Aires de Libertad

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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) - Página 3 Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril 14.11.21 4:29

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS



    B. NUEVAS CASTELLANAS



    La balada de los tres



    - III -


    Yo ya no soy mozo,
    pero tengo penas
    que parecen cosas
    de la gente nueva.
    Se me van muy pronto
    los días de fiesta.
    La misa cantada
    y el juego en la era
    y el baile en la plaza
    de vida me llenan.

    Esta tarde siento
    mortales tristezas,
    ansias dolorosas,
    ternuras patéticas.
    La tarde está sorda,
    sin ruido la aldea,
    desierta la plaza,
    cerrada la iglesia:
    y en la huerta, el mozo;
    la moza, en la vega...
    ¡Yo, dos veces solo,
    tengo una tristeza!...
    ¡Yo me muero también esta tarde,
    me muero de pena!



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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) - Página 3 Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril 14.11.21 4:31

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS



    B. NUEVAS CASTELLANAS





    Ana María
    (Fragmentos de un poema)



    - I -



    La primavera


    Una alondra feliz del pardo suelo,
    fue la primera en presentir al día,
    y loca de alegría,
    al cielo azul enderezando el vuelo,
    contábaselo al campo, que aún dormía.

    Celosa codorniz, madrugadora,
    dijo tres veces que la bella aurora
    se avecinaba con amable prisa:
    del lado del Oriente
    vino una fresca misteriosa brisa,
    con las alas cargadas de relente,
    y aun en sagrada oscuridad envueltas
    las hojas de los árboles sonaron
    dulcemente revueltas,
    las mieses ondearon,
    y de los senos de la tierra helada
    surgió, vivificante,
    el húmedo perfume penetrante
    que solo sabe dar la madrugada.

    ¡Cuán bien se disponía
    Naturaleza a recibir el día!
    La línea pura del albor naciente,
    vaga primicia grata
    del de la luz fecundador tesoro,
    primero fue de plata,
    más tarde de oro,
    después encendidísima escarlata,
    roja amapola, y luego
    cegador, chispeante, ardiente fuego.

    En medio de la lumbre
    que derretía el encendido Oriente,
    sobre el perfil de la elevada cumbre,
    el sol triunfante levantó la frente...
    y a la puerta feliz de la alquería
    asomó al mismo tiempo Ana María.
    ¡Gran Dios, bendito seas!
    ¡Qué soles, Dios de amor, qué soles creas!


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    Mensaje por Lluvia Abril 14.11.21 4:32

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS



    B. NUEVAS CASTELLANAS





    Ana María
    (Fragmentos de un poema)



    - II -
    Ana maría

      ¿Por qué tan madrugadora
    la rosa de la alquería?
    Porque es una labradora
    castiza y trabajadora
    que siente pequeño al día.

      ¿Por qué tan pronto romper
    del mañanero dormir
    y del soñar el placer?
    Porque dormir no es vivir
    y soñar no es proveer.

      Porque sabe que conviene,
    como le enseña su madre,
    mirar al tiempo que viene...
    ¡Por eso tiene su padre
    la buena hacienda que tiene!

      Tiene en la alegre alquería
    labor y ganadería,
    con pastos siempre sobrados;
    huertos en la Alberguería,
    y en Hondura casa y prados;

      y de su padre heredadas,
    y en su gente vinculadas,
    puede en la Armuña contar
    con cuatro o cinco yugadas
    de tierras de pan llevar,

      y, estimulante más grato,
    corren añejas hablillas
    diciendo, no sin recato,
    que tiene zurrón de gato
    lleno de onzas amarillas.

      Y aun dice la gente a coro
    que son su hacienda y su oro
    cosas de menos valía
    que aquel divino tesoro
    de su hermosa Ana María.

      ¡Y dice verdad la gente!
    Pues ¿quién como esta doncella
    promete vida tan bella
    cual la del nido caliente
    que del hogar hará ella?

      Del monte en el mundo estrecho
    túvola Dios que poner,
    porque paloma la ha hecho.
    No tiene hiel en el pecho,
    ¿cómo ha de darla a beber?

      Dará bálsamos calmantes,
    hondas ternuras sedantes,
    cosas del alma sin nombres...
    ¡Lo que buscamos los hombres
    del grave vivir amantes!

      Natura le dio belleza;
    su madre le dio ternuras;
    su padre, viril nobleza,
    y Dios la humilde grandeza
    que tienen las almas puras.

      Los rayos del sol, fogosos,
    cetrina su tez pusieron,
    y los aires olorosos
    de los montes carrascosos
    la sangre le enriquecieron.

      Diole el trabajo soltura;
    la juventud, bizarría;
    el buen ejemplo, cordura;
    la sencillez, alegría,
    y la honestidad, frescura.

      Con generosa largueza,
    Natura le dio riqueza
    de sustancioso saber.
    ¿Qué enseña Naturaleza
    que no se deba aprender?

      Que la abeja es laboriosa,
    que la tórtola es sencilla,
    que la hormiga es hacendosa;
    que se esconde, que no brilla
    la violeta pudorosa...

      Que las aves hacen nidos,
    siempre solos y escondidos
    en los senos de la fronda,
    porque no es la dicha honda
    buena amiga de los ruidos;

      que los ríos y las fuentes
    tienen aguas transparentes
    cuando corren muy serenas...,
    que son limpias las arenas
    y son mansas las corrientes;

      y de aquella golondrina
    que ha anidado en la campana
    de la rústica cocina,
    se despierta alegre y trina
    cuando apunta la mañana.

      Que las corderas vehementes
    que se apartan imprudentes
    de las madres clamorosas,
    morirán entre los dientes
    de famélicas raposas.

      Eso Natura enseñaba
    y eso la moza aprendía.
    Quien era mozo soñaba,
    yo era poeta y cantaba,
    Dios es bueno y bendecía.


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) - Página 3 Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril 14.11.21 4:34

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS



    B. NUEVAS CASTELLANAS





    Ana María
    (Fragmentos de un poema)




