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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Lluvia Abril
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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Miér 27 Oct 2021, 00:15

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    Biografía


    Nace en el Campo Charro, en la zona de la Sierra de Salamanca, en el seno de una familia de propietarios de sus tierras en la localidad de Frades de la Sierra (Salamanca). Sus padres fueron Narciso Gabriel y Bernarda Galán. Gran aficionada esta a la poesía, insufló en sus cinco hijos la atracción por la composición lírica. José María pasa su infancia en su villa natal, donde asiste a la escuela, y a los quince años se traslada a Salamanca para cursar los tres primeros años de Magisterio en la Escuela Normal, época de la que datan sus primeros versos. El cuarto curso (1888-1889) lo realiza en la Escuela Normal Central de Madrid, ciudad que le produce rechazo (la tilda en algunas cartas de Modernópolis). Obtenido el título de maestro en grado superior, con diecinueve años, realiza un viaje a Galicia (julio de 1889) junto a su compañero y amigo de estudios, el coruñés Casto Blanco Cabeza (1869-1955), y queda impresionado por el paisaje gallego, desde el interior a los acantilados del Orzán y la isla A Marola. Allí compone "La fuente vaquera" y "Adiós".

    Obtenido el título de magisterio, se le destina a Guijuelo, a unos 20 km de su ciudad natal (1889-1892) y posteriormente a Piedrahíta (Ávila) (1892-1898). Su estado de ánimo es bajo (firma las cartas a sus amigos como El Solitario) y se define como un hombre de carácter melancólico, sensible y de profundas convicciones religiosas (recibidas de su madre), que ya se perciben en sus poemas. En 1893 tras conocer a su mujer, Desideria García Gascón (1874-1954),​ nacida en el seno de una familia de terratenientes, experimenta un cambio radical, que se acentúa a partir de su boda, el 26 de enero de 1898 en Plasencia. Abandona el magisterio y se traslada a Guijo de Granadilla en Cáceres, donde administra la dehesa El Tejar, uno de los latifundos que eran propiedad de la familia de su esposa. Allí encuentra el tiempo y sosiego para madurar su poesía alrededor del campo, las gentes, las monterías... Muchos manuscritos inéditos de esta época se recuperan gracias a la contribución de sus herederos y no son publicados hasta medio siglo después de su muerte. Entre otras dedicatorias: Réquiem al pariente de su esposa, don Acacio o Al Doctor Bejarano, al médico de la Zarza.

    Con el nacimiento de su primer hijo, Jesús, en 1898 compone El Cristu benditu, primera de sus famosas Extremeñas en las que el empleo de la lengua vernácula, "el castúo", aroma y vivifica la musa del poeta. Gabriel y Galán se inspira del "deje andaluz" de su admirado maestro Medina para comenzar a componer en este dialecto extremeño. El poema fue dado a conocer a Miguel de Unamuno, entonces catedrático de Lengua y Literatura Griega de la Universidad de Salamanca, por su hermano Baldomero Gabriel y Galán (1868-1926), abogado del Estado, columnista de prensa y aficionado a la poesía. Unamuno consideró muy positivamente la pieza y, en general, la obra de Gabriel y Galán sobre la base de lo que suponía de defensa y ejemplo del casticismo.


    Su consagración como poeta arranca en 1901 cuando en los Juegos Florales celebrados en el Teatro Bretón de Salamanca fue galardonado con la flor natural por su composición El ama, inspirada por la reciente muerte de su madre. Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca desde el año anterior, presidió un jurado compuesto, entre otros, por Santiago Sebastián Martínez (decano de la Facultad de Filosofía y Letras), Luis Rodríguez Miguel (catedrático de Lengua y Literatura Española) y el escritor Francisco Fernández Villegas (Zeda).6​ Desde ese momento, Gabriel y Galán comienza a mantener intercambios y correspondencia con el rector de Salamanca. Es notable como en el ambiente ideológico extremadamente polarizado de la Salamanca de 1900 el fuerte conflicto de Unamuno con el entonces obispo de Salamanca, Tomás Cámara y Castro, el padre Cámara (1885-1904), decidido a que fuera destituido de la jefatura de la Universidad, generó una situación compleja al poeta sobre la base de los sucesivos intentos de instrumentalizar su obra por parte de ambos.

    Su fama se acrecienta, tras ser triunfador en los Juegos Florales de Zaragoza, Sevilla, Lugo y Buenos Aires. En 1902, año en el que publica sus dos primeros volúmenes ('Poesías' y 'Castellanas'), fue invitado por el Ateneo de Madrid para dar un recital poético que concluyó con un sonoro éxito.7​ El Guijo de Granadilla también quiso contribuir a homenajear a su celebérrimo vecino con el título de Hijo Adoptivo, que la villa le concede el 13 de abril de 1903, ocasión para la que compone Sólo para mi lugar.

    En política era de ideas carlistas8​9​ y colaboró con la prensa católica, conocida como la «Buena Prensa».​

    El 31 de diciembre de 1904 al finalizar una jornada supervisando las labores del campo comenzó a encontrarse mal y, transcurrida una semana, el 6 de enero de 1905 falleció probablemente a consecuencia de una apendicitis aguda.​ El profundo arraigo del poeta en la población de su comarca se manifiesta en los testimonios de quienes presenciaron el duelo: "Pobres y ricos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, todos, absolutamente todos, acudieron presurosos a la casa mortuoria para orar ante el cadáver por el eterno descanso de su alma y besar sus pies y manos. Las mujeres llorosas y los hombres entristecidos fueron besando los queridos restos".
    En el momento de su muerte, en plena juventud y gloria, era uno de los poetas más leídos de España. Unamuno, en la primera evocación tras el óbito, dijo de su legado: "No ha pasado Galán por la tierra como callada sombra; deja cantos de consuelo para los pobres soñadores del sueño de la vida. En estos cantos nos queda el alma de su alma. Se la dio su pueblo y a su pueblo vuelve". Dejó cuatro hijos: Jesús, Juan, Esteban y Mª Purificación, estos dos últimos fallecidos de modo prematuro.

    Tras la muerte del poeta, su hermano Baldomero Gabriel y Galán veló por su obra –primero desde Salamanca (1905-1908) y a continuación desde Madrid (1908-1926)– promocionándola en varias ediciones y proveyendo de datos a algunos de sus biógrafos y estudiosos.

    El Ayuntamiento de Frades de la Sierra mantiene la casa familiar de nacimiento del poeta y el de Guijo de Granadilla la que habitó hasta su muerte, como museo, donde se muestran manuscritos y objetos personales del poeta, donación de sus herederos. Por otro lado, en las inmediaciones del Guijo, en medio de la península que se encuentra rodeada por el actual pantano de Gabriel y Galán, se alza la Casa de las Conchas situada en la plaza mayor del antiguo señorío medieval de Granada, hoy Granadilla, naturalidad de los hermanos políticos del poeta Cruz García y Gascón y su esposa, María de la Natividad García de la Cruz Jiménez. En su fachada se puede observar aún la placa conmemorativa del homenaje al poeta realizado por ambos, que intercedieron para que el pantano que anegaría las tierras que ellos habían cedido para su construcción llevase su nombre.

    Por Real Orden emitida en 1929 se posibilitó poder transmitir los dos apellidos del poeta a su descendencia por lo que Gabriel y Galán pasó a ser el apellido de sus herederos. Al mismo tiempo el rey Alfonso XIII favoreció a su primogénito, Jesús, huérfano de padre a los seis años, sufragando sus estudios de bachillerato en el Real Colegio de Alfonso XII de El Escorial. Posteriormente con una beca del Marqués de Borja cursó estudios de derecho en Real Colegio de Estudios Superiores también en El Escorial.14​ Entre los descendientes del poeta, José Antonio Gabriel y Galán (1940-1993) siguió sus pasos como escritor de prosa y poesía, Jesús Gabriel y Galán Acevedo realizó la biografía definitiva del poeta (Junta de Extremadura, 2004) y, junto a su hermano José María, editó la que hasta ahora constituye la más afinada versión de sus obras completas (Junta de Extremadura, 2005).

    Obra

    Su obra poética se aparta del modernismo imperante en la época, pues es conservadora en estructura y temática: defiende la tradición, la familia, el dogma católico o, con singular sensibilidad social, la vida campesina. Desde 1898 la poesía de Gabriel y Galán se vuelca hacia el pueblo, la aldea y el paisaje. Su inmersión en el mundo campesino y la voluntad de acercarlo la poesía se ponen de relieve en la composición de piezas fáciles de fundamento ético-moral: "Sabrás que me he metido a predicador rural: hago unas coplas que yo llamo sermones, casi todas en verso, que recito y declamo los días festivos desde el balcón del Ayuntamiento. Son una vulgaridad estupenda, pero los que me oyen lloran, ríen, se entusiasman y aprenden verdades morales: los hago más buenos, que es mi propósito; digo a todos que vivan unidos y que renieguen de la política que es una mentira inmensa ..." (Carta a Mariano Miguel del Val).​ Tal justificación encuentra el uso del dialecto extremeño en sus poesías, captación directa de la palabra hablada por los campesinos, en el que inevitablemente se filtraban diversos vulgarismos.​

    El dialecto extremeño en que escribió Gabriel y Galán es considerado por diversos autores como variedad del leonés, si bien no hay constancia de que el propio Gabriel y Galán manifestase nunca haber escrito en leonés.​ Su obra en este dialecto, escrita a partir de su establecimiento en el Guijo (Cáceres) en 1898, atrajo la floreciente sensibilidad del casticismo novecentista. Autores como Miguel de Unamuno o Ramón Menéndez Pidal se mostraron extraordinariamente receptivos a ella animándole a proseguir practicándola. Este interés de Gabriel y Galán por recoger el habla popular extremeña —aunque pocas veces lo llamó "extremeño" y mucho más "jerga", "lenguaje" o "lingüística de las gentes de por aquí"—​ dio lugar a algunos análisis filológicos contrastados en torno al déficit de exactitud científica de su trabajo. Ciertamente la pretensión del poeta era muy otra: utilizar una herramienta léxica para acercar su poesía al pueblo. Por otro lado, como ha señalado Antonio Salvador Plans, "la distinción entre dialectalismo y vulgarismo se sitúa en un filo tan tenue que es fácil caer inconscientemente en uno y otro lado de modo indistinto". Para él "pretender un modelo dialectal perfecto es por otra parte absurdo y sería similar a intentar un modelo popular en el siglo XIV basándonos en las serranas del Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita, o de otras épocas tomando como base el sayagués, los entremeses, los sainetes, las zarzuelas o tantas modalidades literarias en que se ha escogido un modelo de apariencia popular".​

    Gabriel y Galán fue uno de los primeros autores que denunció la miseria de la comarca de Las Hurdes a partir de los poemas 'La jurdana' y 'A Su Majestad el Rey', ambos de 1904. El segundo de ellos tenía por objeto sensibilizar a Alfonso XIII, entonces de visita en Salamanca: "Porque infama la negrura / de la siniestra figura / de hombres que hundidos están / en un sopor de incultura / con fiebre de hambre de pan". Posteriormente el monarca señaló que fue a través de ambas poesías como tomó conciencia del problema de un territorio que aún tardaría en visitar (1922).

    En los años sesenta la obra de Gabriel y Galán incrementó su interés internacional: entre 1960 y 1965 la profesora Maria Romano Colangeri (Universita' degli Studi de Lecce) realizó tres estudios sobre diversos aspectos de su obra;​ en 1969 se concluyó una tesis doctoral realizada por Bessie W. Stanford Stadt (University of Arizona).


    Poemarios:

    Castellanas (1902)
    Extremeñas (1902)
    Campesinas (1904)
    Nuevas Castellanas (1905)
    Religiosas (1906)
    Influencias

    Este autor salmantino ha influenciado en poetas extremeños, como:

    Mario Simón Arias-Camisón.
    Luis Chamizo Trigueros.

