Aires de Libertad

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 05 Oct 2022, 03:42

    .


    Jon Juaristi (Bilbao, 6 de marzo de 1951) es un poeta, novelista, ensayista y traductor español en euskera y castellano. Actualmente, imparte docencia universitaria en la Universidad de Alcalá.

    Biografía

    Nacido en Bilbao, hijo de un empresario de clase media, es el mayor de siete hermanos en el seno de una familia nacionalista vasca. Estudió en el colegio San Nicolás de Bilbao donde se creó la primera ikastola en la década de 1950 y, tras el cambio de residencia por motivos de trabajo de su padre, estudió en Gaztelueta, el primer colegio del Opus Dei en Lejona (Vizcaya). A los once años comienza a estudiar euskera por iniciativa propia, ya que en su casa no se hablaba y con trece años se separa de su familia y empieza a vivir con sus abuelos paternos.

    A los dieciséis años se incorporó a una incipiente Euskadi Ta Askatasuna (ETA) por influencia de su primo, que formaba parte de un comando de ayuda a los liberados de la organización y tras leer el libro Vasconia: análisis dialéctico de una nacionalidad, de Federico Krutwig.​ Durante su militancia en ETA su acción más reseñable fue poner en contacto a ETA con los círculos neocarlistas enfrentados al régimen de Franco a causa de la expulsión del pretendiente Carlos Hugo de Borbón-Parma.

    Fichado por la policía, abandonó su ciudad natal para estudiar Filología Románica en Sevilla, regresando posteriormente a la Universidad de Deusto donde acabaría doctorándose. En Deusto fue expulsado en 1972 "por alborotador" siendo readmitido al año siguiente. En esa época pasó algunos periodos en la cárcel por "hechos leves", y fue condenado por el Tribunal de Orden Público.​

    Durante su época universitaria se integró en una escisión obrerista de ETA, denominada ETA-VI Asamblea,​ que en 1973 se dividió en dos sectores, uno de los cuales (los mayos) se fusionaría con la trotskista Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Jon Juaristi, que pertenecía al otro sector (los minos), en 1974 optó por abandonar la militancia en la extrema izquierda,​ renunciando casi por completo a la actividad política. Daría comienzo entonces su actividad profesional primero como profesor de ikastola y posteriormente, en 1977, como profesor de instituto.

    Ya en 1980, y desde posiciones ajenas al nacionalismo de su adolescencia, se afilió al Partido Comunista de Euskadi (PCE-EPK) en el momento en que estaba en pleno proceso de unificación con Euskadiko Ezkerra (EE), que daría lugar a un nuevo grupo socialdemócrata que rechazaba activamente la violencia. Lo abandonó en 1986, decepcionado al no pactar EE con el Partido Socialista de Euskadi (PSE) tras las elecciones autonómicas de 1986. En 1987 ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), según sus propias palabras, por "imperativos éticos", habiendo declarado en sus memorias que el hecho concreto que le llevó a afiliarse fue un gesto testimonial a causa del atentado de un grupúsculo abertzale, el colectivo Mendeku, contra la Casa del Pueblo del PSOE de Portugalete, en la que murieron abrasados dos militantes socialistas.

    Posee la Medalla al Mérito Constitucional y la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio. Actualmente reside en Alcobendas, Madrid.

    Evolución política

    Juaristi ha explicado a menudo su evolución política como un proceso paralelo al de otros componentes de su generación:

       "Mi evolución la pronostiqué en su día y es similar a la de otros muchos de mi generación. Gente que fue nacionalista por su tradición familiar, que estuvo en ETA en los años 60, en los 70 en la extrema izquierda, en los 80 fue socialdemócrata y, después, derivamos a un liberalismo convencional. Soy una persona conservadora, pero no de una derecha extrema, y no volveré a militar en ningún otro partido político. Contra eso ya estoy inmunizado".

