Guillermo Carnero (Valencia, 7 de mayo de 1947) es un poeta español perteneciente a la corriente de los novísimos, una de las más reconocidas y relevantes en la poesía española contemporánea. Es, además, profesor e historiador de las literaturas dieciochesca y decimonónica (con particular énfasis en el Romanticismo), y ha investigado también el arte y la literatura de las vanguardias.
Biografía
Guillermo Carnero Arbat nació en Valencia el 7 de mayo de 1947. Comenzó sus estudios en el Liceo Francés de Valencia. En septiembre de 1964 se trasladó a Barcelona donde cursó las licenciaturas de Ciencias Económicas y Filosofía y Letras. Ha relatado la consolidación de su vocación poética en Barcelona en el coloquio, organizado el 8 de noviembre de 2016 por la Fundación José Manuel Lara en la Rel Academia de Buenas Letras de Sevilla, en el que participó junto a Pablo García Baena y Jacobo Cortines.
En 1970 apareció la célebre antología Nueve novísimos poetas españoles, de José María Castellet, en la que fue incluido Guillermo Carnero. Poco después, en 1975, presentó su memoria de licenciatura en Filología Española en la Universidad de Barcelona, dirigida por José Manuel Blecua, y que fue publicada en 1976 con el título de El grupo Cántico de Córdoba: un episodio clave de la historia de la poesía española de posguerra. En ese libro, que ha tenido en 2009 una nueva edición, revisada y ampliada, Carnero reconoce el magisterio del grupo Cántico de Córdoba, y especialmente de Pablo García Baena, en la formación de la estética “novísima”. La influencia del grupo Cántico en los novísimos queda asimismo documentada en la novela El joven sin alma (2017) de Viente Molina Foix, otro de los incluidos por José María Castellet en Nueve novísimos.
El primer libro de poemas de Guillermo Carnero, Dibujo de la muerte fue publicado en Málaga por la Librería El Guadalhorce, en febrero de 1967, cuando el poeta tenía aún 19 años, no 20 como se ha dicho. Pero antes de la aparición de ese primer libro, Guillermo Carnero participó en Barcelona en la resistencia universitaria contra la dictadura, en el encierro en el convento de capuchinos de Sarriá que se conoce como “la Caputxinada”. La reunión finalizó con el allanamiento del convento por las fuerzas de Orden Público el día 11 de marzo de 1966, y quienes allí se encontraban fueron objeto de una ficha policial. Por ello y por la participación en posteriores incidentes universitarios, a Carnero le fue incoado un expediente académico, cuyas noticias aparecieron reiteradamente en la prensa de Madrid.
Tras haber concluido sus dos licenciaturas, Carnero consiguió en 1976 un puesto de profesor interino en la Universidad de Valencia, donde se doctoró con una tesis sobre Los orígenes del Romanticismo reaccionario español: el matrimonio Böhl de Faber, publicada en 1978 y merecedora del Premio Extraordinario de Doctorado. Desde entonces hasta su prejubilación en 2012 transcurrió su carrera de profesor e investigador universitario, destacando como especialista en el siglo XVIII, época a la que ha dedicado buena parte de sus publicaciones. Sus investigaciones han cubierto asimismo el Romanticismo decimonónico, la historia y la poética de la Vanguardia de comienzos del siglo XX, la literatura contemporánea y la medieval. Ha coordinado los volúmenes 6, 7 y 8 (1700-1868, publicados entre 1995 y 1997) de la Historia de la Literatura Española fundada por Ramón Menéndez Pidal.
Ha publicado ediciones de recuperación de numerosas obras de autores dieciochescos, entre ellas, los 4 vols. de Obras raras y desconocidas de Ignacio de Luzán (1990-2010), aportación de copiosa erudición acerca del teórico más importante del Neoclasicismo español. También ha preparado ediciones de Azorín, Juan Gil-Albert y Luis Rosales. En 2005 publicó Cienfuegos - Investigación original de la oposición a cátedra de Lengua y Literatura Españolas, y otros inéditos 1925-1939, de Jorge Guillén, volumen que añade 200 páginas a la obra en prosa de Guillén, y documenta la persecución de que fue objeto por obra de las autoridades de la sublevación militar de 1936 desde el comienzo de la guerra civil hasta su exilio a Estados Unidos a mediados de 1938.
