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Lluvia Abril, Pedro Casas Serra


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    Adam Zagajewski (1945-2021) Empty Adam Zagajewski (1945-2021)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 27 Mar - 12:09

    .


    Adam Zagajewski (Lvov, actualmente Ucrania, 1945) es una de las voces contemporáneas más relevantes. En 1982 se exilió a París y después a Estados Unidos, donde fue profesor de la Universidad de Chicago. Desde 2002 vivió en Cracovia. Ha sido galardonado con el Premio Neustadt de Poesía 2004, con el Premio Europeo de Poesía 2010 y con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2017. Acantilado ha publicado sus libros de poesía Tierra del fuego[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2004), Deseo[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2005), Antenas[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2007), Mano invisible[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2012) y Asimetría[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2017); los ensayos Dos ciudades[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2006), En defensa del fervor[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2005), Solidaridad y soledad[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2010) y Releer a Rilke[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (2017); así como su peculiar autobiografía Una leve exageración (2019). Falleció el 21 de marzo de 2021, en Cracovia, Polonia.




    Algunos poemas de Adam Zagajewski (de su obra Antenas, Acantilado, traducción de Xavier Farré:




    LA PROFESORA DE DICCIÓN DEL
    INSTITUTO DE TEATRO SE JUBILA


    Es alta, tímida y elegante
    con una elegancia un tato anticuada.


    Se despide de estudiantes y profesores,
    y mira alrededor con desconfianza.


    Está segura que maltratarán la lengua,
    sin piedad, impunemente.


    Recibe el diploma (después escrutará
    la expresión). Desaparece entre bastidores,


    en a sombra aterciopelada de los focos,
    en el silencio.


    Ahora nos quedaremos solos.
    Maltrataremos la lengua y los labios.




    EN UN PISO PEQUEÑO


    .............................Le pregunto a mi padre:
    .................¿qué haces todo el día? Recordar.




    Así pues, en este pequeño piso polvoriento en
    ...Gliwice,
    en un bloque bajo, construido según el modelo
    ...soviético,
    conforme a la norma de que la ciudad debe evocar
    ...un cuartel,
    y las habitaciones, ser estrechas, para frustrar
    ...reuniones clandestinas,
    allí, donde marcha sin descanso un antiguo reloj de
    ...pared,


    revive casi a diario el claro septiembre del 39, el
    ...silbido de las bombas,
    y también el Jardín de los Jesuitas en Lvov, brillado
    ...como antes
    con la luz verde de los arces, de los fresnos y los
    ...pajarillos,
    las canoas en el Dniéster, el olor de la mimbrera y de la
    ...arena húmeda,
    un día caluroso, cuando encontraste a una joven,
    ...estudiante de derecho,

    y el viaje en un vagón de mercancías, al oeste, hasta la
    ...última frontera,
    y un ramo de doscientas rosas que los estudiantes te
    ...ofrecieron
    en agradecimiento por haberlos defendido en la
    ...primavera del 68,
    y acaso también episodios de los que nunca sabré
    ...nada,
    el beso de una mujer que no llegó a ser mi madre,

    el temor y la dulce grosella de tu infancia, imágenes
    ...sacadas
    de este abismo acogedor, cuando yo aún no estaba.
    Tu memoria trabaja en este piso callado: trabajas,
    metódico, en silencio, para resucitar por un instante
    el doloroso siglo veinte.


    UNA VIDA NORMAL

    Nuestra vida es normal,
    leí en un periódico arrugado
    que alguien dejó en un parque.
    Nuestra vida es corriente,
    leí en los filósofos.

    Una vida normal, días, preocupaciones,
    alguna vez un concierto, una charla,
    un paseo por las afueras de la ciudad,
    una buena noticia, una mala noticia;

    pero las cosas y los pensamientos
    estaban como inacabados,
    sólo esbozados.

    Las casas y los árboles
    ansiaban otra cosa
    y en verano los verdes prados
    yacían en un planeta volcánico
    como un manto en el océano.

    Los cines negros ansían luz.
    Febriles respiran los bosques,
    las nubes cantan en voz baja,
    suolica lluvia una oropéndola.
    La vida normal ansía.


    A LOS PIES DE LA CATEDRAL

    Una vez en junio, al atardecer,
    volviendo de una larga expedición
    y teniendo aún fresco en la memoria
    el olor de los árboles en flor de Francia,
    los campos amarillos y los verdes plátanos
    que corrían rápidos delante del coche,

    estábamos sentados a los pies de la catedral
    hablando en voz baja de la catástrofe,
    de lo que vendría, de terror inevitable,
    y alguien dijo: esto es lo mejor
    que podemos hacer ahora,
    hablar de la oscuridad en esta sombra tan clara.


