OVIDIO NASON (43 a.C.-19 d.C.). Roma Clásica

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XII. CONT.

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MEDEA Á JASÓN.

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Ni con ver esta fiesta imaginaba
Que haber pudiese crimen tan infando,
Mas en mi pecho un miedo oculto estaba»

Ya la gente plebeya iba pasando,
En cuyos labios Himeneo resuena,
El nombre de Himeneo frecuentando.

Y cuanto más propincua esta voz suena,.
Tanto mis sobresaltos más crecían,
Y tanto era mayor mi acerba pena.

Lloraban todos cuantos me servían,
Y por no me decir el caso fiero
Sus lágrimas y llanto me encubrían.

¿Qué pecho tan osado, tan entero
Hubiera entre mis siervos, que quisiese
De nueva tan atroz ser mensajero?

Mejor me era ignorar qué cosa fuese;
Pero estaba mi pecho tan turbado
Como si viera el mar que me viniese.

Mi menor hijo entonces, que enviado
A ver aquellas fiestas había sido,
Entró por el zaguán alborotado.

El umbral de la cuadra no ha podido
Subir, y desde allí me dijo: «Madre,
Salga; verá lo que mujer no vido.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XII. CONT.

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MEDEA Á JASÓN.

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»Sa!ga, verá la pompa de mi padre
Jasón, y los caballos de su carro
Cubiertos de oro, porque más le cuadre.»

Oyendo al niño, con furor desgarro
Mis ricas y preciosas vestiduras,
Y rompo el pecho candido y bizarro.

Ni mis mejillas libres ni seguras
Quedaron del rigor crudo y sanguino
De estas mis uñas ágiles y duras.

Animo tuve, espíritu me vino
De abrir con el valor de mi persona
Por entre tanta multitud camino,

Y llegando á tu asiento, la corona
De flores derribar de la cabeza
De aquella que me ofende y me baldona.

No sé quién me estorbó que en breve pieza,
Suelto el cabello, al carro me acercara
Como furiosa que á bramar empieza,

Y echándote mis brazos voceara:
«Este es mi esposo, dadme á mi marido;»
Pero ni me atreví, ni aprovechara.

Alégrate de hoy más, padre ofendido;
Reino de Coicos, muéstrate ya ufano,
Tú que de mí desamparado has sido.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XII. CONT.

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MEDEA Á JASÓN.

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Inmortal sombra de mi muerto hermano,
Recibe la venganza que te es dada,
A ruego tuyo, de mi propia mano.

Hallóme de mi reino desterrada,
Huérfana de mi padre poderoso,
Y de mi hermano y casa despojada.

Y agora pierdo ¡oh hado riguroso!
A mi marido, en quien me daba el hado
Hermano, reino, casa, padre, esposo.

Yo, que pude domar con mi mandada
Monstruos, dragones, toros y serpientes,
Domar no pude un hombre apasionado.

Yo, que al fuego de amor en otras gentes
Remedios di, con toda mi potencia
No remedio mis llamas vehementes.

El encanto, las yerbas y la ciencia?
Toda virtud y fuerza de conjuro
Me dan de mano en esta mi dolencia.

No me vale invocar del reino escuro
La Diosa ni la víctima admirable
Que dedicar á Hécate procuro.

La luz del día no me es agradable;
Las noches velo, sin que sus despojos
Recreen mi pecho y vista miserable*

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XII. CONT.

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MEDEA Á JASÓN.

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Antes de padecer estos enojos,
A un dragón pude adormecer, y agora
No puedo adormecer mis tristes ojos.

Más útil es mi ciencia engañadora
A todos, pues á nadie se la niego,
Que á mí, que de ella he sido la inventora.

Y aquellos miembros que libré del fuego,.
Una ramera los abraza ufana
Y los goza con gusto y con sosiego.

Ella coge la fruta no temprana
De aquel jardín que á fuegos y culebras.
Pudo quitar mi industria soberana.

