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José Mateos (Jerez, 22 de agosto de 1963) es un escritor, pintor y editor, español, uno de los principales exponentes de la llamada generación del 90 de la poesía española, galardonado con el Premio internazionale Torino in Sintesi en 2019. Numerosos críticos hablan de su obra como una de las más hondas de su generación. Sus principales obras han sido La Niebla (2003), Un año en la otra vida y, la última, Un sí menor. Actualmente dirige la editorial Libros Canto y Cuento.
Poesía
José Mateos fue de los primeros poetas de su generación, los que comenzaron a escribir en los años 80 bajo la etiqueta de la poesía de la experiencia, en abandonar el tono narrativo e irónico de la poesía de aquellos años, para marcar el rumbo hacia una poesía más reflexiva, de un autobiografismo muy diluido y trascendente. Según el crítico José Luis García Martín, en El cultural, "si antes de su libro Canciones era un poeta notable, a partir de ese título, se convierte Mateos en un poeta imprescindible, que sabe volver a tocar, con gracia y misterio, los temas de siempre", que sabe hacerse y hacernos las grandes preguntas sin pedanterías ni grandilocuencia.
Prosa
Silencio, quietud, sencillez son las búsquedas constantes que se encuentran en los ensayos de José Mateos, que buscan la contemplación estática de la belleza de un modo azoriniano. Las reflexiones sobre el asombro de vivir, sobre la fragilidad humana y sobre Dios entendido como aspiración y misterio son los principales ejes de su obra. En varios libros realiza José Mateos una crítica personal sobre la sociedad contemporánea y un firme alegato contra la "revolución consumista". José Mateos expresa con absoluta claridad su desconfianza hacia una sociedad en la que, "sin darnos cuenta, de un día para otro, hemos sido degradados de ciudadanos a clientes”.
Otras obras literarias
Además de la prosa y la poesía, José Mateos ha cultivado otros géneros como el teatro con las obras Proyecto Amniótica y ¡Silencio, se piensa!, el aforismo como Un pensamiento sin máscara. Divinanzas sobre la poesía, publicado por Apeadero de Aforistas, y las viñetas en su libro Monigotes y divinanzas, publicado por la Editorial Renacimiento.
Pintura
Para José Mateos la pintura es una forma de “celebrar la superficie, la carnalidad de la vida”. En palabras de Mª Ángeles Robles se trata de una pintura evocadora de sus paseos por el campo y la playa en busca de esos momentos de revelación que la naturaleza le proporciona y de los que se nutre también su obra literaria. Paisajes contemplados con quietud, con empatía y con esa capacidad suya de ver más allá, de encontrar el alma de lo que nos rodea.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mateos_(escritor) )
*
Tres poemas de José Mateos:
De Una extraña ciudad (1990):
JULIA REIS
Yo conocí tu época dorada,
aquellos años de estudiante en Cádiz,
cuando tú frecuentabas los lugares
peores, los bares más inhóspitos.
Entonces era fácil encontrarte
en las sesiones últimas de cine,
en un negro portal o en el asiento
trasero de algún coche abandonado.
Y también te recuerdo, sobre todo,
momentos antes de empezar la fiesta,
de pie y muy morena preparando
inexplicables cócteles, martinis...
Mis amigos sabían ya del turbio,
inextinguible fuego de tus labios,
y yo no supe hablarte o no lo hice
esperando quizás mejor momento.
Y me arrepiento ahora, Julia Reis,
tierno amor sin amparo, fácil presa
de los perdidos barcos de la noche.
De Días en claro (1995):
DÍAS EN TRAFALGAR
Si miro atrás, qué extraños caminos me han llevado
a estos días hermosos y a esta playa desierta
donde a veces el viento riza el mar, y a lo lejos
se ven barcos y el humo de las costas de África.
Casa humilde, con hiedras y cal, que me aguardaba
aquí sin yo saberlo; carretera entre pinos
por donde van mis pasos; y altos muros en ruinas
que en la orilla arrebata incesante la arena;
tras tantos meses yermos con sabor a ceniza,
vuestra presencia exalta viejos sueños que tuve,
y aquí el miedo, la angustia, son aves que se alejan
sobre el mar, por el aire tranquilo del ocaso.
Aunque también, a veces, salgo solo y me pierdo,
busco un signo en la inmensa soledad de la noche,
miro el cielo, los ritmos del faro, las estrellas,
y me asalta, de pronto, la idea de la muerte.
Y no quiero, no quiero marcharme de estos días,
de este rumor de pinos y sol que llevo dentro,
sin dejar -aunque escritas en la arena- unas breves
palabras, un latido, algo más que un recuerdo.
CARTA A UNA AMIGA
Jerez, 14 de octubre de 1992
Como Rubén lo hizo, quiero yo, buena amiga,
escribirte una carta y relatar la intriga
de mi vida, entre bromas y versos repentinos.
