.
Karmelo C. Iribarren, nacido en San Sebastian en 1959, es un poeta autodidacta enmarcado en el llamado 'realismo sucio'. Trabajó en diversos oficios, y finalmente de camarero durante más de veinte años.
Ni va a la universidad ni forma parte de ningún tipo de círculo o conventículo literario. Durante mucho tiempo no se decide a reunir en un volumen sus primeros versos, aunque aparecen poemas sueltos en distintos fanzines ya a partir de los últimos setenta. En 1993, el Ateneo Obrero de Gijón incluye su plaquette Bares y noches en la colección de poesía Máquina de Sueños, dedicada a difundir la obra temprana de autores poco conocidos.
En 1995 publica su primer libro, La condición urbana.
Serie B y Desde el fondo de la barra, en 1998 y 1999, confirman que ha encontrado una voz propia.
En 2005 aparece su poesía completa bajo el título Seguro que esta historia te suena (1985-2005), donde compila toda su producción, reeditada y ampliada en 2012 y 2015.
Algunos poemas de su libro Ola de frío, 2007:
LA FOTO DE RAYMOND CHANDLER
Levanto la vista y lo veo sobre la balda,
con su pipa y su sonrisa de borracho.
Para mí que se acaba de meter un lingotazo
entre pecho y espalda
y que le está subiendo ahora mismo.
En sus ojos ese brillo acerado
del que sabe que estás pasándolas putas
porque también se ha visto ahí.
Es decir, aquí, frente
a este maldito folio en blanco
al que no sé muy bien qué contar.
Las ideas son veneno, dijiste,
cuanto más razonadas, menos creas.
Cuánta verdad, amigo Chandler, cuánta verdad.
A veces lo mejor es soltar lastre,
dejar toda tu impotencia en el papel.
¿Que te pone verde algún crítico?
El tiempo le pondrá amrillo a él.
LO QUE ERES
Estas rachas de viento helado
tienen la virtud
-por buscarles alguna-
de que te despejan las ideas,
te reconcilian con tu pequeñez,
te dicen exactamente quién eres,
dónde estás,
como cuando levantan la hojarasca del paseo
y aparece debajo lo que hay,
nada de romanticismos del diecinueve,
solo un camino de cemento
que sirve para ir
y para volver,
de ninguna parte a ti mismo,
o al revés.
LA NOTA DE GEORGE SANDERS
“Me aburro en esta pocilga”,
dejó escrito
en un pequeño papel
el actor George Sanders,
a manera
de último adiós.
Sucedió en un hotel
de Barcelona,
hace ahora algo más de treinta años.
Siempre que pienso en ello,
me imagino a la mujer
de la limpieza,
con la nota en la mano.
UN HOMBRE SOLO
Un hombre solo, en un tren
de cercanías. Se acerca
su parada. Mira
las primeras ventanas encendidas
al otro lado del cristal.
Ahí lo tenemos ya, camino
de su casa. Una cerveza en el bar
de Paco. Los chismes malos de rigor.
Rellenar la quiniela. Ya está
en su habitación. Coge el Marca
de ayer. Lee un rato. Lo deja. Apaga
-entre bostezos- la luz
de la mesilla. Piensa
-casi con un asomo de felicidad-,
que mañana ya es jueves.
NO ESTAMOS SOLOS
Para Sergio, Jorge, Alfredo, mis amigos
de Guadalajara, México
Políticos con adicción a la verdad,
banqueros que cuando escuchan
la palabra hambre
derraman lágrimas,
militares que reniegan de sus medallas,
mujeres despampanantes, altas,
que se enamoran perdidamete de ti
por lo que eres,
por tus cualidades humanas,
Dicen que esos seres existen,
que no son una leyenda urbana.
Y yo quiero creerles.
Por qué íbamos a estar solos en la galaxia.
PERRO RABIOSO ELLROY EN BARCELONA
Un perro olisquea en un contenedor
de basura. Ellroy lo ve,
se acerca, le coge
con sus dos manazas la cabeza
y la restriega contra la suya.
Luego se miran a los ojos.
Luego cada cual sigue haciendo su vida.
Dos días después
-entrevistas, firmas de ejemplares,
bromas- de regreso
hacia Los Ángeles, en el avión,
James Ellroy se acordará del perro:
“No ha estado tan mal,
después de todo, Barcelona”.