    AMISTADES IMPOSIBLES

    Por ejemplo, con alguien que ya no está
    y que tan sólo dejó cartas amarillentas.

    O largos paseos al lado de un arroyo
    donde en el fondo yacen enterradas

    tazas de porcelana; y charlas sobre filosofía
    con un estudiante tímido o con el cartero.

    Un desconocido de mirada noble,
    alguien que nunca encontrarás.

    Una amistad con este mundo, cada vez más perfecto
    (si no fuera por el olor salado de la sangre).

    Este anciano que bebe café
    en St. Lazare, y te recuerda a alguien.

    Caras que titilaron por un segundo
    en un tren suburbano, por la ventana:

    alegres caras de viajeros que van tal vez
    a un espléndido baile, o a la ejecución.

    Y la amistad consigo mismo
    (al fin y al cabo no sabes quién eres).


    UN CHICO DE DOS CABEZAS

    Un chico de quince años tenía un gato
    en la abertura de la cazadora azul.
    El gato giraba su cabecita
    y sus grandes ojos lo observaban
    todo, con mucha más atención
    que los ojos humanos.

    Comparo la mirada perezosa de este chico
    en este tren cálido y seguro
    con las estrechas y atentas pupilas del gato.

    Ante mí tenía un chico de dos cabezas,
    la inquiuetud del animal lo hacía más rico.


    EN DEFENSA DE LA POESÍA, ETC.

    Sí, en defensa de la poesía y del estilo elevado, etc.,
    pero también una tarde estival en un pueblo,
    cuando huelen los jardines y los gatos están quietos
    delante de las casas, como filósofos chinos.


    AUTORRETRATO,
    NO EXENTO DE DUDAS

    A mediodía te colma el entusiasmo,
    por la tarde te falta valor
    para mirar la hoja escrita.
    Siempre demasiado o demasiado poco,
    como en esos escritores
    que más de una vez te irritan:
    unos tan modestos, minimalistas
    y poco instruidos
    que dan ganas de gritar:
    ¡eh!, ¡amigo!, coraje,
    la vida es bella,
    el mundo, rico e histórico.
    Otros, vanidosos, dándose importancia
    con una increíble erudición:
    señores míos, también vais a morir,
    les dices (en pensamientos).
    El territorio de la verdad
    es claramente pequeño, estrecho
    como una senda en un precipicio.
    ¿Puedes sostenerte
    en ella?
    Tal vez ya la has abandonado.
    ¿Oyes la risa
    o la trompeta del Apocalipsis?
    Tal vez una y otra,
    la disonancia, un extraño chirrido:
    el cuchillo que se desliza
    por el vidrio y silba con alegría.


    TORMENTA

    La tormenta tenía dorados cabellos manchados
    de negrura y gemía monótona como una mujer vulgar
    que da a luz a un futuro soldado, quizás a un tirano.

    Las inmensas nubes, buques de varios pisos,
    nos rodeaban, y los hilos escarlata de los relámpagos
    se movían rápidos y nerviosos.

    La autopista se transformó en el Mar Rojo.
    Íbamos por la tormenta como por un abrupto valle.
    Tú conducías; te miraba con amor.


    GRIEGOS

    Quisiera haber sido contemporáneo de los griegos,
    hablar con los discípulos de Sófocles,
    sentir la gravedad de los misterios secretos,

    pero cuando nací vivía y gobernaba
    aún el georgiano picado de viruelas
    y sus lúgubres policías y teorías.

    Fueron años de luto y de memoria,
    años de charlas sobrias y de silencio,
    había muy poca alegría,

    tan sólo algunos pájaros lo ignoraban,
    y algunos niños, los árboles.
    Por ejemplo, el manzano de nuestra calle

    alegremente brotaba en abril
    con blancas flores y estallaba
    en una risa extática.


    ERINA DE TELOS

    Murió con diecinueve años.
    No sabemos si fue bella y coqueta,
    o si recordaba aquellas muchachas
    con gafas, secas, inteligentes,
    ante las que se esconden los espejos.
    Sólo dejó unos cuantos hexámetros.
    Presumimos que tuvo la ambición
    secreta y vacilante de los introvertidos.
    Sus padres la amaron con locura.
    Suponemos que quiso expresar
    la inmensa verdad de la vida (despiadada
    en los bordes y dulce en el centro),
    de las noches de agosto, cuando respira
    y brilla el mar, cantando como un estornino,
    y del amor (inefable, cercano). No
    sabemos si lloró al topar con la oscuridad.
    Dejó apenas unos cuantos hexámetros
    y un epigrama sobre un saltamontes.


