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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 17 Oct 2020, 01:53

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    WIKIPEDIA

    Publio Virgilio Marón a​ (Virgilio, 70 a. C.-Brundisium, 19 a. C.), más conocido por su nomen, Virgilio, fue un poeta romano, autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. En la obra de Dante Alighieri, La Divina Comedia, aparece como su guía a través del Infierno y del Purgatorio.

    Formado en las escuelas de Mantua, Cremona, Milán, Roma y Nápoles, se mantuvo siempre en contacto con los círculos culturales más notables. Estudió filosofía, matemáticas y retórica, y se interesó por la astrología, medicina, zoología y botánica. De una primera etapa influido por el epicureísmo, evolucionó hacia un platonismo místico, por lo que su producción se considera una de las más perfectas síntesis de las corrientes espirituales de Roma.

    Fue el creador de una grandiosa obra en la que se muestra como un fiel reflejo del hombre de su época, con sus ilusiones y sus sufrimientos, a través de una forma de gran perfección estilística

    Biografía

    Virgilio nació en Andes, actual Virgilio, una aldea próxima a Mantua, en la región italiana de Venetia et Histria el 15 de octubre del año 70 a. C. Según Macrobio era de origen humilde, sin embargo el consenso entre los doctos tiende a afirmar que su familia era de terratenientes que pertenecían a los équites.2​ Recibió una esmerada educación y pudo estudiar retórica y poesía gracias a la protección del político Cayo Mecenas. Sus primeros años los pasó en su ciudad natal, pero al llegar a la adolescencia se trasladó a Cremona, Milán y Roma para completar su formación. En Roma se introdujo en el círculo de los poetae novi. A esta época pertenecen sus primeras composiciones poéticas, recogidas bajo la denominación de Apéndice Virgiliano.

    Llegó a Nápoles en el año 48 a. C. para estudiar con el maestro epicúreo Sirón. Por entonces estalló la guerra civil tras el asesinato de Julio César, lo que afectó a Virgilio, quien incluso vio peligrar su patrimonio. Pasó gran parte de su vida en Nápoles y Nola. Fue amigo del poeta Horacio y de Augusto, desde antes de que este se convirtiera en emperador.

    Entre los años 42 y 39 a. C. escribió las Églogas o Bucólicas, que dejan entrever los deseos de pacificación de Virgilio en unos poemas que exaltan la vida pastoril, a imitación de los Idilios del poeta griego Teócrito. Aunque estilizados e idealizadores de los personajes campesinos, incluyen referencias a hechos y personas de su tiempo. En la famosa égloga IV, se canta la llegada de un niño que traerá una nueva edad dorada a Roma. La cultura cristiana posterior buscó aquí un vaticinio del nacimiento de su figura más importante, Jesucristo.

    Entre los años 36 y 29 a. C., compuso, a instancia de Mecenas, las Geórgicas, poema que es un tratado de la agricultura, destinado a proclamar la necesidad de restablecer el mundo campesino tradicional en Italia.

    A partir del año 29 a. C., inicia la composición de su obra más ambiciosa, la Eneida, cuya redacción lo ocupó once años, un poema en doce libros que relata las peripecias del troyano Eneas desde su fuga de Troya hasta su victoria militar en Italia. La intención evidente de la obra era la de dotar de una épica a su patria, y vincular su cultura con la tradición griega. Eneas lleva a su padre Anquises sobre sus hombros y su hijo Ascanio de la mano. En Cartago, en la costa de África, se enamora de él la reina Dido, quien se suicida tras la partida del héroe. En Italia, Eneas vence a Turno, rey de rútulos. El hijo de Eneas, Ascanio, funda Alba Longa, ciudad que más tarde se convertiría en Roma. Según Virgilio, los romanos eran descendientes de Ascanio, y por lo tanto del propio Eneas. El estilo de la obra es más refinado que el de los cantos griegos en los que se inspiró.

    Había ya escrito la Eneida, cuando realizó un viaje por Asia Menor y Grecia, con el fin de constatar la información que había volcado en su poema más famoso. En Atenas se encontró con Augusto y regresó con él a Italia, ya enfermo. A su llegada a Brindisi, pidió al emperador antes de morir que destruyera la Eneida. Augusto se opuso rotundamente y no cumplió la petición, para gloria de la literatura latina. Murió en esta ciudad el 21 de septiembre del año 19 a. C.

    Su nomen original (Vergilius) se alteró en el siglo IV a Virgilius quizá por influencia fonética debida a las palabras virgo y virga que significan «tímido» y «varita de mago», apodos que se le atribuían al poeta.[cita requerida]
    Obras
    Mosaico con el poeta latino Virgilio junto a Clío, musa de la Historia, y Melpómene, musa de la Tragedia. Museo del Bardo, Túnez; hallado en Susa. Siglo III d. C.

       Las Bucólicas
       La Eneida
       Las Geórgicas
       Un conjunto de obras menores conocido, desde que Escalígero le dio ese nombre en su edición de 1573, como Appendix Vergiliana, atribuida a Virgilio en la Antigüedad, pero de cuya autenticidad dudan bastantes especialistas modernos, en la que se recogen poemas como Culex, Dirae, Aetna, Ciris, Catalepton, Cataleptum, Moretum, Copa, Elegiae in Maecentatem
       En el Culex ("Mosquito"), este alerta en un sueño al pastor que lo mató de que al picarlo le salvó la vida, y por eso el mosquito se ve honrado con una tumba por el pastor.
       Las Dirae o "Maldiciones" son pronunciadas por el amante de una tierra que ha debido abandonar (arrebatada por unos veteranos del ejército romano); su enamorada Lydia se es honrada por un poema de amor que lleva su nombre y un elogio del campo donde ella vivía.
       El Aetna, consagrado al volcán Etna
       El Ciris: evocación de la metamorfosis en pájaro (Ciris) de Escila, hija del rey de Megara.
       El Catalepton, manojo de poemas cortos, de los cuales algunos parecen auténticas obras de juventud de Virgilio.3​

    En una fase posterior, se han añadido aún a esta colección:

       La Copa: poema que lleva el nombre de una bailarina siria que invita a un viajero al placer de verla bailar en su casa.
       Las Elegiae in Maecentatem: pieza necrológica que refiere las últimas palabras de Mecenas, benefactor de Virgilio, dirigidas al emperador Augusto.
       El Moretum: poema gastronómico que describe con detalle la preparación de este plato local de la Cisalpina.

    El perfecto verso de Virgilio fue elogiado y considerado ejemplar tanto entre sus coetáneos como en la Edad Media, el Renacimiento, y siguientes, al tiempo que la Eneida era desmenuzada como un tratado de filosofía y política, cuando no considerada la obra de un vidente. El esfuerzo de los renacentistas por unir el cristianismo con la cultura clásica encontró en Virgilio su principal referencia.

    Dante tomó su figura como uno de los personajes principales de su obra la Divina Comedia; representa la Razón, y ayuda a Dante a atravesar el infierno y el purgatorio. Por otra parte, Hermann Broch, en su novela La muerte de Virgilio, narra sus últimos días.4​
    Influencia
    Virgilio lee la Eneida a Livia, Octavia y Augusto (1812), de Jean-Auguste-Dominique Ingres, Museo de los Agustinos, Toulouse
    En la Antigüedad

    Las obras de Virgilio casi desde el momento de su publicación revolucionaron la poesía latina. Las Bucólicas, Geórgicas y, sobre todo, la Eneida se convirtieron en textos estándar en los programas escolares con los cuales todos los romanos educados estaban familiarizados. Los poetas que siguen a Virgilio a menudo se refieren intertextualmente a sus obras para generar significado en su propia poesía. El poeta Ovidio parodia las líneas iniciales de la Eneida en Amores 1.1.1-2, y su resumen de la historia de Eneas en el libro 14 de las Metamorfosis, la llamada "mini-Eneida", ha sido visto como un ejemplo particularmente importante de la respuesta postvirgiliana al género épico. La epopeya de Lucano, el Bellum Civile se ha considerado una epopeya antivirgiliana, prescindiendo del mecanismo divino, tratando acontecimientos históricos, y divergiendo drásticamente de la práctica épica de Virgilio. El poeta Flavio Estacio en su épica de 12 libros Tebaida se relaciona estrechamente con la poesía de Virgilio; en su epílogo aconseja a su poema que no "compita con la divina Eneida, sino que siga lejos y venere siempre sus pasos". En Silio Itálico, Virgilio encuentra a uno de sus admiradores más ardientes. Con casi todas las líneas de su épica Púnica Silio se refiere a Virgilio. De hecho, Silio es conocido por haber comprado la tumba de Virgilio y adorado al poeta. Parcialmente como resultado de su cuarta Égloga "mesiánica" —ampliamente interpretada más tarde como una predicción del nacimiento de Jesucristo— Virgilio tuvo en la antigüedad tardía la reputación de tener las habilidades mágicas de un vidente; las sortes Vergilianae, el proceso de utilizar la poesía de Virgilio como una herramienta de adivinación, se encuentra en la época de Adriano, y continuó hasta la Edad Media. En la misma línea Macrobio en la Saturnalia define la obra de Virgilio como la encarnación del conocimiento humano y la experiencia, reflejando la concepción griega de Homero. Virgilio también encontró comentaristas en la antigüedad. Servio, comentarista del siglo IV a. C., basó su trabajo en el comentario de Donato. El comentario de Servio nos proporciona una gran cantidad de información sobre la vida de Virgilio, sus fuentes y referencias; sin embargo, muchos eruditos modernos encuentran la calidad variable de su trabajo y frustrantes las interpretaciones a menudo simplistas.
    Antigüedad tardía y Edad Media

    A medida que el imperio romano occidental se derrumbó, los hombres alfabetizados reconocieron que Virgilio era un maestro poeta. Gregorio de Tours lee a Virgilio, a quien cita en varios lugares, junto con otros poetas latinos, aunque advierte que "no debemos relacionar sus fábulas mentirosas, para que no caigamos en sentencia de muerte eterna".

    Dante hizo de Virgilio su guía en el Infierno y la mayor parte del Purgatorio en La Divina Comedia. Dante también menciona a Virgilio en De vulgari eloquentia, junto con Ovid, Lucan y Statius, como uno de los cuatro regulati poetae (ii, vi, 7).

    Los manuscritos supervivientes más conocidos de las obras de Virgilio incluyen el Vergilius Augusteus, el Vergilius Vaticanus y el Vergilius Romanus.
    Leyendas

    En la Edad Media, la reputación de Virgilio era tal que inspiró leyendas que lo asociaban con la magia y la profecía. A partir de por lo menos el siglo III, los pensadores cristianos interpretaron la Égloga 4, que describe el nacimiento de un niño inaugurando una edad de oro, como una predicción del nacimiento de Jesús. En consecuencia, Virgilio llegó a ser visto en un nivel similar a los profetas hebreos de la Biblia como uno que había anunciado el cristianismo.

