah! Y niños que deambulan asombrados,
cabecitas despeinadas aprendiendo la noche,
preguntando a los ancianos el nombre de las constelaciones.
Miradas dulces como de estanque,
sin larvas ni musgo, sin naufragios.

Todo esto por las calles.
La vida, el cieno, la pureza.
Ciudad edificada al borde de las aguas
por hombres de duros bronces y brillantes arcabuces.
No hay monumentos más que para el conquistador
o el cruel guerrero que pariera esta tierra en su transcurso.
Bronces para la espada y las armas todas,
nada para el rostro de algún niño
o de algún jovenzuelo que creció asustado
o de alguna muchacha que murió pariendo.

Toda una ciudad para la muerte.
Patios sin parcelas para el juego.
Parque con estrechos cementerios y árboles descuidados
para amantes pordioseros o escapados dementes.
Urbe dividida por las aguas.
Muros que golpean.
Hombres dibujando caminos,
mujeres cargadas de semen maldito.
¡Oh, ciudad
toda una necrópolis para el hombre!

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JACQUES VIAU RENAUD


De: Permanencia del llanto
“ Nada permanece tanto como el llanto”


XV

Calles.
Pasos que se combaten.
Puertas y ventanas entornadas.
Viento que a hurtadillas sustrae las palabras.
Es invierno.
Mugre en los cerrojos de la luz.
Temblor de labios.
Cantos que se derrumban.
Quebradura de alas.
Calles,
edificios altos y opacos.
Plazoletas, niños que juegan en la tarde,
balones que se elevan alzando la pureza de la tierra.
Húmedos resplandores en el crepúsculo.
Temblores nacientes
en la noche de entumecida sombra.
Calles,
hombres y mujeres apretujándose.
Temor que cunde en los huesos.
Temor en los barrios altos de casas pequeñas y tristes.
Temor en la carne estrujada desprovista de abrigo.
Calles,
edificios opacos,
días largos como estremecimientos,
palabras agarrotadas,
soledad sola.
Llanto.
Calles.
Altos barrios con sus hombres y mujeres de miedo,
con sus niños y sus niñas de miedo,
con sus casas de pesado cielo azul,
con su penumbra de estrellas lejanas.
Calles.
Abandonada soledad.
Llanto.

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JACQUES VIAU RENAUD


De: Permanencia del llanto
“ Nada permanece tanto como el llanto”


XVI

Dura brisa,
rumiante nave de transparentes remos,
hiende el espacio con tu quilla de alientos
y muéstrame el corazón vagabundo.

Dura brisa,
peregrina nave,
muéstrame el polvo de otros continentes,
las hojas de otros árboles.

Acumula en mí los olores de otra selva,
de otros bosques,
quiero penetrar en todo lo que nunca mis ojos han tocado,
en todo lo que me es lejano,
en toda lejanía.

Dura brisa,
frío temblor,
suave cristal resbalando por el espacio,
finísima !lágrima de cielo rodando.
Peregrina,
muéstrame de otros lugares el llanto,
de otros lugares las lágrimas.
Quiero saber si pesan tanto como las nuestras,
si son tan puras de tan tristes.
Anda,
dame noticias del hombre de otros países,
de su cotidiano quehacer en su mundo.

Dura brisa,
cristal de frío en diciembre,
acumulado aliento,
tráeme el sabor de otros labios,
el vaho amargo de otros continentes,
el grito de los hombres,
arrastra hasta mí lo que de combatida pureza
permanezca abandonado

Dura brisa,
rumiante nave de transparentes remos,
peregrina,
con todas tus regiones,
con todas tus selvas y bosques poblados de sierpes y flores,
de frutos y aves,
con todos tus peces y tus islas
acumúlate en mi corazón,
cobija en él tu memoria.

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JACQUES VIAU RENAUD


De: Permanencia del llanto
“ Nada permanece tanto como el llanto”


XVII

Hombres,
vuestras manos tiznadas de negro,
carbón humanizado,
golpean la dureza del tiempo transcurrido.

