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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 05 Dic 2021, 02:39

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    Dos paisajes





    - II -


    Era un trozo de tierra jurdana
    con una alquería:
    era un trozo de mundo vibrante,
    de ruidos de vida.



    Era un campo de flores y frutos,
    con hombres y pájaros,
    con caricias de sol y aguas puras,
    de limpios regatos.



    Olivares azules que escalan
    alegres laderas;
    huertecillos con frutos de oro
    que engríen las vegas.



    Recortados, pequeños trigales;
    minúsculos prados
    alamedas pomposas y viñas,
    sotos de castaños...



    Y la sierra gentil, más arriba,
    perdiendo asperezas...
    ¡sonriendo a medida que sube
    la vida por ella!



    Colmenares que zumban y labran,
    palomares blancos,
    majadillas que alegran las cuestas
    sonoros rebaños...



    Carboneras humosas que fingen
    pequeños volcanes;
    leñadores que cortan y cantan,
    que llevan y traen...



    ¡La visión de los campos incultos
    que ricos se tornan
    si los baña del sol del trabajo
    la luz creadora!



    Y tenía ya puente el riachuelo,
    y torre la aldea,
    y alegría de vida sus blancas
    y sanas viviendas.



    Y del útil saber en un templo
    limpio y diminuto,
    y en el templo más grande y más sabio
    del campo fecundo,



    bando alegre de niños que un hombre
    discreto guiaba,
    la salud y la vida bebían
    del cuerpo y del alma.



    Y unas madres con leche en sus pechos,
    y luz en la mente,
    y en las caras morenas, dulzuras
    y risas alegres,



    amasaban el pan de los suyos,
    rezaban, bullían,
    gobernaban la casa cantando,
    ¡cantando la vida!



    Y unos hombres briosos y cultos
    labraban los campos
    con la sana alegría que infunden
    la paz y el trabajo.



    Y flotaba en los aires el ritmo
    gigante y oscuro
    con que alienta la tierra fecunda
    preñada de frutos.
    ........................................................



    ¡Dos paisajes! El uno soñado
    y el otro vivido.
    Del vivir al soñar, ¿hay distancia?
    ¡Pues amor cegará tal abismo!




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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 05 Dic 2021, 02:40

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    La jurdana


    - I -


    Era un día crudo y turbio de febrero
    que las sierras azotaba
    con el látigo iracundo
    de los vientos y las aguas
    Unos vientos que pasaban restallando
    las silbantes finas alas
    Unos turbios, desatados aguaceros,
    cuyas gotas aceradas
    descendían de los cielos como flechas
    y corrían por la tierra como lágrimas.
    Como bajan de las sierras tenebrosas
    las famélicas hambrientas alimañas,
    por la cuesta del serrucho va bajando
    la paupérrima jurdana...
    Lleva el frío de las fiebres en los huesos,
    lleva el frío de las penas en el alma,
    lleva el pecho hacia la tierra,
    lleva el hijo a las espaldas
    Viene sola, como flaca loba joven
    por el látigo del hambre flagelada,
    con la fiebre de sus hambres en los ojos,
    con la angustia de sus hambres en la entraña.
    Es la imagen del serrucho solitario
    de misérrimos lentiscos y pizarras;
    es el símbolo del barro empedernido
    de los álveos de las fuentes agotadas
    Ni sus venas tienen fuego,
    ni su carne tiene savia,
    ni sus pechos tienen leche,
    ni sus ojos tienen lágrimas
    Ha dejado la morada nauseabunda
    donde encueva sus tristezas y sus sarnas,
    donde roe los mendrugos indigestos,
    de dureza despiadada,
    cuando torna de la vida vagabunda,
    con el hijo y los mendrugos a la espalda,
    y ahora viene, y ahora viene de sus sierras
    a pedirnos a las gentes sin entrañas
    el mendrugo que arrojamos a la calle
    si a la puerta no lo pide la jurdana.




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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 05 Dic 2021, 02:41

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    La jurdana



    - II -


    ¡Pobre niño! ¡Pobre niño!
    Tú no ríes, tú no juegas, tú no hablas,
    porque nunca tu hociquillo codicioso
    nutridora leche mama
    de la teta flaca y fría,
    álveo enjuto de la fuente ya agotada.
    Te verías, si te vieras, el más pobre
    de los seres de la tierra solitaria.
    No envidiaras solamente al pajarillo
    que en el nido duerme inerte con la carga
    de alimentos regalados
    que calientan sus entrañas,
    envidiaras del famélico lobezno
    los festines que la loba le depara,
    si en la noche tormentosa con fortuna
    da el asalto a los rediles de las cabras...
    Estos días que en la sierra se embravecen,
    por la sierra nadie vaga...
    Toda cría se repliega en las honduras
    de cubiles o cañadas,
    de calientes blandos nidos
    o de enjutas oquedades subterráneas.
    Tú solito, que eres hijo de un humano.
    maridaje del instinto y la desgracia,
    vas a espaldas de tu madre recibiendo
    las crueles restallantes bofetadas
    de las alas de los ábregos revueltos
    que chorrean gotas de agua.
    Tú solito vas errante
    con el sello de tus hambres en la cara,
    con tus fríos en los tuétanos del cuerpo,
    con tus nieblas en la mente aletargada
    que reposa en los abismos
    de una negra noche larga,
    sin anuncios de alboradas en los ojos,
    orientales horizontes de las almas





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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 05 Dic 2021, 02:42

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    La jurdana




    - III -


    Por la cuesta del serrucho pizarroso
    va bajando la paupérrima jurdana
    con miserias en el alma y en el cuerpo,
    con el hijo medio imbécil a la espalda...
    Yo les pido dos limosnas para ellos
    a los hijos de mi patria:
    ¡Pan de trigo para el hambre de sus cuerpos!
    ¡Pan de ideas para el hambre de sus almas!



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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 05 Dic 2021, 02:43

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS




    Nocturno montañés A J. Neira Cancela




    El oro del crepúsculo
    se va tomando plata,
    y detrás de los abismos que limita
    con perfiles ondulantes la montaña,
    va acostándose la tarde fatigosa
    precursora de una virgen noche cálida,
    una noche de opulencias enervantes
    y de místicas ternuras abismáticas,
    una noche de lujurias en la tierra
    por alientos de los cielos depuradas,
    una noche de deleites del sentido
    depurado por los ósculos del alma...
    A ocaso baja el día
    rodando en oleadas
    y los ruidos de los hombres y las aves,
    a medida que el crepúsculo se apaga,
    va cayendo mansamente en el abismo
    del silencio que de música empapa.



    Las penumbras de los valles misteriosos
    van en ondas esfumando las gargantas,
    van en ondas esfumando las colinas,
    van en ondas escalando las montañas;
    y el errático murciélago nervioso
    raudo cruza, raudo sube, raudo baja,
    con revuelo laberíntico rayando
    las purezas del crepúsculo de plata.
    Con regio andar solemne
    la noche se adelanta,
    y en el lienzo de los cielos infinitos,
    y en las selvas de las tierras perfumadas,
    van surgiendo las estrellas titilantes,
    van surgiendo las luciérnagas fantásticas.