Y por ventura, mientras la requiebras
Y le dices palabras deleitables
Por enredarte en sus doradas hebras.

Defectos, culpas, faltas detestables
Finges en mis costumbres y belleza,
De que ella gusta, siéndole agradables.

Ríase, y esté alegre en mi vileza;
Ríase, y esté en grana recostada;
Tenga sublime trono y suma alteza*

Tiempo vendrá que llore, y abrasada
Será del fuego en que ardo, ella testigo,
Y aun vencerá á mi ardor siendo quemada.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XII. CONT.

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MEDEA Á JASÓN.

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Cuando el hierro y el fuego que aquí digo
Y el veneno llegare de Medea,
No ha de quedar contrario sin castigo.

Pero si se enternece v se recrea
Aquese corazón de acero hecho
Con las plegarias justas de esta rea,

Escucha por mi amor y tu provecho
Los ruegos y palabras de una triste,
Harto menores que mi altivo pecho.

Vesme aquí humilde como un tiempo fuiste:
Vesme te ruego como me rogaste;
Lo mesmo pido aquí que me pediste.

Y si de todo punto me olvidaste,
Si te soy vil, infame y asquerosa,
Ten piedad de los hijos que engendraste*

;Qué cruda, qué intratable, qué rabiosa
Su madrastra ha de ser á mis infantes!
Mas no permita Júpiter tal cosa.

Son mis niños á tí muy semejantes,
Y viéndote á tí en ellos se enternece
Esta alma, que no es hecha de diamantes.

Cada vez que los miro, me parece
Tu rostro miro, y por memorias tales
Con lágrimas mi rostro se humedece.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XII. CONT.

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MEDEA Á JASÓN.

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Por los Dioses te ruego celestiales,
Por la radiante llama de mi abuelo
Que da su lumbre á todos los mortales,

Por cuanto mereció mi justo celo,
Por nuestros hijos prenda de la vida
Que en este tu desdén me dan consuelo,

Que te vuelvas á mí; restituida
Tu fe me vuelve; á cuya causa -ay loca!
Dejé mi imperio y patria tan querida.

Tu fe me vuelve si mi amor te toca,
Fe que ponga firmeza en tus palabras,
Fe que te vuelva firme como roca.

Aunque el alma y honor me descalabras,
No pido que por toros atrevido,
Ni por serpientes los caminos abras.

Lo que pido es á tí, solo á tí pido;
A tí, pues te me diste por esposo,
A tí, pues sola yo te he merecido.

A tí, de quien el fruto venturoso
Tengo de dos infantes, siendo hecha
Madre por quien me es falso y alevoso.

Mas si tanta humildad no me aprovecha,
Y la dote pidieres que te he dado,
Ya tu sed de oro tengo satisfecha.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XII. CONT.

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MEDEA Á JASÓN.

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Allí la di en el campo de contado,
Que romper con la reja te convino,
Para ganar la piel que has conquistado.

Es mi dote el hermoso Vellocino
De oro, que es tal, que cuando le pidiese,
No me le volverías de mezquino.

Tu vida que guardé no pereciese;
La salud de tus Griegos es mi dote:
¿Qué pude darte yo que no te diese?

Traidor, cruel, y de mi honor azote,
Ve agora, el reino coge, el oro aplica
De Sísifo, anda, ve, no me alborote.

Lo que vives, la esposa nueva y rica,
El rico suegro y todo aquello cuanto
De ingratitud tu pecho multiplica,

Es mío.,,. ¿Por qué espero y sufro tanto?
Yo les haré... Mas ¿de qué sirve agora
Anunciarles su pena y su quebranto?

Este rencor que en mis entrañas mora,
Brota amenazas fieras, infernales;
Yo seguiré esta furia vengadora.

En vosotros haré castigos tales;
Que me pese y del hecho me arrepienta;
Contempla, pues, despacio en estos males.-

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XII. CONT.