    Adaptaciones

    En el año 2020, en conmemoración del 150 aniversario del nacimiento del poeta, la editorial Drakul publicó el cómic El tío Gorio y la tía Pulía de Gabriel y Galán, escrito por el guionista montehermoseño Juan Luis Iglesias y dibujado por el ilustrador valrieño José Cruz de Cruz, conocido como C. de Cruz. La obra incluye un prólogo de Juan José Barrios, encargado de la Casa-Museo de Gabriel y Galán en Guijo de Granadilla (Cáceres). El cómic adapta uno de los pocos relatos escritos por el poeta, titulado El tío Gorio, publicado originalmente en el periódico El Adelanto en noviembre de 1901. En el cómic, el propio poeta Gabriel y Galán cuenta la historia de Gorio y Pulía a los escritores Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, durante una tertulia literaria en el Gran Café Universal de Madrid. Cuando el poeta termina de contar la historia, los escritores hablan de literatura y rememoran anécdotas sobre el poeta, con lo cuál el cómic es también una pequeña semblanza biográfica sobre Gabriel y Galán.

    Referencias

    Barredo de Valenzuela, Adolfo; Alonso de Cadenas, Ampelio. «Nobiliario de Extremadura, Volumen 3». 1998 (Ediciones Hidalguía).
    «Hispanica posnaniensia». Uniwersytet im. Adama Mickiewicza w Poznaniu: 264-265. 1990.
    José María Gabriel y Galán (2005). Obras Completas (J. M. Gabriel y Galán Acevedo / J. Gabriel y Galán Acevedo, ed.). Mérida: Editora Regional de Extremadura. pp. 797-811, 946-951. ISBN 84-7671-815-2.
    «La viuda de Gabriel y Galán». ABC. 14 de julio de 1954. Consultado el 26 de junio de 2016.
    Manuel Pecellín Lancharro (1981). Literatura en Extremadura. Tomo II: Escritores siglos XIX y XX (hasta 1939). Badajoz Universitas. p. 150. ISBN 9788485583065.
    Jesús Gabriel y Galán Acevedo (2004). José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo. Editora Regional de Extremadura. p. 246. ISBN 84-7671-767-9.
    J. Gabriel y Galán Acevedo (2004). José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo. pp. 301-308.
    «José María Gabriel Galán». El Correo Español: 1. 9 de enero de 1905.
    «Noves». El Tradicionalista: 3. 14 de enero de 1905.
    «José María Gabriel ý Galán». El Correo Español: 3. 26 de enero de 1905.
    J. Gabriel y Galán Acevedo. José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo. pp. 590, n.1388.
    Santiago Montero. «"Muerte del poeta Galán".». La Semana Católica de Salamanca. 11 de enero de 1905.
    Miguel de Unamuno. "Gabriel y Galán". El Adelanto, 7 enero 1905.
    J. Gabriel y Galán Acevedo. José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo. p. 189, n.17.
    Carmen Fernández Daza (2001). Antología poética. Castalia (Clásicos, 260). p. 52. ISBN 84-7039-887-3.
    C. Fernández Daza. Antología poética. p. 29-34.
    Varios, Autores. Introducción a la lengua española. p. 400. «Los rasgos extremeños coinciden, sobre todo, con las características del leonés oriental».
    Carretero Jiménez, Anselmo. Castilla: orígenes, auge y ocaso de una nacionalidad. p. 94. «Extremadura (la antigua Extremadura leonesa) es la zona más sureña de la expansión histórica del lenguaje leonés. Leonés extremeño llama Menéndez Pidal al habla de estas tierras.»
    Vera Camacho, Juan Pedro. Cuatro apellidos leoneses en Extremadura. p. 276. «el 70% de los vocablos utilizados por Gabriel y Galán en sus 'Extremeñas', proceden del leonés oriental».
    Salgado Fuentes, Carlos Javier (2016). Universidad de Salamanca, ed. La evolución de la identidad regional en los territorios del antiguo Reino de León (Salamanca, Zamora, León). p. 341. «el empleo que hizo del leonés, en variedad altoextremeña, en buena parte de su obra poética, si bien no hay constancia de que el propio Gabriel y Galán fuese consciente de la relación de las hablas extremeñas con otras de origen leonés, pues el principal estudio que analizó esta cuestión ("El Dialecto Leonés", de Menéndez Pidal) salió a la luz un año después de su fallecimiento.»
    Fernández Daza Álvarez, Carmen (2001). José M.ª Gabriel y Galán: Antología poética. Castalia. p. 34. ISBN 84-7039-887-3.
    Antonio Salvador Plans (2005). «La conciencia dialectal en Gabriel y Galán». Alcántara 63: 9-32, esp.31.
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Falta el |título= (ayuda)
    Bessie W. Stanford Stadt. José María Gabriel y Galán and His Poetry. University of Arizona, 1969.
    Iglesias, Juan Luis y Cruz, José. El tío Gorio y la tía Pulía de Gabriel y Galán. Drakul, 2020. ISBN 978-84-121692-2-5.
    [1] Andrés Pérez-Cardenal "Sierras y campos salamanquinos, el Rey en las Hurdes" 1922 - Salamanca (España)


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Jue 28 Oct 2021, 00:10

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS


    EL AMA


    I


    Yo aprendí en el hogar en qué se funda
    la dicha más perfecta,
    y para hacerla mía
    quise yo ser como mi padre era
    y busqué una mujer como mi madre
    entre las hijitas de mi hidalga tierra.
    Y fui como mi padre, y fue mi esposa
    viviente imagen de la madre muerta.
    ¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
    otra mujer como la santa aquella!

      Compartían mis únicos amores
    la amante compañera,
    la patria idolatrada,
    la casa solariega,
    con la heredada historia,
    con la heredada hacienda.
    ¡Qué buena era la esposa
    y qué feraz mi tierra!
    ¡Qué alegre era mi casa
    y qué sana mi hacienda,
    y con qué solidez estaba unida
    la tradición de la honradez a ellas!

      Una sencilla labradora, humilde,
    hija de oscura castellana aldea;
    una mujer trabajadora, honrada,
    cristiana, amable, cariñosa y seria,
    trocó mi casa en adorable idilio
    que no pudo soñar ningún poeta.

     ¡Oh, cómo se suaviza
    el penoso trajín de las faenas
    cuando hay amor en casa
    y con él mucho pan se amasa en ella
    para los pobres que a su sombra viven,
    para los pobres que por ella bregan!
    ¡Y cuánto lo agradecen, sin decirlo,
    y cuánto por la casa se interesan,
    y cómo ellos la cuidan,
    y cómo Dios la aumenta!

     Todo lo pudo la mujer cristiana,
    logrólo todo la mujer discreta.

     La vida en la alquería
    giraba en torno de ella
    pacífica y amable,
    monótona y serena...

     ¡Y cómo la alegría y el trabajo
    donde está la virtud se compenetran!

      Lavando en el regato cristalino
    cantaban las mozuelas,
    y cantaba en los valles el vaquero,
    y cantaban los mozos en las tierras,
    y el aguador camino de la fuente,
    y el cabrerillo en la pelada cuesta...
    ¡Y yo también cantaba,
    que ella y el campo hiciéronme poeta!


      Cantaba el equilibrio
    de aquel alma serena
    como los anchos cielos,
    como los campos de mi amada tierra;
    y cantaban también aquellos campos,
    los de las pardas onduladas cuestas,
    los de los mares de enceradas mieses,
    los de las mudas perspectivas serias,
    los de las castas soledades hondas,
    los de las grises lontananzas muertas...


      El alma se empapaba
    en la solemne clásica grandeza
    que llenaba los ámbitos abiertos
    del cielo y de la tierra.


      ¡Qué plácido el ambiente,
    qué tranquilo el paisaje, qué serena
    la atmósfera azulada se extendía
    por sobre el haz de la llanura inmensa!

      La brisa de la tarde
    meneaba, amorosa, la alameda,
    los zarzales floridos del cercado,
    los guindos de la vega,
    las mieses de la hoja,
    la copa verde de la encina vieja...


      ¡Monorrítmica música del llano,
    qué grato tu sonar, qué dulce era!


      La gaita del pastor en la colina
    lloraba las tonadas de la tierra,
    cargadas de dulzuras,
    cargadas de monótonas tristezas,
    y dentro del sentido
    caían las cadencias,
    como doradas gotas
    de dulce miel que del panal fluyeran.

      La vida era solemne;
    puro y sereno el pensamiento era;
    sosegado el sentir, como las brisas;
    mudo y fuerte el amor, mansas las penas,
    austeros los placeres,
    raigadas las creencias,
    sabroso el pan, reparador el sueño,
    fácil el bien y pura la conciencia.


     ¡Qué deseos el alma
    tenía de ser buena,
    y cómo se llenaba de ternura
    cuando Dios le decía que lo era!


    (cont.)


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Dom 31 Oct 2021, 00:33

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS


    EL AMA

    (cont.)



    II

    Pero bien se conoce
    que ya no vive ella;
    el corazón, la vida de la casa
    que alegraba el trajín de las tareas,
    la mano bienhechora
    que con las sales de enseñanzas buenas
    amasó tanto pan para los pobres
    que regaban, sudando, nuestra hacienda.

    ¡La vida en la alquería
    se tiñó para siempre de tristeza!

    Ya no alegran los mozos la besana
    con las dulces tonadas de la tierra
    que al paso perezoso de las yuntas
    ajustaban sus lánguidas cadencias.

    Mudos de casa salen,
    mudos pasan el día en sus faenas,
    tristes y mudos vuelven
    y sin decirse una palabra cenan;
    que está el aire de casa
    cargado de tristeza,
    y palabras y ruidos importunan
    la rumia sosegada de las penas.

    Y rezamos, reunidos, el Rosario,
    sin decimos por quién..., pero es por ella.
    Que aunque ya no su voz a orar nos llama,
    su recuerdo querido nos congrega,
    y nos pone el Rosario entre los dedos
    y las santas plegarias en la lengua.

    ¡Qué días y qué noches!
    ¡Con cuánta lentitud las horas ruedan
    por encima del alma que está sola
    llorando en las tinieblas!

    Las sales de mis lágrimas amargan
    el pan que me alimenta;
    me cansa el movimiento,
    me pesan las faenas,
    la casa me entristece
    y he perdido el cariño de la hacienda.

    ¡Qué me importan los bienes
    si he perdido mi dulce compañera!

    ¡Qué compasión me tienen mis criados
    que ayer me vieron con el alma llena
    de alegrías sin fin que rebosaban
    y suyas también eran!

    Hasta el hosco pastor de mis ganados,
    que ha medido la hondura de mi pena,
    si llego a su majada
    bajo los ojos y ni hablar quisiera;
    y dice al despedirme: «Ánimo, amo;
    «haiga» mucho valor y «haiga paciencia...»
    Y le tiembla la voz cuando lo dice,
    y se enjuga una lágrima sincera,
    que en la manga de la áspera zamarra
    temblando se le queda...

    ¡Me ahogan estas cosas,
    me matan de dolor estas escenas!


    ¡Qué me anime, pretende, y él no sabe
    que de su choza en la techumbre negra
    le he visto yo escondida
    la dulce gaita aquella
    que cargaba el sentido de dulzura
    y llenaba los aires de cadencias...!

    ¿Por qué ya no la toca?
    ¿Por qué los campos su tañer no alegra?

    Y el atrevido vaquerillo sano
    que amaba a una mozuela
    de aquellas que trajinan en la casa,
    ¿por qué no ha vuelto a verla?

    ¿Por qué no cantan en los tranquilos valles?
    ¿Por qué no silba con la misma fuerza?
    ¿Por qué no quiere restallar la honda?
    ¿Por qué está muda la habladora lengua,
    que el amo le contaba sus sentires
    cuando el amo le daba su licencia?

    «¡El ama era una santa!...»,
    me dicen todos cuando me hablan de ella
    «¡Santa, santa!», me ha dicho
    el viejo señor cura de la aldea,
    aquel que le pedía
    las limosnas secretas
    que de tantos hogares ahuyentaban
    las hambres y los filos y las penas.

    ¡Por eso los mendigos
    que llegan a mi puerta
    llorando se descubren
    y un Padrenuestro por el «ama» rezan!

    (cont.)


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Dom 31 Oct 2021, 00:36

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS


    EL AMA

    (cont.)



    II
    (cont.)


