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Malcolm Lowry (Cheshire, 28 de julio de 1909 - 26 de junio de 1957) fue un novelista, poeta y cuentista inglés, que ha sido fundamentalmente valorado por escribir una de las mayores novelas de lengua inglesa del siglo XX: Bajo el Volcán.
Biografía
Fue educado en la Leys School y en St. Catharine's College, Cambridge. A pesar de haber disfrutado de todos los privilegios de un niño y adolescente de la alta burguesía, al tiempo de su graduación en 1931, las obsesiones gemelas del alcohol y la literatura que dominarían su vida ya tenían un puesto firme. Tempranamente también, Lowry ya había viajado bastante, había navegado al Lejano oriente en un barco de la empresa naviera de uno de sus abuelos, y a los Estados Unidos y Alemania, a donde fue enviado por su padre para que aprendiese alemán. Después de Cambridge, Lowry vivió brevemente en Londres, donde conoció a Dylan Thomas, entre otros, y dio inicio a su vida consagrada a escribir sin importar nada más, asumiendo desde un principio su inclinación hacia la autodestrucción. Después de publicar su primera novela, Ultramarine, se mudó a Francia, donde se casó en 1934 con su primera esposa, la norteamericana Jan Gabrial, quien había incursionado en la actuación y en la poesía. Esta fue una unión turbulenta y, después de una de varias rupturas, Lowry la siguió a Nueva York (donde él ingresó al Hospital Bellevue en 1936 debido al alcohol), experiencia recreada en su relato Lunar Caustic, y luego a Hollywood, donde comenzó a escribir guiones para la pantalla.
La pareja se mudó después al Hotel Casino de la Selva en Cuernavaca, México, a finales de 1936, en un intento final de salvar su matrimonio. No tuvieron éxito y a finales de 1937 Lowry se quedó solo en Oaxaca y entró en otro oscuro período de exceso alcohólico que culminó en ser deportado del país, periodo que luego sería sublimado en su novela Bajo el Volcán. En 1939 se trasladó a Canadá y el siguiente año casó con su segunda esposa, Margerie Bonner, también norteamericana, escritora que en su infancia había actuado en cine. La pareja vivió y escribió en un par de cabañas en la playa cercana a Dollarton en la Columbia Británica, región de bosques y fiordos junto al océano Pacífico. Aunque la pareja viajó a Europa, Estados Unidos y el Caribe, y Lowry continuó bebiendo en demasía, este parece haber sido un período relativamente tranquilo y productivo. Duró hasta 1954, cuando comenzó un nuevo ciclo nómada, viajando a Nueva York, Londres y otros lugares. Lowry murió en Inglaterra el 26 de junio de 1957 en la villa de Ripe, Sussex del Este, donde estaba viviendo con su esposa, por la ingestión de alcohol y posiblemente una sobredosis de antidepresivos.
Lowry publicó poco durante su vida, en comparación con la extensa colección de manuscritos inconclusos que dejó. De sus novelas, Bajo el volcán (1947), reescrita innumerables veces, es ahora reconocida ampliamente como una de las grandes obras de la literatura del siglo XX. Ejemplifica el método de Lowry como escritor, que involucraba esbozar sobre material autobiográfico e imbuirlo con capas complejas de simbolismo. Bajo el volcán dibuja una serie de relaciones complejas y destructivas. El alcohólico protagonista, Geoffrey Firmin, trasunto de Malcolm Lowry, es el excónsul británico en Cuernavaca. La novela está ambientada en Cuernavaca y ubica la trama en el año en que Cárdenas nacionalizó el petróleo de las compañías británicas y estadounidenses, en 1938. Narra un descenso a los infiernos el Día de todos los muertos de 1938, mientras el excónsul se emborracha de mezcal. La novela jamás hubiese sobrevivido al delirio autodestructivo del autor si no llega a ser por el editor Albert Erskine, amigo leal que creyó como nadie en su talento.
Ultramarina (1933), novela escrita mientras Lowry era todavía un estudiante y admiraba mucho al escritor noruego Nordahl Grieg, trata de un joven que en su primer viaje en barco trata de ganarse la aceptación de la tripulación.