Carnero ha sido asimismo un poeta de notable conciencia teórica: de 2007 data su recopilación de Poéticas y entrevistas. Invitado en 2011 por la Universidad de Venecia y la Mancomunidad de Museos venecianos, en el marco del programa “Incroci di Civiltà”, publicó en 2014 el volumen Una máscara veneciana. En él justifica el calificativo de “poeta veneciano” que la crítica le ha aplicado, y rastrea y detalla la inspiración que ha sido para él el arte veneciano, a lo largo de los años y los libros.
Tras su etapa de profesor interino en la Universidad de Valencia, ganó por oposición plaza de profesor adjunto, y luego de catedrático, en la de Alicante (1979 y 1986), donde ha prestado servicio desde 1980 hasta 2012. Ha sido profesor en destacadas Universidades extranjeras, como la italiana de Macerata (curso 1987-1988), y las estadounidenses de Berkeley (1986-1987), Virginia (1989-1990) y Harvard (1994-1995), y miembro del Consejo Asesor de la Fundación Juan March y de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturrales. Ha dirigido numerosos cursos en la Universidad Menéndez Pelayp, y pronunciado conferencias en las principales Universidades españolas, europeas y americanas. Ha practicado la crítica literaria en Ínsula, El Mundo, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Libros y otros periódicos y revistas. Ha publicado once libros de poesía y cinco plaquettes desde 1967, y recopilaciones de su obra poética en 1979, 1983, 1998, 2010 y 2020.
Desde 2011 es miembro del Instituto de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Salamanca y del Proyecto Bodoni, que integran la Universidad de Salamanca, el Patrimonio Nacional y la Biblioteca Palatina de Parma; desde 2014 profesor honorario de la Universidad de Valencia, y desde 2020 miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de San Pío V de Valencia.
Premios
- 1979, Premio Extraordinario de Doctorado.
- 2000, Premio Nacional de la Crítica [*].
- 2000, Premio Nacional de Literatura - Poesía [*].
- 2000, Premio de la Crítica Valenciana
- .
- 2002, Premio Fastenrath de la Real Academia Española [*].
- 2003, Premio de la Crítica Valenciana por Espejo de gran niebla.
- 2005, Premio Internacional de Poesía Loewe por Fuente de Médicis.
- 2006, Premio de las Letras Valencianas [**].
- 2013, Premio de Investigación Filológica de la Fundación Luis Guarner [**].
[*] Premiado por la obra Verano Inglés. [**] Premiado por el conjunto de su obra.
Poética
Carnero ha afirmado que la ruptura con el realismo social y el neorromanticismo significaba para él, a mediados de la década de los 60 del siglo XX, la negación de la poesía – mensaje, aquella que produce textos de lectura previsible e insignificante por su escasa desviación de la lengua estándar y sus referentes cotidianos y contemporáneos.
Su alternativa fue utilizar procedimientos indirectos de expresión del yo lírico, al considerar la Historia de la Cultura un ámbito simbolizador por analogía en términos vitales y emocionales, que permite dar cuenta de la experiencia cotidiana a través de la cultural; una superación del lenguaje lexicalizado del neorromanticismo, al trasponer el discurso del yo al de un “él” o un “ello” con el que se identifica. Lo declara su artículo, titulado “Vida o cultura”, publicado en el año 2000 en el suplemento cultural del periódico El Mundo, y lo explican numerosos textos incluidos en Poéticas y entrevistas (2007).