Hombres,
hay rumor de quebradura en los huesos,
polvo naciendo en nuestro cuerpo,
de nuestro cuerpo
como de sumergida sal.

Hombres,
dejad vuestros nombres en el gran libro del llanto,
derribad la pirámide levantada con sangre,
negad con las manos tiznadas,
con la palabra combatida
antes de que el polvo se desprenda del corazón.

El viento apaga las ascuas de nuestro cuerpo,
revienta nuestros labios,
arranca nuestro pelo,
hebra tras hebra,
y las va juntando
y las va atando
hasta hilvanar una larga palabra que entumece los oídos.
Aún hay tiempo de decir la palabra.

Hombre, apresúrate,
asume la herencia sin temor,
levántate.
Por los que nada vieron ni oyeron.
¿Quién ha dicho que puede cruzar el pantano sin enlodarse,
que se puede cambiar bajo la lluvia sin mojarse?
¿Quién ha dicho que nada se compromete con no ver y no escuchar'?

Que nadie alegue ignorancia.
El hombre estuvo a nuestro lado con su grito a cuestas.
Los que no vieron que padezcan por no haber visto.
Los que no escucharon que padezcan por no haber escuchado.
Los que no han padecido que padezcan por no haber padecido
Adviene el tiempo de la siembra.
Es preciso limpiar la tierra de cizaña.

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JACQUES VIAU RENAUD


De: Permanencia del llanto
“ Nada permanece tanto como el llanto”



XVIII

Salvo la palabra del hombre
todo ha concluido en estas regiones.
Sobre la tierra los árboles y los niños.
Bajo la tierra… los hombres.
Todo ha trascurrido como si nada temiera la muerte.
Fue tan abundante la cosecha del odio,
tan numerosa la prole de catafalcos.

A todos tocó sangre,
a todos tocó silencio
Volvió la vida a la tierra.
Volvió la palabra al silencio.
Volvió la luz a la tiniebla.
¡Qué labor emprender ahora que el hombre concluye esta jornada!

Los muertos no llaman a los vivos.
Han dejado de escudriñar.
Nosotros les prestamos pensamientos y palabras.
Los muertos no apetecen.
No piden.
Son los vivos quienes precisan de nuestra palabra.

La vida se derrumba,
algo queda,
hay una herencia que defender,
nombres que prolongar.
Ay de nosotros si no recogemos la simiente abatida,
si no modelamos con polvo de nombre
el corazón que la tierra reclama.
Hombres,
avivad el fuego.

Mujer, ata a tus ovarios semen y al corajudo
que la vida exige ser vida,
que el amor proclama la necesidad de ir más allá de nuestras vidas.


FIN

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

33. LA GUERRA NO SE OLVIDA

Compañera, estoy pensando
que morir nada nos cuesta,
que puede un golpe de plomo
igual que un golpe de seda,
romper tu pecho y el mío
esta noche, compañera...

Afuera hay armas y ojos
y la oscuridad alerta:
"¡Quién vive!" "Antonio Batista,
Comando Pedro Cadena".

No quiero perder tu risa
cuídate, compañera...

Tu fusil de puro hierro
y de liviana madera
yo no quiero que lo toques
a menos que yo muriera
y me quedara sin boca
antes de que te tuviera,
entonces tú, con los tuyos,
está bien que te me fueras …

Pero esta noche no salgas,
no toques tu cartuchera.
"Eh, quién vive! ¡La Patrulla!"
"Muy bien. ¡Qué viva la guerras!"
"Pero por favor, apaguen la luz de la camioneta... "
Compañera, estoy pensando
que morir nada nos cuesta.
Y yo que quiero que vivas
después de esta guerra,
que tu voz no se me vaya
en medio de esta candela.
"¿Estás cansada? Por qué
no se cuesta, compañera..."
Y es que el amor es posible
mucho más cuando se espera
que reventemos de pronto
y nos quemen la cabeza,
y nos acaben a todos.
"¡René!" "Dígame, compañera"...
"¿Un cigarrillo? ¡El fósforo!"
"La noche es dulce y abierta
parecen que lo muchachos
duermen en las azoteas..."
Y yo no debo decirte
que te amo, compañera...