    Posiblemente, ya en el siglo II dC, las obras de Virgilio también empezaron a ser vistas como poseedoras de propiedades mágicas y se usaban para la adivinación. En lo que se conoce como Sortes Vergilianae (lotes virgilianos), los pasajes se seleccionaban e interpretaban al azar para responder a las preguntas. En el siglo XII, empezando por Nápoles pero extendiéndose por toda Europa, se desarrolló una tradición en la que Virgilio era considerado un gran mago. Las leyendas acerca de Virgilio y sus poderes mágicos siguieron siendo populares durante más de doscientos años, posiblemente haciéndose tan prominentes como sus propios escritos. El legado de Virgilio en el Gales medieval fue tal que la versión galesa de su nombre, Fferyllt o Pheryllt, se convirtió en un término genérico para el trabajador de la magia, y sobrevive en la palabra galesa moderna para el farmacéutico, fferyllydd.

    La leyenda de "Virgilio en la canasta" surgió en la Edad Media, y se ve a menudo en el arte y se menciona en la literatura como parte del topos literario del Poder de la Mujer, demostrando la fuerza disruptiva del atractivo femenino en los hombres. En esta historia, Virgilio se enamoró de una hermosa mujer, a veces descrita como la hija o amante del emperador y llamada Lucrecia. Ella fingió seguirle el juego y acordó una cita en su casa, donde él debía colarse en la noche subiendo en una cesta grande que ella bajaría desde una ventana. Cuando lo hizo, la joven sólo lo izó hasta mitad de la pared y luego lo dejó atrapado allí hasta el día siguiente, expuesto al ridículo público. La historia es paralela a la de Phyllis montando sobre Aristóteles. Entre otros artistas que representan la escena, Lucas van Leyden hizo una xilografía o grabado en madera y más tarde un grabado.
    Tumba de Virgilio
    La Tumba de Virgilio en Nápoles.

    La estructura conocida como "Tumba de Virgilio" se encuentra en la entrada de un antiguo túnel romano llamado Cripta Napolitana (también conocido como "grotta vecchia") en Piedigrotta, un distrito de Nápoles, concretamente en el Parque Vergiliano a Piedigrotta. Mientras Virgilio ya era objeto de admiración y veneración literaria antes de su muerte, en la Edad Media su nombre se asoció con poderes milagrosos, y durante un par de siglos su tumba fue el destino de peregrinaciones y veneración.
    Manuscritos destacados

    De Virgilio se conservan siete manuscritos en letras capitales, dos de ellos contienen pinturas que pertenecen a la época final de la antigüedad.5​
    Manuscritos del texto de Virgilio en letras capitales, siglos IV-VI.6​7​ Sigla, nombre, ubicación y signatura Origen y datación aprox. Soporte, formato aprox., extensión, escritura Descripción del contenido Comentarios y material adjunto al texto Referencias
    F = Vaticanus.

       Ciudad del Vaticano:
       Biblioteca Apostólica
       Vat. Lat. 3225.8​

    Italia.
    Siglo IV.

       Pergamino.
       225×200 mm.
       76 ff.
       Capital rústica.



       G. 3–4. ff. 1-10.
       E. 1–11. ff. 11-75.

    Fragmentos.

       f. 76 pertenece a M.



       Decorado con 50 antiguas miniaturas polícromas. Las encuadra un marco rojo con detalles en oro y bordes negros, 6 son de página completa.
       El primer v. de G. 3 y los tres primeros de E. 3 y 4 son en tinta roja.

    CLA 1.11.
    PCL LXIII.
    R = Romanus.

       Ciudad del Vaticano: BA
       Vat. Lat. 3867.9​

    Italia.
    Siglo V.

       Pergamino.
       330×323 mm.
       309 ff.
       Capital rústica.



       B. ff. 1-18.
       G. ff. 18-73.
       E. ff. 75-309.

    Fragmentos.
    77 ff. perdidos.


       Decorado con 19 antiguas miniaturas polícromas. Junto al texto de B. son 7 pinturas de pequeño formato (247/245×175/140 mm), 3 de ellas son retratos de Virgilio. Enfrentadas al texto de G. y E. son 12, de página completa (232/225×230/222 mm).
       Argumenta, antes de cada libro de G. y E. Son diez hexámetros bajo el nombre de Ovidio.

    CLA 1.19.
    PCL LXV.
    P = Palatinus.

       Ciudad del Vaticano: BA
       Pal. Lat. 1631.10​

    Italia.
    Siglo IV/V.

       Pergamino.
       300×235 mm.
       257 ff.
       Capital rústica.



       B. ff. 1-17.
       G. ff. 18-56.
       E. ff. 57-256.

    Fragmentos.
    33 ff. perdidos.


       El volumen tiene 571 ff. en total, contando páginas en blanco colocadas para separar los folios de pergamino.
       Algunas páginas comienzan con grandes iniciales en tinta roja.
       Contiene 600 glosas marginales en latín y 16 en antiguo alto alemán, en letra minúscula del s. IX.

    CLA 1. 99.
    PCL LXIV.
    M = Mediceus.

       Florencia:
       Biblioteca Medicea Laurenziana XXXIX. 1.11​
       Ciudad del Vaticano: BA
       Vat. Lat. 3225 f. 76.

    Italia.
    Siglo V.

       Pergamino.
       200×150 mm.
       221 ff.
       Capital rústica.



       B. 6.48-10. ff. 1-9.
       G. 1-4. ff. 9-46.
       E. 1-12. ff. 48-221.

    Fragmentos.


       El f. 8 contiene una suscripción y dísticos, en letras capitales y unciales, que indica que fue revisada por el cónsul Turcio Rufio Aproniano, firmada en Roma en el año 494.
       El f. 76 de F pertenece a este códice, contiene E. 8.585-642, corresponde a una laguna entre los ff. 156-157.

    CLA 3.**296.
    CLA 1.** p. 5.
    PCL LXVI 1.
    G = Sangallensis.

       San Galo:
       Stiftsbibliothek
       1394 pp. 7–49.12​

    Italia.
    Siglo V.

       Pergamino.
       325×350 mm.
       12 ff.
       Capital cuadrada.



       B. Colofón.
       G. Título. 1 f.
       G. 4.345-566. 3 ff.
       E. 1, 3, 4, 6. 8 ff.

    Fragmentos.


       Palimpsesto: 4 ff. tienen una segunda escritura del s. XII. En el s. XV trozos del pergamino se usaron para remendar encuadernaciones de otros mss. de la Biblioteca de la Abadía. Los restos se recuperaron en 1822.
       La escritura corresponde a dos copistas distintos.

    CLA 7.977.
    PCL LXII.
    V = Veronensis.

       Verona:
       Biblioteca Capitolare
       XL (38).13​

    Galia.
    Siglo V.

       Pergamino.
       268×215 mm.
       51 ff.
       Capital rústica.



       B. 3, 5–8. 4 ff.
       G. 2–4. 8 ff.
       E. 1–12. 37 ff.

    Fragmentos.


       Palimpsesto: El texto fue borrado y el códice reutilizado en el s. VIII. El texto antiguo contiene además fragmentos de las obras de Tito Livio y de Euclides, en capitales rústicas del s. V. Estos restos se descubrieron en 1818.
       Scholia Veronensia: Copiosos escolios marginales e interlineares en letra uncial del siglo V. Son extractos de fuentes hoy perdidas y no conservadas en otros mss., como los textos de Ásper y Cornuto, entre otros.

    CLA 4.498.
    PCL LXXV 1.
    A = Augusteus.

       Ciudad del Vaticano: BA
       Vat. Lat. 3256.14​
       Tubinga:
       Universitätsbibliothek
       Codex A.

    Italia.
    Siglo V.

       Pergamino.
       425×325 mm.
       7 ff.
       Capital cuadrada.



       G. 1.41-280. 6 ff.
       3.181-220. 1 ff.
       E. 4.302-305.

    Schedae Vaticanae: 4 ff.
    Schedae Berolinenses: 3 ff.


       Las iniciales de cada página son de gran tamaño y pintadas de rojo, azul y verde.
       Los ff. de Tubinga pertenecían hasta hace poco a la Biblioteca Estatal de Berlín con la signatura "Lat. F. 416".
       Los 4 versos de la Eneida que se conservan corresponden a un folio hoy perdido, publicados en facsímil en 1709.

    CLA 1.13.
    CLA 8.**13.
    PCL LXI.

       En letras minúsculas15​

    π = Pragensis. Siglo X

    a = Bernensis 172. Siglo X.

    b = Bernensis 165 . Siglo IX.

    c = Bernensis 184. Siglo IX.

    γ = Gudianus lat. 2º70 = Guelferbytanus, por provenir de la Herzog August Bibliothek, en Wolfenbüttel. Siglo X.

    m = Minaurogiensis. Siglo X o XII.

    r = Rehdigeranus 136. Siglo XII.





    COMO OBRAS DESTACADAS:

    - LAS BUCÓLICAS.

    - LAS GEÓRGICAS.

    - LA ENEIDA.


    Intentaremos hacer la exposición que podamos, de parte de esas obras.  Siempre que no nos encontremos con las dificultades halladas en Los Salmos de David y en Las Epístolas y Sátiras de Horacio.


    _________________
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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 17 Oct 2020, 01:58

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA (*)

    LIBRO I

    Canto las armas y a ese hombre que de las costas de Troya
    llegó el primero a Italia prófugo por el hado y a las playas
    lavinias, sacudido por mar y por tierra por la violencia
    de los dioses a causa de la ira obstinada de la cruel Juno,
    tras mucho sufrir también en la guerra, hasta que fundó la ciudad
    y trajo sus dioses al Lacio; de ahí el pueblo latino
    y los padres albanos y de la alta Roma las murallas.
    Cuéntame, Musa, las causas; ofendido qué numen
    o dolida por qué la reina de los dioses a sufrir tantas penas
    empujó a un hombre de insigne piedad, a hacer frente
    a tanta fatiga. ¿Tan grande es la ira del corazón de los dioses?
    Hubo una antigua ciudad que habitaron colonos de Tiro,
    Cartago, frente a Italia y lejos de las bocas
    del Tiber, rica en recursos yviolenta de afición a la guerra;
    de ella se dice que Juno la cuidó por encima de todas las tierras,
    más incluso que a Samos. Aquí estuvieron sus armas,
    aquí su carro; que ella sea la reina de los pueblos,
    si los hados consienten, la diosa pretende e intenta.
    Pero había oído que venía una rama de la sangre troyana
    que un día habría de destruir las fortalezas tirias;
    para ruina de Libia vendría un pueblo poderoso
    y orgulloso en la guerra; así lo hilaban las Parcas.
    Eso temiendo y recordando la hija de Saturno otra guerra
    que ante Troya emprendiera en favor de su Argos querida,
    que aún no habían salido de su corazón las causas del enojo
    ni el agudo dolor; en el fondo de su alma
    clavado sigue el juicio de Paris y la ofensa de despreciar
    su belleza y el odiado pueblo y los honores a Ganimedes raptado.
    Más y más encendida por todo esto, agitaba a los de Troya
    por todo el mar, resto de los dánaos y del cruel Aquiles,
    y los retenía lejos del Lacio. Sacudidos por los hados
    vagaban ya muchos años dando vueltas a todos los mares.
    Empresa tan grande era fundar el pueblo de Roma.
    Apenas daban velas, alegres, a la mar alejándose de las tierras
    de Sicilia y surcaban con sus quillas la espuma de sal
    cuando Juno, que guarda en su pecho una herida ya eterna,
    pensó: «¿Desistiré, vencida, de mi intento
    y no podré mantener apartado de Italia al rey de los teucros?
    En verdad se me enfrentan los hados. ¿No pudo quemar Palas
    la flota de los griegos y hundirlos a ellos mismos en el mar,
    por la culpa y la locura de uno solo, de Áyax Oileo?
    Ella fue quien lanzó de las nubes el rápido fuego de Jove
    y dispersó las naves y dio la vuelta al mar con los vientos;
    y a él mientras moría con el pecho atravesado de llamas
    se lo llevó en un remolino y lo clavó en escollo puntiagudo.
    Y yo, reina que soy de los dioses y de Júpiter
    hermana y esposa, contra un solo pueblo tantos años ya
    hago la guerra. ¿Acaso alguien querrá adorar
    el numen de Juno o suplicante rendirá honor a sus altares?»
    En su pecho encendido estas cuitas agitando la diosa
    a la patria llegó de los nimbos, lugares preñados de Austros furiosos,
    a Eolia. Aquí en vasta caverna el rey Éolo
    sujeta con su mando a los vientos que luchan y a las tempestades
    sonoras y los frena con cadenas y cárcel.
    Ellos enfurecidos hacen sonar su encierro del monte
    con gran ruido; Éolo se sienta en lo alto de su fortaleza
    empuñando su cetro y suaviza los ánimos y atempera su enojo.

