Stefan Zweig (Viena, Austria-Hungría; 28 de noviembre de 1881-Petrópolis, Brasil; 22 de febrero de 1942) fue un escritor, biógrafo y activista social austríaco, posteriormente nacionalizado británico, de la primera mitad del siglo XX.
Sus obras estuvieron entre las primeras que protestaron contra la intervención de Alemania en la Primera Guerra Mundial y fue muy popular entre las décadas de 1920 y 1930. Escribió novelas, relatos y biografías. De estas últimas, son particularmente conocidas las de María Estuardo y Fouché, una obra mitad biografía y mitad novela histórica. Otra de sus biografías, la dedicada a María Antonieta, fue adaptada al cine con el mismo título en 1938.
Biografía
Zweig fue hijo de una familia judía acomodada. Su padre, Moritz Zweig, fue un acaudalado fabricante textil, y su madre, Ida Brettauer Zweig, hija de una familia de banqueros italianos.
Estudió en la Universidad de Viena, donde obtuvo el grado académico de doctor en filosofía. También realizó cursos sobre historia de la literatura, que le permitieron codearse con la vanguardia cultural vienesa de la época. En ese ambiente, hacia 1901, publicó sus primeros poemas, una colección titulada Silberne Saiten (Cuerdas de plata), influida por Hugo von Hofmannsthal y Rainer Maria Rilke.
En 1904 apareció su primera novela, género de especial frecuencia en su carrera. Zweig desarrolló un estilo literario muy particular, que aunaba una cuidadosa construcción psicológica con una brillante técnica narrativa.
Además de sus propias creaciones en teatro, periodismo y ensayo, Zweig trabajó en traducciones de autores como Paul Verlaine, Charles Baudelaire y Émile Verhaeren.
En 1910 visitó la India y en 1912, América del Norte. En 1913 se estableció en Salzburgo, donde habría de vivir durante casi veinte años.
Durante la Primera Guerra Mundial, y luego de haber servido en el Ejército austrohúngaro por algún tiempo como empleado de la Oficina de Guerra, pues había sido declarado como no apto para el combate, se exilió a Zúrich (Suiza) gracias a sus convicciones antibelicistas influidas por Romain Rolland, entre otros.
De este período es Jeremías, obra antibélica que escribió mientras estaba en el ejército del Imperio Austrohúngaro, publicada durante su exilio en Suiza. Esta pieza teatral bíblica inspirada en la guerra europea fue exhibida en Nueva York hacia 1939.
De inmediato se radicó en Suiza, donde trabajó como corresponsal para la prensa libre vienesa y produjo algunos trabajos en diarios húngaros. Gracias a sus amistades, entre las que estaban Eugen Relgis, Hermann Hesse y Pierre-Jean Jouve, pudo publicar sus visiones apartidistas sobre la turbulenta realidad europea de aquellos días.
Conoció a Thomas Mann y a Max Reinhardt.
La solvencia económica de su familia le permitió practicar su gran pasión: viajar; así adquirió la gran consciencia de tolerancia que ha quedado plasmada en sus obras, las primeras en protestar en contra de la intervención de Alemania en la guerra.
Después del armisticio de 1918 pudo retornar a Austria: volvió a Salzburgo, donde en 1920 se casó con Friderike Maria Burger von Winternitz, una admiradora de su obra, a quien había conocido ocho años antes.
Como intelectual comprometido, Zweig se enfrentó con vehemencia contra las doctrinas nacionalistas y el espíritu revanchista de la época. De todo eso escribió en una larga serie de novelas y dramas, en lo que fue el período más productivo de su vida.
El relato histórico Momentos estelares de la humanidad, que publicó en 1927, se mantiene entre sus libros más exitosos.
En 1928 Zweig viajó a la Unión Soviética. Dos años después visitó a Albert Einstein en su exilio en Princeton, EE. UU. Zweig cultivaría la amistad de personalidades como Máximo Gorki, Rainer Maria Rilke, Auguste Rodin, Arturo Toscanini y Joseph Roth.
En 1934 publicó su triple biografía Mental Healers, a la vez un ensayo sobre los orígenes de la ciencia cristiana (religión espiritualista fundada por Mary Baker Eddy) y el psicoanálisis.
Tras el aumento de la influencia nazi en Austria, Zweig se trasladó un tiempo a Londres; ya por entonces se vio en dificultades para publicar en Alemania, pese a lo cual pudo escribir el libreto para Die schweigsame Frau, ópera del compositor Richard Strauss.
Definido como «no ario», fue defendido por Strauss, quien se negó a eliminar el nombre de Zweig como libretista del cartel de la obra Die schweigsame Frau (La mujer silenciosa), estrenada en Dresde. El propio Adolf Hitler rehusó ir al estreno, como estaba planeado, y poco tiempo después, tras solo tres representaciones, la obra fue prohibida.