    - III -


    Los amores
    Así miraban los mozos
    la alquería solitaria
    como su cueva el avaro,
    como el sediento las aguas,
    como el labriego su siembra,
    como el cabrero sus cabras,
    como los santos la gloria,
    como sus dichas el alma.
    En vano mandó emisarios
    el mozo aquel de Villalba,
    que tiene buena presencia,
    buena hijuela y buena fama.
    En vano mandó memorias,
    por boca de un viejo guarda,
    Tomás, el de Moraleja,
    que ha de disfrutar mañana
    su buena montaracía,
    su no pequeña senara,
    sus buenas yeguas de vientre,
    su buena punta de vacas.
    En vano, como los otros,
    mandó después una carta
    por medio de una pavera
    que está en la dehesa rayana,
    José Manuel, el de Fresno,
    hijo de gente muy sana,
    vividor como una oruga
    y muy metido en su casa.
    En vano aquel estudiante
    que estudiaba en Salamanca
    y a holgar iba en los estíos
    a la solariega casa,
    llegaba hasta la alquería
    contando azares de caza
    que lo llevaban rendido
    buscando descanso y agua,
    y algo más que Ana María
    discretamente callaba.
    Tampoco era el elegido
    Manuel Andrés, el de Navas,
    aquel que yendo a la aceña
    perdió una jornada larga
    para que viera la moza
    pasar por ante su casa
    cuatro parejas de bueyes
    que daba gusto mirarlas,
    con dorados esquilones
    y melenas coloradas;
    cuatro carros muy galanos,
    llevando la rica carga
    de cien fanegas de trigo
    para el consumo de casa;
    costales nuevos, de estopa
    como la nieve de blanca,
    escriños y sacas nuevas,
    alforjas abarrotadas
    y el amo llevando el carro
    que iba rompiendo la marcha.
    Todo lo vio Ana María,
    que estaba fuera de casa
    tendiendo al sol unas telas
    como la nieve de blancas,
    y, ni amorosa ni esquiva,
    cuando llegó a saludarla,
    al majo mozo engreído
    le dijo en tono de hermana:
    «Hijo, tienes unas yuntas
    que da contento mirarlas.
    Así quisiera las nuestras,
    pero mi padre me salta
    con que las carnes que sobran
    son garrobitas que faltan.»
    Como este mozo pasaron
    por la afortunada casa
    mozos de toda la Huebra,
    mozos de tierra de Alba,
    madres de mozos huraños,
    gañanes con embajadas,
    comadres con panegíricos,
    parientes con esperanzas...
    Mas cuando llegaba el caso
    de dar la respuesta ansiada,
    marchábase Ana María,
    su padre no contestaba,
    y sola la pobre madre
    henchir algo procuraba
    la alforja a los emisarios
    con semejantes palabras:
    «Que se agradece el acuerdo;
    que la familia es honrada;
    que el mozo, si sale a ella,
    será un hombre de su casa;
    pero que ahora es una niña
    sin reflexión la muchacha,
    y hay que dejar que se críe,
    que es mucho lo que hace falta
    para enseñarle a una hija
    a ser mujer de su casa.»
    Y así pasaban los meses,
    y así los años pasaban,
    y un vaquerillo que antaño
    sirviendo estuvo en Arlanza
    y hogaño estaba en Olmedo,
    trajo de Olmedo una carta
    que recibió Ana María
    y abrió su madre en la sala,
    que no es la cocina sitio
    para secretos de casa.
    Y así la carta decía
    con letras muy retocadas,
    y así, dos meses más tarde,
    la moza le contestaba:



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    Mensaje por Lluvia Abril 14.11.21 4:36

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS



    B. NUEVAS CASTELLANAS




    Ana María
    (Fragmentos de un poema)






    Las cartas



    1


      «Apreciable Ana María:
    Me alegraré que te halles
    al recibo de estas letras
    que te dirige tu amante,
    tan bien como yo deseo,
    en compañía de tus padres,
    pues yo estoy bueno, a Dios gracias,
    pa lo que gustes mandarme.
    Pues sabrás, Ana María,
    que el motivo de mandarte
    por el dador esta esquela,
    es porque dice mi madre
    que antes de dir a tu casa
    debo de manifestarte
    las intenciones que tengo
    determinao de expresarte,
    y son el tratar contigo,
    si son gustosos tus padres,
    y si tú también lo eres
    como este tu fino amante.
    Pues el motivo de ello
    sabrás que es el de apreciarte
    y el de casarme contigo,
    si no encontraras achaques
    que ponerle a mi persona,
    como tampoco a mis padres.
    Pues sabrás que a mí me corre
    bastante prisa el casarme,
    por causa de que mi hermana
    por mí tiene que esperarse,
    y el novio le mete prisa
    por mor de no tener madre.
    Pues sabrás que yo deseo
    que, cuantis puedas, me mandes
    a decir el resultado
    de si todos sois gustantes,
    pues el saber que me quieres
    será un alegrón bien grande,
    pues sabrás que yo te quiero
    ya hace tres años cabales,
    y por ser uno algo corto
    pues no te lo he dicho antes.
    Sin más, les darás memorias
    a tu padre y a tu madre,
    y tú recibes el alma
    y el corazón de tu amante,
    que te aprecia y que lo es,
    Juan Manuel Sánchez y Sánchez.»


    Última edición por Lluvia Abril el 14.11.21 4:39, editado 1 vez


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    Mensaje por Lluvia Abril 14.11.21 4:38

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


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    Ana María
    (Fragmentos de un poema)






    Las cartas

    2

    «Apreciable Juan Manuel:
    Me alegraré que recibas
    la presente disfrutando
    de igual salud que la mía,
    en compaña de tus padres
    y de la demás familia.
    Pues sabrás por la presente
    que recibí hace tres días
    la esquela que me mandaste
    diciéndome que te escriba
    mandándote el resultao
    de lo que en ella decías.
    Pues sabrás que se lo dije,
    a mis padres en seguida,
    lo cual les ha parecido
    que vienes con mucha prisa,
    y dicen que yo no tengo
    prisas ninguna hoy día.
    Pues sabrás por la presente
    lo mucho que te se estima
    el acuerdo que has tenido
    y el decir que a mí me escribas
    con licencia de tus padres
    y de toda la familia.
    Pues de aquello que tú quieres
    el resultao en seguida,
    sabrás que no hemos pensao
    el asunto entodavía;
    por lo cual no puedo ahora
    darte entrada ni salida;
    pero si vas a Cabrera
    quizás allí te lo diga,
    porque hemos determinao
    de dir hogaño a la misa
    que va mi padre, a motivo
    de ser de la cofradía.
    Sin más, les darás memorias,
    de parte de mi familia,
    a tu padre y a tu madre,
    y se las das también mías.
    Y tú también las recibes
    de tu afectísima amiga,
    que te aprecia y que lo es,
    Ana García y García.»


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    Mensaje por Lluvia Abril 14.11.21 4:40

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


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    B. NUEVAS CASTELLANAS




    Ana María
    (Fragmentos de un poema)






    Las cartas



    - IV -


    Cabrera


    Donde Dios nos dé un campo deleitoso
    levantamos los hombres una ermita,
    que así como el Edén es delicioso
    porque el Señor lo habita
    el campo es más hermoso
    cuando el Dios que lo hizo lo visita.
    Dios quiso un día derramar verdura
    sobre los campos de Cabrera amenos,
    y aquella casta de la sangre pura,
    la rica casta de los hombres buenos,
    aquellos que la vida atravesaron
    con paso de viajero que no yerra,
    una ermita en Cabrera levantaron,
    y vivieron con Dios sobre la tierra.
    Era la raza cuya muerte lloro
    cuando con Dios para llorar me encierro,
    almas de acero, corazones de oro,
    pechos de cera y miel, brazos de hierro.
    Hijos de Dios y para Dios criados,
    conocieron a Dios; fueron piadosos;
    pidieron solo pan; fueron honrados;
    el mundo no los vio; fueron dichosos.
    Con Dios vivir supieron,
    y en Dios al fin morir. ¡Cuán sabios fueron!

    Eran los campos su vivienda hermosa;
    los del hogar, sus pensamientos fijos;
    su eterno amor, la esposa;
    su eterno afán, los hijos;
    su instrumento, el arado;
    el bien querer, su natural deseo;
    y el bien obrar, su natural estado,
    y el Cristo de la ermita de Cabrera,
    su rey, su amor, su providencia era.
    La mano tosca y dura
    del anónimo artista
    que labrara la bárbara escultura
    supo infundir en ella,
    con sublime inconsciencia de vidente,
    las grandezas insólitas de aquella
    fe gigantesca de la vieja gente.
    Era el sagrado leño
    la visión infantil, místico sueño,
    mayestático símbolo imponente
    de la robusta concepción cristiana
    del alma ruda y sana
    que a Cristo-Dios en la conciencia siente.
    ¡Nuestro Cristo es aquél! Nos lo legaron
    los rudos patriarcas
    que vivieron con Él y a Él consagraron
    las nativas y fértiles comarcas.

