XI. SONETOS POETAS ESPAÑOLES SIGLO XX (VI)

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

29. EL POETA QUE FUI

El poeta que fui y un día seré
está profundamente adormilado;
le quiero despertar, pero no sé
si despertarle o bien dejarle a un lado.

Quizás sería bueno despertarle,
que moviese la pluma con soltura,
pero a veces no logro apaciguarle
y comete alguna que otra locura.

Creo que le daré la rienda suelta,
que escriba cuanto quiera, malo o bueno,
que me traiga buen trigo o mal centeno.

Le dejaré nadar contra corriente,
que descubra la veta de su mente…
¡Nada, chaval, que el río ya ve el delta!

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

30. HAY BESOS

Hay besos de traición, como el de Judas,
que esconden la muerte entre los olivos.
hay besos que en mis labios muertos, vivos
escalofríos cálidos procuran

Hay besos que da una boca tan pura
que convierte al cabrito en loco chivo.
Hay besos que hoy o consigo contigo
saborear, porque te haces la dura

y tu boca se cierra a mis súplicas
más y más, aun gimiendo o implorando
la piedad de la piedra que aun picando

no se quebranta, incluso llorando.
Para en tu cuerpo sellar la rúbrica
de mi amor, tengo una firma única.

(ME EQUIVOQUÉ, QUERIDA LLUVIA. FALTA MÁS DE LO QUE PENSABA. AL MENOS, UN CÁLCULO, DE 5 A 7 DÍAS. TE AVISARÉ EN SU MOMENTO. DISCÚLPAME. BESOS.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

31. ILUSION

El príncipe está a punto de pasar
y la pobre fregona se acelera.
¿Qué me pongo, me peino? Preguntar
evita a sus madrastras carceleras.

Tres rubíes formaban el collar
que la niña ostentaba en su pechera,
y al carruaje blindado fue a lanzar
el colgante, maldita su quimera.

Las piedras en añicos se volvieron,
y añicos tras añicos transcurrieron
sin cambios en su triste situación.

Ya sé madre que desde este balcón
más me hubiese valido despeñarme
que lanzar mi reliquia en empeñarme.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

32. IMAGINO

Entre estas paredes estoy viendo
con mi ojo ilimitado tu belleza
pues ya que no te puedo estar mordiendo
al menos imagino tu pureza.

Así te puedo ver siempre riendo,
al margen de mi genio y aspereza;
puedo ver nuestros cuerpos revolviendo
como animales libres la maleza.

Pero aunque pueda verte en la distancia
por medio de un poder desconocido
prefiero retenerte y no soltarte.

Que me riñas por mi única elegancia
escojo a estar tan lejos de tu oído,
que no cesaré nunca de chuparte.

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GUIMERA, RAMÓN.

33. UN CENTRO DE SALUD

Un centro de salud acogedor
(al lado de mi casa mismamente)
me ha tocado escoger, con gran dolor
de dejar el que tuve en mi Beceite.

Este es mucho más grande y eficiente,
el servicio sin par, mucho mejor,
las enfermaras dulces y pacientes,
los médicos rebosan de esplendor.

¡Ay mi centro pequeño y concurrido!
(Tanto que a duras penas respiraba
la gente que tosía y supuraba)

Me pregunto por qué hoy me he metido
en este hall si pone bien clarito
en la puerta In-Salud en azulito.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

33. UN CENTRO DE SALUD

II

La dulce y clara voz de la enfermera
se oye desde aquí, diré que estoy
tomando el airecillo que aquí afuera
me está dejando tieso. Yo me voy…

¿Cómo me voy a ir si sé que soy
un cordero trabado… Quizás muera
antes de que me atienda Don Eloy,
que está con un habano en la bañera.

Paciencia, que es la madre de la ciencia,
debería poner por los tablones
para hacernos al menos una idea

de las horas de espera, y con prudencia
todos nos traeríamos montones
de pipas, y de Homero la Odisea.

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GUIMERA, RAMÓN.

34. LA ALBAHACA VERDEA

La albahaca verdea, tal los ojos
de mi dulce doncella, tan preciosa
como un clavel dorado o una rosa,
con su color tintado, blanco o rojo.