    Adam Zagajewski, Antenas, Acantilado, 2007
    Traducción de Xavier Farré


    Última edición por Pedro Casas Serra el Miér 15 Nov - 15:00, editado 2 veces


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    Adam Zagajewski (1945-2021) Empty Re: Adam Zagajewski (1945-2021)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 28 Mar - 11:05

    .


    Otros poemas de Adam Zagajewski (de su obra Antenas, Acantilado, 2007, en traducción de Xavier Farré):


    INTENTA CELEBRAR
    EL MUNDO MUTILADO

    Intenta celebrar el mundo mutilado
    Recuerda los largos días de junio
    y las fresas silvestres, las gotas de vino rosé.
    Las ortigas, que con esmero cubrían
    las fincas abandonadas de los exiliados.
    Tienes que celebrar el mundo mutilado.
    Mirabas los yates y los barcos lujosos;
    uno de ellos tenía un largo viaje por hacer,
    a otros les aguardaba sólo un vacío salado.
    Viste a refugiados con rumbo a ninguna parte,
    oíste a verdugos que cantaban con gozo.
    Deberías celebrar el mundo mutilado.
    Recuerda los momentos cuando estabais juntos
    en una habitación blanca y se movió la cortina.
    Vuelve en pensamientos al concierto, al estallar la música.
    En otoño cogías bellotas en el parque y las hojas
    se arremolinaban en las cicatrices de la tierra.
    Celebra el mundo mutilado,
    y la pluma gris que un tordo ha perdido,
    y la luz delicada que yerra y desaparece
    y regresa.



    EPITALAMIO

    Sin silencio no habría música.
    La vida entre dos es tal vez más difícil
    que la existencia solitaria; así, un velero
    en pleamar y las velas tendidas
    es más indomable que ese mismo barco
    dormitando en el puerto, pero es para el viento,
    para moverse, que se construyen goletas,
    y no para la pereza y el silencio indiferente.

    Un diálogo de muchos años contiene
    horas de aversión, angustia, incluso odio,
    pero también ternura y un acuerdo profundo.
    Solo en el matrimonio el amor y  el tiempo,
    eternos enemigos, pueden volverse aliados.
    Solo el amor y el tiempo, si se reconcilian,
    consienten que veamos al otro
    en su secreta, complicada esencia,
    que crece lenta y segura, cual una nueva
    ciudad en una llanura o entre verdes colinas.

    Empieza con un único día, con el júbilo
    y el juramento, con la gloria del día de reunión
    que es como un grano húmedo; después
    vienen años de pruebas, de trabajo,
    a veces de desesperanza, de una súbita iluminación,
    de felicidad, y finalmente crece sobre nosotros
    un gran árbol de exuberante verdor con una
    .....inmensa
    sombra. Donde desaparecen las aflicciones.


    NO HUBO INFANCIA

    ¿Y cómo fue su infancia? - pregunta
    finalmente el periodista, ya aburrido.
    No hubo infancia, solo negros cuervos
    y tranvías ávidos de electricidad,
    pesadas casullas de gordos curas,
    maestros con cara de latón.
    No hubo  infancia, solo espera.
    Las hojas de los arces brillaban
    en la noche, como el fósforo, la lluvia
    humedecía los labios de los cantantes.


    EL VIEJO MARX (2)

    Intento imaginarme su último invierno,
    Londres húmedo y frío, el beso impasible de la nieve
    en las calles vacías, el agua negra del Támesis,
    las heladas prostitutas con hogueras en el parque.
    De noche, enormes locomotoras lloraban en algún sitio.
    Los trabajadores en el pub hablaban tán rápido
    que no podía entenderlos de ninguna manera.
    En un principio, Europa era más rica, tranquila,
    aunque los belgas seguían martirizando al Congo.
    Pero ¿y Rusia? ¿Su despotismo? ¿Siberia?

    Por la tarde miraba largamente la contraventana.
    No podía concentrarse, copiaba antiguos trabajos;
    pasaba el día leyendo al joven Marx
    y en secreto admiraba a ese autor ambicioso.
    Seguía creyendo en su fantástica visión,
    pero durante algunos breves instantes
    sospechaba haber propuesto al mundo
    tan sólo una nueva forma de la desesperanza;
    entonces cerraba los ojos y sólo veía
    la oscuridad escarlata dee sus propios párpados.