    ¡Nuestro Cristo es aquél! Éramos niños
    y los maternos labios rumorosos
    que cantando difunden los cariños
    y besando los sellan amorosos,
    nos cantaban con música de gloria
    y habla de oro que la suya era,
    la de prodigios peregrina historia
    del Cristo de la ermita de Cabrera.
    ¡Nuestro Cristo es aquel! ¿Qué hermano mío
    en mi Patria nació que no haya amado,
    si Dios para el amor los ha criado
    y siempre al bien su voluntad dispuesta
    hace nacer a la mujer honesta
    en la tierra feliz del hombre honrado?
    ¿Y quién que tuvo amores
    en al tierra feliz de mis mayores
    del idilio amoroso no escribía
    la página primera
    en aquella famosa romería
    del Cristo de la ermita de Cabrera?
    ¡Nuestro Cristo es aquel!




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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez 14.11.21 5:50

    Si Carmen Calvo supiera la exposición que estás haciendo de Gabriel y Galán, seguro que venía corriendo a leerla y darte la enhorabuena. Lo que hago yo...

    Besos.


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    Mensaje por Lluvia Abril 15.11.21 1:12

    Se disfruta siempre de la buena poesía, amigo mío.
    Gracias y sigo.


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    Mensaje por Lluvia Abril 15.11.21 1:17

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


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    A correo vuelto
    Al poeta José Rodao.


    ¿Sablazos entre poetas?
    ¡No llega la sangre al río!
    Allá va ese libro mío
    que no vale dos pesetas...

    ¡Y no es modestia de autor,
    no, señor!
    ¡Es que le faltan dos reales
    para tener de valor
    las dos pesetas cabales!

    ¡Pero aunque ciento valiera!
    ¡Bueno fuera!
    que siendo usted segoviano
    y siendo yo salmantino,
    no se hiciera honor entero
    a aquel dicho decidero,
    netamente castellano
    que dice «de herrero a herrero...»!
    (Si tiene algo suyo a mano...
    Y sabe usted, compañero.)

    Allá van mis Campesinas
    con fraternal abrazo.
    ¡Y gracias por el «sablazo»!
    ¡Y dígame «sin pamplinas
    y sin gastar etiqueta»
    si es verdad que, bien tasadas,
    no valen las dos pesetas
    mal contadas!

    ¡Es tan saludable oír,
    si se dice la verdad,
    un «Deje usted de escribir
    por toda una eternidad»
    o un sincero
    «Siga por ese camino
    porque ese es el verdadero»!
    ¡Es tan grato
    saber que a uno se le trata,
    no con perfidias de gato
    muy buenas... para la gata...,
    ni con falsa cortesía,
    ni con saña venenosa
    que el recio juicio extravía,
    ni con cegador cariño
    que envanece al hombre-niño,
    sino con un buen amor
    que exprese el justo sentir
    con un prudente decir
    sedante y educador!...
    ¡Ganase tanto el que hablara!...
    ¡Y aprendiera
    tanto el que bien escuchara
    la sincera
    voz leal que le ilustrara!

    Pero bastan reflexiones;
    allá van mis Campesinas
    con esas dos condiciones:
    que me diga sin pamplinas
    y sin gastar «etiqueta»
    si es verdad que, bien tasadas,
    no valen las dos pesetas
    mal contadas,
    y que, como entre poetas
    no llega la «santre» al río,
    y es gran dicho decidero
    el de que de «herrero a herrero...»
    Ya sabe, tocayo mío,
    lo que espero.



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    Mensaje por Lluvia Abril 15.11.21 1:18

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    La «Galana»


    - I -


    ¡Pobrecita madre!
    ¡Se murió solita!
    Cuando vino el cabrero a la choza
    con la cabra Galana parida
    y el trémulo chivo
    sin lamer ni atetar todavía,
    vio a la madre muerta
    y a la niña viva.
    Sobre un borriquillo,
    sobre una angarilla
    de las del aprisco,
    se llevaron la muerta querida
    y él se quedó solo,
    solo con la niña...
    La envolvió torpemente en pañales
    de dura sedija,
    y amoroso la puso a la teta
    de la cabra Galana parida...
    «¡Galana, Galana!
    ¡Tate bien quietita!...
    ¡Tate asín, que pueda
    mamar la mi niña!»
    Y la cabra balaba celosa,
    por la fiebre materna encendida,
    y poquito a poquito, la teta
    fue chupando la débil niñita...
    ¡Pobre cabritillo!
    ¡Corta fue tu vida!


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    Mensaje por Lluvia Abril 15.11.21 1:19

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    La «Galana»


    - II -
     

    Solita en el chozo
    se queda la niña
    mientras lleva el pastor las ovejas
    a pacer por aquellas umbrías.
    Cerca del chocillo
    pace la cabrita,
    nerviosa, impaciente,
    con susto, con prisa,
    y si el viento le hiere el oído
    con rumores de llanto de niña,
    corre al chozo balando amorosa,
    se encarama en la pobre tarima,
    se espatarra temblando de amores,
    se derringa balando caricias
    y le mete a la niña en la boca
    la tetaza henchida
    que derrama en ella
    dulce leche tibia...
    ¡Qué lechera y qué amante la cabra!
    ¡Qué robusta y qué santa la niña!


    Última edición por Lluvia Abril el 15.11.21 1:22, editado 1 vez


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    Mensaje por Lluvia Abril 15.11.21 1:21

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    La «Galana»



    - III -


    ¿Serían los lobos?
    ¿Algún hombre perverso sería?
    Una tarde la cabra Galana,
    la amante nodriza,
    se arrastraba a la puerta del chozo
    mortalmente herida.
    Allá adentro sonaron sollozos,
    sollozos de niña,
    y un horrible temblor convulsivo
    agitó a la expirante cabrita,
    que luchó por alzarse del suelo
    con esfuerzo de angustia infinita.
    Y en un último intento supremo
    de sublime materna energía,
    que arrancó dolorosos acentos
    de la cencerrilla,
    y en un largo balido amoroso...
    ¡se le fue la vida!...



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    Mensaje por Lluvia Abril 15.11.21 1:22

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    La «Galana»



    - IV -


    Ni leche de ovejas
    ni dulces papillas,
    ni mimos, ni besos...
    ¡Se murió la niña!
    ¡Esta vez quedó el crimen impune!
    ¡Esta vez no brilló la justicia!




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    Mensaje por Lluvia Abril 17.11.21 0:18

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    El amo



    En el nombre de Dios que las abriera,
    cierro las puertas del hogar paterno,
    que es cerrarle a mi vida un horizonte
    y a Dios cerrarle un templo.

    Es preciso tener alma de roca,
    sangre de hiena y corazón de acero,
    para dar este adiós que en la garganta
    se me detiene al bosquejarlo el pecho.

    Es preciso tener labios de mártir
    para acercarse a ellos
    la hiel del cáliz que en mi mano trémula
    con ojos turbios esperando veo.

    Ya está solo el hogar. Mis patriarcas
    uno en pos de otro del hogar salieron.

    Me los vino a buscar Cristo amoroso
    con los brazos abiertos...





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    Mensaje por Lluvia Abril 17.11.21 0:19

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    Canción


    No piense nunca el lloroso
    que este cantar dolorido
    es un capricho tejido
    por la musa de un dichoso.
    No piense que es armonioso
    juego de un estro liviano;
    piense que yo no profano,
    ni con mentiras sonoras,
    las penas desgarradoras
    del corazón de un hermano.