    CONT.

    (*) Yo leí LA ENEIDA hace muchos años. Creo que es el momento de volverla a leer. Por tanto la exposición será lenta: con la lentitud que me permita adentrarme en lo versos que expongo y en sus personajes.

    Gracias.




    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Dom 18 Oct 2020, 00:19, editado 1 vez


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 17 Oct 2020, 02:00

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Si así no hiciera, en su arrebato se llevarían los mares sin duda
    y las tierras y el cielo profundo y los arrastrarían por los aires.
    Pero el padre todopoderoso los escondió en negros antros,
    eso temiendo, y la mole de un monte elevado
    puso encima y les dio un rey que con criterio cierto
    supiera sujetar o aflojar sus riendas según se le ordenase.
    Y a él entonces Juno se dirigió suplicante con estas palabras:
    «Éolo (pues a ti el padre de los dioses y rey de los hombres
    te confió calmar las olas y alzarlas con el viento),
    un pueblo enemigo mío navega ahora por el mar Tirreno,
    y se lleva a Italia Ilión y los Penates vencidos.
    Insufla fuerza a tus vientos y cae sobre sus naves, húndelas,
    o haz que se enfrenten y arroja sus cuerpos al mar.
    Tengo catorce Ninfas de hermoso cuerpo,
    de las que Deyopea es quien tiene más bonita figura;
    la uniré a ti en matrimonio estable y haré que sea tuya,
    para que por tus méritos pase todos los años
    contigo y te haga padre de hermosa descendencia.»
    A lo que Éolo repuso: «Cosa tuya, oh reina, saber
    lo que deseas; a mí aceptar tus órdenes me corresponde.
    Tú pones en mis manos este reino y me ganas el cetro y a Jove,
    tú me concedes asistir a los banquetes de los dioses
    y me haces señor de los nimbos y las tempestades.»
    Luego que dijo estas cosas, golpeó con su lanza el costado
    del hueco monte y los vientos, como ejército en formación de combate,
    por donde se les abren las puertas se lanzan y soplan las tierras con su
    torbellino.
    Cayeron sobre el mar y lo revuelven desde lo más hondo,
    a una el Euro y el Noto y el Ábrego lleno
    de tempestades, y lanzan vastas olas a las playas.
    Se oye a la vez el grito de los hombres y el crujir de las jarcias;
    las nubes ocultan de pronto el cielo y el día
    de los ojos de los teucros, una negra noche se acuesta sobre el ponto,
    tronaron los polos y el éter reluce con frecuentes relámpagos
    y todo se conjura para llevar la muerte a los hombres.
    Se aflojan de pronto de frío las fuerzas de Eneas,
    gime y lanzando hacia el cielo ambas palmas
    dice: «Tres veces y cuatro veces, ay, bienaventurados
    cuantos hallaron la muerte bajo las altas murallas de Troya,
    a la vista de sus padres. ¡Oh, el más valiente de los dánaos,
    Tidida! ¡Y no haber podido yo caer de Ilión en los campos
    a tus manos y que hubieras librado con tu diestra esta alma mía
    donde fue abatido el fiero Héctor por la lanza del Eácida,
    donde el gran Sarpedón, donde el Simunte arrastra
    en sus aguas tanto yelmo y escudo, y tantos cuerpos esforzados!»
    Cuando así se quejaba un estridente golpe del Aquilón
    sacude de frente la vela y lanza las olas a las estrellas.
    Se quiebran los remos, se vuelve la proa y ofrece
    el costado a las olas, viene después enorme un montón de agua;
    unos quedan suspendidos en lo alto de la ola; a estos otros se les abre el mar
    y les deja ver la tierra entre las olas en agitado remolino de arena.
    A tres las coge y las lanza el Noto contra escollos ocultos
    (a esos escollos que asoman en medio del mar los llaman los ítalos Aras,
    enorme espina de la superficie del agua), a tres el Euro las arrastra
    de alta mar a los bajíos y a las Sirtes, triste espectáculo,
    y las encalla en los vados y las cerca de un banco de arena.
    A una que llevaba a los licios y al leal Orontes,
    ante sus propios ojos la golpea en la popa una ola gigante
    cayendo de lo alto: la sacudida arrastra de cabeza
    al piloto, rodando; a aquélla tres veces la hace girar
    la tromba en su sitio antes de que la trague veloz torbellino.


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 17 Oct 2020, 02:04

    Veo que aprovechas muy bien el tiempo. Conoceré de tu mano a este autor. Tampoco lo conocía.
    Gracias


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 17 Oct 2020, 02:31

    Bueno, no te agobies. Yo tampoco conozco muchas cosas. La Eneida, sí. Y Las Bucólicas, traducidas por Fray Luis de León, también. Pero no conocía, por poner un ejemplo próximo, a Louise Glück, que está tratando Cecilia.
    Esto va de aprender. de lo antigüo y de lo nuevo.

    Besos.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 18 Oct 2020, 00:13

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Desperdigados aparecen algunos nadando en la amplia boca,
    las armas de los hombres, los tablones y el tesoro troyano entre las olas.
    Ya la nave poderosa de Ilioneo, ya la del fuerte Acates
    y la que lleva a Abante y la de Aletes el anciano
    la tempestad las vence; por las maderas sueltas de los flancos
    reciben todas el agua enemiga y se abren en rendijas.
    Entretanto Neptuno advirtió por el ruido tan grande que el mar se agitaba,
    se desataba la tormenta y el agua volvía de los profundos abismos
    y, gravemente afectado, miró desde lo alto
    sacando su plácida cabeza por encima del agua.
    Ve por todo el mar la flota deshecha de Eneas,
    y a los troyanos atrapados por las olas y la ruina del cielo;
    y no se le escaparon al hermano las trampas y la ira de Juno.
    Así que llama ante él al Céfiro y al Euro, y así les dice:
    «¿A tanto ha llegado el orgullo de la raza vuestra?
    ¿Ya revolvéis el cielo y la tierra sin mi numen, vientos,
    y os atrevéis a levantar moles tan grandes?
    Os voy a... Pero, antes conviene volver a componer las olas agitadas.
    Más adelante pagaréis con pena bien distinta vuestro atrevimiento.
    Marchaos ya de aquí y decid esto a vuestro rey:
    el gobierno del mar y el cruel tridente no a él,
    sino a mí, los confió la suerte. Se ocupa él de las rocas enormes,
    Euro, vuestras moradas; que se jacte en aquella residencia
    Éolo y reine en la cerrada cárcel de los vientos.»
    Así habla, y antes de decirlo aplaca el mar hinchado
    y dispersa el montón de nubes y vuelve a traer el sol.
    Cimótoe y Tritón intentan a la vez sacar las naves
    del filoso escollo; las alza él con su propio tridente
    y abre las vastas Sirtes y serena el mar
    y recorre la cresta de las olas con sus ruedas ligeras.
    Y como en un gran pueblo cuando a menudo surge
    el motín y se enciende el corazón de los villanos,
    y vuelan ya piedras y antorchas y la locura sirve a las armas.
    Entonces, si pueden ver a un hombre de grave piedad
    y méritos, callan y se detienen a su lado con el oído atento;
    él gobierna con palabras sus ímpetus y ablanda sus corazones:
    así decayó todo ruido en el mar luego que el padre
    contemplando la superficie y llevado a cielo abierto
    conduce sus caballos y vuela dando rienda suelta a su carro.
    Los agotados Enéadas intentan ganar a la carrera
    las costas más próximas y se dirigen hacia las playas de Libia.
    Hay un lugar en una profunda ensenada y, ofreciendo sus costados,
    una isla lo hace puerto rompiendo contra ellos cuanta ola
    viene del mar, que se divide en arcos de reflujo.
    Aquí y allá vastos roquedales y farallones gemelos
    amenazan al cielo, bajo la cima de los cuales calla
    en gran extensión un mar seguro; se añade por encima un decorado
    de selvas relucientes y se alza un negro bosque de horrible sombra.
    Una gruta se abre enfrente, de colgantes escollos;
    dentro, aguas dulces y sitiales en la roca viva,
    morada de Ninfas. Se sujetan aquí las naves cansadas
    sin maroma alguna, no las ata el ancla con su curvo mordisco.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 18 Oct 2020, 00:16

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Aquí llega Eneas con las siete naves que reunir pudo
    del número total, y desembarcando con gran ansia de tierra
    toman los troyanos posesión de la anhelada arena
    y tienden en la playa los cuerpos de sal entumecidos.
    Y primero Acates le hizo brotar al pedernal la chispa
    y prendió con ella unas hojas y puso alrededor
    árido alimento y raudo sacó del pábulo la llama.
    Luego, cansados de fatigas, sacan el alimento de Ceres
    que el agua empapó y las armas cereales y se aprestan
    a tostar en las llamas la comida rescatada y a entregarla al molino.
    Trepa mientras Eneas al acantilado y revisa a lo lejos
    cuanto se ve del mar, por si divisar puede a alguno
    arrastrado por el viento, y las birremes frigias, a Anteo
    o a Capis o las armas de Caíco en lo alto de sus popas.
    Ninguna nave a la vista, observa sin embargo a tres ciervos
    vagando por la playa; sigue por detrás entera
    la manada y pace larga formación por los valles.
    Se detiene entonces y empuña al punto el arco y las veloces
    flechas, las armas que el fiel Acates le llevaba,
    y abate los primeros a los que van delante con la cabeza erguida.
    de cuernos como árboles, después a la tropa y alborota
    a toda la manada acosándolos con sus disparos en el espeso bosque;
    y no paró hasta que, vencedor, siete hermosos ejemplares
    pone en el suelo, hasta igualar el número de naves;
    luego vuelve al puerto y entre todos los compañeros los reparte.
    Distribuye después el vino que el buen Acestes había puesto en orzas
    Y les había entregado el héroe cuando dejaban la costa trinacria,
    y consuela sus afligidos corazones con estas palabras:
    «Compañeros míos (pues que no ignoramos lo que son desgracias),
    cosas más graves, habéis sufrido, y a éstas también un dios pondrá fin.
    Habéis pasado ya la rabia de Escila y los escollos que resuenan
    fuertemente, y conocéis también las piedras del Ciclope:
    recobrad el ánimo y deponed ese triste temor,
    que quizá hasta esto recordaremos un día con gusto.
    Entre diversas fatigas, entre tantas circunstancias adversas
    buscamos el Lacio, donde nos muestran los hados
    sedes apacibles; allí renacer deben los reinos de Troya.
    Aguantad y guardaos para tiempos mejores.»
    Así dice, y aunque graves cuitas lo afligen,
    simula esperanza en su rostro, guardando en su pecho una pena profunda.

