ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1859-1914)

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

LXXXIX


Es tu deliciosa boca
límpido y puro fanal;
tus dientes son ricas perlas,
y tus labios son coral.




XC


Sal a tu balcón, muchacha;
mira que se pone el sol...
mira que sin luz quedamos...
mira que me hielo yo...

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

XCI


Cuando estoy lejos de ti
se cubre el cielo de luto,
el sol esconde sus rayos,
y más triste veo el mundo.




XCII


Porque digan que sientes
estás siempre llorando:
cuando es grande el dolor salir impide
a los ojos el llanto.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

XCIII


¡Ay de la flor solitaria,
juguete del huracán!
¡Ay del triste que a este mundo
vino tan sólo a llorar!




XCIV


No digas en tu infortunio
que ha muerto ya tu esperanza;
que es lo único que al hombre
hasta la tumba acompaña.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

XCV


La bella alborada
los campos alegra...
¡Ay! ¡Por qué, juventud de mi vida,
no alivias mis penas!




XCVI


Una mirada tuya
me mató, niña;
otra mirada luego
me dio la vida.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

XCVII


Es el alma del hombre
jardín de rosas
en donde unas perecen
cuando otras brotan...
¡Ay de mi alma
que no tiene una rosa
que la complazca!




XCVIII


Baja pronto a los prados,
reina de amores;
que de pena marchitas
mueren las flores,
y tu hermosura
en placer cambiaría
su desventura.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

XCIX


Yo veo en tus ojos
cuál nace la vida;
mas ¡ay! tu contemplas, hermosa del alma,
morirse la mía.




C


Me preguntas por la flor
que me diste hace ya tiempo,
y yo niña, te respondo:
-Está guardada en mi pecho.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CI


Besaste en el prado un día
un clavel enamorado,
y sus purpurinas hojas
con tu aliento se abrasaron.




CII


Pajarillo que en las ramas
suspiras con triste afán,
yo tus dolores envidio,
que, al fin, puedes suspirar.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

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SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CIII


¿No oyes el leve murmullo
que forma la suave brisa?...
Pues aún es, niña, más dulce
de tu voz la melodía.




CIV


Cual nave combatida
del océano
el corazón del hombre
va navegando...
¡Ay si le vencen
los duros temporales
que le acometen!

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CV


He de poner en tu frente,
cuando venga primavera,
una corona en que diga:
-Ésta es del abril la reina.




CVI


¿A dónde vas, hermosa,
por esa playa,
apenas en Oriente
la aurora raya?...
¡Es que las flores
siempre, del día, se hallan
a los albores!

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CVII


Cefirillo que el bosque
cruzas ligero,
no desdeñes mis cuitas;
oye un momento.
Ve al dueño mío,
y tráeme de sus labios
sólo un suspiro.




CVIII


¿Ves las encendidas rosas
que nacen en tu jardín?
Pues ninguna igualar
puede a tus labios de carmín.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

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SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CIX


Quisiera tener alas
como las aves,
para tender el vuelo,
cruzar los aires,
y en tu cabeza
posarme, dulce encanto,
sin que me vieras.




CX


El eco de la campana
es de los cielos la voz;
por eso cuando la escucho
palpita mi corazón.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXI


Yo te di mi corazón
porque me dieras el tuyo,
y sin los dos me he quedado...
¡Ay del que fía en el mundo!




CXII


Tus ojos, prenda querida,
copiando están a mis penas:
son negros, como ellas son;
son grandes, como son ellas.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

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SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXIII


Eres sombra y nunca te hallo;
eres luz, y no te veo;
eres aura, y no te aspiro;
eres brisa, y no te siento.

¿Qué eres tú, pues, alma mía?
¿Qué eres pues?... Yo no te entiendo;
que cuanto más pienso en ti
más oscuro es tu misterio.




CXIV


Quiso el Rey de los cielos
darme un arcángel,
y vi hermosa del alma,
que tú bajaste.
¿Quién no da, niña,
a un ángel de los cielos
su amor, su vida?

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

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SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXV


¿Qué es una fuente sin agua?...
¿Qué es sin flores un jardín?...
¿Qué es la brisa sin aromas?...
¡Lo que mi vida sin ti!




CXVI


El ronco vendaval que el campo tala
arrastra por doquier plantas y flores:
¡así el fiero huracán del desengaño
deja desierto el corazón del hombre!

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

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SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXVII


Jamás de oro ni diamantes
circundes tu frente bella;
que sin ellos aún resalta
más hermosa su pureza.

Cíñela sólo de rosas;
adórnala con claveles;
que las flores, entre flores
es justo que vivan siempre.




CXVIII


Tras la verdad voy corriendo
con loco ardoroso afán;
y tiemblo cuando me dicen
que está cerca la verdad.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXIX


¡Al pobre que se te acerque
no le niegues un socorro!
¡No le niegues a mi alma
la pura luz de tus ojos!




CXX


Por el ramo que me diste
una rosa te di yo...
Yo en mi pecho guardo el ramo:
¿dónde tienes tú la flor?