    Lentamente, como alientos misteriosos,
    de los senos de los bosques se levantan
    brisas frescas que estremecen el paisaje
    con el roce de las puntas de sus alas,
    preludiando rumorosas en las frondas
    las nocturnas melancólicas tonadas,
    la que vibran los pinares resinosos,
    la que zumban las robledas solitarias,
    la que hojean los maizales susurrantes,
    la que arrullan las olientes pomaradas...
    y aquella más poética
    que suena en las entrañas,
    la que viene sin saber de donde viene,
    la que suena sin sonoras asonancias,
    ¡la que arranca la divina poesía
    de las fibras más vibrantes de las almas!



    De los coros rumorosos de la noche,
    de los senos de las flores fecundadas,
    al sentido vienen músicas que engríen,
    al sentido vienen poemas que embriagan....
    es la hora de los grandes embelesos,
    es la hora de las dulces remembranzas,
    es la hora de los éxtasis sabrosos
    que aproximan la visión paradisíaca,
    es la hora de los cálidos amores
    de los hijos, de la esposa y de la Patria...
    ¡El momento más fecundo de la carne
    y el momento más fecundo de las almas!
    Tendido en lecho húmedo
    de hierbas aromáticas,
    he bebido la ambrosía de la noche
    sobre el lomo de la céltica montaña.



    Más arriba, los luceros de diamantes;
    más arriba, las estrellas plateadas;
    más arriba, las inmensas nebulosas
    infinitas, melancólicas, arcanas...;
    más arriba, Dios y el éter...; más arriba,



    Dios a solas en la gloria con las almas....
    ¡con las almas de los buenos que la tierra
    fecundaron con regueros de sus lágrimas!



    Más abajo, las robledas sonorosas;
    más abajo las luciérnagas fantásticas;
    más abajo, los dormidos caseríos;
    más abajo, las riberas arrulladas
    por el coro de bichuelos estivales,
    por el himno ronco y fresco de las aguas,
    por el sordo rebullir de los silencios
    que parece el alentar de las montañas...
    Los hombres todos duermen,
    las horas solas pasan,
    y ahora, salen mis secretos sentimientos
    del encierro perennal de mis entrañas,
    y ahora salen mis recónditas ideas
    a esparcirse en las regiones dilatadas
    donde el choque con los hombres no las hiere,
    donde el roce con los fangos no las mancha,
    donde juegan, donde ríen, donde lloran,
    donde sienten, donde estudian, donde aman...
    Ellas pueblan los abismos de los cielos
    y en efluvios sutilísimos se bañan,
    ellas oyen el silencio de los mundos,
    ellas miden sus grandezas soberanas,
    ellas suben y temblando se aproximan
    a las puertas diamantinas de un alcázar,
    y algo entienden de una música distante
    que estremece, que embelesa, que embriaga,
    y algo sienten de una atmósfera sin peso
    que parece delicioso lecho de almas...
    ¡Oh nostalgias del espíritu que ha visto
    los linderos aún sellados de su patria!
    ¡Oh grandezas de las noches religiosas
    que aproximan las divinas lontananzas!
    .........................................................
    Se asoma blanca y tímida
    la dulce madrugada;
    palidecen las estrellas del Oriente
    y se enfrían los alientos de las auras,
    se recogen los misterios de la noche,
    las luciérnagas suavísimas se apagan
    y los libres sueños amplios de mi mente
    se repliegan en la cárcel de mi alma...



    Y honda y queda en sus arrullos iniciales,
    y habladora cuando el mundo se levanta,
    y opulenta en las severas plenitudes
    de su música de oro y rica casta,
    se derrama por los campos
    la canción de la mañana.






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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 06 Dic 2021, 01:21

    Las penumbras de los valles misteriosos
    van en ondas esfumando las gargantas,
    van en ondas esfumando las colinas,
    van en ondas escalando las montañas;
    y el errático murciélago nervioso
    raudo cruza, raudo sube, raudo baja,
    con revuelo laberíntico rayando
    las purezas del crepúsculo de plata.
    Con regio andar solemne
    la noche se adelanta,
    y en el lienzo de los cielos infinitos,
    y en las selvas de las tierras perfumadas,
    van surgiendo las estrellas titilantes,
    van surgiendo las luciérnagas fantásticas.





    Lo hace bello. Simplemente. Y el compromiso con la belleza, es suficiente.


    Un beso.


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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 06 Dic 2021, 02:54

    La verdad es, que es de los autores que enganchan con su modo de hacer poesía. Voy pasando los poemas y los voy disfrutando, por esa belleza de la que hablas.
    Gracias y vamos a seguir, amigo mío.


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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 06 Dic 2021, 02:57

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS




    Sortilegio


    Una noche de sibilas y de brujos
    y de gnomos y de trasgos y de magas;
    una noche de sortílegas diabólicas;
    una noche de perversas quirománticas,
    y de todos los espasmos,
    y de todas las eclampsias
    y de horribles hechiceras epilépticas,
    y de infames agoreras enigmáticas;
    una noche de macabros aquelarres,
    y de horrendas infernales algaradas
    y de pactos, y de ritos, y de oráculos
    y de todas las diabólicas vesanias,
    por horrendos peñascales que blanquean,
    a los rayos de una enferma luna pálida,
    con la fiebre de la hembra, la celosa,
    va delante de la vieja nigromántica.
    Como sombras del abismo se detienen
    a la orilla de rugiente catarata.
    Es la hora de los ritos,
    es la hora de las cábalas,
    es la hora del horrible sortilegio,
    es la hora del conjuro de las aguas.



    La sortílega se inclina sobre ellas;
    la celosa la contempla muda y pálida.
    ¡No está Dios en la celosa,
    no está Dios en la sortílega satánica!



    Sobre el lecho de las aguas espumantes
    la agorera traza el signo de la cábala
    murmurando la diabólica salmodia
    con horrendas, con sacrílegas palabras:
    ¡Aah!... en las nieblas... ¡Aah!... en la espuma
    ¡Aah!... en los aires... ¡Aah!... en las aguas...
    ¡Aah!... en las brumas... ¡Aah!... en el tiempo.
    ¡Surge pronto!... ¡Surge y habla!



    La agorera se detuvo contemplando
    la corriente de la linfa como estática.
    -¿No veis nada? -murmuraba la celosa.
    -¡No veo nada!... ¡No veo nada!...
    ¡Aah!... en las nieblas... ¡Aah!... en la espuma
    ¡Aah!... en los aires... ¡Aah!... en las aguas...



    Y quedóse de repente muda y quieta
    la espantosa nigromántica,
    -¿No veis nada? -murmuraba la celosa
    con la fiebre de la hembra en la mirada-.
    ¿No veis nada? -repetía.
    -Sí..., ya veo..., Espera..., calla...
    Una joven en un lecho suspirando
    por el hombre a quien espera enamorada.
    ¡Oh, qué hermosa!... Tiene el seno descubierto.
    -¿Y sabéis cómo se llama?
    -Pues se llama...
    ¡Aah!... en las nieblas... ¡Aah!... en la espuma.
    ¡Aah!... su nombre... ¡Mariana!



    La celosa dio un gemido horripilante,
    -sigue viendo..., sigue viendo... -murmuraba.



    Ahora un hombre enamorado
    se le acerca... Ella lo llama...
    -¿Con qué nombre?
    -No lo entiendo.
    -¿Con qué nombre?
    -Espera y calla.
    ¡Aah!... en las nieblas... ¡Aah!... en la espuma.
    ¡Aah!... en los aires... ¡Aah!... en las aguas...
    Con el nombre de Fernando lo ha llamado,
    y él la dice que la ama...
    -¡Que la ama!...
    La celosa llenó el aire con los timbres
    de una horrenda desgarrante carcajada
    y acercándose a los bordes del abismo
    se arrojó tras el infierno de las aguas.



