Aires de Libertad

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    Rikardo Arregui (1958-

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    Rikardo Arregui (1958- Empty Rikardo Arregui (1958-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 02 Ene 2024, 07:12

    .


    Rikardo Arregui (Gasteiz, Araba, 4 de octubre de 1958) es un poeta y traductor vasco.
    Sus tres libros de poesía recibieron el Premio de la Crítica Española. Es miembro del grupo literario denominado "Volga Batelariak". El 17 de julio de 2015 fue nombrado barquero vasco.


    (Sacado de https://eu.wikipedia.org/wiki/Rikardo_Arregi_Diaz_de_Heredia )


    *


    Algunos poemas de Rikardo Aregui, de su libro Cartografía, traducción de Gerardo Markuleta, Bassarai, 2000.


    OASIAK BASAMORTUAN

    Ez daude basamortuan errepideak seinalaturik
    anitz dira bide posibleak, anitz irteerak.
    Izarretan bilatzen dut oasi ametsa,
    atsedena hartzeko leku mazala,
    palmondo berdeak eta ur eztiak,
    gorputz nagiak eta amodio nahiak.

    Ehun mila palmondoak,
    usain gozoko bidezidorrak.
    Nola bizitzaren zorionak
    hala oasiak basamortuan.

    Adreiluzko etxoletan sosegua kausitzean
    ahanzten da karabanak egunsentian joanen direla
    eta dendaren samurrak babesturen
    hurrengo gauen ametsak.

    Ez da deus ehun mila palmondo
    hondarraleñoak zenbatzean.



    *


    OASIS EN EL DESIERTO

    No hay en el desierto carreteras marcadas,
    infinitos son los caminos posibles, incontables las salidas.
    Busco en las estrellas un sueño de oasis,
    un amable lugar donde encontrar reposo,
    palmeras verdes y aguas dulces,
    cuerpos perezosos y deseos de amar.

    Cien mil palmeras,
    senderos dulcemente perfumados.
    Como momentos de felicidad en la vida,
    así los oasis en el desierto.

    Cuando hallamos el sosiego en cabañas de ladrillo
    olvidamos que al alba partirá la caravana
    Y la fragilidad de la tienda será quien proteja
    la próxima noche de nuestros sueños.

    Cien mil palmeras no son nada
    Al contar granos de arena.



    ESTOS INSTANTES

    Construir recuerdos
    moldeando estos instantes,
    conscientes de que son
    tan sólo una excusa
    para construir recuerdos,
    endulzando lo dulce,
    recubriendo el dolor de una dulce nostalgia,
    aprovechar estos instantes
    para construir recuerdos consoladores,
    falsos recuerdos.
    Construir ahora brumosos
    recuerdos que serán olvidados.
    Recuerdos, recuerdos que serán olvidados.



    TIERRA DORMIDA II


    Para Inazio Mujika Iraola

    Fuera yo blanco abedul junto al río,
    abedul blanco herido en el cementerio fuera yo,
    y pus bebiera de la tierra dormida, rey del verano,
    cielo verde para hongos y zarzamoras.
    Palma o arco, cabellera enamorada,
    fuera yo flexible abedul rendido por la nieve,
    todo abedul de las amplias llanuras fuera yo,
    manantial de sombra tras la casa, rojo fuego en la noche,
    viejo libro de palabras nuevas,
    nublado en la mañana, vivo al anochecer,
    abedul de ojos fuera, ojo de abedules,
    lluvioso amante de los trenes, punto de luz,
    columna de plata sobre el río helado.
    Fuera yo blanco abedul a la orilla del lago,
    abedul blanco herido en el cementerio fuera yo.



    ANTE UNA FOTO EN BLANCO Y NEGRO
    DE GABRIEL ARESTI

    No conociste el día
    en que nadie comprara nada,
    no ha llegado aún el día
    en que no se vendan manzanas en el mercado,
    no será mañana
    el día en que todos seamos felices,
    habrá de ser pasado, Gabriel, pasa
    Joxerra Garzia

    Finalmente le pusieron tu nombre
    a una calle de Bilbao, a saber quién dirá ahora
    que vive en Aresti, y sería demasiado fácil
    decir que vives en nosotros.

