SOBRE CONCHA URQUIZA Y SU POESÍA
CONCHA URQUIZA: POESÍA MEXICANA DE AMOR 201
La poesía de Urquiza, no es una «rara flor»23 en medio del desierto, sino que
es parte del largo proceso de desarrollo de la poesía religiosa con la cual se
pone en contacto y cuyos modelos retoma para intentar un estilo propio que
supere las influencias, actualizando aquello que responde a sus necesidades de
mujer culta que comparte con otras mujeres de su época la necesidad de un
cambio liberador. Un ejemplo de ello, es el uso constante de epígrafes en latín,
griego y español antiguo que son citas de textos «modelos»: la Biblia, la Odisea,
los poemas de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, etc.,
de los cuales hace una especie de sucesivas lecturas y reelecturas para extraer
no sólo ideas, ambientes o temas, sino que desarrolla una suerte de paráfrasis
transformadora como un principio de construcción, de síntesis o amplificación,
de retorización que tiende a explicitar los implícitos «posibles» en un contexto
actual, no para representar lo inefable sino lo verosímil.
En Urquiza el discurso ajeno resuena en su propio discurso con inusitada
fuerza deconstruccionista. Es el caso del poema «La llamada nocturna» (1938)
que según epígrafe se inspira en el Canto VI de El cantar de los cantares, vía la
versión de Fray Luis de León que reza:
Yo duermo al parescer, muy sin cuidado
más el mi corazón está velando.
La voz de mi querido me ha llamado.
La esposa -aunque tarde- le abre al amado que intentaba entrar
con su mano mi Esposo había probado
abrirme la mi puerta con gran brío.
Más adelante -sigue la versión de Fray Luis- la esposa se lamenta amargamente
de su alejamiento definitivo:
Busquéle, más hallarle, no he podido,
llámele, más jamás, me ha respondido.
La poeta mexicana retoma la idea originaria de la pérdida del Divino Esposo
y le da la vuelta, concentrando su atención en el deseo amoroso acrecentado por
la espera y lo va amplificando hasta convertirlo en esperanza vehemente de
lograr el contacto. El poema de Urquiza empieza diciendo:
En tanto duerme el cuerpo distraído
y vela el corazón enamorado,
una voz en la noche se ha detenido
(Es la voz deleitosa de mi Amado
donde mi alma y mi cuerpo se han perdido).
NOTAS
23 José Vicente Anaya, «Introducción» a Concha Urquiza, El corazón preso. -Toda la poesía
reunida-, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca: 1985, (Col. Renacimiento,
, pág. 5.
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