    El velo del dolor me ha oscurecido
    la luz de la belleza.

    Ya no saben hundirse mis pupilas
    en la visión serena
    de los espacios hondos,
    puros y azules, de extensión inmensa.

    Ya no sé traducir la poesía,
    ni del alma en la médula me entra
    la intensa melodía del silencio,
    que en la llanura quieta
    parece que descansa,
    parece que se acuesta.

    Será puro el ambiente, como antes,
    y la atmósfera azul será serena,
    y la brisa amorosa
    moverá con sus alas la alameda,
    los zarzales floridos,
    los guindos de la vega,
    las mieses de la hoja,
    la copa verde de la encina vieja...

    Y mugirán los tristes becerrillos,
    lamentando el destete, en la pradera;
    y la de alegres recentales dulces
    tropa gentil escalará la cuesta
    balando plañideros
    al pie de las dulcísimas ovejas;
    y cantará en el monte la abubilla,
    y en los aires la alondra mañanera
    seguirá derritiéndose en gorjeos,
    musical filigrana de su lengua...

    Y la vida solemne de los mundos
    seguirá su carrera
    monótona, inmutable,
    magnífica, serena...

    Mas ¿qué me importa todo,
    si el vivir de los mundos no me alegra,
    ni el ambiente me baña en bienestares,
    ni las brisas a música me suenan,
    ni el cantar de los pájaros del monte
    estimula mi lengua,
    ni me mueve a ambición la perspectiva
    de la abundante próxima cosecha,
    ni el vigor de mis bueyes me envanece,
    ni el paso del caballo me recrea,
    ni me embriaga el olor de las majadas,
    ni con vértigos dulces me deleitan
    el perfume del heno que madura
    y el perfume del trigo que se encera?

    El velo del dolor me ha oscurecido
    la luz de la belleza.

    Ya no saben hundirse mis pupilas
    en la visión serena
    de los espacios hondos,
    puros y azules, de extensión inmensa.

    Ya no sé traducir la poesía,
    ni del alma en la médula me entra
    la intensa melodía del silencio,
    que en la llanura quieta
    parece que descansa,
    parece que se acuesta.

    Será puro el ambiente, como antes,
    y la atmósfera azul será serena,
    y la brisa amorosa
    moverá con sus alas la alameda,
    los zarzales floridos,
    los guindos de la vega,
    las mieses de la hoja,
    la copa verde de la encina vieja...

    Y mugirán los tristes becerrillos,
    lamentando el destete, en la pradera;
    y la de alegres recentales dulces
    tropa gentil escalará la cuesta
    balando plañideros
    al pie de las dulcísimas ovejas;
    y cantará en el monte la abubilla,
    y en los aires la alondra mañanera
    seguirá derritiéndose en gorjeos,
    musical filigrana de su lengua...

    Y la vida solemne de los mundos
    seguirá su carrera
    monótona, inmutable,
    magnífica, serena...

    Mas ¿qué me importa todo,
    si el vivir de los mundos no me alegra,
    ni el ambiente me baña en bienestares,
    ni las brisas a música me suenan,
    ni el cantar de los pájaros del monte
    estimula mi lengua,
    ni me mueve a ambición la perspectiva
    de la abundante próxima cosecha,
    ni el vigor de mis bueyes me envanece,
    ni el paso del caballo me recrea,
    ni me embriaga el olor de las majadas,
    ni con vértigos dulces me deleitan
    el perfume del heno que madura
    y el perfume del trigo que se encera?

    Resbala sobre mí sin agitarme
    la dulce poesía en que se impregnan
    la llanura sin fin, toda quietudes,
    y el magnífico cielo, todo estrellas,
    y ya mover no pueden
    mi alma de poeta,
    ni las de mayo auroras nacarinas
    con húmedos vapores en las vegas,
    con cánticos de alondra y con efluvios
    de rociadas frescas,
    ni estos de otoño atardeceres dulces
    de manso resbalar, pura tristeza
    de la luz que se muere
    y el paisaje borroso que se queja...
    ni las noches románticas de julio,
    magníficas, espléndidas,
    cargadas de silencios rumorosos
    y de sanos perfumes de las eras;
    noches para el amor, para la rumia
    de las grandes ideas,
    que a la cumbre al llegar de las alturas
    se hermanan y se besan...

    ¡Cómo tendré yo el alma,
    que resbala sobre ella
    la dulce poesía de mis campos
    como el agua resbala por la piedra!

    Vuestra paz era imagen de mi vida,
    ¡oh campos de mi tierra!
    Pero la vida se me puso triste
    y su imagen de ahora ya no es esa:
    en mi casa, es el frío de mi alcoba,
    es el llanto vertido en sus tinieblas;
    en el campo, es el árido camino
    del barbecho sin fin que amarillea.

    Pero yo ya sé hablar como mi madre
    y digo como ella,
    cuando la vida se le puso triste:
    «¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea!»




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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Dom 31 Oct 2021, 02:43

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS




    Castellana

    ¿Por qué estás triste, mujer?
    ¿Pues no te sé yo querer
    con un amor singular
    de aquellos que hacen llorar
    de doloroso placer?

    Crees que mi amor es menor
    porque tan hondo se encierra,
    y es que ignoras que el amor
    de los hijos de esta tierra
    no sabe ser hablador.

    ¿No está tu gozo cumplido
    viendo desde esta colina
    un pueblo a tus pies tendido,
    un sol que ante ti declina
    y un hombre a tu amor rendido?

    ¿Te place la patria mía?
    No en sus hondas soledades
    busques con vana porfía
    la estrepitosa alegría
    de las doradas ciudades.

    El campo que está a tus pies
    siempre es tan mudo, tan serio,
    tan grave, como hoy lo ves.
    No es mi patria un cementerio,
    pero un templo sí lo es,

    Busca en ella soledades,
    serenas melancolías,
    profundas tranquilidades,
    perennes monotonías
    y castizas realidades.

    Si tú gozarlas supieras,
    ahora mismo depusieras
    tu adusto ceño sombrío.
    ¿Qué de mi patria quisieras
    para alegrarte, bien mío?

    ¿Quieres que vaya a buscar
    cuarzos blancos al repecho,
    colorines al linar,
    nidos de alondra al barbecho
    y endrinas al espinar?

    Para que tú te regales,
    no dejaré una con vida
    veloz liebre en los eriales,
    ni esquiva perdiz hundida
    del cerro en los matorrales,

    ni conejillo bravío
    dormido bajo el carrasco,
    ni mirlo a orillas del río,
    ni sisón en el peñasco,
    ni alondras en el baldío.

    ¿Quieres que hiera en su vuelo
    a ese milano que el cielo
    raya con círculos anchos,
    y de sus garras los ganchos
    venga a clavar en el suelo,

    y, atrás, la cabeza echada,
    las plumas te enseñe y rice
    de la pechuga alterada,
    y ante tus pies agonice,
    con la pupila espantada?

    Si buscas flores sencillas,
    hay en el valle violetas,
    y gamarzas amarillas,
    y estrelladas tijeretas,
    y olorosas campanillas.

    Si quieres, rosa temprana,
    ver los sudores y afanes
    que cuesta el pan de mañana,
    ven y verás mis gañanes
    trajinando en la besana.

    O vamos a mis sembrados
    y allí verás emulados
    de tus labios los carmines,
    que parecen amasados
    con pétalos de alvergines.

    Verás mecerse, aireadas,
    del mar de la mies las olas,
    aquí y allá salpicadas
    de encendidas amapolas
    y de jaritas moradas.

    Y mientras gozas del vago
    rumor de aquel ancho lago
    de móviles verdes tules,
    yo una corona te hago
    de clavelillos azules;

    y con ella, nueva Ceres,
    reina serás, si tú quieres,
    de mis campos y labores,
    que reina de mis amores
    ya hace tiempo que lo eres.

    ¿Sientes ganas de llorar?
    También las sé yo sufrir
    cuando me pongo a pensar
    que Dios te puede llevar
    y hacerme sin ti vivir.

    Más... ¡vamos al prado un rato,
    que en él hay sombra de encinas,
    murmullos de viento grato
    y agua fresca de regato
    rebosante de pamplinas!

    ¿Quieres que de esa ladera
    te baje un haz de tomillo,
    o que salte a esa pradera
    y te traiga un manojillo
    de oliente hierba triguera?

    ¿Lloras? Pues si es de ternura,
    deja ese llanto correr,
    que es un riego de dulzura,
    hijo de la fresca hondura
    del manantial del placer.

    Mas si lloras desconsuelos
    y torturas de los celos,
    ¡vive Dios, que lloras mal!
    Testigos me son los cielos
    de que mi amor es leal.

    Y si piensas que es menor
    porque tan hondo se encierra,
    recuerda que el hondo amor
    de los hijos de esta tierra
    no sabe ser hablador.



    Alégrate, pues, mujer,
    porque te sé yo querer
    con querer tan singular,
    que a veces me hace llorar
    de doloroso placer...






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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Dom 31 Oct 2021, 02:45

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    Lo inagotable



    De rodillas delante de la fosa
    donde se pudre el mocetón garrido,
    la pobre vieja sin moverse pasa
    la tarde del domingo.

    Una tarde otoñal, helada y muda,
    de cielo muy azul, campiña yerta,
    y un sol amarillento que se muere
    de frío y de tristeza.

    Una vela amarilla que no alumbra,
    se quema, como el alma de la anciana,
    cuyos ojos decrépitos no lloran
    porque no tienen lágrimas.

    Todas se las tragó la avara tierra
    de la tumba del hijo malogrado,
    a cuyos pies la hierba está escaldada
    con las sales del llanto.

    Vagaba por los ámbitos vacíos
    del humilde y herboso cementerio,
    el aroma de muerte que despide
    la tierra de los muertos.

    Volaban sobre el templo los cernícalos
    y rasaban el viejo campanario
    los bandos de veloces aviones
    que pasaban chillando.

    Y de la plaza del lugar venían
    sones de tamboril y castañuelas,
    notas de gaita que al hablar de amores
    infundían tristeza.

    ¡Cómo bailaba la muchacha alegre
    para quien fue belleza vigorosa
    lo que era ya bajo viscosa hierba
    montón de carne rota!

    Montón de carne rota que una madre
    tuvo un día pegado a sus entrañas,
    y espejado en las niñas de sus ojos
    y en el centro del alma.

    Y ya está allí, deshecho en las tinieblas,
    el fuerte hastial de la feliz casita,
    el que ganaba el mendruguito blando
    que la anciana comía.

    Una alondra del páramo vecino
    se posó en la pared del campo santo
    para beber el rayo agonizante
    del frío sol dorado,

    y cantó una canción opaca y fría
    que ni siquiera le agitó el pechuelo
    que cien mañanas pareció romperse
    modulando gorjeos.

    ¡Sorda elegía que inspiró Natura
    junto a la tumba donde el mozo estaba,
    que tantas veces, cual la alondra aquella,
    le cantó la alborada!

    Se hundieron en sus grietas los cernícalos,
    y en los huecos del viejo campanario,
    poco a poco los raudos aviones
    se metieron chillando.

    Cayó el silencio sobre el pueblo humilde,
    murió la tarde y se marchó la alondra,
    y la vida le dijo a la ancianita
    que estaba ya muy sola.

    ¡Era preciso abandonar al hijo!
    Besó la tumba y apagó la vela,
    que derramó sobre la hierba húmeda
    dos lágrimas de cera.

    ¡Y dieron todavía otras dos lágrimas
    aquellos ojos que estrujó el dolor!
    Ni ignoradas ni estériles las dieron:
    ¡las vimos Dios y yo!






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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 31 Oct 2021, 02:47

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    Cuentas del tío Mariano


    Araba el tío Mariano
    la húmeda tierra gredosa,
    y entre la bruma lluviosa
    del horizonte lejano,

    con cierta noble ansiedad
    que a la amargura se junta,
    miraba, al volver la yunta,
    las torres de la ciudad.

    Allí los amos estaban
    de aquel pedazo de llano,
    ya convertido en pantano
    por lluvias que no amainaban.

    Y no pensaba el rentero
    que el amo estaba al abrigo
    del bofetón del hostigo
    y el frío del aguacero.

