PUERTO RICO
SAMUEL LUGO
AGRO CÓSMICO
De nuevo veo tus manos, mi Dios, en el poniente,
alzando sobre el mundo las candelarias últimas
del crepúsculo antes que el cuerno y el lucero
luzca en la frente el toro que trae la media luna.
Tu incendio ¡qué gigante en las divinas llamas!
salta el caballo blanco de una ola... De oro
arde su crin y el sueño del alcatraz que lleva
la imagen de la isla quemándose en sus ojos.
Tu árbol de la noche creciendo está Dios mío,
y ya en sazón radiante se anuncian más sus pomas,
celestes... Mira abajo mi amarga sed y el vaso
de sombra cómo claman por la miel luminosa.
A la heredad olímpica se han dado las ovejas
del cosmos que tú ordeñas para hacer la Galaxia;
mira mi canto niño y hambriento cómo pide,
para crecer, un poco de leche a la Vía Láctea.
¿Por qué boreales rumbos en el carro sin ruedas
que arrastran las dos osas de luz irás ahora?
Sagitario, el arquero, ¿desde dónde sus flechas
soñará que dispara al díptico de osas?
¿Qué pregón en Acuario, pregonará sus peces,
y pescarán en Piscis qué eternos pescadores?
¡Si soñaran que lejos Dios pesa sus pescados,
de luz en los platillos de la Libra celeste!
¿Qué lanza constelada se romperá en pedazos
sobre el ijar del Toro, que sangra luminoso...?
El redondel del tiempo, mirad, cómo lo envuelve
la polvareda rútila del encornado réprobo.
Que está toda la fauna sideral como loca;
ved allá cómo a un lado el León, su melena
se sacude en luceros, y a la noche que huye
sin que pueda librarse del zarpazo de estrellas.
En la Lira, qué música se escuchará, que el Cisne
desvelado no quiere ya salir de las ondas
de su estanque encantado. Ved fugaz al Dragón,
con el ala azotando la menor de las Osas.
Toda la fauna es sólo una heredad de espantos
divinos bajo el árbol gigante de la noche;
qué arriba están manando del cielo las Cabrillas,
y al Escorpión mis sueños , matándolo escorpiones.
Tu vegetal, Dios mío, no cabe ya en mis ojos.
¡En qué milenio un día cortaste el ramo en luz,
al árbol de tu ciencia, para con sabias manos
hacer y darle al mundo la blanca Cruz del Sur!
Tal vez los ganchos muertos que al vegetal podaste
veré, cuando mañana el hombre de la luna
redonda, el haz de leña lo cruce a las espaldas,
camino de la hoguera que no ha de prender nunca..
Lejos suena su cuerno de luz Dios en el alba;
y parte rezagado, de verde, cielo arriba,
un pájaro de estrella, el último en la rama
del árbol que ahora troza el leñador del día.
….De Poesía puertorriqueña.
Carmen Gómez Tejera, et al
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