sonetos sacros
- XVIII -
Al Rey Baltasar, cuando profanó en el convite los Vasos Sagrados del Templo, y vio una mano comiendo, que escribía en las paredes las palabras: mené tesel phares
De los misterios a los brindis llevas,
¡oh! Baltasar, los vasos más divinos,
y de los sacrificios a los vinos,
porque injurias de Dios, profano, bebas.
¡Qué a difamar los cálices te atrevas,
que vinieron del templo peregrinos,
juntando a ceremonias desatinos
y a ancianos ritos tus blasfemias nuevas!
Después de haber, sacrílego, bebido
toda la edad a Baco en urna santa,
mojado el seso y húmedo el sentido,
¿ver una mano en la pared te espanta,
habiendo tu garganta merecido,
no que escriba, que corte tu garganta?
- XIX -
A Caín y Abel. San Pedro Crisólogo acuerda aquellas palabras del Génesis: Respexit ad Abel
Caín, por más bien visto, tu fiereza
quitó la vida a Abel, porque ofrecía
a Dios el mejor fruto que tenía,
como tú lo peor de tu riqueza.
A quien hizo mayor Naturaleza,
hizo la envidia sólo alevosía
que a la sangre dio voz, y llanto al día;
a ti, condenación, miedo y tristeza.
Temblado vives, y el temblor advierte
que aunque mereces muerte por tirano,
que tiene en despreciarte honra la muerte.
La quijada de fiera, que en tu mano
sangre inocente de tu padre vierte,
la tuya chupará sobre tu hermano.
» Manuel Forcano (1968- : El tren de Bagdad, 2004
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