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MEDEA Á JASÓN.

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También me ha de pesar en esta afrenta
De haber dado favor á quien me ofende,
A un falso esposo que mi daño intenta.

Aquel airado Dios que así me enciende
Y abrasa el corazón, me sea testigo
De esto, que la alma airada comprehende.

La cual está rumiando allá consigo
No sé qué grande máquina de mengua,
No sé qué traza ó modo de castigo
Que no puede explicarse con la lengua.

FIN DE LA EPÍSTOLA XII

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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ARGUMENTO
DE LA EPÍSTOLA DÉCIMATERCIA,

Cuando los Griegos ordenaron el ir á cercar á
Troya, Protesilao, varón magnánimo, fué* hecho
de Agamenón capitán de cuarenta navios; y estando
toda la armada detenida en Aulide, puerto
de Beocia, por ser el viento contrario á su viaje,
Laodamia, hija de Acasto y de Laodatea, mujer de
Protesilao, que era hijo de Ificlo, sabiendo que estaba
allí su esposo, le escribe esta carta, donde se
queja por qué no comenzó la tormenta y contrario
tiempo antes que él partiera, porque así gozara su
presencia y le advirtiera de muchas cosas que le
importaban, las cuales le escribe en esta carta; y
sobre todo le ruega que tema á Héctor, y no sea el
primero de los que salten en tierra llegando á
Troya, por haber el Oráculo amenazado de muerte
al primero que hollase la troyana arena.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO

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A su Protesilao salud envía
Laodamia, la amadora, que á su esposo
De mejor gana que enviarla, iría.

Es fama que en Aulide estás ocioso,
Por ser contrario el aire, y turbulento
De Tetis el imperio poderoso.

¿Dónde estaba encerrado aqueste viento,
Que como sopla agora, no soplara
Guando te fuiste por me dar tormento?

Entonces fuera justo que estorbara
A tus remos y velas, y no fuera
Útil, ni con las ondas te ayudara.

Que de esta suerte á mi marido diera
Besos, y más hubiérale avisado
De unas cosas, y de otras le advirtiera,

Mas fué de mi presencia arrebatado
Porque soplaba viento favorable;
De mí no, de tus nautas deseado.

Viento para pilotos agradable,
Mas no para amadoras ni amadores,
A quien toda partida es detestable.

Gozaba de tu abrazo los dulzores,
¡Oh mi Protesiiao! cuando apartada
De ellos me vi y cercada de dolores.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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Mi lengua del dolor muda y turbada,
Teniendo muchas cosas que decirte,
Si algo te dijo fué imperfecto y nada.

Tanto se enmudeció, que al despedirte,
Aquel último adiós no te decía;
¡Tan fuerte fué aquél punto del partirte!

Bóreas en esto ya propicio había
Las sinuosas velas impelido:
Ya mi Protesilao no parecía.

Mientras pude mirar á mi querido
Esposo, le miré, gusto sintiendo
Con ver y remirar á mi marido.

Y con mi triste vista fui siguiendo
Tu vista, y cuando ya no pude verte,
Pude tus velas ver que iban huyendo.

A mí, á mi pena y á mi acerba muerte,
Entretuvieron esas velas bellas,
Harto más blancas que mi negra suerte.

Después que no te vi ni pude vellas,
Ya que no había sino muchedumbre
De ondas furiosas, y tu ausencia en ellas,

En aquel punto se ausentó la lumbre
De mi rostro, mis ojos se eclipsaron,
Porque faltó la luz que ios alumbre.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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Tinieblas de la muerte me ocuparon,
Y porque todo mal sin tí me cuadre,
Mis piernas á la tierra se inclinaron.

Mi suegro Íficlo con mi anciano padre
Acasto acuden al desmayo horrendo;
También acude mi turbada madre.

