Resíduo
De tudo ficou um pouco
Do meu medo. Do teu asco.
Dos gritos gagos. Da rosa
ficou um pouco.
Ficou um pouco de luz
captada no chapéu.
Nos olhos do rufião
de ternura ficou um pouco
(muito pouco).
Pouco ficou deste pó
de que teu branco sapato
se cobriu. Ficaram poucas
roupas, poucos véus rotos
pouco, pouco, muito pouco.
Mas de tudo fica um pouco.
Da ponte bombardeada,
de duas folhas de grama,
do maço
― vazio ― de cigarros, ficou um pouco.
Pois de tudo fica um pouco.
Fica um pouco de teu queixo
no queixo de tua filha.
De teu áspero silêncio
um pouco ficou, um pouco
nos muros zangados,
nas folhas, mudas, que sobem.
Ficou um pouco de tudo
no pires de porcelana,
dragão partido, flor branca,
ficou um pouco
de ruga na vossa testa,
retrato.
Se de tudo fica um pouco,
mas por que não ficaria
um pouco de mim? no trem
que leva ao norte, no barco,
nos anúncios de jornal,
um pouco de mim em Londres,
um pouco de mim algures?
na consoante?
no poço?
Um pouco fica oscilando
na embocadura dos rios
e os peixes não o evitam,
um pouco: não está nos livros.
De tudo fica um pouco.
Não muito: de uma torneira
pinga esta gota absurda,
meio sal e meio álcool,
salta esta perna de rã,
este vidro de relógio
partido em mil esperanças,
este pescoço de cisne,
este segredo infantil...
De tudo ficou um pouco:
de mim; de ti; de Abelardo.
Cabelo na minha manga,
de tudo ficou um pouco;
vento nas orelhas minhas,
simplório arroto, gemido
de víscera inconformada,
e minúsculos artefatos:
campânula, alvéolo, cápsula
de revólver... de aspirina.
De tudo ficou um pouco.
E de tudo fica um pouco.
Oh abre os vidros de loção
e abafa
o insuportável mau cheiro da memória.
Mas de tudo, terrível, fica um pouco,
e sob as ondas ritmadas
e sob as nuvens e os ventos
e sob as pontes e sob os túneis
e sob as labaredas e sob o sarcasmo
e sob a gosma e sob o vômito
e sob o soluço, o cárcere, o esquecido
e sob os espetáculos e sob a morte escarlate
e sob as bibliotecas, os asilos, as igrejas triunfantes
e sob tu mesmo e sob teus pés já duros
e sob os gonzos da família e da classe,
fica sempre um pouco de tudo.
Às vezes um botão. Às vezes um rato.
In A Rosa do Povo
José Olympio, 1945
**********************
Residuo
De todo quedó un poco.
De mi miedo. De tu asco.
De los gritos entrecortados. De la rosa
quedó un poco.
Quedó un poco de luz
atrapada en el sombrero.
En los ojos del rufián
de ternura quedó un poco
(muy poco).
Poco quedó de este polvo
del que se cubrió
tu zapato blanco. Quedaron pocas
ropas, pocos velos rotos
poco, poco, muy poco.
Pero de todo queda un poco.
Del puente bombardeado,
de dos hojas de hierba,
del atado
—vacío— de cigarros quedó un poco.
Porque de todo queda un poco.
Queda un poco de tu mentón
en el mentón de tu hija.
De tu silencio áspero
un poco quedó, un poco
en los muros enojados,
en las hojas, mudas, que suben.
Quedó un poco de todo
en el plato de porcelana,
dragón partido, flor blanca,
quedó un poco
de surco en tu frente,
retrato.
Si de todo queda un poco,
¿por qué no iba a quedar
un poco de mí? ¿en el tren
que lleva al norte, en el barco,
en los avisos del diario,
un poco de mí en Londres,
un poco de mí en todas partes?
¿En la consonante?
¿En el pozo?
Un poco queda oscilando
en la embocadura de los ríos
y los peces no lo evitan,
un poco: no está en los libros.
De todo queda un poco.
No mucho: de una canilla
cae esta gota absurda,
mitad sal, mitad alcohol,
salta esta pata de rana,
este vidrio de reloj
partido en mil esperanzas,
este cuello de cisne,
este secreto infantil…
De todo quedó un poco:
de mí; de vos; de Abelardo.
Pelo en mi manga,
de todo quedó un poco;
viento en mis orejas,
eructo simple, gemido
de víscera desconforme,
y minúsculos artefactos:
campanilla, alvéolo, cápsula
de revólver…de aspirina.
De todo quedó un poco.
Y de todo queda un poco.
Oh abrí los frascos de loción
y sofocá
el hedor insoportable de la memoria.
Pero de todo, qué terrible, queda un poco,
y bajo las olas ritmadas
y bajo las nubes y los vientos
y bajo los puentes y bajo los túneles
y bajo las llamaradas y bajo el sarcasmo
y bajo el gargajo y bajo el vómito
y bajo el sollozo, la cárcel, lo olvidado
y bajo los espectáculos y bajo la muerte escarlata
y bajo las bibliotecas, los asilos, las iglesias triunfantes
y debajo tuyo y bajo tus pies ya duros
y bajo los goznes de la familia y de la clase,
queda siempre un poco de todo.
A veces un botón. A veces un ratón.
» LA POESIA MÍSTICA DEL SUFISMO. LA CONFERENCIA DE LOS PÁJAROS.
» EDUARDO GALEANO (1940-2015)
» CLARICE LISPECTOR II ( ESCRITORA BRASILEÑA)
» MARIO QUINTANA ( Brasil: 30/07/1906 -05/05/1994)
» CECILIA MEIRELES ( POETA BRASILEÑA)
» CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE (Brasil, 31/10/ 1902 – 17/08/ 1987)
» FERNANDO PESSOA II (13/ 06/1888- 30/11/1935) )
» JULIO VERNE (1828-1905)
» 2017-05-02 a 2017-08-21 SOMBRAS ADORMECIDAS: EL ILUSTRADO