Pese a sus orígenes, la religión judía no fue parte de su educación. En una entrevista sostuvo:
Mi madre y mi padre eran judíos solo por un accidente de nacimiento.
Sin embargo, una de sus novelas, El candelabro enterrado, narra la historia de un judío que hizo del objetivo de su vida el preservar la menorá.
Si bien sus ensayos en política fueron publicados por la casa Neue Freie Presse, cuyo editor literario era el líder sionista Theodor Herzl, Zweig nunca se sintió atraído por ese movimiento.
En 1934 Zweig inició viajes por América del Sur. En 1936 sus libros fueron prohibidos en Alemania por el régimen nazi. En 1938 se divorció de su primera esposa, Friderike Maria Zweig, quien publicó un libro sobre él luego de su deceso. Ese mismo año, tras la promulgación en Italia de las leyes raciales fascistas, su obra fue vetada también por la dictadura de Mussolini.
Al año siguiente, se casó con Charlotte Elisabeth Altmann. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Zweig se trasladó a París. Poco después, se mudó al Reino Unido, país donde obtuvo la ciudadanía. Vivió en Bath y Londres antes de viajar a los Estados Unidos, República Dominicana, Argentina y Uruguay, con motivo de un ciclo de conferencias.
En Argentina recibió especial atención del periodista Bernardo Verbitsky, quien escribirá un ensayo acerca del visitante: Significación de Stefan Zweig (1942).
Después de la publicación de su Novela de ajedrez en 1941 se mudó a Brasil, donde escribió La tierra del futuro (1941). En esta obra, examina la historia, economía y cultura del país americano. Citando a Américo Vespucio, describe cómo los primeros navegantes europeos vieron el Nuevo Mundo:
Si el paraíso existe en algún lugar del planeta, ¡no podría estar muy lejos de aquí!
En Petrópolis, desesperados ante el futuro de Europa y su cultura (después de la caída de Singapur), pues creían en verdad que el nazismo se extendería a todo el planeta, el 22 de febrero de 1942, él y su esposa se suicidaron. Sus criados les encontraron abrazados sobre la cama, dos vasos con veneno sobre la mesilla de noche y cuatro cartas. Se habían despedido de amigos, y dejaron sus cosas en orden (hasta una nota sobre su perro, confiado a sus amigos). Zweig había escrito:
«Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra».
Con honras, pero en contra de sus deseos, fueron sepultados en el cementerio de Petrópolis. Su autobiografía El mundo de ayer, con publicación póstuma en 1942, es un panegírico a la cultura europea que consideraba para siempre perdida.
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*
Algunos poemas de Stefan Zweig:
De Cuerdas de plata (1901):
INTRODUCCIÓN
Aquello que alzó el vuelo y se fue lejos,
un sonido extraviado y solitario,
todo aquí yace doblado entre las páginas,
el canto apacible y aquellas horas de ensueño.
Seguramente nada de eso importa mucho,
pero en mí aún resuena quedamente
el corazón añorante de mi juventud
y el cascabel que en él tintineaba.
COMO PINARES OSCUROS
Como pinares oscuros son a menudo mis sueños
donde los troncos se arraciman
y no penetra la clara luz de la primavera, las ramas
cuelgan afligidas, y los árboles, con sus rumores ignotos
yacen como arpas hace ya tiempo olvidadas.
Pero a veces el temblor de un rayo de luna
desciende desde un cielo blanco y argelino
y solloza y anhela a sus lejanas estrellas,
y los árboles, todos, escuchan estremecidos,
y de la luna aprenden taciturnas canciones.
CONFIANZA
Cuando por fin, el día menos pensado, llegue mi dicha,
el día no se apresurará a escaparse entre mis dedos
para perderse en el confuso mecanismo del mundo,
adornaré mis cabellos con el carmesí de la aurora
y el sol envolverá mi juventud,
el trofeo magnífico de mi gran amor.
El mundo resplandecerá entonces lleno de gala
y mi amor pintará mis horas muertas
y mi futuro incierto con los colores del alba...
El día en que florezca el amor de mi vida
se extinguirán las brasas de la congoja
y mi feroz nostalgia morirá también.
CANCIÓN
Las rosas rojas de las zarzas
están ahora pisoteadas
y ha sido mi pie el culpable.
Me invadió un deseo ardiente
de labios rojos y suaves mejillas,
y entonces me abalancé sobre ti.
Cuando el amor no tiene medida,
intrépido y temerario,
me metí en los matorrales.
Las rosas rojas de las zarzas
están ahora pisoteadas
y sólo tú eres la culpable.