Y apenas todos tres, agua infundiendo
En mi rostro, el espíritu tornaron
Al cuerpo, de quien se iba despidiendo.

Empresa de piedad fué la que obraron;
Mas fué sin fruto, pues hicieron pase
Mil muertes con la vida que alcanzaron.

Pésame que el morir se le negase
A esta mísera amante, y que inclemente
Mi parentela en esto se mostrase.

Volviendo en mí, volvieron juntamente
Los dolores que afligen mi sentido,
Viendo mi gloria y mi regalo ausente.

El legítimo amor que te he tenido
Me punzó el pecho, donde tu retrato
Está estampado y estará esculpido.

Ni tengo ya cuidado del ornato
De mis cabellos, ni con trenza de oro
Los prendo en lazos, los adorno y ato.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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Ni con real y amplifico decoro
Arrastro sayas; todo lo reprueba
La que está ausente: lo que busco es lloro.

Siguiendo voy donde el furor me lleva,
Aquí y allí, cual las Bacantes suelen
Tocadas de la vid que Ogigio aprueba.

Las matronas Filácidás se duelen
De mí, y se juntan para mi provecho,
Por ver si puede ser que me consuelen.

«Laodamia (dicen), ese ilustre pecho
De seda adorna y de oro terso y puro;
Alegra el alma, quede el mal deshecho.»

¿De grana, un cuerpo detestable, escuro
(Respondo), he de vestir, estando en guerra
Mi esposo en torno del troyano muro?

¿Peinarme tengo si el almete afierra
Y oprime su cabeza mi devota,
Y es en la noche su colchón la tierra?

¿Vestiréme de seda y él de cota?
Y estando él en batalla y desafío,
¿Estaré yo con garbo y marquesota?

Con este vilipendio, esposo mío,
Cuanto fuere posible á mi grandeza,
Imitaré tu sed, tu hambre y tu frío.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

-.-.-.-.-.

Todo este tiempo pasaré en vileza;
No verá el sol alegre mi semblante,
Mientras la guerra dura y su fiereza.

¡Oh mal pastor! ¡Oh Paris falso amante,
Hermoso por tu daño y de tu gente,
Pues te hizo tu beldad ser arrogante!

Permita el cielo que tan negligente
Te muestres en aquesa guerra, cuanto
Te mostraste en tu robo diligente.

Y que aquel rostro que te agrada tanto
De esa Ténara dama, te sea odioso,
O el tuyo á ella le produzca espanto.

Tú, Menelao, que vives codicioso,
Mil trazas revolviendo en la memoria
Por cobrar á tu esposa como esposo,

Esta venganza tuya, esta victoria,
¡Cuan llorosa ha de ser á muchas tristes!
¡Qué amarga será á Grecia vuestra historia!

Dioses que nuestras guerras permitistes,
Haced que agüero tal se desvanezca,
Sean falsos ios temores que me distes.

Vuelva mi esposo, vivo permanezca,
Porque en su vuelta á Júpiter amable
Sus armas y sus víctimas ofrezca.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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Mas temo, y un horror insuperable
Me ocupa cada vez que se me ofrece
Esta sangrienta guerra miserable.

Y como se regala y se licuece
La nieve con el sol, así mi llanto
Con el dolor se multiplica y crece.

El Simoente, el Ténedo y el Janto,
El Ilio y el ida ¿ay suerte avara!
Sólo con los nombrar causan espanto

Ni el Troyano amador roballa osara.
Si no entendiera defender á un mundo
Su amado hurto, su rapiña cara.

Era este huésped de saber profundo,
Y había de su imperio conocido
Tener fuerza y poder contra el profundo.

Y mostrólo muy bien según he oído,
Viniendo ornado de oro y de altiveza,
Pues era de oro todo su vestido.

Porque viendo en su cuerpo tal riqueza,
Inferirse pudiese fácilmente
De Frigia los tesoros y grandeza.