    ANTENAS EN LA LLUVIA

    He visto el mar y los naranjos.
    La primera nieve. Señoras y señores, un poco de silencio.
    Llegó una noticia: Bach se despertó de nuevo y canta.
    El tiempo mantuvo su palabra (siempre la mantiene).
    Leyendo a Milosz junto a la ventana abierta. De repente, silbido de golondrinas.
    Capillas bajo los tilos; aquí rezan las abejas.
    Carpe diem. Atrapa el día, pero cuando por la tarde miró a su presa, vio la noche.
    - ¿Tanto le gustan las bibliotecas?
    Zanahoria, cebolla, ciruelas pasas, almendras, azúcar en polvo, cuatro manzanas grandes, preferiblemente verdes (notas de amor que me dejas).
    En el Panteón romano: a cielo raso.
    No exageremos. ¡Renunciar a la liturgia ortodoxa porque le falta sentido del humor!
    Un hospital: enfermos pálidos con batas y a su lado el sonriente cirujano, bronceado.
    ¿Por qué siempre escribe sobre las ciudades?
    Si supiéramos leer poemas con la misma atención con que estudiamos el menú en un restaurante de lujo...
    Periagoge: el concepto platónico de transformación interior.
    La convexa plaza de la Bastilla; quizás debajo se esconde otra Bastilla.
    Peonías como muchachos en la iglesia.
    "How can I miss you  if you never go away" (canción country).
    Tipos de melancolía: el profesor enumeró seis.
    Un autobús con un cartel: "Aire acondicionado". Excursiones: Wieliczka, Auschwitz.
    Los sin techo, abrazados a los radiadores en la estación, en diciembre.
    Un cuadro de Vermeer con una mujer sentada tranquilamente en el umbral de la casa haciendo punto; detrás de ella oscuros interiores, ante ella la calle y la luz.
    Irreconciliable.
    El sol me hace daño, dice un chico en el parque.
    B., con reproche: ¡oiga, yo viví allí y nunca diría que hubo demasiado Lvov!
    Todo renace. La inspiración se apaga y renace. Deseo. Comedia y tragedia; Simone Weil solo ve tragedia.
    Rojas amapolas y negra nieve.
    La sonrisa de esta mujer mayor que lee un libro en el tren a Varsovia.
    - ¡Ah!, ¿usted es especialista del estilo elevado?
    Delfos, lleno de turistas, abierto a los secretos.
    El mar estaba bravo a medianoche; furioso, a decir verdad.
    En el museo del Holocausto en Washington: mi infancia, mis vagones, mi herrumbre.
    Una tarde de mayo: antenas en la lluvia.
    Pasaban por la calle de los canónigos gritando: "¡joder, joder!".
    Delfines cerca del Freeport: su preferido, eterno movimiento; cual un símbolo que los doctos designan como yambo.
    El cine era tan pequeño que la película de Bergman apenas cabía.
    Una huida de prisión en prisión.
    Un instante de silencio en la estación de metro de Berlín después del aviso "zurückbleiben". Se oye la nada.
    Los vencejos en Cracovia, entusiamados con el verano, silban con fuerza.
    Un verbo cansado vuelve por la noche al diccionario.
    Mamá siempre miraba la última página de la novela, para saber cómo terminaba...
    La verdad es católica; la búsqueda de la verdad, protestante (W.H. Auden).
    Algunos expertos preveen que al final del siglo XXI la gente dejará de morir.
    Abre.
    Pagar el teléfono y el gas, devolver los libros, escribir a Clara.
    En el avión, después de cenar: dos corpulentos teólogos comparan sus futuras pensiones de jubilados.
    La calle Victoria, en Gliwic conduciría al paraíso, pero, por desgracia, se acababa demasiado pronto.
    ¿Llegarán alguna vez las escaleras mecánicas allí donde nos llevan?
    Desde un rápido tren vimos campos y prados: del bosque, como de un sueño, salían corzos.
    El mármol no habla con la arcilla. Por ahora.
    En la zapatería de la rue du Commerce, la dependienta, vietnamita, dice arrodillándose delante de ti: yo soy de la boat people.
    Puse la radio en onda corta: alguien lloraba en Bolivia.
    La faz de Cristo en S. Luigi dei Francesi.
    Una cosa es segura: el mundo está vivo y arde.
    En la sucia sala de espera leía a Hölderlin.
    La boat people es la única nación libre de nacionalismo.
    El frescor de una mañana primaveral que no se puede describir.
    Cortado con cuchillo.
    "También aquí hay dioses".
    Se abren las frutas.
    Le pregunto a mi padre: ¿que haces todo el día? Recuerdo.
    En Grecia en la autopista una camioneta de reparto con el rótulo "Metáfora".
    En la superficie relucioente del mar un kayac casi inmóvil: la aguja de una brújula.
    ¿Recuerdas aquel fantástico violonchelista con chaqueta de bufón?
    Luz de una inmensa refineria por la noche; una ciudad en la que nadie vive.
    ¿Por qué estos monumentos duran tan poco? No hay que hablar así, hay que hablar desde el interior de estos monumentos.
    El amor hacia los objetos cotidianos, sin correspondencia.
    Unos remeros en un río verde persiguen el tiempo.
    La poesía es la alegría bajo la que se esconde la desesperación. Y bajo la desesperación de nuevo está la alegría.
    Hay que hablar desde el interior.
    No se trata de la poesía.
    No hables, escucha.
    No escuches.

