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Mario Rivero Mario Cataño Restrepo (Envigado, 1935-Bogotá, 13 de abril de 2009) fue un poeta, periodista y crítico de arte colombiano, cantor de tangos en su juventud, cuyo seudónimo era Mario Rivero.
Se le llamó "poeta de lo urbano" por los temas que en torno a la vida de la ciudad, las calles, la desesperanza, la melancolía del suburbio y el lenguaje popular, abordó en un tono directo, conversacional y exento de lirismos. Fundó en compañía de Aurelio Arturo y Fernando Charry Lara la revista de poesía Golpe de Dados (Revista), desde la cual ejerció un riguroso trabajo de difusión, crítica y conciencias poéticas ciertamente notables, desde 1972 hasta su muerte.
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*
Algunos poemas de Mario Rivero:
De Poemas urbanos, 1963:
EL DOMADOR DE PÁJAROS
Estamos aquí. Con charcas en el rostro.
Un aviso dice: "Exposición internacional
de muñecos de cera".
Todos corren como si buscaran algo afanosamente.
En los escaños hay sombras y hojas quemadas.
Esperamos seres y cosas que hace años
caminan por entre la niebla.
Son tan ciertas como los niños de cabeza dorada
que corren tras su perro.
Nos miramos los pies que conservan todavía
una gota de lluvia brillante.
Vamos caminando...
Las primeras señales del otoño
se dejan ver en el domador de pájaros
que lleva su mundo y vive su vida
pegado a una jaula de alambre.
Siempre se sitúa frente a un edificio
viejo como un gigante.
Si quiere saber su porvenir, ¡acérquese!
¡La felicidad por diez centavos!
Soy el profesor Fortuna.
¡Eh, tú! Sube al trapecio.
Este es el principio del otoño
el domador de pájaros lo sabe
y se aleja con su país de alambre.
PALABRAS A UN AMIGO QUE SE LLAMA DIOS
1962
un día cualquiera
los hombres han puesto en órbita
otra cápsula
el astronauta dijo que la tierra
era una bolita azul con tempestades
y que Tú no estabas ni dentro ni fuera
Crece el día
el estroncio 90 está en la respiración
está en la luz
cae sobre los burros y su carga de flores
Crece el día
el sol se estira en lenguas dulces
sobre el campo
quema la piel del agua y de los amantes
y un vaho de fornicación asciende
Crece el día
Uno se cansa de estar vivo
aunque se siga anudando la corbata
aunque se siente el tableteo
de las ametralladoras
aunque la muerte siga engordando la tierra
En fin amigo Dios
es 1962
en todos los almanaques
y pueblos oscuros siguen envueltos en su fiebre
construímos casas y bombarderos
que tienen extendidas bajo las alas
las ciudades que no conocemos
No tengo más que contarte
Estoy solo como un recién llegado
Tal vez me compre un elefantico
para regalarle a alguien
y aunque Tú no estés ni dentro ni fuera
te pido desde mis dientes de maíz
que nadie se vaya en el verano
Amigo Dios
Tú que hiciste el mundo en siete días
que de tu mano salieron
mansos valles y delgadas colinas
yo te pido por todos
los que no dicen nada
Te cuento desde este bosque
de cemento y cristal
que nadie parece malo
cuando atraviesa una avenida
o piensa que fue niño
Yo los he visto amigo Dios corroerse
y descender como una avalancha
cuando el crepúsculo toma posesión de la ciudad
persiguiendo los días
que se les fueron uno tras otro
hacer el amor y luego sonreir
al secarse los órganos con una toallita de papel
inocentes y hostiles a la humedad de sus cuerpos
Limosnear constelaciones y veranos
sin saber que el mundo ya está viejo
bajo su apaciguamiento de eternidad
y que la bomba caerá
Caerá la bomba sobre la bolita azul?
De Vuelvo a las calles, 1965:
COMO CUALQUIER MUCHACHO ESCAPADO DE CASA
Como cualquier muchacho escapado de casa,
"hago las calles" de la ciudad, y me familiarizo con su tacto...
las hago hasta el final,
por la luz, por la sombra,
¡hasta extenuar el corazón con su asfalto!
Me gusta su fragor,
¡el fragor de la calle dura y maloliente, el baño de la vida!
hasta el fin, hasta el alba,
este viajar entre hombres extraños,
gente distinta, a quien no necesito,
gente encontrada sobre la ribera,
a lo largo de la creciente del día,
O, gente planeando sola en la noche,
existiendo en carne y hueso,
pero que van apagándose, desapareciendo, hacia sus cosas,
hacia el destino, hacia el trabajo, o la vida...
SE PUSO UN PAÑUELO A CUADROS
Se puso un pañuelo a cuadros
mi amiga anónima,
una chica que es atractiva sin pretenderlo.
Con sus ojos de azabache vivo, sobre las cosas,
curiosa de todo,
con su cuello delgado saliéndole desde la blusa dominguera,
con las joyas baratas, con los trapos sin precio,
cuando irrumpe, con su carrito de pescado
sobre la calzada,
en su simple presencia -dicha del día-,
¡es como una bandera!
AL NORTE ESTÁ EL BARRIO MÁS RICO
Al norte está el barrio más rico,
con sus casas esbeltas y blancas...
Aquí está el barrio más pobre, con sus casitas uniformes,
este conglomerado gris, concentracionario, de bloques de cemento,
construidos a toda prisa para la venida de un Papa...
En frente de esta casa hay un jardín con tres flores,
y una mujer vestida de verde
está fregando las gradas...
El viento agita su pelo, largo y negro,
contra su mejilla de color de tierra,
y esta es su casa, pintada de varios tonos de rosado y de verde,
pero cuando tuerzo hacia la izquierda, esperando enfrentarla,
y llego hasta la escalera de piedra,
levanta el balde y echa a correr delante de mí
sin un nombre que darle,
porque es modesta y no quiere que un hombre la mire a la cara
demasiado.
De Baladas, 1973:
LA BALADA DE LOS HOMBRES HAMBRIENTOS
Los hombres hambrientos tienen oro
casas con retretes de mármol
y vestidos suntuosos
Pero no pueden matar el hambre y la sed
del tigre de sus ojos
Los hombres hambrientos son
en alguna forma hermosos
Por una magia mortal y execrable
sus oídos se han vuelto sordos
Pero los hombres hambrientos simulan oír
y pagan bien a los cantores
Pregonan una extraña desesperación
han perdido el recuerdo de los humanos olores
caminan para buscar un aroma imbuscable
el de los tallos de las flores muertas y de los pétalos podridos
el olor que al mismo tiempo es
el olor de la muerte y el olor del nacer
Se cubre de moho el corazón
de estos hombres hambrientos
Se entrecruzan a la deriva
No se ven
Son muchos en movimiento
Sus mujeres lavadas en agua de caros perfumes sintéticos
adustas acechan también
aquel olor que alcanza los huesos
Si levantan las cabezas hacia cosas más altas
no distinguen otra cosa que el viento
Remeros esclavos en un gran bajel de oro
van los hombres y mujeres hambrientos…
NAVIDAD, 1980
Son las 12 m, en Bogotá, un viernes
9 días después de la Navidad.