REPÚBLICA DOMINICANA


OTILIO VIGIL DÍAZ

Otilio Vigil Díaz, comúnmente llamado Virgil Díaz (1880-1961) fue un poeta y prosista dominicano creador del movimiento literario conocido como vedrinismo.
Introdujo por primera vez en las letras dominicanas el verso libre con su poema Arabesco.

Nació en Santo Domingo, el 6 de abril de 1880 cuentista y narrador. Hijo de Francisco Vigil e Isabel Díaz. Cursó su educación primaria y secundaria en Santo Domingo, pero no siguió estudios universitarios. Su paso por New York y Cuba y su estadía en París durante las primeras décadas del siglo XX, marcó su producción literaria. La literatura francesa del momento despertó en él un inquietante espíritu de renovación artística. De regreso a la República Dominicana fundó el Vedrinismo, primer intento de movimiento literario de vanguardia en la República Dominicana que abogó por la introducción del verso libre a la poesía nacional. A pesar de ser el único representante del Vedrinismo Vigil Díaz logró, con la publicación del poema "Arabesco" en 1917, que la poesía dominicana diera sus primeros pasos hacia la modernidad. Sus poemas y ensayos de opinión fueron difundidos en las revistas Cromos, Letras, La Cuna de América, Renacimiento, Cosmopolita, Bahoruco, El día ético y Blanco y Negro. Durante varios lustros mantuvo la columna Fatamorgana, primero en el periódico Listín Diario, luego en La Opinión y finalmente en La Nación. En el inicio de su carrera literaria estuvo ligado al Postumismo, pero las diferencias estéticas con los postumistas lo obligaron a distanciar de dicho grupo. Murió en Santo Domingo el 20 de enero de 1961.

Obras
Góndola (1912)
Miserere patricio (1915)
Arabesco (1917)
Jonondio (1919)
Galeras de pafos (1921)
Del sena al ozama (1922)
Música del ayer (1925)
Orégano (1949)
Lilis y Alejandrito (1956)
Juan Daniel (1957)
Profesión de fe
Cándido Espuela
Rapsodia

Una nueva adquisición. Y al parecer, de importancia en la evolución de la poesía de Santo Domingo. Esperemos.

Gracias, Lluvia.

Besos.

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RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

34. EN REPOSO

Durante meses he visto descender
eso la sombra de tu cabello:
he visto arder el punto
en que tu rostro presenta,
algo más que bordes, línea perfecta,
contorno de ciudad contra los árboles.

Durante días y días,
lentísimos crepúsculos,
puntual llamada al despertar,
he visto levantarse
esa tu mansedumbre de pájaro magnífico
y quedar, axila gris, brazo larguísimo,
espalda poderosa,
como una llama angustiada.
Como el fuego sombrío de las guerras.
Sólo dedos y gestos, uñas tranquilas,
recta sonrisa contra las paredes.

Cont.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

34. EN REPOSO

CONT.

Durante un tiempo irreconocible,
durante una irreconocible cantidad
de segundos, de horas, de palabras,
de pasos perseguidos ,
de peines y de espejos,
de miradas por encima del hombro y de los párpados,
te he visto derribada en las maderas.
En los anillos. En el cemento de los muros.
En mi cuello. En largos ríos de sudor,
de sollozos y de conversaciones extrañamente lentas.
Durante meses hemos dejado esta ciudad,
hemos abandonado las cenizas,
los miedos y las amas,
para correr pestillos,
oír los perros ladrar,
y quedar ciegamente despiertos,
liberados del peso de las muertes,
de los graves fracasos,
de los acontecimientos particularmente negros
que a todos nos persiguen...
Durante meses
hemos quedado solos.
Hemos puesto las manos e descanso,
lejos de la sangre y de los diarios.
hemos permanecido virtualmente ignorantes
de cualquier amenaza.
hemos estado ausentes.
Fijos en las mecedoras.
Contra el cristal de las ventanas.
Peces sordos nadando en el vacío espacio de la noche.

