Aires de Libertad

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    Gastón Baquero (1914-1997)

    Pedro Casas Serra
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    Gastón Baquero (1914-1997) Empty Gastón Baquero (1914-1997)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom Ago 28, 2022 10:36 pm

    .


    Gastón Baquero
    (Banes, Cuba, 4 de mayo de 1914-Madrid, 15 de mayo de 1997) fue un escritor y poeta cubano del siglo XX, exiliado en España tras la Revolución cubana.

    Biografía

    Baquero nació en Banes, pueblo perteneciente a la antigua provincia de Oriente, zona que hoy es parte de la provincia de Holguín. Estudió Agronomía, pero nunca ejerció la profesión: prefirió consagrarse a las actividades literarias y periodísticas.

    En la década de 1940 se vinculó al grupo vanguardista de poetas e intelectuales que toma su nombre de la revista Orígenes (1944-1956), fundada y dirigida por José Lezama Lima; así mismo colaboró en la creación de las revistas literarias Verbum (1937), Espuela de plata (1939-1941) y Clavileño (1942-1944).

    Se da a conocer con publicación de Poemas, en 1942, al que le sigue el mismo año Saúl sobre su espada, aunque en ese periodo su principal campo de acción es el periodismo, como jefe de redacción del Diario de la Marina. En la década siguiente obtiene cargos oficiales en la dictadura de Fulgencio Batista— y disminuye sustancialmente su producción literaria.

    Contrario a la revolución de Fidel Castro, abandonó Cuba escoltado por tres embajadores acreditados en La Habana en un vuelo con rumbo a Madrid, donde el régimen de Francisco Franco lo acoge y le proporciona empleo. Trabajó en el Instituto de Cultura Hispánica, en la Escuela de Periodismo y en Radio Exterior de España. Al mismo tiempo, escribió ensayos y artículos literarios para varias publicaciones, principalmente para la revista Mundo Hispánico.

    Regresó a la actividad literaria con Poemas escritos en España aparece en 1960 y en 1966 se publica Memorial de un testigo, uno de sus libros más aclamados. En 1984 el poeta boliviano Pedro Shimose publica en Madrid (Instituto de Cooperación Iberoamericana) sus poemas completos hasta el momento bajo el título de Magias e invenciones. Desde entonces, los jóvenes poetas y estudiantes de literatura buscan su compañía y le rinden homenajes, a los cuales Baquero reacciona con su modestia habitual.

    En 1992 llegó a finalista del Premio Nacional de Literatura con Poemas invisibles. En 1993 la cátedra poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia de Salamanca rindió homenaje a su obra recogida luego en Celebración de la existencia, junto con las aportaciones de los participantes. En 1994, por primera vez desde 1959, se ofrece en la Universidad de La Habana una conferencia sobre su obra poética, y en 2001 se permite la publicación de una antología poética, La patria sonora de los frutos (Editorial Letras Cubanas), editada por Efraín Rodríguez Santana.[cita requerida]

    Murió el 15 de mayo de 1997 de un infarto cerebral.

    ( Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Dos poemas de Gastón Baquero, de su obra Poemas, 1942:


    ¿QUÉ PASA, QUÉ ESTÁ PASANDO...

    Qué pasa, qué está pasando siempre debajo del jardín
    que las rosas acuden sin descanso.
    Qué está pasando siempre bajo ese oscuro espejo
    donde nada se oculta ni disuelve.
    Qué pasa, qué está pasando siempre debajo de la sombra
    que las rosas perecen y renacen.
    Que nunca se desmiente su figura,
    que son eternas sombras, idénticos recuerdos
    Qué está pasando siempre bajo la tierra oscura
    donde la luz levanta rubias alas
    y se despliega límpida y sonora.
    Qué está pasando siempre bajo el cuerpo secreto de la rosa
    que no puede negarse al cielo temporal de los jardines,
    que no puede evitar el ser la rosa, precisa voluntad, sueño visible.
    Qué pasa, qué está pasando siempre sobre mi corazón
    que me siento doliéndole a la sombra,
    estorbándole al aire su perfil y su espacio.
    Y nunca accedo a destruir mi nombre,
    y no aprendo a olvidarme, y a morir lentamente sin deseos,
    como la rosa límpida y sonora que nace de lo oscuro.
    Que se inclina hacia el seno impasible de la tierra
    confiando en que la luz la está esperando, creándose la luz,
    eternamente fija y libertada bajo el cuerpo secreto de la rosa.



    PALABRAS ESCRITAS EN LA ARENA POR UN INOCENTE

    I

    Yo no sé escribir y soy un inocente.
    Nunca he sabido para qué sirve la escritura y soy un inocente.
    No sé escribir, mi alma no sabe otra cosa que estar viva.
    Va y viene entre los hombres respirando y existiendo.
    Voy y vengo entre los hombres y represento seriamente el papel que ellos quieren:
    Ignorante, orador, astrónomo, jardinero.

    E ignoran que en verdad soy solamente un niño.
    Un fragmento de polvo llevado y traído hacia la tierra por el peso de su corazón.
    El niño olvidado por su padre en el parque.
    De quien ignoran que ríe con todo su corazón, pero jamás con los ojos.
    Mis ojos piensan y hablan y andan por su cuenta.
    Pero yo represento seriamente mi papel y digo:
    Buenos días, doctor, el mundo está a sus órdenes, la medida exacta de la tierra
    es hoy de seis pies y una pulgada, ¿no es ésta la medida exacta de su cuerpo?
    Pero el doctor me dice:
    Yo no me llamo Protágoras, pero me llamo Anselmo.
    Y usted es un inocente, un idiota inofensivo y útil.
    Un niño que ignora totalmente el arte de escribir.
    ...................................................Vuelva a dormirse.

    II

    Yo soy un inocente y he venido a la orilla del mar,
    Del sueño, al sueño, a la verdad, vacío, navegando el sueño.
    Un inocente, apenas, inocente de ser inocente, despertando inocente.
    Yo no sé escribir, no tengo nociones de lengua persa.
    ¿Y quién que no sepa el persa puede saber nada?
    Sí, señor, flor, amor, puede acaso que sepa historia de la antigüedad.
    En la antigüedad está erguido Julio César con Cleopatra en los brazos.
    Y César está en los brazos de Alejandro.
    Y Alejandro está en los brazos de Aristóteles.
    Y Aristóteles está en los brazos de Filipo.
    Y Filipo está en los brazos de Ciro.
    Y Ciro está en los brazos de Darío.
    Y Darío está en los brazos del Helesponto.
    Y el Helesponto está en los brazos del Nilo.
    Y el Nilo está en la cuna del inocente David.
    Y David sonríe y canta en los brazos de las hijas del Rey.

    Yo soy un inocente, ciego, de nube en nube, de sombra a sombra levantado.
    Veo debajo del cabello a una mujer y debajo de la mujer a una rosa y debajo de la rosa a un insecto.                                                                                            
    Voy de alucinación en alucinación como llevado por los pies del tiempo.
    Asomado a un espejo está Absalom desnudo y me adelanto a estrecharle la mano.
    Estoy muerto en este balcón desde hace cinco minutos llenoS de dardos.
    Estoy cercado de piedras colgado de un árbol oyendo a David.
    Hijo mío Absalom, hijo mío, hijo mío Absalom!
    Nunca comprendo nada y ahora comprendo menos que nunca.
    Pero tengo la arena del mar, sueño, para escribir el sueño de los dedos.
    Y soy tan sólo el niño olvidado inocente durmiéndose en la arena.

