por Pascual Lopez Sanchez Miér Dic 16, 2020 12:25 am
PUBLIO VIRGILIO MARON
LAS GEÓRGICAS
LIBRO III. TRAD. EUGENIO DE OCHOA. CONT
También os cantaré a ti, ¡oh poderosa Pales!, y a ti, ¡oh pastor de Anfriso, digno de eterna memoria!, y a vosotras, ¡oh selvas y ríos del Liceo! Todas las fábulas poéticas, que algún día cautivaban los ánimos ociosos, son ya cosas vulgares; ¿quién no conoce al duro Euristeo y los altares del infame Busiris? ¿Quién no ha celebrado al mancebo Hilas, y a Delos Latonia y a Hipodamia, y a Pélope, señalado por sus ebúrneos hombros, gran domador de caballos? Probemos una senda nueva, en la que yo también, como otros, pueda levantarme de la tierra y andar vencedor en lenguas de la fama. Si no me falta la vida, yo seré el primero que lleve conmigo las Musas a mi patria desde la cumbre Aonia; yo el primero te traeré, ¡oh Mantua!, las palmas idumeas, y levantaré un templo de mármol en el verde campo, junto a la corriente con que el caudaloso Mincio gira en largas revueltas. ceñidas sus riberas de tiernos juncos. En medio de mi templo estará Cesar, y lo llenará con su gloria; yo allí, ufano, ostentando la púrpura de Tiro. haré volar a la margen del río cien carros tirados por cuadrigas. La Grecia entera, abandonando el Alfeo y los bosques de Molorco, acudirá, a mi llamamiento. a disputar la palma de la carrera y de la lucha con el duro cesto; ceñidas las sienes de hojas de oliva, yo distribuiré los premios. Ya me figuro ver conducir al templo las solemnes pompas y los inmolados novillos; ya veo abrirse la escena con sus cambiantes aspectos, y a los bretones descorrer el purpúreo telón en que están representados. En las puertas hare esculpir sobre oro y recio marfil los combates de los pueblos del Ganges y las armas vencedoras de Quirino, y el caudaloso Nilo, cubierto de armadas huestes, y las columnas labradas con el hierro de las naves enemigas. Y añadiré las ciudades de Asia domeñadas, los rechazados moradores del Nifates y los partos, que libran la suerte de las batallas en la fuga y en sus saetas, disparadas hacia atrás, y dos trofeos arrebatados a distintos enemigos, y las naciones dos veces vencidas en uno y otro mar. Veránse allí en mármoles de Paros imágenes, que parezcan vivas, de los hijos de Asaraco, linaje de Júpiter, la de su padre Tros y la de Cintio, fundador de Troya. La miserable Envidia estará allí representada, temblando de las Furias y de la enemiga corriente del Cocito, de las enroscadas sierpes de Ixión, de la inmensa rueda y del insuperable peñasco. Entre tanto sigamos las selvas y los antes no hollados bosques de las Driadas, obedeciendo, ¡oh Mecenas!, tu arduo mandato; sin ti, mi mente no acomete ninguna grande empresa. Ea, pues, dejemos tardas dilaciones: el monte Citerón y los perros del Taigeto y Epidauro, domadora de caballos, me llaman con grandes clamores, que, repetidos por el eco. atruenan los bosques. Pronto, sin embargo, me dispondré a cantar las ardientes batallas de César y a llevar la fama de su nombre a tantas edades cuantas son las que han transcurrido desde que tuvo en Titón su primer origen.
CONT
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