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A sugerencia de Glòria, os copio el comentario sobre la obra de Caballero Bonal, y otro posterior, para ahorraros tener que buscarlos.
Un abrazo.
Pedro
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Sáb 15 Mayo - 19:42
Hola, Lluvia: Ya he leído enteros los dos libros (Diario de Argónida y Manual de infractores) que son los últimos que integran la antología de la obra poética completa de J.M. Caballero Bonald, Somos el tiempo que nos queda, de Seix Barral, 2007, que saqué de la biblioteca, y que, al estar publicados entre los 70 y 80 años de Caballero Bonal, creo que son con los que me puedo sentir más identificado.
Ya sé qué es lo que me retenía de leer más a este autor cuando empezaba a leerlo en el pasado. Y es que, siendo sin duda un grandísimo poeta cuyos textos presentan una gran fluidez en su lectura (maneja formidablemente los ritmos de sus versos sin incurrir en la monotonía, mediante el uso de metros clásicos, frases cortadas entre dos versos, versos cortados, etc.), y utilizar un léxico muy rico... A mí me parece algo retórico, prolijo y sentencioso (calificativos que pueden ser tomados en buen y mal sentido, pero que para mí le restaban interés).
Sin duda, tiene poemas, que sobresalen como joyas del conjunto de su obra, dignos de figurar en cualquier antología, pero el resto a mí no me lo parece, aunque esto me pasa con otros grandes poetas.
Dejo dos poemas (El día menos pensado y Regla de excepción) de su último libro recogido en la antología (Manual de infractores) que creo me ayudarán a explicarme, el primero como ejemplo de lo que me gusta más de su poesía y el segundo como ejemplo de lo que me gusta menos.
EL DÍA MENOS PENSADO
La vida aguanta agazapada
en burdeles, tabernas, cuartos
de hotel,
............en cantinas, mazmorras,
salas de espera de hospitales.
Absorta y disponible, allí está ella,
la puta más esquiva
de la noche, oficiando de gran devoradora
del día de mañana, haciendo trizas
el pasado, ufanándose
de la más borrascosa de las filantropías:
la que convierte al timorato en justo,
reviste de heroismo al impostor.
Yo sólo aspiro a la recompensa
que un destino inconcluso aún te debe:
¡un día más en vísperas del último!
Este poema empieza arraigado en la tierra, pues la primera estrofa sitúa el poema en la realidad, y al hacerlo, nos lo acerca, nos sentimos involucrados con él. La segunda estrofa usa metáforas originales, bellas y comprensibles. En la tercera, el poeta se nos confiesa con sinceridad y llaneza, se pone a la altura de cualquier mortal, de cualquiera de nosotros sin sentar cátedra. ¡Bravo!
REGLA DE LA EXCEPCIÓN
No digo la verdad.
Ni ante los dioses pétreos de Micenas,
ni bajo el sacrosanto palio rojo
de aquel volcán
de las Galápagos, ni entre las dunas
incandescentes de Doñana,
ni aquí frente al Mar Latino
digo la verdad.
Nadie que escribe reencontrándose dice
la verdad, y además para qué
iba a querer decirla
si la edad finalmente ha invalidado
esos hirsutos tramos infidentes
de la historia.
..................¿A qué anhelar entonces
como algunos adictos a los despilfarros
mostrencos de la realidad,
tantos infectos lauros otoñales,
tantos deleites para majaderos?
Esa afición recompensada,
¿conduce a algo distinto a la mediocridad?
Vida y literatura, ¿en qué coinciden?
Sólo lo excepcional es duradero.
El primer verso, suelto, es una confesión, pero, de ser cierta, ¿para qué continuar? (Lo supongo un simple reclamo para captar la atención del lector, lo que me parece hacer trampa).
La primera estrofa nos menciona lugares exóticos visitados por él (para mí, un cierto preciosismo, exhibicionismo, quizás por contagio de los poetas "venecianos" de los 70).
La segunda estrofa es para mí ejemplo de lenguaje rebuscado: "hirsutos tramos infidentes de la historia", "despilfarros mostrencos de la realidad", "infectos lauros otoñales". Y también un abuso de adjetivos que lo hace más retórico que irónico, como supongo pretende.
Verso final: la sentencia (que abunda al final de muchos de sus poemas): "Solo lo excepcional es duradero", frase que igual podría leerse al revés.
Un poema que, con muchos más versos que el anterior, a mí me impacta mucho menos (por eso, lo de prolijo), cuando, sin embargo, el tema no carece de interés, haciendo válida la máxima, "menos es más", también en poesía.
*
Hoy a las 19:15
Hola, Lluvia: Ya estoy acabando de leer la antología de la obra poética completa de J.M. Caballero Bonald, Somos el tiempo que nos queda, de Seix Barral, 2007, que he leído, como te dije, de atrás para delante, empezando por el final.
Cuando leo, acostumbro a ir poniendo puntos en aquellos poemas que me gustan. He puesto muchos en esta lectura y en todos los libros de esta antología, pero he visto que tú ya los has publicado todos o casi, creo. La única excepción ha sido Laberinto de fortuna, que quizás ha sido de todos, el libro en que he penetrado menos. Está escrito en prosa, pero a mí me ha parecido más que eran versos escritos en líneas, o sea sirviéndose del ritmo métrico de la poesía en verso (cosa que puede apreciarse a la lectura y aún más si se hace el experimento de desplegarlos en versos) y que no ha usado de los métodos con que la prosa poética adquiere su ritmo, como anáforas, paralelismos... o semánticos.
Me ha interesado especialmente el libro Pliego de cordel, y dentro de él, los poemas en que narra su experiencia de la guerra civil española y la posguerra, vividas cuando era adolescente. Me ha impactado más que ninguno su poema "Aprendiendo a ver claro", que no dejo aquí porque he visto que ya lo has recogido en este tema anteriormente. Es impresionante cómo te mete en la situación, terrible en todos los sentidos, de aquel momento. Creo que la poesía adquiere una de sus funciones más necesarias al ayudarnos a entender la historia desde una mirada tán próxima y viva como la de los poetas. Caballero Bonal lo hace desde el bando nacional (su Sevilla natal, donde Queipo de Llano dejó tan aciago recuerdo, ¡y sigue enterrado junto a la Macarena!). Gabriel Ferrater, coetaneo de él y compañero en la generación de los 50, en su poema "In memoriam", lo hace desde el bando republicano, Cataluña concretamente. Vale la pena leerlo. Como también "La visita del jerarca", poema de Narcís Comadira, este más joven que los anteriores, sobre la posguerra en Girona. Tiempos muy siniestros que ojalá no vuelvan nunca.
Ha habido otro poema de Caballero Bonald que me ha impactado especialmente: "Nombre entregado" (también recogido por ti en este tema anteriormente, por lo que no lo repito). ¡Es asombroso que con 25 años pudiera escribir una elegía como esta, tan bella!
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