    III

    Yo soy el más feliz de los infelices.
    El que lleva puesto sombrero y nadie lo ve.
    El que pronuncia el nombre de Dios y la gente oye:
    Vamos al campo a comer golosinas con las aves del campo.
    Y vamos al campo aves afuera a burlarnos del tiempo con la más bella bufonada.
    Pintando en la arena del campo orillas de un mar dentro del bosque.
    Incorporando las biografías de hombres submarinos renacidos en árboles.
    Atahlía interrumpe todo esfuerzo gritando hacia los cielos traición, traición!
    Nos encogemos de hombros y hablamos con los delfines sobre este grave asunto.
    Contestan que se limitan a ser navíos inesperados y tálamos de ruiseñores.
    Que los dejen vivir en todo el mar y en todo el bosque.
    Escalando los delfines los árboles y las anémonas.
    Comprendo y sigo garabateando en la arena.
    Como un niño inocente que hace lo que le dictan desde el cielo.

    IV

    .....................................Bajo la costa atlántica.
    A todo lo largo de la costa atlántica escribo con el sueño índice:
    .....................................Yo no sé.

    Llega el sueño del mar, el niño duerme garabateando en la arena, escucha, tú velarás, tu estarás, tú serás!
    Sí, es Agamenón, es tu rey quien te despierta,
    Reconoces la voz que golpea en tus oídos.
    Por qué vas a despertarle rey de las medusas?
    Qué vigilas cuando todos duermen y no estás oyendo?
    Las cúpulas despiertas. Las interminables escaleras de la memoria.
    Oye lo que canta la profunda medianoche:
    Reflexiona y tírate en el río.
    De la mano del rey tírate en el río.
    Nada como un amigo para ser destruido.
    Prepárate a morir. Invoca al mar. Mírame partir.
    Yo soy tu amigo.

    No! Si yo soy tan sólo un niño inocente.
    Uno a quien han disfrazado de persona impura.
    Uno que ha crecido de súbito a espaldas de su madre.
    Pero nada comprendo ni sé, me muevo y hablo
    Porque los otros vienen a buscarme, solo quisiera
    Saber con certidumbre lo que pasó en Egipto
    Cuando surgió la Esfinge de la arena.
    De esta arena en que escribo como un niño
    Epitafios, responsos, los nombres más prohibidos.
    Escribiendo su nombre y borrándolo luego,
    Para que nadie lea, y los peces prosigan inocentes.
    Y los niños corran por las playas sin conocer el nombre que me muere.

    V

    Qué soy después de todo sino un niño,
    Complacido con el sonido de mi propio nombre,
    Repitiéndolo sin cesar,
    Apartándome de los otros para oírlo,
    Sin que me canse nunca?».

    Escribo en la arena la palabra horizonte
    Y unas mujeres altas vienen a reposar en ella.
    Dialogan sonrientes y se esfuman tranquilas.
    Yo no puedo seguirlas, el sueño me detiene, ellas van por mis brazos
    Buscando el camino tormentoso de mi corazón.
    El horizonte guarda los amigos perdidos, las naves naufragadas,
    Las puertas de ciudades que existieron cuando existió David.

    Yo no comprendo nada, yo soy un inocente.
    Pero los dejo irse temblando por el camino de los brazos,
    Sangre adentro, centellas silenciosas,
    Ahora los escucho platicar por las venas,
    fieles, suntuosamente humildes, vencidos de antemano.
    Hablan de las antiguas ciudades, hablan de mujeres esfumadas, gritan y corren apresurados.                                                                                          

    Esta mano de un rey me pertenece.
    Esta Iglesia es mi casa. Son mis ojos
    Quienes la hacen alta y luminosa. Aquel torso
    Que sirve de refugio a un bienamado pueblo de palomas
    Escapado ha de mí. Han escrito una letra de mi nombre
    En las tibias espaldas de aquel árbol. ¿Quién es esta mujer?
    La oigo mis verdades. Ella conoce el preciado alimento.
    Va inscribiendo mi nombre sobre sepulcros olvidados.
    Ella conoce la destreza de amor con que se yergue
    Dentro de mí un cuerpo esplendoroso. Ella vive por mí.
    ¿Cómo responde cuando soy llamado? ¿Cómo alcanza
    A su terrible boca el alimento que deparado fuera a mis entrañas?
    Ahora comprendo que su cuerpo es el mío.
    Yo no termino en mí, en mí comienzo.
    También ella soy yo, también se extiende.
    Oh muerte, oh muerte, mujer, alma encontrada,
    Qué vigilas cuando todos duermen?
    Oh muerte, feliz inicio, campo de batalla,
    Donde las almas solas, puras almas, ya no se mueren nunca,
    También se extiende hacia su extraña playa de deseos
    Esta frente que en mí es destruida por ardientes deseos de otra frente.

    Bajo este murmullo de guerreros por dentro de las venas
    Pienso en los tristes rostros de los niños.
    Pienso en sus conversaciones infantiles y en que van a morirse.
    Y pienso en la injusticia de que no sean niños eternamente.
    Y una voz me contesta:
    Eres el más inocente de los inocentes.
    Apresúrate a morir. Apresúrate a existir. Mañana sabrás todo.
    A su oído infantil, a su inercia, a su ensueño,
    Bufón, rojo anciano, sabio dominante, le dirás la verdad.
    Diciendo tus verdades, bufón, anciano dominante, sabio de Dios, alerta.
    Mañana sabrás todo. Mañana. Duerme, niño inocente, duerme hasta mañana.
    Le mostrarás el polvoriento camino de la muerte, anciano dominante,
    Bufón de Dios, poeta.

    ...........To-morrow, and to-morrow, and to-morrow,
    ...........Creeps in this petty pace from day to day,
    ...........To the last syllable of recorded time;
    ...........And all our yesterdays have lighted fools
    ...........The way to dusty death: Out, out, brief candle!


    Bufón de Dios, arrójate a las llamas, que el tiempo es el maestro de la muerte.
    Y tú no estás, ya nadie te recuerda el cuerpo ni la sombra.
    Hoy eres el bufón, que se levanta y ríe, padre de sus ficciones, sabio dominado.
    Levántate sobre la última sílaba del tiempo que recordamos, levántate, terrible y seguro, imponiendo tu sombra a la luz de la vida.

    ...........Life's but a walking shadow, a poor player
    ...........That struts and frets his hour upon the stage,
    ...........And then is heard no more; it is a tale
    ...........Told by an idiot, full of sound and fury,
    ...........Signifying nothing.


    ...........................................................Mañana sabrás todo.
    ...........................................................Vuelve a dormirte.

    La vida no es sino una sombra errante,
    Un pobre actor que se pavonea y malgasta su hora sobre la escena,
    Y al que luego no se le escucha más, la vida es
    un cuento narrado por un idiota, un cuento lleno de furia y de sonido,
    Significando nada.


    ...........................................................
    Vuelve a dormirte.

    VI

    Estoy soñando en la arena las palabras que garabateo en la arena con el sueño índice:                                                                                              
    Amplísimo amor de inencontrable ninfa caritativo muslo de sirena.
    Éstas son las playas de Burma, con los minaretes de Burma, y las selvas de Burma.
    El marabú, la flor, el heliógrafo del corazón.
    Los dragones andando de puntillas porque duerme San Jorge.                                                                              
    Soñar y dormir en el sueño de muerte los sueños de la muerte.
    Danos tiempo para eso. Danos tiempo. Tú eres quien sueña solamente.
    ...........No. Yo no sueño la vida,
    ...........Es la vida la que sueña a mí,
    ...........y si el sueño me olvida,
    ...........he de olvidarme al cabo que viví.