    Una canción de dolores
    me piden mis padeceres,
    tal como ayer mis quereres
    pidieron cantos de amores;
    que así como son mayores
    si se cantan los contentos,
    así los tristes acentos
    de las trovas doloridas,
    si no curan las heridas,
    amansan los sufrimientos.

    Mis penas son tan vulgares
    como esas espinas duras
    que erizan las espesuras
    de todos los espinares.
    Más hondas son que los mares
    Más hondas y más sombrías
    que un horizonte sin días,
    pues no hay abismo tan hondo
    como el abismo sin fondo
    de unas entrañas vacías.

    Dios me las hizo de fuego...
    ¿Por qué no les dio dureza
    si quiso su fortaleza
    probar golpe a golpe luego?
    ¿Por qué enriqueció con riego
    de sementera de amores
    huerto que sabe dar flores,
    si luego le manda días
    de matadoras sequías
    y vientos asoladores?

    ¡Ay! Al llegar a las puertas
    de la tarde de mi vida,
    voz de los cielos venida
    me ha dicho: «¡Ya están abiertas!
    ¡Entra y sigue, y no conviertas
    la mente a tiempos mejores,
    que en vez de aquellos amores
    de santidades pristinas
    verás las desiertas ruinas
    del solar de tus mayores!»

    «¡Mejor es cegar, Dios mío!
    ¡Mejor es ir paso a paso
    cayendo hacia el propio ocaso
    solo, con pena y con frío!
    ¡Mejor es ir al vacío
    que a ruinas y sepulturas!
    ¡Mejores son las negruras
    de la noche más sombría,
    que las negruras del día,
    que son dos veces oscuras!»

    Así, loco de dolor,
    dije con vil vocecilla...
    ¡Esto que tengo de arcilla
    fue quien lo dijo, Señor!
    Pero esto que es resplandor
    de Ti, venido hasta mí,
    cuando tu rayo sentí
    bien sabes Tú que te dijo:
    «¡Señor! ¡La frente del hijo
    tienes rendida ante Ti!»

    Con solo llorar mi suerte,
    con solo dejar abierta
    de tal herida la puerta,
    muriera de triste muerte.
    Mas, hijo yo del Dios fuerte,
    me he resignado a vivir,
    y voy dejándome ir
    sobre el polvo de la senda
    caminando a media rienda
    por el campo del sentir.

    Porque si rindo la frente
    sobre las manos crispadas,
    si hacia las ruinas sagradas
    dejo que vaya la mente,
    si de mi llanto el torrente
    dejo que anegue mi vida,
    si abriese más esta herida
    que en lumbre de fiebre arde,
    viviera como un cobarde,
    muriera como un suicida.

    ¡Quiero vivir! Las dulzuras
    de los gozados placeres,
    con hieles de padeceres
    se toman del todo puras.
    Visión de mis desventuras:
    ¡Yo no te cierro mis ojos!
    Camino de los abrojos:
    ¡yo no me cubro las plantas!
    Cruz que mis hombros quebrantas:
    ¡yo te acepto sin enojos!

    ¡Quiero vivir! Dios es vida.
    ¿No veis que en vida convierte
    la ancianidad que en la muerte
    cayó con dulce caída?
    ¿No soy yo vida nacida
    de vidas que a mí se dieran?
    Pues vidas que en mí se unieran,
    si vivo, no han de morir,
    ¡por eso quiero vivir,
    porque mis muertos no mueran!

    ¡Y no morirán conmigo,
    que el huerto de mis amores
    está rebosando flores
    que pinta Dios y yo abrigo!
    ¡Y atrás el cierzo enemigo
    de esas mis vivas canciones,
    pues son santos eslabones
    de una cadena florida
    para corona tejida
    del Dios de las creaciones.

    ¡Quiero vivir! A Dios voy
    y a Dios no se va muriendo,
    se va al Oriente subiendo
    por la breve noche de hoy.
    De luz y de sombras soy
    y quiero darme a las dos.
    ¡Quiero dejar de mí en pos
    robusta y santa semilla
    de esto que tengo de arcilla,
    de esto que tengo de Dios!


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    Mensaje por Lluvia Abril 17.11.21 0:20

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    Dos nidos


    Enfrente de mi casa yace en ruinas
    un viejo torreón de cuatro esquinas,
    y en este viejo torreón derruido
    tiene asentado una cigüeña el nido.
    ¡Y parece mentira, pero enseña
    muchas cosas un nido de cigüeña!

    Por el borde del nido de mi cuento,
    donde reina una paz que es un portento,
    asoman el pescuezo noche y día
    los zancudos cigüeños de la cría.
    Cuando los deja la cigüeña madre,
    trae alimentos el cigüeño padre,
    y cuando con su presa ella regresa,
    vuela el padre a buscarles otra presa;
    y de este modo la zancuda cría
    en banquete perenne pasa el día.

    Estaba yo una tarde distraído
    desde mi casa contemplando el nido,
    cuando del campo regresó cargada
    la solícita madre apresurada.
    Presentó con orgullo ante su cría
    una culebra muerta que traía,
    y mientras sus hijuelos la «trinchaban»
    y, defendiendo la ración, luchaban,
    reventaba la madre de contenta
    mirándolos comer... ¡y estaba hambrienta!

    ¡Y cómo demostraba su alegría
    viendo el festín de su zancuda cría!
    ¡Qué graznidos, qué dulces aletazos
    y qué cariñositos picotazos
    les daba a aquellos hijos comilones
    que estaban devorando sus raciones!

    Al ver desde mi casa aquella escena,
    llena de amor y de ternura llena,
    bendije al nido aquel, y, ¡lo confieso!,
    estuve a punto de tirarle un beso.
    Ahogué mi beso, pero tristemente
    me dije por lo bajo de repente:
    «¡Quizás haya en el mundo quien querría
    convertirse en cigüeño de la cría!»

    Cerca del viejo torreón derruido
    en donde está de la cigüeña el nido,
    hay otro nido, pero nido «humano»
    que habita la familia de un cristiano.

    El mismo día y a la misma hora
    en que la escena aquella encantadora
    del nido de la torre yo admiraba
    y un beso con los ojos le enviaba,
    del otro nido humano un rapazuelo
    salía sollozando sin consuelo.
    Una mujer de innoble catadura
    salió tras la harapienta criatura,
    cruzóle el rostro, la empujó hacia fuera,
    metióse en casa y la dejó en la acera.

    -¿Por qué te echan de casa, rapazuelo?
    -le dije al verlo, y contestó el chicuelo:

    -Porque a pedir limosna había salido
    y un poco pan «na» más hoy he traído,
    y dinero me dice que le traiga,
    y que vaya a buscarlo «ande» lo «haiga».

    Alcé los ojos sin querer al nido
    del solitario torreón derruido,
    y dije, contemplando aquella escena
    y aquella madre cuidadosa y buena:
    «Si este niño pensara, ¿no querría
    convertirse en cigüeño de la cría?



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    Mensaje por Lluvia Abril 17.11.21 0:21

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


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    La tregua



    Ya pasaron, ya pasaron
    las plúmbeas modorras esas
    del sol de julio, que inflama;
    del sol de agosto, que tuesta;
    de aquel, que la espiga dora,
    y de éste, que la platea.

    Y tú, labrador, ya tienes,
    ya tienes aquí la tregua.
    Siéntate un rato y descansa
    de tu casita a la puerta,
    y bebe allí con tu gente
    brisas de tarde serena,
    que el amor quita pesares
    y el aire sudor orea,
    y no es tu cuerpo de mármol,
    ni es la tuya alma de fiera,
    que treguas aquel demanda
    y ésta te pide querencia.