Mostróse en gente bélica potente;
Trajo una armada digna del dios Marte,
Que es aparato á guerras conveniente

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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Y con venir debajo su estandarte
Tanta copia de gente, no venía
De su gran reino la milena parte.

Con tanta nave, gente y bizarría,
Hija de Leda, y á los dos hermanos
Conjunta en sangre y en genealogía,

Sospecho te rendiste, y en las manos
De París te entregaste, y más sospecho
Que esto ha de ser ruina de Grecianos.

No sé cuál Héctor temo acá en mi pecho,
Que Paris dijo que Héctor era un hombre
Bravo en las guerras y á las armas hecho.

Cualquiera que Héctor fuere (si el renombre
Mío te es caro), guarte de su punta;
De Héctor estampa en tu memoria el nombre.

A éste y á toda la caterva junta
De Troya teme; sé por mí cobarde,
Y que hay allí mil Héctores barrunta.

Y cuando á la batalla ó al alarde
Salieres, esto di (viéndote armado):
«Manda Laodamia para sí me guarde.»
Si estuviere en los cielos decretado
Que Troya al brazo Argivo sea rendida
Pagando nuestra afrenta y su pecado,

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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Pague, mas no sea á costa de tu vida;
Perezca Troya, mas que adviertas quiero
No vengas á ganar alguna herida.

Combata Menelao, muéstrese fiero,
Húrtele á Paris, pues vencer codicia,
La dama que le hurtó París primero.

Ejercite en persona la milicia,
Sujete y venza con sangrienta espada
A quien sujeta y vence con justicia.

Por el marido la mujer robada
Ha de ser, si valor su brazo encierra,
De en medio de un ejército librada.

Tu causa es desigual en esta guerra;
Sólo vivir procura, porque luego
Vuelvas á ver tu esposa y á tu tierra.

Dárdanos fuertes, yo os suplico y ruego
Que de esta multitud fiera, arrogante
De Griegos, perdonéis un solo Griego,

Porque del bello cuerpo de mi amante
No se vierta mi sangre, y él llagado,
No pierda yo la vida en ese instante.

No está á vestirse cota acostumbrado,
Ni empuña espada, ni el furor convierte
En contra vuestra, porque no es soldado.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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Es Menelao más rígido, más fuerte;
Que como amor le mueva á esta contienda,
Por su interés pretende daros muerte.

Otros con ira ardiente y rabia horrenda
El bélico furor sigan contino;
Proíesilao en solo amar entienda.

Confieso aquí que al ánimo me vino
Mil veces de estorbar esta partida,
Poniendo impedimento á tu camino.

Pero quedó mi lengua enmudecida,
Temiendo de anunciarte algún contraste,
Algún presagio, ó nueva desabrida.

Guando partirte en fin determinaste
Para Troya, saliendo por la puerta
De tu paterno albergue, tropezaste.

Vilo y lloré; cuitada y casi muerta..
Entre mí dije: ¡Oh si pluguiera al cielo,
Que de tu vuelta fuese señal cierta!

Todas estas sospechas te revelo,
Para que no te muestres atrevido,
Sino que siempre vivas con recelo.

Que así será deshecho y esparcido
Todo este miedo, toda nuestra pena,
Y mi temor en aire convertido.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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También el hado inevitable ordena
Que de los Griegos muera el que primero
Pisare en Frigia la troyana arena.

¡Desdichada de aquella que el agüero
Comprehendiere, y fuere la primera
Que llorare á su esposo y compañero!

Quieran los Dioses, cuando la guerrera
Gente salte en la playa que no sabe,
Que- no quieras saltar en delantera.

Entre mil naves que con vuelo grave
Tomaren puerto, haz, consorte amado,
Que sea la milésima tu nave.

Que la última de todas el sulcado
Piélago sulque, y vuelvo á amonestarte
Saltes en tierra, el último, y armado.

No tendrás causa allí de acelerarte;
Pues no es tu patria, evita el hado extremo;;
No quieras á la muerte condenarte.

