
Los fenicios -los pobladores originales del territorio que hoy conforma Líbano- tuvieron tal vez un menor protagonismo literario que otras civilizaciones de la Antigüedad, y además, relativamente poca de la literatura que pudieron generar se ha conservado, aunque sí se tiene constancia de que se materializó principalmente en inscripciones (aunque no todas ellas tuvieron un carácter netamente literario, de entre las que sí lo tuvieron destacan algunas narraciones históricas y poemas). También han llegado a nuestros días los nombres de algunos de los que seguramente fueron los principales autores de esa época antigua, como Sanjuniatón (que fue traducido al griego y dejó principalmente un extenso texto religioso sobre la mitología fenicia que incluye historias heroicas, aspectos de la cosmogonía, descripciones de la vida de los dioses, exposición de rituales, etc) o Filón de Biblos (erudito al que se le atribuye la producción de epigramas -composiciones poéticas que tienen como objetivo expresar un solo pensamiento-). Y no podemos olvidar que fueron los fenicios quienes dieron a conocer al mundo un invento de insuperable relevancia para la evolución tanto general como literaria del ser humano en toda la historia posterior: el alfabeto (al ya mencionado Sanjuniatón se le atribuye la autoría del tratado “Sobre el alfabeto fenicio”), ni tampoco que en la civilización fenicia proliferaron como en pocas otras civilizaciones las bibliotecas.
Desde el momento en el que el centro de poder fenicio se trasladó a lo que terminaría siendo la civilización cartaginesa (en el actual estado de Túnez), la producción literaria en el hoy territorio de Líbano se vio muy disminuida, para después ser alterada como consecuencia de la llegada de los conceptos y patrones culturales de los árabes; en esos nuevos ideales claramente predominaba el género poético, y es que la poesía en el mundo árabe servía a diferentes propósitos además del puramente literario, como el de apoyar la escolarización o ayudar en los estudios lingüísticos. En ese sentido Líbano no fue sino un territorio más en el que se desarrollaron algunas de las principales formas poéticas árabes, en el que incluso tuvieron protagonismo movimientos autóctonos como por ejemplo el conocido como zajal, una suerte de subgénero en el que dos oponentes dialécticos se enfrentaban profiriéndose insultos lo más creativos posibles.
En lo sucesivo, y ya más cerca de nuestros días, ese territorio libanés ya completamente arabizado a lo largo de una decena de siglos, pasó a ser controlado por potencias extranjeras como el Imperio Otomano o Francia. Bajo el influjo del primero de los ocupantes, en el siglo XIX destacaron los poetas Niqula al-Turk (poeta e historiador que escribió de la expedición de Napoleón a Egipto), Warda al-Yaziji (considerada la pionera de las mujeres escritoras) o Warda al-Turk (que luchó por hacer renacer la poesía clásica antigua), además de Emín Arslán (periodista además de escritor, y autor de una generosa obra) o Ahmad Faris Shidyak (considerado uno de los fundadores de la literatura árabe moderna). En la transición entre el siglo XIX y el XX y a principios del segundo (ya incluyendo la etapa de colonialismo francés, que comenzó en 1920), aparecen las figuras de Kahlil Gibran (principalmente poeta, aunque también tuvo interesantes aportaciones en otros campos como el de la Política, la Filosofía o la Religión), Mikhael Naimy (considerado uno de los escritores más influyentes de la literatura libanesa moderna, centrado en temas filosóficos y espirituales), May Ziadeh (poetisa y ensayista que dividió su obra entre los idiomas árabe y francés y fue una de las abanderadas del movimiento conocido como Nahda -una corriente cultural que se expandió por el Imperio Otomano, en especial por Egipto, Siria y Líbano, que pretendía hacer renacer la literatura y el pensamiento de la etapa árabe clásica-) o Elias Abou Chabke (autor de gran influencia en la literatura de Líbano e incluso de Oriente Medio y también uno de los líderes del Nahda).
En la segunda parte del siglo XX, y en el siglo XXI, habrían destacado figuras literarias como las de Amin Maalouf (autor de gran proyección y prestigio internacional, además de ganador de numerosos premios literarios), Emily Nasrallah (autora de una generosa obra principalmente compuesta de novela y relato corto), Said Akl (uno de los poetas más relevantes de la literatura libanesa contemporánea -aunque también se dedicó a otros géneros como el teatro-), Hanan Al Saykh (novelista centrada en el asunto de los derechos de las mujeres libanesas), Hoda Barakat (principalmente novelista, que ha escrito sobre el sufrimiento de la población libanesa), Elias Khoury (novelista también muy activo en otros campos), Joumana Haddad (ganadora de varios premios gracias a su obra orientada a defender a la mujer) o Samir Kassir (historiador además de escritor, que ha escrito sobre los rasgos de su propio país de y de la etnia árabe).
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