Una vez más hay que desmantelar el pesebre,
desvestir el árbol demasiado brillante,
empaquetar una vez más los decorados en la caja de cartón,
las estrellas frágiles, las luces eléctricas, el papel de estaño...
Seducidos por esa gran mentira de que los hombres
son capaces de la justicia, de la hermandad,
los mensajes de paz de la Navidad vuelan en lo alto
mientras la tierra está alfombrada de signos de guerra:
El Salvador está que arde, fuerzas iraníes han entrado al Irak
y Khomeini, el Santón, no ceja.
Ha sonado por primera vez el «teléfono rojo» en el Kremlin.
Es por eso que el niño de plástico –el que debe nacer todos los años–
se apresta desde ahora, de nuevo, para la noche de la agonía,
se apea delicadamente del pesebre y se va
boca-abajo al fondo de su cajita.
Los pastores hacen sitio a los animales que se encuentran fraternalmente.
«Noche de paz» se oye suavemente alrededor del hogar doméstico.
«Noche de paz» cantan los ángeles en el cielo
mientras los teletipos en la tierra relampaguean.
El Niño-Dios se encoge en su cajita, cubierto de musgo seco.
El buen niño prometedor, que no puede mucho tiempo guardar su promesa.
CANCIÓN DE LOS PERDEDORES
Esta canción es para los perdedores,
de aquí, de allí, de todas partes,
dejad que os ofrezca esta canción como homenaje.
Iguales y distintos,
víctimas de esa pasión, que tan solo se pone en morir.
El tiempo te lo hará ver todo claramente,
mamá, papá,
si es que en realidad pueden caer en la cuenta de lo que ocurre,
arrancada la familia a su sentimental velo.
Ahora mismo estoy recordando a Alejandro,
en su salto mortal sin red, desde el noveno piso,
fingiendo la alegría sencilla de un juego.
O a Tony, quien hoy con dificultad es apenas un nombre,
sonriente, descalzo, con el vaso en la mano,
antes de desaparecer por el hueco del ascensor,
al atardecer de un domingo.
El más viejo llevaba una cadena al cuello.
El más joven peinaba su pelo con una melena.
Amorosa muchacha:
Juegas la partida sin éxito,
porque juegas contra algo que no puedes curar.
¡Mira en sus ojos y adivina lo que tienen!
A veces nos han respondido con sonrisas,
o con una cita de Marcuse,
o con un brindis de Ginebra...
Los perdedores...
¿qué gesto intentan cuando todo se detiene?
¿qué palabra en los labios llevan?
Perder, es un país que ellos amaban.
Los perdedores,
cambian su vida con un simple gesto,
pues están de antemano derrotados por apuestas extremas.
Si también son galantes,
le diesen a la Viuda-Negra, a la Muerte:
¡Cambia mi vida, mejórala, sé mi Dama!
BALADA DE LA MUCHACHA-DE-LA-POLLERA-PRONTA
Esta es la balada de la muchacha pródiga de sí misma
que alegre y detonante de colores
hace el saludo de su sonrisa de-mi-querido-amor
a los que la tutean con palabras de esposo
Hombres que nunca ha visto
solemnemente rústicos o con rústicas bromas.
Ellos saben y la buscan golosamente
desnudando sus caderas blancas en la oscuridad
Una muchacha hecha para un ramo de flores
una chica galante dispuesta a todo y por todos
La que amaba demasiado pronto y con-todo-su-cuerpo
y por ello mal comprendida fue.
La muchacha
la muchacha-de-la-pollera-pronta
hacia mí la ola de su pollera despliega…
Sucedió como suele sobre los pastos haraganes
cuando el sol era el sol y el calor el calor
La boca abierta hacia las gordas nubes fofas del verano
y la pollera sobre la cara como un jardín cubriéndola.
De soslayo con la comisura de sus labios miraba
cuando el pequeño amigo favorito para el placer
la solicitaba con voz ahogada embarullándose…
y algo espumeante y feliz le sube a la cara
y se le arrebola
como si él le hiciese cosquillas con una ramita verde.
Jóvenes y viejos se metían entre sus sábanas
para tener su mundo en paz
Contentos cerca de ella
con una carga de caricias
o con una sonrisa idiota
antes de abrazar su maravilla.
La muchacha…
la muchacha engendra oleajes se vuelve playa
y su pollera canta como las olas!
El día era perezoso y la noche activa
Venían de uno en uno
o todos a la vez
Le formaban una «guardia de corps»
y se envolvían en su sonrisa
Su corazón era un albergue
abierto para una noche.
Y como si fuera su corazoncito un nido recién hecho
los más rayados los más bochincheros
llegaban piando: «Dádnos amor dádnos amor».
Comprobando con fatiga la buena ley del metal
la muchacha-del-corazón-pronto
la muchacha-de-la-pollera-pronta
tiende sus brazos desnudos…
Ella extiende su cuerpo con ademanes calmosos
en el día en la noche
para todos para cada uno
se abre se da vuelta se muestra
con ingenua sapiencia
y lo que se ve es hermoso es extrañamente agradable
y al hacer todas estas cosas ella será «ella».
Y así cuando escucho en algún lugar
palabra que alguien masculla al pasar
a otra muchacha de corazón también henchido
Mis pensamientos rápido son
para esta muchacha de la pollera-pronta
atenta a la vida con un buen sentido
que para ofrecer sólo tenía
aquella llama exacta
un fuego para calentar la vida
un fuego para vivir mejor.
La muchacha
la muchacha-de-la-pollera-pronta
viene hacia mí moviéndose con pausa de hoja…
¡Muchachas ídos todas!
con la llama que calienta la sangre y abrillanta los ojos
el invierno está aquí afuera está aquí en mí
Pero esta noche antes de los somníferos
dejad que avance la imagen de la muchacha-de-la-pollera-pronta
cada vez más lenta
cada vez más oleante
necesito de todos sus pujantes recuerdos…!