    VII

    Andan caminando por las seis de la mañana.
    ¿Querría usted hacer un poco de silencio?
    La tierra se encuentra cansada de existir.
    Día tras día moliendo estérilmente con su eje.
    Día tras día oyendo a los dioses burlarse de los hombres.
    Usted no sabe escucharla, ella rueda y gime.
    Usted cree que escucha las campanas y es la tierra quien gime.
    Recoja sus manos de inocente sobre la playa.
    No escriba. No exista. No piense.
    Ame usted si lo desea, ¿a quién le importa nada?
    No es a usted a quien aman, compréndalo, renuncie gentilmente.
    Piense en las estrellas e invéntese algunas constelaciones.
    Hable de todo cuanto quiera pero no diga su nombre verdadero.
    No se palpe usted el fantasma que lleva debajo de la piel.
    No responda ante el nombre de un sepulcro. Niéguese a morir. Desista. Reconcilie.  
    No hable de la muerte, no hable del cuerpo, no hable de la belleza.
    Para que los barcos anden,
    Para que las piedras puedan moverse y hablar los árboles.
    Para corroborar la costumbre un poco antigua de morirse,
    Remonten suavemente las amazonas el blanco río de sus cabellos.

    VIII

    Yo soy el mentiroso que siempre dice la verdad.
    Quien no puede desmentirse ni ser otra cosa que inocente.
    Yo soy un niño que recibe por sus ojos la verdad de su inocencia.
    Un navegante ciego en busca de su morada, que tropieza en las rocas vivientes del cuerpo humano, que va y viene hacia la tierra bajo el peso agobiante de su pequeño corazón,
    Quien padece su cuerpo como una herejía, y sabe que lo ignora.
    Quien suplica un poco más de tiempo para olvidarse.
    La mano de su Padre recogiéndolo piadosa en medio del parque.
    Sonriendo, sollozando, mintiendo, proclamando su nombre sordamente.
    Bufón de Dios, vestido de pecado, sonriendo, gritando bajo la piel, por su fantasma venidero.                                                                                  
    Amor hacia las más bellas torres de la tierra.
    Amor hacia los cuerpos que son como resplandecientes afirmaciones.
    Amor, ciegamente, amor, y la muerte velando y sonriendo en el balcón de los cuerpos más hermosos.
    Las manos afirmando y el corazón negando.

    Vuelve, vuelve a soñar, inventa las precisas realidades.
    Aduéñate del corazón que te desdeña bajo los cielos de Burma.
    Sueña donde desees lo que desees. No aceptes. No renuncies. Reconcilia.
    Navega majestuoso el corazón que te desdeña.
    Sueña e inventa tus dulces imprecisas realidades, escribe su nombre en las arenas, entrégalo al mar, viaja con él, silente navío desterrado.
    Inventa tus precisas realidades y borra su nombre en las arenas.
    Mintiendo por mis ojos la dura verdad de mi inocencia.

    IX

    Estamos en Ceylán a la sombra crujiente de los arrozales.
    Hablamos invisiblemente la Emperatriz Faustina,
    Juliano el Apóstata y yo.
    Niño, dijeron, qué haces tan temprano en Ceylán,
    Qué haces en Ceylán si no has muerto todavía.
    Y aquí estamos para discutir las palabras del Patriarca Cirilo,
    Y hablaremos hebreo, y tú no sabes hebreo?

    El emperador Constantino sorbe ensimismado sus refrescos de fresa.
    Y oye los vagidos victoriosos del niño occidente.
    Desde Alejandría le llegan sueños y entrañas de aves tenebrosas como la herejía.
    Pasan Paulino de Tiro y Petrófilo de Shitópolis.
    Pasan Narciso de Neronias, Teodoto de Laodicea, el Patriarca Atanasio.
    Y el Emperador Constantino acaricia los hombros de un faisán.
    Escucha embelesado la ascensión de Occidente.
    Y monta un caballo blanquísimo buscando a Arlés.
    El primero de Agosto del año trescientos catorce de Cristo.
    Sale el Emperador Constantino en busca de Arlés.
    Lleva las bendiciones imperiales debajo de su toga,
    Y el incienso y el agua en el filo de su espada.

    Faustina me prestaba su copa de papel
    Y yo bebía del vino que toman los muertos a la hora de dormir.
    Pero no conseguían embriagarme
    Y de cada palabra que decían sacaba una enseñanza.
    El pez vencerá al Arquitecto,
    Los hijos son consubstanciales con el padre.
    Si descubren un nuevo planeta, habrá conflagraciones, y renunciará a existir el Sínodo de Antioquía.

    ...........................................
    Y de todo salía una enseñanza.

    Estamos en Ceylán a la sombra de los crujientes arrozales.
    Mujeres doradas danzan al compás de sus amatistas.
    Niños grabados en la flor de amapola danzan briznas de opio.
    Y en todo el paraninfo de Ceylán las figuras del sueño testifican:
    Quién es ese niño que nos escribe en palabras en la arena?
    Qué sabe él quién lo desata y lanza?
    Me prestaba su copa de papel.
    El patriarca hablaba desde su estatua de mármol, con su barba natural y voz de adolescente:
    Preparáos a morir. La hora está aquí. Vengan.
    Continuaba bebiendo el vino de los muertos y fingía dormir.
    El patriarca me ponía su manto para cuidarme del sueño.
    Y oía su diálogo por debajo del vuelo, la voz enjoyada de Faustina, la voz de la estatua, el vino de Ceylán, la canción de los pequeños sacrificados en la misa de Ceylán.
    Quién es ese niño que nos escribe en palabras en la arena?
    Qué sabe él quien lo desata y lanza?

    Una voz contesta desde su garganta de mármol:
    Dejadlo dormir, es inocente de todo cuanto hace,
    Y sufre su sangre como el martirio de una herejía.

    Dormir en la voz helena de Cirilo.
    Con las soterradas manos de Faustina.
    Dialogando interminablemente Juliano el Apóstata.

    X

    Echemos algunas gotas de horror sobre la dulzura del mundo.
    Mira tu corazón frente a frente, piensa en la terrible belleza y renuncia.
    Los ancianos ya tiemblan al soplo de la muerte.
    Los ancianos que fueron también la belleza terrible,
    Los que turbaron un día las débiles manos de un niño en la arena.
    Ellos son los que tiemblan ya ahora al soplo de la muerte.
    Piensa en su belleza y piensa en su fealdad.
    Aún los seres más bellos conducen un fantasma.
    Ellos son los que tiemblan ya ahora al soplo de la muerte.
    Escapa, débil niño, a la verdad de tu inocencia.
    Y a todos los que se imaginan que no son inocentes
    Y adelantándose al proscenio dicen:
    ..................................................Yo sé.
    Dejemos vivo para siempre a ese inocente niño.
    Porque garabatea insensatamente palabras en la arena.
    Y no sabe si sabe o si no sabe.
    Y asiste al espectáculo de la belleza como al vivo cuerpo de Dios.
    Y dice las palabras que lee sobre los cielos, las palabras que se le ocurren, a sabiendas de que en Dios tienen sentido.
    Y porque asiste al espectáculo de su vida afligidamente.
    Porque está en las manos de Dios y no conoce sino el pecado.
    Y porque sabe que Dios vendrá a recogerle un día detrás del laberinto.
    Buscando al más pequeño de sus hijos perdido olvidado en el parque.
    Y porque sabe que Dios es también el horror y el vacío del mundo.
    Y la plenitud cristalina del mundo.
    Y porque Dios está erguido en el cuerpo luminoso de la verdad como en el cuerpo sombrío de la mentira.

    ..............................................Dejadlo vivo
    ..............................................para siempre.

    Y el niño de la arena contesta: Gracias!
    Y una voz le responde:

    ........................................Sea Pablo,
    ........................................Sea Cefas,
    ........................................sea el mundo,
    ........................................sea la vida,
    ........................................sea la muerte,
    ........................................sea lo presente,
    ........................................sea lo por venir,
    ........................................todo es vuestro:
    ........................................y vosotros de Cristo,
    ........................................y Cristo de Dios.