A los dos nos separan diferentes caminos
y mientras tú disfrutas viajando, yo me siento
a esperar que se pase mi propio aburrimiento,
y en Jerez, que es el pueblo donde nací y trabajo,
malvivo, duermo poco, bebo y fumo a destajo
para olvidar qué aprisa pasa el tiempo. Yo, al menos,
cada vez pienso más, cada vez siento menos,
y con los años nada parece ser que era
tal como yo lo quise cuando mi edad primera.
No quiero, sin embargo, que pienses que de nuevo
oigo las mismas notas sombrías. Ya me atrevo
a salir más allá de estas cuatro paredes
donde estuve tres años enredado en las redes
del alma -las que ataron a Samsa y Segismundo-,
herido en la conciencia, ahogado en su profundo
fondo de mar. Y a flote salí, que el tiempo cura
la ansiedad, la desgana, el miedo y la locura.
Y ya que nada tiene respuesta, no pregunto.
Al fin todo pasó. Y ahora paso a otro asunto.
Aquí, por otra parte, ya es otoño. Se mudan
de piso unos amigos. Hace frío. Desnudan
los árboles sus hojas de oro viejo, y si llueve
huele a campo y a infancia. Ya la tarde es más breve,
y más larga la noche. En los graves jardines
del parque, en la estación de trenes, en los cines,
dentro de mí yo siento que algo raro me aprieta
el corazón y busco, detrás de la careta,
el rostro y, tras el rostro de arcilla ensimismada,
una certeza, un sueño, algo que sé que es nada.
Trabajo, como siempre, entre estos periodistas
de ahora: analfabetos, soberbios, fatalistas;
dispongo, ordeno, anoto hasta la madrugada.
Y escribo. Mientras tanto pretendo no hacer nada:
vivir sin hacer nada, que es para lo que valgo
y es para mí la única manera de hacer algo.
¿Dónde están -me pregunto- esas noches salvajes
de ayer?
...................No salgo fuera, ni quiero hacer viajes,
no porque aquí esté bien, sino porque, cansado,
aquí me encuentro igual de mal que en otro lado.
En fin, que vivo aparte y oculto, de manera
que parece que vivo como si no existiera.
Y con esto ya acabo.
.............................................Mis mejores deseos
te mando. Ya te dice adiós José Mateos,
que hoy, catorce de octubre, da fin a este poema:
cada uno en su casa, cada loco en su tema.
JOSÉ MATEOS, Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia. Antología, Calambur 2010.
José Mateos (Jerez, 22 de agosto de 1963) es un escritor, pintor y editor, español, uno de los principales exponentes de la llamada generación del 90 de la poesía española, galardonado con el Premio internazionale Torino in Sintesi en 2019. Numerosos críticos hablan de su obra como una de las más hondas de su generación. Sus principales obras han sido La Niebla (2003), Un año en la otra vida y, la última, Un sí menor. Actualmente dirige la editorial Libros Canto y Cuento.
Poesía
José Mateos fue de los primeros poetas de su generación, los que comenzaron a escribir en los años 80 bajo la etiqueta de la poesía de la experiencia, en abandonar el tono narrativo e irónico de la poesía de aquellos años, para marcar el rumbo hacia una poesía más reflexiva, de un autobiografismo muy diluido y trascendente. Según el crítico José Luis García Martín, en El cultural, "si antes de su libro Canciones era un poeta notable, a partir de ese título, se convierte Mateos en un poeta imprescindible, que sabe volver a tocar, con gracia y misterio, los temas de siempre", que sabe hacerse y hacernos las grandes preguntas sin pedanterías ni grandilocuencia.
Prosa
Silencio, quietud, sencillez son las búsquedas constantes que se encuentran en los ensayos de José Mateos, que buscan la contemplación estática de la belleza de un modo azoriniano. Las reflexiones sobre el asombro de vivir, sobre la fragilidad humana y sobre Dios entendido como aspiración y misterio son los principales ejes de su obra. En varios libros realiza José Mateos una crítica personal sobre la sociedad contemporánea y un firme alegato contra la "revolución consumista". José Mateos expresa con absoluta claridad su desconfianza hacia una sociedad en la que, "sin darnos cuenta, de un día para otro, hemos sido degradados de ciudadanos a clientes”.
Otras obras literarias
Además de la prosa y la poesía, José Mateos ha cultivado otros géneros como el teatro con las obras Proyecto Amniótica y ¡Silencio, se piensa!, el aforismo como Un pensamiento sin máscara. Divinanzas sobre la poesía, publicado por Apeadero de Aforistas, y las viñetas en su libro Monigotes y divinanzas, publicado por la Editorial Renacimiento.