Cont.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

34. EN REPOSO

CONT.

Durante meses hemos permanecido lejanos,
perdidos de los otros,
tocando el borde de las sombras,
en tanto que pueblos numerosos,
muchedumbres,
espadas y lirios levantados,
frente golpeadas, rodillas quebradizas,
amorosos cuchillos,
siguen siendo la música del mundo,
el trágico gesto de la vida,
la perpetua batalla del hambre
contra el mármol de las cabezas,
el bronce de las garras,
la ofensiva altura de los templos,
el espantoso poder de los dioses
y de las leyes a látigo y a fuego,
a clavo y cruz,
a desnudez y lágrima.
Hemos permanecido, en tanto,
solos.
Tiernos animalillos mudos.
Perfumes  y cabellos desatados
en las habitaciones,
en los pasillos semioscuros.
Hemos dejado la ciudad.
Lo abandonamos todo,
las armas y la sangre,
para venir a este refugio
que llamamos tu casa...

REPÚBLICA DOMINICANA


OTILIO VIGIL DÍAZ



Arabesco



Yo no deseo glorias ni riquezas: solo anhelo
perpetuarme en un poema rojo como tus labios,
blanco como tus manos.
Yo no deseo glorias ni riquezas: solo anhelo
perpetuarme en un poema sereno como tu frente,
sedoso como tu pelo,
búrneo como tu garganta,
heroico como tus senos.
Yo no deseo glorias ni riquezas: solo anhelo
perpetuarme en un poema breve como tus pies,
nephante y rítmico como tus ansias: un
poema que tenga: el alma de Jesús
de Nerón, de Nietsche
de San Francisco de Asís
de Santa Teresa de Jesús
de Lucrecia, Cleopatra
y Salomé...

REPÚBLICA DOMINICANA


OTILIO VIGIL DÍAZ



Profesión de fe

Cansado de simplificar mi arte
y mi vida, aspiro a simplificar mi vida
y mi arte;
Quiero realizar este milagro sin reducir
mis desequilibrios ni suprimir mis
carcinomas interiores; hacer las cifras
sin contarlas; tener lo mismo:
uno,
cien,
mil,
que un millón o nada;
vivir cerca de los animales, es
muy lejos de los hombres;
Tener por música, la música del mar la música
de las estrellas y la música de mis clavicordios interiores......

Tener por música, la música del mar la música
de las estrellas y la música de mis clavicordios interiores...... 

La paz debe acercarse a esa música.


Veo que estás terminando. Sino me equivoco este es tu último autor.

Ya sabes que yo voy despacio con René del Risco... aún me queda. Pero bueno, no tenemos prisa. O eso creo.

Correcto, voy concluyendo, pero tú a tu ritmo, que por cierto es bastante más veloz que el mío, jeje.
No quedaré en paro, amigo mío. Estoy pasando los sonetos de Patrocino de Biedma y también los madrigales de Arnao, así que aquí te quedarás con René, pasaré a leer y todo tuyo. No te interrumpiré, jeje.
Besos y voy a ello.

REPÚBLICA DOMINICANA


OTILIO VIGIL DÍAZ



TÍMPANO DE LA MONTAÑA

Mi querida,
que es una negra retinta,
dulce y armoniosa como el cuello de una cítara
de ébano,
con pulpa de coco en la sonrisa
y esencia de mandrágora en los dobleces,
me aguardó en la talanquera
para decirme:
“el cabrón ha muerto”.
En un lecho de piedras,
junto a los corrales,
pulido por su cuerpo velludo y rijoso,
está tendido el padre
y señor
del aprisco.
La luna de anoche amortajó su cadáver,
y el sol de esta mañana,
calentó las esponjas de sus barbas patriarcales.
En los libros de amor de Publio Ovidio Nasón
aprendió el arte de amar,
y conquistó mil borregas
con la siringa de Pan.