    Su firme toma de postura frente al terrorismo y el apoyo a las víctimas de ETA le llevó a implicarse en la formación del Foro de Ermua en 1997, creado a raíz del secuestro y posterior asesinato del concejal del Partido Popular en Ermua Miguel Ángel Blanco. Según él mismo recuerda, desde esta época y tras los diferentes vaivenes políticos sufridos, no le quedaba "ni una gota de progresismo en el cuerpo". En la última década se ha autodefinido en diferentes entrevistas a medios de comunicación como un "nacionalista español". Desde finales de los ochenta y debido tanto a sus duras críticas al terrorismo vasco como a su apoyo al movimiento ¡Basta Ya! y el Foro de Ermua vivió amenazado por ETA. A finales de 1999, tras el anuncio de ETA de que daba por finalizado la tregua, y advertido de la seriedad de las amenazas en contra de él, decidió dejar su puesto en la Universidad y abandonar definitivamente el País Vasco. En el año 2002 fue uno de los 42 profesores de la UPV que firmaron un manifiesto denunciando que en esta actúa una «red mafiosa que apoya, justifica y explota el terrorismo en su propio beneficio, sin que su colaboración con ETA haya sido perseguida como se debe».​

    En sus numerosos artículos de prensa y ensayo ha criticado el etnicismo y la invención y manipulación de mitos que a su entender forma parte del discurso identitario nacionalista, en particular del nacionalismo vasco.

    Sus detractores le acusan de volubilidad en sus posicionamientos políticos, de fragilidad en sus compromisos y de un cierto mesianismo ético-político. También se han atribuido errores a sus relatos históricos.​ Sus defensores alaban su erudición, su compromiso moral y su rigor intelectual.

    Manifiesta hablar seis idiomas y leer algunos más. En la última década, convertido al judaísmo, dedica una parte de sus artículos a la crítica de la judeofobia (en la que incluye el antisionismo) y a la defensa del derecho a la existencia del Estado de Israel.

    Desde el 22 de marzo de 2006 forma parte del Patronato de Honor de la Fundación DENAES,​ fundación vinculada al partido Vox, que tiene por objeto la pretensión de recuperar e impulsar desde la sociedad civil el conocimiento y la reivindicación de la Nación española desde planteamientos ultraderechistas.

    Trayectoria académica y laboral

    Juaristi ocupó la cátedra de Filología Española en la Universidad del País Vasco, la Rey Juan Carlos I en la New York University, y ha sido profesor titular de la Cátedra de Pensamiento Contemporáneo de la Fundación Cañada Blanch en la Universidad de Valencia. También ha trabajado como docente e investigador en Austin (Estados Unidos) y en el Colegio de México en 1985 y 1986. Dirigió la Biblioteca Nacional de España (1999-2001), cargo que abandonó para dirigir el Instituto Cervantes (2001-2004) hasta su relevo, tras el triunfo socialista del 14 de marzo de 2004.

    Desde 2005, es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alcalá de Henares. El 8 de enero de 2009 fue nombrado director general de Universidades e Investigación de la Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma de Madrid,​ cargo del que fue cesado el 1 de agosto de 2013, por un acuerdo del Consejo de Gobierno de dicha comunidad autónoma,​ finalizando así una etapa de cuatro años y medio, al mismo tiempo que pasó el relevo a Rocío Albert.​

    La labor de investigación de Jon Juaristi abarca diversos campos: formación histórica de las identidades colectivas, historia literaria, literatura de tradición oral, etc.

    Obra literaria

    Poesía

    Jon Juaristi fue miembro del grupo literario de vanguardia Pott (1977-1980) junto a Bernardo Atxaga, Joseba Sarrionandia, Ruper Ordorika y otros escritores.​ Su lírica está influida por la obra del poeta euskérico y gran amigo Gabriel Aresti y la de los escritores vascos en castellano Miguel de Unamuno y Blas de Otero, así como por la ironía del poeta y ensayista anglonorteamericano Wystan H. Auden.

    Cultiva un deliberado prosaísmo culturalista dentro de la llamada poesía de la experiencia o Nueva sentimentalidad, corriente en la que figura como uno de sus miembros más individualistas. Evoca con frecuencia la época del Bilbao de su infancia y juventud, y el tono de sus poemas resulta desencantado, amargo, urbano e inteligente. Formalmente, recurre a la intertextualidad, la ironía, el prosaísmo de un léxico cotidianísimo y los juegos de palabras (paronomasias, calambures). Alterna el estrofismo clásico con el verso blanco o libre, buscando siempre una enunciación quebrada y conversacional.

    (Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Jon_Juaristi )


    *


    Algunos poemas de Jon Juaristi:



    De Suma de varia intención, 1987:


    POÉTICA BAJO MÍNIMOS

    A Bernardo Atxaga

    Todo poema nace de un arrebato, dices.
    Pero un poema que sólo de un arrebato nazca
    será siempre un mal poema. Como éste.