Pintura
Para José Mateos la pintura es una forma de “celebrar la superficie, la carnalidad de la vida”. En palabras de Mª Ángeles Robles se trata de una pintura evocadora de sus paseos por el campo y la playa en busca de esos momentos de revelación que la naturaleza le proporciona y de los que se nutre también su obra literaria. Paisajes contemplados con quietud, con empatía y con esa capacidad suya de ver más allá, de encontrar el alma de lo que nos rodea.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mateos_(escritor) )
*
Tres poemas de José Mateos:
De Una extraña ciudad (1990):
JULIA REIS
Yo conocí tu época dorada,
aquellos años de estudiante en Cádiz,
cuando tú frecuentabas los lugares
peores, los bares más inhóspitos.
Entonces era fácil encontrarte
en las sesiones últimas de cine,
en un negro portal o en el asiento
trasero de algún coche abandonado.
Y también te recuerdo, sobre todo,
momentos antes de empezar la fiesta,
de pie y muy morena preparando
inexplicables cócteles, martinis...
Mis amigos sabían ya del turbio,
inextinguible fuego de tus labios,
y yo no supe hablarte o no lo hice
esperando quizás mejor momento.
Y me arrepiento ahora, Julia Reis,
tierno amor sin amparo, fácil presa
de los perdidos barcos de la noche.
De Días en claro (1995):
DÍAS EN TRAFALGAR
Si miro atrás, qué extraños caminos me han llevado
a estos días hermosos y a esta playa desierta
donde a veces el viento riza el mar, y a lo lejos
se ven barcos y el humo de las costas de África.
Casa humilde, con hiedras y cal, que me aguardaba
aquí sin yo saberlo; carretera entre pinos
por donde van mis pasos; y altos muros en ruinas
que en la orilla arrebata incesante la arena;
tras tantos meses yermos con sabor a ceniza,
vuestra presencia exalta viejos sueños que tuve,
y aquí el miedo, la angustia, son aves que se alejan
sobre el mar, por el aire tranquilo del ocaso.
Aunque también, a veces, salgo solo y me pierdo,
busco un signo en la inmensa soledad de la noche,
miro el cielo, los ritmos del faro, las estrellas,
y me asalta, de pronto, la idea de la muerte.
Y no quiero, no quiero marcharme de estos días,
de este rumor de pinos y sol que llevo dentro,
sin dejar -aunque escritas en la arena- unas breves
palabras, un latido, algo más que un recuerdo.
CARTA A UNA AMIGA
Jerez, 14 de octubre de 1992
Como Rubén lo hizo, quiero yo, buena amiga,
escribirte una carta y relatar la intriga
de mi vida, entre bromas y versos repentinos.
A los dos nos separan diferentes caminos
y mientras tú disfrutas viajando, yo me siento
a esperar que se pase mi propio aburrimiento,
y en Jerez, que es el pueblo donde nací y trabajo,
malvivo, duermo poco, bebo y fumo a destajo
para olvidar qué aprisa pasa el tiempo. Yo, al menos,
cada vez pienso más, cada vez siento menos,
y con los años nada parece ser que era
tal como yo lo quise cuando mi edad primera.
No quiero, sin embargo, que pienses que de nuevo
oigo las mismas notas sombrías. Ya me atrevo
a salir más allá de estas cuatro paredes
donde estuve tres años enredado en las redes
del alma -las que ataron a Samsa y Segismundo-,
herido en la conciencia, ahogado en su profundo
fondo de mar. Y a flote salí, que el tiempo cura
la ansiedad, la desgana, el miedo y la locura.
Y ya que nada tiene respuesta, no pregunto.
Al fin todo pasó. Y ahora paso a otro asunto.
Aquí, por otra parte, ya es otoño. Se mudan
de piso unos amigos. Hace frío. Desnudan
los árboles sus hojas de oro viejo, y si llueve
huele a campo y a infancia. Ya la tarde es más breve,
y más larga la noche. En los graves jardines
del parque, en la estación de trenes, en los cines,
dentro de mí yo siento que algo raro me aprieta
el corazón y busco, detrás de la careta,
el rostro y, tras el rostro de arcilla ensimismada,
una certeza, un sueño, algo que sé que es nada.
Trabajo, como siempre, entre estos periodistas
de ahora: analfabetos, soberbios, fatalistas;
dispongo, ordeno, anoto hasta la madrugada.
Y escribo. Mientras tanto pretendo no hacer nada:
vivir sin hacer nada, que es para lo que valgo
y es para mí la única manera de hacer algo.
¿Dónde están -me pregunto- esas noches salvajes
de ayer?
...................No salgo fuera, ni quiero hacer viajes,
no porque aquí esté bien, sino porque, cansado,
aquí me encuentro igual de mal que en otro lado.
En fin, que vivo aparte y oculto, de manera
que parece que vivo como si no existiera.
Y con esto ya acabo.
.............................................Mis mejores deseos
te mando. Ya te dice adiós José Mateos,
que hoy, catorce de octubre, da fin a este poema:
cada uno en su casa, cada loco en su tema.
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