SIGLO XIX
JUAN FLORÁN, por ANTONIO PUIG CAMPILLO
EL POETA JUAN FLOkAN
(Homenaje a Andrés Sobejano)
FRECUENTE es la injusticia en los fastos literarios, de los que muchas
veces suelen quedar excluidos nombres que han permanecido en la
penumbra o en la obscuridad por motivos de modestia o por el poco
cuidado de sus coetáneos. Esto ha sucedido precisamente a don Juan
Floran, luego Marqués de Tabuérniga, notable literato y distinguido político,
cuya cultura y elocuencia fueron muy celebradas. Había nacido en
Cartagena (1), donde transcurrió su infancia.
Su padre era marino con el grado de Capitán de Navio. Se contaban
en gran número las familias cartageneras sobre las que dolorosamente
pesaban todavía las funestas alianzas de Carlos IV con Napoleón; eran
muchos los cartageneros que aún vestían de luto por los desastres navales
del Cabo de San Vicente y de Trafalgar: lo que mantenía perenne,
con el recuerdo de sus desgracias, la antipatía nacional hacia Francia.
Fué Cartagena la primera ciudad de la parte Oriental de España que
secundó el grito de guerra contra los franceses: concurrían en esta ciudad
circunstancias favorables para que rápidamente prendiese en ella el
fuego que el heroísmo santificó en la jornada del Dos de Mayo. Pocas
semanas antes había visto zarpar para Tolón la escuadra del general
Valdés, y temiendo que ello fuese un ardid de Napoleón para adueñarse
de nuestro poder naval, temían por los numerosos cartageneros que la
tripulaban. Componían esta flota los navios Reina Luisa María, San
Francisco de Paula, Asia, Guerrero, San Pablo y San Ramón, y las fragatas
Casilda y Proserpina. Don Vicente Floran rnandaba el navio San
Pablo; su familia trasladóse a Murcia a casa de sus abuelos maternos.
El pequeño Floran apenas había cumplido los diez años; allí estudió
Latín, marchando después a Córdoba donde bajo la dirección del presbítero
y esclarecido poeta Don Manuel María Arjona, aprendió Humanidades
y Griego.
Sus padres quisieron verle marino, pero visto lo poco que en aquella
época prometía la carrera militar, cedieron a la vocación del muchacho
a quien sobremanera le agradaba el estudio de las Letras. Vuelto de
Córdoba a Murcia, trasladóse a Granada en 1815, cursando allí la carrer
a de Leyes.
Tuvo nuestro Floran gran cariño a Murcia, como demuestra su bella
composición escrita a raíz de su marcha a Granada y titulada La Despedida;
está llena de juvenil y candida lozanía, de gracia y sencillez elegante;
he aquí su texto:
Riberas amenas
del fértil Segura,
zagalas morenas
de garbo gentil,
¡adiós! que mi dura
fortuna me lleva
a ver tierra nueva
do corre el Genü.
En vano al dejaros
mi llanto reprimo;
en vano al hablaros
quisiera llorar;
y al cabo, si gimo,
mi mal no se calma;
ni muero, si el alma
concentra el pesar.
¡Adiós, patria mía! •
¡adiós, cuna amada!
Mi bien, mi alegría,
murieron en flor;
La bella Granada,
si más bella fuera,
tampoco pudiera
templar mi dolor.
¡Oh! nunca sus prados^
sus cármenes fríos,
sus valles dorados
no harán olvidar:
tus valles sombríos,
tus altas moreras,
tu blanco azahar.
Si alguna zagala,
al verme tan niño,
quisiera por gala
prenderme en su amor,
mi tierno cariño
diréle que habita ' ,
do nunca marchita,
la nieve el verdor.
¡Adiós, mis pastores!
¡Adiós, mis zagalas! ' ' .
¡Sabrosos amores
de pecho infantil!