La muchacha
la muchacha de la pollera pronta
y su playa-su-playa-su-playa por todas partes…
BALADA DE LAS COSAS PERDIDAS
I
Lo primero que se perdió fue la infancia,
la infancia que corría con su pie ligerísimo,
la infancia agreste
la camada de tórtolas en aquel sauce viejo,
el verano mordido en las guayabas,
una cocina blanca,
y ese cuarto cerrado, “tal como esta cuando…”
y en donde, la incansable ceniza del tiempo
caía con ala lenta, mota a mota…
¿sigues estando allí, y ahora,
casa que ayer fue tutelar, fue nuestra?
Yo despertaba y veía a la madre,
prender la candela con manos agrietadas, por la intemperie diaria,
amasar la blancura de la harina,
cuando el desayuno estaba servido, nos llamaba,
Yo lentamente, me levantaba y me vestía…
Sollozos… labios cerrados…
el llanto en los rincones,
la pupila asombrada, huyendo de algo adulto,
ese disco de luz que parecía venir de alguien o algo…
¡Oh pureza! ¡Pureza!
tantas cosas he debido perder, de marcha, siempre,
donde se abría el camino…
Pero de la infancia, ¿qué diré de la infancia?
Te vas desdibujando, te imprecisas, te azulas…
II
Y hubo la pérdida del primer amor.
Postigo desaparecido
desde donde el amor y el miedo miraban con mil ojos.
Charlábamos bajo los balcones
sencilla abertura por donde derramaban
la fragancia, el olor, el respirar amado
el ser que cada tarde se entregaba y cedía…
Eran los 18 años,
la memoria levanta
los lazos bohemios de la bufanda…
Bancos de parque,
tus nalgas claras en la luz-de-pecera del crepúsculo…
¡Oh deseos! Embelesos nocturnos…
¡Cuántas noches que no pude dormir, a fuerza de saciarme
con ese ensueño que reemplaza al sueño!
Dolor, amor, remordimiento, destinos, años nuestros,
¡la misma nota vibra en distintos acentos!
Tu corazón se aleja. Tu corazón, tu huella, grabada con la mía.
Juntos en una sola sombra, mi voz, tu paso, las ansias y los cuerpos
la sed desconocida…
Tú no dirás “Fue él”, yo no diré “Fue ella”.
Telón de olvido cubre nuestro mutuo temblor.
Tu nombre y el amor corren en la lejanía de la sangre,
te leo dulces versos…
Estoy mirándome en esos profundos ojos negros,
¡Mi abandonada! Eres otra vez mía.
Vuelvo a pensar en ti. y te vuelvo a olvidar.
Te entierro con la tierra de mi sueño perdido,
mientras que continúo mi ingrato camino de pasar…
III
Y también se perdieron los amigos,
ahora en silencio todos, en la muerte, en la vida,
Rafael Ramírez, prestamista, Noel Morales, el más tierno,
Carlos Emilio, el de la voz-de-oro,
Atilano, con una mesa de billar al fondo,
Y Jairo con una ramita entre los dientes, desafiante,
que fue el primero en sucumbir, partir…
¡Oh compañeros! ¡Oh perdidos! ya no crecen conmigo,
desfilan todos con sus pasos coronados de polvo,
Montan como una guardia de tristeza,
los rostros familiares que hoy dispersan, el último sueño u otro tedio,
mientras yo continúo mi aislado camino de pasar…
IV
Polvo oscuro del tiempo,
que cae y cubre adentro de nosotros, y en torno.
¡Tiempo! ¡Tiempo! tú eres el segador.
Hoy cada uno cargado con su propia existencia,
cómo volver a ser los que éramos entonces, los otros,
ahora que con todos, desdeñosa, habrá tanteado tantas veces la muerte,
el sombrío estampido,
la tolvanera que alzó el aroma amargo,
el golpe de la ola negra,
el manotón pirata de la vida… ¡La vida!
V
Un día más, repites. ¿Y qué repites? ¿Qué futuro saludas?
transitando perdidos, por el triste camino que va del no sabemos
hasta el no imaginamos,
¡cuántas cosas no fueron! ¡cuántas cosas perdimos!
Esos actos que pudieron anular nuestros actos,
el instante que arruinaba la obra lenta de meses,
los misterios, el llanto…
La adolescencia inquieta,
o con el mínimo de cobardía que le fue permitido
a las débiles fuerzas.
El día con un vaho nuestro, como una copa llena,
la sonrisa embebida en miedo de la hermana pequeña,
no vienen a decirnos, aquí estamos, ¡Nos tienes!
En todo ya morimos,
el sol de los venados ya se disuelve en negro…
VI
Como si solamente fuera verdad la lejania, verdadero el olvido,
alzo la loza. Apago la luz viva de las cosas que fueron:
Amigos que me esperan, mujeres que reaniman,
violetas… Las pesadas corolas de los ceibos…
los acentos de un arpa,
el belfo del caballo, con su aliento,
como flor de algodón entre la niebla…
El arcoiris, del mar, el grito del sinsonte…
Un olor de recuerdo, el buen aroma del cacao que subía en el aire de Balcanes”
el glu-glu de una fuente.
Y también algo más… algo más… algo imponderable…
y que despliega un esplendor hoy cada vez más lejos,
algo que ardía en la punta extrema más pura de mi vida
algo como un secreto que no encuentro
algo que no existía en ninguna parte,
que no me dan ni el tiempo, ni el amor, ni el paisaje, ni el verso…
VII
Mi hombro viudo se encorva y se arropa con frío
mi hombro caminante
proyecta una sola sombra en la cuesta que desciende…
En vano acecho el desertado flanco,
el costado vacío.
Ese paso que resuena en la sombra largamente es el mío,
es el pie de quien marcha a campo yermo, solitario, y no ve
más que este caer de muros, de nombres… y de polvo…
(para Giovanni Quessep)
De Mis asuntos, 1980:
ANTI-HÉROE
No realmente yo no he sido
un voluntario a 43 años
en la bella guerra del yo voy delante
y "síganme los buenos"
Ninguna invencible manía
a sacrificar la piel bajo el arco iris de la gloria
y no alcanzaré creo ninguna eternidad
Yo siempre estoy con el perdedor
Y tampoco he sabido bien
qué hacer con mi vida
interesandome en cosas como el vapor
que sale de las narices de algún caballo
enganchado a su carretilla
O en la golondrina de humo negro
de los trenes de carga que corren en la noche
con sus engranajes y sus calderas doloridas
Aunque en el momento preciso
enfilé los 32 dientes -era lo único que tenía
y el resentimiento impulsa a mutilar al adversario-
contra el capitalismo
Lo malo fue cuando los "junior" de los banqueros
abrieron la marcha los primeros
luciendo el guardarropa apropiado
para luchar contra lo que habían nacido
Porque como los hijos de los banqueros
son iguales a nosotros
Si se exceptúan unas "pocas despreciables ventajas"
y tienen un sistema de parentesco
muy similar a nuestro sistema de familia
Unas cuantas preguntas se arremolinaron
en mi mente -de idiota más-
y arrojé la revolución montaña abajo
a mis compañeros -los de barba-
obligados a recordar que no hay águilas
que sean de fiar en absoluto
Pero ojalá hubiera algo que yo pudiera
¡volver a querer con tantas ganas!
