Ana María Navales (Zaragoza, 1939 - Borja, Zaragoza, 11 de marzo de 2009) fue una escritora e investigadora española, autora de varias novelas, relatos y libros de poesía. Fue una destacada especialista en literatura escrita por mujeres, y, muy especialmente, en la obra de Virginia Woolf.
Trayectoria
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza, donde se doctoró con una tesis sobre la novela epistolar y en la que fue posteriormente profesora de Literatura Hispanoamericana. Dirigió la sección literaria del Instituto de Estudios Turolenses. Fundó la revista de poesía Albaida (1977-1979) y fue codirectora de la revista cultural Turia.
Falleció en Borja (Zaragoza), el 11 de marzo de 2009.
Reconocimientos
Premio San Jorge (1978) por Del fuego secreto
Accésit del Adonáis (1978) por Mester de amor.
Premio José Luis Hidalgo (1983) por Nueva, vieja estancia.
Premio Antonio Camuñas (1985) por El laberinto del Quetzal.
Premio Sial de Ensayo (2000) por La lady y su abanico.
En 2001, el Gobierno de Aragón le concedió el primer Premio de las Letras Aragonesas.
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*
Poemas de Ana María Navales:
De Del Fuego secreto (1978):
Y SALÍ A ESCRIBIR EL MUNDO
Y salí a escribir el mundo
y en busca del tigre, cabalgué mi delirio.
Tú regresabas herida,
luciendo la túnica de polvo
que roba el aire.
Un instante rocé el puñal de tu sombra,
estéril como el suspiro,
triste como la ausencia.
MI PALABRA, DESORDEN DE HUMO Y VIGILIA
Mi palabra, desorden de humo y vigilia,
interroga al tiempo a quien se entrega
como un débil junco frente al río.
Se hiere en la vida, dulce y violenta,
y llora y ríe en su huerto cerrado,
con los pies en el rescoldo de la calma.
De Mester de amor (1979):
QUIÉN HA AMADO EN LA TARDE AZUL
Quién ha amado en la tarde azul,
en cada décima de aire
que roza la almena con el sueño de la tórtola
y aturde el pantano con un río de magma.
Quién ha amado en cada huella de su aliento,
más allá del foso de una mirada única
claudicante como un desnudo de la tierra.
Quién ha amado en el abrazo de la ira,
en el centro de la montaña desgajada
sobre el volcán manso de la lluvia
o bajo cada arco de una catedral en fiesta.
Quién no ha amado la esquina de su espejo
y aún vive con una bala en su cuerpo rota.
HOJAS DE HIERBABUENA ALIMENTAN LOS JARRONES
Hojas de hierbabuena alimentan los jarrones,
crees que aún son hermosos los sueños
y miras las líneas enlutadas de tu frente
como un valle donde se renueva el crepúsculo.
Con tu atavío de noviembre cruzas las salas
sorteando los cestos vacíos que rodean tu isla
y la mano reposa sobre el polvo del tiempo
con el impulso de abandonar tus rincones
en el campo, triste vergel del olvido.
De Los espías de Sísifo (1981):
LA VIDA SE DESTRUYE EN LA VIDA
La vida se destruye en la vida.
Se destruye en este libro que nos lee,
ojos abiertos la palabra, en el vino
que riga la flor de nuestra angustia,
en el amor que se desmaya en lo sublime.
Rimbaud, adolescente espejo de la luz,
arde con los versos de esta noche.
NOS CREÍMOS LLAMADOS AL RECINTO DE LOS HÉROES
Nos creímos llamados al recinto de los héroes,
su clamor iniciaría un lenguaje de aromas ocultos.
Desconocíamos el país y la extensión de su cerco,
pero en los días ociosos preparamos el asalto.
Las armas eran distribuidas con ademanes elegantes
y los pasos adivinaban tumbas de guerreros.
Para algunos la historia era un paisaje con atardeceres
de injusticia y el alma se abrasaba ya con el sol
que habría de venir. Hoy el desencanto convive
con la vejez y el frío de los huesos.
De Nueva, vieja estancia (1983):
Y BIEN, HABRÁ QUE DECIRLO OTRA VEZ TODO
Y bien,
habrá que decirlo otra vez todo,
despacio,
como si enseñase a hablar al niño
que gatea entre libros por mi casa,
ahora que el tiempo
va cerrando las puertas del jardín
y las palabras se tienden en mi sombra
desnudas y pálidas,
mariposas sin rumbo,
dormidas flores,
ahogadas de difícil belleza
por un incendio lento y lejano.
EN VANO ECHÉ MIS VERSOS AL MAR
En vano
eché mis versos al mar
como una red de dardos y jazmines
o quise reducirlos a semilla
para hacer más largo el vuelo
de asustados pájaros
que sestean en la línea del alba.
Nadie acudió
al reparto de los dones
ni bebió el arco de mi mano,
pero hasta hoy no sabía
lo afortunada que era,
habitante de un mundo sólo mío.
SI PUDIERA PENETRAR
Si pudiera penetrar
como un dardo de amor
en la palabra
y que ella diese nombre a la piedra
de este pozo
que se adueña del tiempo.