Cuando volvieres, ven á vela y remo,
Y en dando fondo salta luego en tierra,
Que por ser nuestra nada en ella temo.

Yo cuando Febo su esplendor encierra,
O cuando está más alto en medio el cielo
De tu ausencia el dolor háceme guerra.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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Goce ó carezca de la luz el suelo,
Conmigo vive la congoja mía,
Siempre me ocupa eterno desconsuelo.

Más me aflijo de noche que de día,
La noche digo ¡ay triste! que es gloriosa
A las damas que gozan de alegría.

En aquel tiempo la querida esposa
Está en el brazo del esposo que ama,
Y en aquel brazo sin temor reposa.

Si estoy durmiendo en la desierta cama,.
Falaces sueños de un deleite incierto
Me ocupan reforzando más mi llama.

Suspéndeme el dolor, y así despierto;
Que aunque es falso el dulzor que se me ofrece*,
Lo falso abrazo, pues faltó lo cierto.

Mas ¿por qué cada punto me aparece
Tu imagen muerta y llena de amargura?
¿Por qué de mí se queja y me entristece?

Yo amendrentada, viendo tu figura.
Salto del lecho, y reverencio luego
Los simulacros de la noche escura.

No hay en Tesalia altar do no haya fuego
Con licor aromático encendido.
Por inclinar los Dioses á mi ruego.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

-.-.-.-.-.

LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

-.-.-.-.-.

Incienso ofrezco, y helo humedecido
Con lágrimas, y de ellas empapado,
Ha con fuerza mayor resplandecido;

Cual suele un fuego intenso, rociado
Con vino, demostrar con furia presta
Doblada llama y resplandor doblado.

¿Cuándo, volviendo tú, me veré puesta
Entre tus brazos con tan gran contento,
Que en ellos quede lánguida y traspuesta?

¿Cuándo será aquel punto, aquel momento
Que, en una cama juntos, los procesos
Me cuentes de tu guerra en salvamento?

Y mientras me contares los sucesos
(Aunque guste de oírlos), como amante
Te daré y me darás muy muchos besos.

Que en ocasión y punto semejante
Adelgaza la lengua la tardanza,
Y déjala más pronta y elegante.

Mas ¡ay! que cuando hago remembranza
De los vientos de Troya un tronar horrendo,
Se rinde á mi temor la confianza.

También esto me turba, que sabiendo
Que los vientos impiden el camino,
Vais los mares y vientos resistiendo.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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¿Quién hará tan enorme desatino
Que navegue á su patria deseada.
Si el viento le es contrario á su destino?

Y vosotros sois gente tan osada,
Que vedándoos el viento este viaje,
Queréis dejar la dulce patria amada.

No quiere el gran Neptuno dar pasaje
A la ciudad que coronó de muro,
Temiendo no reciba algún ultraje.

¿Dónde vais, temerarios, yo os conjuro
Que cada cual se vuelva al patrio nido;
Volveos á casa, que es lo más seguro.

¿Dónde vais, locos Griegos! dad oído
A la furia del viento y su pujanza;
Oid del bravo piélago el bramido.

No es natural ni acaso la tardanza
De esta navegación; Deidad la ordena;
Dios es quien priva al mar de su bonanza.

Con tanto mástil, gúmena y entena,
Con tanta gente, ¿qué se busca ahora
Sino es una mujer, y esa no buena?

Inaquia armada, la tu errada prora
Revuelve al puerto, porque vas perdida;
Pues volver puedes, vuélvete en buen hora.

CONT.

Por acá sigo, algo aprenderé, al menos voy sabiendo apreciar la buena poesía, o, lo que yo concibo, por buena poesía.
Gracias, incansable amigo y besos.

La poesía, querida amiga, ha cambiado a través de los tiempos... Y en toda época tiene sus propios valores.