El mar su azur reluce, yo recojo
con mi pincel su esencia tumultuosa;
una gaviota vuela, perezosa,
dudando entre “me mojo o no me mojo”.

Bajo el olivo estiro mis cansadas
pierna, de tanto andar por el camino
y escribo algunos veros de amargura.

En mi mente es constante la figura
de mi amada distante, comparada
en tersura y belleza con el lino.

iNDUDABLEMENTE, QUERIDA CECILIA HA HABIDO O UN CFUCE O UN ERROR. RAMÓN GAYA NAD TIENE QUE VER CON EL AUTOR QUE ESTAMOS TRATANDO AHORA, RAMÓN GUIMERA, A NO SER IDÉNTICO NOMBRE Y PARECIDO APELLIDO.

MI GRATITUD SIEMPRE.

BESOS.

Sí amigo, por eso lo borré.
Se ve que leí dos cosas en diferentes sitios y me confundí.

Besossssssss

BUENO NO PASA NADA. FINALMENTE NOS HEMOS ENCONTRADO Y SALUDADO. EO ES LO QUE IIMPORTA

TE DESEO UN BUEN FIN DE SEMANA. MAÑANA NOS HACEMOS CARGO DE CLAUDIA, LA NIETA PEQUEÑA. EL TIEMPO QUE PUEDA ESTARÉ POR AQUÍ.

BESOS.

La dulce y clara voz de la enfermera
se oye desde aquí, diré que estoy
tomando el airecillo que aquí afuera
me está dejando tieso. Yo me voy…

¿Cómo me voy a ir si sé que soy
un cordero trabado… Quizás muera
antes de que me atienda Don Eloy,
que está con un habano en la bañera.

Paciencia, que es la madre de la ciencia,
debería poner por los tablones
para hacernos al menos una idea

de las horas de espera, y con prudencia
todos nos traeríamos montones
de pipas, y de Homero la Odisea.

Veo que lo de la espera es universal, jeje.
Así, tal cual lo cuenta y me ha gustado.
Gracias, Pascual.

Gracias, lluvia. siempre es importante sentirse acompañado.

Besos.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

35. LA BELLEZA

En los ojos del que mira reside
la increíble y verdadera belleza.
Si no posees aún la certeza
de que esta cualidad es intangible,

que es un ánima que desaparece
y a cada uno distinta parece,
cierra los ojos, vuélvelos a abrir
y podrá sal instante percibir

que hay una imagen nueva, inconstante.
Mas si fijas tus ojos un instante
sobre los ojos de tu compañera

verás la belleza tu vida entera,
paseando contigo de la mano,
con su carácter alegre y ufano.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

36. LA LLUVIA EN LA VENTANA

Me encanta ver la lluvia en la ventana,
deslizándose hasta la tierra yerma
que sufre de sequía, pero enferma
no estará más, porque el agua la sana.

De la fresca fuente de la que mana,
aquella cuya fruta será eterna,
va fluyendo; aquel olor que emana
disipa el polvo y la sequía merma.

El agua forma en las frías cavernas
formas de cal, y la luz engalana
oscuros muros de la piedra cana.

Las sombras que producen las linternas
se mezclan con las paredes de lana
poniendo en polvorosa las dos piernas.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

37. LA NOCHE

Cuando los búhos salen de su nido
y con sus ojos vivos iluminan
la oscura y fría noche, el gemido
del dios Céfiro asusta a la fajina

que se esconde al oír el alarido
de un ser que va muriendo y que germina.
No temas al mortal que ya se ha ido
ni a esa oscuridad que te domina;

si a algún ser debieras tener miedo
sería, sin dudar. al falso amigo,
que puede traicionarte si estás ciego.

Créeme, porque sé lo que te digo,
y al dejar el consejo que en ti lego
aunque no me hagas caso, feliz quedo.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

38. LA PIEL DE TU MIRADA

Tan suave es la piel de tu mirada,
(tan tierna y tan mimosa como un niño)
Como hierba en violeta entremezclada,
como aquel mar do va morir el Miño.