ESTRELLAS Y TACHUELAS
Las estrellas refulgen en el cielo
como tachuelas
en la chupa de un heavy,
pero a mí ahora mismo no me dicen nada,
me dice más el silencio
de estas calles espejeantes
por el primer chaparrón otoñal.
Las farolas se miran en los charcos
y más de una ventana encendida también.
Es probable
que detrás de alguna de ellas
se esté desnudando
poco a poco una mujer,
mientras observa no sin curiosidad
a ese hombre cabizbajo que atraviesa la calle
como con pinta de no saber a dónde ir.
Hasta es posible
que desee que esté allí.
Todo esto son solo especulaciones
sin ninguna base real, lo sé,
pero me sirven
-de hecho me han servido ya-
para llegar acompañado hasta el portal.
UNA PEQUEÑA HISTORIA
Es la habitación de un hotel
de las afueras,
en silencio,
sobre la cama
cada vez más fría, más ajena,
dos amantes
-para evitar mirarse- miran
el techo.
Les ha pasado lo peor, y lo saben:
no les ha pasado nada
nuevo.
LUIS ANTONIO DE VILLENA
Luis Antonio de Villena hizo magia,
aquí, en San Sebastián,
una tarde
del invierno pasado.
Vino, leyó unos cuantos poemas,
habló un poco de su gato,
y las mujeres fueron cayendo rendidas,
como hojas de otoño a sus pies.
Yo fui testigo del acto.
Me lanzó un guiño travieso al acabar.
No tienen secretos para mí
-me dijo, todas
se parecen a mi madre,
todas me quieren salvar.
CALLE URBIETA, DEMOLICIÓN
Desde la acera
se ven
tres paredes de la cocina
y dos de un cuarto,
sobre éstas
incluso se distinguen
las flores de papel…
…………………….Y miro,
y no puedo evitar
imaginármelos:
……………….haría sol;
vestirían la ropa de los domingos…
el pulso de él
al estampar la firma
frente al notario,
la felicidad,
todavía tensa, en un hilo,
de la mujer...
Karmelo C. Iribarren (Ola de frío,2007)
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Karmelo C. Iribarren, nacido en San Sebastian en 1959, es un poeta autodidacta enmarcado en el llamado 'realismo sucio'. Trabajó en diversos oficios, y finalmente de camarero durante más de veinte años.
Ni va a la universidad ni forma parte de ningún tipo de círculo o conventículo literario. Durante mucho tiempo no se decide a reunir en un volumen sus primeros versos, aunque aparecen poemas sueltos en distintos fanzines ya a partir de los últimos setenta. En 1993, el Ateneo Obrero de Gijón incluye su plaquette Bares y noches en la colección de poesía Máquina de Sueños, dedicada a difundir la obra temprana de autores poco conocidos.
En 1995 publica su primer libro, La condición urbana.
Serie B y Desde el fondo de la barra, en 1998 y 1999, confirman que ha encontrado una voz propia.
En 2005 aparece su poesía completa bajo el título Seguro que esta historia te suena (1985-2005), donde compila toda su producción, reeditada y ampliada en 2012 y 2015.
Algunos poemas de su libro Ola de frío, 2007:
LA FOTO DE RAYMOND CHANDLER
Levanto la vista y lo veo sobre la balda,
con su pipa y su sonrisa de borracho.
Para mí que se acaba de meter un lingotazo
entre pecho y espalda
y que le está subiendo ahora mismo.
En sus ojos ese brillo acerado
del que sabe que estás pasándolas putas
porque también se ha visto ahí.
Es decir, aquí, frente
a este maldito folio en blanco
al que no sé muy bien qué contar.
Las ideas son veneno, dijiste,
cuanto más razonadas, menos creas.
Cuánta verdad, amigo Chandler, cuánta verdad.
A veces lo mejor es soltar lastre,
dejar toda tu impotencia en el papel.
¿Que te pone verde algún crítico?
El tiempo le pondrá amrillo a él.
LO QUE ERES
Estas rachas de viento helado
tienen la virtud
-por buscarles alguna-
de que te despejan las ideas,
te reconcilian con tu pequeñez,
te dicen exactamente quién eres,
dónde estás,
como cuando levantan la hojarasca del paseo
y aparece debajo lo que hay,
nada de romanticismos del diecinueve,
solo un camino de cemento
que sirve para ir
y para volver,
de ninguna parte a ti mismo,
o al revés.