Del viento en las alas
mi pena a deciros
mis tiernos suspiros
vendrán del Genil
Al comenzar en Cartagena la sublime epopeya de nuestra independencia,
era Capitán general de la Armada y del Departamento don Francisco
de Borja y Borja, Marqués' de Camáchós, antiguo amigo del Príncipe
de la Paz. Como en el resto del país, el delirante entusiasmo por
Fernando VII corría parejas con el odio a Godoy. El combate de Trafalgar
había hecho popular al general Hidalgo de Cisneros: absolutista en
grado máximo, no ocultaba su enemiga a Godoy ni sus esperanzas en
Fernando VII, y, como entre sus panegiristas se contaba a los frailes de
los conventos del Carmen y de la Merced, principalmente, en los días que
siguieron a la caída y exoneración del favorito de María Luisa, la persona
del general Hidalgo de Cisneros gozaba entre sus paisanos gran popularidad,
al paso que la estrella de Borja declinaba vertiginosa.
Al mando de este Departamento don Francisco de Borja, y en el de
Gobernador político y militar d.e la plaza, firmada por vecinos y autoridadades
locales, acompañando un memorial para el Rey en solicitud de
que se trasladase a esta ciudad la Süla de su Diócesis, había dirigido al
Príncipe de la Paz una exposición. Tan inclinado a Cartagena mostróse
Godoy en .este asunto, que reconocido a sus distinciones, en cabildo celebrado
el 25 de julio de 1806 se acordó ofrecerle el cargo de Regidor preeminente
de esta Ciudad. Predispuestos los ánimos, llegó la Gaceta conteniendo
las renuncias de Bayona, .es decir, el tratado negociado y firmado
por Godoy por el que, en una palabra, se entregaba a Napoleón la patria
de los españoles. La mecha aplicada a la Santabárbara no produce
la explosión que la ira operó en el pecho de los cartageneros al conocer
las tristes nuevas. Miles de exclamaciones de asombro y de indignación
resonaron en todas partes, y a los gritos de «mueran los franceses» y
« ¡ viva Fernando VII! » que se contestan con delirante entusiasmo, el
pueblo corrió por las calles, rugiente con su fiereza secular, y congreglido
tumultuosamente en la plaza de Santa Catalina, obligó a reunirse en las
Casas Consistoriales a todas las autoridades con su Ayuntamiento; y,
constituidas en «Junta de gobierno y de defensa», acuerdan de conformidad
con las ansias populares; y el regidor don Ciro García de Cáceres,
luego de tremolar en la balconada del Concejo el estandarte real, entre
frenéticas ovacion.es y vítores proclamó a don Fernando VII por rey legítimo
de España. Repetimos que, aquí como en el resto del país, el delirante
entusiasmo por Fernando VII corría parejas con el odio a Godoy.
El Marqués de Camachos tenía poderosos en.emigos, y, encubiertos
con la capa del patriota prepararon el asesinato del anciano general:
aprovechando las ocasiones para satisfacer los bajos sentimientos, echaron
a volar calumniosos conceptos; los tumultos se reanudan y suenan
unos nombres mezclados con horribles imprecaciones, viéndose precisada
la Junta de defensa a enfrentarse con las iracundas masas que exigen
sean separados de ella, por afrancesados, el general Borja, el Gobernador
militar Mariscal de Campo don Juan de Mata Butler y el Comandante
de ingenieros de la plaza don Vicente Imperial Diguerri; allí nadie escucha
razones; coacciones violentas, que atemorizan a los hombres de
buena fe, dictan normas que rápidamente se cumplimentan, y los destituidos
son reemplazados por don Baltasar Hidalgo de Cisneros a quien
se le encarga d.e la Capitanía general del Departamento, al Marqués de
Camarena la real del Gobierno militar, y de la presidencia de la Junta al
Coronel de infantería don Francisco de Ochando.
Los enemigos del general Borja, insatisfechos con haberle separado de
la Junta y del mando superior del Departamento, encendían las iras popvilares
presentándole constantemente como partidario de Napol.eón, la
más grave inculpación en aquellos días; así la multitud, rugiendo delirante,
se estacionaba al atardecer de todos los días ante pl domicilio de
Borja, dirigiéndole insultos y amenazas terribles, teniendo en constante
sobresalto al venerable anciano. Y la furiosa turba que a los gritos de
« ¡muera el traidor!», allanó su morada y se apoderó de su víctima, que
entre el frenesí de sus verdugos escuchó, los más dolorosos dicterios ca-.
mino del Arsenal donde se levantaba la horca, y frente a la puerta cae
a tierra cosido de puñaladas, acabando su calvario cuando los desalmados
apagan su vida arrastrando por las calles su cuerpo sangrando, ebrios
de un triunfo que manchó aquí la gloriosa epopeya de la Independencia
española. Ni en el detenido exam,en de papeles que la Junta y Tribunal
de 'Marina bicieron en el domicilio del desventurado General, ni en las correspondientes
al servicio de la Capitanía general del Departamento, ni
a través de los tiempos, .se halló indicio que empañara la acrisolada conducta
de este ilustre marino, cuya memoria siempre digna de loa, toda
concienciacjhonrada debe saludar con la admiración que rnereceñ los preclaros
varones de la España inmortal.