    Aspiraciones más parcas
    tentaban al viejo charro
    mientras hundía en el barro
    sus bien calzadas abarcas.

    Era un día de febrero
    revuelto, lluvioso y frío;
    cada camino era un río
    y un charco cada sendero.

    Bajaban por las quebradas
    turbios regatos zumbando,
    que iban el hoyo inundando
    de hoscas aguas coloradas.

    Y era el barbecho un fangal,
    y el prado un estanque era,
    y una charca la ribera,
    los valles un chapatal.

    Arrebataba el solano
    las gotas del aguacero,
    que eran las puntas de acero
    de su látigo inhumano.

    Iracundos los zagales
    bregaban con los corderos
    y los cabritos zagueros
    hundidos en los fangales.

    Y el pobre tío Mariano,
    con la anguarina calada,
    bajo un brazo la aguijada
    y en la mancera una mano,

    arando estaba en tal día
    por no perder una huebra,
    donde diz que el viento quiebra
    cosa que él solo diría,

    pues en aquella desnuda
    tierra llana sin abrigo
    le flagelaba el hostigo
    la cara con saña cruda.

    Y así malamente araba
    y echaba el hombre sus cuentas,
    las cuentas de aquellas rentas
    que por las tierras pagaba.

    Bien hechadas las tenía,
    pero con mal resultado,
    y así, terco y porfiado,
    las iba haciendo aquel día;

    «Las rastras ya no las miento;
    hogaño, si pinta el año,
    no será ningún extraño
    que me arrimase a las ciento.

    Se ha derramao en sazón;
    la desará fue mu guapa,
    y si sigue asín, no escapa
    de haber buena granición.»

    (Este cálculo lo hacía
    con las leves omisiones
    de langosta, inundaciones,
    de pedriscos y sequía...)

    «¡Ahora, tanto pa calzar,
    tanto en vestir y en comer...
    (Y no hablaba de beber,
    porque era hablar... de la mar.)

    «Tanto pa contribuciones,
    tanto pa renta y simiente...»
    Y así fue del remanente
    practicando sustracciones.

    Y de las ciento supuestas
    sustrajo el tío Mariano
    tantas fanegas de grano,
    que al pasar de ciento éstas,

    puso cara de ansiedad,
    dijo con pena, mirando
    y el cuerpo zarandeando,
    las torres de la ciudad:

    «Si hogaño fuese hallá un día
    y el amo bajar siquiera
    seis fanegas..., ¡cualisquiera,
    cualisquiera me tosía!...»


    ¡Señor del tío Mariano!:
    si acude a ti, sé piadoso,
    que harás un hogar dichoso
    con seis fanegas de grano.




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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Mar 02 Nov 2021, 00:10

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    Regreso




    I


    Estuve en la ciudad. Vi la materia
    brillar resplandeciente,
    correr arrolladora,
    sonar dulce y rugiente
    y en la vida imperar como señora.
    Reina del mundo, la ciudad entera
    su esclava fiel, su adoradora era.
    Los sabios peroraban
    del aula en la trinchera,
    en defensa del ídolo que amaban;
    los coros de los hijos del Parnaso
    coplas sublimes en su honor cantaban,
    obstruían el paso
    en plazas y jardines y museos
    las estatuas alzadas a la diosa,
    soberanos trofeos
    que falange de artistas victoriosa
    le rindió generosa
    del ingenio de artísticos torneos;
    y la gran muchedumbre
    de libres ciudadanos de rodillas,
    en hábito de eterna servidumbre
    que no le pagan sus eternos amos,
    entonaban su canto de costumbre:
    «¡Te adoramos, oh diosa, te adoramos!»

    Estuve en la ciudad y vi los sabios.
    Fui dispuesto a escucharles de rodillas,
    sin que allí mis palabras de hombre rudo
    salieran de la cárcel de mis labios,
    que en ellos hizo la ignorancia un nudo.
    En su alas la fama vocinglera
    llevó dos o tres nombres
    al oscuro rincón de mi morada
    que augusto templo del silencio era,
    y una noble ambición que hay en los hombres
    me hizo salir de mi rincón querido,
    y a oír la voz que del saber es puerta
    fui con el alma abierta
    puesta debajo del abierto oído.
    A entender los misterios fui dispuesto
    de la vida y del mundo,
    la fuerte base del obrar modesto,
    la clave oscura del saber profundo,
    la oculta vía del vivir sin brillo,
    la esencia arcana del amor honesto,
    la regla simple del pensar sencillo...
    iba a aprender, sin tortuosos modos,
    la fórmula del bien, los soberanos
    conceptos graves del amor de hermanos
    que nacimos de Dios, padre de todos;
    y rasgadas las brumas que embarazan
    la alta visión con su tupido velo,
    iba a saber el punto en que se enlazan
    la senda de la vida y la del cielo.
    Y así como la abeja,
    libado el polen, de la flor se aleja
    y toma a elaborar el néctar puro
    de su colmena en el recinto oscuro,
    yo, conduciendo de placer henchido
    mi carga de saber, carga de oro,
    de los sabios tomada en el tesoro,
    a las dulzuras del rincón querido
    contento volvería
    a labrar con el polen adquirido
    miel de sabiduría...
    ¡Oh fama vocinglera!
    ¡Cuán fácil es el viento que te guía,
    y tu sonora voz, cuán embustera!
    La gran sabiduría nunca ha sido
    música del oído,
    torrente de palabras que allí cae
    donde un hueco encontró, como el sonido,
    que el viento que lo lleva se lo trae.
    Ni es orgullo que ciega,
    ni es encono que grita,
    ni estéril voz que apasionada niega,
    ni desprecio del bien que al mal invita.
    Ni tampoco almacén abarrotado
    de innúmeras ideas
    que pueril vanidad ha amontonado
    para que tú, ¡oh adulador!, las veas,
    y tú, Fama veloz, vueles y cantes,
    y tú, varón sencillo, oigas y creas,
    y os asombréis vosotros, ¡oh ignorantes!
    No, no; sabiduría,
    en la noche del mundo tan sombría,
    es estrella que alumbra,
    brazo amigo que guía,
    no relámpago breve que deslumbra
    ni mano malhechora que extravía.
    ¡Oh tú, Fama embustera!
    No alborotes las plácidas mansiones
    donde quiere la vida ser sincera:
    ¡tienes otras regiones
    donde suenan mejor tus huecos sones!
    No vuelvas a mi casa: está cerrada
    y en ella encarcelada
    tu enemiga mortal, la Verdad ruda,
    que no sale a la calle
    porque nadie la quiere ver desnuda.
    Y vosotros, ¡oh sabios!, cuyos nombres
    no saldrán de la cárcel de mis labios,
    una noble ambición que hay en los hombres
    me trajo a vuestro pies... ¡Adiós, oh sabios!

    Estuve en la ciudad y vi la vida.
    Es ligera y hermosa,
    del modo que es hermosa y es ligera
    la ingrávida, la leve mariposa
    que nace, vive y muere en primavera.
    Y así como el insecto primoroso,
    visitador inquieto de las flores,
    más parece nutrirse de colores
    que de polen sabroso,
    la vida ciudadana
    de la flor del placer fiel cortesana,
    no se acercaba a ella
    con aguijón de abeja laboriosa,
    sino con frágil ala lujuriosa,
    de mariposa bella.
    ¡Qué de prisa las horas sin regreso
    rodaban por encima de los seres!
    ¡Qué nervioso el avance del progreso;
    qué fuertes los placeres;
    las fiestas, qué brillantes;
    qué hermosas las mujeres
    y los hombres, qué cultos, qué elegantes!
    Lo que sabe el varón adusto y grave
    que en el pobre lugar pasa por sabio,
    cualquiera allí lo sabe;
    por eso es elocuente todo labio,
    porque los abre del saber la llave.
    Conocen allí todos
    los secretos del Arte y de la Ciencia;
    saben de varios modos
    faltar a la verdad con elocuencia;
    saben negar, audaces;
    saben reír, satíricos feroces;
    saben gustar, voraces,
    las mieles de las mieles de los goces,
    y saben ser flexibles, distinguidos,
    hablar con gran finura
    y obrar con gran descoco...
    ¡Saben vivir unidos
    amándose muy poco!
    ¡El saber, el saber! Ése era el lema,
    la aspiración suprema
    de la vida veloz que se vivía.
    ¡Se estudiaba el amor como un problema!
    Y yo también quería
    ser un sabio de aquellos que admiraba,
    mas no lo quiso la fortuna mía.
    Ufano contemplaba
    montón de ideas mi cerebro hecho;
    pero, ¡ay!, se me olvidaba
    en qué lado del pecho
    mi corazón encadenado estaba.
    Sensible corazón que ahora palpitas
    al fuego del amor que ya te quema:
    ¿para qué pude yo necesitarte
    donde el cerebro fabricaba el Arte
    y estudiaba el amor como un problema?
    Yo pasaba los días presurosos,
    entre sabios famosos,
    y las noches pasaba entre poetas.
    ¡Qué días tan ruidosos!
    Y las noches, ¡qué estériles, qué inquietas!
    Y después de vivir la fácil vida
    que una noble ambición, humana y santa,
    me pintó de grandezas toda henchida,
    ni ella me dio sabiduría tanta
    como a cualquiera le infundió Natura,
    ni a cantar aprendí con más dulzura
    que la que puso Dios en mi garganta.




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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Mar 02 Nov 2021, 00:12

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    Regreso





    II


    Pero ya estoy aquí, campos queridos,
    cuyos encantos olvidé por otros
    amasados con miel y con veneno.
    ¡Pequé contra vosotros!
    ¡Recibidme otra vez en vuestro seno!
    Yo te conozco, solitario monte;
    te cantaré de nuevo, patria mía;
    beber quiero tu luz, ancho horizonte;
    gozar quiero tu paz, ¡oh mi alquería!
    Mis hijos inocentes
    beben el agua de tus puras fuentes,
    nutren su cuerpo con el pan sabroso
    que produce tu suelo generoso,
    tuesta sus puras frentes
    la lumbre pura de tu sol caída,
    y me los hinchan de salud y vida
    los céfiros sedantes y serenos
    que vienen de tus grandes encinares,
    que vienen de tus mieses y tus henos,
    que vienen de tus ricos tomillares...
    Aquí no vive la materia inerte
    esa vida que presta el artificio,
    estéril disimulo de la muerte.
    Viven aquí las cosas
    porque en su entraña cada cual encierra
    la del vivir intimación divina
    que a ti te ha dado jugos, fértil tierra,
    y a ti te ha dado savia, vieja encina.
    Yo admiro la hermosura,
    la soberana esplendidez grandiosa
    que augusta ostenta sobre sí Natura;
    pero ella es criatura,
    no puede ser mi diosa;
    y aunque canto postrado de rodillas,
    delante de sus grandes maravillas,
    que son del mundo hechizo,
    yo sólo adoro en ella
    la mano soberana que la hizo...
    ¿Y quién no besará la mano aquella
    que ha sabido crear cosa tan bella?