    Que las brujas la llevaron una noche
    las comadres de la aldea murmuraban,
    y era cierto... y era cierto
    ¡Que lo dijo la perversa nigromántica!







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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 06 Dic 2021, 02:57

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS




    Las canciones de la noche





    - I -


    Una noche rumorosa y palpitante
    de húmedas aromáticas cargada;
    una noche más hermosa que aquel día
    que nació con un crepúsculo de nácar,
    y medió con un incendio del espacio
    y expiró con un ocaso de oro y grana...
    Una tibia clara noche melodiosa,
    impregnada de dulzuras elegíacas
    que caían mansamente de los cielos
    en los rayos de la dulce luna blanca,
    por el seno de los montes
    triste y solo yo vagaba
    con el alma más vacía
    que el abismo de la nada.
    Y los coros rumorosos de la noche
    con su música de oro me cantaban
    la canción de la tristeza
    de la almas solitarias.
    Yo era un hongo de los valles de la vida,
    yo el cadáver de mi raza
    yo una sombra que pasaba por el mundo
    sin dejarle ni la huella de mis plantas,
    ni los trozos de mi carne redivivos,
    ni la imagen de mi alma en otras almas,
    ni los nidos de mis goces,
    ni los charcos de mis lágrimas...
    Yo era sombra, yo era muerte,
    yo era estéril movimiento sin sustancia...
    y por eso los rumores musicales
    de la noche misteriosa me cantaban
    la canción de la tristeza,
    ruin idioma de las almas solitarias.




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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 06 Dic 2021, 02:58

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS




    Las canciones de la noche



    - II -


    Otra noche, tan hermosa como aquella,
    de armonía y de aromas empapada;
    otra pura, casta noche, rutilante,
    presidida por solemne luna diáfana
    que inundaba los espacios infinitos
    con el polvo de su mansa luz fantástica,
    triste y solo, como siempre,
    por el seno de los montes yo vagaba,
    y la puerta de la choza de un cabrero
    se empaparon mis pupilas fatigadas
    en la mística visión de un niño hermoso
    que dormido y solo estaba
    sobre una cama de hierbas
    que tiñó agosto de plata.
    ¡Oh, qué hermoso, qué sereno, qué divino!
    Era el ángel, era el alma
    de la choza miserable
    de la choza solitaria.
    ¡No era mío, no era mío!,
    era el beso de las almas que se enlazan.
    ¡Era el premio merecido
    por los seres que se aman!
    ¡Cuánto diera por tocarle aquella frente
    y besarle la carita sonrosada!
    ¡Qué tranquilo! Los rumores de los montes
    con magnífica armonía le arrullaban,
    y las brisas de la noche misteriosa
    le tocaban con la punta de las alas,
    y los rayos amorosos de la luna
    le caían como besos en la cara.
    Yo me puse de rodillas
    ante el ángel de la choza solitaria
    cual sediento caminante
    que se inclina sobre el agua,
    y al amado, como hambriento ladronzuelo
    que a unos pobres la limosna les robara,
    puse el beso más sublime de mi vida
    sobre aquella frente blanca.
    ¡No era mío, no era mío!,
    pero el beso me quemaba en las entrañas,
    y la noche se me puso más hermosa,
    con el ritmo de la vida
    la canción de la esperanza.
    ¡Yo sentía, yo vivía,
    yo quería, yo esperaba!
    Si tuviera el cuerpo herido,
    si tuviera muerta el alma,
    no sintiera ni los besos de la vida
    ni el placer de derramarla...
    ¡Dios que creas! ¡Dame dichas como aquellas
    de la choza solitaria!
    ........................................................



    Y los coros musicales de la noche
    no callaban, no callaban, no callaban...



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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 06 Dic 2021, 02:59

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS




    Las canciones de la noche



    - III -


    Y otra noche, de seguro tan hermosa
    como aquellas ideales noches blancas,
    arrulladas por el ritmo de los mundos
    y pobladas de los sueños de las almas,
    a la puerta de la choza miserable
    del cabrero cuya dicha yo envidiaba,
    se quedaron medio ciegas
    mis pupilas espantadas;
    muerto estaba el pobre ángel
    de la choza solitaria,
    y su madre estaba loca,
    y su padre mudo estaba,
    y los rayos elegíacos de la luna
    le caían amorosos en la cara,
    su carita transparente,
    que era blanca, que era blanca
    como el ala de los cisnes del estanque
    como el campo de la nieve inmaculada,
    como el seno de las vírgenes,
    como el mármol de las tumbas y las aras.
    Yo me puse de rodillas ante al ángel,
    e inclinando la cabeza atormentada,
    como víctima medrosa y dolorida
    que presenta el cuello al hacha,
    puse el beso más amargo de mi boca
    sobre aquella frente blanca
    dura y fría como el mármol
    de las rígidas estatuas funerarias.
    Yo sentí de repente
    se me helaron las entrañas.
    Era el frío del terror a lo futuro
    quien me dio la puñalada;
    era el miedo a los dolores infinitos
    que los padres de aquel ángel destrozaban...
    Y gemí como un cobarde,
    y gocé como un perverso sin entrañas
    con la muerte repentina
    de mi última esperanza,
    que dejaba conjurados los peligros
    que mi instinto de cobarde presagiaba.
    ¡Fuga estéril! ¡Tú iniciaste
    el principio del reguero de mis lágrimas!
    Todo el pecho de aquel ancho cielo plúmbeo
    gravitó sobre mi alma,
    y dejómela el delito como antes,
    más vacía que el abismo de la nada.
    Y le dije a la armonía de la noche:
    «No me cantes la canción de la esperanza:
    canta el himno del dolor inapelable,
    que es la carga ineludible de mi alma.»



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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 06 Dic 2021, 03:00

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    En la majada
    Coro de vaqueros





    VAQUEROS


    La alborada,
    la alborada, la alborada va a venir.
    No se puede con el frío de la helada
    dormir.
    ¡No se puede dormir!
    Se mete hasta los tuétanos
    el húmedo relente
    y el filo del carámbano
    parece que se siente
    por la carne dolorida penetrar.
    Se hielan en los párpados
    las gotas de rocío,
    las mantas empandéranse
    y no quitan el frío;
    este frío que nos hace tiritar.


    MAYORAL


    ¡Arriba, muchachos!
    ¡Que va a amanecer
    y al chozo hoy los amos
    nos vienen a ver!


    VAQUEROS


    La alborada,
    la alborada por allí despuntará.
    Ya la luna, melancólica, borrada,
    se va;
    ¡ya la luna se va!
    Pusiéronse ya pálidos
    el carro y las cabrillas;
    ya cantan en los árboles
    las tontas abubillas
    la temprana monorrítmica canción.
    Calláronse los cárabos,
    y braman los becerros;
    las vacas, levantándose,
    sacuden los cencerros,
    que resuenan como notas de un bordón.
    ¡Dolón! ¡Dolón!
    ¡Dolón! ¡Dolón!


    MAYORAL


    ¡Aprisa, muchachos
    que va a clarear,
    y ya están las vacas
    queriendo marchar!