    ..................................................Vuelve a dormirte.

    (V-1941)




    Cinco poemas de Gastón Baquero, de su obra Diez poetas cubanos, 1948:


    SONETO A LAS PALOMAS DE MI MADRE

    A vosotras, palomas, hoy recuerdo
    decorando el alero de mi casa.
    Componéis el paisaje en que me pierdo
    para habitar el tiempo que no pasa.

    La más nívea de ustedes se posaba
    a cada atardecer sobre un granado
    y nevando en lo verde se quedaba
    mientras pasase tarde por su lado.

    Fuisteis la nieve alada y la ternura.
    Lo que ahora sois, oh nieve desleída,
    levísimo recuerdo que procura

    rescatar por vosotras mi otra vida,
    es el pasado intacto en que perdura
    el cielo de mi infancia destruida.



    GÉNESIS

    Sus rodillas de piedra, sus mejillas
    frescas aún de la reciente alga;
    sus manos enterradas en la arcilla
    que el cuerpo oscuro hacia la luz cabalga;

    y su testa nonata todavía, blanda silla
    de recóndita luz, de espera larga,
    fue ascendiendo detrás de la semilla
    ida del verbo a la región amarga.

    Ciego era Adán cuando la augusta mano
    le impartió su humedad al rostro frío.
    Por el verbo del agua se hizo humano,

    por el agua, que es llanto en desvarío,
    se fue mudando hacia el jardín cercano
    e incendió con su luz el astro frío.



    PRELUDIO PARA UNA MÁSCARA

    El rocío decora los restos de un naufragio
    Donde sólo la muerte palpita débilmente.
    Los astros ya no agitan sus tiernas cabelleras
    Sobre el rostro invisible que decora el rocío.

    Sin color se adelanta por la muerte un recuerdo
    Que aprisiona en sus alas la forma que mi cuerpo
    Tendrá cuando sea el tiempo de que la muerte quede
    Enterrada en el rostro que decora el rocío.

    Yo no quiero morirme ni mañana ni nunca,
    Sólo quiero volverme el fruto de otra estrella;
    Conocer cómo sueñan los niños de Saturno
    Y cómo brilla la tierra cubierta de rocío.

    Algo visible y cierto me arrastra por el alma
    Hasta un balcón vastísimo donde nada aparece.
    Allí me quedo inmóvil escuchando que muero;
    Presintiendo aquel rostro que decora el rocío.

    El árbol que mi sombra levanta cada día
    Sediento de los cielos devora sus raíces;
    Toca en las puertas blancas del naufragio lejano
    Y florece en el rostro que decora el rocío.

    Con el sol que solloza por la muerte que un día
    Le hará rodar oscuro debajo de la tierra,
    De súbito ilumina mi estancia venidera
    Donde deslumbra el rostro que decora el rocío.

    No soy en este instante sino un cuerpo invitado
    Al baile que las formas culminan con la muerte.
    Dondequiera que al tiempo me disimulo o niego
    Surge radiante el rostro que decora el rocío.

    Ahora me reconozco como un huésped que llega
    A una estación extraña a pasar breves días.
    Mi patria se desnuda serena entre las nieblas:
    Su extensión es el rostro que decora el rocío.

    No importa que la muerte sea una nieve eterna
    Que a la forma en el tiempo aprisiona y exige.
    Un valle silencioso florece en mi recuerdo,
    Y siento que a mi rostro lo decora el rocío.



    EL CABALLERO, EL DIABLO Y LA MUERTE

    Versos para un grabado de Durero

    EL CABALLERO

    Un caballero es alguien
    que se opone al pecado.

    Sale con paso de aventura
    en busca del origen de su alma.
    Sale hacia el sol,
    dialogando con el múltiple espejo
    del rocío.
    Conoce la clara fisonomía
    de cada estrella.
    Ha sido huésped nemoroso
    de cada árbol.
    Ha templado su arma bendecida
    en cada amanecer.

    Un caballero es alguien
    que se opone al pecado,
    que requiere su espada
    y despliega sus armas,
    ante el malicioso rostro,
    ante la incitación perfumada
    de una doncella, cuyo pecho
    resguarda los ámbitos del Paraíso.

    El caballero avanza
    ceñido por las ramas.
    Su mirada es más fría
    que su espada. Arde su corazón.
    Su memoria persigue
    los parajes extensos,
    las sombras que atestiguan
    un pasado más puro que los cielos.

    El Caballero avanza por el bosque.
    Los mirlos le siguen, le acompaña
    el silencio de las ramas, y el aire.
    Busca el lugar que canta
    en el bosque remoto. Avanza
    como un trémulo azor hacia el pecado.

    EL DIABLO

    Resuenan sus pensamientos.
    Combaten sus ojos cristalinos
    con la más dura imagen del pecado.
    Algo tiende sus frutos y procura
    arrebatar su alma bajo el bosque:
    es el diablo el que canta entre las ramas.

    El diablo es la alegría
    que entrega llanto y ríe.
    Es el perfume que alarga una rosa
    cuyo centro está hecho de tinieblas.
    Es la campana que anda sola recorriendo el bosque,
    y suena como un canto inocente, de llanto y risa.

    El caballero escucha,
    requiere sus armas,
    atraviesa veloz las ramas,
    ora.

    El caballero sigue por el bosque.
    Alguien lo llama aún con voz muy poderosa.
    Trina el diablo, retiñe su campana, su cascabel
    persigue, su risa avanza.

    El caballero escucha: está lejos la sombra.
    No hay música tan pura como el silencio.
    No hay palacio tan puro como las ramas.
    Su caballo comienza a encantarse, el aire
    se viste de una serena música, corporal, cristalina:
    el caballero avanza hacia la muerte.

    LA MUERTE

    La muerte es el soldado
    perpetuo del Señor.

    Cuando alguien hiere
    la mirada que nunca se fatiga,
    ella viene a volverlo
    ser único del mundo ante esos ojos.

    Cuando alguien deja
    hundir su sueño
    detrás del propio cuerpo,
    ella viene a golpearle
    amorosa los hombros,
    y descubre un viajero
    más despierto y profundo.

    Cuando alguien olvida
    su existencia,
    ella viene y desgrana
    en lugar suyo
    la melodía abierta del ascenso;
    esparce como el agua por el suelo
    el lento descender,
    el ir arriba.

    Cuando es llamada
    por aquél que no puede con su alma,
    se oculta entre la malla de los días;
    luego se cubre el pecho
    con su coraza negra,
    y armada de su lanza,
    su caballo y su escudo,
    se arroja inesperada
    entre la hueste erguida.
    Tala sin ruido
    lo pesado y lo leve.
    No pregunta ni escucha.
    Trabaja y parte
    hacia otro ser,
    único en el mundo,
    que la espera aunque duerma,
    que la espera y despierta
    para encontrarse solo
    ante su cuerpo abierto,
    sin secreto y sin mundo
    delante del Señor.

    Ella atraviesa el tiempo
    como atraviesa el polvo los espacios.
    Sus combates
    renacen el instante en que los cielos
    sin peso fueron levantados
    y fueron destruidos.
    Para ella las flores,
    el adiós, la sonrisa,
    la aflicción que no acierta,
    lo hiriente y lo amoroso.
    Para ella el olvido,
    el no mirarla nunca
    destruir el espejo,
    devorar el silencio,
    arrinconar el mundo.
    Para ella los brazos,
    los metales más puros,
    los signos, el lamento,
    que todo esto alcanza
    a dejar que su canto
    penetre hasta las hondas
    claridades del cuerpo.

    La muerte es el soldado
    perpetuo del Señor.