Gracias por estar siempre ahí. Besos.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

-.-.-.-.-.

Mas ¿para qué revoco vuestra ida?
Permita el cielo no haya mal agüero
En la revocación de esta partida.

Serene el cielo su semblante fiero,
El mar temple su furia procelosa;
Mejor suceda todo que yo espero.

iOh cómo quedo ¡ay mísera! envidiosa
De las Troyanas, pues tendrán delante
La escuadra de enemigos espantosa!

Verán de cerca con mortal semblante
Morir al padre allí de una lanzada,
Acá al hermano, y acullá al amante.

Pondrá al esposo la recién casada
Con femenina mano el coselete,
La greva; la loriga, la celada.

Y estándole así armando en su retrete,
Cogerá algunos besos de su esposo,
Fruta primera que el amor promete.

Darále ella las armas, y él gozoso
Pagarála con besos el recibo,
Oficio que á los dos será sabroso.

Ella con tierno pecho y compasivo
Hasta la puerta irá con él gimiendo,
Y le dirá: «Procura volver vivo.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

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»Vuelve esas armas, que ofrecer pretendo
Al sacro Jove, por tenerle grato;»
Y él partirá su corazón partiendo.

Allá consigo rumiará el mandato
De su señora, y en el trance estrecho
De Marte peleará con más recato.

Tendrá atención, y mirará al provecho
De su familia, refrenando el crudo
Furor que en rabia le remueve el pecho.

Volverá á casa, y el pesado escudo,.
Y el yelmo de ella le será quitado,.
Porque reciba más solaz desnudo.

Ya el pecho débil, lacio, fatigado
Del peso de las armas inhumanas
Recibirá en su gremio regalado.

Mas nosotras, inciertas y lejanas,
El corazón tendremos oprimido
Con mil sospechas. Quiera Dios sean vanas,-

Y el miedo en las congojas sostenido
Nos forzará á creer en esta afrenta
Cuanto os puede venir por ya venido.

Una imagen que al vivo representa
Tu rostro tengo, mientras por el mundo
La soldadesca tu valor sustenta;

CONT.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIII.

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LAODAMIA A PROTESILAO. CONT.

-.-.-.-.-.

Y aunque es de cera, mis deleites fundo-
En la decir requiebros excelentes;
Que el mal de ausencia amor hace facundo,-

Hágole mil caricias convenientes
A solo tú, y abrazóla, y quisiera
Que ella sintiera, ya que tú no sientes.

Créeme, que esta figura, aunque es de cera,
Se te parece tanto, que si hablara,
Protesilao mi esposo amado fuera.

Miróla, y me deleita ver tu cara,
Y abrazóla queriendo entretenerme
Con la misma afición que te abrazara.

Y como si pudiese responderme,
La pregunto, la riño, la conjuro:
Mira en qué punto amor quiso ponerme.

Por tu tornada próspera te juro,
Y por tu cuerpo que por Dios adoro,
Por nuestro amor igual, sincero y puro,

Por aquel fuego que por gran decoro
Resplandeció en mi boda venturosa
(Aunque está vuelta la ventura en lloro),

Por tu cabeza que en vejez dichosa
Con las honradas canas que tuvieres
Blanca la goce tu querida esposa,

Que te he de acompañar adonde fueres,.
Agora mueras (esto es lo que siento),
Agora triunfes, cuando á mí volvieres.

Quiero cerrar en solo un mandamiento
Todo cuanto en mi carta te he mandado;
Protesilao, mi gloria y mi contento,
De mí te acuerda y ten de mí cuidado.


FIN DE LA EPÍSTOLA XIII

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIV.