Para que no coman de su lúbrica carroña
famélicos canes,
le haremos exequias griegas en la sabana.

REPÚBLICA DOMINICANA


OTILIO VIGIL DÍAZ



VISIÓN LUNAR

Señora luna yo te he visto:
sobre las cumbres altivas;
sobre las cataratas bravías;
sobre los ríos musicales y errabundos;
sobre el mar veleidoso y pérfido;
sobre las lagunas estáticas;
sobre las envergaduras de las naves perdidas;
Señora luna yo te he visto:
sobre los caminos polvorientos y sabios;
sobre las ruinas solitarias;
sobre el plumaje de los cisnes dormidos;
sobre la pampa inmensa;
sobre las tristezas de la necrópolis;
sobre los campamentos bárbaros;
sobre el marfil de los cadáveres;
sobre los charcos de sangre;
sobre las carroñas de las bestias;
sobre los jardines solitarios;
sobre el espejo de las fuentes olvidadas;
sobre el dolor de los hospitales;
sobre el arabesco de los frailes;
sobre los pámpanos de las fiestas;
Señora luna, yo tengo un anhelo exótico y profundo:
quiero verte dormida, sobre las gemas de sus
ojos y sobre las pálidas ojivas de sus manos
góticas.

REPÚBLICA DOMINICANA


OTILIO VIGIL DÍAZ



RAPSODIA

Árboles de la villa blanca de San Carlos:
uno,
dos,
tres,
cuatro,
cinco;
cinco aortas llenas de sangre;
cinco basílicas de misteriosas sombras donde descansa
mi ánímula desgarrada por las zarpas atorrantes de la hora;
cinco ánforas de perfumes que lactan las blancas y
azules serpientes de mis sueños y mis quimeras;
cinco jarrones de verdes y perfumados aceites de
frescura;
lámparas piadosas, jocundas a veces y a veces tristísimas;
estáticas a veces, y a veces movibles como velámenes;
a veces repujadas de oro de estrellas o de plata lunar;
estradivarios metafísicos, simbólicos violonchelos!...al
pasar el viento sus crines por la urdimbre de vuestros
ramazones, he sentido el misterio de las selvas solitarias;
las arengas de Matatías, el guerrero bíblico;
las quejas de Leopardi;
las lágrimas de Kosciusco;
los siete sellos de Emerson y las crueldades
de Marte;

Árboles de la villa blanca de San Carlos;
en la agonía pitagórica de la alta noche,
he sentido los festines de Nínive y Babilonia;
he visto los estercoleros de Job y los círculos candentes
del Dante:
a Mercurio y Shylock pesando oro;
a Moloch y Nemrod bebiendo sangre;
a Ariel y el Marqués de Lafayete estribando
el Pegaso alado…
Árboles de la villa blanca de San Carlos;
cipos fantásticos de mi nostálgica necrópolis ideal,
yo en cincelado en vuestras cortezas y en mi
alma; no hay que perder la esperanza…

FIN

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

35. HABÍA MUERTO MILITO

Había muerto Milito
justamente al borde del Masacre
cuando te vieron llegar
floreado vestido de domingo de gallos
y aguardiente,
a encender una vela
junto a sus pies, en el polvo de un lunes
de un sol funesto y grave.

Unos días después
alguien te negaría una paloma,
y tú, sacudiendo el cabello,
seguirías cintura escueta quemada piel
cielo lejano y tardo en la frontera.

Estabas convertida en parte de la Patria,
en estirado cuero de chivo sonarías,
por detrás de los tiros,
después del galope cerrado de caballos
en los que Desiderio, con sus hombres
iba rompiendo piedras en una historia de pólvora
y ensangrentadas caídas,
junto a soldados de copioso bigote.

Cont.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

35. HABÍA MUERTO MILITO

Cont.