El resto de sus publicaciones son póstumas, y están todas retocadas por su viuda: una colección de historias cortas, Escúchanos, oh Señor, desde el cielo tu morada (1961), las novelas Oscuro como la tumba donde yace mi amigo (1968), suerte de segunda parte de Bajo el Volcán, y Ferry de octubre a Gabriola (1970). El poeta Earle Birney editó Poemas selectos (1962) y Birney y Margerie Bonner Lowry, la viuda de Lowry, colaboraron en editar Lunar Caustic (1968), siendo esta última una refundición de un relato publicado en vida de Lowry en una revista francesa.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Malcolm Lowry, sacados de El trueno más allá de Popocatépetl. Poemas escogidos, traducción de Juan Luis Panero, Tusquets, 2009:
EL VOLCÁN EN LA OSCURIDAD
El volcán está rodeado de oscuridad
y un trueno repentino
parece hundir las haciendas cercanas.
En esta oscuridad pienso en los hombres
y en el acto de procrear,
veloces, inclinados, sentados, de pie, derrumbados,
en los lamentos de millones de billones de hombre3s
y la mano eterna de la mujer
moviéndose suavemente a su lado.
Veo su sexo helado dentro de una roca gigante
deshecho ahora...
Y escucho los gritos que podrían ser los gemidos de un moribundo
o las apasionadas quejas del amor.
POR EL PLACER DE MORIR
Duros son los tormentos del infierno
y las llamas de su terrible fuego,
sin embargo, los zopilotes volando contra el viento
son más hermosos que las gaviotas
planeando con la primera luz del sol,
o los abanicos moviéndose monótonos
en los asilos, tejiendo su destino de sueños,
una esperanza que jamás volará tan alto
como vuela el horror de vivir.
Si la muerte puede volar, sólo por el placer de volar,
¿qué no hará la vida por el placer de morir?
LA DESESPERACIÓN DE DIOS
Tan enorme es la desesperación de Dios
en la llanura del cactus salvaje
que he podido escuchar sus lamentos.
Y he podido aventurarme allí,
donde el peón fue asesinado,
tan grande es su desesperación.
En el aire contaminado
al mediodía, bajo la lluvia
he podido escuchar sus lamentos.
Y he sentido su angustia
buscando refugio en mi cerebro
tan enorme es la desesperación de Dios.
Una desesperación tan grande
que es capaz de refugiarse en algo tan pequeño
donde pueden oírse sus lamentos.
Más grande que nosotros mismos,
que los desiertos de la Nueva España
así es la desesperación de Dios
y los lamentos que he escuchado.
DELIRIO EN VERACRUZ
¿Adónde fue la ternura? Pregunto
a un espejo de la habitación 216 del Hotel Biltmore.
Quizás esa imagen que el cristal refleja
se pregunta también adónde he llegado yo, en qué horror habito,
esa imagen que ahora me mira aterrorizada
detrás de su frágil defensa.
Pero la ternura estuvo aquí, en este dormitorio,
en este lugar se escucharon lamentos por ti.
¿Cuál fue el error? ¿Es mía esa imagen?
¿Es éste el fantasma del amor que reflejé, con ese fondo
donde se mezclan el tequila y las colillas,
cuellos sucios y perborato de sosa,
el teléfono descolgado y una página garabateada para la muerte?
Furioso rompí todos los cristales de la habitación
(el precio: 50 dólares).
ORACIÓN POR LOS BORRACHOS
Señor, da de beber a todos estos que ahora se levantan,
destrozados, farfullando palabras desde el centro del infierno,
mientras espían a través de las ventanas
la espantosa realidad de día que comienza.
SIN MIEDO AL DRAGÓN NOCTURNO
Todas las nociones de libertad están asociadas al alcohol
y nuestro ideal de vida se reduce a una cantina
donde los hombres puedan sentarse y hablar o tal vez pensar
sin miedo al dragón nocturno.
O quizás otra cantina
sin letreros de “Aquí no se fía”
y con su crédito ilimitado
donde –aparte de innumerables botellas de cerveza-
nos podamos sentar –bien borrachos
y lo suficientemente locos-
a escribir tratados sobre una tierra prodigiosa
en la que los hombres beben un vino maravilloso
que les emborracha suavemente, sin vómitos ni resacas,
mientras tejen el sueño de otra cantina
en la que beberán siempre gratis,
con la puerta abierta, mirando pasar el viento.