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ARGUMENTO
DE LA EPÍSTOLA DÉCIMACUARTA.
Fueron á Egipto dos hermanos carnales, ambos
hijos del rey Belo: el uno de ellos se llamó Danao,
y tuvo de diversas mujeres cincuenta hijas; y el
otro se llamó Egipto, y tuvo cincuenta hijos. Este
Egipto deseaba mucho que sus hijos heredasen el
reino de su hermano, y por esto procuraba casar
sus cincuenta hijos con sus cincuenta sobrinas* Mas
Danao rehusaba estos casamientos, porque, consultado
el Oráculo, había respondido que le había
de matar un yerno suyo; y así entre los dos hermanos
nació guerra y disensión: por lo cual Danao,
queriendo evitar el peligro y riesgo que le podía
suceder, desamparando su tierra, vino á Grecia,
donde por sus virtudes alcanzó el principado y
gobierno. Viéndose Egipto despreciado de Danao,
envió á sus hijos con poderoso ejército contra él,
mandándoles que dando la muerte á su tío, se casasen
con sus primas hermanas. Pusieron los mancebos
en ejecución el mandamiento de su padre, y
cercando en Argos á Danao, le obligaron (temiendo
la muerte) á darles por concierto de paz á sus
hijas por mujeres; y la noche del infelice desposorio
dio á cada una un puñal para que matasen á sus
maridos y primos; lo cual cumplieron ellas, obligadas
del mandamiento y amenazas de su padre.
Sola Hipermnestra, movida del amor y parentesco
de su esposo y primo Linceo (ó como otros quieren
Lino), no solamente no le mató, mas le libró de su
padre, el cual, sabido el caso, prendió á Hipermnestra,
atormentándola en rigurosa prisión, desde
donde escribe esta epístola á su Linceo, contándole
el suceso de la historia, para que apreciando
el beneficio de ella recibido, la saque de la aflicción
presente, y la libre de su riguroso é injusto padre.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIV.

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HIPERMNESTRA Á LINCEO.

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Estas palabras, que ablandar pudieran
Un monte, tu Hipermnestra las envía
A un solo hermano, de cincuenta que eran.

Los demás yacen en la tierra fría
Por el crimen atroz de mis hermanas,
Casadas por traición y alevosía.

En prisiones terribles, inhumanas
Estoy puesta, y en cárcel tenebrosa
Por manos, no paternas, mas tiranas.

La causa más urgente y más forzosa
De tal suplicio y de congoja tanta,
Es haber sido para tí piadosa.

Porque temió la mano en tu garganta
Poner el hierro, soy culpada y rea,
Y en tal congoja, que escribilla espanta.

Si la maldad tan torpe como fea
Acometiera, fuera yo alabada
Cual Ninfa ilustre ó santa Semidea.

Venga lo que viniere, más me agrada
Ser rea, que á mi padre dar contento
.En cosa tan horrífica y malvada.

No me pesa tener el pensamiento
Libre, y libres las manos de tu muerte,
Antes triunfo y me da contentamiento.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIV.

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HIPERMNESTRA Á LINCEO. CONT.

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Y aunque sobre ello mi iracundo y fuerte
Padre me queme con el fuego santo,
A quien nunca violé de alguna suerte;

Y aunque este rostro abrase, que amas tanto,
Con las hachas ardientes que él pusiera
Por luminarias de tu eterno llanto;

Y aunque con filos de su daga fiera
Me degüelle, queriendo que con daga,
Si el esposo vivió, la esposa muera;

No hará que á su gusto satisfaga
Mi lengua, con decir, viendo su afrenta,
Pésame, pues me dan tan mala paga.

No hay para qué me peso, ni arrepienta
De haber sido piadosa, aunque me viese
En más naufragios y en mayor tormenta.

Pésele á Danao, á mis hermanas pese
De su maldad, que á tan enorme hecho
Es justo que el pesar se le atreviese.

Que siempre suele, habiendo satisfecho
Su cruel venganza, una alma rigurosa
Pesarle, y las más veces sin provecho.

La remembranza triste, sanguinosa
De la tremenda noche lamentable,
Vuelve á Hipermnestra muda y temerosa.

CONT.