La poesía fue todo lo que pude encontrar
como alguien para quien la realidad no tiene una morada fija
ahí mismo en medio de la calle -abajo de todo-
en la tentativa de no dejarme aplastar
y al margen de la legitimidad para los demás "ruiseñores"
como los llamo en mi lenguaje interno
entonando aclarando la garganta en un colutorio común
en el que más o menos pulcramente se gargariza
en un bello esfuerzo de laringe.
En realidad no importa demasiado
si llevo razón o no
Porque yo no trabajo como los "vates"
yo trabajo como los no-vates
Y no puedo ser poeta de los Atridas
si no conozco a los Atridas
Ni de una Laura o una Beatriz que ahora estarían de mecanógrafas.
Ni soy reclamado por las nostalgias
de Alejandría que se pudre
que entra de lleno en el pasado
ahíta de moscas y de mendigos sobre la vejiga azul del agua...
Poniendo las cosas en su lugar
no son de mi incubencia
nada tiene que ver
con mi identidad de pobre... de herido... de perdido...
Con un yo vagatónico
"me pande el cúnico" y trastabillo cuando quiero ser brillante
me caigo al foso de los lugares comunes
Porque si llegué a la poesía no fue como un pavo-real
sino yendo de un lado a otro confuso
como una polilla atraída por la lámpara
-Ahora mi poesía es una llamita que lucha
para mantenerse encendida-
apenas tratando de probar
que todo lo que lucha que arde dentropugnando por salir
es poesía
o que el dolor puede llegar a significar ESO como palabra.
UN HOMBRE Y UNA MUJER
¿Y cómo se llaman estos dos, Juana y Juan,
o más simplemente aún, un hombre y una mujer?
La mujer lleva con sencilla gracia
un vestido de tela verde
divorciada de sedas y joyas y pieles,
y él parece tan fuerte
como un deportista o un atleta.
Están alegres, y tal vez también ebrios,
porque ambos ríen, felices,
aislados en esa felicidad pequeña.
Como murmullos de un agua clara,
se les adivinan sonidos, desde detrás de los semblantes.
Se vé enseguida que son amantes.
La huella ligera de la carne,
todavía se mantiene sobre ella, disimulada,
como una luz que le cubriera
las porciones más tiernas de su cuerpo.
De atracción humana, inundados,
las manos se les juntan por encima de la mesa,
prisionero cada uno de los gestos del otro,
ríen y ríen, con un verdor difícil de olvidar.
Me encuentro mirándolos y pienso:
Dejadme nada mas estar cerca.
A la puerta de mis sienes sangre fría, afluye,
y envidio esos pequeños momentos de sol,
que alumbran a veces las vidas oscuras...
LA HORA-PICO
En el interior del bus van los hombres,
apretados, con un desconfiado mirar
o con soledad de perro abandonado.
Si los observas, verás cómo se recogen dentro de sus pobres vestidos,
y con los ojos en el vacío, o en la nuca del vecino esconden
su pobreza como una lepra.
El ruido del cafetín sórdido, el ladrido de una palabrota
aguzada por la rabia, el barro de la acera,
cierto olor a retrete y a sueño se confunden en el aire espeso,
un agrio relente humano, que se entreteje,
al vaivén de este huracán de chatarra,
mal asentado en sus cuatro ruedas.
Entre los bocinazos chillones de un tránsito, destructor como la guerra,
mientras el pánico de la hora-pico abre a codazos
los resignados rebaños de gente,
un niño duerme con la boca abierta,
una mujer mira por la ventana
con aquella ausente mirada mecánica...
Ante su frente cubierta de vidrio para no dejar colar el viento,
el suelo de la calle pasará una y otra vez,
aunque el mundo no tiene suelo.
Cosas e ideas espejean juntas,
en la plateada luz del neón aprestándose para la caída de la noche.
Al ritmo del bus, el ojo viaja casual sobre los titulares
del periódico de un hombre con el cercano rostro oscuro,
que está a mi lado como un enemigo.
No ve al vecino, no ve nada, con el cuello del saco levantado,
como los convalecientes o como los presos.
En el paradero un gupo se baja y se pierde,
en otra historia que ya no es la nuestra...
La puerta se abre y se cierra con un chirrido, en el que se mezclan,
los nuevos gritos, los nuevos olores, de los nuevos pasajeros.
Se pensaría en un naufragio, los vuelcos del navío,
que nos escoran y que nos acercan.
Sombríos, en plena marea,
con los pies magullados, la cabeza sonámbula,
rodamos hacia adelante,
mientras una barra de metal nos excaba la espalda.
Pringosos, húmedos, a causa del frío,
como los vencidos de una oscura batalla.
PALABRA
Ven palabra desnúdate
serás la amada de un hombre al que no le importa
si pareces fea o eres pobre.
Porque vosotras palabras
os parecéis como un desfile de mujeres hermosas
toscas o refinadas
podéis dar más unas que otras.
Pero tengo la debilidad de detestaros bien vestidas
la sola vista de vuestras lentejuelas de feria
me cansa de antemano
el corazón.
Sé que en cambio desnudas
pasáis con el secreto que nadie ha gustado
o que pocos comparten.
como alguna muchachita gris desmedrada
y sumamente silenciosa
con los zapatos llenos de barro
a la que una sola mirada a ella misma
la hace resplandecer
como envuelta en polvo de estrellas
y de mariposas apretadas...
PREGÓN
En mitad de la calle
cuando hace mucho calor
el hombrecito de las cometas
grita -sonrienteamargo- insignificante
La maga del tarot y el grandulón
llegan alegres
Un hombre y una mujer -desierto rojo-
el hombrecito de las cometas
grita -sonrienteamargo-
Tía Rosario que nunca se casó
esperando al buscador de tesoros
que le prometió traerle el oro para el anillo de bodas
parece que se sale del marco.
Es oscuro.
En los apartamentos iluminados como buques
se oye todavía el pregón, el pregón, el pregón.
Mario Rivero Mario Cataño Restrepo (Envigado, 1935-Bogotá, 13 de abril de 2009) fue un poeta, periodista y crítico de arte colombiano, cantor de tangos en su juventud, cuyo seudónimo era Mario Rivero.