LA ÚNICA ESPERANZA
La única esperanza puesta en el próximo trago
aunque si quieres puedes pasear un rato
pero no hay tiempo para detenerse y pensar:
la única esperanza está en el próximo trago.
Inútil que tiembles en el último límite,
y peor toda esta innecesaria palabrería:
la única esperanza está allí,
en el fondo de la copa que aguarda.
BRASAS EN EL VIENTO
Nuestras vidas -no lo lamentemos-
son como cigarrillos encendidos
en un día de tormenta,
una brasa protegida del viento
por una mano cuidadosa.
Entonces arden hasta el final,
como ardieran aquellas deudas que nunca pagamos,
y se queman tan de prisa como la vida.
Uno querría encender otro, encender otra vida
que fuera menos dura que la anterior,
pero no es posible y el cigarrillo ya no tiene sabor
y lo único que podemos hacer es tirarlo.
LE GUSTABAN LOS MUERTOS
Al final de un día borrado, de una triste jornada,
trató de contar las cosas que de verdad le importaban.
Nunca había querido ser Rupert Brooke,
ni tampoco un gran amante
y sólo se acordaba de unas pocas cosas, cosas sencillas,
de su alma habitada siempre por el miedo
y que ahora vendería por una jarra de cerveza.
Parecía que apenas había conocido el amor
y que el terror era su sentimiento más profundo.
Le gustaban los muertos.
Para él, la hierba no era verde, ni siquiera hierba,
el sol no era el sol ni la rosa, rosa,
ni el humo era ya humo.
DESPUÉS DE LA PUBLICACIÓN DE BAJO EL VOLCÁN
Qué horrible es el éxito,
peor que ver tu casa en llamas
y las vigas cayendo, una tras otra,
mientras asistes, sin testigos, a tu condena.
La fama, como una borrachera, consume lo mejor de ti mismo
y, sórdida, te muestra que sólo trabajaste para ella.
Ojalá que nunca me hubiera besado esa puta,
y haber seguido siempre en las sombras de la destrucción y el fracaso.
MALCOLM LOWRY, El trueno más allá del Popocatépetl. Poemas escogidos, traducciónde de Juan Luis Panero, Tusquets, 2009.
Malcolm Lowry (Cheshire, 28 de julio de 1909 - 26 de junio de 1957) fue un novelista, poeta y cuentista inglés, que ha sido fundamentalmente valorado por escribir una de las mayores novelas de lengua inglesa del siglo XX: Bajo el Volcán.
Biografía
Fue educado en la Leys School y en St. Catharine's College, Cambridge. A pesar de haber disfrutado de todos los privilegios de un niño y adolescente de la alta burguesía, al tiempo de su graduación en 1931, las obsesiones gemelas del alcohol y la literatura que dominarían su vida ya tenían un puesto firme. Tempranamente también, Lowry ya había viajado bastante, había navegado al Lejano oriente en un barco de la empresa naviera de uno de sus abuelos, y a los Estados Unidos y Alemania, a donde fue enviado por su padre para que aprendiese alemán. Después de Cambridge, Lowry vivió brevemente en Londres, donde conoció a Dylan Thomas, entre otros, y dio inicio a su vida consagrada a escribir sin importar nada más, asumiendo desde un principio su inclinación hacia la autodestrucción. Después de publicar su primera novela, Ultramarine, se mudó a Francia, donde se casó en 1934 con su primera esposa, la norteamericana Jan Gabrial, quien había incursionado en la actuación y en la poesía. Esta fue una unión turbulenta y, después de una de varias rupturas, Lowry la siguió a Nueva York (donde él ingresó al Hospital Bellevue en 1936 debido al alcohol), experiencia recreada en su relato Lunar Caustic, y luego a Hollywood, donde comenzó a escribir guiones para la pantalla.