    Veo un Bilbao de llovizna en blanco y negro
    cada vez que pienso en ti
    un Bilbao frío y triste de posguerra,
    y tú acudes cada día a tu oficina pequeña y hambrienta
    hace tiempo que no limpian las ventanas
    y el polco se acumula sobre los viejos papeles llenos de números.

    Todo en blanco y negro, como en las viejas películas,
    la gente en blanco y negro, la ciudad en blanco y negro,
    en blanco y negro los libros de los curas,
    fotos en blanco y negro, casas en blanco y negro.

    ¿Era verde la hierba en tus tiempos?

    Gabardinas, chapelas y paraguas negros,
    reuniones de euskaltzales plúmbeas y estériles,
    miedo en blanco y negro, opiniones blancas, opiniones negras.

    ¿Viste alguna vez un cielo claro?

    Bajamos contigo del monte, cuesta abajo,
    muchas gracias, nunca he sido muy aficionado,
    con mucho gusto te mostraría la ciudad y sus oasis,
    cómo nos movemos en tecnicolor, y las nuevas guerras.

    ¡Oh, Malhombre Arestiano,
    en el país de los vascos los chistularis son aún
    amos, jueces y señores,
    la gente vasca aún pone sus esperanzas en ser rebaño
    y las aburridas reuniones siguen sin pausa;
    entre los vivos, que no te quepa duda,
    serías excomulgado.

    Tengo poco que darte, así que,
    más humilde que nunca,
    más en blanco y negro que nunca,
    te ofrezco, para tu "Juego de naipes",
    la que fue mi primera carta:

    "Gabriel Aresti Segurola
    una bola de fuego entre los vascos,
    un remolino de viento que nos lleva cuesta abajo;
    habló de corazón, abrió la jaula, y,
    no sabemos cómo,
    se perdió su sangre,
    se convirtió en árbol;
    consolémonos:
    somos huérfanos, pero no nos importa".

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    Rikardo Arregui (1958- Empty Re: Rikardo Arregui (1958-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 02 Ene 2024, 08:17

    .


    TÚ EN IRLANDA DEL NORTE,
    YO EN EL PAÍS VASCO DEL SUR

    Chi poría mai pur con parole sciolte
    dicer del sangue e delle paighe a pieno
    ch'i' ora vidi, per narrar piu volte?
    Ogne lingua per certo verría meno
    per lo nostro sermone e per la mente
    c'hanno a tanto comprender poco seno
    Dante, Infierno, XXVIII 1-6


    Para Jane McKee

    Sentados frente a frente, leemos
    viejas cartas, inquietos tanto tú como yo,
    tocando los papeles amarillentos como si fueran mortajas,
    es tan frágil esta sangre seca y olvidada.

    A los dos nos resulta un espejo temible
    el odio, el dolor que nos llega de las letras tortuosas;
    nos es extraño el lenguaje, pero no, claro está, la situación.
    Le enviaré todos los libros, tal como lo pidió
    en su testamento, pero cuídese de mostrarlos a nadie,
    la cárcel y la muerte
    son la única recompensa.
    Aquí está la firma, y estos eran los sellos.
    Y nos murmuramos uno a otro las últimas noticias,
    un muerto en tu país, en el mío treinta heridos,
    ¿me hablas del siglo dieciséis, o de esta misma mañana?
    Quienes eran aquí víctimas se volvieron verdugos allí.

    El viento es cálido,
    la luz, clara,
    el cuervo lleva encarnados
    el pico y los ojos.

    Aquí leo idólatra, y allí hereje,
    y en cualquier lugar traidor. El estilo ha cambiado un poco,
    y ya nadie escribe con pluma de ganso.
    En la tierra de la libertad eran sólo desterrados.

    Instigador de revueltas, enemigo del pueblo,
    dime dónde has leído antes esas palabras,
    y en qué lenguas,
    ¿en aquel libro de hace cuatrocientos años,
    o en los diarios de ayer?