Si pudiera saber quién anda conmigo
por calles de inocencia
y se burla de mi asombro
en el silencio
donde se extingue la vida.
De Los labios de la luna (1989):
MI VENTANA SE ASOMA A REGENT'S PARK
Mi ventana se asoma a Regent′s Park.
Soy esa piedra que nace junto al hombre,
un ojo tras otro por el camino
de luciérnagas estériles. Gotea su llanto
sobre el césped oscuro de mi piel,
y muere en la curva del día
a las puertas del infierno.
Perdidos estamos en la mirada de la fuente,
abriendo en el agua estelas de palabras.
Extraños, moribundos,
pájaros secos entre hileras de sombras,
dóciles al oleaje del vino y al recuerdo
que adorna la tarde de frágiles tormentas.
El viento derriba biombos y nombres
desencadena las hojas, despeina el río,
corre hacia mí, enamorado y solo,
aulla lenguajes clandestinos. Arranca mi vida
y deposita en el horizonte su fuego
de sedientas palomas olvidadas.
TU MANO RECOGE DE MI PIEL EL TIEMPO
Tu mano recoge de mi piel el tiempo,
incansable borra todo viejo amor
y regresa de la caricia como una alondra
que se debate en lo oscuro
sin encontrar la luz de la mañana
Después, serena mi cabello
en algún odio enmarañado
y llama a esa niña que enciende sus ojos
con tu boca y reza silencios
cuando los labios se acercan a tu nombre.
ESCRIBES SOBRE LA RAMA SECA QUE CABALGA EL AIRE
Escribes sobre la rama seca que cabalga el aire
con bramidos de amor hacia el vacío.
Pluma de águila o cometa en guerra contra el fuego.
Sombra bajo el palacio y amarga serpiente de ira
rastrean tu silueta por las almenas de la noche.
Qué dioses han caído como nieve destrozando las
túnicas que cubren tu muerte en la palabra…
Ven a la tierra donde arde con humo de misterio
el árbol y sostiene un mundo en cada herida.
Pero nadie llega hasta el silencio de tu espanto.
Todo los hombres se hunden en un solo cadáver
de lluvia caliente sobre el océano que el sol abrasa.
Otra vez penetras en la alcoba del verso
y te nacen espinas en los dedos.
Poeta, estás condenado a la mentira de tu espejo.
De Hallarás otro mar (1993):
AHORA EL HORIZONTE ES SÓLO LÁGRIMA
Ahora el horizonte es sólo lágrima
y el barco busca su muerte entre las rocas.
Saltan puñales en el agua
como un temblor de noche en la memoria.
pero aún retienes en tu mano abierta
un abanico de luz, una alondra,
audaces canciones que del tiempo escapan.
Una lluvia de espinas más allá de tus ojos,
nada que anuncie la orilla de otros mares,
ríos secretos, los peces que un instante brillan
y dejan caer su luz entre las olas.
Hasta el arrabal de tu sueño de jazmines,
hasta tu torre desnuda de rosas y de labios,
llegan la edad y el frío de tu cuerpo ausente.
Acaso ya para tu viaje no hay camino.
POR LA VENTANA HUYE EL ADIÓS A LA TARDE
Por la ventana huye el adiós a la tarde.
Las páginas del libro
vuelan sedientas de amor y de pereza.
La nave naufraga en la costumbre
buscando en las ninfas pasiones tardías
donde entregar el tedio
y dejarse morir en una larga sombra.
Sin una rendija para el sueño,
cuando fallan las columnas de los templos
y el mar que hallas es el mar de siempre,
sólo queda el regreso a tu infierno mudo.
Lo intentaste, jamás podrás olvidarlo,
marinero de oro en barco de papel,
lirio de fuego, más allá de los siglos,
detrás de todo, del verso repetido,
tu fracaso invisible, dentro de ti,
un instante descubierto con palabras.
EL AZAR ES UN FRÁGIL AMANTE
El azar es un frágil amante
en los ojos de la melancolía.
Resplandece el secreto de los cuerpos
como un girasol que entre las piedras
muere de penumbras y de miedo.
Por esta puerta abierta de guirnaldas
fue hermoso salir con gesto altivo
entre un arrollo de palomas tristes.
La soledad en los acantilados,
la indiferencia de embriagados dioses
borran el triunfo de un instante,
el afán de nuevos mares en la tierra,.
Duro es inventar otra vez la vida.
De Escrito en el silencio (1999):
ESTA MAÑANA DE ABANDONO
Esta mañana de abandono
he perdido un poema.
Voló como un viento frío,
como una hoja quemada
por el otoño. Los versos
temblaban de muerte y olvido.
Con angustia pisé la calle
buscando la vieja imagen
que el tiempo dibujó en la lluvia;
el oro de un pasado ya borroso.
Pero todo estaba en aquel papel
extraviado que envolvía la llave
de mi casa y las palabras.
Ahora ya es inútil buscar
entre cenizas y libros
el único poema que he escrito
y alguien habrá roto en una esquina.
ANA MARÍA NAVALES, Mar de fondo (poesía 1978-1998), Diputación de Huelva, 1998
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