    Un buen poema debe contener
    al menos una idea indemne.
    No sombras, ni proyectos ni carcasas de ideas.
    Alumbrar una idea no es tarea
    encomendable al mero sentimiento.

    El resto es poca cosa:
    la exultación o la melancolía,
    la pericia, el azar,
    e incluso las discretas añagazas
    que nos atraen la benevolencia del Censor.




    RULETA RUSA

    A Germán Yanke

    Una tarde inverniza se encorvaba
    sobre las falsas ruinas
    de aquel rincón del parque del colegio,
    detrás del cobertizo de Artes Plásticas.

    El hijo del altísimo
    jerarca falangista Menzadona
    puso el coñac y el arma.

    La época agonizaba, con su estilo
    demasiado rotundo:
    puestas de largo en el Marítimo,
    hockey, regatas, tenis,
    fiestas de fin de curso con madrinas
    (y batallas de flores),
    campamentos del Opus,
    chóferes de uniforme azul marino,
    prestigiosa onomástica (Cristina,
    Verónica, Natalia,
    Gonzaga, Álvaro, Diego),
    títulos pontificios
    y partidos de cricket en el green.

    Al oírse el disparo
    corrimos todos a la desbandada,
    corzos desparramados
    sobre un tapiz de asunto cinegético.

    No fue el azar tan cruel con Ibarreche:
    era el más débil de nosotros. No
    habría remontado
    los malos tiempos que se avecinaban.



    SPOON RIVER, EUSKADI

    ¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes,
    y por qué hemos matado tan estúpidamente?
    Nuestros padres mintieron: eso es todo.




    De Arte de marear, 1988



    PALINODIA

    A Martín

    No te roce siquiera la piedad
    si, al hojear el álbum de guardas desvaídas,
    un colegial de floja cazadora,
    cuyos ojos presagian el alcohol
    de los años inhóspitos que estaban al acecho,
    te mira desde el fondo del retrato
    como si nunca hubiese roto un plato.

    Te engañarás si tomas por finura de espíritu
    tal expresión, pues nada había de eso.
    Yo lo conocí bien. Poseía tan sólo
    una rara panoplia de estrategias mezquinas
    para salvar el tipo. Pensaba el muy estúpido
    que la de la inocencia
    no era mala apariencia.

    Pero la prematura rigidez pasa pronto
    y además no amortiza el esfuerzo invertido.
    Los réditos que rinde son paja dada al viento.
    Vas listo si pretendes sacarle otro provecho
    que la fama de santo (lo que no es para tanto).
    Escapó como pudo, abriendo una tronera,
    hacia donde sentía bullir la primavera.

    Y, para su desgracia, se dio cuenta a deshora
    de que algunos aromas le sentaban fatal
    (sobre todo, el de ciertas florecillas del mal).
    Anduvo dando tumbos de jardín en jardín,
    reprimiendo la náusea, hasta que un día, al fin,
    no tuvo más remedio, dada su edad ya crítica,
    que meterse en política.

    Pero tampoco en ésta le lució mucho el pelo,
    pues arreglar el mundo no es tarea al alcance
    de quien tiene su casa en permanente ruina.
    Pure perte, sa vie. No guardaría ni
    un rescoldo de amor de aquellos tiempos
    de ilusiones y dulce desvarío.
    No te roce siquiera la piedad, hijo mío.



    EN TORNO AL  CASTICISMO

    A Fanny Rubio, que me desaconsejó
    escribir en la lengua del Imperio.


    Uno quiere a su lengua porque es materia y útil
    del oficio escogido, pero no, quede claro,
    por su más que dudosa belleza. Nunca he sido
    amigo de postrarme ante sus diccionarios.

    Cabreros y ladrones, no monjes cluniacences,
    forjaron sus palabras sin brillo ni eufonía:
    ¿qué cabía esperar de un hato miserable,
    quemado por los soles, comido por la tiña?

    Jamás tuve por cierto aquello del espíritu,
    del genio de los pueblos. Si escribo en español,
    no es por Volkgeist alguno que en el albor de España
    fluyera entre las barbas del Cid Campeador.

    Aunque Rodrigo Díaz de Vivar debía
    flablar un castellano más recio que una aldaba:
    oíanlo los moros al pie de la alcazaba
    y no les alcanzaba al cuerpo la chilaba.

    Con todo, no era el pobre un pozo de elocuencia.
    Al paso de los siglos, afortunadamente,
    nos fuimos refinando, pero la poesía,
    de sobra está decirlo, no ha sido nuestro fuerte.