Se le llamó "poeta de lo urbano" por los temas que en torno a la vida de la ciudad, las calles, la desesperanza, la melancolía del suburbio y el lenguaje popular, abordó en un tono directo, conversacional y exento de lirismos. Fundó en compañía de Aurelio Arturo y Fernando Charry Lara la revista de poesía Golpe de Dados (Revista), desde la cual ejerció un riguroso trabajo de difusión, crítica y conciencias poéticas ciertamente notables, desde 1972 hasta su muerte.
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Algunos poemas de Mario Rivero:
De Poemas urbanos, 1963:
EL DOMADOR DE PÁJAROS
Estamos aquí. Con charcas en el rostro.
Un aviso dice: "Exposición internacional
de muñecos de cera".
Todos corren como si buscaran algo afanosamente.
En los escaños hay sombras y hojas quemadas.
Esperamos seres y cosas que hace años
caminan por entre la niebla.
Son tan ciertas como los niños de cabeza dorada
que corren tras su perro.
Nos miramos los pies que conservan todavía
una gota de lluvia brillante.
Vamos caminando...
Las primeras señales del otoño
se dejan ver en el domador de pájaros
que lleva su mundo y vive su vida
pegado a una jaula de alambre.
Siempre se sitúa frente a un edificio
viejo como un gigante.
Si quiere saber su porvenir, ¡acérquese!
¡La felicidad por diez centavos!
Soy el profesor Fortuna.
¡Eh, tú! Sube al trapecio.
Este es el principio del otoño
el domador de pájaros lo sabe
y se aleja con su país de alambre.
PALABRAS A UN AMIGO QUE SE LLAMA DIOS
1962
un día cualquiera
los hombres han puesto en órbita
otra cápsula
el astronauta dijo que la tierra
era una bolita azul con tempestades
y que Tú no estabas ni dentro ni fuera
Crece el día
el estroncio 90 está en la respiración
está en la luz
cae sobre los burros y su carga de flores
Crece el día
el sol se estira en lenguas dulces
sobre el campo
quema la piel del agua y de los amantes
y un vaho de fornicación asciende
Crece el día
Uno se cansa de estar vivo
aunque se siga anudando la corbata
aunque se siente el tableteo
de las ametralladoras
aunque la muerte siga engordando la tierra
En fin amigo Dios
es 1962
en todos los almanaques
y pueblos oscuros siguen envueltos en su fiebre
construímos casas y bombarderos
que tienen extendidas bajo las alas
las ciudades que no conocemos
No tengo más que contarte
Estoy solo como un recién llegado
Tal vez me compre un elefantico
para regalarle a alguien
y aunque Tú no estés ni dentro ni fuera
te pido desde mis dientes de maíz
que nadie se vaya en el verano
Amigo Dios
Tú que hiciste el mundo en siete días
que de tu mano salieron
mansos valles y delgadas colinas
yo te pido por todos
los que no dicen nada
Te cuento desde este bosque
de cemento y cristal
que nadie parece malo
cuando atraviesa una avenida
o piensa que fue niño
Yo los he visto amigo Dios corroerse
y descender como una avalancha
cuando el crepúsculo toma posesión de la ciudad
persiguiendo los días
que se les fueron uno tras otro
hacer el amor y luego sonreir
al secarse los órganos con una toallita de papel
inocentes y hostiles a la humedad de sus cuerpos
Limosnear constelaciones y veranos
sin saber que el mundo ya está viejo
bajo su apaciguamiento de eternidad
y que la bomba caerá
Caerá la bomba sobre la bolita azul?
De Vuelvo a las calles, 1965:
COMO CUALQUIER MUCHACHO ESCAPADO DE CASA
Como cualquier muchacho escapado de casa,
"hago las calles" de la ciudad, y me familiarizo con su tacto...
las hago hasta el final,
por la luz, por la sombra,
¡hasta extenuar el corazón con su asfalto!
Me gusta su fragor,
¡el fragor de la calle dura y maloliente, el baño de la vida!
hasta el fin, hasta el alba,
este viajar entre hombres extraños,
gente distinta, a quien no necesito,
gente encontrada sobre la ribera,
a lo largo de la creciente del día,
O, gente planeando sola en la noche,
existiendo en carne y hueso,
pero que van apagándose, desapareciendo, hacia sus cosas,
hacia el destino, hacia el trabajo, o la vida...
SE PUSO UN PAÑUELO A CUADROS
Se puso un pañuelo a cuadros
mi amiga anónima,
una chica que es atractiva sin pretenderlo.
Con sus ojos de azabache vivo, sobre las cosas,
curiosa de todo,
con su cuello delgado saliéndole desde la blusa dominguera,
con las joyas baratas, con los trapos sin precio,
cuando irrumpe, con su carrito de pescado
sobre la calzada,
en su simple presencia -dicha del día-,
¡es como una bandera!
AL NORTE ESTÁ EL BARRIO MÁS RICO
Al norte está el barrio más rico,
con sus casas esbeltas y blancas...
Aquí está el barrio más pobre, con sus casitas uniformes,
este conglomerado gris, concentracionario, de bloques de cemento,
construidos a toda prisa para la venida de un Papa...
En frente de esta casa hay un jardín con tres flores,
y una mujer vestida de verde
está fregando las gradas...
El viento agita su pelo, largo y negro,
contra su mejilla de color de tierra,
y esta es su casa, pintada de varios tonos de rosado y de verde,
pero cuando tuerzo hacia la izquierda, esperando enfrentarla,
y llego hasta la escalera de piedra,
levanta el balde y echa a correr delante de mí
sin un nombre que darle,
porque es modesta y no quiere que un hombre la mire a la cara
demasiado.
De Baladas, 1973:
LA BALADA DE LOS HOMBRES HAMBRIENTOS
Los hombres hambrientos tienen oro
casas con retretes de mármol
y vestidos suntuosos
Pero no pueden matar el hambre y la sed
del tigre de sus ojos
Los hombres hambrientos son
en alguna forma hermosos
Por una magia mortal y execrable
sus oídos se han vuelto sordos
Pero los hombres hambrientos simulan oír
y pagan bien a los cantores
Pregonan una extraña desesperación
han perdido el recuerdo de los humanos olores
caminan para buscar un aroma imbuscable
el de los tallos de las flores muertas y de los pétalos podridos
el olor que al mismo tiempo es
el olor de la muerte y el olor del nacer
Se cubre de moho el corazón
de estos hombres hambrientos
Se entrecruzan a la deriva
No se ven
Son muchos en movimiento
Sus mujeres lavadas en agua de caros perfumes sintéticos
adustas acechan también
aquel olor que alcanza los huesos
Si levantan las cabezas hacia cosas más altas
no distinguen otra cosa que el viento
Remeros esclavos en un gran bajel de oro
van los hombres y mujeres hambrientos…
NAVIDAD, 1980
Son las 12 m, en Bogotá, un viernes
9 días después de la Navidad.