    Cada muerto es de nuevo
    la plenitud del mundo.
    Por cada muerto habla
    la piedad del Señor.
    Aquella que nos busca
    debajo de lo oscuro,
    la que nos pone en llamas
    otra vez como el día
    en que los cielos fueron
    creados y deshechos,
    es la siempre perdida,
    la siempre rechazada,
    pero la siempre entera,
    corporal, cristalina,
    memoria del Señor.

    El Caballero rinde
    sus armas a la muerte.
    Su corcel se arrodilla
    lentamente en el aire.
    Las ramas tienden
    hacia el cielo su alma,
    cantan a su gloria,
    le entregan al Señor.



    TESTAMENTO DEL PEZ

    Yo te amo, ciudad,
    aunque sólo escucho de ti el lejano rumor,
    aunque soy en tu olvido una isla invisible,
    porque resuenas y tiemblas y me olvidas,
    yo te amo, ciudad.

    Yo te amo, ciudad,
    cuando la lluvia nace súbita en tu cabeza
    amenazando disolverte el rostro numeroso,
    cuando hasta el silente cristal en que resido
    las estrellas arrojan su esperanza,
    cuando sé que padeces,
    cuando tu risa espectral se deshace en mis oídos,
    cuando mi piel te arde en la memoria,
    cuando recuerdas, niegas, resucitas, pereces,
    yo te amo, ciudad.

    Yo te amo, ciudad,
    cuando desciendes lívida y extática
    en el sepulcro breve de la noche,
    cuando alzas los párpados fugaces
    ante el fervor castísimo,
    cuando dejas que el sol se precipite
    como un río de abejas silenciosas,
    como un rostro inocente de manzana,
    como un niño que dice acepto y pone su mejilla.

    Yo te amo, ciudad,
    porque te veo lejos de la muerte,
    porque la muerte pasa y tú la miras
    con tus ojos de pez, con tu radiante
    rostro de un pez que se presiente libre;
    porque la muerte llega y tú la sientes
    cómo mueve sus manos invisibles,
    cómo arrebata y pide, cómo muerde
    y tú la miras, la oyes sin moverte, la desdeñas,
    vistes la muerte de ropajes pétreos,
    la vistes de ciudad, la desfiguras
    dándole el rostro múltiple que tienes,
    vistiéndola de iglesia, de plaza o cementerio,
    haciéndola quedarse inmóvil bajo el río,
    haciéndola sentirse un puente milenario,
    volviéndola de piedra, volviéndola de noche
    volviéndola ciudad enamorada, y la desdeñas,
    la vences, la reclinas,
    como si fuese un perro disecado,
    o el bastón de un difunto,
    o las palabras muertas de un difunto.

    Yo te amo, ciudad
    porque la muerte nunca te abandona,
    porque te sigue el perro de la muerte
    y te dejas lamer desde los pies al rostro,
    porque la muerte es quien te hace el sueño,
    te inventa lo nocturno en sus entrañas,
    hace callar los ruidos fingiendo que dormitas,
    y tú la ves crecer en tus entrañas,
    pasearse en tus jardines con sus ojos color de amapola,
    con su boca amorosa, su luz de estrella en los labios,
    la escuchas cómo roe y cómo lame,
    cómo de pronto te arrebata un hijo,
    te arrebata una flor, te destruye un jardín,
    y te golpea los ojos y la miras
    sacando tu sonrisa indiferente,
    dejándola que sueñe con su imperio,
    soñándose tu nombre y tu destino.
    Pero eres tú, ciudad, color del mundo,
    tú eres quien haces que la muerte exista;
    la muerte está en tus manos prisionera,
    es tus casas de piedra, es tus calles, tu cielo.

    Yo soy un pez, un eco de la muerte,
    en mi cuerpo la muerte se aproxima
    hacia los seres tiernos resonando,
    y ahora la siento en mí incorporada,
    ante tus ojos, ante tu olvido, ciudad, estoy muriendo,
    me estoy volviendo un pez de forma indestructible,
    me estoy quedando a solas con mi alma,
    siento cómo la muerte me mira fijamente,
    cómo ha iniciado un viaje extraño por mi alma,
    cómo habita mi estancia más callada,
    mientras descansas, ciudad, mientras olvidas.

    Yo no quiero morir, ciudad, yo soy tu sombra,
    yo soy quien vela el trazo de tu sueño,
    quien conduce la luz hasta tus puertas,
    quien vela tu dormir, quien te despierta;
    yo soy un pez, he sido niño y nube,
    por tus calles, ciudad, yo fui geranio,
    bajo algún cielo fui la dulce lluvia,
    luego la nieve pura, limpia lana, sonrisa de mujer,
    sombrero, fruta, estrépito, silencio,
    la aurora, lo nocturno, lo imposible,
    el fruto que madura, el brillo de una espada,
    yo soy un pez, ángel he sido,
    cielo, paraíso, escala, estruendo,
    el salterio, la flauta, la guitarra,
    la carne, el esqueleto, la esperanza,
    el tambor y la tumba.

    Yo te amo, ciudad,
    cuando persistes,
    cuando la muerte tiene que sentarse
    como un gigante ebrio a contemplarte,
    porque alzas sin paz en cada instante
    todo lo que destruye con sus ojos,
    porque si un niño muere lo eternizas,
    si un ruiseñor perece tú resuenas,
    y siempre estás, ciudad, ensimismada,
    creándote la eterna semejanza,
    desdeñando la muerte,
    cortándole el aliento con tu risa,
    poniéndola de espalda contra un muro,
    inventándote el mar, los cielos, los sonidos,
    oponiendo a la muerte tu estructura
    de impalpable tejido y de esperanza.

    Quisiera ser mañana entre tus calles
    una sombra cualquiera, un objeto, una estrella,
    navegarte la dura superficie dejando el mar,
    dejarlo con su espejo de formas moribundas,
    donde nada recuerda tu existencia,
    y perderme hacia ti, ciudad amada,
    quedándome en tus manos recogido,
    eterno pez, ojos eternos,
    sintiéndote pasar por mi mirada
    y perderme algún día dándome en nube y llanto,
    contemplando, ciudad, desde tu cielo único y humilde
    tu sombra gigantesca laborando,
    en sueño y en vigilia,
    en otoño, en invierno,
    en medio de la verde primavera,
    en la extensión radiante del verano,
    en la patria sonora de los frutos,
    en las luces del sol, en las sombras viajeras por los muros,
    laborando febril contra la muerte,
    venciéndola, ciudad, renaciendo, ciudad, en cada instante,
    en tus peces de oro, tus hijos, tus estrellas.


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    Gastón Baquero (1914-1997) Empty Re: Gastón Baquero (1914-1997)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun Ago 29, 2022 1:22 am

    .


    Tres poemas de Gastón Baquero, de su obra Poemas escritos en España, 1960:


    LA MARIPOSA

    Teresa:
    traía para ti,
    entre las manos,
    una mariposa.

    Era roja, era azul,
    era oriblanca,
    era tan linda,
    que al verla bajo el sol
    esta mañana,
    quise que la tuvieras
    o al menos la miraras.

    Traía para ti,
    lleno de contentura
    aquella mariposa
    que aleteaba en mis manos
    como un pajarito.
    ¡Quería verte la cara
    cuando vieras saltar
    sobre tu falda
    aquella mariposa!

    Pero ya junto a tu casa
    vi otra mariposa
    sola, amarilla, y verde,
    parecía estar triste
    como un hombre sin novia,
    y pensé si sería
    la novia de la mía:
    y abriendo las mis manos
    dejé que se escapara
    la oriblanca, la azul,
    la roja mariposa;
    y las dos se volaron,
    y juntas fueron a quererse
    perdidas por el cielo.