En los descanso al borde del camino
aparecías tú, Juana Morel,
rodeada de acordeones,
merengue pegajoso en las caderas,
por devastados campos sonaría tu nombre,
se soltarían los lazos de tu enagua
y en la noche sombría te cogerías el mundo
a fuerza de pegarte al polvo.
me lo contó pedro Reynoso,
lo dijeron sus dedos ávidamente entrecruzados,
no hemos perdido el rastro todavía.
Si repetimos, por ejemplo,
"Caña Dulce", por ejemplo "Caña brava"
hablamos propiamente de un pueblo.
Decimos de cuando llegaron allí los abogados,
los escritores, los comerciantes árabes,
los bancos alemanes, los negros de ls islas:
de cuando una vez más nos engañaron
con siete chimeneas
y dos líneas de rieles que atravesaban la ciudad.
Si repetimos que "el General llegó",
y no salimos de ahí, y nos quedamos presos
sólo diciendo que "el General
a su país llegó",
estaremos contando, uno por uno,
todos los días que pasaron desde 1930.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

36. AQUÍ CERCA DEL MAR...

Aquí cerca del mar,

en un pequeño pueblo

abroquelado por  la sangre y por el polvo;

bajo la noche del sur,

alta y marina como la voz de los viajeros,

y levanto una pequeña flor silvestre.


Aquí levanto esta flor y digo:

Yo, un hijo del azúcar

y de los arrozales,

resistente y golpeado

como cualquier joven de América,

debo alzar esta pequeña flor bajo la noche,

bajo el cálido viento

que arrastra los ramajes

y azota las húmedas banderas

en los pueblos costeros...

Cont.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

36. AQUÍ CERCA DEL MAR...

CONT.

Aquí bajo la noche,

besos esta flor y la levanto

y la dirijo hacia los pueblos sollozantes,

hacia las remotas provincias silenciosas.,

hacia los Hospitales y las Cárceles

y hacia los pequeños Cementerios en las lomas.

Beso esta flor y pienso

en toda la tierra americana,

en los remotos campos a orillas de los ríos,

en las jóvenes islas,

en los minerales,

en las altas montañas oscurecidas,

en el mar rumoroso,

en la luna amarilla sobre los árboles

por las carreteras y las playas,

en los negros caballos,

en las llanuras amplias …

CONT.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

36. AQUÍ CERCA DEL MAR...

CONT.

Pienso en América

bajo la noche del Sur.

debo pensar en los pueblos,

debo decir las lágrimas lloradas,

la sangre silenciosa,

debo decir la sombra de las cárceles.

Debo decir los entierros por la noche.

Debo hacer este alto

y pensar en los muchachos

pateados y asesinados en Caracas,

o en los muchachos de Perú,

debo pensar en los Universitarios prisioneros

bajo la bota de Peralta Azurdia,

o en los que huyen de la rabia de François Duvalier,

debo hablar  por mis compañeros masacrados en Colombia,

o hundidos en los ríos de Nicaragua,

o estrellados contra las paredes en Honduras,

o encarcelados en Paraguay,

o perseguidos en Ecuador,

en los que huyen y disparan en los montes,

en los que organizan y enseñan,

en los que elevan cartelones rotundos,

en las concentraciones populares,

en los que reparten manifiestos,

en los que tienen molidas sus costillas

por las macanas policiales,

en los que desde las altas azoteas de América

hacen valer su consigna ejemplar

con el solo entusiasmo de sus pechos.

Debo pensar en América toda:

yo no debo callar bajo la noche

mientras la noche de América

se llena de coches celulares,

se puebla de gendarmes ávidos,

mientras corren los estudiantes en Panamá

y suenan disparos en El Salvador,

y se manchan de sangre las paredes

y las aceras de los parques...

CONT.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

36. AQUÍ CERCA DEL MAR...

CONT.