    Hombres de mi alquería,
    custodios fieles de la hacienda mía:
    los que vais encorvados
    detrás de los arados
    desgarrando los senos de mis tierras;
    los que del hierro de la paz armados
    abatís la esperanza de mis sierras;
    los que andáis sin hogar, solos y errantes
    guardando mis ganados noche y día;
    los de mis montes fieles vigilantes;
    los de mi casa honrada compañía;
    los que colmáis de frutos diferentes
    mi casa, mis laneros,
    mis templados establos, mis graneros
    y mis anchos pajares bienolientes...
    Mayorales, gañanes y renteros,
    cabreros y pastores,
    colonos y yegüeros,
    guardas y aperadores,
    montaraces, zagales y vaqueros...
    ¡todos los hijos del trabajo rudo
    que regáis con sudor la hacienda mía...,
    salid a recibirme! ¡Yo os saludo
    y os bendigo en la paz de la alquería!
    Vengo a anudar el hilo
    roto en mal hora del vivir tranquilo;
    a humillar, cual vosotros, la cabeza
    al yugo del trabajo cotidiano,
    fuente de la riqueza,
    padre providencial de la pobreza,
    sal del vivir humano.
    Que rueden por la mía,
    como ruedan también por vuestras frentes,
    las de honrado sudor gotas ardientes
    que cuesta el pan del día,
    y que sepan mis hijos inocentes,
    cuando puedan mirar hacia el pasado,
    que el pan sabroso que los ha nutrido
    era pan amasado
    con gotas de sudor por mí vertido.
    Desciendan por mi frente
    del sudor del trabajo los raudales
    y bañen mi pupila distraída,
    que esos son los cristales
    a través de los cuales
    debemos todos contemplar la vida.
    ¡Hijos humildes del trabajo honrado!,
    yo la vuestra contemplo
    como el más alto ejemplo
    del vivir generoso y resignado;
    y vuelvo a vuestro lado,
    porque todo lo bueno que he aprendido
    vuestro grave vivir me lo ha enseñado.
    Yo traigo, en cambio, el corazón henchido
    de anhelos puros, de doctrinas buenas
    y de costumbres santas,
    y vengo hasta vosotros decidido
    a derramar el bien a manos llenas,
    porque el Dios que me dio riquezas tantas
    diome con ellas el mayor tesoro
    que recibí de su divina mano:
    ¡un corazón de oro
    que de todos los hombres me hace hermano!

    Y tú, vida serena
    de la blanca alquería,
    de artificios vacía
    y de vigores naturales llena...
    Tú, soledad amena,
    del encinar cargado de reposo,
    donde flota un ambiente religioso
    que de dulzor, ¡oh alma!, te enajena,
    y un bienestar sabroso
    que a ti, mortal escoria, te encadena
    al placer de un vivir tan deleitoso...
    Tú, feliz compañía
    de la fe, del amor y del trabajo,
    las tres que el alma mía
    virtudes altas a la vida trajo...

    Tú, silencio elocuente
    que en el del campo bienhechor asilo
    hablas grave y severo,
    sabio maestro del pensar prudente,
    padre fecundo del amor tranquilo,
    fiel confidente del sentir austero...
    Y tú también, jugosa poesía,
    de este rico soñar del alma mía,
    de este vivir en el hogar templado,
    de este cantar en la alameda oscura,
    de este dormir en el regazo amado
    de la conciencia pura
    que arrulla el sueño del varón honrado:
    ¡dejadme respirar esta frescura
    de vuestro ambiente que a vivir convida,
    que yo quiero vivir y ésta es la vida!

    Y vosotros, los anchos horizontes,
    los blancos caseríos,
    los valles y los montes,
    las fuentes y los ríos,
    los áridos y grises labrantíos...,
    la sombra de la encina,
    la música del aire dulce y queda,
    y el cantar de la honrada golondrina
    y el ruidoso hojear de la arboleda...
    El agua de la poza cristalina,
    las guindas de mi huerto delicioso,
    sus ricos toronjiles y albahacas,
    el pan de mis pastores, tan sabroso,
    la leche vadeante de mis vacas...,
    ¡regalazme con goces repetidos,
    que os esperan, abiertos, mis sentidos!
    Yo daré cuanto tengo,
    que a derramar entre vosotros vengo
    pedazos de mi ser a manos llenas:
    para ti, mi sudor, hacienda mía;
    para ti, mis cantares, Patria hermosa;
    para vosotros, sangre de mis venas,
    hijos amantes y adorable esposa;
    para los hombres cuyas rudas manos
    colman mi casa de riquezas tantas,
    pan abundante con doctrinas santas
    y el nombre sabrosísimo de hermano;
    para el mal que a la lucha me provoca,
    los de luchar inacabables modos;
    para el Dios de la Cruz, mi fe de roca,
    y el amor de mi alma, para todos.
    ¡Bendita, ¡oh Patria!, seas, que me has dado
    uno en tu seno bienhechor asilo
    para morirme en el vivir honrado
    que es el secreto de morir tranquilo!





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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 02 Nov 2021, 00:15

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS






    Ganadero

    Tiene un viejo caballote,
    de gigantesca armadura,
    buen correr, mala andadura,
    largo pienso y alto trote.

    Tiene dos perros de presa
    de ancha boca bien dentada,
    por si una res empicada
    se desmanda en la dehesa.

    Tiene dos galgos zancudos
    de ojos vivos como chispas,
    flacas cinturas de avispas
    y curvos dorsos huesudos:

    dos destructores crueles
    de las liebres y los panes,
    pues corren como huracanes
    y comen... como lebreles.

    Tiene... nada a lo moderno:
    perdiz en ancho jaulón,
    escopeta de pistón
    y polvorines de cuerno.

    Y tiene tan larga capa,
    tan ancha capa de paño,
    que al caballote castaño
    nalgas y cuello le tapa.

    Gran pensador de negocios,
    ladino en compras y ventas,
    serio y honrado en sus cuentas,
    grave y zumbón en sus ocios,

    vividor como una oruga,
    su vida de siempre es esta:
    con las gallinas se acuesta,
    con las alondras madruga.

    Clavado en la dura silla
    de su viejo caballote,
    se va a Extremadura al trote
    y al trote toma a Castilla;

    y toma allá montaneras,
    y arrienda aquí espigaderos,
    y busca allá invernaderos,
    y goza aquí primaveras,

    y viene y va con ganado,
    y vende, y vuelve a arrendar,
    y paga y vuelve a criar...
    y siempre está atareado.

    Y entre tantos trajinares,
    aun puede al año unos días
    lucirse en las romerías
    de los rayanos lugares;

    porque el intrépido charro
    juega tan bien a la calva,
    que no hay en tierra de Alba
    quien no respete su marro.

    Ni hay labrador ni vaquero
    que de tan brava manera
    coja una manta torera
    y eche a rodar un utrero.

    Nadie como él ha lucido
    yeguas en las «cuatropeas»,
    y mantas en las capeas,
    y marros en el ejido,

    rumbos, en las romerías,
    maña en los retajaderos,
    fuerzas en los herraderos,
    y enas tientas, valentías.

    Pocas habrá tan certeras
    cual sus sagaces miradas
    para arrendar otoñadas
    y calcular montaneras,

    pesar un novillo «a ojo»,
    vender oportunamente,
    saber observar prudente,
    saber mirar de reojo...

    Mas, ¡ay, que todo declina!
    Ya no baila, ni capea,
    ya no lucha ni pulsea,
    ya va viejo, ya se arruina...

    Ya con su grave figura
    y su aspecto, antes bizarro,
    sombras de aquel cuerpo charro
    que fue broncínea escultura...

    ¡Y no hay que hacerse ilusiones,
    porque al charro más valiente,
    se le arruga la frente...
    se le arrugan los calzones!...




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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 02 Nov 2021, 00:45

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    A. CASTELLANAS




    Puesta de sol


    Por un cielo mudo y frío,
    sin nubes y sin color,
    bajaba un sol moribundo,
    muerta sombra de aquel sol
    que las viejas primaveras
    templaba fecundador.
    Eran las tierras de ocaso
    desiertos que Dios creó
    para que el hombre se acuerde
    del Paraíso de Dios
    y muera con la nostalgia
    del que es infinito amor;
    y donde el cielo se unía,
    sin nubes y sin color,
    con una llanura muerta
    que el ruido nunca habitó,
    con lentitudes dolientes
    organizaba aquel sol.
    Y no tuvo en su caída
    ni pueblo que la sintió,
    ni pájaro que cantara
    la vespertina canción,
    ni selva que se moviera,
    ni hombre que alzara su voz,
    ni torre que se pintara
    con el dorado arrebol,
    ni sedalino celaje
    que embebiera en su vellón
    la púrpura derretida
    del último resplandor.
    Entre desiertos desnudos
    la muerte le sorprendió,
    y al que muere en el desierto
    no le ve nunca el amor,
    ni nadie le presta oídos,
    ni nadie le dice adiós.

    Así murió aquella tarde
    solo y quejándose el sol:
    ¡Así se mueren los hombres
    que han vivido sin amor!




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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 02 Nov 2021, 00:46

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    Mi montaraza



    I

    No hay bajo el cielo divino
    del campo salamanquino,
    moza como Ana María,
    ni más alegre alquería
    que Carrascal del Camino.

    En Carrascal nació ella,
    y si antes no fuese bella
    su natal tierra bendita,
    fuéralo porque la habita
    la rosa de monte aquella.

    No nace en tierra cristiana
    flor silvestre más lozana
    ni hormiga más vividora,
    ni moza más castellana,
    ni mujer más labradora.

    Hermosa sin los amaños
    de enfermizas vanidades,
    tiene unos ojos castaños
    con un mirar sin engaños
    que infunde tranquilidades.

    Sencilla para pensar,
    prudente para sentir,
    recatada para amar,
    discreta para callar,
    y honesta para decir;

    robusta como una encina
    casera cual golondrina
    que en casa canta la paz,
    algo arisca y montesina
    como paloma torcaz;

    agria como una manzana,
    roja como una cereza,
    fresca como una fontana,
    vierte efluvios de alma sana
    y olor de Naturaleza.

    ¿Qué extraño que los favores
    implore yo del Destino,
    si estoy enfermo de amores
    por la reina de las flores
    de Carrascal del Camino?





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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 02 Nov 2021, 00:49

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


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    Mi montaraza



    II

    ¿Me quieres, Ana María?
    Yo me he soñado que sí;
    mas dudo que guarde impía
    la ingrata fortuna mía
    tesoro tal para mí;

    pues de esos montes no lejos,
    hay otros montes ceñudos
    con montaraces ya viejos
    que tienen hijos talludos
    atentos a sus consejos.

    Y sé que a esas alquerías
    van también ricos señores
    a celebrar cacerías,
    a dirigir sus labores
    y a ver sus ganaderías;

    y a mí me causa terror
    que en ese rincón de paz
    den contigo, rica flor,
    el hijo de un montaraz
    o el hijo de un gran señor.

    Felicidad que soñé,
    esposa que presentí,
    mujer que luego busqué
    y ángel que al cabo encontré
    deben de ser para mí.

    Dile al hijo del señor
    de la vecina alquería
    que dice tu servidor
    que no nació Ana María
    para caprichos de amor;

    que en las ciudades doradas
    encontrará lindas flores
    más suyas por delicadas...
    ¡Estas rosas coloradas
    no son para los señores!

    Pero si en ello porfía,
    por ladrón de mi destino...,
    ¡lo mato si pisa un día
    la raya de la alquería
    de Carrascal del Camino!

    Y el hijo del montaraz
    de Castropardo el mayor,
    el que oye mucho mejor
    la voz de un viejo sagaz
    que el grito de un noble amor,

    si busca montaracías
    que den en prados y montes
    excusas y regalías,
    llenos están de alquerías
    esos anchos horizontes;

    pues solo el amante fino
    que ante el encanto se rinde
    de tu mirar peregrino
    merece pisar la linde
    de Carrascal del Camino.

    ¿Me quieres, Ana María?
    ¿Me esperarás en la raya
    de tu divina alquería,
    cuando a la casa yo vaya
    que pretendo llamar mía?

    ¡Qué buen esposo me hicieras!
    ¡Qué hogar tan feliz tuvieras,
    si de ese monte feraz
    tú la montaraza fueras
    y fuera yo el montaraz!

    Sé por guardas y pastores
    que riges ya a maravilla
    la casa de tus mayores,
    donde, por buena y sencilla,
    te adoran tus servidores;

    y yo me tengo jurado
    ser un amo tan honrado
    y un montaraz tan cabal
    como el mejor que ha pisado
    los montes de Carrascal.

    ¿No sabes, Ana María
    que yo he tenido parientes
    en una montaracía
    y sé lo que son sirvientes
    y sé lo que es la alquería?

    Hogaño he mercado en Alba
    una yegua de Peñalba
    de rutilante mirar,
    tres años, negra, cuatralba,
    rica sangre y buen andar;

    un precioso bruto fiero
    con nobleza de cordero,
    blondas crines y ancha nalga,
    músculos curvos de acero
    y enjutos remos de galga.

    Y en este animal brioso,
    que nunca al trajín se rinde
    de su marchar vigoroso,
    vigilaré cuidadoso
    tus montes de linde a linde;

    y ni en los montes vecinos
    han de quedar clandestinos
    y atreviduelos pastores,
    ni furtivos cazadores,
    ni leñadores dañinos.