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXI


No vayas a la fuente
tan tempranito,
porque perderte puedes
en el camino...
No vayas sola;
que no faltan milanos
donde hay palomas.




CXXII


Hoy riendo estás de gozo,
y ayer llorabas de pena:
mezcla de llanto y de risa:
¡eso es ¡ay! nuestra existencia!

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXIII


Si es verdad, hermosa niña
que amor con amor se paga...
Di, ¿con qué le has de pagar
al que tanto te idolatra?




CXXIV


Las gotas de rocío de la aurora
deshácense al primer rayo de sol.
Mis ilusiones todas perecieron
cuando la luz de la verdad brilló.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXV


Las lágrimas que vertía
en mi niñez, eran agua;
y las que ahora vierto son
fuego que brota del alma.




CXXVI


¡Ay, corazón! Tus cantares
hacen al mundo reír...
Mas, ¿qué te importa que él ría,
si te consuelan a ti?

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXVII


A oscuras queda la tierra
si el sol esconde su luz;
a oscuras quedan mis ojos
cuando no me miras tú.




CXXVIII


Todo, por bello que sea,
en el mundo acabará:
por eso al mirar tu rostro
me dan ganas de llorar.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXIX


Flechas tus desdenes son
que mi corazón traspasan...
¿Quieres calmar mis heridas?
Vuelve hacia ellas la mirada.




CXXX


Blanca es la luz de la luna;
blancas son las azucenas;
blanca es la espuma del mar;
pero más lo es tu inocencia.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXXI


Siempre que un reloj contemplo
llanto de mis ojos salta...
¡Cómo la muerte se acerca!
¡Cómo las horas se pasan!




CXXXII


La verdad dicen que es fea:
si eso es así, hermosa niña,
¿es ese dicho engañoso,
o es tu belleza mentira?

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXXIII


Cuando en este mundo sufras
torna tu mirada al cielo;
que es la morada que, al triste
le guarda Dios, como premio.




CXXXIV


Corre al amor la mujer;
corre a la gloria el artista;
tras del oro corre el hombre,
y el joven, tras de la dicha.

Y, sin ninguno pensarlo,
el mismo camino tienen...
Que, al fin, todos van corriendo
hacia el hoyo de la muerte.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXXV


Al ver caer esos rizos
sobre tu frente,
ver oculta la luna
mis ojos creen;
pues son tan negros
como blanca es la frente
que van cubriendo.




CXXXVI


Como es tan breve el gozar
quiero pararme, y veloz
viéneme el tiempo a turbar:
-Anda -me dice su voz-;
¡no nos podemos parar!

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXXVII


Si alzarte quieres niña,
con raudo vuelo,
y, dejando la tierra,
subir al cielo,
el mundo deja,
y elévate en las alas
de la pureza.




CXXXVIII


Ayer tarde, en la pradera,
lágrimas tristes vertías;
pero el aura cariñosa
las secaba compasiva.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXXXIX


Tu corazón y el mío
son sólo uno:
cuando el mío suspira,
suspira el tuyo;
si el mío llora
lágrimas tristes, perlas
el tuyo brota.




CXL


Separa, niña, esos rizos
que cubren tu blanco cuello...
¿Necesita el marfil bello,
del ébano los hechizos?

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXLI


Cuando el sol muere en ocaso,
la luna aparece clara,
cuando el placer me abandona,
me consuela la esperanza.




CXLII


Cual ondas azules de pobre arroyuelo,
que cruzan el valle, que bajan al mar;
así van los hombres corriendo a la muerte;
así nuestras horas también pasarán.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXLIII


Déjame que en tus hojas,
do el placer hallo,
imprima un dulce beso,
clavel amado;
pues en tus hojas,
ven mis ojos los labios
de la que adoran.




CXLIV


Ya vienen las mañanas
de primavera;
ya esmaltan de mil flores
prados y vegas...
Frescas mañanas,
¿no traéis flor alguna
para mi alma?

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXLV


Cuando el dolor me aflige
con saña fiera,
una idea me halaga
que me consuela...
¡Es ¡ay! que pienso
que dolores y dichas
terminan presto!




CXLVI


Tú eres la flor que, leve, vagarosa,
abre su cáliz al rayar el día;
yo soy la solitaria mariposa
que en tu corola a descansar se posa
en busca de un placer, de una alegría.

ERNESTO GARCÍA LADEVESE (1850 - 1914

BALADAS Y CANTARES (1867)

SEGUNDA PARTE

B. CANTARES

CXLVII


Color azul de cielo
tienen tus ojos:
cuando hacia mí los tornas
me vuelves loco.
No los separes;
que estando loco
olvido yo mis pesares.

Cuando dulce me miras,
yo, niña, creo
que se vuelve piadoso
para mí el cielo;
y cuando esquiva,
sólo das amarguras
al alma mía.

Si de ti estoy ausente,
a oscuras me hallo,
y do quiera la noche
tiende su manto,
y sólo anhelo
ver niña, tus ojitos
color de cielo.

Niña de mis ensueños,
te adoro tanto
que tú muy bien no sabes
cuál te idolatro...
Haz ¡ay! que luego
tenga un lugar tu amante
niña, en el cielo.