Una vez más hay que desmantelar el pesebre,
desvestir el árbol demasiado brillante,
empaquetar una vez más los decorados en la caja de cartón,
las estrellas frágiles, las luces eléctricas, el papel de estaño...
Seducidos por esa gran mentira de que los hombres
son capaces de la justicia, de la hermandad,
los mensajes de paz de la Navidad vuelan en lo alto
mientras la tierra está alfombrada de signos de guerra:
El Salvador está que arde, fuerzas iraníes han entrado al Irak
y Khomeini, el Santón, no ceja.
Ha sonado por primera vez el «teléfono rojo» en el Kremlin.
Es por eso que el niño de plástico –el que debe nacer todos los años–
se apresta desde ahora, de nuevo, para la noche de la agonía,
se apea delicadamente del pesebre y se va
boca-abajo al fondo de su cajita.
Los pastores hacen sitio a los animales que se encuentran fraternalmente.
«Noche de paz» se oye suavemente alrededor del hogar doméstico.
«Noche de paz» cantan los ángeles en el cielo
mientras los teletipos en la tierra relampaguean.
El Niño-Dios se encoge en su cajita, cubierto de musgo seco.
El buen niño prometedor, que no puede mucho tiempo guardar su promesa.
CANCIÓN DE LOS PERDEDORES
Esta canción es para los perdedores,
de aquí, de allí, de todas partes,
dejad que os ofrezca esta canción como homenaje.
Iguales y distintos,
víctimas de esa pasión, que tan solo se pone en morir.
El tiempo te lo hará ver todo claramente,
mamá, papá,
si es que en realidad pueden caer en la cuenta de lo que ocurre,
arrancada la familia a su sentimental velo.
Ahora mismo estoy recordando a Alejandro,
en su salto mortal sin red, desde el noveno piso,
fingiendo la alegría sencilla de un juego.
O a Tony, quien hoy con dificultad es apenas un nombre,
sonriente, descalzo, con el vaso en la mano,
antes de desaparecer por el hueco del ascensor,
al atardecer de un domingo.
El más viejo llevaba una cadena al cuello.
El más joven peinaba su pelo con una melena.
Amorosa muchacha:
Juegas la partida sin éxito,
porque juegas contra algo que no puedes curar.
¡Mira en sus ojos y adivina lo que tienen!
A veces nos han respondido con sonrisas,
o con una cita de Marcuse,
o con un brindis de Ginebra...
Los perdedores...
¿qué gesto intentan cuando todo se detiene?
¿qué palabra en los labios llevan?
Perder, es un país que ellos amaban.
Los perdedores,
cambian su vida con un simple gesto,
pues están de antemano derrotados por apuestas extremas.
Si también son galantes,
le diesen a la Viuda-Negra, a la Muerte:
¡Cambia mi vida, mejórala, sé mi Dama!
BALADA DE LA MUCHACHA-DE-LA-POLLERA-PRONTA
Esta es la balada de la muchacha pródiga de sí misma
que alegre y detonante de colores
hace el saludo de su sonrisa de-mi-querido-amor
a los que la tutean con palabras de esposo
Hombres que nunca ha visto
solemnemente rústicos o con rústicas bromas.
Ellos saben y la buscan golosamente
desnudando sus caderas blancas en la oscuridad
Una muchacha hecha para un ramo de flores
una chica galante dispuesta a todo y por todos
La que amaba demasiado pronto y con-todo-su-cuerpo
y por ello mal comprendida fue.
La muchacha
la muchacha-de-la-pollera-pronta
hacia mí la ola de su pollera despliega…
Sucedió como suele sobre los pastos haraganes
cuando el sol era el sol y el calor el calor
La boca abierta hacia las gordas nubes fofas del verano
y la pollera sobre la cara como un jardín cubriéndola.
De soslayo con la comisura de sus labios miraba
cuando el pequeño amigo favorito para el placer
la solicitaba con voz ahogada embarullándose…
y algo espumeante y feliz le sube a la cara
y se le arrebola
como si él le hiciese cosquillas con una ramita verde.
Jóvenes y viejos se metían entre sus sábanas
para tener su mundo en paz
Contentos cerca de ella
con una carga de caricias
o con una sonrisa idiota
antes de abrazar su maravilla.
La muchacha…
la muchacha engendra oleajes se vuelve playa
y su pollera canta como las olas!
El día era perezoso y la noche activa
Venían de uno en uno
o todos a la vez
Le formaban una «guardia de corps»
y se envolvían en su sonrisa
Su corazón era un albergue
abierto para una noche.
Y como si fuera su corazoncito un nido recién hecho
los más rayados los más bochincheros
llegaban piando: «Dádnos amor dádnos amor».
Comprobando con fatiga la buena ley del metal
la muchacha-del-corazón-pronto
la muchacha-de-la-pollera-pronta
tiende sus brazos desnudos…
Ella extiende su cuerpo con ademanes calmosos
en el día en la noche
para todos para cada uno
se abre se da vuelta se muestra
con ingenua sapiencia
y lo que se ve es hermoso es extrañamente agradable
y al hacer todas estas cosas ella será «ella».
Y así cuando escucho en algún lugar
palabra que alguien masculla al pasar
a otra muchacha de corazón también henchido
Mis pensamientos rápido son
para esta muchacha de la pollera-pronta
atenta a la vida con un buen sentido
que para ofrecer sólo tenía
aquella llama exacta
un fuego para calentar la vida
un fuego para vivir mejor.
La muchacha
la muchacha-de-la-pollera-pronta
viene hacia mí moviéndose con pausa de hoja…
¡Muchachas ídos todas!
con la llama que calienta la sangre y abrillanta los ojos
el invierno está aquí afuera está aquí en mí
Pero esta noche antes de los somníferos
dejad que avance la imagen de la muchacha-de-la-pollera-pronta
cada vez más lenta
cada vez más oleante
necesito de todos sus pujantes recuerdos…!
La muchacha
la muchacha de la pollera pronta
y su playa-su-playa-su-playa por todas partes…
BALADA DE LAS COSAS PERDIDAS
I
Lo primero que se perdió fue la infancia,
la infancia que corría con su pie ligerísimo,
la infancia agreste
la camada de tórtolas en aquel sauce viejo,
el verano mordido en las guayabas,
una cocina blanca,
y ese cuarto cerrado, “tal como esta cuando…”
y en donde, la incansable ceniza del tiempo
caía con ala lenta, mota a mota…
¿sigues estando allí, y ahora,
casa que ayer fue tutelar, fue nuestra?