Como el fuerte cordel con el que ciño,
como haría Sansón, la hoz y azada,
tan potente es por ti mi gran cariño,
tan sangrante mi vena sonrojada.

Tan fresco es el olor de tu fragancia
como la esencia libre por el valle,
que esparce el viento, mueve y desordena.

Mi saber es mejor que mi ignorancia,
y siendo así, mejor será que calle…
Puede manchar mi tinta a mi azucena.

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GUIMERA, RAMÓN.

39. LA POBREZA DE HOY

I


Me ha pedido esta tarde en el rellano
un hombre ya mayor para comer
y yo me he vuelto dentro para ver
qué podía ofrecerle al pobre anciano.

Le he sacado pan y unas salchichas
y queso para hacerse un bocadillo;
la cara que tenía el pobrecillo
era reflejo fiel de sus desdichas.

Dinero no doy nunca al vagabundo
pues no creo que gaste bien el oro
en algún bar mugriento y nauseabundo.

Si algo doy, casi siempre, debe ser
en forma de comida, gran tesoro
que deberá en su vientre recoger.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

39. LA POBREZA DE HOY

II

Si lo que doy acaba en la basura,
pues hay quien aborrece la pitanza,
ya llegará después a hueca panza
que busca algo roer por la ventura.

Entre un montón de cascos de crianza
envueltos por la piel fina y oscura
que en un Vips por la noche un negro lanza
puede endulzar el pobre su amargura.

La pobreza también se ha corrompido
y se han formado estratos que una capa
enseñan, con la espada en su interior.

Los hay que por tener un gris mejor
le quitan al que sufre su cocido
y dejan que se pudra entre las lapas

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

39. LA POBREZA DE HOY

III

Si el misericordioso Don Benito
alzara la cabeza de la tumba
y viese con sus ojos ya benditos
la España de la samba y de la rumba

vería un paralelo en su novela,
entre el pobre de hoy y el del pasado,
pero también los cambios que han tornado
la mano llena en mano que no vuela.

Los puños más se aferran en sus dedos,
no sueltan ni el sudor, por si da el caso
que un ávido ladrón de cuenta de ello.

El rey dorado sol en el acaso
da paso a Catalina, que su vello
desliza entre cartones. Fríos. Quedos.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

40. LAS HOJAS SON MARIPOSAS

I

Como mariposas de un fino hilo
sujetas de su vuelo libertino
son las hojas del débil y alto tilo
mecidas por el viento matutino.

Sus alas, batiéndose sin cesar,
con los ojos del sol que está naciendo
juegan y espejean, mientras moviendo
las está el viento queriendo enredar.

En este fresco y sano mes de octubre,
el astro rey, con su lluvia dorada,
tras las plomizas nubes se descubre.

El frío no aplaca su feroz ira;
haz por envés, como por hoz cortadas,
mudan y al mudo feraz miran.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

40. LAS HOJAS SON MARIPOSAS

II

La vida se renueva, sólo a veces,
y las hojas que seca el crudo invierno
en esa fresca estación luego crecen;
nacer y morir: ciclo sempiterno.

El otoño, por el viento ayudado,
arranca del tronco con fuerza extrema
las patas de las que antes he nombrado
y las suelta al frío, tanto que quema.

Libres por un momento, se desbocan
e intentan volar, mas sin conseguirlo
pues entumecidas tienen las alas.

Caen como plumas y el piso tocan,
bajo el vuelo vigoroso del mirlo
que emigra raudo a las sureñas calas.

Excelente autor, querido amigo.

En los ojos del que mira reside
la increíble y verdadera belleza.

Qué gran verdad!!!!!!!!!!!!!!

Besossssssssss siempre

LA NOCHE

Cuando los búhos salen de su nido
y con sus ojos vivos iluminan
la oscura y fría noche, el gemido
del dios Céfiro asusta a la fajina

que se esconde al oír el alarido
de un ser que va muriendo y que germina.
No temas al mortal que ya se ha ido
ni a esa oscuridad que te domina;

si a algún ser debieras tener miedo
sería, sin dudar. al falso amigo,
que puede traicionarte si estás ciego.