    Y corrigiendo criados,
    y amparando desgraciados,
    será nuestra casa un día
    vivienda de hombres honrados,
    colonia de la alegría.

    ¿Quién más dichoso ha de ser
    que el hombre que va a tener
    bellos campos que cuidar,
    sabroso pan que comer
    y esposa a quien adorar?

    Deudos que enfermo me halláis,
    amigos que me estimáis,
    hombres que me conocéis,
    todos los que me queréis,
    todos los que me envidiáis,

    ¡pedid en justa porfía
    que me conceda el Destino
    la mano de Ana María
    y aquella montaracía
    de Carrascal del Camino!



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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Miér 03 Nov 2021, 00:56

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


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    A. CASTELLANAS



    El poema del gañán



    I

    Era el tiempo llegado
    de las puras mañanas otoñales,
    las que tienen un sol tibio y dorado
    que, de la hermosa vega enamorado,
    desgarra, para verla, los cendales
    de flotante vapor que la han velado
    en las primeras horas matinales.
    Mañana con alondras y rocío,
    canturreos sonoros,
    silvar de tordos y zumbar de río,
    balar de ovejas y mugir de toros...
    Alegre despertar de los lugares,
    tañidos de campana,
    humo de los hogares,
    pura luz, tibio sol, dulce galbana...
    Vinieron otra vez los esplendentes
    serenos mediodías,
    las tardes impregnadas de dolientes
    dulces melancolías,
    las noches de los húmedos relentes,
    las misteriosas madrugadas frías...
    La tierra laborable,
    refrescada por lluvia saludable,
    iba tomando con el sol tempero,
    y al abrir el sencillo timonero
    de los húmedos senos el tesoro,
    tan frescos y amorosos se ofrecían,
    que ellos mismos pedían
    del puño sembrador la lluvia de oro.
    Erraban dos por el azul profundo
    jirones ambos de flotante nube,
    como las alas que perdió un querube
    que Dios ha puesto junto a mí en el mundo.
    El aire se dormía,
    extática la mente se quedaba,
    el ojo distraído ver creía
    que el suelo palpitaba
    a impulsos de la vida que lo henchía,
    y absorto en la visión, le parecía
    que la inmensa llanura respiraba.
    El alma vislumbraba
    los misterios profundos
    del eterno existir de los espacios
    y el perenne equilibrio de los mundos.
    Natura estaba henchida
    del gran silencio que en lo grande anida,
    y hundido en el abismo del reposo,
    barruntaba el sentido vigilante,
    el sereno rodar majestuoso
    de la Tierra gigante...
    La atmósfera era pura,
    grande como los mares la llanura,
    abierto el horizonte,
    llenos los cielos de infinita calma,
    llena de amores la quietud del monte,
    llena de fe la soledad del alma...
    Y el que suele rodar carro del tiempo
    con paso presuroso
    sobre la vida del mortal dichoso
    que tiene que gozarla apresurado,
    era allí tan piadoso,
    que acortaba su paso, antes ligero,
    y rodaba callado
    para hacer el placer más duradero,
    para hacer el sentir más sosegado.
    Brotaban ya en las eras
    quitameriendas de matices rojos,
    criaban achicorias los rastrojos,
    se llenaban las lindes de acederas
    y los huertos de malvas y de hinojos.
    La grata algarabía
    de los bandos de tordos silbadores
    los prados alegraba en que caía;
    tábanos zumbadores
    por la atmósfera erraban placentera,
    holgaban los pastores,
    tomando el sol en la feraz ribera,
    y reía el regato en la hondonada,
    y apuntaba la grama en la pradera...
    Nuncios de la otoñada...
    ¡Tiempos de sementera!
    ¡Gran Dios: tan bellos días
    haces caer de tus hermosos cielos
    que hasta me obligan a olvidar mis duelos
    y es pecado olvidar lo que tú envías!










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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Miér 03 Nov 2021, 00:57

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS



    El poema del gañán



    II


    Echa surcos derechos
    a mi ventana;
    labrador de mis padres
    serás mañana.
    (Cantar popular castellano.)



    La postrer melodía
    sonó amorosa del cantar süave
    que vino de la vaga lejanía
    con blando ritmo de volar de ave.
    Rayaba el puro día;
    el rústico cantor, embebecido
    de su labor en la profunda calma,
    plegó sus labios y rumió el sentido
    de aquel cantar que le llegaba al alma.
    Era verdad lo que el cantar decía.
    En aquel lugarejo que dormía
    bajo la fronda espesa
    de la mansa alameda juguetona.
    Trabajo era honradez y Amor promesa;
    Trabajo era virtud y Amor corona.
    Y el gañán laborioso
    se deleitaba en el sentido hermoso
    del cantar de la moza castellana,
    que al elegir para mañana esposo
    buscaba labrador para mañana.
    Él también intuía
    que el trabajo es virtud, es armonía,
    es levadura del placer humano,
    frente del bien, secreto de la suerte,
    deber del hombre sano,
    honra del varón fuerte
    y vanidad de mozo castellano
    que el pan que come con la misma toma
    con que lo gana diligente mano.
    Y meditando sobre aquel mañana
    del severo cantar de la aldeana,
    pensó en sus padres, de ternura lleno,
    pues sus frentes rugosas le decían
    las gotas de sudor que se vertían
    para dar a los hijos pan moreno.
    Y absorto, grave y mudo,
    vio grabado en el libro del Destino
    aquel cantar desnudo,
    primera estrofa del poema rudo
    de la vida del pobre campesino.




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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Miér 03 Nov 2021, 00:58

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS



    El poema del gañán




    III


    De poco le servía
    labrar la tierra,
    como sus bendiciones
    Dios no le diera.

    Así cantó el labriego
    con música de intensa melodía
    que en el sentido derramó ambrosía
    y en la conciencia derramó sosiego.
    Mediaba el puro día.
    La quietud de la atmósfera pesaba,
    la yunta se dormía,
    la brisa se paraba
    y las pardas alondras del camino
    se quedaban extáticas bebiendo
    las dulzuras del ritmo peregrino
    que del manso cantar iban fluyendo.
    Era el himno aldeano,
    salmo de agradecida criatura
    que a Dios concibe en la celeste altura
    dándonos pan con amorosa mano;
    severo canto llano
    que al rudo mozo le enseñó Natura
    para el culto del templo soberano
    de la vasta llanura,
    que aún es estrecha para altar cristiano.
    Y yo escuchaba embelesado y mudo
    la piadosa letrilla,
    decir sincero de la fe sencilla,
    hija de un pecho rudo
    donde nunca arañó, ruin y sañuda,
    la sama miserable de la duda.
    El hijo del trabajo,
    surco arriba marchando y surco abajo,
    buscaba en el trabajo solamente
    los pedazos de pan que el suelo encierra.
    porque siempre creyó cosa evidente
    que el sudor de la frente
    es el mejor abono de la tierra.
    Pero también creía
    que es la mano de Dios omnipotente
    quien a la tierra laborable envía
    el sol que la caldea,
    la escarcha que la enfría,
    la brisa que la orea,
    la lluvia que la baña y sanea...
    La mano soberana,
    fuente de vida de la raza humana;
    la mano de las grandes maravillas;
    la que encierra en minúsculas semillas
    gérmenes diminutos,
    misterio del amor encantadores
    de donde brotan las hermosas flores,
    de donde surgen los sabrosos frutos...
    Así se lo decía
    la firme y pura que adquirido había
    fe de granito en el hogar amado;
    y aquel cantar piadoso y sosegado
    que del alma escapó por la garganta
    fiel expresión de sus sentires era,
    porque el alma sincera
    lo que siente, y no más, es lo que canta.



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    Mensaje por Lluvia Abril Miér 03 Nov 2021, 01:00

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS



    El poema del gañán




    IV

    Dice la mi morena
    que cuando voy a arar
    se entristecen los campos
    y se alegra el lugar.

    La labor terminaba. Atardecía,
    y la copla postrera,
    más rica que ninguna en armonía,
    más dulce en el caer, más plañidera,
    más empapada en la nostalgia austera
    que infunde el campo de la patria mía,
    voló por la llanura
    y en el alma cayó por el oído
    con cadencias de lánguida dulzura,
    con dejos de quejido
    y amorosos temblores de ternura.

    Era el himno sereno
    del amor castellano,
    de prudente pudor, de calma lleno,
    como el alma del rústico aldeano:
    vibración de los gozos y las penas
    de las almas serenas,
    ante robusto de las almas rudas,
    hondo consuelo de las almas buenas,
    único idioma de las almas mudas...
    ¡Señor, si tus enojos
    haces caer sobre miseria tanta
    como aflige a cualquiera de tus hijos,
    ponle llanto en los ojos,
    ponle abrojos debajo de la planta,
    ponle arrugas y canas en la frente;
    pero déjale voz en la garganta,
    porque bien sabes Tú, Dios providente,
    que no puede vivir el que no canta!
    Camino de la aldea,
    que, oculta entre los álamos, humea,
    delante del muchacho distraído
    la yunta va marchando,
    el arado del yugo suspendido
    y el timón arrastrando.
    Lánguidamente declinaba el día;
    la brisa se hizo fría,
    la alondra se acostó, cantó el mochuelo,
    el murciélago errante
    culebreó con dislocado vuelo.
    Era verdad lo que el cantar decía.
    A medida que el mozo la dejaba,
    la llanura ¡qué triste se ponía!
    ¡qué sola se quedaba!
    Todo en ella decía
    que él era el alma del terruño muerto,
    él era lengua del paisaje mudo,
    él la nota viviente del desierto,
    el sacerdote rudo
    de aquel templo desnudo,
    al culto grave del trabajo abierto.
    Y a medida que el campo se ponía
    como la copla del gañán decía,
    se alegraba el lugar con los rumores
    de la humilde legión de labradores
    que a la aldea volvía
    en busca del pedazo de cariño,
    la pobre cena en el hogar risueño,
    las caricias de un niño
    y unas horas dulcísimas de sueño.
    Cuando el mozo pasaba por la era,
    del lugarejo plácida vecina,
    le pidió una campana plañidera
    la oración vespertina,
    y él la rezó con la piedad sincera
    y algo inconsciente de la fe pristina.
    En el cielo amarillo del Poniente
    brilló una estrella rutilante y pura,
    y el mozo, indiferente,
    la bio cabrillear, fija en la altura;
    pero de aquella cristalina fuente
    que está junto al camino
    vio venir hacia él alegremente,
    como bando de alondras trinadoras,
    alborotado grupo peregrino
    de garridas muchachas habladoras.
    Y ojos que no cegaron
    con la luz del lucero vespertino,
    deslumbrados quedaron
    al fulgor de una estrella
    de la gentil constelación humana...
    Con las Rebecas del alma castellana
    que el mozo vio venir... ¡estaba «ella»!


    Ése es un hijo de la patria mía:
    el que Natura para el Cielo cría,
    el que entero en la vida se derrama,
    porque a vivirla, generoso, viene,
    trabaja, reza y ama:
    ¡Dios no le pide más: da lo que tiene!


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    Mensaje por Lluvia Abril Miér 03 Nov 2021, 01:02

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    Presagio


    I


    ¿Ves ese tronco, Agustina,
    que en el hogar se calcina
    y da a mis miembros calor?
    Pues es el de aquella encina
    del valle de Fuenmayor.

    No mataron sus vigores
    ni el cuchillo de la helada
    ni el dogal de los calores,
    sino la mano pesada
    de los años destructores.

    Allá, cuando Primavera
    verdes los campos ponía,
    y mi alegre pastoría,
    derramada en la ladera,
    desde el valle se veía,

    viví como un rey en él
    de esa encinita a la sombra.
    ¿Dónde hay tronco como aquel?
    Hierba y flores por alfombra,
    y amplias ramas por dosel.

    Allí aprendí a meditar
    y sentí las embriagueces
    del alto y puro pensar,
    y por gozarlas cien veces
    por eso aprendí a cantar.