    CANCIÓN

    ¡Toda mi miel
    y toda mi delicia!
    ¡Toda mi infantil
    malicia!
    ¡Toda alegría
    y todo desazón!
    ¡Todo mi pequeño solar
    junto al pino!
    ¡Todo lo que es noble
    y todo lo que es fino,
    con el alma toda
    y todo el corazón!



    LAS ESTRELLAS

    ¡Cuántas estrellas anoche!
    ¡Yo las veía tan claras y cercanas
    como higos de cristal, como frutillas azules!
    Me parecía, Teresa,
    que todas las estrellas te miraban
    con la misma alegría con que te miran
    los ojos de mi alma.

    Bocarriba en el campo,
    solos la tierra y yo con las estrellas,
    yo ponía mis ojos
    en el pueblo de ojillos azulosos
    que desde arriba podía contemplarte
    con tantos ojos como estrellas tiene
    el cielo blanco.

    ¿O serán las estrellas
    las orejas del cielo,
    por donde arriba oyen
    tu cantar cuando hilas
    o tu risa en el baile?

    ¿O serán las estrellas
    como un sarpullido
    que en la piel del cielo
    provoca rasquiñas,
    y comezón, y ansias,
    y por eso titilan
    y brincan las estrellas?

    No: son ojos las estrellas,
    son miradas, son fiestas.
    Yo anoche bien veía
    que estaban contentas y felices,
    como quien puede mirar desde un collado
    a una moza llamada Teresa
    mientras va por la cabra
    o recoge azucenas.

    Y yo quería tener, yo deseaba
    tantos ojos como tiene el cielo
    para verte con ellos. Yo me sentía
    el cuerpo hecho un acerico
    de estrellas y de ojos.
    Por la piel
    me picaban y corrían
    todas las estrellas.
    ¡Pudiera yo ser cielo
    y eternamente verte
    con los innumerables ojos
    de mis estrellas!




    Cuatro poemas de Gastón Baquero, de su obra Memorial de un testigo, 1966:


    RAPSODIA PARA EL BAILE FLAMENCO

    Dialogar con la muerte es la hermosa imprudencia
    de quienes aprenden a cantar desde la cuna al borde del abismo.
    El canto y la danza también pueden ser fervorosos rituales de la desesperanza,
    escuelas de lo terrible pobladas de una infancia hipnotizadas por los ojos de la madre,
    los ojos de una fascinada mujer que a su vez viene rodando por los siglos,
    con su encantamiento amarrado a la cintura, y quiere arrojarlo de sí,
    con palmas, con gemidos, con arranques de un fuego que prende
    otro fuego más hondo, para evitar el imperio de la ceniza en el alma,
    y levantar la sangre hasta los rostros de los santos de papel.
    La danza puede ser el idioma perdido de unos dioses,
    la señal arrojada a la noche desde un faro hundido en el infierno,
    la invitación a rugir de protesta y de odio contra el acabamiento humano,
    la llamada al disfrute de placeres absolutamente baldíos, pero gratos por ello,
    la plegaría burlona ante ídolos que perdieron todo su poder,
    y son ahora piedrecillas azotadas por la danza.
    Ese canto que viene de más allá de las entrañas,
    este canto aprendido junto al muro de los cementerios,
    este canto guardado entre sus vísceras por los errantes hijos de David,
    este disfraz del llanto de las sinagogas, que lleva siglos resonando,
    este canto hecho de milenios de mendicidad, de pavor y de adulterios,
    este lamento que es un río de belleza y de sangre vertida por el amor prohibido,
    este canto que es un hombre en fuga, un criminal acorralado,
    un violador de niñas a la sombra del nardo, alguien
    a quien el destino persigue con sus perros más feroces,
    este canto y esta danza, hermanos gemelos de la muerte,
    hijos de la calavera, sonidos del bailete que el diablo ensaya todos los días
    a las puertas del cielo,
    esta danza y este canto, esta belleza golpeadora en el bajo vientre, estas victorias,
    elevan al hombre hasta más allá del glorioso desdén por la muerte, lo mantean
    como a un polichinela humanizado por el impuro amor a la hetairas,
    y esparcen y derraman la blanca sangre de la fecundación,
    y al final lo entregan rendido a la orgullosa posesión del vacío;
    esta danza y este canto, estas alucinaciones, estos esqueletos de carnosas grupas,
    por los siglos, estos misteriosos gatos egipcios que saltan entre los brazos en arco y muerden la cintura
    de los bailarines, estas agrias flechas de lascivia contra el San Sebastián
    que las contempla, este aquelarre ardiendo entre los muslos, y a la postre,
    después de los altos himnos paganos a la carne, después del rostro contraído por el
    miedo a la muerte, después de la pasión crispada y anhelante, del llanto denunciado
    en las tenebrosas guitarras, esta danza y este canto se pierden en el vientre
    de la noche, vuelan hacia los recónditos cementerios, y agazapados quedan; este canto
    y esta danza, hasta mañana, hasta mañana otra vez, hasta siempre y más siempre, hasta mañana.



    NOCTURNO LUMINOSO

    ................Music I heard with you was more than music,
    ................and bread I broke with you was more than bread.

    ................CONRAD AIKEN

    Como un mapa pintado de violento amarillo sobre una pared gris,
    como una mariposa aparecida de súbito en medio de los niños en el aula,
    inesperadamente así, cuando es más noche la noche de los ciegos extraviados en el laberinto,
    puede aparecer de pronto una figura humana que sea como un cirio dulcemente encendido,
    como el sol personal, o como el recuerdo de que hay también estrellas y hermosura,
    y algo bello cantando todavía entre las viejas venas de la tierra.

    Como un mapa o como una mariposa que se queda adherida en un espejo,
    la dulce piel invade e ilumina las praderas oscuras del corazón;
    inesperadamente así, como la centella o el árbol florecido,
    esa piel luminosa es de pronto el adorno más bello de una vida,
    es la respuesta pedida largamente a la impenetrable noche:
    una llama de oro, un resplandor que vence a todo abismo,
    un misterioso acompañamiento que impide la tristeza.

    Como un mapa o como una mariposa así de simple es amar.
    ¡Adiós a las sombras, a los días ahogados de hastío, al girovagar la Nada!
    Amar es ver en otra persona el cirio encendido, el sol manuable y personal
    que nos toma de la mano como a un ciego perdido entre lo oscuro,
    y va iluminándonos por el largo y tormentoso túnel de los días,
    cada vez más radiante,
    hasta que no vemos nada de lo tenebroso antiguo,
    y todo es una música asentada, y un deleite callado,
    excepcionalmente feliz y doloroso a un tiempo,
    tan niño enajenado que no se atreve a abrir los ojos, ni a pronunciar una palabra,
    por miedo a que la luz desaparezca, y ruede a tierra el cirio,
    y todo vuelva a ser noche en derredor
    ........................................la noche interminable de los ciegos.



    SILENTE COMPAÑERO

    (Pie para una foto de Rilke niño)

    ............Parece que estoy solo,
    diríase que soy una isla, un sordomudo, un estéril.
    Parece que estoy solo, viudo de amor, errante,
    pero llevo de la mano a un niño misterioso,
    que a veces crece de repente, y es un soldado aherrojado,
    o es un hombre mayor meditabundo, un huésped del reino de los lúcidos,
    y se encoge luego, se recoge hasta devolverse a la niñez,
    con sus ojos denominables arcano, con su látigo inútil, con su estupor,
    y este niño retráctil me acompaña, y se llama Rainiero en ocasiones,
    y en otras el Presente, y el Caballero Huérfano, y el Soldado sin Dormir Posible,
    y comulga con el comunicado mundo de ultratumba,
    y conoce el lenguaje de los que abandonaron, condenados, el cuerpo,
    y pelean a alma limpia por convencer a Dios de que se ha equivocado.