La pareja se mudó después al Hotel Casino de la Selva en Cuernavaca, México, a finales de 1936, en un intento final de salvar su matrimonio. No tuvieron éxito y a finales de 1937 Lowry se quedó solo en Oaxaca y entró en otro oscuro período de exceso alcohólico que culminó en ser deportado del país, periodo que luego sería sublimado en su novela Bajo el Volcán. En 1939 se trasladó a Canadá y el siguiente año casó con su segunda esposa, Margerie Bonner, también norteamericana, escritora que en su infancia había actuado en cine. La pareja vivió y escribió en un par de cabañas en la playa cercana a Dollarton en la Columbia Británica, región de bosques y fiordos junto al océano Pacífico. Aunque la pareja viajó a Europa, Estados Unidos y el Caribe, y Lowry continuó bebiendo en demasía, este parece haber sido un período relativamente tranquilo y productivo. Duró hasta 1954, cuando comenzó un nuevo ciclo nómada, viajando a Nueva York, Londres y otros lugares. Lowry murió en Inglaterra el 26 de junio de 1957 en la villa de Ripe, Sussex del Este, donde estaba viviendo con su esposa, por la ingestión de alcohol y posiblemente una sobredosis de antidepresivos.
Lowry publicó poco durante su vida, en comparación con la extensa colección de manuscritos inconclusos que dejó. De sus novelas, Bajo el volcán (1947), reescrita innumerables veces, es ahora reconocida ampliamente como una de las grandes obras de la literatura del siglo XX. Ejemplifica el método de Lowry como escritor, que involucraba esbozar sobre material autobiográfico e imbuirlo con capas complejas de simbolismo. Bajo el volcán dibuja una serie de relaciones complejas y destructivas. El alcohólico protagonista, Geoffrey Firmin, trasunto de Malcolm Lowry, es el excónsul británico en Cuernavaca. La novela está ambientada en Cuernavaca y ubica la trama en el año en que Cárdenas nacionalizó el petróleo de las compañías británicas y estadounidenses, en 1938. Narra un descenso a los infiernos el Día de todos los muertos de 1938, mientras el excónsul se emborracha de mezcal. La novela jamás hubiese sobrevivido al delirio autodestructivo del autor si no llega a ser por el editor Albert Erskine, amigo leal que creyó como nadie en su talento.
Ultramarina (1933), novela escrita mientras Lowry era todavía un estudiante y admiraba mucho al escritor noruego Nordahl Grieg, trata de un joven que en su primer viaje en barco trata de ganarse la aceptación de la tripulación.
El resto de sus publicaciones son póstumas, y están todas retocadas por su viuda: una colección de historias cortas, Escúchanos, oh Señor, desde el cielo tu morada (1961), las novelas Oscuro como la tumba donde yace mi amigo (1968), suerte de segunda parte de Bajo el Volcán, y Ferry de octubre a Gabriola (1970). El poeta Earle Birney editó Poemas selectos (1962) y Birney y Margerie Bonner Lowry, la viuda de Lowry, colaboraron en editar Lunar Caustic (1968), siendo esta última una refundición de un relato publicado en vida de Lowry en una revista francesa.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
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Algunos poemas de Malcolm Lowry, sacados de El trueno más allá de Popocatépetl. Poemas escogidos, traducción de Juan Luis Panero, Tusquets, 2009:
EL VOLCÁN EN LA OSCURIDAD
El volcán está rodeado de oscuridad
y un trueno repentino
parece hundir las haciendas cercanas.
En esta oscuridad pienso en los hombres
y en el acto de procrear,
veloces, inclinados, sentados, de pie, derrumbados,
en los lamentos de millones de billones de hombre3s
y la mano eterna de la mujer
moviéndose suavemente a su lado.
Veo su sexo helado dentro de una roca gigante
deshecho ahora...
Y escucho los gritos que podrían ser los gemidos de un moribundo
o las apasionadas quejas del amor.
POR EL PLACER DE MORIR
Duros son los tormentos del infierno
y las llamas de su terrible fuego,
sin embargo, los zopilotes volando contra el viento
son más hermosos que las gaviotas
planeando con la primera luz del sol,
o los abanicos moviéndose monótonos
en los asilos, tejiendo su destino de sueños,
una esperanza que jamás volará tan alto
como vuela el horror de vivir.
Si la muerte puede volar, sólo por el placer de volar,
¿qué no hará la vida por el placer de morir?
LA DESESPERACIÓN DE DIOS
Tan enorme es la desesperación de Dios
en la llanura del cactus salvaje
que he podido escuchar sus lamentos.
Y he podido aventurarme allí,
donde el peón fue asesinado,
tan grande es su desesperación.
En el aire contaminado
al mediodía, bajo la lluvia
he podido escuchar sus lamentos.
Y he sentido su angustia
buscando refugio en mi cerebro
tan enorme es la desesperación de Dios.