    66 VERSOS EN LA CIUDAD SITIADA

    Cuando atravieso sin prisa las calles y plazas de Gasteiz
    yendo, como cada día, camino del trabajo o a ver a los amigos,
    pienso, sobresaltado de repente,
    que hacer esto mismo allí
    resulta ciertamente peligroso muchos días,
    y con la vista hacia lo alto de las casas calculo,
    la mirada fría y el ánimo en suspenso,
    qué lugar elegiría el francotirador,
    por dónde llegará la bala
    que tornará mi cabeza en flor negra de sangre,
    porque esa plaza demasiado ancha resulta sospechosa. Esa calle.
    El parque rodeado de edificios altos.

    He oído que en los parques de Sarajevo
    ya no hay árboles,
    porque los habitantes los han cortado para calentar sus casas,
    y pienso, sobresaltado de repente,
    que no tengo en mi casa un lugar apropiado para hacer fuego.
    Mi calle además está llena de edificios oficiales,
    y dado que las oficinas gubernamentales suelen ser importantes
    en tiempos de guerra,
    pienso, sobresaltado de repente,
    que quizá mi calle se haya convertido en zona de conflicto
    y puede que esté ya destruida
    mi casa en Sarajevo.

    ¿Cómo se las arreglará el que yo soy en Sarajevo?
    ¿Va aún a trabajar, por ejemplo? ¿O acaso
    hace tiempo ya que todas esas vulgares costumbres desaparecieron?
    Y pienso, sobresaltado de repente,
    que seguramente las escuelas estarán cerradas,
    y que la mía, además, está al otro lado del ferrocarril, cerca de la estación,
    y que ferrocarriles y estaciones son, al parecer, cosas que se deben controlar
    en tiempos de guerra.

    Aguardar largo tiempo cartas que no llegan
    y no poder escribir otras nuevas.

    ¿Cómo hago la compra en Sarajevo?
    Desde que un kilo de patatas cuesta diez marcos
    me paso horas haciendo sumas y restas
    pero los resultados siempre tienen hambre.
    Y pienso, sobresaltado de repente,
    que el hambre, el frío, el terror, las colas, la mala suerte
    son costumbres demasiado vulgares
    en tiempos de guerra.

    La ciudad está ya dividida,
    son heridas las fronteras interiores
    y esa sangre no es una metáfora,
    más allá de las vías los enemigos amigos,
    a este lado del puente los amigo enemigos.
    ¿De qué suerte me he adaptado a la situación que me ha tocado en suerte?
    Y pienso. sobresaltado de repente,
    que mi madre vive en el Oeste y yo en el centro
    y que los dos barrios, también el de mi hermano, pueden estar más alejados
    en tiempos de guerra,
    y que tales divisiones son imprevistas, crueles,
    si estoy aquí es porque esa noche me quedé a cenar en tu casa.

    No faltan en los alrededores de Gasteiz
    lugares apropiados para situar la artillería;
    quizá Zaldiarán o los montes de Vitoria
    no sean tan espectaculares como el monte Ilidza,
    pero las bombas lanzadas desde allí pueden hacer un buen trabajo.
    Y después echarse a andar carretera adelante, con el equipaje a cuestas,
    ciudadanos sin ciudad,
    si es verano bajo el bochorno, si es invierno sobre el hielo,
    perdidos por caminos que no llevan a ningún lado,
    en busca de un amparo que no existe en ningún lugar.
    La cuestión es seguir vivo hasta que se firmen los acuerdos de paz.
    Que no escriba otro 6 el diablo.

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    Rikardo Arregui (1958- Empty Re: Rikardo Arregui (1958-

    Mensaje por Amalia Lateano Mar 02 Ene 2024, 12:10

    Feliz año!!
    Te deseo lo mejor que Dios te pueda dar.

    Saludos, Poeta!!
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 02 Ene 2024, 14:41

    Feliz año también para ti, Amalia, poeta!

    Un abrazo.
    Pedro

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 03 Ene 2024, 06:59

    .


    CASANDRA

    Entre las mil crueles maldiciones
    que relata la mitología antigua,
    la que sufrió Casandra es la más terrible
    en mi opinión: saberlo todo del futuro;
    rodeada de amargos presagios en cualquier lugar,
    contemplar en sueños los dolores que están por venir,
    contar lo visto a las gentes
    sin que nadie pueda creerlo,sin poder convencer a nadie.