    ............Parece que estoy solo en medio de esta fría trampa del universo,
    donde el peso de las estrellas, el imponderable peso de Ariadna,
    es tan indiferente como el peso de la sangre,
    o como el ciego fluir de la médula entre los huesos;
    parece que estoy solo, viendo cómo a Dios le da lo mismo
    que la vida tome en préstamo la envoltura de un hombre o la concha de un crustáceo,
    viendo lleno de cólera que Pergolesi vive menos que la estólida tortuga,
    y que este rayo de luz no quiere iluminar nada,
    y el sol no sospecha siquiera que es nuestro segundo padre.

    ............Parece que estoy solo, y este niño del látigo fláccido está junto a mí,
    derramando como compañía su mirada sagaz, temerosa porque ha reconocido
    el vacío futuro que le espera;
    parece que estoy solo, y golpeándome el hombro está este niño,
    este aislado de la multitud, lleno de piedad por ella,
    que se inclina sobre el centro del misterio,
    y golpea y maldice,
    y hace estremecerse al barro y al arcángel,
    porque es el Testimonio, el niño pródigo que trae la corona de espinas,
    la verdad asfixiante del sordo y ciego cielo.

    ............Cuando yo mismo sueño que estoy solo,
    tiendo la mano para no ver el vacío,
    y esta mano real, este concreto universo de la mano,
    con destino en sí misma, inexorablemente creada para ser osamenta y ser polvo,
    me rompe la soledad, y se aferra a la mano del niño, y partimos
    hacía el bosque donde el Unicornio canta,
    donde la pobre doncella se peina infinitamente,
    mientras espera, y espera, y espera, y espera,
    acompañada por las rotas soledades de otros seres,
    conscientes del misterio, decididos a insistir en sus preguntas,
    reacios a morir sin haber encontrado la clave de esta trampa.

    ............Parece que estoy solo,
    pero llevo en derredor un mundo de fantasmas,
    de realidades enigmáticas como el pan y la silla,
    y ya no siento asombro de llamarme Roberto o Antonio o Segismundo,
    o de ser quizá un árbol a cuyo pie descansa un peregrino
    en cuya mente vive como metáfora de su realidad la persona que soy;
    pues sé que estoy aquí, realmente aquí, destruible pero ya irrevocable,
    y si soy sueño, soy un sueño que ya no puede ser borrado;
    y una lejana voz confirma todas las anticipaciones,
    y alguien dice -¡no sé, no quiero oírlo!-
    que de esta trampa ni Dios mismo puede librarnos,
    que Dios también está cogido en la trampa, y no puede dejar de ser Dios.
    porque la Creación cayó de sus manos al vacío,
    tan perfecta y completa que el Señor, satisfecho,
    se dedicó a crear otras creaciones,
    y va de jardín celeste en jardín celeste, dando cuerda al reloj, atizando los fuegos,
    y nadie sabe por dónde anda ahora Dios, a esta hora del día o de la noche,
    ni en cuál estrella se encuentra renovando su curioso experimento,
    ni por qué no deja que veamos la clave de esta trampa,
    la salida de este espejo sin marco,
    donde de tarde en tarde parece que va a reflejarse la imagen de Dios,
    y cuando nos acercamos trémulos, reconocemos el nítido rostro de la Nada

    ............Con este niño del látigo en la mano voy hacia el amanecer o hacia el morir.
    Comprendo que todo está ya escrito, y borrado, y vuelto a escribir,
    porque la sucia piel del hombre es un palimpsesto donde emborrona y falla sus poemas
    el Demonio en persona;
    comprendo que todo ya está escrito, y rechazo esa lluvia sin cielo que es el llanto;
    comprendo que nacieron ya las mariposas
    que obligarán a palmotear de alegría a un niño que inexorablemente nacerá esta noche.
    y siento que todo está escrito desde hace milenios y para milenios,
    y yo dentro de ello:
    escrita la desesperación de los desesperados y la conformidad de los conformes,
    y echo a andar sin más, y me encojo de hombros, sin risa y sin llantos, sin lo inútil,
    llevando de la mano a este niño, silente compañero,
    o soñándole a Dios el sueño de llevar de la mano a un niño,
    antes de que deje de ser ángel,
    para que pueda con el arcano de sus ojos
    iluminarnos el jardín de la muerte.



    CANCIÓN SOBRE EL NOMBRE DE IRENE

    ¡Qué bueno es estar contigo ante este fuego, Irene,
    saber que sigues llamándote así, Irene;
    que tu nombre no se te ha evaporado de la piel
    como se evapora el rocío de la panza del sapo!

    Ah decir Irene, Irene, Irene, Irene,
    cerrando los ojos y diciendo nada más Irene
    por el solo placer y la magia de decir Irene,
    Pedaleando en el aire existas o no existas,
    ¡qué real y sólida eres, qué verdadera eres
    en medio del irreal universo por llamarte Irene!

    Las salamandritas del fuego se te quedan mirando,
    y el humo, antes de irse, se detiene feliz a contemplarse
    en el topacioespejo de tus ojos, como una mujer que se empolva la nariz
    antes de entrar en el cementerio.

    ..............................................Y tú en tu aire,
    y tú, impasible con tu abanico de llamas, sigues nada más
    llamándote Irene,
    segura de que todo el universo no puede
    despojarte de tu nombre de Irene!

    Yo paseaba un día por el Tíber,
    -Tíber de cascabeles ahogados, Tíber de pececitos oscuros
    Tíber meado por Tiberio-,
    y vi en medio del río una isla verdeante,
    trabajada en la materia de las madréporas o de las malaquitas,
    ¡vaya usted a saber!, pero pequeñita y completamente real;
    y vi en la orilla
    una de esas estatuas del Tíber sumergidas por siglos,
    donde el mármol se ha hecho róseo, y carnal, y blando;
    y con mucho temor, con una reverencia, pregunté a la estatua:
    -Perdone usted, señor, ¿cómo se llama esta isla?
    Y con un gran desdén, entreabriendo apenas los labios
    y mirándome para nada, dijo suavemente:                                                                                                          
    -¿Cómo va a llamarse esta isla? Esta isla se llama Irene.

    ¡Qué bueno es estar contigo junto al fuego,
    y saber que ahí estás, real y verdadera,
    saber que estás ahí mientras afuera se evapora el mundo,
    y que sigues y sigues,
    y seguirás para siempre llámandote Irene!




    Cuatro poemas de Gastón Baquero, de su obra Magias einvenciones, 1984:



    LA CASA EN RUINAS

    Une rose dans les ténèbres
    S. M.

    Hoy he vuelto a la casa donde un día
    mi infancia campesina conociera
    el pavor y la extraña melodía
    de encontrar otra vez lo que muriera.

    Ya nada atemoriza, nada altera
    el ritmo de la sangre. Aquí vivía
    (cuando era mi vida primavera)
    la que a los niños en dioses convertía.

    Vacío el caserón, rotas las jarras
    que las rosas colmaron de belleza,
    en vano vine en busca de mí mismo:

    todo es inútil ya, perdidas las amarras,
    y vencedoras las ruinas, es la pobreza
    la única rosa nacida en el abismo.



    BREVE VIAJE NOCTURNO

    Según la leyenda africana, el alma
    del durmiente va a la luna.


    Mi madre no sabe que por la noche,
    cuando ella mira mi cuerpo dormido
    y sonríe feliz sintiéndome a su lado,
    mi alma sale de mí, se va de viaje
    guiada por elefantes blanquirrojos,
    y toda la tierra queda abandonada,
    y ya no pertenezco a la prisión del mundo,
    pues llego hasta la luna, desciendo
    en sus verdes ríos y en sus bosques de oro,
    y pastoreo rebaños de tiernos elefantes,
    y cabalgo los dóciles leopardos de la luna,
    y me divierto en el teatro de los astros
    contemplando a Júpiter danzar, reír a Hyleo.