    Ya tienen nubes los cielos
    y ya las tardes son frescas,
    y está al rastrojo el ganado,
    y están barridas las eras,
    y están en casa los viejos,
    y están los mozos de fiesta,
    y Dios está en todas partes...
    y el trigo está en la panera.

    Mal te conocen los hombres
    que, porque tienes en ella
    puestos el alma y los ojos
    de avaro y ruin te motejan.

    Pensaran con más cordura
    si lo que guarda supieran
    ese recinto modesto,
    donde el sentido ventea
    auras de pobreza y orden
    con efluvios de limpieza.

    Ignoran que ahí tienes armas
    para matar la miseria,
    tienes tu honor de hombre honrado
    fiel pagador de tus deudas,
    puntal de la pobre patria,
    sostén de holguras ajenas...

    Ignoran o no meditan
    que en ese rincón encierras
    todo el sudor de tu frente,
    todo el fruto de una brega
    que acaba con el estío
    y en el otoño comienza,
    que deja el alma aplastada
    y el cuerpo rendido deja.

    Ignoran que ahí tienes cosas
    que valen tu dicha entera:
    ¡el pan de los hijos débiles
    y el pan de la esposa buena!
    Que aunque de modo tan rudo
    decírtelo yo no deba,
    porque parece pecado,
    pecado de alma grosera,
    te lo diré rudamente,
    como la vida lo reza:
    ¡Si quieres tener amores,
    tienes que tener panera!

    No extraño que tengas puestos
    los ojos y el alma en ella,
    ni que la mires avaro,
    ni que su puerta defiendas,
    que en ello te va la dicha
    y en ello la vida juegas.

    ¡Arriba otra vez, arriba!
    Muy breve ha sido la tregua,
    pero es larga del trabajo
    la abrumadora cadena,
    y nadie romperla debe,
    que a Dios le toca romperla.

    ¡Arriba!, que ya te llaman
    las campesinas faenas,
    que ya la lluvia de otoño
    bañó la tierra sedienta,
    que hay brumas por las mañanas
    en los picos de las sierras,
    que ya los amaneceres
    lloran rociadas frescas;
    que ya se inicia en los campos
    el apuntar de la hierba,
    y el sonreír de las aguas
    y el son de las alamedas.

    ¡Arriba!, que el sol es tibio;
    las nubes, blancas quedejas;
    intensas las humedades
    y sana la brisa cierza...,
    y a gloria sabe el ambiente,
    y a música el campo suena,
    y huelen las tierras húmedas
    a tierra de sementera.

    Mueve tu gente con prisa,
    vuelve otra vez a la brega,
    requiere aperos y yuntas,
    abre la limpia panera
    y suenen en los corrales,
    y suenen de nuevo en ella,
    ruidos de palas y harneros
    que las simientes asean,
    tonadillas entre dientes,
    pláticas sobre la siembra,
    silboteos sonorosos,
    golpes de mazos y azuelas,
    que aprietan, tajan y embuten
    cinchos, cuñas y orejeras...

    Y devorando el almuerzo,
    y unidas ya las parejas,
    el jarro de agua agotado,
    sobre un hombro la chaqueta,
    en la izquierda la aguijada
    y un mendrugo en la derecha,

    comiendo tras de la yunta
    que arado y simiente lleva,
    ¡vete a verterla en el seno
    de aquellas húmedas tierras
    que otoño bañó con lluvias
    y tú con sudores riegas!
    Muy larga la brega ha sido,
    muy corta ha sido la tregua,
    pero sujetos estamos
    del trabajo a la cadena,
    y nadie romperla debe,
    que a Dios le toca romperla.


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    Mensaje por Lluvia Abril 17.11.21 0:43

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

    EXTREMEÑAS




    El Cristu bendito


    - I -


    ¿Ondi jueron los tiempos aquellos,
    que pue que no güelvan,
    cuando yo juí persona leía
    que jizu comedias
    y aleluyas tamién y cantaris
    pa cantalos en una vigüela?
    ¿Ondi jueron aquellas cosinas
    que llamaba ilusionis y eran
    a'specie de airinos
    que atontá me tenían la mollera?
    ¿Ondi jueron de aquellos sentires
    las delicaezas
    que me jizun llorar como un neni,
    de gustu y de pena?
    ¿Ondi jueron aquellos pensaris
    que jacían dolel la cabeza
    de puro lo jondus
    y en reäos que eran?
    Ajuyó tuito aquello pa siempre,
    y ya no me quea
    más remedio que dilme jaciendo
    a esta vía nueva.
    ¡Ya no güelvin los tiempos de altoncis,
    ya no tengo ilusionis de aquellas,
    ni jago aleluyas,
    ni jago comedias,
    ni jago cantaris
    pa cantalos en una vigüela!...





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    Mensaje por Lluvia Abril 17.11.21 0:45

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

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    El Cristu bendito




    - II -


    Pensando estas cosas,
    que me daban ajogos de pena,
    una vez andaba por los olivaris
    que la ermita del Cristu roëan.
    Triste y aginao,
    de la ermita me juí pa la vera;
    solitaria y abierta la vide
    y entrémi por ella.
    Con el alma llenita de jielis,
    con el pecho jechito una breva
    y la cara jaciendo pucheros
    lo mesmito que un niño de teta,
    juíme ampié del Cristu,
    me jinqué en la tierra.
    y jaciendo la crus, recé un Creo
    pa que Dios quisiera
    jacelme la vía
    una miaja tan solo más güena.
    ¡Qué güeno es el Cristu
    de la ermita aquella!
    Yo le ije, dispués de rezali:
    -¡Santu Cristu, que yo tengo pena,
    que yo vivo tristi
    sin sabel de qué tengo tristeza
    y me ajogo con estos ansionis
    y este jormiguillo que me jormiguea!
    ¡Santu Cristu querío del alma!
    Tú pasastis las jelis más negras
    que ha podido pasal un nacío
    pa que tos los malos güenos se golvieran;
    pero yo sigo siendo maleto
    y a Ti te lo digo lleno de velgüenza
    pa que me perdonis
    y me jagas entral en verea.
    ¡Tú, que estás en la Crus clavaíto
    pol sel yo maleto, quítame esta pena
    que aentru del pecho
    me escarabajea!...
    ¡Jalo asina, que yo te prometo
    jacelmi bien güeno pa que Tú me quieras!


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    Mensaje por Lluvia Abril 17.11.21 0:46