    CONT.


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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 19 Oct 2020, 01:22

    Por aquí paso, leo, me instruyo y te doy las gracias, Pascual.
    Besos.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 20 Oct 2020, 06:31

    Ya sabes. Con LA ENEIDA, me voy a dosificar ( ahora casi de manera obligada). Dos trozos por día (tardaré, pero con ello existe la posibilidad de que quien no lo haya leído, pueda hacerlo con tranquilidad).

    Ahora sigo.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 20 Oct 2020, 06:36

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Ellos se aprestan al botín y van preparando la comida;
    separan el lomo de las costillas y las vísceras sacan;
    unos lo cortan en trozos que clavan, temblando, en los asadores,
    colocan otros los calderos en la playa y se encargan del fuego.
    Recobran luego las fuerzas comiendo y echados en la hierba
    se llenan de un Baco añejo y de pingüe carne.
    Después de saciar su hambre con el banquete y retirar la mesa,
    echan de menos en larga plática a los amigos perdidos,
    divididos entre la esperanza y el miedo, pensando bien que viven,
    bien que han llegado al final y no les oirán llamarlos.
    Y en especial el piadoso Eneas lamenta la pérdida ya del fiero
    Orontes, ya de Amico y el destino cruel de Lico
    y al valiente Gías y al valiente Cloanto.
    Y habían ya acabado cuando Júpiter de lo alto del éter,
    mirando el mar velero y las tierras que se extienden
    y las costas y los dilatados pueblos, así se detuvo
    en la cima del cielo y clavó sus ojos en los reinos de Libia.
    Y a él que revolvía en su pecho cuitas tales,
    afligida yllenos de lágrimas sus ojos brillantes,
    se dirige Venus: «Oh, tú que gobiernas con poder eterno
    las cosas humanas y divinas y aterrorizas con el rayo.
    ¿Qué delito tan grande ha podido cometer mi Eneas
    contra ti? ¿Cuál los troyanos que ven cerrarse ante Italia
    el orbe entero de las tierras cuando tantas muertes han sufrido?
    Cierto es que has prometido que de aquí al correr del tiempo
    saldrían los romanos, de aquí los caudillos de la sangre de Teucro
    que bajo su poder tendrían el mar y las tierras todas.
    ¿Qué pensamiento, padre mío, cambiar te ha hecho?
    Sólo eso en verdad me consolaba de la caída de Troya
    y sus tristes ruinas, compensando con otros unos hados adversos;
    pero ahora la suerte sigue igual para unos hombres a quienes tantas
    desgracias han sacudido. ¿Qué límite marcas, rey soberano, a sus fatigas?
    Anténor, escapando de entre los aqueos, pudo llegar
    a los golfos de Iliria y entrar a salvo en el reino
    de los liburnos y superar las fuentes del Timavo,
    de donde entre el vasto rugido de los montes por nueve bocas
    baja mar desatado y golpea los campos con sonoro piélago.
    Pudo por fin fundar la ciudad de Pátavo y las sedes
    de los teucros y dio un nombre a su pueblo y de Troya las armas
    clavó; ahora descansa acomodado en plácido reposo.

    CONT.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 20 Oct 2020, 06:38

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Y nosotros, tu estirpe, a quienes concedes el alcázar del cielo,
    nos vemos abandonados con las naves perdidas (¡terrible!),
    por el enojo de una sola y se nos aparta de las ítalas costas.
    ¿Es éste el premio a la piedad? ¿Así nos repones en el trono?»
    El sembrador de dioses y de hombres, sonriéndole,
    con el rostro con el que el cielo serena y las tormentas,
    libó los besos de su hija, y luego le dice:
    «Deja ese miedo, Citerea, que intacto permanece para ti
    el sino de los tuyos; verás la ciudad y las prometidas murallas
    de Lavinio y llevarás, sublime, hasta las estrellas del cielo
    al magnánimo Eneas; que no ha cambiado mi opinión.
    Éste (lo diré, pues esa cuita te devora,
    claramente y dando vueltas removeré los arcanos del destino),
    te librará en Italia una gran guerra y a pueblos feroces
    golpeará e impondrá a sus hombres leyes y murallas,
    hasta que el tercer verano le vea reinando en el Lacio
    y pasen tres inviernos desde la derrota de los rútulos.
    En cuanto a su hijo Ascanio, al que ahora se da el sobrenombre
    de Julo (que Ilo era mientras de Ilión la fuerza se sostuvo),
    ha de cumplir con su poder treinta grandes giros
    del paso de los meses, y de la sede de Lavinio trasladará
    su reino, y ceñirá de fuertes murallas Alba Longa.
    Aquí se reinará trescientos años completos
    por la raza de Héctor, hasta que Ilia, princesa sacerdotisa,
    preñada de Marte le dará con su parto una prole gemela.
    Después, contento bajo el rubio manto de una loba nodriza
    Rómulo se hará cargo del pueblo y alzará las murallas
    de Marte y por su nombre le dará el de romano.
    Y yo no pongo a éstos ni meta ni límite de tiempo:
    les he confiado un imperio sin fin. Y hasta la áspera Juno,
    que ahora fatiga de miedo el mar y las tierras y el cielo,
    cambiará su opinión para mejor, y velará conmigo
    por los romanos, por los dueños del mundo y el pueblo togado.
    Así lo quiero. Al correr de los lustros llegará un tiempo
    en que la casa de Asáraco someterá a esclavitud a Ftía
    y la ilustre Micenas y mandará en la vencida Argos.
    Nacerá troyano César, de limpio origen, que el imperio
    ha de llevar hasta el Océano y su fama a los astros,
    Julio, con nombre que le viene del gran Julo.
    Lo acogerás, segura, tú en el cielo cuando llegue cargado
    con los despojos de oriente; también él será invocado con votos.
    Con el fin de las guerras más suave se hará el áspero siglo:
    la canosa Lealtad, y Vesta y Quirino con su hermano Remo
    darán sus leyes, y serán cerradas las sanguinarias puertas de la Guerra
    con trancas reforzadas y con hierro; dentro, impío, el Furor
    sentado sobre sus armas crueles y atado con cien nudos
    de cadenas a la espalda rugirá erizado con su boca de sangre.»

    CONT.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 22 Oct 2020, 01:25

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Esto dice, y envía desde el cielo al que Maya engendró
    a que se abran las tierras y los nuevos alcázares de Cartago
    acojan a los teucros, para que no los rechace de sus tierras
    Dido, ignorando el destino. Vuela aquél por el cielo abierto
    con el impulso de sus alas y se presenta raudo en las costas de Libia.
    Y ya cumple las órdenes y rinden los púnicos su fiero corazón
    porque el dios lo quiere, y la que más la reina aguarda
    a los troyanos con ánimo sereno y bondadosa mente.
    El piadoso Eneas, en esto, dando muchas vueltas en la noche,
    apenas nació la luz sustentadora, decidió salir
    y explorar los nuevos lugares, las costas que ganaron con el viento,
    e indagar quién las habita (como no ve cultivos),
    si hombres o fieras, y traer exacta noticia a sus compañeros.
    En una quebrada del bosque, bajo el hueco de una roca sus naves
    oculta entre árboles y sombras de espanto.
    Y él se marcha sólo con la compañía de Acates
    apretando en sus manos dos lanzas de ancho filo.
    En medio del bosque se le presentó su madre con los rasgos
    y el aspecto de una doncella, y con las armas de una doncella
    espartana, cual fatiga la tracia a sus caballos
    Harpálice, o al Hebro alado sobrepasa corriendo;
    pues presto el arco lo llevaba colgado de sus hombros
    según la costumbre de caza y dejaba flotar al viento sus cabellos,
    desnuda la rodilla y la ropa suelta recogida en un nudo.
    Y habló la primera: «¡Eh, jóvenes! Decidme si de las mías
    habéis visto a alguna, de mis hermanas, vagando por aquí
    con la aljaba y con la piel de lince llena de manchas,
    o siguiendo a gritos la carrera de un jabalí espumante.»
    Así Venus, y así de Venus el hijo comenzó por su parte:
    «Ni hemos oído ni hemos visto a ninguna de tus hermanas.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 22 Oct 2020, 01:27

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    ¿Cómo he de llamarte, muchacha?, pues no tienes cara
    de mortal ni suena tu voz como la de los hombres, oh diosa sin duda
    (¿quizá hermana de Febo o una de la sangre de las Ninfas?).
    Sé feliz y ojalá, seas quien seas, alivies nuestra carga
    y nos digas por fin bajo qué cielo, a qué lugar del mundo
    hemos ido a parar. Ignorantes del lugar y de sus hombres
    vagamos, por el viento y el vasto oleaje aquí arrojados.
    Hará caer nuestra diestra muchas víctimas ante tus altares.»
    Venus entonces: «En verdad no me creo digna de tales honores.
    Llevar aljaba es costumbre de las muchachas de Tiro
    y anudar en alto sus piernas a coturnos de púrpura.
    Tierra de púnicos es la que ves, tirios y la ciudad de Agénor,
    y las fronteras con los libios, pueblo terrible en la guerra.
    Tiene el mando Dido, de su ciudad tiria escapada
    huyendo de su hermano. Larga es la ofensa, largos
    los avatares; mas seguiré lo más sobresaliente de la historia.
    De ésta el esposo era Siqueo, el hombre más rico en oro
    de los fenicios, y lo amó la infeliz con amor sin medida,
    desde que su padre la entregara sin mancha y la uniera con él en primeros
    auspicios. Pero el poder en Tiro lo ostentaba su hermano
    Pigmalión, terrible más que todos los otros por sus crímenes.
    Y vino a ponerse entre ambos la locura. Éste a Siqueo,
    impío ante las aras y ciego de pasión por el oro,
    sorprende a escondidas con su espada, sin cuidarse
    del amor de su hermana; su acción ocultó por mucho tiempo
    y con mentiras y esperanzas vanas engañó a la amante afligida.
    Pero en sueños se le presentó el propio fantasma de su insepulto
    esposo, con los rasgos asombrosamente pálidos;
    las aras crueles descubrió y el pecho por el hierro
    atravesado, y desveló todo el crimen secreto de su casa.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 23 Oct 2020, 02:19