Yo despertaba y veía a la madre,
prender la candela con manos agrietadas, por la intemperie diaria,
amasar la blancura de la harina,
cuando el desayuno estaba servido, nos llamaba,
Yo lentamente, me levantaba y me vestía…
Sollozos… labios cerrados…
el llanto en los rincones,
la pupila asombrada, huyendo de algo adulto,
ese disco de luz que parecía venir de alguien o algo…
¡Oh pureza! ¡Pureza!
tantas cosas he debido perder, de marcha, siempre,
donde se abría el camino…
Pero de la infancia, ¿qué diré de la infancia?
Te vas desdibujando, te imprecisas, te azulas…
II
Y hubo la pérdida del primer amor.
Postigo desaparecido
desde donde el amor y el miedo miraban con mil ojos.
Charlábamos bajo los balcones
sencilla abertura por donde derramaban
la fragancia, el olor, el respirar amado
el ser que cada tarde se entregaba y cedía…
Eran los 18 años,
la memoria levanta
los lazos bohemios de la bufanda…
Bancos de parque,
tus nalgas claras en la luz-de-pecera del crepúsculo…
¡Oh deseos! Embelesos nocturnos…
¡Cuántas noches que no pude dormir, a fuerza de saciarme
con ese ensueño que reemplaza al sueño!
Dolor, amor, remordimiento, destinos, años nuestros,
¡la misma nota vibra en distintos acentos!
Tu corazón se aleja. Tu corazón, tu huella, grabada con la mía.
Juntos en una sola sombra, mi voz, tu paso, las ansias y los cuerpos
la sed desconocida…
Tú no dirás “Fue él”, yo no diré “Fue ella”.
Telón de olvido cubre nuestro mutuo temblor.
Tu nombre y el amor corren en la lejanía de la sangre,
te leo dulces versos…
Estoy mirándome en esos profundos ojos negros,
¡Mi abandonada! Eres otra vez mía.
Vuelvo a pensar en ti. y te vuelvo a olvidar.
Te entierro con la tierra de mi sueño perdido,
mientras que continúo mi ingrato camino de pasar…
III
Y también se perdieron los amigos,
ahora en silencio todos, en la muerte, en la vida,
Rafael Ramírez, prestamista, Noel Morales, el más tierno,
Carlos Emilio, el de la voz-de-oro,
Atilano, con una mesa de billar al fondo,
Y Jairo con una ramita entre los dientes, desafiante,
que fue el primero en sucumbir, partir…
¡Oh compañeros! ¡Oh perdidos! ya no crecen conmigo,
desfilan todos con sus pasos coronados de polvo,
Montan como una guardia de tristeza,
los rostros familiares que hoy dispersan, el último sueño u otro tedio,
mientras yo continúo mi aislado camino de pasar…
IV
Polvo oscuro del tiempo,
que cae y cubre adentro de nosotros, y en torno.
¡Tiempo! ¡Tiempo! tú eres el segador.
Hoy cada uno cargado con su propia existencia,
cómo volver a ser los que éramos entonces, los otros,
ahora que con todos, desdeñosa, habrá tanteado tantas veces la muerte,
el sombrío estampido,
la tolvanera que alzó el aroma amargo,
el golpe de la ola negra,
el manotón pirata de la vida… ¡La vida!
V
Un día más, repites. ¿Y qué repites? ¿Qué futuro saludas?
transitando perdidos, por el triste camino que va del no sabemos
hasta el no imaginamos,
¡cuántas cosas no fueron! ¡cuántas cosas perdimos!
Esos actos que pudieron anular nuestros actos,
el instante que arruinaba la obra lenta de meses,
los misterios, el llanto…
La adolescencia inquieta,
o con el mínimo de cobardía que le fue permitido
a las débiles fuerzas.
El día con un vaho nuestro, como una copa llena,
la sonrisa embebida en miedo de la hermana pequeña,
no vienen a decirnos, aquí estamos, ¡Nos tienes!
En todo ya morimos,
el sol de los venados ya se disuelve en negro…
VI
Como si solamente fuera verdad la lejania, verdadero el olvido,
alzo la loza. Apago la luz viva de las cosas que fueron:
Amigos que me esperan, mujeres que reaniman,
violetas… Las pesadas corolas de los ceibos…
los acentos de un arpa,
el belfo del caballo, con su aliento,
como flor de algodón entre la niebla…
El arcoiris, del mar, el grito del sinsonte…
Un olor de recuerdo, el buen aroma del cacao que subía en el aire de Balcanes”
el glu-glu de una fuente.
Y también algo más… algo más… algo imponderable…
y que despliega un esplendor hoy cada vez más lejos,
algo que ardía en la punta extrema más pura de mi vida
algo como un secreto que no encuentro
algo que no existía en ninguna parte,
que no me dan ni el tiempo, ni el amor, ni el paisaje, ni el verso…
VII
Mi hombro viudo se encorva y se arropa con frío
mi hombro caminante
proyecta una sola sombra en la cuesta que desciende…
En vano acecho el desertado flanco,
el costado vacío.
Ese paso que resuena en la sombra largamente es el mío,
es el pie de quien marcha a campo yermo, solitario, y no ve
más que este caer de muros, de nombres… y de polvo…
(para Giovanni Quessep)
De Mis asuntos, 1980:
ANTI-HÉROE
No realmente yo no he sido
un voluntario a 43 años
en la bella guerra del yo voy delante
y "síganme los buenos"
Ninguna invencible manía
a sacrificar la piel bajo el arco iris de la gloria
y no alcanzaré creo ninguna eternidad
Yo siempre estoy con el perdedor
Y tampoco he sabido bien
qué hacer con mi vida
interesandome en cosas como el vapor
que sale de las narices de algún caballo
enganchado a su carretilla
O en la golondrina de humo negro
de los trenes de carga que corren en la noche
con sus engranajes y sus calderas doloridas
Aunque en el momento preciso
enfilé los 32 dientes -era lo único que tenía
y el resentimiento impulsa a mutilar al adversario-
contra el capitalismo
Lo malo fue cuando los "junior" de los banqueros
abrieron la marcha los primeros
luciendo el guardarropa apropiado
para luchar contra lo que habían nacido
Porque como los hijos de los banqueros
son iguales a nosotros
Si se exceptúan unas "pocas despreciables ventajas"
y tienen un sistema de parentesco
muy similar a nuestro sistema de familia
Unas cuantas preguntas se arremolinaron
en mi mente -de idiota más-
y arrojé la revolución montaña abajo
a mis compañeros -los de barba-
obligados a recordar que no hay águilas
que sean de fiar en absoluto
Pero ojalá hubiera algo que yo pudiera
¡volver a querer con tantas ganas!