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

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    El Cristu bendito




    - III -



    ¡Qué güeno es el Cristu
    de la ermita aquella!
    Pa jacel más alegri mi vía,
    ni dineros me dio ni jacienda,
    polque ice la genti que sabi
    que la dicha no está en la riqueza.
    Ni me jizu marqués, ni menistro,
    ni alcaldi siquiera,
    pa podel dil a misa el primero
    con la ensinia los días de fiesta
    y sentalmi a la vera del cura
    jaciendu fachenda.
    ¡Pa esas cosas que son de fanfarria
    no da nada el Cristu de la ermita aquella!
    Pero aquel que jaciendo pucheros
    se jinquí en la tierra,
    y, dispués de rezali, le iga
    las jielis que tenga,
    que se vaiga tranquilo pa casa,
    que ha de dali el Cristu lo que le convenga.
    A mí me dio un hijo
    que päeci de rosa y de cera,
    como dos angelinos que adornan
    el retablo mayol de la inglesia.
    Un jabichuelino
    con la cara como una azucena,
    una miaja teñía de rosa
    pa que entávia más guapo paeza.
    A mí me entonteci
    cuando alguna risina me jecha
    con aquella boquina sin dientis,
    rëondina y fresca,
    que paeci el cuenquín de una rosa
    que se jabri sola pa si se la besa.
    ¡Juy, qué boca tan guapa y tan rica!
    ¡Paeci de una tenca!
    A vecis su madri
    en cuerinos del to me lo quea,
    se poni un pañali tendío en las sayas
    y allí me lo jecha
    ¡Paecí un angelino
    de los de la inglesia!
    Yo quería que asín, en coretis,
    siempre lo tuviera:
    y cuando su madri vüelvi a jatealo,
    le igo con pena:
    -Éjalo que bregui,
    éjalo que puéa
    raneal con las piernas al airi
    pa que críe juerza.
    ¡Éjalo que se esponji un ratino,
    que tiempo le quea
    pa enliarsi con esos pañalis
    que me lo revientan!
    ¡Éjamelo un rato
    pa que yo lo tenga
    y le jaga cosinas bonitas
    pa que se me ría mientris que pernea!
    ¡Que goci, que goci
    to lo que asín quiera;
    que pa jielis, ajogos y aginos
    mucho tiempo quea!
    ¡Éjamelo pronto pa zarandealo!
    Éjame el mi mozu pa que yo lo meza,
    pa que yo le canti,
    pa que yo lo duerma
    al ton de las guapas
    tonás de mi tierra,
    continas y dulcis
    que päecin zumbíos de abeja,
    ruíos de regato,
    airi de alamea,
    sonsoneti del trillo en las miesis,
    rezumbal de mosconis que vuelan
    u cantal dormilón de chicharra
    que entonteci de gusto en la siesta...
    ¡Miale cómo bulli,
    miale cómo brega,
    miale cómo sabi
    óndi está la teta!
    Si conocis que tieni jambrina
    dali una gotera
    pa que prontu se jaga tallúo
    y amarri los chotos a puro de juerza.
    ¡Miali qué prontino
    jizu ya la presa!
    Miali cómo traga; mia qué cachetinos
    mientris mama en el pecho te pega!
    ¡Mia que arrempujonis da con la carina
    pa que salga la lechi con priesa!
    ¡Asín jacin también los chotinos
    pa que baji el galro seguío y con juerza!
    Ya se va jartando ¡Mia como se ríe,
    miale cómo enrea!
    Jasta el guarguerino
    la lechi le llega,
    porque va poniendo cara de jartura
    y el piquino del pecho ya eja.
    Quitalo en seguía pa que no se empachi
    y trai que lo tenga...
    ¡Clavelino querío del güerto!,
    ven que yo te quiera,
    ven que yo te canti,
    ven que yo te duerma,
    al son de las guapas
    tonás de mi tierra,
    pa que pueas cantalas de mozo
    cuando sepas tocal la vigüela.
    ¡Venga el mi mocino,
    venga la mi prenda!
    Ven que yo te besi
    con delicäeza,
    ondi menos te piquin las barbas
    pa que no te ajuyas cuando yo te quiera,
    ni te llorin los ojos, ni arruguis
    esa cara más fina que sea,
    ni te trinquis p'atrás enojao
    si tu padri en la boca te besa...




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    Mensaje por Lluvia Abril 17.11.21 0:46

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

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    El Cristu bendito



    - IV -


    Mujer, ¡mia qué lindu
    cuando ya está dormío se quea!
    ¿Tú no sabis por qué se sonríe?
    Es porque se sueña
    que anda de retozus con los angelinos
    en la gloria mesma...



    - V -

    ¡Qué guapo es mi neni!
    ¡Ya no tengo pena!
    ¡Qué güeno es el Cristu
    de la ermita aquella!





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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez 17.11.21 1:04

    "En el nombre de Dios que las abriera,
    cierro las puertas del hogar paterno,
    que es cerrarle a mi vida un horizonte
    y a Dios cerrarle un templo.

    Es preciso tener alma de roca,
    sangre de hiena y corazón de acero,
    para dar este adiós que en la garganta
    se me detiene al bosquejarlo el pecho.

    Es preciso tener labios de mártir
    para acercarse a ellos
    la hiel del cáliz que en mi mano trémula
    con ojos turbios esperando veo.

    Ya está solo el hogar. Mis patriarcas
    uno en pos de otro del hogar salieron.

    Me los vino a buscar Cristo amoroso
    con los brazos abiertos..."


    Real, extrapolable y doloroso ( aunque dulcificado por la fe del autor).


    Gracias, Lluvia.


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    Mensaje por Lluvia Abril 18.11.21 0:55

    Gracias a ti, por estar ahí, amigo mío.
    Seguimos pues, disfrutando de buena poesía.


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    Mensaje por Lluvia Abril 18.11.21 0:57

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

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    Varón


    ¡Me jiedin los hombris
    que son medio jembras!
    Cien vecis te ije
    que no se lo dieras,
    que al chinquín lo jacían marica
    las gentis aquellas.
    Ahora ya lo vide, y a mí no me mandis
    más vecis que güelva.
    Te largas tú a velo,
    que pue que no creas
    que tu cuerpo ha parío aquel mozu,
    ni que lo cebasti con tu lechi mesma,
    ni que tieni metía en la entraña
    sangri de mis venas.
    N'amás de mimarros
    y delicaezas
    que ha queao lo mesmo que un jilo
    paliúcho y sin chispa de juerza.
    Ca instanti se lava,
    ca instanti se peina,
    ca instanti se múa
    toa la vestimenta,
    y se encrespa los pelos con jierros
    que se lo retuestan,
    y en los dientis se da con boticas
    de unos cacharrinos que tieni en la mesa,
    y remoja el moquero con pringuis
    n'amás pa que güela
    ¡Jiedi a señorita
    dendi media lengua!
    Se levanta a las nuevi corrías
    y a las doci lo mesmo se acuesta.
    ¡Va a ponersi pochu
    si acotina de aquella manera!
    ¡Güeno está pa mandalo a bellotas,
    pa ayualmi a escuajal en la jesa,
    pa jacel un carguju de tarmas
    y traelo a cuestas,
    u pa estalsi cavando canchalis
    dende que amaneci jasta que escurezca!
    Los muchachos de acá me esconfío
    que mos lo apedrean
    cuantis venga jaciendo pinturas
    u jablando de aquella manera:
    y verás cómo el mozu no tieni
    ni agallas ni juerza
    pa el primero que quiera molarsi
    rompeli la jeta.
    Ya no dici padri,
    ni madri, ni agüela.
    «Mi papá, mi mamá, mi abuelita...»
    así chalrotea,
    como si el mocoso juesi un señoruco
    de los de nacencia.
    Ni mienta del pueblo, ni jaci otro oficio
    que dil a una escuela
    y palral de bobás que allí aprendí,
    que pa na le sirvin cuantis que se venga.
    Pa sabel sus saberis le ije:
    «Sácame la cuenta
    del aceiti que hogaño mos toca
    del lagal po la parti que es nuestra.
    Se maquilan sesenta cuartillos
    p'acá parti entera,
    y nosotros tenemos, ya sabis,
    una media tercia
    que tu madre heredó de una quinta
    que tenía tu agüela Teresa.»
    ¡Ya ves tú que se jaci en un verbo!
    Sesenta la entera,
    doci pa la quinta,
    cuatru pa la tercia,
    quita dos pa una media, y resultan
    dos pa la otra media.
    Pues el mozu empringó tres papelis
    de rayas y letras,
    y pa ensenrearsi
    de aquella maeja,
    ijo que el aceiti que a mí me tocaba
    era «pi menus erre», ¿te enteras?
    ¡Pus pues dil jacindu
    las sopas con ella!
    ¿Y esos son saberis?
    ¡Esas son fachendas!
    No le quise mental del guarrapo
    ni icile siquiera
    que hogañazo vendimus el churru
    pa comprar un cachuju de tierra.
    ¡Allí no se jabla
    de esas cosas ni en ellas se piensa!
    N'amás que se jaci comel confituras,
    melcal vestimentas,
    dirse a los cafesis,
    dirse a las comedias
    y palral de bobás que no valin
    ni siquiá una perra
    ¡Jolgacián como el nuestro muchacho
    no va a haberlo, si aquí no se enmienda!
    Yo no lo distingo de otros señorinos
    que con él se ajuntan y jolgacianean.
    ¡Son como maricas!
    ¡Juy, qué vestimentas!
    Ves una persona
    por detrás, en la calle, tan tiesa
    y endi lejus no sabis de cierto
    si es macho u es jembra.
    Güelin a lo mesmu
    como las ovejas,
    y p'aquí no es asín, que ca cosa
    güeli a su manera:
    güeli a macho la carni de hombre,
    y la carni de jembra da a jembra.
    Hay que dil a buscar al muchacho
    cuantis que se puea,
    y le dicis a aquellos señoris
    que esu no quita pa que se agraeza,
    pero que a su padri le jaci ya falta;
    y asín se la enreas.
    No lo quió jolgacián, aunque muchos
    saberis trujiera.
    Y no es esu solu lo que a mí me enrita,
    que otras ocas me jacin más mella...
    Hay que dil a buscalo ca y cuando:
    que venga, que venga;
    porque, mira: ¡me jiedin los hombres
    que son medio jembras!...