La poética de Guillermo Carnero ha sido definida por dos conceptos básicos: culturalismo y metapoesía. El culturalismo consiste en que el poeta designa a un personaje histórico, literario o representado en una obra de arte, cuando quiere significar que se encuentra en situación existencial similar a la suya; o bien una obra artística o literaria cuando esa obra, tal como él la entiende, significa lo que quiere significar de sí mismo. La ventaja de esa sustitución reside en que la novedad y la sorpresa que aporta un poema fundado en la analogía entre la vida real y el imaginario cultural son potencialmente infinitas, tanto como lo es este último. Metapoesía es aquella poesía que se tiene a sí misma por objeto, preguntándose en qué medida podemos dar cuenta de nosotros mismos al escribirnos, y hasta dónde puede el lenguaje reflejar y transmitir el pensamiento emocional; o dicho de otro modo, cuál es la relación entre el lenguaje del poema, la realidad de la que procede y el lector que lo recibe. Para Carnero, la metapoesía es una cuestión existencial básica, en quien no tenga el pensamiento disociado de las emociones.
El paso de más de cincuenta años ha revelado la coherencia de su trayectoria, en la que hay dos épocas: la primera (hasta 1975) y la segunda (desde 1999 a 2009). Entre ellas, un libro de transición (Divisibilidad indefinida, 1990). Tras la segunda, dos libros, Regiones devastadas (2017) y Carta florentina (2018). La diferencia sustancial entre ambas épocas es que en la segunda culturalismo y metapoesía conviven con un intimismo pasional en que amor y sexo afloran sin máscara. Al mismo tiempo, el desengaño que aparece en la segunda es más profundo y absoluto, y la evocación de la realidad alternativa, añorada y soñada, tiene en la primera época un poder consolatorio que falta posteriormente.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_Carnero )
*
Algunos poemas de Guillermo Carnero, de Verano inglés, Tusquets, 1999:
EL POEMA NO ESCRITO
Me gusta contemplarte al salir de la ducha,
como a Susana los ancianos bíblicos.
Por la puerta entornada te acecho cuando envuelves
en la toalla el muslo o el tobillo,
el pecho rebosante tras la línea del brazo:
odaliscas de Ingres, pastoras de Boucher
cálidas, sosegadas, inocentes,
ninfas de Bouguereau, esclavas de Gérôme,
Venus de Cabanel -horizontal espuma-,
tan redonduelamente comestibles.
Tendrá un nombre ese pliegue de la axila
que se bifurca en dos entre los dientes;
el leve mofletillo que bordea redondo
el friso de la media, debajo de la nalga;
ese cuenco rosado en que acaban las ingles,
donde el pulgar se tensa en breves círculos
entreabriendo el estuche de la lengua.
Tengo que consultar a un catedrático
de Anatomía.
......................Ya escribiré un poema
cuando esté muerta el arte del deseo.
AMANECER
Resbala el Sol naciente en la curva del río
y enaltece el trigal con su aureola,
tamo oloroso y leve que tiembla en la ventana.
Columnillas de humo hacia el fondo del valle
huelen a miel, a hierba mojada, a pan caliente,
a cecina, a hojas muertas esponjadas y húmedas,
a leña de cerezo, de algarrobo, de olivo;
abre como un breviario la guarnicionería
con su aroma de yute, de cinchas aceitadas.
El eco de la luz designa tu cintura
y recobro en tu piel los colores del sueño:
perfume de milhojas, de marquesas de coco,
poemas de chocolate con su pezón de guinda.
La campana impaciente tañe gotas de cera
y nos llama al sacrificio más goloso:
aroma de tu sexo entre las sábanas
-corazón encendido en caridad, quemando
con su rubia corona de rizadas espinas-,
bendición candeal para cruzar el tiempo
hacia el jirón de fe que ondea en los almiares.
INTELIGENCIA
Veo tu inteligencia cuando pasas las hojas
de un libro, y un destello te ilumina;
cuando frunces los labios para atrapar la idea,
mariposa en la punta de un florete.