    No obstante, hay excepciones. Catad: el Arcipreste,
    Manrique, Garcilaso... Quevedo no era manco.
    Incluso entre los vascos tuvimos una de ellas
    (pero eso antes de Franco).

    Detesto sobre todo a la canalla rancia
    que hace de esta cuestión cuestión de patriotismo:
    nuestro maestro en estro, Jaume el Conqueridor,
    es catalán, inglés y un poco filipino.

    En cuanto a mí, la tribu de que procedo, dicen,
    moraba ya en los flancos del alto Pirineo
    allá cuando Caín sembraba cañamones,
    y yo, que me lo creo,

    no voy a mendigaros un psitio junto fuego
    ni un plato de lentejas. A ver quién se aventura,
    hermanos amadísimos, a negarme el derecho
    de primogenitura.

    Y si de vez en cuando perpetro un vizcainismo,
    que a nadie se le ocurra venir a darme vaya,
    y menos a vosotros, pecheros del idioma,
    que soy hidalgo viejo, del Fuero de Vizcaya.




    De Los paisajes domésticos, 1992:


    INTENTO FORMULAR
    MI EXPERIENCIA DE LA POESÍA CIVIL

    “¡Oh, Capitán, mi Capitán, Dios mío!
    ¡A por ellos, que son de regadío!”

    WALT WHITMAN Y RAMÓN CABRERA

    Según algún amigo sevillano,
    cerró hace un siglo aquella librería
    de Sierpes, donde un día
    compré su Colección particular.

    Mediaba un largo y tórrido verano,
    pero yo celebré la Epifanía.
    Dieciocho años tenía
    y empezaba a sufrir el malestar

    de la vida incurable, a la que en vano
    descubrir un sentido perseguía.
    Ya sabéis, la acedía
    de quien se cree fuera de lugar,

    o demasiado tarde, o muy temprano,
    o solo, o con la inmensa mayoría.
    Hoy lo definiría
    como cierta tendencia a exagerar.

    Pero os hablo de un tiempo muy lejano:
    es difícil decir lo que sentía.
    Desde esa lejanía
    lejos andaba yo de imaginar

    los trucos del demonio meridiano,
    las mil formas que adopta la ordalía
    de la melancolía
    cuando se tiene mucho que olvidar.

    Sospecho que al fingir fungir de anciano
    propiciar de algún modo pretendía
    la esquiva poesía
    que tanto se me hacía de rogar.

    El síndrome de Prufrock –un malsano
    sentimiento de ocaso y agonía–
    el mundo me teñía
    de un fastuoso color crepuscular.

    Quería ser llorando un hortelano
    y devolver verdor y lozanía
    a la tierra baldía
    de este áspero muñón peninsular.

    Un campo amortajado, un monte cano,
    un calvero de polvo y cobardía,
    así me parecía
    nuestro amable parnaso familiar.

    Árido surco, el verso castellano
    arañaba tenaz. Florecería
    o no florecería,
    pero qué se perdía con probar.

    Vuelvo al punto en que salgo, libro en mano,
    de la tienda de Sierpes. Descendía
    el sol. Atardecía,
    y me empujó la tarde a cierto bar.

    Reclinado ante un fino jerezano,
    abrí al azar la adusta antología.
    Leía y releía,
    y nunca me cansaba de admirar

    tanto verso vestido de paisano
    con elegancia atroz, y la osadía
    de la cacofonía.
    Acaso era el momento de pensar

    que el hecho de estar vivo y ser humano
    exige al burguesito en rebeldía
    un grano de ironía:
    no es cierto que por mucho madrugar

    amanezca la huerta en el secano.
    La experiencia es cosecha muy tardía
    y, amén, la artesanía
    de hacer versos, un juego malabar.

    De aquel deslumbramiento soberano
    gracias al cual barrí la porquería
    que entonces escribía,
    os quiero la memoria dedicar:

    Abelardo, Felipe, Abel (mi hermano),
    Antonio, Carlos, Pere, Luis García
    Montero y compañía,
    Luis Alberto, Juanito Lamillar,

    Fernando Ortiz, Francisco Bejarano,
    Álex Susana y Álvaro García,
    Jesús, José María,
    Paco Castaño y paro de contar.

    Aquí acaba el corrido de Emiliano
    Zapata y de su fiel infantería.
    Me voy, canalla mía,
    en un buque de guerra (si por mar).