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    Mensaje por Lluvia Abril 18.11.21 0:58

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

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    El embargo



    Señol jues, pasi usté más alanti
    y que entrin tos esos.
    No le dé a usté ansia
    no le dé a usté mieo...
    Si venís antiayel a afligila
    sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s'ha muerto!
    Embargal, embargal los avíos,
    que aquí no hay dinero:
    lo he gastao en comías pa ella
    y en boticas que no le sirvieron;
    y eso que me quea,
    porque no me dio tiempo a vendello,
    ya me está sobrando,
    ya me está jediendo.
    Embargal esi sacho de pico,
    y esas jocis clavás en el techo,
    y esa segureja
    y ese cacho e liendro...
    ¡Jerramientas, que no quedi una!
    ¿Ya pa qué las quiero?
    Si tuviá que ganalo pa ella,
    ¡cualisquiá me quitaba a mí eso!
    Pero ya no quio vel esi sacho,
    ni esas jocis clavás en el techo,
    ni esa segureja
    ni ese cacho e liendro...
    ¡Pero a vel, señol jues: cuidaíto
    si alguno de esos
    es osao de tocali a esa cama
    ondi ella s'ha muerto:
    la camita ondi yo la he querío
    cuando dambos estábamos güenos;
    la camita ondi yo la he cuidiau,
    la camita ondi estuvo su cuerpo
    cuatro mesis vivo
    y una noche muerto!...
    Señol jues: que nenguno sea osao
    de tocali a esa cama ni un pelo,
    porque aquí lo jinco
    delanti usté mesmo.
    Lleváisoslo todu,
    todu, menus eso,
    que esas mantas tienin
    suol de su cuerpo...
    ¡y me güelin, me güelin a ella
    ca ves que las güelo!...



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    Mensaje por Lluvia Abril 18.11.21 0:59

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

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    La embajadora


    Pablos: Aquí te lo traigu,
    aunque sepa que me avientas
    y me das ondi lo oiga
    paque a tu casa no güelva.
    Mal jarás si asín lo jacis,
    que no te ofendo aunque venga
    sin mandálmelo a traelti
    lo que a ti te pertenezca.
    Y pa sabel que esto es tuyo
    no es menestel dil a'scuela,
    ni ojus cuasi jacin falta,
    se sabi cuasi que a tientas.
    Jéchale p'acá de golpi
    una mirá tan siquiera,
    que vas a velti pintau
    cuantis esti mozu veas.
    Mira tú a vel si estos ojos
    vivinos como candelas,
    mira tú a vel si esta frenti,
    y esti pelo, y estas cejas,
    y este corti de semblanti,
    y esta carina morena
    no dicin que son de Pablos
    cuantis de golpi se vean.
    «¡Si esto es tu mesma presona
    jecha una miaja pequeña!
    Pué que no jaga una hora
    que nació; quiciás ni media;
    y yo ije: a jatealo
    pa que su padri lo vea,
    y asín los cargos se jaga,
    porque es hombri de vergüenza
    y no ha de querer quëala
    asín a la probi aquella,
    ni ejal perdío a esti mozu
    masao con su sangri mesma.
    Dici la genti galrona
    que no te casas con ella
    porque te has esconfiao
    na más de vel a su puerta
    dos o tres vecis de nochi
    a Gapitu el de tía Petra.
    ¡Quitá p'allá! ¡Pa él estaba
    prepará la moza esa,
    que el querel que te ha tenío
    la ha jechu estal como ciega!
    Eso lo jizu Gapitu
    pa que la genti creyera
    que andaba metío en el ajo
    y perdiese el crédito ella,
    y tú plantá la ejaras
    pa vengalsi el sinvelgüenza
    de que hogaño quiso hablala
    y cuasi no pudo vela.
    Escupi, Pablos, escupi
    la repunanza que tengas,
    que como algo hubiese habío
    ya Gapitu el de tía Petra
    mos tendría a todos jartos
    de alabancias y fachendas.
    Y si entavía te arreparas,
    mira la carina esta
    que no es más que una pintura
    propiamente a ti espurecha...
    ¡Y a vel si hay genti que dudi
    si se paece esta prenda
    a Pablos el de tío Quico
    u a Gapitu el de tía Petra!
    ¡Ahí lo tienis! Dali un beso
    a la sangre de tus venas
    y me icis qué le igo
    a la pobri madri aquella,
    que a naide quieri en el mundo
    n'más que a ti y a esta prenda.
    ¿Qué me dicis?
    -Que le iga...
    lo que usté decile quiera...
    ¡Qué güeno... que iré p'alanti...,
    más por ésti que por ella!...


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    Mensaje por Lluvia Abril 19.11.21 0:21