    VAQUEROS


    La alborada,
    la alborada por allí ya despuntó.
    Su venida la alegría en la majada
    vertió.
    ¡La alegría vertió!
    Las vacas, relamiéndolos,
    sus chotos amamantan;
    allá en las vegas húmedas,
    las nieblas se levantan
    y transponen de las cúspides a ras;
    la escarcha de los árboles
    el sol va derritiendo,
    y al suelo en puras lágrimas,
    deshechas van cayendo
    con monótono dulcísimo compás.
    ¡Tas! ¡Tas!
    ¡Tas! ¡Tas!
    ........................................................
    Y a la vaca más lechera,
    que llamándonos espera,
    desde que al choto se acercó
    asaltamos de costado,
    el becerro por un lado,
    por el otro lado, yo.
    Y espumosa,
    mantecosa,
    bienoliente,
    sabrosa,
    bullente,
    jugosa,
    caliente,
    cual finísimo riel
    de la ubre va fluyendo
    y en la cuerna va cayendo
    espumando,
    chispeando,
    humeando,
    leche dulce como miel...





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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 07 Dic 2021, 00:45

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    La presea





    - I -


    Al señor de Salvatierra,
    don Diego Alvar de León,
    mancebo en la paz prudente
    como en guerra lidiador,
    requiere con estas letras,
    que honor de sangre dictó,
    la que es hija bien nacida
    del señor de Monleón:



    «De aquella ciudad de Baza
    que el moro ha tiempo ocupó
    asaz tristes nuevas vienen
    para el castellano honor,
    que así puro siempre ha sido
    como la llama del sol.
    Cabe aquellos fuertes muros
    que en vano abatir trató
    la nuestra aguerrida hueste
    con asaltos de león,
    defiéndese la morisca
    tal como tigre feroz
    que entre las garras oprime
    la corza que aprisionó.



    El nuestro rey Don Fernando,
    el grande, el conquistador,
    el que la cruz lleva enhiesta
    sobre el morado pendón,
    desde Medina del Campo
    para Jaén se partió
    con la nuestra amada reina,
    la de noble corazón;
    y haciendo alarde de gente
    que el llamamiento acudió,
    allega al cerco de Baza
    gente de cuenta y valor
    que no es bien que aquella joya
    desde solar español
    cautiva en manos de infieles
    Castilla la pierda y Dios.



    Yo vos requiero por ésta,
    don Diego Alvar de León,
    porque siendo vos tan caro
    como decís el mi amor,
    a los sus requerimientos
    esquivo no seréis vos.
    Y ya que al mi amor queréis
    que le ponga precio yo,
    decirvos he, buen mancebo,
    que vale más su valor
    que la vuestra Salvatierra
    y el mi fuerte Monleón;
    que vale un joyel que quiero
    en mis bodas lucir yo,
    hecho de piedras preciosas
    que arranque vuestro valor
    del puño del rico alfanje
    de algún árabe feroz
    de aquellos que en Baza fincan
    con mengua del nuestro honor.



    Esto tan solo vos digo,
    don Diego Alvar de León:
    En Baza está la presea,
    y en el mi castillo, yo.»



    Así doña Luz, la hija
    del señor de Monleón,
    escribe y manda sus letras
    con un jinete veloz
    al señor de Salvatierra,
    que arde por ella en amor.





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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 07 Dic 2021, 00:46

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    La presea



    - II -


    Por los campos castellanos,
    cargada de majestad,
    pasando va dulcemente
    la tarde primaveral;
    una tarde tibia y pura
    que infunde al ánimo paz
    con los amables silencios
    de su dulce resbalar,
    con las tristezas que embeben
    y las tristezas que dan
    los montes rubios teñidos
    en oro crepuscular.
    Allá por aquel camino
    que viene del Endrinal
    y va a las fuertes murallas
    de Monleón a rasar,
    cabalgan a media rienda
    con apostura marcial
    hasta cuarenta lanceros
    formando apretado haz,
    cuyo avanzar vigoroso
    la tierra hace trepidar.



    Al frente del haz guerrero
    cabalga firme y audaz
    el señor de Salvatierra
    sobre alterado alazán
    de rica sangre española
    tan fiera como leal,
    negras pupilas de toro,
    que radian ferocidad,
    eréctil musculatura
    que treme al manotear,
    relincho de agudo timbre,
    clarín de guerra en la paz,
    crines blondas que lo ciegan,
    curvas que gracia le dan,
    casco duro, piel nerviosa
    y amplia traza escultural;
    con un alentar de fuego
    como hálito de volcán,
    con un marchar armonioso
    que encanto a los ojos da,
    con un galopar hermano
    del más veloz huracán.



    Cabe los muros se paran
    de la mansión señorial,
    dorada con oro viejo
    del cielo crepuscular.
    Alza don Diego los ojos,
    que avaros de luz están,
    y déjalos casi ciegos
    la luz de aquella beldad.
    Tal como imagen hermosa
    compuesta en dorado altar,
    en un ajimez dorado
    la hermosa doncella está.



    -¡En Baza está la presea!
    -gritó la dama al galán.
    Y así contestó el mancebo:
    -¡Y en Baza mi honor está!



    Y saludando rendido,
    con apostura marcial,
    al frente de sus lanceros,
    partió el gentil capitán.
    Cerró el ajimez la dama
    y el sol ocultó su faz....
    y como todo oscurece
    cuando los soles se van,
    sobre el alma del guerrero
    cayó una noche ideal,
    y sobre el campo tranquilo
    cayó una noche de paz...
    ¡Plegue a Dios que dos auroras
    las tomen pronto a ahuyentar!



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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 07 Dic 2021, 00:47

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    La presea



    - III -


    Es sangrienta la defensa,
    sangriento el asalto es,
    que están adentro los tigres
    de ágil cuerpo y alma infiel,
    y afuera están los leones
    que asaltan con altivez;
    y adentro batirse saben,
    y afuera saben vencer;
    y a aquellos la rabia enciende,
    y a apuestos la intrepidez...
    ¡Hermosa ciudad de Baza:
    caro tu rescate es!



    Acosados una tarde
    por nuestro ejército fiel,
    salieron los defensores
    a sucumbir o a vencer,
    ardiendo en rabia de locos,
    ardiendo en sangrienta sed.



    Ante los mismos reales
    se traba el combate aquel
    en que el oído ensordece,
    los turbios ojos no ven,
    y la cólera es demencia,
    y es el ardor embriaguez,
    y es la sangre lava roja
    que quema hasta enloquecer,
    y es un rayo cada ataque,
    y un bloque cada hombre es,
    y el herir es siempre hondo
    y es mortal siempre el caer...



    Espanto pone a los ojos
    y el alma pena cruel
    ver tantos mozos gentiles
    en tierra muertos yacer;
    tantos nobles caballeros,
    dechados de intrepidez,
    luchando tan mal heridos
    que pronto habrán de caer,
    cristianos, por Dios muriendo;
    y españoles, por el rey;
    caballeros, por su dama;
    guerreros, por honra y prez.
    ¡Morir de muerte gloriosa
    nacer en la Historia es!



    En lo recio de la lucha
    combate un moro cruel,
    que por sus ricos arreos
    y su bravura también,
    capitán el más famoso
    de los de Baza ha de ser.
    Al punto viole don Diego,
    y así se dirige a él,
    como león que de pronto
    la presa buscando ve.
    Correr el moro lo ha visto
    y entre su gente romper,
    así como si rompiera
    por bosques de frágil mies.