    La serpiente de amor del más bello dios
    tocó su boca, sus ojos, orejas, su nariz y sus manos
    en el bosque, y le dio así un don
    que, de por sí, no conviene a los mortales.
    Alejada para siempre de los hombres, Casandra,
    jugar con los hombres es la perdición.
    Y se arrepintió el dios, corazón voluble,
    ensució la boca de Casandra con su saliva divina
    y le quitó su poder de seducir a la gente.
    Vivir apartada de los hombres y de los dioses.
    Habla, Casandra, nadie te oirá.

    Paris, peligroso hijo de un rey.
    Morirá tu hija, se hundirá tu barco.
    Helena, la perdición de nuestra ciudad.
    Te engañará tu marido, te abandonará tu padre.
    El caballo de madera, el fin de la estirpe.
    Se perderá la cosecha, se secarán las vides.
    La locura habita mis facciones,
    el gusano del futuro muerde mi voz,
    incluso vuestras cenizas han quemado mis ojos,
    vuestros últimos gritos han embotado mi entendimiento.

    Cielo maldito, lleno de señales,
    ¿para qué te necesito cada noche ahí, amenazante?

    ¡Cállate, Casandra, bruja embustera!
    Helena es la más bella muchacha.
    Las espigas son de oro, los higos de miel.

    ¡Cállate, Casandra, desgraciada!
    Paris es un príncipe audaz. El caballo, una obra de arte.
    Las torres de nuestra ciudad, las más relucientes.

    Cállate, Casandra, marisabidilla!
    Estas horas son fuente de placer para nosotros.
    El destino dibujará nuestro futuro.

    El caballo de madera, el fin de la estirpe.
    Se perderá el ganado, se vendrá abajo el palacio.
    Nunca sabé qué es la vida.



    ANTIGUOS BALNEARIOS

    Hay aquí aguas calientes que huelen muy mal pero son,
    cómo no, muy saludables.
    Hasta aquí llegaban a curar sus males reumáticos y pulmonares
    a pie y a caballo,
    cuando el camino estaba aún recién trazado.
    Más tarde, la medicina del siglo diecinueve
    hizo construir elegantes balnearios,
    cuando el nombre de algunas enfermedades,
    melancolía, por ejemplo,
    hacía deseable ponerse un poco enfermo
    y tomar las aguas en la estación apropiada.
    El año pasado en otoño, este año en primavera.
    Hoy día están cerrados los grandes hoteles,
    en ruinas los quioscos del parque, sucios los bancos,
    llenas de basura las pérgolas escondidas junto a las fuentes.
    Sin citas secretas.
    Sólo hay algunos jubilados en el balneario principal.
    Y la mujer que vive aquí desde siempre, a través de los siglos,
    cuida con esmero de su perrillo.
    Le gusta incluso el queso a este sibarita.
    Y, claro está, las montañas erguidas y, en la cumbre,
    cómo no, nieve blanquísima y bosques encantados, cómo no,
    y pájaros cantores, por supuesto,
    y -así habrá de ser-
    el río
    que con ruido incesante desciende apresurado desde las altas montañas.
    Entre las fuerzas geológicas, la paciente erosión
    es la única que aquí trabaja.
    Citaré una vez más los tilos, los tilos.
    Caminos y senderos,
    quizá la pequeña imagen de una virgen en un recodo,
    o una lápida conmemorativa en latí: siste viator.
    Pero, ante todo, todos los gorgoteos de todas estas aguas,
    manantiales, estanques, canales, riachuelos,
    calientes, frías,
    malolientes, inodoras.
    Los antiguos oían también estos sonidos,
    todo debía de ser como es ahora,
    el mismo ruido pero radicalmente distinto,
    al igual que el de mañana será el mismo y será otro.
    Sí, Heráclito, todo fluye,
    pero todo se queda
    en estos sonidos de agua que no son nada.
    Y el puente de hierro, cómo no,
    lagartijas a millares,
    campanas que precisan la tarde,
    grandes mariposas de color naranja.

    La sangre de las flores se seca con agradecimiento entre las manos.



    CANSANCIO DE LA CARNE

    Llenos de gozo,
    abrimos y cerramos las puertas.
    De nuestros ojos manan entre sonrisas
    maliciosos brillos de plata y oro.

    Él fue el primero, después tú,
    otros muchos tendrán su ocasión;
    y, como la naturaleza es, las más de las veces, buena
    de entre el hedor florece, como siempre,
    la fuente de las manos.

