.
“Nostalgia de pandemia” por Carlos Zanon (La Vanguardia, 21-04-2020)
Como en un corazón loco, uno puede desear salir tanto como desear no hacerlo. Los dos sentimientos se entremezclan estos días en una parecida nostalgia propiciada por la sensación de estar en el principio del fin. El estado de alarma nos ha hecho regresar a una infancia de sábados en los que, si llueve, no se sale a jugar. A aceptar que hay gente a la que, aún queriéndolo con todas tus fuerzas, no puedes ir a ver porque viven lejos. A volver a comprar con la letra de tu madre. A ver a tus abuelos en un mismo mundo que tú. Estas semanas lo cotidiano ha ido ganando terreno a lo extraordinario y pensar en visitar Buenos Aires o Roma ha sido como volver a leer a Emilio Salgari. Hemos alimentado la nostalgia de cuando soñabas con ser adulto para hacer cosas sin permiso -pasear sin rumbo, emborracharte con desconocidos, contaminarte al tacto, ver a músicos tocar-. De cuando no estabas pendiente de si miraban los vecinos ni tampoco de si te paraba la policía. Y al mismo tiempo ha sido reconfortante sentirse limitado. Tranquilizador estrellarse ante la certeza de que hay cosas que, simplemente, no podemos hacer. Frágiles y mortales. Eso nunca fue un anuncio de Nike.
Semanas, meses en los que pasarás a añorar cocinar para los tuyos del mismo modo que a ratos añoraste comer con meros conocidos. Comidas sin menú a escoger y tele al fondo. Comidas con mesa para dos, en la ventana ya nos va bien y el lavabo al fondo a la derecha. Se puede añorar ser libre y estar completamente solo y, al mismo tiempo, pertenecer a alguien, a los tuyos, a tus vecinos, a tu comunidad, encadenado voluntariamente a esos hilos. Añorar cuando no necesitabas creer en tipos enfundados en banderas en telediarios tanto como necesitar creer que alguno de ellos vuelva a decirte la verdad. Puedes añorar tanto los ruidos que reconoces de tu tribu como los azarosos, los imprevistos, el entusiasmo de lo que no tenía que pasar y está pasando. Terrazas con flores y latas de cerveza pero también gatos callejeros por los tejados. Añorar vivir con lo imprescindible y añorar algo superfluo como comprar un regalo, celebrar un cumpleaños o ir a patinar. Añorar el deseo y también su imposibilidad. No comprar más libros de los que puedes leer en esta vida pero también entrar en tu librería favorita y encontrar el libro que buscabas y tres que pareces necesitar. Añorar ahora un tren y un avión y añorar mañana el no poder estar en dos sitios a la vez. Añorar la imposibilidad de verte con gente que no te importa lo más mínimo y añorar el ahora te veo. Añorar todos esos abrazos que se te deben y los que igual ya no te podrás cobrar. Añorar lo que perdiste, lo que perderás para siempre. Es la nostalgia de la pandemia, de cuando la vida volvió a usar tu talla, la nostalgia de salir y de no salir. Lunes, martes y miércoles. Jueves, viernes, sábado, domingo también. Y así mientras tu hijo añora a su novia y a sus amigos, tú añoras saber que nunca más en toda tu vida volverás a estar tanto tiempo con él.
Carlos Zanon (La Vanguardia, 21-04-2020)
.