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    La anima luego a disponer la huida y salir de su patria,
    y saca de la tierra antiguos tesoros escondidos,
    ayuda para el camino, gran cantidad de oro y de plata.
    Conmovida por esto preparaba Dido su partida y a los compañeros.
    Acuden aquellos que más odiaban al cruel tirano,
    o que más le temían; de unas naves que dispuestas estaban
    se apoderan y las cargan de oro. Se van por el mar
    las riquezas del avaro Pigmalión; una mujer dirige la empresa.
    Llegaron a estos lugares, donde ahora ves enormes murallas
    y nace el alcázar de una joven Cartago,
    y compraron el suelo, que por esto llamaron Birsa,
    cuanto pudieron rodear con una piel de toro.
    Mas, ¿qué hay de vosotros? ¿De dónde habéis llegado
    o a dónde os dirigís?» A quien tal preguntaba, aquél
    entre suspiros y sacando la voz de lo hondo del pecho:
    «¡Oh, diosa! Si hubiera de empezar desde el principio
    y tiempo tuvieras de escuchar los anales de nuestras fatigas,
    antes encerraría Véspero al día en el Olimpo.
    Desde la antigua Troya, y puede que el nombre de Troya
    haya llegado a tus oídos, sacudidos por mares diversos,
    por azar, una tormenta nos lanzó a las costas de Libia.
    Yo soy Eneas piadoso que, arrancados al enemigo, mis Penates
    llevo en mi flota conmigo; mi fama es conocida más allá del cielo.
    Busco Italia, mi patria, y desciende mi raza del supremo Jove.
    Me lancé al mar de Frigia con dos veces diez naves,
    en pos de mi destino, bajo la guía de mi divina madre.
    Siete apenas han sobrevivido al castigo de las olas y del Euro.
    Yo mismo, desconocido y necesitado, vago por los desiertos de Libia,
    expulsado de Europa y de Asia.» Y no consintió Venus
    que más se quejase, y así dijo, interrumpiendo su dolor:
    «Seas quien seas, y ya que has llegado a esta ciudad tiria,
    no creo que consumas las auras de la vida odiado por los dioses.
    Así que prosigue y vete desde aquí a los umbrales de la reina.
    Pues que han vuelto tus amigos y que tu flota ha vuelto
    te anuncio, y que al cambiar los Aquilones está en seguro,
    si es que mis padres no me enseñaron mal a leer los augurios.
    Mira dos grupos de seis cisnes volando en formación alegres,
    a quienes dejando la región del éter el ave de Júpiter
    turbaba a cielo abierto; ahora en larga fila ya parecen
    elegir una tierra o mirar desde lo alto la elegida:
    igual que en su retorno juegan aquéllos con alas estridentes
    y recorren en círculo el cielo y lanzan su canto,
    no de otra forma tus naves y tus jóvenes
    o han entrado ya en puerto o buscan su boca a toda vela.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 23 Oct 2020, 02:22

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Así que prosigue, y, por donde te lleva el camino, dirige tus pasos.»
    Dijo, y relució su nuca de rosa al darse la vuelta,
    y desde lo más alto exhalaron sus cabellos de ambrosía
    un olor divino; cayó su vestido hasta los mismos pies
    y se marchó con el andar de una diosa verdadera. Entonces
    reconoció aquél a su madre que escapaba y así la siguió con la voz:
    «¿Por qué tan a menudo, también tú cruel, te burlas de tu hijo
    con falsas imágenes? ¿Por qué no se me da juntar mi diestra
    con la suya y oír y devolver palabras de verdad?»
    Éste fue su reproche y encaminó sus pasos hacia las murallas.
    Pero Venus cubrió con una sombra oscura a los caminantes
    y derramó la diosa a su alrededor un manto de niebla,
    para que nadie pudiera verlos y nadie tocarlos,
    o urdir un retraso o las causas inquirir de su llegada.
    Ella misma, volando, se va a Pafos y encontró alegre
    de nuevo su morada, donde tiene su templo y cien altares
    arden con incienso de Saba y huelen a guirnaldas recién cortadas.
    Reemprendieron entretanto su camino, por donde avanza el sendero,
    y ya subían a la colina que mucho asoma por encima
    de la ciudad y ve desde lo alto el alcázar de enfrente.
    Se asombra Eneas de la mole, cabañas otro tiempo,
    se asombra de las puertas y del ir y venir por las calzadas.
    Se afanan con fiebre los tirios: unos trazan la muralla
    y levantan la fortaleza y hacen rodar las piedras en sus manos;
    otros eligen un lugar para su techo y lo rodean de un surco;
    leyes están dictando los jueces y el senado sagrado.
    Unos aquí excavan el puerto; otros preparan profundos
    cimientos para el teatro y sacan enormes columnas
    de las rocas que habrán de decorar la escena futura.
    Igual que las abejas al entrar el verano por los campos floridos
    se afanan bajo el sol, sacando fuera las crías ya adultas
    de la especie, o espesando la líquida miel
    o hinchando las celdillas con el dulce néctar,
    o toman la carga de las que van llegando o en formación cerrada
    de la colmena arrojan al perezoso rebaño de los zánganos;
    hierve el trabajo y de la miel se escapa un olor a tomillo.
    «Afortunados los que ven sus murallas alzarse»,
    exclama Eneas de la ciudad contemplando los tejados.
    Encerrado en la niebla (asombra decirlo) se mete
    en el centro y se mezcla a la gente sin ser visto.
    Un bosque se alzaba en el corazón de la ciudad, de sombra amenísima,
    donde, arrojados por el torbellino y las aguas, sacaron
    del suelo los púnicos la primera señal que Juno soberana
    les había mostrado: la cabeza de un brioso caballo; que habría de ser
    por los siglos un pueblo famoso en la guerra y próspero en la paz.

    CONT.

    .


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 24 Oct 2020, 02:57

    Con Virgilio, con la Eneida, tengo que ponerme al día, mientras tanto te doy las gracias por tu inmenso trabajo.
    Besos.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 24 Oct 2020, 04:23

    No te preocupes, querida amiga. Es muy interesante, pero llevamos muchas cosas hacia adelante. Creo que será la hora de ir echando el freno.

    Besos.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Vie 30 Oct 2020, 01:55, editado 1 vez


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 24 Oct 2020, 04:57

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Aquí levantaba la sidonia Dido un templo enorme
    a Juno, opulento de ofrendas y del numen de la diosa,
    y para él se alzaban sobre la escalinata dinteles de bronce y vigas
    con bronce trabadas, y chirriaban en sus goznes las puertas de bronce.
    En este bosque por primera vez el insólito espectáculo disipó
    su temor, y se atrevió Eneas por primera vez a esperar
    salvación y a más confiar en medio de la adversidad.
    Y así, mientras todo contempla al pie del templo enorme,
    esperando a la reina, mientras contempla absorto de la ciudad
    cuál sea la suerte, y las brigadas de obreros y el esfuerzo
    de los trabajos, ve por orden las luchas de Troya
    y las guerras que había divulgado la fama por todo el orbe,
    y a los Atridas y a Príamo y con ambos al cruel Aquiles.
    Se detuvo, y entre lágrimas dijo: «¿Qué lugar, Acates,
    qué región de la tierra no está llena de nuestras fatigas?
    Mira Príamo. Aquí también se premia la virtud,
    lágrimas hay para las penas y tocan el corazón las cosas de los hombres.
    Deja ese miedo, que esta fama alguna ayuda habrá de reportarte.»
    Dice así y alimenta su ánimo con la pintura inane
    entre grandes gemidos, y humedece su rostro inagotable río.
    Pues veía cómo por aquí escapaban los griegos peleando
    de Pérgamo alrededor, acosados por la juventud troyana;
    por aquí los frigios, al perseguirles con su carro Aquiles empenachado.
    Y no lejos de allí las blancas velas de las tiendas de Reso
    reconoce entre lágrimas: entregadas al sueño primero,
    el hijo de Tideo las llenaba desangre en gran carnicería
    y se lleva al campamento los fogosos caballos antes de que
    probasen los pastos de Troya y bebieran del Janto.
    En otra parte Troilo escapando tras perder sus armas,
    pobre muchacho en desigual combate con Aquiles,
    los caballos lo arrastran y cuelga caído del carro vacío,
    sujetando las riendas sin embargo; nuca y cabellos
    le arrastran por el suelo, y escribe en el polvo con la lanza vuelta.
    Mientras tanto, las mujeres de Ilión subían al templo
    de Palas inicua, sueltos los cabellos, un peplo
    a ofrecerle suplicantes, tristes y golpeándose el pecho con las palmas,
    y la diosa les daba la espalda, en el suelo clavados los ojos.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 24 Oct 2020, 04:59

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Tres veces había arrastrado Aquiles el cuerpo de Héctor
    en torno a los muros de Troya y lo cambiaba sin vida por oro.
    No pudo más, y deja escapar un gemido de lo hondo del pecho,
    cuando los despojos, cuando el carro y cuando el cuerpo de su pobre amigo
    y a Príamo tendiendo sus manos inermes contempla.
    También él se vio, mezclado con los príncipes de los aqueos,
    y el ejército de la Aurora y las armas del negro Memnón.
    Guía la marcha de las amazonas de escudos lunados
    Pentesilea, que arde enloquecida entre millares,
    con áureo ceñidor bajo el pecho descubierto,
    guerrera, doncella que se atreve a combatir contra hombres.
    Mientras contempla todo esto el dardanio Eneas maravillado,
    mientras se queda absorto atento sólo a lo que ve,
    la reina hacia el templo, la bellísima Dido,
    se encamina con numeroso séquito de jóvenes.
    Cual en las riberas del Eurotas o en las laderas del Cinto
    Diana dirige a sus coros de Oréadas que la siguen a miles
    y se agolpan a un lado y a otro; ella la aljaba
    lleva al hombro y sobresale de todas las diosas al caminar
    (se agita de gozo el pecho callado de Latona):
    así estaba Dido, así de alegre caminaba
    entre todos apresurando las obras de su futuro reino.
    Y a las puertas de la diosa, bajo la bóveda del templo
    se sentó sobre alto sitial rodeada de sus armas.
    Impartía justicia y leyes a los hombres y la tarea de las obras
    distribuía en partes iguales o dejaba a la suerte,
    cuando de pronto Eneas ve llegar entre gran concurso
    de gente a Anteo y a Sergesto y al valiente Cloanto
    y a algunos otros teucros a quienes negro tornado
    había dispersado por el mar, lanzándolos a otras orillas.
    Pasmado se quedó y a la vez Acates se conmueve
    de alegría y de miedo; ardían ansiosos por estrechar
    sus diestras, mas la dudosa situación turba sus corazones.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 24 Oct 2020, 07:10