    Y sonaron mis canciones
    a ruido de hojas de encina,
    arpa ruda cuyos sones
    dieron al alma emociones
    y al estro voz peregrina.

    En julio, el abrasador,
    cuando a la ruda labor
    iba con mis segadores
    a aquellos alrededores
    del valle de Fuenmayor,


    esa vieja venerable,
    único asilo habitable
    de la abrasada llanura,
    me daba sombra agradable
    con hábitos de frescura.

    Porque el que puso en el cielo
    un sol que calcina el llano,
    pone una sombra en el suelo,
    como en el dolor humano
    pone de la fe el consuelo.

    Y aquella encina frondosa
    que en las gayas estaciones
    me dio música amorosa,
    cuya dulzura sabrosa
    cayó sobre mis canciones,

    diome después, en estío,
    fresco dosel protector,
    y ahora, que invierno sombrío
    me tiene yerto de frío,
    presta a mi cuerpo calor.




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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Miér 03 Nov 2021, 01:03

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


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    A. CASTELLANAS





    Presagio




    II


    Así fueste tú, mujer.
    Me diste en las primaveras
    de aquel encantado ayer
    las poéticas primeras
    impresiones del querer.

    Y así como la armonía
    que de la encina caía
    se derramó en mis canciones,
    tu amor en el alma mía
    vertió mundos de ilusiones.

    Después, cuando me agobiaba
    la dolorosa fatiga
    de un vivir que ya se acaba,
    tú fuiste la sombra amiga
    donde el alma descansaba.

    Y ahora, que ya está conmigo
    del alma el invierno helado,
    que es su postrer enemigo,
    viviendo estoy amparado
    de tu cariño al abrigo.

    Yo tengo miedo, Agustina,
    que el tiempo que se avecina
    me busca amenazador...
    ¡Ay, que ya murió la encina
    del valle de Fuenmayor!...





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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 04 Nov 2021, 00:42

    "El Ama" es una poema de una gran belleza con dos partes bien diferenciadas: La primera esperanzadora; la segunda  de una profunda tristeza ante la realidad de la muerte sobrevenida. En su conjunto, un poema excepcional.

    Gracias, Lluvia por traer a José María Gabriel y Galán.

    Besos.


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Jue 04 Nov 2021, 00:45

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


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    A. CASTELLANAS





    Del viejo, el consejo


    Deja la charla, Consuelo,
    que una moza casadera
    no debe estar en la era
    si no está el sol en el cielo.

    Tu hogar tendrás apagado,
    y al mozo que habla contigo
    le está devorando el trigo
    la yunta que ha abandonado.

    Mira que está oscureciendo,
    que en las riberas lejanas
    ya están cantando las ranas,
    ya están las aves durmiendo.

    Que tocan a la oración,
    y hay gentes murmuradoras
    cuyos ojos a estas horas
    cristales de aumento son.

    Y es que los oscureceres
    son unas horas menguadas
    que han hecho ya desgraciadas
    a muchas pobres mujeres.

    Mira, muchacha, que ha sido
    la tarde muy bochornosa
    y va a ser fresca y hermosa
    la noche que ha producido.

    Mira que son muy contadas
    las fuerzas de la memoria:
    mira que huelen a gloria
    las mieses amontonadas,

    y está tu galán delante,
    y está tu hermanillo ausente,
    y está el amor en creciente
    y está la luna en menguante;

    y a luz tan débil yo creo
    que sola a salir no atinas
    del laberinto de hacinas
    donde metida te veo.

    Tal vez si el mozo me oyera
    pensara que esto es perfidia,
    creyera que tengo envidia,
    que tengo celos dijera,

    pues con la venda de amor
    no viera que soy un viejo
    que solo con un consejo
    puedo acercarme a tu honor.

    Vete, muchacha, y no quieras
    llorar prematuros gozos,
    que sé lo que son los mozos
    y sé lo que son las eras;

    y en tales oscureceres
    pláticas tales de amores
    dicen los murmuradores
    que son de tales mujeres...

    y tienen razón, Consuelo,
    que una moza casadera
    no debe estar en la era
    si no está el sol en el cielo.








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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Jue 04 Nov 2021, 00:46

    Gracias por estar, ya te echaba de menos por aquí, jeje.
    Sí, haciendo un repaso, hay mucho y bueno además.
    Seguimos pues.


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Jue 04 Nov 2021, 00:48

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    Canción

    Aquí se siente a Dios. En el reposo
    de este dulce aislamiento
    un fecundo sentido religioso
    preside el pensamiento.

    Derrámase por uno de dulzuras
    ambiente equilibrado,
    y en él cosecha las ideas puras
    de que está penetrado.

    Y sereno después, las alas tiende
    y escala el firmamento,
    seguro como el pájaro que hiende
    su apropiado elemento.

    Entonces toca el alma lo profundo
    del alto amor sin nombre
    y quisiera que un templo fuera el mundo
    y un sacerdote el hombre.

    ¡El mundo, el hombre! Tras el doble abismo,
    solo esto es luminoso:
    ¡cuán feliz puede hacerse el hombre mismo,
    y al mundo, cuán hermoso!

    Desde este solitario apartamiento
    del monte sosegado
    contemplo el armonioso movimiento
    de todo lo creado.

    ¡El trabajo es la ley! Todo se agita,
    todo prosigue el giro
    que le marca esa ley por Dios escrita,
    dondequiera que miro.

    Aquel pardo milano vagabundo
    buscando va la presa,
    que le cuesta medir ese profundo
    vacío que atraviesa.

    Riega el labriego la feraz besana
    con sudor de su frente,
    si rubio trigo le ha de dar mañana
    para nutrir su gente.

    Quiere la golondrina nido blando
    para el amor sentido,
    y mis ojos fatiga acarreando
    pajuelas para el nido.

    A los vientos la abeja se encadena
    y la hormiga al sendero,
    para llenar aquella su colmena
    y estotra su granero.

    La mansa yunta trabajosamente
    tira del tosco arado,
    y el pesado mastín va diligente
    detrás de su ganado.

    ¡Todo el trabajo se ligó fecundo!
    ¿Y yo he de estar ocioso?
    ¿Y yo he de ser estéril en un mundo
    nacido fructuoso?

    ¡Arriba, arriba! ¡El corazón al cielo
    y a la tierra los brazos!
    ¡A la suerte del mundo unirme anhelo
    con más estrechos lazos!

    ¡La pluma, los cinceles, la mancera,
    la espada victoriosa!...
    ¡Dadme lo que queráis, que abierta espera
    mi mano vigorosa!

    Si sé cantar, te elevaré canciones,
    ¡oh Patria infortunada!,
    que mil hay en tu amor inspiraciones
    para la lira airada.

    Si es la piedra a mis manos obediente,
    venga el cincel a ellas,
    que el suelo patrio sembrará mi mente
    de creaciones bellas.


    Si hace falta una mano y una vida
    dad a aquella una espada,
    y toma tú mi sangre, ¡oh dolorida
    Patria desventurada!

    Y si mi suerte, pero ruda mano
    solo puede servirte
    para en los surcos enterrar el grano
    que de oro puede henchirte,

    para en tus vegas derramar tus ríos,
    para abonar tus tierras,
    y coronar de montes tus baldíos
    y enriquecer tus sierras...,

    entonces no me arrojes al semblante
    deberes no cumplidos,
    porque yo soy el hijo más amante
    de tus campos queridos,

    y para hacer esta canción honrada
    que el alma me pidiera
    he dejado un momento abandonada
    mi tosca podadera...




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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Jue 04 Nov 2021, 00:50

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    Invitación

    Señores de la ciudad:
    si ella admite en su grandeza
    vientos de sinceridad,
    ruidos de Naturaleza
    y aromas de soledad;

    si en vuestros breves vagares
    merecen entreteneros
    las coplas y los cantares
    de oscuros, pero sinceros,
    rimadores populares,

    cerrad los ojos expertos
    al artificio ingenioso
    y oíd sus rudos conciertos
    con los sentidos abiertos
    del percibir vigoroso.

    Cabe la misma espesura
    donde ha soltado Natura
    su coro de ruiseñores,
    puso una legión oscura
    de más sencillos cantores.

    Y no es artista el sentido
    que, por sencillos y tantos,
    desprécialos, distraído:
    ¡algo dirán esos cantos
    al alma si no al oído!

    Algo tendrá todo ardiente
    pecho que así se derrama;
    que en el concierto viviente
    todo lo que canta siente;
    todo lo que siente, ama.

    Y es el amor cosa tal
    que todo amor es hermoso,
    vibre en un alma inmortal
    o en el pechuelo fogoso
    del ave del matorral.


    Y es el cantar una cosa
    tan hija de este sentir,
    que para el alma amorosa
    toda canción es hermosa
    si quiere amores decir.


    Señores de la ciudad:
    los del cerebro cansado,
    que aun corre tras la verdad;
    los del ingenio aguzado
    que inventa la novedad...

    Si frívolos y ligeros,
    cual sus artificios ruines,
    no os parecen ya sinceros
    esos de vuestros jardines
    ruiseñores prisioneros,

    ¡venid al campo a escuchar
    a otros sencillos cantores
    que os pueden acaso dar
    algo más que los primores
    de un ingenioso cantar!

    ¡Subid, siquiera, a la altura
    de esas torres elevadas,
    a ver si la brisa pura
    lleva del campo tonadas
    de las que enseña Natura!

    ¡Y aunque el ingenio las mida
    y arguya que no son bellas,
    probad su savia escondida,
    sentid con ellas la vida
    y haced el arte con ellas!

    Señores de la ciudad:
    si henchir queréis de verdad
    el mundo de la belleza,
    dejadle a Naturaleza
    su centro de majestad.



    _________________
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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Jue 04 Nov 2021, 00:53

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    Surco arriba y surco abajo



    Araba el tío Roque
    con su yunta de dóciles vacas:
    con la Triguerona,
    con la Temeraria.
    Y conforme la reja iba hendiendo
    la tierra esponjada,
    que al calor y a la luz descubría
    las frescas entrañas,
    el secreto pensar del tío Roque,
    que el silencio en redor barruntaba
    por imán de silencio arrancado
    del fondo del alma,
    a esparcirse sin miedo salía
    de la cárcel estrecha en que estaba,
    y en las alas de un aire de otoño
    se cernía con estas palabras:
    ¡Vuelve, Triguerona!
    ¡Vuelve, Temeraria!


    Si la mesma canción de otros años
    hogaño nos pasa,
    di que nos avía
    la miaja senara.
    Ca vez más señora
    te se pone la tierra y más mala.
    No te sirve que le eches simiente
    como chochos de gorda y de blanca,
    ni que en piedra lípiz
    gastes las pestañas,
    ni que rompas, y bines y tercies,
    y les des aricá bien temprana.
    Cuasi con coguelmo
    seis fanegas o siete derramas
    y te dan veintinueve raídas,
    que ni cuasi el trabajo le sacas.

    Y esto es echar uno
    las cuentas galanas,
    porque si una pedrea te viene,
    que no son muy ralas,
    ni siquera te deja un pajuco
    pa sacar del invierno las vacas,
    ¡cuanti más un chocho
    pa meter en casa!
    Y entá no es lo malo
    que no cojas nada,
    porque en un apurón, hate cuenta
    que un invierno... en la cárcel se pasa;
    pero, amigo, te afronta con pagos
    porque, claro, que no tienes cara
    pa cuadrarte y decir que lo debes...
    pero no lo pagas...
    y lo cual es mejor no decirlo,
    pues no habiendo vergüenza, no hay nada
    ¡Vuelve, Triguerona!
    ¡Vuelve, Temeraria!

    Porque no es el decir de que digas
    que no aguntas ancas,
    y que te rebelas,
    u que te aperrangas,
    porque en viéndote ya mancornao
    te quiten la carga
    Es que ya no puedes el dir más alante
    porque cuasi el aliento te falta,
    porque viene de atrás la flojera,
    porque no puedes ya con las rastras...
    ¡Vuelve, Triguerona!
    ¡Vuelve, Temeraria!