Cuando te hago observar la línea de los cuerpos
de Prud'hon, de Guérin y de Bronzino,
y entiendes que hay en ti la misma gloria.
Cuando sin vacilar me tomas la cabeza
para llevarme hasta el lugar exacto,
y después de ascender y de tensarte
como se abraza al viento una cometa,
se subir y bajar y bajar y subir
y subir y bajar por la montaña rusa,
das un salto redondo en la noria del aire
y tomas tierra, ardiendo las mejillas,
abres los ojos y me dicen "¡Hola!",
con un gesto tranquilo de la mano.
FROWNING UPON ME
Enciendo tantas luces para verte
salir, entre un redoble de tambor,
del pastel, con chistera y tacón rojo,
y tengo otra mirada que te sabe
con más profundidad y más anchura,
abrazando la forma que se pierde;
me las apagas todas con sonrisa
de llevar la otra luz en un estuche,
envuelta en seda negra con su brillo.
Vuelves a sonreír, y si requieres
el arco de una ceja y me disparas
esa condescendencia flechadora
me desmenuzas y liliputizas
y me voy al rincón con un azote
en pantalones cortos sin domingo,
un setter arrastrando las orejas,
el gusano que vuelve a su manzana
y huye de aqueste mar tempestuoso,
pero no: me rescatas con tu risa,
un beso en la nariz y estate quieto
tumbado ahí como una circasiana,
yo que quería, a guisa de varón,
estrujarte en un puño temblorosa
como King-Kong a la mujer de oro,
desgarrarte el satén con una uña.
Así estoy en tu luz crucificado,
espero y creo en tu misericordia
y sé que harás de mí lo que prefieras:
después de lacerarme con un bucle
y encender en mi piel las cinco heridas
jugando con la lengua y las pestañas,
me dejarás vacío
con un golpe certero de los labios.
SWEETIE, WHY DO SNAILS COME
CREEPING OUT?
Si eres niña y has amor,
¿qué farás cuando mayor?
ANÓNIMO, Ramillete de flores
(Lisboa, 1593)
Siempre llegamos pronto, o tarde, o nunca,
a trenes que han salido o que no existen,
los cogemos en marcha
hacia cualquier lugar sin estación ni nombre.
Dónde estaría yo, Caperucita,
cuando lanzabas torres abajo
la escalera de amor de tus dos trenzas.
Te desnudo, y el tiempo luminoso
que te envuelve se agolpa y cae en mí
con ácido rumor de aristas negras
al llegarte a quitar los calcetines
pequeños, de ir a clase de gimnasia,
de salir de excursión con un vestido blanco:
me duele la sorpresa
si aprendo en tus lecciones algún brillante truco,
un magistral alarde de gramática parda.
Cuatro cosas aún puedo descubrirte,
y dejarte grabados en la piel
esos dulces recuerdos que una mujer no olvida:
qué es el sabor a roble y el posgusto,
qué lleva la langosta Thermidor,
por qué nos arrastramos al acabar la lluvia,
para tomar el Sol, los caracoles.
INACABADO
Te quisiera mirar y que tú me miraras
como el salvaje ve la tersura del mar,
sorprendido del don que no comprende
en agradecimiento misterioso;
tocarnos como acerca la mano hasta la llama
entre las asechanzas de la noche,
que con temor bajáramos los ojos
al caer hasta el suelo nuestras ropas.
Tendríamos el don de la torpeza
y no, como dos textos muchas veces escritos,
el de la funeral sabiduría
que nos impide ser la bendición del agua.
El agua se concede siempre nueva,
no la marca la quilla ni la lesiona el viento
y en su profundidad no late la memoria.
No queda nombre escrito sobre el agua.
Los cuerpos que nos siguen en la sombra
arañan por debajo de la puerta
si nos oyen reír-
------------------Este poema
se está volviendo triste por momentos,
sentimental, intolerable.
Lo acabaría si fuera una canción.
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