    Se olvidan los anhelos del cuerpo y de la mente
    cuando está próxima la hora de partir.

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    Rikardo Arregui (1958- Empty Re: Rikardo Arregui (1958-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 03 Ene 2024, 08:31

    .


    ESPEJOS

    Sé muy bien, sin embargo,
    que no puedo mencionar
    estos deseos, aunque
    no estén prohibidos:
    se sentirían
    incómodos los espejos
    si alabara la finura
    de las piedras afiladas, o bien
    honrara largo tiempo
    la elegancia de estas mesas de azufre.



    BOJ

    La lluvia fría vino a confirmar
    que la ocasión era propicia,
    y apartó las dudas por un instante.
    El dolor se refugió después
    al abrigo del boj,
    a estrechar nuestros cuerpos contra los troncos secos
    en abrazo tan dulce como firme.
    La sombra del bosque en la noche.
    Era real la lluvia fría,
    real el invierno.
    Leve y perdurable el temblor.



    ESTE IRSE DESNUDANDO

    Con las últimas luces de este verano
    el sol más violento
    alumbra las montañas,
    las hileras de árboles, el polvo imperceptible.
    La piel y el calor se solicitan.
    Claros cuerpos en fiebre.
    Aquello tan parecido al paraíso.
    Es tan firme como el sol
    este irse desnudando con sosiego y con detalle.



    ALABANZA DEL INVIERNO

    Me gustan las costumbres que trae el invierno,
    oír por televisión que bajan las temperaturas
    y mañana estaremos a sólo cinco grados bajo cero,
    cinco diamantes de hielo.

    Y a la mañana siguiente, antes de salir,
    ponerme lentamente, recordando ritos de antiguas religiones,
    abrigo, gorro, bufanda, botas y guantes.

    Comprobar luego que el cielo está gris,
    el viento afilado, el parque desnudo,
    aspirar por la nariz el frío hasta el fondo de los pulmones
    y probar el mareo de esa droga conocida,
    admirar las partículas de alma que salen de las bocas
    y caminar entre espectros asustadizos.

    Rezar a los dioses invernales de todos los pueblos,
    ayudadme, ayudadme,
    adorar la escarcha y la nieve,
    acariciar los carámbanos de hielo,
    perder la mirada sobre la nieve sucia
    con una ternura que nunca antes ha existido
    y despreciar en secreto los lamentos ajenos.

    Conducir mi mente hasta los montes desdibujados,
    gozar del barroquismo que muestra la ciudad
    y, a escondidas, reírme de los coches.

    De vez en cuando, sacudir las piernas y los brazos bajo un pórtico
    y después volver a sentir en el rostro
    los mil húmedos besos que el invierno ofrece cordialmente.
    ¿dónde se ha visto amante como los copos de nieve?

    He oído que morir congelado es muy dulce,
    te atrapa el sueño lentamente, y en sueños
    ya, el Rey Invierno con toda su corte
    te lleva para siempre a su Palacio Blanco.



    PROMESAS POR TELÉFONO

    No hay forma de saber cómo limpiar estos ríos.
    Entre los automóviles, con la mente perdida,
    junto con las bolsas de la compra se cae
    al suelo el ánimo, no hay piedad en ningún sitio.
    Ya se van aquellos tiempos en que las palomas
    se posaban en el hombro, lo que sólo fue carne
    se ha vuelto estatua. Por todas partes polvo
    y hojarasca, aguas turbias, ventanas oscuras.
    He reconocido el olor que dejaste aquí.
    Necesitamos trompetas, por favor, trompetas.
    Mirando al cielo en busca de nubes,
    no para esperar la lluvia sino las sombras.
    Al otro lado del cristal una mujer
    con lágrimas en los ojos habla por teléfono,
    con las bolsas de la compra desparramadas por el suelo;
    parece que la vida va a terminar
    pero sigue adelante por desgracia imparable.
    Como el agua que erosiona el monte,
    así nos erosiona el cuerpo una sola lágrima.
    ¿Hay acaso algo más doloroso que las promesas por teléfono?


    RIKARDO ARREGUI, Cartografía, traducción de Gerardo Markuleta, Bassarai, 2000.


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