Don Francisco de Borja, Borja y del Poyo y Anrich nació en Cartagena
el 9 de octubre de' 1733. Había heredado de su padre el Marquesado
de Camachos qvxe le. confirió Carlos.III. Estaba casado con Doña Pascuala
Everardo de Tilly y Panes, Marquesa de Casa Tilly y Vizcondesa
de Everardo. De este matrimonio nacieron varios hijos, y el mayor-llamado
José contrajo nupcias con Doña María de la Antigua de Fernán-
dez y Buendía, teniendo una hija única, Doña María de los Dolores, que
casó con el político murciano Don Pedro Rosique, pasando así a los Rosiques
de Murcia el Marquesado de Caniachos.
Partícipe en la revolución iniciada por Riego en las Cabezas de San
Juan, restablecido aquí el absolutismo en 1823, el poeta Juan Ploran
emigró a Londres, pasando a París en 1830, de donde regi'esó a Madrid
en 1850. Sublevado O'Donnell en Vicálvaro (1854), formó parte de la
J u n t a revolucionaria constituida en la Corte. Las Constituyentes de aquellos
días le contaron entre sus diputados representando a Almería: orador
elocuente, de ideas conservadoras; su independencia de carácter malogró
su carrera política. Estuvo de Cónsul en Londres. Floran hablaba
y escribía en inglés y francés, como en el propio idioma, por lo que publicó
muchos trabajos de erudición y crítica en revistas y periódicos extranjeros
; así como numerosas poesías; las que dejó en castellano son
notables: éstas no se han coleccionado.
Don Juan Valera, que conoció y trató a Floran, cita algunas de sus
obras escritas, entre otras: Memoires d'un Cadet de famille.—Etudes sur
la Littérature origínale des espagnols y Costumbres familiares da los
americanos del Norte. Dos volúmenes. A estas noticias de Valera que
ofrece en su libro de crítica (1903), se agregan los apuntes por don Eugenio
Ochoa al hablar de los Escritores contemporáneos españoles (1840)
en los que cita las siguientes composiciones de Tabuérniga: ha Despedida^
Plegaria, Cantilena, Oda a la Luna, y dos Sonetos, las que reproduce
íntegramente.
La obra Poesías de Don Manuel Cañete, Granada, 1843, lleva un prólogo
de Floran. Tabuérniga vivió retirado en Madrid, casi olvidado'; murió
en un cuarto de la calle de Silva.
(1) Libro (le Baiilismos ni'im. 102, Folio 263, vuello.—En la Iglesia de Sania María
(le Gracia, única parroquia do cs!a ciiidnil de Carlagena, a quince de Novicnd)re de
mil Ochocienlos y uno. Yo don Juan Baulisla Diaz Caballero, Tenicnlo de osla parroquia,
bautice soleninenicnte y crismé a un niño a quien i)usc por nombre Juan Antonio
de Paseis do la mañana; liijo legítimo de don Vicenic Floran, natural de Madrid, y doña
María_ Josefa Pastorín, natural de Murcia. Abuelos paternos; don Juan Antonio Floran
Velas de Medranos, natural de Valencia, y doña María Luisa Salvador y Xese, natural
de Oriliiiela, Marquesa de Tabuérniga y Velesar. Maternos: don Juan Pastorío del
Cuerbo, natural de Madrid y doña Florentina González Aledo, natural de Madrid. Fueron
padrinos don Antonio Pastorín y Gonzílez y doña Magdalena Pastorío Goiiz.-ílez, sus
líos, a quienes advertí su obligación y parentesco espiritual, siendo testigos Juan Pruno
Botella y Mariano Botella, y para que conste firmé, Juan Bautista Díaz Caballero.
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