LA NOTA DE GEORGE SANDERS
“Me aburro en esta pocilga”,
dejó escrito
en un pequeño papel
el actor George Sanders,
a manera
de último adiós.
Sucedió en un hotel
de Barcelona,
hace ahora algo más de treinta años.
Siempre que pienso en ello,
me imagino a la mujer
de la limpieza,
con la nota en la mano.
UN HOMBRE SOLO
Un hombre solo, en un tren
de cercanías. Se acerca
su parada. Mira
las primeras ventanas encendidas
al otro lado del cristal.
Ahí lo tenemos ya, camino
de su casa. Una cerveza en el bar
de Paco. Los chismes malos de rigor.
Rellenar la quiniela. Ya está
en su habitación. Coge el Marca
de ayer. Lee un rato. Lo deja. Apaga
-entre bostezos- la luz
de la mesilla. Piensa
-casi con un asomo de felicidad-,
que mañana ya es jueves.
NO ESTAMOS SOLOS
Para Sergio, Jorge, Alfredo, mis amigos
de Guadalajara, México
Políticos con adicción a la verdad,
banqueros que cuando escuchan
la palabra hambre
derraman lágrimas,
militares que reniegan de sus medallas,
mujeres despampanantes, altas,
que se enamoran perdidamete de ti
por lo que eres,
por tus cualidades humanas,
Dicen que esos seres existen,
que no son una leyenda urbana.
Y yo quiero creerles.
Por qué íbamos a estar solos en la galaxia.
PERRO RABIOSO ELLROY EN BARCELONA
Un perro olisquea en un contenedor
de basura. Ellroy lo ve,
se acerca, le coge
con sus dos manazas la cabeza
y la restriega contra la suya.
Luego se miran a los ojos.
Luego cada cual sigue haciendo su vida.
Dos días después
-entrevistas, firmas de ejemplares,
bromas- de regreso
hacia Los Ángeles, en el avión,
James Ellroy se acordará del perro:
“No ha estado tan mal,
después de todo, Barcelona”.
ESTRELLAS Y TACHUELAS
Las estrellas refulgen en el cielo
como tachuelas
en la chupa de un heavy,
pero a mí ahora mismo no me dicen nada,
me dice más el silencio
de estas calles espejeantes
por el primer chaparrón otoñal.
Las farolas se miran en los charcos
y más de una ventana encendida también.
Es probable
que detrás de alguna de ellas
se esté desnudando
poco a poco una mujer,
mientras observa no sin curiosidad
a ese hombre cabizbajo que atraviesa la calle
como con pinta de no saber a dónde ir.
Hasta es posible
que desee que esté allí.
Todo esto son solo especulaciones
sin ninguna base real, lo sé,
pero me sirven
-de hecho me han servido ya-
para llegar acompañado hasta el portal.
UNA PEQUEÑA HISTORIA
Es la habitación de un hotel
de las afueras,
en silencio,
sobre la cama
cada vez más fría, más ajena,
dos amantes
-para evitar mirarse- miran
el techo.
Les ha pasado lo peor, y lo saben:
no les ha pasado nada
nuevo.
LUIS ANTONIO DE VILLENA
Luis Antonio de Villena hizo magia,
aquí, en San Sebastián,
una tarde
del invierno pasado.
Vino, leyó unos cuantos poemas,
habló un poco de su gato,
y las mujeres fueron cayendo rendidas,
como hojas de otoño a sus pies.
Yo fui testigo del acto.
Me lanzó un guiño travieso al acabar.
No tienen secretos para mí
-me dijo, todas
se parecen a mi madre,
todas me quieren salvar.
CALLE URBIETA, DEMOLICIÓN
Desde la acera
se ven
tres paredes de la cocina
y dos de un cuarto,
sobre éstas
incluso se distinguen
las flores de papel…
…………………….Y miro,
y no puedo evitar
imaginármelos:
……………….haría sol;
vestirían la ropa de los domingos…
el pulso de él
al estampar la firma
frente al notario,
la felicidad,
todavía tensa, en un hilo,
de la mujer...
Karmelo C. Iribarren (Ola de frío,2007)
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Última edición por Pedro Casas Serra el 24.05.22 5:15, editado 1 vez
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