Yo no debo callar

porque debo pensar también

en los trabajadores reventados en las minas,

en los que mueren ahogados en los arrozales,

porque debo pensar

en los obreros de los muelles,

en los que se llenan de ronchas

en los cañaverales profundos,

en los que estornudan en las fábricas calientes,

en los que ven morir sus hijos lentamente

y ven hincharse sus mujeres y morir también lentamente;

porque debo pensar en lo obreros

perseguidos par gases lacrimógenos,

en los obreros con la cabeza rota y sangrante,

en los obreros con hijos flacos y amarillos,

con hijos sin zapatos y sin libros,

en los obreros sin abogados y sin médicos,

en los obreros de América

y en los campesinos de América,

abandonados y hambrientos dondequiera,

en Santo Domingo, en la Guayana Francesa,

en Brasil, en Costa Rica, en México,

dondequiera en América...

Hay que pensar,

besando esta flor de tierra mía,

en todos los que viven y agonizan

bajo este cielo amplio y oscuro,

en las muchachas pobres y envejecidas.

REPÚBLICA DOMINICANA


Manuel Rueda



MANUEL RUEDA NACIÓ el 27 de agosto de 1921en Montecristi, República Dominicana. Pianista, poeta, autor de obras de teatro. Un escritor de gran capacidad intelectual en un país donde predominaba la mediocridad, la envidia y la pobreza cultural.

Estudió música de música en el conservatorio de Santiago de Chile. Vivió en Chile por catorce años. En Chile, en 1945, obtuvo el premio “Orrego Carballo” otorgado por el conservatorio de Chile, y en Chile, también, se publicaron sus primeros poemas, en el 1949, en la revista Atenea, revista de la Universidad de Concepción.

Fue un integrante tardío de La poesía sorprendida, y creador del Pluralismo.

Era miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, y director del suplemento cultural «Isla abierta» del periódico Hoy, y director del Conservatorio Nacional de Música.

En seis ocasiones ganó el Premio Anual de Literatura, tres en poesía, dos en teatro y una narrativa. También obtuvo, en 1994, el Premio Nacional de Literatura.

Entre sus obras literarias están La noches (1949 y 1953), Tríptico (1949), La criatura terrestre (1963) y Vacaciones en el cielo. Entre sus obras teatrales, La trinitaria blanca (1957), El Rey Clinejas (1979) y Relato de la Pasión y muerte de Juana Loca (Premio Teatral «Tirso de Molina», 1995). Como compositor, su obra más importante es, quizás, El cancionero litúrgico dominicano, la cual compuso en colaboración con el Obispado de Santiago de los Caballeros, en la República Dominicana.

Obras:
POESÍA:
Las noches (1949 y 1953)
Tríptico (1949)
La criatura terrestre (1963)
Por los mares de la dama (1976)
Las edades del viento (1979)
Congregación del cuerpo único (1989)
Las metamorfosis de Makandal (1998)

TEATRO:
La trinitaria blanca (1957)
Teatro (1968)
El Rey Clinejas (1979)
Retablo de la pasión y muerte de Juana la Loca (1996)

CUENTOS:
Papeles de Sara y otros relatos (1985)

RECOPILACIÓN:
Adivinanzas dominicanas (1968)
Antología panorámica de la poesía dominicana contemporánea 1912-1962 (en colaboración con Lupo Hernández Rueda, Tomo I, 1972)
Dos siglos de literatura dominicana (s. XIX y XX). Poesía y prosa (En colaboración con José Alcántara Almánzar) (1996)

ENSAYOS:
Conocimiento y poesía en el folklore (1971)
De tierra morena vengo (en colaboración con el escritor Ramón Francisco, el fotógrafo Wilfredo García y el pintor Ramón Oviedo, 1987).

REPÚBLICA DOMINICANA


Manuel Rueda



El festín

Un largo día de colmillos e incesantes mandíbulas
se sienta conmigo a la mesa.
Junto a mi gula, la gula de antepasados feroces.
Junto a mi hambre, el hambre de aquellos que no han
tenido nunca su festín
y se atienen, razonables,
al mendrugo que colma sus manos agrietadas.