Una desesperación tan grande
que es capaz de refugiarse en algo tan pequeño
donde pueden oírse sus lamentos.
Más grande que nosotros mismos,
que los desiertos de la Nueva España
así es la desesperación de Dios
y los lamentos que he escuchado.
DELIRIO EN VERACRUZ
¿Adónde fue la ternura? Pregunto
a un espejo de la habitación 216 del Hotel Biltmore.
Quizás esa imagen que el cristal refleja
se pregunta también adónde he llegado yo, en qué horror habito,
esa imagen que ahora me mira aterrorizada
detrás de su frágil defensa.
Pero la ternura estuvo aquí, en este dormitorio,
en este lugar se escucharon lamentos por ti.
¿Cuál fue el error? ¿Es mía esa imagen?
¿Es éste el fantasma del amor que reflejé, con ese fondo
donde se mezclan el tequila y las colillas,
cuellos sucios y perborato de sosa,
el teléfono descolgado y una página garabateada para la muerte?
Furioso rompí todos los cristales de la habitación
(el precio: 50 dólares).
ORACIÓN POR LOS BORRACHOS
Señor, da de beber a todos estos que ahora se levantan,
destrozados, farfullando palabras desde el centro del infierno,
mientras espían a través de las ventanas
la espantosa realidad de día que comienza.
SIN MIEDO AL DRAGÓN NOCTURNO
Todas las nociones de libertad están asociadas al alcohol
y nuestro ideal de vida se reduce a una cantina
donde los hombres puedan sentarse y hablar o tal vez pensar
sin miedo al dragón nocturno.
O quizás otra cantina
sin letreros de “Aquí no se fía”
y con su crédito ilimitado
donde –aparte de innumerables botellas de cerveza-
nos podamos sentar –bien borrachos
y lo suficientemente locos-
a escribir tratados sobre una tierra prodigiosa
en la que los hombres beben un vino maravilloso
que les emborracha suavemente, sin vómitos ni resacas,
mientras tejen el sueño de otra cantina
en la que beberán siempre gratis,
con la puerta abierta, mirando pasar el viento.
LA ÚNICA ESPERANZA
La única esperanza puesta en el próximo trago
aunque si quieres puedes pasear un rato
pero no hay tiempo para detenerse y pensar:
la única esperanza está en el próximo trago.
Inútil que tiembles en el último límite,
y peor toda esta innecesaria palabrería:
la única esperanza está allí,
en el fondo de la copa que aguarda.
BRASAS EN EL VIENTO
Nuestras vidas -no lo lamentemos-
son como cigarrillos encendidos
en un día de tormenta,
una brasa protegida del viento
por una mano cuidadosa.
Entonces arden hasta el final,
como ardieran aquellas deudas que nunca pagamos,
y se queman tan de prisa como la vida.
Uno querría encender otro, encender otra vida
que fuera menos dura que la anterior,
pero no es posible y el cigarrillo ya no tiene sabor
y lo único que podemos hacer es tirarlo.
LE GUSTABAN LOS MUERTOS
Al final de un día borrado, de una triste jornada,
trató de contar las cosas que de verdad le importaban.
Nunca había querido ser Rupert Brooke,
ni tampoco un gran amante
y sólo se acordaba de unas pocas cosas, cosas sencillas,
de su alma habitada siempre por el miedo
y que ahora vendería por una jarra de cerveza.
Parecía que apenas había conocido el amor
y que el terror era su sentimiento más profundo.
Le gustaban los muertos.
Para él, la hierba no era verde, ni siquiera hierba,
el sol no era el sol ni la rosa, rosa,
ni el humo era ya humo.
DESPUÉS DE LA PUBLICACIÓN DE BAJO EL VOLCÁN
Qué horrible es el éxito,
peor que ver tu casa en llamas
y las vigas cayendo, una tras otra,
mientras asistes, sin testigos, a tu condena.
La fama, como una borrachera, consume lo mejor de ti mismo
y, sórdida, te muestra que sólo trabajaste para ella.
Ojalá que nunca me hubiera besado esa puta,
y haber seguido siempre en las sombras de la destrucción y el fracaso.
MALCOLM LOWRY, El trueno más allá del Popocatépetl. Poemas escogidos, traducciónde de Juan Luis Panero, Tusquets, 2009.
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