    SATIRA PRIMERA (A RUFO)

    Te has decidido, Rufo, a probar suerte
    en un certamen de provincias donde
    ejerzo casualmente de jurado,
    y encuentro razonable que me llames
    al cabo de diez años de silencio
    preguntando qué pasa con mi cátedra,
    qué fue de aquella chica pelirroja
    con quien ligué el ochenta en Jarandilla,
    cómo siguen mis viejos, si padezco
    todavía del hígado y si he visto
    a la alegre cuadrilla del Pecé.
    Pues bien, ya que deseas que te cuente
    de mí y mi circunstancia, has de saber
    que un punto de Alcalá me la birló,
    en Jodellanos gran especialista,
    a quien pago el café cada mañana
    y sustituyo volontiers los días
    en que marcha a simposios en San Diego,
    en Atlanta, Florencia o Zaragoza.
    Se casó con Gonzalo. El hijo de ambos
    va al colegio del mío, pero en vano
    acudo a todas las convocatorias,
    reuniones, funciones navideñas.
    La pícara me elude, y yo departo
    interminablemente sobre fútbol
    con el cretino del marido, mientras
    asesinan los críos una sórdida
    versión del Cascanueces. Bien conoces
    al pelma de Gonzalo. Creo, incluso,
    que fuiste tú quien se lo presentó.
    No pruebo ni una gota últimamente,
    después de la biopsia. Te confieso
    que añoro aquellos mares de vermú,
    aunque el agua es sanísima. Vicente,
    antiguo responsable de mi célula,
    es viceconsejero de Comercio
    por el Partido Popular, y claro,
    se mueve en otros medios. Otra gente
    parece preferir ahora Vicente.
    Mis padres van tirando. Cree, Rufo,
    que nada tengo contra ti. Al contrario,
    te recuerdo con franca simpatía.
    Sobradas pruebas de amistad me diste
    en el tiempo feliz de nuestra infancia.
    Es cierto que arruinaste mi mecano,
    que me rompiste el cambio de la bici,
    que le contaste a mi primera novia
    lo mío con tu prima la Piesplanos.
    Eras algo indiscreto, pero todos
    tenemos unos cuantos defectillos.
    Veré qué puedo hacer. No te prometo
    nada. Somos catorce y, para colmo,
    corre el rumor de que Juan Luis Panero.



    ELEGÍAS A CIEGAS

    A Javier Egea, que me regaló una rima.

    Las dos hermanas ciegas de tu abuelo,
    Pepita juntamente y Victoriana,
    a contraluz las ves, sombras chinescas
    entre el biombo de seda y la ventana.

    Huye el año sesenta.
    Del parque llega un frío alborotar de pájaros.
    Envueltas en sus chales oscuros, estas damas
    nonagenarias rezan el último rosario.

    No saben que la noche venidera
    les depara una suave, dulcísima agonía.
    Caerán como dos rosas tronchadas, desde el sueño
    hasta el delantal cándido de la Virgen María.

    La tía Victoriana, afligido galápago
    que se arrastraba apenas por los hondos pasillos
    de la casa de Aguirre, será un serafín de alas
    veloces por las sendas de luz del Paraíso.

    Y la tía Pepita, que daba besos húmedos
    y te contaba historias del asedio carlista,
    sentirá una caricia de Jesús en los párpados,
    y al entreabrirlos luego lo tendrá ante la vista.

    Pero aún sólo atardece.
    Reclinada en la mano infantil la cabeza,
    persigues soñoliento el paso de las horas
    en el reloj de cuco, molino de tristeza.

    Imaginas acaso un Bilbao fin de siglo
    y en el balcón las pobres señoritas Juaristi
    esparciendo puñados de pétalos a tientas
    sobre la procesión del Corpus Christi.

    No las turba la pompa de las capas pluviales
    ni la custodia de oro donde tiembla el viril,
    ni el patio recamado ni la guardia de gala
    de don Antón Pirala, gobernador civil.

    Nadie repara en ellas.
    En su vasta tiniebla no oirán requiebro alguno.
    Tal vez, enternecido, un beso les envíe
    su amigo de la infancia, don Miguel de Unamuno.

    Su memoria volátil habría dado en nada
    si tú, al poner tus parcos recuerdos en abismo,
    no hubieses decidido guardarla para siempre
    en un poema hinchado de falso modernismo.