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

    EXTREMEÑAS




    El desahuciado



    ¡Estoy ya mu jarto!
    Miusté a vel, por favol, señol médico,
    si hay alguna cosa
    pa esti mal repegoso que tengo,
    porque llevo ya asín ocho mesis
    maleto, maleto...
    con una singana
    y una aginaero,
    con una flojera,
    con un escaimiento,
    que paeci una breva maúra,
    esti perro cuerpo,
    que antis era tan recio y tan duro
    como el propio jierro.
    Debi estal la mujel aburría
    de jacel remedios,
    pero yo ni me pongo pirongo
    ni de golpi espeno.
    La jacienda, tuita perdía;
    los pagos, cayendo;
    la mujer y el chiquino, escaldaos,
    jechos unos negros
    que me estoy ajogando de ansionis
    n'amás que de velos
    Y p'alivio to el día mirando
    dendi casa la genti del pueblo
    p'abajo y p'arriba
    pasando y golviendo,
    unos con guarrapos,
    otros con aperos,
    unos con forraji
    y otros con istierco,
    saliendo y entrando,
    llevando y trujiendo,
    como las jormigas
    en el jormiguero.
    Y n'más yo solo
    enrëao con esto que tengo,
    vengan ratos al sol con las tías,
    enroscao lo mesmo que un perro,
    u si no en el corral mancornao
    entri los maeros,
    sin jacel ni las sopas que como,
    sin galnal ni p'a1 agua que bebo,
    que velgüenza me da que me vean
    asín tanto tiempo.
    Cuatro vecis quiciás haiga dío
    ancá'l cuarandero,
    que me dijo que estaba embargao
    y me puso dos parches al pecho
    y una bilma de pés y de estopas
    en el regäero.
    Y aquí la he tenío
    clavá como un perro
    ¡pa ná!, ¡pa quealsi
    con piazos asín de pellejo!
    ¡Mentira paeci
    que la gracia que tieni el tío Cleto
    pa los males no le haiga servío
    pa acertalmi con esti que tengo!
    El domingo me jici el valienti
    y me juí p'a1 güerto
    conque a esparegilme
    y a jacel p'allí na de provecho.
    ¡Cuidiaíto que juí despacino,
    como ustés cuando van a paseo!
    Pus me pusi a jacel unos bochis
    pa tiral cuatro jabas en ellos,
    y aquello eran ansias,
    y sudores, y ajogo y mareos...,
    que si asín acontino, me caigo
    rëondo allí mesmo.
    Y me vini pa casa ajogao,
    sin poel ni siquiá con el cuerpo,
    acezando por esas callejas
    lo mesmo que un perro,
    chángala mandrángala,
    que tardé media tardi lo menos.
    ¡Me caso en la luna!
    ¿Miusté a vel, por favol, señol médico,
    si dicin los libros
    que hay algo pa esto!
    Pero no me dé usté más papelis
    de esos polvos negros,
    porque cuasi me estoy provocando
    n'amás que los miento.
    Ni me jaga mercal más botellas
    del constituyenti, porque no poemos,
    y además que eso n'amás que sirvi
    pa sacadinero.
    ¡Mentira paeci
    que los libros no enseñin remedios
    pa una cosa tan simpli, tan simpli
    como esta que tengo!
    ¡Yo no sé pa qué está la botica
    de cacharros tapá jasta el techo!
    ¡Miusté a vel si hay quiciás una untura,
    miusté a vel si hay quiciás un ungüento,
    bien juerti, bien juerti
    que ajondi en el pecho,
    que chupi, que saqui,
    lo que tengo dañao aquí aentro,
    que esti mal es asín como un bicho
    agarrao en el güeco del cuerpo:
    me chupa la sangri,
    me atapona el gañón, y por eso
    tengo esta flojera
    y esti ajogaero!
    Receti esa untura,
    receti ese «unguentu»
    que no haiga nenguno
    más juerti y más recio...
    ¡A vel si de golpi
    o me pongo pirongo o espeno!...




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    Mensaje por Lluvia Abril 19.11.21 0:22

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

    EXTREMEÑAS




    Sibarita



    ¡A mi n'amás me gusta
    que dali gustu al cuerpo!
    Si yo juera bien rico
    jacía n'amás eso;
    jechalme güenas siestas
    embajo de los fresnos;
    jartalmi de gaspachos
    con güevos y poleos;
    cascalmi güenos fritis
    con bolas y pimientos;
    mercal un buen caballo;
    tenel un jornalero
    que to me lo jiciera,
    pa estalmi yo bien quieto,
    andal bien jateao,
    jechal ca instanti medio,
    fumal de nuevi perras
    y andalmi de paseo
    lo mesmo que los curas,
    lo mesmo que los médicos...
    Si yo juera bien rico
    jacía n'amás eso.
    ¡Que a mí n'amás me gusta
    que dali gustu al cuerpo!




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    Mensaje por Lluvia Abril 19.11.21 0:23

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

    EXTREMEÑAS




    Los postres de la merienda



    El sol quemaba, y al mediar el día
    interrumpió Francisco la faena:
    una faena trabajosa y ruda,
    menos propia de hombres que de bestias.
    Y laxos ya los músculos de acero,
    medio asfixiado, con las fauces secas,
    limpiándose los ojos escaldados
    y mascando el polvillo de la tierra,
    a la sombra candente de un olivo
    se dispuso a comerse la merienda:
    un pedazo de pan como caliza
    y un trago de agua... si la hubiese cerca.
    «¡Y entavia gruñi el amo! -meditaba-.
    Pus no sé yo que más jacel se puea
    que trabajal jasta que el cuerpo dici
    que aunque quiera no pue jacel más fuerza.
    ¡Y gruñí! Y pa ganal los cuatru realis
    es menestel queal jecho una breva,
    y estrozalsi la ropa, y no traelsi
    ni un cacho tajaína pa merienda
    pa que el cuerpo no diga que no puedi
    y se abarranqui con la carga a cuestas.
    Y ahora menos mal que los jornalis
    rejundin más, aunque sual me cuestan;
    pero n'amás que pase el tiempo esti
    con tres realis pelaos uno se quea,
    jasta que espués la bellotera ayúe
    y espués también la aceitunera venga,
    pa que siquiera otro mesín poamos
    ganal escasamenti la peseta.
    Y luego... los tres realis, y el invierno
    que se pue regilal sin cuasi leña
    ni aceiti p'al candil ni na de trigo,
    que se poni a cincuenta la janega.
    No quea más que el ajo de patatas,
    si hay algo de cundío pa cocelas,
    que no lo habrá si la mujer no sali
    por ahí avelgonzá con la aceitera.
    Ya podía robali al amo mesmo
    bellotas y aceitunas pa vendelas,
    y cosas de más valía que tieni
    juera de casa y en su casa mesma.
    Pa jacelo me sobran asaúras,
    me sobra halbelía, me sobra juerza,
    pero ejaba perdía a la mi genti
    si en el ajo me cogin y me enrean.
    ¡Y aunque no! Ni mi padri jizu eso
    ni me ijo enjamás que lo jiciera,
    ni aninantis he sío de la uña
    ni quieri la mujel que ahora lo sea.
    ¡Ni falta que jacía ni pensalo
    con un jornal contino de peseta!;
    pero súas y súas como un negro
    y a ganalo algún mes cuantis que llegas.
    ¡Y asín tiene que sel! Yo no me arrocho
    a jacel la bruta mas que me muera,
    porque a mí no me sale la robaina
    ¡y antis me junda que me jaga a ella!
    Seguiremos asín, como poamos,
    aguantando, aguantando lo que venga,
    jasta que ya se llenin las medías,
    ¡porque me gieri que el muchacho y ella
    no se puéan jartal de pan de trigo
    ni un torresnino pa colalo tengan!...»
    Por aquí iba Francisco en sus pensares
    cuando de pronto resonó ya cerca
    el trote de la jaca que montaba
    el amo que no daba la peseta
    Y ante Francisco, en ademán airado,
    gruñó el verdugo con la voz muy seca:
    «No quiero jornaleros comodones
    que a la sombra tan frescos se me sientan,
    ni señoritos finos que se tardan
    una hora en comerse la merienda.
    La herramienta parada, tú sentado,
    y luego, ¡que te paguen a peseta!
    Te debo medio día, deja el corte
    y a la noche te vas a por la cuenta.»
    No dijo más, y al trote de la jaca
    salió del olivar por la vereda.
    Mirándole Francisco como a veces
    suele mirar al domador la fiera,
    murmuró con la voz un poco ronca,
    preñada de amenazas y algo trémula.
    «¡Me caso en Reus!... ¡Lo que yo jaría
    si el chico y la mujel se me murieran!...»




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