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Se contienen y escondidos en el hueco de la nube observan
    cuál ha sido la suerte de sus hombres, dónde han dejado las naves,
    a qué vienen; pues llegaban escogidos de toda la flota
    a pedir favor y se dirigían al templo gritando.
    Luego que entraron y se les permitió hablar delante de todos,
    de este modo comienza el gran Ilioneo, con pecho sereno:
    «Oh, reina, a quien Júpiter ha dado fundar una nueva ciudad
    y en justicia que frenaras a pueblos soberbios.
    Los pobres troyanos, batidos por los vientos de todos los mares,
    te suplicamos: aleja el fuego maldito de nuestras naves, perdona a un pueblo
    piadoso y vigila de cerca nuestras cosas.
    Que no hemos venido a debelar con la espada los Penates
    de Libia, ni a llevar a la costa un botín apresado;
    no somos de ánimo guerrero ni es de vencidos soberbia tamaña.
    Hay un lugar al que llaman los griegos con el nombre de Hesperia,
    una tierra antigua, poderosa en las armas y fértil de suelo,
    que habitaron los hombres de Enotria; hoy se dice que sus descendientes
    llaman Italia al pueblo por el nombre de su jefe.
    Ése era nuestro rumbo,
    cuando de pronto Orión tempestuoso surgió sobre las olas
    y nos lanzó a bajíos sin salida y con Austros tenaces del todo
    nos dispersó con el agua por encima entre olas y escollos
    inaccesibles; unos pocos logramos ganar a nado nuestras playas.
    ¿Qué clase de hombres es ésta y qué patria tan bárbara permite
    una costumbre así? Se nos impide la hospitalidad de la playa,
    guerras nos levantan y nos prohiben detenernos en la orilla.
    Si despreciáis la raza de los hombres y las armas mortales,
    temed al menos a los dioses que no olvidan lo bueno y lo malo.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 25 Oct 2020, 00:31

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Un rey teníamos, Eneas; más justo que él no hubo otro
    ni de mayor piedad, ni más grande en la guerra y las armas.
    Si los hados protegen a este hombre, si se alimenta del aura
    etérea y no duerme aún en las sombras crueles,
    no cabe miedo alguno, ni habrá de pesarte el cumplir
    la primera con nosotros. Ciudades tenemos en la región de los sículos
    y armas, y el famoso Acestes de sangre troyana.
    Permítasenos arrastrar a tierra la flota que desarboló el viento
    y reparar su madera en los bosques y cortar nuevos remos,
    y, si es posible, recobrados nuestros amigos y nuestro rey,
    buscar Italia y gozosos dirigirnos a Italia y al Lacio;
    y si no, si nuestra salvación se ha perdido y a ti, óptimo padre de los teucros,
    te guarda el mar de Libia y no queda esperanza ya de Julo,
    al menos al estrecho de Sicilia, a los lugares dispuestos
    de donde llegamos hasta aquí, y al rey Acestes volvamos.»
    Así dijo Ilioneo; así a la vez todos suspiraban
    los Dardánidas.
    Brevemente entonces, la cabeza inclinada, habla Dido:
    «Sacad el miedo de vuestro corazón, teucros, dejad esas cuitas.
    Lo dificil de la situación y el que el reino sea nuevo tales cosas
    me obligan a tramar y a defender con guardias todo mi suelo.
    ¿Quién no ha oído hablar de la estirpe de Eneas y la ciudad de Troya,
    de su valor y sus hombres o de las llamas de guerra tan grande?
    Que no tenemos los púnicos corazones tan endurecidos
    ni tan lejos de la ciudad tiria unce el Sol sus caballos.
    Así que, tanto si ansiáis la grandeza de Hesperia y los campos saturnios
    como el suelo de Érice y el reino de Acestes,
    os dejaré marchar protegidos por mi auxilio y podréis disponer de mis
    recursos.
    ¿Que preferís quedaros conmigo en pie de igualdad en mi reino?
    La ciudad que estoy levantando vuestra es; varad vuestras naves;
    ninguna distinción habré de hacer entre tirio y troyano.
    Y ojalá que en alas del mismo Noto llegase también
    Eneas, vuestro rey; al punto enviaré por las playas hombres
    de confianza y haré que recorran los confines de Libia,
    por si anda perdido por algún bosque o ciudad.»

    CONT.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 25 Oct 2020, 00:34

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Con el ánimo recobrado por estas palabras, el fuerte Acates
    y el padre Eneas también, impacientes, ardían por salir
    de la nube. Y Acates el primero interroga a Eneas:
    «Hijo de diosa, ¿qué opinión se alza en tu pecho?
    Todo estás viendo a salvo, y recobrados los amigos y la flota.
    Sólo uno falta, a quien nosotros mismos vimos perderse
    en medio de las olas; responde lo demás a las palabras de tu madre.»
    Apenas acabó de hablar cuando se abre la nube
    de repente, y se esfuma disipándose por cielo abierto.
    Allí apareció Eneas y en una blanca luz resplandeció,
    con la cara y el cuerpo como un dios; que su misma madre
    había insuflado al hijo brillante cabellera y la luz púrpura
    de la juventud y en sus ojos alegres resplandores:
    como añaden las manos adornos al marfil o como de rubio oro
    se engarza la plata o la piedra de Paros.
    Así entonces se dirige a la reina y a todos de repente,
    inesperado, dice: «Aquí me tenéis, soy quien buscáis.
    Soy el troyano Eneas, rescatado del oleaje libio.
    Oh, tú, la única en apiadarse de las fatigas indecibles de Troya,
    que a nosotros, restos de los dánaos, agotados por mar y tierra
    de toda clase de calamidades, de todo privados,
    a tu ciudad y a tu casa nos asocias. No podemos, Dido,
    darte las gracias que mereces, ni puede todo el pueblo troyano,
    perdido como está y disperso por el ancho mundo.
    Mas los dioses a ti, si algún numen vela por los piadosos, si es que
    algo queda de justicia y una inteligencia que sabe lo que es justo,
    digna recompensa habrán de darte. ¿Qué siglos tan felices
    te vieron nacer? ¿Qué padres tan grandes así te engendraron?
    Mientras hacia el mar corran los ríos, mientras recorran las sombras
    las quebradas de los montes, mientras estrellas alimente el cielo,
    permanecerá siempre el honor y la gloria de tu nombre,
    sea cual sea la tierra que me llama.» Así que habló, al amigo
    Ilioneo buscó con su diestra y con la izquierda a Seresto,
    y a los demás después, y al valiente Gías y al valiente Cloanto.
    Sin aliento se quedó la sidonia Dido, por la visión primero,
    después por tanta desventura del héroe y así habló con su boca:
    «¿Qué desventura, hijo de la diosa, en medio de tan grandes peligros
    te persigue? ¿Qué fuerza te arroja a riberas salvajes?
    ¿No eres tú aquel Eneas que la madre Venus al dardanio
    Anquises le engendró junto a las aguas del frigio Simunte?
    Y recuerdo muy bien que Teucro vino a Sidón
    expulsado de la tierra de su padre, buscando un nuevo reino
    con la ayuda de Belo; andaba entonces mi padre Belo
    asolando la rica Chipre y a su poder, vencedor, la tenía sometida.
    Pues ya desde aquel tiempo me era conocida la ruina
    de la ciudad troyana, y tu nombre, y los reyes pelasgos.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 25 Oct 2020, 00:36

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Él mismo, un enemigo, hablaba de los teucros con la mayor alabanza
    y se pretendía descendiente de una antigua estirpe de teucros.
    Así que vamos, jóvenes, entrad en nuestras casas.
    Que a mí también fortuna parecida quiso traerme,
    sacudida por fatigas sin cuento, por último a esta tierra;
    no aprendo a ayudar al malhadado sin conocer la desgracia.»
    Así dice, y conduce al tiempo a Eneas a los techos
    reales y al tiempo ordena sacrificios en los templos de los dioses.
    Y envía a la vez a los compañeros de la playa no menos
    de veinte toros, cien erizados lomos
    de enormes cerdos, cien corderos bien cebados con sus madres,
    presentes y gozo del día.
    Y se dispone con lujo de reyes el interior del palacio,
    espléndido, y preparan los banquetes en las habitaciones:
    telas trabajadas con esmero y de soberbia púrpura,
    mucha plata en las mesas y, labradas en oro,
    las valerosas hazañas de los padres, la sucesión larguísima
    de batallas que tantos guerreros libraron desde el antiguo origen de la raza.
    Eneas (pues no deja descansar a sus pensamientos su amor
    de padre) envía por delante a las naves rápido a Acates,
    que cuente a Ascanio todo esto y a la ciudad lo traiga;
    todo el cuidado de su querido padre se pone en Ascanio.
    Presentes además salvados de la ruina de Troya
    manda traer, un vestido bordado con dibujos de oro
    y un velo festoneado en acanto azafrán,
    ornato de la argiva Helena que había traído ella
    de Micenas al venir a Pérgamo y a unos prohibidos
    himeneos, maravilloso regalo de su madre Leda;
    y el cetro además que un día llevara llione,
    la mayor de las hijas de Príamo, y para el cuello un collar
    de perlas, y una doble corona de oro y de gemas.
    Cumpliendo a toda prisa cubría Acates el camino a las naves.
    Pero la Citerea nuevas mañas, nuevos planes urde
    en su pecho, para que con la cara y el cuerpo del dulce Ascanio
    Cupido se presente y encienda con sus regalos
    la pasión de la reina, y meta el fuego en sus huesos.
    Y es que teme a una casa ambigua y a los tirios de dos lenguas;
    la abrasa feroz Juno y aumenta por la noche su cuidado.
    Así que con estas palabras se dirige al alígero Amor:
    «Hijo mío, mi fuerza, mi gran poder, el único
    que despreciar puede los dardos tifeos de tu excelso padre,
    en ti me refugio y suplicante tu ayuda reclamo.
    Que tu hermano Eneas anda en el mar sacudido
    por todas las costas a causa del odio de la acerba Juno,
    lo sabes muy bien y a menudo de nuestro dolor te doliste.
    Ahora lo retiene la fenicia Dido y lo entretiene con blandas
    palabras, y me temo a dónde puede conducirle
    la hospitalidad de Juno: no dejará pasar ocasión como ésta.
    Por eso estoy planeando conquistar antes a la reina con engaños
    y ceñirla de fuego, para que no cambie por algún otro dios
    y conmigo se vea atada con un gran amor a Eneas.
    Escucha ahora mi plan para que puedas lograrlo.