    Tal como los bravos toros
    que antes del duelo cruel
    de hito en hito se contemplan
    con ojos que apenas ven,
    y como nubes preñadas,
    de rayos chocan después,
    así los dos capitanes
    viniéronse a acometer,
    astillas hechas dejando
    las lanzas bajo sus pies
    y mal por don Diego herido
    del brazo moro el corcel.



    Alfanje y espada vibran
    sobre crujidos de arnés,
    truenos estos de la nube
    y aquellos rayo cruel,
    combate don Diego herido
    y herido el moro también,
    y éste no quiere rendirse,
    y aquél no sabe ceder,
    y muertos ya los caballos,
    prosigue la lucha a pie.



    De pronto el bravo don Diego,
    cual si en su mente al caer
    alguna amante memoria
    doblara su intrepidez,
    así como un torbellino
    de incontrastable poder
    cayó sobre el bravo moro,
    que herido rodó a sus pies
    gimiendo: «¡Noble cristiano!
    ¡Solo es vencer tu vencer!
    ¡Toma el alfanje de un hombre
    vencido sólo una vez!»



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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 07 Dic 2021, 00:48

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    La presea




    - IV -


    Sobre las torres de Baza
    que alumbra radiante el sol,
    tremola al beso del viento
    nuestro morado pendón.



    En un salón del castillo
    donde el rey lo aposentó,
    cabe el rey está expirando
    don Diego Alvar de León
    de las sangrientas heridas
    que en el combate ganó.



    El rey ha escrito una carta
    que don Diego le dictó,
    y con estas sus palabras
    entrégala a un servidor:
    «A los lanceros que trajo
    don Diego Alvar de León
    dais este alfanje, que todos
    custodiarán con amor,
    y estas letras, y que cumplan
    lo que en ellas se ordenó.»
    ........................................................



    Y una tarde, una doliente
    tarde de invierno, sin sol,
    oscura como el que llevan
    de luto enhiesto pendón,
    aquellos veinte lanceros
    que de Baza el rey mandó
    llegando van al famoso
    castillo de Monleón.
    Desde un ajimez, al verlos
    la dama que le cerró
    la tarde aquella de mayo
    que tuvo radiante sol,
    al interior del castillo
    llorando se retiró,
    y al poco rato, enlutada,
    del castillo en un salón,
    una joya y estas letras
    de sus manos recogió:



    «A doña Luz de Mendoza,
    el mi más amable amor,
    desde el castillo de Baza,
    que ya la Cruz coronó,
    por la misma mano escrita
    de nuestro rey y señor
    esta carta vos envía
    don Diego Alvar de León,
    que en duro trance de muerte
    decirvos pretende adiós.



    »Con estas letras, señora,
    lleva un leal servidor
    la venturosa presea
    que hubiese prendido yo
    sobre el vuestro noble pecho
    del lado del corazón,
    para que vieran mis ojos
    sobre tal cielo tal sol.
    Dios y el vuestro amor, señora
    hanme dado grande honor
    de que mi vida al tablero
    por Él pusiera y por vos;
    y fuera yo mal nacido
    y mal caballero yo
    si desta merced no fuese
    rendido conocedor.



    »Mi feudo de Salvatierra
    queda, doña Luz, por vos,
    que así a nuestro rey placióle
    cuando dispúselo yo;
    y ya que a Dios no pluguiera
    la nuestra feliz unión
    luzcan en la misma piedra
    por siempre juntos los dos,
    el vuestro blasón honrado
    y el mi preciado blasón.



    »No derraméis de los ojos
    llanto que no empuje amor,
    porque si solo lo empuja
    tristeza del corazón
    que en el honor no repara
    del que por éste finó,
    fuera un llorar muy menguado
    que lastimase el honor.



    »Maguer la memoria mía
    rompa el vuestro corazón,
    así verteréis el llanto
    que vos arranque el dolor
    como yo vierto mi sangre,
    sin plañir lamentación,
    porque firmeza y no cuitas
    nos piden Dios y el amor.
    ¡Adiós, y guardad el mío
    donde el vuestro llevo yo,
    que así os lo pide expirando
    don Diego Alvar de León!»



    De esta manera muy triste
    la hermosa dama leyó
    ante los veinte lanceros,
    ante su padre y señor.
    Prendióse el joyel precioso
    del lado del corazón,
    guardó en el seno la carta
    y así diciendo acabó:
    «¡Lanceros de Salvatierra!



    Esta noche en Monleón,
    y a Salvatierra conmigo
    mañana, al salir el sol.
    Al salir el sol mañana
    vos dejo, buen padre, a vos.
    Labrad pronto cabe el nuestro
    de Salvatierra el blasón.
    Eso vos manda, leales,
    y esto vos ruega, señor,
    la viuda del valiente
    don Diego Alvar de León.»



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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) - Página 6 Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Mar 07 Dic 2021, 00:49

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    La canción del terruño




    De los cuerpos y las almas de mis hijos
    yo soy cuna, yo soy tumba, yo soy patria;
    yo soy tierra donde afincan sus amores,
    yo soy tierra donde afincan sus nostalgias,
    yo soy álveo que recoge los regueros
    de sudores que fecundan mis entrañas,
    yo soy fuente de sus gozos
    yo soy vaso de sus lágrimas...



    Yo el calvario de sus bárbaras caídas,
    yo el oriente de sus tenues esperanzas,
    yo la carga de sus días mal vividos
    y el insomnio de sus noches abreviadas,
    yo el tesoro de sabroso pan moreno
    que las manos honradísimas amasan
    de los hijos bien nacidos
    y la esposa bien amada.



    Yo quisiera que los gérmenes fecundos
    que sotierran en mis áridas entrañas,
    vigorosos y prolíferos se hinchasen,
    y pletóricos de vida reventaran,
    y paridos de mis senos a la vida,
    por mi haz se derramasen en cascadas
    que espumaran en agosto
    oro rubio sobre plata...



    Pero yo soy un decrépito ya estéril,
    sin las vírgenes frescuras de las savias,
    que mis bellas primaveras de otros días
    encendieron y cuajaron en sustancias,
    ¡en sustancias de la vida que rebosan
    porque hierven, porque sobran, porque matan
    si cuajando en otras vidas
    sus esencias no derraman!



    De la vida que me dio Naturaleza
    me sorbieron esas vírgenes sustancias,
    que en la mano pedigüeña de mis hijos
    yo vertía en creaciones espontáneas.
    El tesoro de mis senos ya está pobre,
    seco el álveo que la linfa refrescaba...
    ¡No pidáis pan al hambriento
    ni al sediento pidáis agua!



    Ya están hondos, ya están hondos los filones
    del tesoro que mi seno os regalaba;
    con la punta de esas rejas no se topan,
    con gemidos y sudores no se ablandan...
    Ya mis senos no son cuna de semillas
    que en fecundo limo virgen germinaran:
    ¡Son sepulcros de simientes
    en el polvo sepultadas!



    Y es preciso que renazcan, que rebullan,
    que revivan en mi hondura nuevas savias,
    que me enciendan fructuosas concepciones,
    que me alegren florescencias soberanas,
    que me engrían madureces olorosas
    de cosechas opulentas bien gozadas...
    ¡Hizo Dios así a Natura:
    grande y fértil, bella y sana!