Miro la mesa puesta. Allí relucen, casi obscenos,
sobre reglamentarios manteles a cuadros
que quisieran dosificarnos la abundancia
esos dones que mis cinco sentidos se aprestan
a devorar.

Observo las tortas abadesas,
hinchadas y morenas como vientres de veraneantes
en cuyo centro se clavan cuchillos homicidas;
las carnes ebrias de vino y fragantes especias;
los quesos de resplandores lunares
que albergan la lujuria como un gusanillo;
el pan virginal y alado que desearía partir hacia
otras mesas
donde él sólo reinara
y tiene que caer, contrito, en el agridulce pecado
de las salsas.

Cada mordida mía devora niños famélicos,
mendigos color de tierra.
Tiendo el hambre de todos sobre esta mesa recién puesta
y me la sirvo
en la consagración del vinagre y del aceite,
masticándola y bebiéndola con saña,
hasta que sobre el plato no queda más que un esqueleto
breve
velado por el falso remordimiento de mi hartura.

Entonces, sólo entonces, me levanto,
salgo a la noche llena de exigencias secretas
y siento que a mi vez soy devorado.

(Poema tomado del libro, “Las edades del viento”)

No sabes cómo te agradezco que hayas asumido los autores que me correspondían. Me falta bastante de René del Risco. Y he de pasarlo a mano.

Besos.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

37. AQUÍ O EN OTRAS  TIERRAS ( A JACQUES VIAU)

Daba los mismo, Jacques,
morir aquí, en Haití, en Bolivia,
en Memphis
dondequiera que un yanqui
quiere cortara tiros
el hilo de esta araña
que no cesa, ni duerme,
que nos crece por dentro
con un rumor extraño de sangre
que nos viene
rodando de hombre en hombre,
por la Historia.

Daba lo mismo, Jacques,
llamarse Viau, Lumumba, Van-Troy, Ibarra,
Báez, Cadena,
morir asesinado en el pasillo de un hotel
en California,
o en una casa de Vietnam,
o en un campo de caña en La Romana.

El caso es que es lo mismo, Jacques,
el asunto es morir, morirse
porque los americanos del Pentágono,
y del azúcar, y del acero,
y de los carros, y de las revistas
y los de "Hay que crear clima propicio
a la inversión",
no nos dejan vivir, sencillamente.

REPÚBLICA DOMINICANA

RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ (1937 - 1972)

37. AQUÍ O EN OTRAS  TIERRAS ( A JACQUES VIAU)

CONT.

Porque el destino manifiesto
les concedió estas tierras y estos hombres
para que edificaran sus riquezas
de ciento dos pisos de altura
y con frenos hidráulicos
y grandes bíceps de Charles Atlas:
riquezas serenas y hermosísimas
como Marilyn Monroe
y los Jets de Panam cada tres minutos despegando
desde algún aeropuerto...
Porque Dios dijo: "América para los norteamericanos",
y entonces McArthur lo celebró en Corea,
y antes que él lo festejaba Truman
una tarde de Agosto en Hiroshima.
Pero, en verdad, esto venía
desde mucho tiempo atrás.

Ho había gritado aquel hombre todavía,
con los cabellos blancos,
no había llorado, no había gritado:
"Yo soy el pueblo..."
Yo soy la carne bajo las ruedas del tranvía,
quiso decir.
Yo soy el que se acuesta sin dormir
oyendo morir a los hijos
que no han nacido aún, debió decir.
"La multitud, la masa …!"
Porque en verdad, esto venía
desde mucho tiempo atrás.
Desde entonces se dijo,
estaba dicho.
Antes de que la pelota volara velozmente
más allá de la cerca...
"¡Sesenta jonrones!" vociferaba el locutor,
"¡He ahí el record del mundo...!
Sólo él, nacido aquí, vistiendo la franela
delos Yanquis,
puede darle esta gloria a la humanidad!
"Mens sana in corpore sano!", gritaba el locutor
y mordía la lata de sopas Campbells.
Pero, en verdad, esto venía
desde mucho tiempo atrás.

Cont.