La poesía fue todo lo que pude encontrar
como alguien para quien la realidad no tiene una morada fija
ahí mismo en medio de la calle -abajo de todo-
en la tentativa de no dejarme aplastar
y al margen de la legitimidad para los demás "ruiseñores"
como los llamo en mi lenguaje interno
entonando aclarando la garganta en un colutorio común
en el que más o menos pulcramente se gargariza
en un bello esfuerzo de laringe.
En realidad no importa demasiado
si llevo razón o no
Porque yo no trabajo como los "vates"
yo trabajo como los no-vates
Y no puedo ser poeta de los Atridas
si no conozco a los Atridas
Ni de una Laura o una Beatriz que ahora estarían de mecanógrafas.
Ni soy reclamado por las nostalgias
de Alejandría que se pudre
que entra de lleno en el pasado
ahíta de moscas y de mendigos sobre la vejiga azul del agua...
Poniendo las cosas en su lugar
no son de mi incubencia
nada tiene que ver
con mi identidad de pobre... de herido... de perdido...
Con un yo vagatónico
"me pande el cúnico" y trastabillo cuando quiero ser brillante
me caigo al foso de los lugares comunes
Porque si llegué a la poesía no fue como un pavo-real
sino yendo de un lado a otro confuso
como una polilla atraída por la lámpara
-Ahora mi poesía es una llamita que lucha
para mantenerse encendida-
apenas tratando de probar
que todo lo que lucha que arde dentropugnando por salir
es poesía
o que el dolor puede llegar a significar ESO como palabra.
UN HOMBRE Y UNA MUJER
¿Y cómo se llaman estos dos, Juana y Juan,
o más simplemente aún, un hombre y una mujer?
La mujer lleva con sencilla gracia
un vestido de tela verde
divorciada de sedas y joyas y pieles,
y él parece tan fuerte
como un deportista o un atleta.
Están alegres, y tal vez también ebrios,
porque ambos ríen, felices,
aislados en esa felicidad pequeña.
Como murmullos de un agua clara,
se les adivinan sonidos, desde detrás de los semblantes.
Se vé enseguida que son amantes.
La huella ligera de la carne,
todavía se mantiene sobre ella, disimulada,
como una luz que le cubriera
las porciones más tiernas de su cuerpo.
De atracción humana, inundados,
las manos se les juntan por encima de la mesa,
prisionero cada uno de los gestos del otro,
ríen y ríen, con un verdor difícil de olvidar.
Me encuentro mirándolos y pienso:
Dejadme nada mas estar cerca.
A la puerta de mis sienes sangre fría, afluye,
y envidio esos pequeños momentos de sol,
que alumbran a veces las vidas oscuras...
LA HORA-PICO
En el interior del bus van los hombres,
apretados, con un desconfiado mirar
o con soledad de perro abandonado.
Si los observas, verás cómo se recogen dentro de sus pobres vestidos,
y con los ojos en el vacío, o en la nuca del vecino esconden
su pobreza como una lepra.
El ruido del cafetín sórdido, el ladrido de una palabrota
aguzada por la rabia, el barro de la acera,
cierto olor a retrete y a sueño se confunden en el aire espeso,
un agrio relente humano, que se entreteje,
al vaivén de este huracán de chatarra,
mal asentado en sus cuatro ruedas.
Entre los bocinazos chillones de un tránsito, destructor como la guerra,
mientras el pánico de la hora-pico abre a codazos
los resignados rebaños de gente,
un niño duerme con la boca abierta,
una mujer mira por la ventana
con aquella ausente mirada mecánica...
Ante su frente cubierta de vidrio para no dejar colar el viento,
el suelo de la calle pasará una y otra vez,
aunque el mundo no tiene suelo.
Cosas e ideas espejean juntas,
en la plateada luz del neón aprestándose para la caída de la noche.
Al ritmo del bus, el ojo viaja casual sobre los titulares
del periódico de un hombre con el cercano rostro oscuro,
que está a mi lado como un enemigo.
No ve al vecino, no ve nada, con el cuello del saco levantado,
como los convalecientes o como los presos.
En el paradero un gupo se baja y se pierde,
en otra historia que ya no es la nuestra...
La puerta se abre y se cierra con un chirrido, en el que se mezclan,
los nuevos gritos, los nuevos olores, de los nuevos pasajeros.
Se pensaría en un naufragio, los vuelcos del navío,
que nos escoran y que nos acercan.
Sombríos, en plena marea,
con los pies magullados, la cabeza sonámbula,
rodamos hacia adelante,
mientras una barra de metal nos excaba la espalda.
Pringosos, húmedos, a causa del frío,
como los vencidos de una oscura batalla.
PALABRA
Ven palabra desnúdate
serás la amada de un hombre al que no le importa
si pareces fea o eres pobre.
Porque vosotras palabras
os parecéis como un desfile de mujeres hermosas
toscas o refinadas
podéis dar más unas que otras.
Pero tengo la debilidad de detestaros bien vestidas
la sola vista de vuestras lentejuelas de feria
me cansa de antemano
el corazón.
Sé que en cambio desnudas
pasáis con el secreto que nadie ha gustado
o que pocos comparten.
como alguna muchachita gris desmedrada
y sumamente silenciosa
con los zapatos llenos de barro
a la que una sola mirada a ella misma
la hace resplandecer
como envuelta en polvo de estrellas
y de mariposas apretadas...
PREGÓN
En mitad de la calle
cuando hace mucho calor
el hombrecito de las cometas
grita -sonrienteamargo- insignificante
La maga del tarot y el grandulón
llegan alegres
Un hombre y una mujer -desierto rojo-
el hombrecito de las cometas
grita -sonrienteamargo-
Tía Rosario que nunca se casó
esperando al buscador de tesoros
que le prometió traerle el oro para el anillo de bodas
parece que se sale del marco.
Es oscuro.
En los apartamentos iluminados como buques
se oye todavía el pregón, el pregón, el pregón.
Hoy a las 15:02 por cecilia gargantini
» 2020-11-05 A RICARDO SERNA
Hoy a las 14:17 por Pedro Casas Serra
» Felipe Sérvulo (1947-
Hoy a las 14:04 por Pedro Casas Serra
» Olga Orozco (1920-1999)
Hoy a las 13:46 por cecilia gargantini
» Pedro Serrano (1957-
Hoy a las 13:40 por Pedro Casas Serra
» Alejandro Simón Partal (1983-
Hoy a las 13:23 por Pedro Casas Serra
» Jaime Siles (1951-
Hoy a las 13:04 por Pedro Casas Serra
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Hoy a las 12:45 por Pedro Casas Serra
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Hoy a las 12:33 por Pedro Casas Serra
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Hoy a las 09:53 por Maria Lua