Créeme, porque sé lo que te digo,
y al dejar el consejo que en ti lego
aunque no me hagas caso, feliz quedo.

Un soneto que dice mucho, me gustan estas ultimas estrofas, dejan para pensar.
Gracias, Pascual.

HE PERDIDO EL ARCHIVO. VOY A VER SI LO ENCUENTRO PARA SEGUIR.

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GUIMERA, RAMÓN.

41. LAS MONTAÑAS

Como a tu alféizar vuela la paloma
por si encontrara algo que comer
mis ojos a tu bello escote asoman,
para tus lindos pechos poder ver.

Por el vértigo de nuevo retornan
pero al oculto valle han de volver.
¿Qué es ese montículo en la alta loma?
No sé, me pregunto qué puede ser.

Entre la firme tela apretujados,
sublimes, amontañados y esbeltos,
yo quisiera liberarlos, y sueltos,

danzando ante mis ojos hechizados,
cubrirlos con mi boca deseosa;
probar esa dulce nata golosa.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

42. LLUEVE

El vaho en los cristales hoy me tapa
el patio en el que suenan melodías
del interior del melón y sandía.
El cielo se ha adornado con su capa,

que luce un tono de melancolía
y al brillante sol el brillo le atrapa.
Ni la saldas gotas de María
a la fuerza de gravedad escapan.

Tras las persianas de mi habitación
oigo el murmullo de límpidas gotas
que resbalan de las nubes oscuras.

La noche de esta cálida estación
se refresca con las lágrimas rotas
que descienden, transparentes y puras.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

43. MALAS PALABRAS

¿Por qué te grito siempre, vida mía,
si sé que mis palabras son hirientes?
No puedo controlar entre mis dientes
el hilo de la voz, que es una arpía.

Mi carácter huraño y reticente
tan sólo tú lo aguantas. ¿Quién podría
ser a la vez tan dulce y tan paciente
estando junto a mí tan sólo un día?

Entre pecho y espalda llevo un ramo
de rosas sonrojadas por tu amor
y el dulce de tus labios, como mora.

Sé que pronto una bronca yo te armo,
pero no te preocupes porque es roma
la espalda que demuestra mi valor.

SONETOS DEL SIGLO XX.

GUIMERA, RAMÓN.

44. MALOS TIEMPOS

A


Malos tiempos aquellos en que el agua
debía recogerse con calderos
para dar de beber a los terneros
que bramaban tal viento en fiera fragua.

Las manos y la cara se le helaban
incluso al más hombrón de los arrieros
cuando hacia el blanco campo se marchaba
en busca de unos trozos de madero.

Estos hechos mi padre me contaba
y quisiera escucharle el día entero,
pues son muestras de un tiempo justiciero

tras la guerra civil, el matadero
donde la roja sangre se lavaba
con el agua salada que emanaba

CONT.

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GUIMERA, RAMÓN.

44. MALOS TIEMPOS

B

de los ojos del pueblo comunero
y parte de la España franqueada.
Ahora el agua ya corre regulada
por los caños que arregla el fontanero,

ya no debe llevar a la manada
en busca de su pan (tal pordiosero)
el hombre cuya paga ya arreglada
puede meter dichoso al monedero.

La burra que ayudaba con esmero
sirvió ya, y después fue descarnada,
pues todo en esta vida es pasajero.

El asno ve la barba ya pelada
del pariente en redil y estercolero
y dispone la suya a la afilada

CONT.

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GUIMERA, RAMÓN.

44. MALOS TIEMPOS

C.

arista del cuchillo carnicero.
El tiempo de la alfalfa racionada
acabó, como acaba la majada
bajo el calor del astro justiciero.

El buen pastor, patada tras patada,
dejaba atrás las huellas del sendero
para entrar en la zona enarbolada
donde subsiste el pino piñonero.

Las costras de una herida mal curada
recogía entre arbustos y romero
para poder cambiar casi por anda

el fruto del trabajo de un guerrero
que no deja batalla ensangrentada
ni a manos de un impacto de mortero

CONT.