    Pero quiero que los hijos del trabajo
    no derritan de su carne las sustancias
    en la vieja brega estéril que me oprime,
    en la ruda brega torpe que los mata...
    No con riegos de sudores solamente
    se conquistan y enriquecen mis entrañas.
    ¡Hace falta luz fecunda!
    ¡Sol de ideas hace falta!






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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 08 Dic 2021, 00:27

    Te sigo, amiga mía.

    Besos.


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 10 Dic 2021, 00:50

    Lo sé y te doy las gracias por ello.


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 10 Dic 2021, 00:53

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    Confidencias


    Un secreto vida mía;
    pero quiero que no llores
    si te digo que la adoro con el alma,
    si te digo que del todo no soy tuyo,
    si te digo que me ama
    una sombra peregrina de mujer irrealizable
    que mi espíritu ha creado porque nunca pudo hallarla
    en la vasta muchedumbre de adorables criaturas
    por los ámbitos del mundo derramadas.
    Tú no sabes
    que en mis días de mortales desalientos pavorosos
    y en las horas tan vacías de mis noches solitarias,
    cuando el mundo me abandona,
    cuando duermen los que aman,
    cuando sólo tengo enfrente los asaltos del hastío,
    cuando el alma,
    cuando el alma combate afligida
    con el ansia de todas las ansias,
    con el peso de todas las dudas,
    con las sales de todas las lágrimas,
    con el fuego de todas las fiebres,
    con el hipo de todas las náuseas,
    la impalpable vaga sombra femenina misteriosa
    como nuncio de consuelos que los cielos me enviaran,



    viene a verme con las alas extendidas,
    viene a verme cual paloma enamorada,
    y disipa en mi cerebro la pesada calentura
    con el roce de las puntas de sus alas...,
    ¡con el roce de las puntas
    de sus alas nacaradas!
    * * *
    ¡Oh qué sueños!
    Yo soñaba
    que esa sombra nebulosa de mujer irrealizable
    que mi espíritu refresca con el toque de sus alas;
    ¡de unas alas como aquellas que perdimos
    las criaturas humanas!,
    en un cuerpo como el tuyo, con hechuras milagrosas
    encarnara.
    ¡Sueños locos!
    Dios no quiere que en la vida cristalicen
    esas sombras de los mundos de la nada:
    Dios no quiere que la aroma de la idea,
    condensada por anhelos de quien ama,
    caiga dentro de ese vaso peregrino
    de viviente forma humana.
    Dios no quiere,
    Dios no quiere que yo sea todo tuyo,
    porque quiso que te viera y que te amara,
    y no quiso darte algo
    que necesita mi alma
    para que entera en la tuya
    pudiera yo derramarla
    * * *
    Pero yo te quiero mucho,
    de otro modo que a esa aérea femenina sombra vaga
    que disipa en mi cerebro las ardientes calenturas
    con el toque misterioso de sus alas.

    Para ti son los impulsos
    más robustos de mi cuerpo y de mi alma,
    las miradas de mis ojos,
    que en los tuyos derretidas se derraman,
    las caricias de mis manos que te buscan
    y el aliento de mi boca que te abrasa,
    y en los besos de mis labios,
    y el ardiente palpitar de mis entrañas.
    Para ti mi compañía
    por la senda de la vida solitaria,
    el apoyo y la defensa de mi brazo vigoroso,
    los alientos de mi pecho, recipiente de tus lágrimas,
    y el cariño serio y hondo del esposo enamorado
    que en sus hijos te idolatra...,
    ¡en sus hijos cuyas vidas son estrofas del poema
    que el esposo enamorado, rendidísimo, te canta!



    Para ella...
    los delirios de la mente soñadora,
    los sentires melancólicos del alma,
    los pensares exquisitos y sutiles,
    las poéticas nostalgias...,
    los estériles poemas de la lira,
    ¡de la pobre lira bárbara!,
    los hastíos taciturnos
    y las hambres de ideales que me arañan
    ¡unas hambres de ideales
    que me arañan en el alma!
    Sí; las flores y los frutos y las savias de mi vida
    para ti, que eres humana:
    los aromas, para ella,
    que es fantástica figura de los mundos de la nada.
    ¡Oh mujer, el Hombre es tuyo!
    ¡Tuyo el Poeta, oh fantasma!






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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 10 Dic 2021, 00:54

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN



    CAMPESINAS



    Acuérdate de mí




    Cuando tiendas tu vista por las cumbres
    de esas sombrías y gigantescas sierras
    que estas tierras separan de esas tierras,
    acuérdate de mí;
    que yo también, cuando los ojos fijo
    en esas altas moles silenciosas,
    me paro a meditar en muchas cosas...
    ¡y a recordarte a ti!



    Cuando hondas ansias de llorar te ahoguen
    cuando la pena acobardarte quiera,
    resígnate al dolor con alma entera
    ¡y acuerdáte de mí!,
    que yo también cuando en el alma siento
    algo que se me sube a la garganta,
    ¡sé resignarme con paciencia tanta,
    que te admirara a ti!



    Cuando te creas en el mundo solo
    y juzgues cada ser un enemigo,
    ¡acuerdáte de Dios y de este amigo
    que te recuerda a ti!
    Y esa doliente soledad sombría
    poblárase de amor en un instante
    si en Dios llegas a ver un Padre amante,
    ¡y un buen hermano en mí!



    Si del trabajo la pesada carga
    y lo áspero y lo largo del camino
    te hicieran renegar de tu destino.
    ¡acuérdate de mí!
    Porque soy otro hijo del trabajo
    que, sin temor a que la senda es larga,
    llevando al hombro, como tú, mi carga,
    ¡voy delante de ti!



    Si del demonio tentación maldita
    o el mal consejo del amigo insano
    te pusieran al borde del pantano,
    ¡acuérdate de mí!
    Y piensa un poco lo que tú perdías
    y piensa un poco lo que yo sufriera
    si donde otros se hundieron, yo te viera
    ¡también hundirte a ti!



    Y si te cierra la desgracia el paso
    sin llegar a la hermosa lontananza
    donde tú tienes puesta la esperanza,
    ¡acuérdate de mí!
    ¡Acaso yo tampoco haya llegado
    donde me dijo el corazón que iría!
    ¡Y esta resignación del alma mía
    te da un ejemplo a ti!



    Si vacila tu fe (Dios no lo quiera)
    y vacila por débil o por poca,
    pídele a Dios que te la dé de roca,
    ¡y acuérdate de mí!;
    que yo soy pecador porque soy débil,
    pero hizo Dios tan grande la fe mía,
    que, si a ti te faltara, yo podría
    ¡darte mucha fe a ti!

    Fin de "Campesinas"


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 10 Dic 2021, 00:57

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    Inmaculada

    - I -


    Dime coplas, musa mía.
    ¿Me las niegas por vulgares?
    ¿Me reprendes la osadía
    de que en coplas populares
    quiera cantar a María?

    ¿Murmuras avergonzada
    porque en la ruda tonada
    de esta mortal criatura
    no cabe la gran figura
    de María Inmaculada?

    ¡Bien lo sé yo, musa mía!
    El gran himno de María
    no lo rima ni lo canta
    miel de humana poesía
    ni voz de humana garganta.