NOCTURNO
Mira, la noche tiene cuerdas de plata
tensas sobre los sueños de la siembra,
suaves y temblorosos sones se deslizan
sobre el aliento de la tranquila campiña
hacia lejanos y radiantes horizontes.
Dulce como una mano que bendice
suenan y resuenan sus cadencias
piano, piano, pianísimo...
Y el alma, extendiendo sus alas
(que se agitan con sonidos cristalinos),
sobrevuela fragantes colinas
a través del crepuscular brillo de los valles
y emprende un nostálgico viaje
hacia la luz derramada de la luna.
FE DE ESTRELLAS
Mira, allá a lo lejos acaba de caer una estrella
como una chispa difusa de luz blanca
que ondea hacia las zarzas floridas del crepúsculo.
¡Rápido, antes de que desaparezca del todo,
pide un deseo, que pronto estará cumplido!
Temblando, la estrella se ha hundido en la lejanía,
y callando, yo me he sumergido en tu mirada,
y con ella en tu más íntima plegaria.
¡TÚ!
Antaño, mis oscuros sueños, sobre inestables quillas,
navegaban errabundos hacia oscuras lontananzas.
Ahora, oscilando banderines,
sus emisarios se apresuran hacia gozosos retiros.
Hacia metas luminosas y añoradas,
y esa meta luminosa que yo añoro eres tú...
DESEO
Algunos días se apodera de mí un deseo
de brillo y de dicha y de ritmos salvajes,
de rosas purpúreas, oscuras como la sangre,
y de ardientes mujeres que con tormentas de besos
refrenen el raudal de mis pasiones.
Pues en lo más profundo de mi atronador apetito
zozobra quedamente un único deseo
de una felicidad copiosa y desmedida,
de la paz que entonaban las canciones
de ese sol dorado de mi infancia.
PRESENTIMIENTO
A veces siento un profundo impulso
que se agita en mi mudo corazón.
A veces siento un canto muy quedo
que suena dentro de mi alma.
Pues el reflejo de tu belleza
hizo vibrar todas las cuerdas
que ya lo presagiaban: su canción
pronto sonará con ferocidad cíngara.
VERANO TARDÍO
Por las gavillas de unj oro oscuro
brillando con mil colores,
las flores que perdonó la cosecha
con mirada lánguida y soñadora
contemplan el campo.
Blancas mariposas aletean
entre los tibios aromas
de las flores del estío,
y las dulces canciones de las abejas
mecen el mundo en un dulce sueño.
MI CANCIÓN
Todas las luces se han ido apagando,
y acongojado en sueños escucho
cómo mi dolor se transforma en melodía,
como si el lamento de un violín cansado
irrumpiera con las alas rotas
en el silencio impenetrable de la tarde...
UN APREMIO
Mi corazón es un temblor, el apremio
hacia una vida grande y bendecida,
hacia un amor que el alma ensanche
y someta toda extraña turbación.
Días enteros aguardo, horas y largas semanas
mi corazón sigue mudo, las palabras aún no dichas,
y mi anhelo se refugia en lánguidas canciones
mientras las cálidas noches mis lágrimas engullen.
TRAS LA LLUVIA PRIMAVERAL
Ya no sopla el viento húmedo
y los árboles pétreos y helados están desnudos,
cual lágrimas de náyade tiemblan las gotas
y siguiendo el compás van cayendo despacio.
La tierra tintinea
con miles de sonidos que han vuelto a despertar,
bañándose en oro y en brillo de sol
como un niño dichoso con los ojos aún húmedos
a cuya boza asomara una sonrisa pícara.
MANO SOBRE MANO
Déjame estrechar tus manos en las mías
y sostenerlas tan blandas y tan dulces,
de ellas manan suavemente tantos dones
de mis llamas a las brasas de las tuyas
hasta la hora en que no pueda separarse
lo que el otro ya custodia como suyo
y entre nuestras manos se consuma entonces
las lubres de un único pensamiento.
LA HORA DEL POETA
Con suavidad agita la soledad las alas,
y toda acción se vuelve silenciosa y devota,
y su mirada bendice y descubre
las palabras mudas, que aguardan desvalidas
a que el alma llena del revelado esplendor
de los sueños celebre en secreto su fiesta.
INVIERNO NEVADO
Ahora que la nieve cubre los techos
y la tormenta vaga entre el seco brezal,
ahora que los árboles suspirando se inclinan,
anhelo acostarme sobre un blando pecho
en el que se ahogue mi amargo pesar.
Anhelo unos dedos que me acaricien la frente
y alejen así mi desdicha y mi aflicción,
anhelo miradas que me abracen el alma
hasta que el sueño de primavera despierte
con una sola palabra de amor.
Última edición por Pedro Casas Serra el Miér 06 Sep 2023, 11:43, editado 1 vez
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