    SOlo un pretexto impuro para un tosco retruécano
    en el verso final, pues, aunque tú lo niegas,
    como las infelices hermanas de tu abuelo,
    entonces (y ahora y siempre) elegías a ciegas.

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    Jon Juaristi (1951- Empty Re: Jon Juaristi (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 05 Oct 2022, 07:26

    .





    De Tiempo desapacible, 1996:


    AGRADECIDAS SEÑAS

    A Luis García Montero

    No tengo casa propia
    ni coche. Vivo solo
    y mi cuenta corriente
    está en números rojos.

    Habito un ventisquero,
    un frío promontorio
    batido por las turbias
    galernas del otoño.

    Pasé la cuarentena,
    doblé mi Cabo de Hornos,
    perdí todos los mástiles
    del alma en los escollos.

    He vivido en países
    no demasiado exóticos,
    pero del triste mundo
    sé más que los geógrafos.

    Nací bajo Saturno,
    nocturno dios del plomo.
    El mío ha sido un tiempo
    tirando a tormentoso.

    Mi juventud distraje
    con juegos peligrosos.
    Sigo siendo de izquierdas,
    aunque se note poco.

    No recuerdo las veces
    que resbalé hasta el fondo
    por el derrumbadero
    de los buenos propósitos

    ni quiero dar noticia
    de lances más gloriosos:
    volver atrás la vista
    me pone melancólico.

    Vaya solo un consejo
    para los paranoicos:
    la amnesia, si oportuna,
    aleja el mal de ojo.

    Tocando a la memoria,
    mejor pecar de sobrio:
    mi infancia son recuerdos
    de algún parque zoológico

    y púberes deslices
    de vate vanidoso
    y megalomanía
    en pantalones cortos.

    Recelo hoy de los trucos
    de los poetas mozos,
    y a distinguir me paro
    las voces de los bozos.

    Amo a mi pueblo vasco,
    un pueblo noble y tosco
    metido en un atasco
    que firmaría el Bosco.

    Le dejaré en herencia
    mis huesos y mis polvos
    y cuatro o cinco libros
    de versos rencorosos.

    Y si la poesía
    me ha dado casi todo
    (o sea, el buen puñado
    de amigos que atesoro),

    reñir y enamorarme
    son artes que conozco
    mejor que la poesía.
    Juzgad ahora vosotros.



    MCMLIV

    Jugué de niño en esta Plaza Nueva.
    Correteé feliz entre sus arcos.
    Más de tres veces tropecé en sus piedras.
    En medio había un quiosco rodeado
    De trinitarias púrpura,
    palmeras de congoja crecían en los ángulos.

    Madre,
    guárdame de la vida,
    en tu chal escocés de lana escóndeme,
    líbrame del amor,
    dame la mano
    (por el brocal de la memoria afloran
    cenagosos fragmentos del pasado).

    Avanza un lento Oldsmobile por las rúas
    de la dulce Bilbao,
    bajo el sol del invierno aterecida:
    ciudad que he amado con el alma rota
    por el rencor y sus devastaciones,
    desde la fría claridad del miedo,
    con una tierna y bárbara amargura.
    Acaso soy el niño que va dentro,
    en la parte de atrás, acurrucado
    sobre el regazo de la pasajera,
    mi joven madre de veintiocho años.

    Su voz me entrega al mundo
    de los eventos consuetudinarios:
    hoteles, estaciones, almacenes,
    las rodelas de arenques y los sacos
    llenos de harina de maíz, de nueces,
    y, aunque esté mal decirlo, de garbanzos;
    por las húmedas ramblas,
    los tranvías que pasan muy despacio,
    el Arenal sombrío,
    los muelles y las grúas y los barcos;
    tiendas que huelen a café y a aceite,
    la aguja de la torre de Santiago,
    las mujeres que salen de la iglesia
    con velos negros y devocionarios;
    en el cielo, metálicas gaviotas,
    y allá, sobre los montes aún nevados,
    las primeras estrellas.

    Hombres en bicicleta van cruzando
    el puente, de regreso hacia la noche,
    y entonces no pensé que fueran tantos
    los que la noche al fin se cobraría.

    La noche:
    la noche hecha a medida del espanto,
    la larga noche con el tiempo a solas,
    la noche que te espera a ti también,
    a ti, pequeño Juan,
    el solitario.