    Ni tú, porque eres tan ruda
    que vives con la desnuda
    Naturaleza en amores,
    amante, extática y muda
    de encinas, piedras y flores,

    ni esotra sutil y grave
    musa de rica realeza
    que dicen que tanto sabe,
    daréis jamás con la clave
    del himno de la pureza.

    Ese gran himno bendito
    ya está en los cielos escrito
    por Dios con cifras de estrellas...
    ¿Qué no sabrán decir ellas,
    letras de un libro infinito?

    Pero escucha, musa mía:
    la música reverente
    del poema de María
    es la total armonía
    del Universo viviente,

    y todo lo que es cantar,
    y todo lo que es bullir,
    entero se le ha de dar,
    porque cantar es amar,
    porque agitarse es sentir.

    Y yo, corazón de arcilla,
    que adoro tanta grandeza,
    le debo mi tonadilla...
    Negársela por sencilla
    fuera negar mi pobreza.








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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 10 Dic 2021, 00:58

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    Inmaculada



    - II -

    Yo he cantado cosas puras:
    radiosas noches serenas,
    empapadas de dulzuras.
    de castos silencios llenas
    y henchidas de hondas ternuras.

    Hele rimado cantares
    al candor de las palomas
    de mis blancos palomares
    y a la miel de los aromas
    de mis ricos tomillares.

    He cantado la blancura
    de la azucena sencilla,
    la purísima tersura
    de la nieve de la altura,
    que es la nieve sin mancilla.

    He cantado la pureza
    de las fuentes naturales,
    la gentil delicadeza
    que en los blancos recentales
    expresó Naturaleza:

    la sonrisa matutina
    de los días abrileños,
    la disuelta purpurina
    con que tiñen la colina
    los crepúsculos risueños;

    los arrullos guturales
    y los ósculos caídos
    en las caras celestiales
    de los niñitos dormidos
    en los brazos maternales...

    Cosas puras he cantado,
    cosas puras he sentido,
    y con ellas embriagado,
    como un niño me he dormido,
    como un ángel he soñado...

    Mas ni en mis noches divinas
    con estrellas diamantinas,
    ni en mis caseras palomas,
    ni en la miel de los aromas
    de mis natales colinas,

    ni en las puras azucenas,
    ni en las fuentes de la umbría,
    ni en las auroras serenas,
    ni en las dulces tardes llenas
    de profunda melodía,

    ni en los besos ideales,
    ni en las mieles musicales
    de las madres cuando cantan,
    ni en las risas celestiales
    de los niños que amamantan,

    encontró la musa mía
    pobre símbolo siquiera
    que con miel de poesía
    interpretarme pudiera
    la pureza de María...


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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 10 Dic 2021, 00:59

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    Inmaculada



    - III -

    ¿Qué nombre darte, hechicero?
    Nada me dice el grosero
    decir del humano idioma,
    ni cuando dice paloma
    ni cuando dice lucero.

    ¿Cómo bosquejar tu alteza
    con pobre imagen oscura
    que ofrezca Naturaleza,
    si no hizo Dios criatura
    gemela tuya en pureza?

    Fuente de aguas celestiales,
    crisol de amores humanos
    que tus ojos virginales
    depuran de los livianos
    sedimentos mundanales;

    sol del más dichoso día,
    vaso de Dios, puro y fiel;
    ¡por Ti pasó Dios, María!
    ¡Cuán pura el Señor te haría
    para hacerte digna de Él!

    Manantial de los consuelos,
    plenitud de los anhelos,
    luz que toda luz encierra,
    embeleso de los cielos,
    alegría de la tierra...

    ¿Qué más decirse podría
    en tu alabanza y loor,
    después de decir que un día
    fuiste sin mancha, ¡oh María!,
    la Madre del Redentor?

    Corazón que ante tu planta
    no adore grandeza tanta,
    ¡muerto o podrido ha de estar!
    Garganta que no te canta,
    ¡muda debiera quedar!



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    Mensaje por Lluvia Abril Vie 10 Dic 2021, 01:00

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    Inmaculada


    - IV -


    Musa mía campesina,
    que vives enamorada
    de la fuente y de la encina,
    de la luz de la alborada,
    de la paz de la colina,

    del vivir de mis pastores,
    del vibrar de sus sentires,
    del pudor de sus amores,
    del vigor de sus decires
    y el callar de sus dolores...

    ¿No me has dicho, musa mía,
    que te placen cosas bellas?
    ¡Pues viértete en armonía,
    que es centro de todas ellas
    la belleza de María!

    ¿No me dices, cuando cantas
    el candor y la humildad,
    que te placen cosas santas?
    Pues María es, entre tantas,
    la más grande santidad.

    ¿No tienes para la alteza
    de cosas puras tonada?
    ¡Pues la esencia, la riqueza,
    el sol de toda pureza
    es María Inmaculada!

    ¡Rima y canta musa adusta!
    ¡Canta el misterio insondable
    cuya grandeza te asusta!...
    ¡La divina Madre Augusta
    con los pobres es amable!

    Yo la he visto sonriente
    escuchando el balbuciente
    decir de rudos cantares
    que ante míseros altares
    le rimaba ruda gente...

    Gente de sano vivir
    que al sentirla Inmaculada,
    le cantaba su sentir.
    ¡El del alma enamorada
    es el más bello decir!

    ¡Madre mía! ¡Madre mía!
    ¡Que beba mi poesía
    pureza de tu pureza!
    ¡Que aprenda a tomar belleza
    de tu belleza María!

    ¡Que suba tu amor ardiente
    del corazón del creyente
    a la mente del poeta,
    y oirás el himno ferviente
    que el gran misterio interpreta!

    ¡Que el mundo pura te adore!
    ¡Que te cante y que te implore!
    ¡Que tú le mires amante
    cuando rece, cuando llore,
    cuando bregue, cuando cante!

    Y que a una voz concertada
    diga ante tanta grandeza
    la Humanidad prosternada:
    ¡Gloria a Dios en la pureza
    de María Inmaculada!



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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 12 Dic 2021, 03:29

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    Adoración


    - I -


    Estaba amaneciendo. En los espacios
    del mundo sideral ya se borraban
    las últimas estrellas que aún brillaban
    como débiles chispas de topacios.

    Nada alteraba el general reposo
    del mundo en la extensión de sombras llena
    ni turbaba un acento rumoroso
    el solemne silencio religioso
    de la noche serena...

    Mansa, indecisa, vaga todavía
    la luz matutinal ya despuntaba,
    y en trémulos fulgores envolvía
    un paisaje de abril que se esfumaba
    en la vaga y borrosa lejanía.

    Iba a salir el sol. El horizonte
    de luz amarillenta se teñía,
    y de rumores se llenaba el monte
    y el valle se poblaba de armonía:
    y en el oscuro monte rumoroso,
    surgiendo acompasada,
    se iniciaba la intensa melodía
    del sublime y grandioso
    preludio musical de la alborada.

    Iba a salir el sol. Lo presentía
    la gran Naturaleza,
    que en el sereno despertar del día,
    espléndida, sublime en su grandeza,
    y henchida de vigor se estremecía.

    El soberano toque misterioso
    de la mano de Dios la despertaba,
    y a su sereno despertar grandioso,
    con vigor portentoso,
    la vida universal se reanimaba.