“Nostalgia de pandemia” por Carlos Zanon (La Vanguardia, 21-04-2020)
Como en un corazón loco, uno puede desear salir tanto como desear no hacerlo. Los dos sentimientos se entremezclan estos días en una parecida nostalgia propiciada por la sensación de estar en el principio del fin. El estado de alarma nos ha hecho regresar a una infancia de sábados en los que, si llueve, no se sale a jugar. A aceptar que hay gente a la que, aún queriéndolo con todas tus fuerzas, no puedes ir a ver porque viven lejos. A volver a comprar con la letra de tu madre. A ver a tus abuelos en un mismo mundo que tú. Estas semanas lo cotidiano ha ido ganando terreno a lo extraordinario y pensar en visitar Buenos Aires o Roma ha sido como volver a leer a Emilio Salgari. Hemos alimentado la nostalgia de cuando soñabas con ser adulto para hacer cosas sin permiso -pasear sin rumbo, emborracharte con desconocidos, contaminarte al tacto, ver a músicos tocar-. De cuando no estabas pendiente de si miraban los vecinos ni tampoco de si te paraba la policía. Y al mismo tiempo ha sido reconfortante sentirse limitado. Tranquilizador estrellarse ante la certeza de que hay cosas que, simplemente, no podemos hacer. Frágiles y mortales. Eso nunca fue un anuncio de Nike.
Semanas, meses en los que pasarás a añorar cocinar para los tuyos del mismo modo que a ratos añoraste comer con meros conocidos. Comidas sin menú a escoger y tele al fondo. Comidas con mesa para dos, en la ventana ya nos va bien y el lavabo al fondo a la derecha. Se puede añorar ser libre y estar completamente solo y, al mismo tiempo, pertenecer a alguien, a los tuyos, a tus vecinos, a tu comunidad, encadenado voluntariamente a esos hilos. Añorar cuando no necesitabas creer en tipos enfundados en banderas en telediarios tanto como necesitar creer que alguno de ellos vuelva a decirte la verdad. Puedes añorar tanto los ruidos que reconoces de tu tribu como los azarosos, los imprevistos, el entusiasmo de lo que no tenía que pasar y está pasando. Terrazas con flores y latas de cerveza pero también gatos callejeros por los tejados. Añorar vivir con lo imprescindible y añorar algo superfluo como comprar un regalo, celebrar un cumpleaños o ir a patinar. Añorar el deseo y también su imposibilidad. No comprar más libros de los que puedes leer en esta vida pero también entrar en tu librería favorita y encontrar el libro que buscabas y tres que pareces necesitar. Añorar ahora un tren y un avión y añorar mañana el no poder estar en dos sitios a la vez. Añorar la imposibilidad de verte con gente que no te importa lo más mínimo y añorar el ahora te veo. Añorar todos esos abrazos que se te deben y los que igual ya no te podrás cobrar. Añorar lo que perdiste, lo que perderás para siempre. Es la nostalgia de la pandemia, de cuando la vida volvió a usar tu talla, la nostalgia de salir y de no salir. Lunes, martes y miércoles. Jueves, viernes, sábado, domingo también. Y así mientras tu hijo añora a su novia y a sus amigos, tú añoras saber que nunca más en toda tu vida volverás a estar tanto tiempo con él.
Carlos Zanon (La Vanguardia, 21-04-2020)
.
Última edición por Pedro Casas Serra el Sáb 09 Mayo 2020, 13:36, editado 1 vez
Hoy a las 10:46 por Maria Lua
» FRANCESCO PETRARCA (1304-1374)
Hoy a las 10:37 por Maria Lua
» Joumana Haddad- جمانة حداد ( (Beirut, 6/12/ 1970)
Hoy a las 10:10 por Maria Lua
» AFFONSO ROMANO DE SANTA'ANNA (1937-
Hoy a las 10:08 por Maria Lua
» Fabricio Carpinejar (1972-
Hoy a las 10:04 por Maria Lua
» Isabel Bono (1964-
Hoy a las 09:25 por Pedro Casas Serra
» Asunción Escribano (1964-
Hoy a las 09:20 por Pedro Casas Serra
» AURORA LUQUE (1962)
Hoy a las 09:14 por Pedro Casas Serra
» Maite Pérez Larumbe (1962-
Hoy a las 09:04 por Pedro Casas Serra
» Blanca Andreu (1959-
Hoy a las 09:00 por Pedro Casas Serra