    CONT.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 26 Oct 2020, 06:01

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Por orden de su querido padre se dispone a acudir a la ciudad
    sidonia el niño real, el objeto mayor de mis cuitas,
    llevando consigo los presentes rescatados al mar y a las llamas de Troya;
    voy a ocultarlo, profundamente dormido, en las cumbres
    de Citera o en la sagrada morada de la Idalia,
    para que enterarse no pueda de mis engaños o interponerse.
    Tú, por no más de una noche, toma su aspecto
    con engaño, y, niño, como eres, viste los conocidos rasgos del niño
    de modo que, cuando te tome en su regazo felicísima Dido
    entre las mesas reales y el licor lieo,
    cuando te dé sus abrazos y te llene de dulces besos,
    le insufles sin que lo advierta tu fuego y la engañes con tu droga.»
    Obedece Amor las palabras de su madre querida y las alas
    deja y toma gozoso los andares de Julo.
    Venus por su lado plácida quietud vierte por los miembros
    de Ascanio, y en sus brazos la diosa lo lleva a los altos
    bosques de Idalia, donde la suave mejorana lo perfuma
    y lo envuelve con sus flores y su dulce sombra.
    Iba ya obediente al mandato Cupido y llevaba
    los reales presentes a los tirios, alegre con la guía de Acates.
    Al llegar, la reina se instaló por fin en un lecho
    de oro con soberbios tapices y se puso en el centro,
    y ya el padre Eneas y ya la juventud troyana
    se presentan y se colocan sobre asientos de púrpura.
    Presentan los criados agua a las manos y el fruto de Ceres
    reparten en cestas y paños ofrecen de flecos cortados.
    Dentro hay cincuenta criadas a cuyo cuidado está la provisión
    ordenada de las viandas y quemar perfumes a los Penates;
    otras cien y otros tantos servidores de la misma edad
    para colmar de viandas las mesas y servir las copas.
    No faltan tampoco los tirios, que en gran número acuden
    al alegre palacio; se les pide descansar en cojines bordados
    y admiran los regalos de Eneas, admiran a Julo,
    el rostro resplandeciente del dios y sus fingidas palabras,
    y el vestido y el velo bordado de acanto azafrán.
    En especial la infeliz fenicia, rendida a la perdición que acecha,
    no puede saciar su corazón y se abrasa mirando,
    y por igual la emocionan los presentes y el muchacho.
    Éste, luego que se colgó de los brazos y el cuello de Eneas
    y colmó el gran amor de su falso padre,
    busca a la reina. Ella con los ojos, con su corazón todo
    se le prende y lo atrae a su pecho ignorante Dido
    de qué dios terrible se le sienta, desdichada. Y él recordando
    a su madre Acidalia, a borrar poco a poco a Siqueo
    comienza y trata ya de cambiar con el amor de un vivo
    su corazón ha tiempo apagado y un pecho no acostumbrado.

    CONT.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 26 Oct 2020, 06:05

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO I. CONT.

    Tan pronto se descansó en el banquete y quitaron las mesas,
    disponen grandes crateras y coronan los vinos.
    Llena el bullicio la mansión y resuenan las voces por los amplios
    salones; cuelgan encendidas las lámparas del dorado
    artesón y derrotan las antorchas con su llama a la noche.
    Pidió en ese momento la reina una pesada pátera de oro
    y de gemas y la llenó de vino puro, como Belo y todos
    desde Belo solían; luego se hizo el silencio en la sala:
    «Júpiter, pues dicen que está a tu cargo el derecho de hospitalidad,
    ojalá permitas que sea éste un día alegre para los tirios y cuantos
    salieron de Troya, y que de él se acuerden nuestros descendientes.
    Que nos asista Baco, dispensador de goces, y Juno benigna;
    y vosotros, tirios, celebrad esta reunión con alegría.»
    Dijo, y libó sobre la mesa la ofrenda del vino
    y, hecha la libación, lo probó la primera con los labios apenas;
    convidó luego a Bitias, quien sin dudarlo se tragó la copa
    espumante hasta topar con el oro macizo;
    después los demás príncipes. El crinado Yopas hace sonar
    su cítara dorada cual le enseñó Atlante gigantesco.
    Canta éste el vagar de la luna y del sol las fatigas,
    el origen de hombres y animales, del agua y del fuego,
    Arturo y las lluviosas Híades y los dos Triones,
    por qué tanto se apresuran a bañarse en el Océano los soles
    de invierno o por qué se demoran las lentas noches;
    redoblan sus aplausos los tirios y los troyanos les siguen.
    Pasaba también la noche en animada charla
    la infeliz Dido, y un largo amor bebía,
    preguntando una y otra cosa sobre Príamo, una y otra sobre Héctor;
    ya con qué armas se había presentado el hijo de la Aurora,
    ya cómo eran de Diomedes los caballos, ya por la figura de Aquiles:
    «Ea, mi huésped; comienza por el principio y cuéntanos»,
    dijo, «las trampas de los dánaos y las desgracias de los tuyos
    y tu peregrinar; pues ya es el séptimo verano
    que vagar te ve por todas las tierras y los mares. »

    FIN DEL LIBRO I


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 26 Oct 2020, 06:07

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO II.

    Todos callaron y en tensión mantenían la mirada;
    luego el padre Eneas así comenzó desde su alto lecho:
    «Un dolor, reina, me mandas renovar innombrable,
    cómo las riquezas troyanas y el mísero reino
    destruyeron los dánaos, y tragedias que yo mismo he visto
    y de las que fui parte importante. ¿Quién eso narrando
    de los mirmídones o dólopes o del cruel Ulises soldado
    contendría las lágrimas? Y ya la húmeda noche del cielo
    baja y al caer las estrellas invitan al sueño.
    Mas si tanta es tu ansia de conocer nuestra ruina
    y en breve de Troya escuchar la fatiga postrera,
    aunque el ánimo se eriza al recordar y huye del llanto,
    comenzaré. Quebrados por la guerra, por el hado rechazados
    los jefes de los dánaos al pasar ya tantos los años,
    como una montaña un caballo con arte divina de Palas
    levantan, tejiendo sus flancos con tablas de abeto;
    lo fingen un voto por el regreso; así la noticia se extiende.
    Escogidos a suerte, a escondidas aquí los guerreros
    encierran en el ciego costado y hasta el fondo llenan
    las cavernas enormes de la panza con hombres en armas.
    Enfrente está Ténedos, isla de bien conocida
    fama, rica en recursos al estar en pie de Príamo el reino,
    hoy sólo un golfo y un puerto del que los barcos desconfían:
    lanzados aquí en la playa desierta se ocultan;
    pensamos que, idos, andaban buscando Micenas al viento.
    Así toda Eucria se vio libre al fin de un duelo ya largo;
    se abren las puertas, da gusto pasear contemplando
    las tiendas de los dorios y ver desierto el lugar y la playa vacía:
    aquí la tropa de los dólopes, aquí Aquiles cruel acampaba;
    aquí el lugar de los barcos, aquí en formación peleaban.
    Unos sin habla contemplan de Palas fatal el regalo,
    asombrados del tamaño del caballo, y el primero Timetes
    ordena pasarlo a los muros y ponerlo en lo alto,
    bien por engaño bien que ya así lo cantaba el destino de Troya.
    Capis no obstante y los de mejor opinión en la mente
    nos mandan arrojar al mar la trampa del dánao
    y el extraño presente y quemarlo con fuego debajo,
    o perforar los huecos de su panza buscando escondrijos.
    Dudosa entre dos pareceres se divide la gente.
    »Y, mira, el primero de todos seguido de gran compañía
    baja Laocoonte encendido de lo alto de la fortaleza,
    y a lo lejos: “¡Qué locura tan grande, pobres ciudadanos!
    ¿Del enemigo pensáis que se ha ido? ¿O creéis que los dánaos
    pueden hacer regalos sin trampa? ¿Así conocemos a Ulises?
    O encerrados en esta madera ocultos están los aqueos,
    o contra nuestras murallas se ha levantado esta máquina
    para espiar nuestras casas y caer sobre la ciudad desde lo alto,
    o algún otro engaño se esconde: teucros, no os fiéis del caballo.
    Sea lo que sea, temo a los dánaos incluso ofreciendo presentes.”


    CONT.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Oct 2020, 00:53

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO II.CONT.

    Luego que habló con gran fuerza una lanza enorme
    disparó contra el costado y contra el vientre curvo de tablones.
    Se clavó aquélla vibrando y en la panza sacudida
    resonaron las cuevas y lanzaron su gemido las cavernas.
    Y, si los hados de los dioses y nuestra mente no hubieran estado
    contra nosotros, nos habrían llevado a horadar los escondites de Argos,
    y aún se alzaría Troya y permanecerías en lo alto, fortaleza de Príamo.
    »Y hete aquí que a un joven atado a la espalda de manos
    con gran griterío los pastores ante el rey arrastraban
    Dardánidas, que, desconocido, a los que lo hallaron
    se entregó para urdir todo esto y abrir Troya a los griegos,
    confiado de ánimo y para ambas tareas dispuesto,
    bien a tramar sus engaños, bien a marchar a una muerte segura.
    De todas partes acude con ganas de verle
    y compite la juventud troyana en burlarse del preso.
    Escucha ahora las trampas de los dánaos y por el crimen de uno
    conócelos a todos.
    Pues cuando en medio del corro, turbado y sin armas,
    se detuvo y miró con sus ojos las tropas de Frigia,
    “¡Ay! ¿Qué tierra ahora -dijo-, qué mares me pueden
    guardar o qué queda por fin para mí desgraciado,
    que no tengo siquiera un lugar con los dánaos y encima
    los hostiles Dardánidas mi castigo reclaman con sangre?”
    Con este lamento cambió nuestros ánimos y aplacó nuestros ímpetus todos.
    Le pedimos que cuente de qué sangre viene,
    y qué lo trae; que nos diga cuál es, prisionero, su confianza.
    » “Toda por cierto a ti, rey, te diré la verdad,
    pase lo que pase -dijo-, y no negaré que soy de la gente de Argos.
    Esto lo primero, y que no, si Fortuna forjó a un Sinón desgraciado,
    lo haga también, malvada, vano y mentiroso.
    Puede que haya llegado a tus oídos hablando
    de Palamedes Belida el nombre y la fama
    gloriosa, a quien los pelasgos con trampas
    siendo inocente, con falsas pruebas porque vetaba sus guerras,
    a la muerte enviaron y hoy le lloran de la luz privado.
    Como acompañante suyo y cercano en la sangre mi padre,
    al ser pobre, desde el principio de todo aquí a la guerra me envió.
    Mientras incólume estaba en el poder y fuerza tenía en las reuniones
    de reyes, también nosotros algún nombre y honra
    logramos. Luego que la envidia del tramposo Ulises
    (no cosas extrañas os cuento) lo arrojó de las riberas del día,
    arrastraba afligido mi vida en tinieblas y llanto
    y en mi interior me indignaba del inocente amigo la muerte.
    Y no callé, loco, y, a poco que el hado quisiera,
    si alguna vez regresaba vencedor a Argos, mi patria,
    juré que sería su vengador y un odio amargo moví con mis palabras.
    De ahí la pendiente primera de mi mal, de ahí siempre Ulises
    a aterrarme con nuevos crímenes, de ahí a lanzar voces
    ambiguas al pueblo y a buscar a propósito guerra.
    Y no paró, así, hasta que auxiliado por Calcante...
    pero ¿a qué fin doy vueltas en vano a tanta amargura
    o a qué me detengo? Si en una misma fila tenéis a todos los aqueos,
    ya habéis escuchado bastante, cumplid ahora mismo el castigo;
    que así lo querría el de Ítaca y en mucho os tendrían los Atridas”
    »Pero ya ardemos por saber e investigarlas causas,
    ignorantes de crímenes tan grandes y de la maña pelasga.