    De su jugo vital iban a henchirse
    los gérmenes hundidos en la sombra;
    al beso de la luz iban a abrirse
    los cálices plegados de las flores
    que al valle dan alfombra
    y a las brisas suavísimos olores;
    la tropa peregrina
    de pájaros cantores, aún dormidos,
    iba a cantar su estrofa matutina
    al posarse en los bordes de sus nidos
    la del radiante sol, luz argentina;
    y las errantes brisas olorosas,
    las frondas rumorosas,
    las aguas transparentes
    de los ríos, los lagos y las fuentes,
    los cerros de la sierra...
    ¡Todo cuanto en la tierra
    produce, con acentos diferentes,
    trino, ruido, voz, eco o lamento
    al sentir ya cercana
    la luz del astro, que preside el día,
    preludiaba con su gárrula armonía
    el himno enunciador de la mañana!


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) - Página 6 Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Dom 12 Dic 2021, 03:31

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    Adoración


    - II -

    Y el sol salió. Sus vivos resplandores
    se esparcieron en franjas ambarinas
    y explosiones de luz y de colores,
    de acentos y rumores,
    palpitaron por valles y colinas.

    El coro de los pájaros cantores,
    desatando sus lenguas peregrinas,
    inundó de armonías el ambiente;
    y para el gran concierto que a la aurora
    dedicaba la gran Naturaleza,
    el bosque dio su voz, honda y sonora,
    su aroma dieron las gentiles flores,
    la alondra dio cantares,
    el rocío del valle dio colores,
    el aura dio rumores;
    soñoliento gemir, los anchos mares;
    vapores, las cañadas;
    la flauta del pastor, dulces tonadas,
    y el Oriente, bellísimos celajes,
    y el éter, vibraciones irisadas.

    Y aquella voz magnífica, una y varia,
    que en sus senos encierra,
    con toda la armonía de los cielos
    los rumores que vibran en la tierra,
    al cantar de la aurora sonriente
    su himno de amor, magnífico y ardiente,
    parece que decía:
    ¡Gloria al Dios cuya voz omnipotente
    del caos hizo el día!...



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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 12 Dic 2021, 03:32

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    Adoración



    - III -
    En medio del alegre y peregrino
    concierto musical de la mañana,
    un eco grave, dulce y argentino
    se dilata en el valle... ¡Es la campana
    de la ermita cercana!

    Impío, ven conmigo; y tú, cristiano,
    ven conmigo también. Dadme la mano,
    y entremos juntos en la pobre ermita
    solitaria, pacífica, bendita...
    Ante el ara inclinado
    ved allí al sacerdote... Ya es llegado
    el sublime momento...
    ¡Elevad un instante el pensamiento!
    El dueño de esa gran Naturaleza
    que admirabais conmigo hace un instante,
    el soberano Dios de la grandeza,
    el Dios del infinito poderío
    ¡es Aquel que levanta el sacerdote
    en su trémula mano!
    ¡De rodillas ante Él! ¡Témele, impío!
    ¡De rodillas! ¡Adórale, cristiano!
    Yo también me arrodillo reverente,
    y hundo en el polvo, ante mi Dios, la frente.



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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 12 Dic 2021, 03:33

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    La pedrada


    - I -


    Cuando pasa el Nazareno
    de la túnica morada,
    con la frente ensangrentada,
    la mirada del Dios bueno
    y la soga al cuello echada,

    el pecado me tortura,
    las entrañas se me anegan
    en torrentes de amargura,
    y las lágrimas me ciegan
    y me hiere la ternura...

    Yo he nacido en esos llanos
    de la estepa castellana,
    cuando había unos cristianos
    que vivían como hermanos
    en república cristiana.

    Me enseñaron a rezar,
    enseñáronme a sentir
    y me enseñaron a amar,
    y como amar es sufrir
    también aprendí a llorar.

    Cuando esta fecha caía
    sobre los pobres lugares,
    la vida se entristecía,
    cerrábanse los hogares
    y el pobre templo se abría.

    Y detrás del Nazareno
    de la frente coronada,
    por aquel de espigas lleno
    campo dulce, campo ameno,
    de la aldea sosegada,

    los clamores escuchando
    de dolientes Misereres,
    iban los hombres rezando,
    sollozando las mujeres
    y los niños observando...

    ¡Oh, qué dulce, qué sereno
    caminaba el Nazareno
    por el campo solitario,
    de verdura menos lleno
    que de abrojos el Calvario!

    ¡Cuán suave, cuán paciente
    caminaba y cuán doliente
    con la cruz al hombro echada,
    el dolor sobre la frente
    y el amor en la mirada!

    Y los hombres, abstraídos,
    en hileras extendidos,
    iban todos encapados,
    con hachones encendidos
    y semblantes apagados.

    Y enlutadas, apiñadas,
    doloridas, angustiadas,
    enjugando en las mantillas
    las pupilas empañadas
    y las húmedas mejillas,

    viejecitas y doncellas
    de la imagen por las huellas
    santo llanto iban vertiendo...
    ¡Como aquellas, como aquellas
    que a Jesús iban siguiendo!

    Y los niños, admirados,
    silenciosos, apenados,
    presintiendo vagamente
    dramas hondos no alcanzados
    por el vuelo de la mente,

    caminábamos sombríos,
    junto al dulce Nazareno,
    maldiciendo a los judíos,
    ¡que eran Judas y unos tíos
    que mataron al Dios bueno!




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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 12 Dic 2021, 03:33

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    RELIGIOSAS




    La pedrada


    - II -


    ¡Cuántas veces he llorado
    recordando la grandeza
    de aquel hecho inusitado
    que una sublime nobleza
    inspiróle a un pecho honrado!

    La procesión se movía
    con honda calma doliente.
    ¡Qué triste el sol se ponía!
    ¡Cómo lloraba la gente!
    ¡Cómo Jesús se afligía!...

    ¡Qué voces tan plañideras
    el Miserere cantaban!
    ¡Qué luces, que no alumbraban,
    tras las verdes vidrïeras
    de los faroles brillaban!

    Y aquel sayón inhumano
    que al dulce Jesús seguía
    con el látigo en la mano,
    ¡qué feroz cara tenía,
    qué corazón tan villano!

    ¡La escena a un tigre ablandara!
    Iba a caer el cordero,
    y aquel negro monstruo fiero
    iba a cruzarle la cara
    con el látigo de acero...

    Mas un travieso aldeano,
    una precoz criatura
    de corazón noble y sano
    y alma tan grande y tan pura
    como el cielo castellano,

    rapazuelo generoso
    que al mirarla, silencioso,
    sintió la trágica escena,
    que le dejó el alma llena
    de hondo rencor doloroso,

    se sublimó de repente,
    se separó de la gente,
    cogió un guijarro redondo,
    miróle al sayón de frente
    con ojos de odio muy hondo,

    paróse ante la escultura,
    apretó la dentadura,
    aseguróse en los pies,
    midió con tino la altura,
    tendió el brazo de través,

    zumbó el proyectil terrible,
    sonó un golpe indefinible,
    y del infame sayón
    cayó botando la horrible
    cabezota de cartón.

    Los fieles, alborotados
    por el terrible suceso,
    cercaron al niño, airados,
    preguntándole admirados:
    -¿Por qué, por qué has hecho eso?...

    Y él contestaba, agresivo,
    con voz de aquellas que llegan
    de un alma justa a lo vivo:
    -¡Porque sí, porque le pegan
    sin hacer ningún motivo!



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