    COMENTARIO DE TEXTO

    A Agustín Arquer

    En la tarde de enero,
    el aula a media entrada,
    mientras la lluvia roe
    el frágil pavimento
    del campus, en voz alta
    más alta por la falta
    de auditorio, declamas
    poemas de Aire Nuestro.

    ¿Qué les dirás después a estas frentes estólidas,
    flor de fin de milenio,
    que por algún milagro han consentido
    en venir hoy a clase o que, sencillamente,
    permanecen aquí desde hace una semana
    para evitar mojarse o porque nada
    mejor tienen que hacer hasta el año que viene?
    ¿Apreciarán la tersa palabra, el verso claro,
    conciso, exacto, austero, el lenguaje hecho médula,
    la precisión soberbia con que plasmó la vida
    en secos fogonazos?
    .................................De otra tarde te acuerdas:
    Clamor, leído en grupo a la orilla del Cares,
    y de aquel profesor de tu bachillerato
    —Agustín— que decía: «Así está bien. Dejadlo
    como está». Ya ha pasado más de un cuarto de siglo.

    Déjalo como está. Que el bedel vespertino
    te libre del delirio de intentar lo imposible.
    El poema despliega su propio comentario,
    y lo demás es ruido:
    «Aprender, enseñar, lecciones, aulas».




    De Vientos sobre las lóbregas colinas, 2008:


    ADIÓS, MUCHACHOS

    Compañeros de mi vida,
    solidarios compañeros,
    me ha tocado entre vosotros
    hacer de Gerardo Diego,
    pues parece que no hay otro
    más gitano, más torero
    ni más valiente que yo,
    puestos a buscar un lerdo.
    Compañeritos del alma,
    ¿qué hice para así ofenderos?
    No invadí Mesopotamia,
    ni acompañé al río Duero,
    ni canté al ciprés de Silos
    (¿Silos? Si lo sé, no vengo).
    Compañeros del Metal,
    sindicalistas del verso,
    camaradas comisarios
    del Ejército del Pueblo,
    figurantes, tramoyistas,
    de Así se templó el acero,
    cohortes republicanas
    que ya vais peinando nietos,
    ¿para cuándo el gran asalto
    a los palacios de invierno?
    ¡Ay, compañeritos míos
    de otras timbas y otros tiempos!
    ¡Ay, si mi pluma valiera
    vuestro carnaval perpetuo!
    Guillenes, lorcas cernudas,
    lorcas de atar corto (y cierro),
    lorcas salinas de madre,
    barracos y residencios,
    domechinas verdes chopos
    y emilios prados amenos,
    albertis y gilabertis,
    grándolos villamorenos,
    bergamines bergamotas,
    mórbidos pepinos bellos,
    marujas marujamallos,
    marujones marujeros,
    arconadas encarnadas,
    césar o nada vallejos,
    ignaciosanchezmejías,
    garfias y garfios retuertos,
    rosales rosachaceles,
    nerudas de medio pelo,
    dámasos en demasía,
    aleixandres inconcretos,
    miguelitos miguelitas
    de orihuelas orihuelos,
    mariateresaleonas,
    zambranos y jarameños
    con dos banderillas puestas,
    las dos de jamón y queso,
    sobre un morado crepúsculo
    que pintó Gregorio Prieto;
    buñueles de bacalao
    y buñuelitas de viento,
    esperanza altolaguirre
    de los pobres jornaleros
    y buró surrealista
    de la checa de Fomento,
    acusicas y acusones,
    ¿de qué me acusáis, por cierto,
    y ante qué madre priora
    o ante qué padre prefecto?
    No bombardeé Bagdad
    ni acompañé al río Duero,
    ni canté al ciprés de Silos
    ni al ciprés de Paracuellos,
    ni a la torre, asaz vetusta,
    de la catedral de Oviedo.
    ¿Por qué me habéis proclamado
    vuestro facha predilecto?
    No es que me ofenda: me extraña,
    pues nadie me avisó a tiempo
    de que debía alistarme
    en el Quinto Regimiento,
    y estremecido percibo,
    bajo vuestro pataleo,
    la música del patriótico
    Himno de Falta de Riego.
    O sea, que adiós, muchachos
    y muchachas, compañeros,
    compañeras de mi vida,
    viudas de Indalencio Prieto,
    viudos de Manuel Azaña,
    huérfanos de don Niceto,
    los del catorce de abril,
    los del pendón comunero,
    de la fragata Numancia
    y del burrito Platero,
    que jamás pisé Basora
    ni acompañé al río Duero,
    ni estuve dentro ni fuera
    del Alcázar de Toledo.
    Adiós, adiós, manojitos
    y manojitas de nervios;
    adiós con el corazón,
    que con el alma os espero
    donde ya nada se espera,
    donde se recobra el seso,
    Callejón de Salsipuedes,
    última estación del Metro.