    Si pintaran dos años arreo,
    pues entá se tapaban las faltas
    y el perro que hogaño
    nos dio la senara.
    Yo cuasi que tengo
    como confianza,
    porque entá no creí que venían
    las primeras aguas
    y la tierra con ellas se ha puesto
    amorosa que gusta el ararla,
    de modo y manera
    que la cosa no empieza tan mala.

    Y no miento ahora
    los runrunes continuos que andan
    de que el rey mesmamente en persona
    viene a Salamanca,
    que no es mala seña
    si tampoco falla...
    ¡Vuelve, Triguerona!
    ¡Vuelve, Temeraria!


    Yo no sé, pero yo me magino
    de que el rey no vendrá a ver la Plaza,
    que en el mesmo Madrid habrá muchas,
    no agraviando a la nuestra, tan guapas.

    Me magino de que él no se fía
    y que viene a oservar lo que pasa,
    porque hacienda en poder de criaos
    se la lleva en un verbo a la trampa.
    Me magino que viene a enterarse
    de si tiras p'alante u atrasas,
    de si siembras, u comes, o ayunas,
    u pierdes u ganas.
    De modo y manera
    que en queriendo fijarse una miaja,
    se ha de dir al Palacio enterao
    de má e cuatro lástimas,
    que, si a mano viene,
    podrá remediártelas,
    u quisiera poner los posibles,
    que en pusiéndolos bien no te fallan...

    Yo no sé; pero yo me magino
    de que el rey no vendrá a ver la Plaza.
    Y si solo la Plaza le enseñan
    los de Salamanca...
    ¡Para, Triguerona!
    ¡Tente, Temeraria!




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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Vie 05 Nov 2021, 00:58

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS





    A su majestad el Rey



    Señor: No soy un juglar;
    soy un sincero cantor
    del castellano solar.
    Canto el alma popular;
    no tengo nombre, señor.


    Por eso, porque un oscuro,
    porque un sincero es quien canta
    y no un cortesano impuro,
    oiréis el de mi garganta
    canto llano, pobre y duro.

    Más placerá a vuestro oído
    el débil trinar sentido
    del pájaro del erial
    que el resonante graznido
    del hueco pavo real.

    Señor: si en ese sagrado
    solar de español sentir
    han ante vos ocultado
    con luz de vivir dorado
    sombras de negro vivir,

    mintió la vieja embustera
    que llaman cortesanía...
    ¡Mejor a su rey sirviera
    si, en bien de la Patria mía,
    verdad a su rey dijera!

    No sé con reyes hablar;
    mas, bien podréis perdonar
    que yo platique con vos
    tal como en son de rezar
    platico de esto con Dios.

    Estáme la fe enseñando
    y estáme el amor diciendo
    que todo se toma blando
    a nuestro Dios invocando
    y a nuestro rey requiriendo.

    Que Dios corona a los reyes
    para que a mundos mejores
    lleven innúmeras greyes,
    mejor que atadas con leyes,
    sueltas en cursos de amores.

    Señor: en tierras hermanas
    de estas tierras castellanas,
    no viven vida de humanos
    nuestros míseros hermanos
    de las montañas jurdanas.

    Señor: no oigáis las canciones
    de las doradas sirenas,
    que solo cantan ficciones...
    ¡Los más grandes corazones
    son los que arrostran más penas!

    Dolor de cuantos los vieren,
    mentís de los que mintieren,
    aquí los parias están...
    De hambre del alma se mueren,
    se mueren de hambre de pan.

    Hasta este monte eminente
    donde rimo mis cantares
    sube famélica gente
    que mis modestos manjares
    devora violentamente...

    Tanta pena he contemplado
    que unas veces he llorado
    con llanto de compasión,
    y otras mi voz han velado
    gemidos de indignación.

    Porque infama la negrura
    de la siniestra figura
    de hombres que hundidos están
    en un sopor de incultura
    con fiebre de hambre de pan.

    Limosna de un rey cristiano
    es manantial soberano
    de grande consolación...
    Mas nunca llega la mano
    donde llega el corazón.

    La Patria es madre amorosa
    que hace milagros de amores...
    ¡Tienda una mano piadosa
    que disipe los horrores
    de esta visión afrentosa!

    Señor: no soy un juglar.
    Yo nunca rimo un cantar
    si no me lo pide amor.
    La Patria me hizo vibrar...
    ¡Patria sois también, señor!








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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Vie 05 Nov 2021, 01:01

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS




    Brindis

    Mi pobre prosa rimada
    no podrá deciros nada
    que suene a cosa asombrosa:
    esto será una charrada;
    no puede ser otra cosa.

    No abráis el avaro oído
    creyendo que raro y bueno
    manjar de allende he traído,
    que yo jamás me he nutrido
    con pan de terruño ajeno.

    Pienso que el nuestro es fecundo,
    como todo lo español.
    Pienso que no hay en el mundo
    grano que arraigue profundo
    debajo de extraño sol.

    Por algo Natura cría
    ventiscares en la sierra
    y alamedas en la umbría:
    por algo hay quien moriría
    si no viviera en su tierra.

    En ella y a vuestro lado
    fuera tremendo pecado
    cantar en música extraña
    que de frente o que de lado
    no venga a decir: ¡España!

    Más todavía: ¡Castilla!;
    todavía más: ¡Salamanca!,
    y aún más: la pobre aldeílla,
    la limpia casita blanca,
    la cuna, la paz sencilla...

    Si el molde parece estrecho
    de mi canción natural,
    decidlo a Aquel que me ha hecho
    pajarillo del barbecho
    y no lorito real.

    Naturaleza ha querido
    que cada ser dé una nota
    viva un campo y tenga un nido:
    orden sabio y bien sentido
    que sólo el cuco alborota,

    pues tiene la mala maña
    de que los huevos que pone
    se incuben en casa extraña.
    ¡Pecado igual Dios perdone
    a muchos hombres de España!

    Si a la selva tenebrosa
    fuese la alondra armoniosa,
    no supiera entre el ramaje
    dar la nota misteriosa
    del silencio del boscaje.

    Y si al barbecho viniera
    cotorra exótica y rara
    cantando la sementera,
    ni el ave la interpretara,
    ni el labriego la sintiera.


    ¿Quién da la nota del río
    mejor que el mirlo sombrío
    nacido entre sus mimbrales?
    ¿Quién canta los majadales
    como el cárabo bravío?

    ¿Quién da la visión entera
    de carrascosa ladera
    como la perdiz bizarra?
    ¿Quién mejor que la chicharra
    canta las mies en la era?

    ¿Suenan bien en los jarales
    músicas de colorines?
    Silbos de águilas reales,
    ¿nos dirán en los jardines
    lo mismo que en los canchales?

    Y el ronco graznido duro
    de deforme buitre impuro,
    ¿cómo podrá matizar
    el divino claroscuro
    de la paz del olivar?

    Cantemos nuestra tonada,
    la genuina, la sincera:
    tú, ruiseñor, la alborada;
    tú, alondra, la barbechera,
    y yo, charro, la charrada.

    A sus típicos primores,
    tan rudos como bizarros,
    hoy daré finos colores,
    porque la canto entre charros
    disfrazados de señores.

    Que quepan en ella quiero
    la aldeílla y la ciudad,
    ambas con vivir entero,
    que es en aquella el granero
    y aquí la Universidad.

    Aquél da al cuerpo vigores,
    ésta da al alma ideales...
    Sudor de mil labradores
    y saber de cien doctores,
    son dos tesoros iguales.

    Dice la Escuela: «Yo un día
    fui madre y templo sagrado
    de toda sabiduría.
    Jamás numerar podría
    los hijos que he amamantado.

    Del seno de que nacieron
    saberes hondos bebieron
    disueltos en fe de Cristo.
    Honor los hijos me hicieron,
    grande los siglos me han visto.

    ....
    (cont.)


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    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905) Empty Re: JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN (1870-1905)

    Mensaje por Lluvia Abril Vie 05 Nov 2021, 01:03

    JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN


    CASTELLANAS Y NUEVAS CASTELLANAS


    A. CASTELLANAS




    Brindis

    (cont.)


    Fui fragua del pensamiento,
    yunque del entendimiento,
    levadura de la vida,
    brújula en mar turbulento,
    sol de la Patria querida.

    Sol cuya rica influencia
    bajó sobre la opulencia
    de los troncos y fue ley,
    que el alcázar de la Ciencia
    más alto está que el del rey.

    Ahora, lacrimosos coros
    me afligen con tristes lloros
    diciéndome que soy ruinas,
    que soy hueco de tesoros,
    jirón de edades divinas,

    sombra augusta y venerable,
    muerta gloria inolvidable,
    vieja majestad caída,
    triste membranza adorable,
    puesta de sol dolorida...

    Y me suenan esos trenos
    a quejidos de hijos buenos,
    mas, ¡ay!, que también me suenan
    a estériles falsos truenos
    que el viento de ruidos llenan.


    Algo lloran que es verdad.
    Vinieron tiempos tiranos
    que al grito de libertad
    encadenaron las manos
    de esta pobre majestad.

    Y adiós trono, centro y manto,
    y adiós oro y esplendores,
    ¡mucho grande y mucho santo!
    ¡Mas no los santos amores
    de los hijos que amamanto!

    No el pan de su inteligencia
    ni la luz de su conciencia,
    porque yo siempre seré
    el alcázar de la Ciencia
    y el castillo de la Fe.

    Si reina fuese, mi suerte
    rodara por rumbos fijos
    que van a dar a la muerte
    No soy reina; soy más fuerte:
    ¡soy madre de muchos hijos!

    ¡Hijos!, os pido un mañana
    como el ayer que gocé,
    ¿será mi súplica vana?
    ¡Oh, no!, cuanto más anciana.
    más madre os pareceré...»

    Dice el granero al gañán:
    «Yo soy tu rico tesoro,
    soy el sudor de tu afán,
    sudor que ha cuajado en oro
    y oro que luego soy pan.

    El pan de la esposa buena
    que esotro cuarto vecino
    con celo de hormiga llena
    de blandos copos de lino
    que en lienzo de nieve ordena.

    El pan de tus tres mozones,
    enhiesto como negrillos,
    alegres como esquilones,
    dóciles como chiquillos
    y fuertes como leones.

    El pan de tus dos mozuelas,
    sus cintas de oro y alpaca,
    sus dengues y lentejuelas,
    sus cruces de Alcaravaca,
    sus hilos y sus chinelas.

    Y el pan del hijo mayor,
    que es pan blanco de ciudad,
    como que es para un señor
    que pronto será doctor
    de nuestra Universidad.

    Labrador que vas arando,
    mete la reja más honda,
    que el filón se va agotando,
    y el tiempo viene apurando
    y el oro es de quien ahonda.

    De este modo tan sincero
    y en este sentido amante,
    nos hablan lenguaje entero
    a mí, labriego, el granero,
    y a ti, la Escuela, estudiante.

    Son la Patria en la indigencia.
    ¿Qué pide a nuestra conciencia?
    Espigas de un mismo haz:
    que tú les des gloria y ciencia.
    Que yo les dé trigo y paz.

    ¡Gracias a todos, señores!
    De esta rica convidada
    llevo en el alma sabores
    que yo no comparo a nada...
    ¡He comido pan de amores!...

    Y no hay deleites humanos
    ni más grandes ni más sanos
    que estos que son mi ideal:
    pan de trigo candeal
    comido en paz y entre hermanos.

    Entre hermanos, sí, señores,
    que aunque vos, señor rector,
    de quien son estos honores,
    tengáis muy lejos amores
    que hermanos son de este amor,

    yo tengo a otro amor sujeto
    mi corazón de cristiano,
    un corazón que, discreto,
    os llama sabio en secreto
    y en público os llama, hermano.

    ¡Adiós! ¡Hasta la primera!
    Gente que estudia o que ara,
    debe ser poco fiestera.
    Yo me voy a mi senara,
    que estamos en sementera.




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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 05 Nov 2021, 09:05

    "Dice la Escuela: «Yo un día
    fui madre y templo sagrado
    de toda sabiduría.
    Jamás numerar podría
    los hijos que he amamantado."



    Sin comentario.


    Besos.


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 06 Nov 2021, 03:34

    Es muy buen poeta José María y hay que leer para apreciar su poesía.
    Gracias, Pascual y seguimos.


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