    CONT.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Oct 2020, 00:55

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO II.CONT.

    Tembloroso prosigue y habla con pecho fingido:
    » “A menudo, abandonando Troya, los dánaos ansiaron
    preparar la fuga y agotados dejar una guerra tan larga.
    ¡Así lo lograran! A menudo en el mar les frenó
    la dura tormenta y el Austro frustró su partida.
    Y justo cuando ya aquí tejido de tablas de arce
    se alzaba el caballo, por todo el cielo restalló la tormenta.
    Intrigados enviamos a indagar de Febo el oráculo
    a Eurípilo, quien nos trae de su templo estas tristes palabras:
    ‘Con sangre aplacasteis al viento y matando a una virgen,
    dánaos, el día que a estas costas ilíacas vinisteis;
    con sangre debéis procurar el retorno y con el sacrificio
    de un alma de Argos. En cuanto esta voz llegó a los oídos del pueblo,
    se suspendieron los ánimos y un helado temblor recorrió
    lo hondo de los huesos, a quién designaban los hados, a quién pide Apolo.
    »En esto el de Ítaca con gran reunión a Calcante
    el adivino arrastra al centro; le pide que aclare
    cuál sea la voluntad de los dioses. Y muchos ya me cantaban
    a mí el crimen cruel del tramposo, y en silencio
    veían lo que iba a venir. Diez días calla aquél y escondido
    se niega a señalar a nadie con su voz y mandarlo a la muerte.
    A la fuerza, por fin, empujado por el de Ítaca con grandes gritos,
    rompe de acuerdo con él su silencio y me envía hacia el ara.
    Estuvieron todos de acuerdo y, lo que cada cual para sí se temía,
    convertido en la ruina de uno solo soportaron.
    Y ya había llegado el día nefando. Ya se me habían dispuesto
    las harinas saladas y las cintas en torno a mis sienes.
    De la muerte escapé, lo confieso, y rompí mis cadenas
    y en la oscuridad de la noche me escondí entre la ova
    de un lago limoso mientras se hacían a la mar,
    si acaso lo hacían. Y no hay ya para mí alguna esperanza
    de volver a ver mi antigua patria ni a mis dulces hijos
    o a mi padre añorado, a cuantos aquéllos quizá
    hagan pagar nuestra huida y expiarán con su muerte mi culpa.
    Por eso, por los dioses y los númenes que saben la verdad,
    por la fe sin tacha, si es que alguna queda entre los mortales,
    te suplico, compadécete de fatigas tan grandes,
    compadécete de un corazón que sufre lo que no merece.”
    »Por sus lágrimas le salvamos la vida y nos compadecemos encima.
    Y Príamo mismo ordena el primero quitarlas esposas
    y las apretadas ligaduras y así le dice con palabras de amigo:
    “Seas quien seas, olvida desde ahora a los griegos que dejaste
    (serás de los nuestros) y dime la verdad, que te pregunto:
    ¿para qué levantaron esa mole del caballo imponente? ¿Quién lo ideó
    o qué pretenden? ¿Es algún voto? ¿Es tal vez algún artefacto guerrero? ”
    Había dicho. Y aquél en trampas experto y en la maña pelasga
    levantó a las estrellas sus palmas libres de cadenas:
    “A vosotras, llamas eternas, y a vuestro numen inviolable
    por testigos os pongo -dice-, y también a vosotros, altares y nefandas espadas
    de los que pude huir, y cintas de los dioses que llevé al sacrificio:
    permitidme romper los sagrados juramentos de los griegos,
    permitidme odiar a esos hombres y poner todo en claro,
    todo cuanto ocultan. Que ninguna ley de la patria me ata.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Oct 2020, 00:58

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO II.CONT.

    Tú sólo mantén tus promesas y si, Troya, te salvas,
    respeta tu palabra si te digo verdad, si te entrego cosas importantes.
    De los dánaos toda la esperanza y la fe de la guerra emprendida
    residió siempre en la ayuda de Palas. Ahora bien,
    desde que Ulises el inventor de crímenes y el hijo de Tideo
    osaron sacar del templo consagrado el fatal Paladio
    dando muerte a los guardianes de la fortaleza escarpada,
    robaron la sagrada imagen y con manos de sangre
    se atrevieron a mancillar de la diosa las cintas benditas,
    desde aquello bajaron las esperanzas de los dánaos,
    quebradas sus fuerzas, vuelta de espaldas la voluntad de la diosa.
    Y con prodigios no dudosos dio señas de eso Tritonia.
    Apenas colocaron la estatua en el campo: llamas brillantes
    ardieron en sus ojos encendidos y un salado sudor
    cayó de sus miembros y tres veces sola se alzó
    (asombra decirlo) del suelo con su escudo y la lanza agitando.
    Se apresura Calcante a decir que probemos la huida por mar
    y que no puede Pérgamo abrirse a las flechas argólicas
    si no buscan de nuevo augurios en Argos y otra vez traen
    con el mar y las curvas naves el numen que un día trajeron.
    Y ahora que con el viento han buscado la patria Micenas,
    armas y dioses tratan de ganarse y llegarán de improviso,
    surcando el mar de nuevo; así ve el futuro Calcante.
    Advertidos levantaron esta estatua por el numen herido,
    por el Paladio, para expiar el crimen funesto.
    Y mandó Calcante construir inmensa esta mole
    y tejiendo sus tablas levantarla hasta el cielo,
    para que entrar no pudiera por las puertas ni cruzar las murallas,
    ni proteger a vuestro pueblo bajo su antiguo poder.
    Pues si vuestra mano violase el don de Minerva,
    una gran maldición sobre el reino de Príamo
    y sobre los frigios caería (los dioses la vuelvan antes contra ellos).
    Si al contrario por vuestras manos subiera hasta vuestra ciudad,
    Asia caería en guerra terrible sobre las murallas de Pélope,
    y ésa sería la suerte reservada a nuestros nietos.”
    »Resultaba creíble la cosa con tales insidias y la maña
    del perjuro Sinón, y capturó con trampas y lágrimas
    a quienes ni el Tidida ni Aquiles de Larisa
    lograron domar, ni diez años, ni miles de barcos.

    CONT.


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    VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.) Empty Re: VIRGILIO (70 a.C.-19 a.C.)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 29 Oct 2020, 06:01

    VIRGILIO. (70 AC - 19 AC)

    LA ENEIDA

    LIBRO II.CONT.

    »En ese momento un nuevo prodigio mucho más terrible
    aparece ante los desgraciados y turba sus pechos confiados.
    Laocoonte, sacado a suertes sacerdote de Neptuno,
    degollaba en su ara festiva un toro tremendo.
    Y mira por dónde (me muero al contarlo), dos grandes serpientes
    se lanzan al mar desde Ténedos por la quieta llanura
    con curvas inmensas y buscan la costa a la vez;
    sus pechos se levantan entre las olas y con crestas
    de sangre asoman en el agua, el resto se dibuja
    en el mar y retuerce sus lomos enormes en un torbellino.
    Suena el silbido en la sal espumante, y ya a tierra llegaban
    e inyectados en sangre y en fuego sus ojos ardientes,
    sacudían sus bocas silbantes vibrando las lenguas.
    Escapamos exangües ante la visión. Aquéllas en ruta certera
    buscan a Laocoonte, y primero rodean con su abrazo
    los pequeños cuerpos de sus dos hijos y a mordiscos devoran
    sus pobres miembros; se abalanzan después sobre aquel
    que acudía en su ayuda con las flechas y abrazan
    su cuerpo en monstruosos anillos, y ya en dos vueltas
    lo tienen agarrado rodeándole el cuello con sus cuerpos de escamas,
    y sacan por encima la cabeza y las altas cervices.
    Él trata a la vez con las manos de deshacer los nudos,
    con las cintas manchadas de sangre seca y negro veneno,
    a la vez lanza al cielo sus gritos horrendos,
    como los mugidos cuando el toro escapa herido del ara
    sacudiendo de su cerviz el hacha que erró el golpe.
    Se escapan luego los dragones gemelos hacia el alto santuario
    y buscan el alcázar de la cruel Tritónide
    ya los pies de la diosa, bajo el círculo de su escudo, se esconden.
    Entonces fue cuando un nuevo pavor se asoma a los pechos
    temblorosos de todos y se dice que Laocoonte había pagado su crimen,
    por herir con su lanza la madera sagrada
    y llegar a clavar en su lomo la lanza asesina.
    Gritan que hay que buscar un lugar a la efigie y ganarse el numen de la diosa.
    Rompemos los muros y de la ciudad abrimos las murallas.
    Todos manos a la obra ponen ruedas a los pies,
    y tienden a su cuello cuerdas de estopa;
    atraviesa los muros el ingenio fatal, preñado de armas.
    A su lado los mozos y las doncellas cantan sus himnos
    y gózanse si pueden tocar con su mano la cuerda;
    entra aquél y se desliza, amenazante, hasta el centro de la ciudad.
    ¡Ay, patria! ¡Ay, Ilión, morada de dioses, y muros
    dardánidas, en la guerra famosos! Cuatro veces
    justo en el umbral de la puerta se detuvo, otras tantas
    gritaron de la panza las armas. Sin embargo, insistimos
    inconscientes y en ciego frenesí colocamos
    en lo más santo de la fortaleza el monstruo funesto.
    Aún entonces Casandra, a quien por mandato del dios los teucros
    no creían, abrió su boca para mostrarnos el destino futuro.
    ¡Pobres de nosotros! Era aquel nuestro último día
    y adornamos con festivas guirnaldas los templos de la ciudad.
    »Gira el cielo entretanto y del Océano sube la noche
    envolviendo en su abrazo de sombra la tierra y el polo
    y los engaños de los mirmídones. Repartidos por los muros
    callaron los teucros; el sopor se apodera de sus miembros cansados.
    Y ya acudía desde Ténedos la falange argiva con las naves formadas
    entre el silencio amigo de la luna callada,
    buscando la conocida playa, cuando la nave capitana
    encendió las antorchas y, protegido por el hado inicuo de los dioses,
    libera Sinón a los griegos encerrados en la panza y descorre
    a escondidas los cerrojos de pino. Abierto a las brisas
    los devuelve el caballo y alegres se lanzan de la hueca
    madera los jefes Tesandro y Esténelo y Ulises cruel
    bajando por la cuerda tendida, y Acamante y Toante
    y el Pelida Neoptólemo y Macaonte el primero,
    y Menelao y Epeo, el propio urdidor de la trampa.

    CONT.


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