    Y mi madre no sabe que al otro día,
    cuando toca en mi hombro y dulcemente llama,
    yo no vengo del sueño: yo he regresado
    pocos instantes antes, después de haber sido
    el más feliz de los niños, y el viajero
    que despaciosamente entra y sale del cielo,
    cuando la madre llama y obedece el alma.

    (1962)



    EL HOMBRE HABLA DE SUS VIDAS ANTERIORES

    Cuando yo era un pequeño pez,
    cuando sólo conocía las aguas del hermoso mar,
    y recordaba muy vagamente haber sido
    un árbol de alcanfor en las riberas del Caroní,
    yo era feliz.

    Después, cuando mi destino me hizo
    reaparecer encarnada en la lentitud de un leopardo,
    viví unos claros años de vigor y de júbilo,
    conocí los paisajes perfumados por la flor del abedul,
    y era feliz.

    Y todo el tiempo que fui
    cabalgadura de un guerrero en Etiopía,
    luego de haber sido el tierno bisabuelo de un albatros,
    y de venir de muy lejos diciendo adiós a mi envoltura
    de sierpe de cascabel,
    yo era feliz.

    Mas sólo cuando un día
    desperté gimoteando bajo la piel de un niño,
    comencé a recordar con dolor los perdidos paisajes,
    lloraba por algunos perfumes de mi selva, y por el humo
    de las maderas balsámicas del Indostán.
    Y bajo la piel de humano
    ya llevo tanto sufrido, y tanto y tanto,
    que sólo espero pasar, y disolverme de nuevo,
    para reaparecer como un pequeño pez,
    como un árbol en las riberas del Caroní,
    como un leopardo que sube al abedul,
    o como el antepasado de una arrogante ave,
    o como el apacible dormitar de la serpiente junto al río,
    o como esto o como lo otro ¿o por qué no?,
    como una cuerda de la guitarra donde alguien,
    sea quien sea,
    toca interminablemente una danza que alegra de
    igual modo a la luna y al sol.



    JAMÁS CON ESE FINAL

    Si tomas entre los dedos
    la palabra amor,
    y la contemplas de derecho a revés,
    y de arriba abajo,
    verás que está hecha de algodón,
    de niebla,
    y de dulzura.

    Si después aprisionas
    la palabra música,
    sentirás entre tus dedos
    el crujir de una frágil
    lámina de arena.

    Si cae entre tus manos
    la palabra jamás,
    la terrible palabra
    que pone punto final a la pasión
    y al destino,
    sentirás que está lleno de infinito,
    y que la serpiente inmóvil de la S
    es un eslabón entre el fuego y la nieve,
    entre el infierno y el cielo,
    entre el amor y la música.

    La palabra jamás con ese al final
    no termina nunca;
    rodea la tierra y salta luego,
    perdiéndose en el océano
    de las estrellas.




    Un poema de Gastón Baquero, de su obra Poemas invisibles, 1991:


    APROXIMACIÓN A VENUS

    (Para unas muchachas de Bances Candamo,
    al margen de un estudio de Pedro Penzol
    )

    Belzeraida, Armelina y Bradamante,
    hermosas como el saludo matinal de la oropéndola,
    vestidas de nostalgia y de poesía, decidieron
    pasar un breve tiempo -el otoño no más, sólo el otoño-
    en las praderas reservadas en el planeta Venus
    para los viajeros de excepcional belleza.

    (Los aztecas rezaban su poesía coral, noche tras noche
    en honor del planeta, predilecto entre todos los del cielo).

    Ellas sabían que en Venus es una falta a los dioses
    no ser arrebatadoramente hermosos.
    ...................................................Allí en Venus
    solo llegan a nacer los niños una vez comprobado,
    en el vientre de la madre,
    que no perturbarán el equilibrio que sostiene
    cristalinamente encendido al astro en su burbuja de diamante,
    que es la Belleza.
    .........................En Venus nos permiten asomarse a un balcón
    a quien no posea un rostro perfecto, y una piel
    tan tersa como el plumaje del colibrí, o como el canto
    mañanero de la oropéndola.

    ..................................(Los aztecas,
    danzaban felices al entregar sus hijos al fulgor de Venus).

    Belzeraida, Armelina y Bradamante,
    entrelazadas como los versos de un poema,
    fueron llevadas en volandas por el Sol en persona,
    que delicadamente las hizo enflorecer en su jardín de Venus.
    Y están allí, en el hogar que les era debido desde siempre
    por su belleza, por su aterciopelada vestimenta
    de nostalgia y poesía.

    ...............................El planeta,
    festejó cumplidamente la llegada de hadas tan perfectas.

    (Los aztecas tejíanle a Venus, con la sangre de sus príncipes más bellos,
    túnicas de rubíes, diademas de himnos jubilosos).

    Ahora, desde la tierra, podemos asomarnos de tiempo en tiempo
    a contemplarle a Venus su recrecido fulgor. Y sentimos,
    con un suave estremecimiento en la piel,
    cómo vibra en el astro el alma de la música nacida
    de la mirada azul de Belzeraida, de la
    sensual sonrisa de Armelina, de
    la promesa de amor de Bradamante.

    (1986)




    Dos poemas de Gaston Baquero , de la obra Poesía completa, 1995:


    OLVIDO


    ¡Cómo el olvido ha ido destruyendo
    el mundo aquel que edificamos juntos!
    ¡Las abejas sonoras, los pastos, el estruendo
    del río bramador acorralado, los difuntos
    ecos del viento que partió gimiendo
    con tu enorme cadáver, y ardió los juncos
    con llama tan veloz que aún está ardiendo,
    con ceniza tan cruel que aún están truncos!

    Donde hubo razón de frescos vinos,
    de panes floreciendo en la alborada,
    de reluciente fruto mantenido

    en remotos estrados cristalinos,
    hoy sólo queda una sombra desgarrada
    y tus restos luchando con mi olvido.



    SONETO PARA NO MORIRME

    Escribiré un soneto que le oponga a mi muerte
    un muro construido de tan recia manera,
    que pasará lo débil y pasará lo fuerte
    y quedará mi nombre igual que si viviera.

    Como un niño que rueda de una alta escalera
    descenderá mi cuerpo al seno de la muerte.
    Mi cuerpo, no mi nombre; mi esencia verdadera
    se inscrustará en el muro de mi soneto fuerte...

    De súbito comprendo que ni ahora ni luego
    arrancaré mi nombre al merecido olvido.
    Yo no podré librarle de las garras del fuego,

    no podré levantarle del polvo en que ha caído.
    No he de ser otra cosa que un sofocado ruego,
    un soneto inservible y un muro destruido.


    GASTÓN BAQUERO, Poesía completa, Verbum, 1998



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    Mensaje por cecilia gargantini Lun Ago 29, 2022 5:58 am

    Yo no sé escribir y soy un inocente.
    Nunca he sabido para qué sirve la escritura y soy un inocente.
    No sé escribir, mi alma no sabe otra cosa que estar viva.
    Va y viene entre los hombres respirando y existiendo.
    Voy y vengo entre los hombres y represento seriamente el papel que ellos quieren:
    Ignorante, orador, astrónomo, jardinero.

    Qué interesante autor!!!!!!!!!!!!!! Me gustó mucho su abordaje de los temas. Leí algunos versos, pero lo seguiré haciendo en la medida de mis posibilidades.
    Besosssssssss Pedro y GRACIAS
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun Ago 29, 2022 6:09 am

    Grcias por tu interés, Cecilia.

    Un abrazo.
    Pedro


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