    CANCIÓN

    A José Jiménez Lozano

    Hacia los pinares de la sierra oscura
    la tarde me lleva,
    por entre los panes que junio madura.

    Tierras del Esgueva,
    campos de silencio donde el sol se pierde,
    dadme una luz nueva
    para cuando el alma dormida recuerde,
    entre los pinares,
    lejos ya, muy lejos del camino verde.

    Y también canciones, traedme canciones,
    no sea que encone la sombra tardía
    los agrios pesares

    y reviente el alma de melancolía
    entre los pinares de mi noche en vela,
    lejos ya muy lejos de allí donde ardía
    la pobre candela.




    De Renta antigua, 2012:


    ENTRE CANES ENTRECANOS

    Tan propensos a la autoindulgencia,
    sus orígenes tergiversando,
    cifran su excelencia
    en haberse cambiado de bando.
    Pero yo no olvido las humillaciones
    ni consiento que me den lecciones.

    Porque los conozco de mis mocedades
    y he sufrido de su altanería
    las iniquidades,
    prodigadas con alevosía
    y siempre con saña de necios cabreros
    sobre las cervices de sus compañeros.

    Que ya no se acuerden me deja perplejo,
    y aunque nunca exijo el ojo por ojo
    y apenas me quejo
    de que me vejaran por hijo de rojo,
    me molesta su afán de hacer listas
    como las que hacían sus padres franquistas.

    Porque los conozco, aunque no se acuerden,
    y los he sufrido con santa paciencia,
    y ladran y muerden,
    como acostumbraban bajo su Excelencia,
    no tolero que me den lecciones
    con su altanería de necios cabreros.


    JON JUARISTI, Cantar del destierro, Renacimiento, 2021


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    Jon Juaristi (1951- Empty Re: Jon Juaristi (1951-

    Mensaje por cecilia gargantini Vie 21 Oct 2022, 15:56

    Siempre que me queda un tiempito, sabés que me encanta ver los autores nuevos que presentás.

    Este poema daría lugar a un extenso debate, no? Muy interesante.

    Todo poema nace de un arrebato, dices.
    Pero un poema que sólo de un arrebato nazca
    será siempre un mal poema. Como éste.

    Un buen poema debe contener
    al menos una idea indemne.
    No sombras, ni proyectos ni carcasas de ideas.
    Alumbrar una idea no es tarea
    encomendable al mero sentimiento.

    El resto es poca cosa:
    la exultación o la melancolía,
    la pericia, el azar,
    e incluso las discretas añagazas
    que nos atraen la benevolencia del Censor.

    Besosssssssssss Pedro y gracias
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    Jon Juaristi (1951- Empty Re: Jon Juaristi (1951-

    Mensaje por Amalia Lateano Vie 21 Oct 2022, 20:44

    Me he pasado las horas leyendo, y volviendo a leer...

    Muy grata por cierto ha sido este suceso.

    Volveré. Encuentro un tíítulo y el primer verso similar
    a una letra de tango...de Carlos Gardel.

    No dudo. Nadie es dueño de la palabras... Borges nos habla de la memoria no fiable...

    Escribió: 'Leí ...y lo olvidé. Sin sospecharlo, obré del modo más sagaz; el olvido bien puede ser una forma profunda de la memoria'

    Muchas gracias.
    Un beso
    Amalia

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    Jon Juaristi (1951- Empty Re: Jon Juaristi (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 22 Oct 2022, 03:47

    Cecilia, gracias por tu interés. Creo que Juaristi quiere decir que el sentimiento no basta para escribir poesía, que el sentimiento provoca la creatividad y la inteligencia la conduce.

    Amalia, agradezco tu interés. La poesía se nutre de la experiencia, y entre poetas la experiencia literaria cuenta mucho, de ahí que la intertextualidad en sus versos sea frecuente, por eso un verso puede recordarte otro, o una canción, o una película... en una cadena interminable. Interesante Borges siempre: en el cajón del olvido la memoria guarda muchos recuerdos del que algún día los puede sacar.

    Un abrazo.
    Pedro


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