    LA POESÍA ES
    BÚSQUEDA DE RESPLANDOR

    La poesía es búsqueda de resplandor.
    La poesía es un camino real
    que nos lleva hasta lo más lejos.
    Buscamos resplandor en la hora gris,
    al mediodía o en las chimeneas del alba,
    incluso en el autobús, en noviembre,
    cuando al lado dormita un viejo cura.

    El camarero en el restaurante chino
    estalla en llanto y nadie imagina por qué.
    Quién sabe, quizá esto también es una búsqueda+
    que se parece a un instante a la orilla del mar,
    cuando en el horizonte aparece un barco rapaz
    y se detiene, paralizado largo tiempo.
    Pero también, momentos de profunda alegría

    e incontables momentos de angustia.
    Déjame ver, por favor.
    Déjame persistir, por favor.
    Al atardecer cae una lluvia fría.
    En las calles y avenidas de mi ciudad
    en silencio y con fervor trabaja la oscuridad.
    La poesía es búsqueda de resplandor.

    Adam Zagajewski (de su obra Antenas, Acantilado, 2007, en traducción de Xavier Farré)


    Última edición por Pedro Casas Serra el Miér 15 Nov - 19:36, editado 1 vez


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    Adam Zagajewski (1945-2021) Empty Re: Adam Zagajewski (1945-2021)

    Mensaje por Angel Salas Jue 5 Ago - 23:34

    Pedro: Me alegro Conocer esta gran biografiá de Adam Zagajewski y sus poemas....


    Volveré amigo Gracias....
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 27 Sep - 19:05

    Gracias, por tu interés, Ángel.

    Un abrazo.
    Pedro


    ***


    DESPUÉS DEL FIN DEL MUNDO


    ¿Ya vivimos después del fin del mundo? Un historiador dirá que un sinnúmero de fines del mundo han precedido a nuestra época. Cayó la terrible Babilonia. Los romanos miraban con temor a los bárbaros y a los cristianos. Cayó Bizancio. Cayó Cartago. Para la gente que vivía en aquellas civilizaciones como abejas en una colmena, aquéllas fueron catástrofes de dimensiones incalculables, verdaderos fines del mundo. No podían saber que, cien, doscientos o quinientos años más tarde se cicatrizarían las heridas y algo de la vieja Roma perduraría en la Europa cristiana.

    No hay que ir tan lejos: ¿acaso no fue la primera guerra mundial el fin del mundo tanto para los muchachos que cayeron en Verdún como para la mayoría de los habitantes de Europa? Se acababa el viejo orden y empezaba un mañana inseguro y caótico. La alegría sólo reinaba en países como Polonia y Checoslovaquia, a los que el fin del mundo traía independencia.

    Y luego la segunda guerra mundial, el exterminio de los judíos, dos insurrecciones en Varsovia, tumbas en los patios de las casas. Y otra vez la vida, las margaritas,la ropa tendida en las cuerdas blancas y, en las librerías de segunda mano, libros de ayer que de pronto habían envejecido mil años.

    El dramatismo de los fines del mundo tiene grados. Pongamos por caso a los escritores e intelectuales judíos alemanes: han olvidado sus orígenes judíos, son grandes maestros de la lengua alemana, y de pronto se enteran de que los han condenado a muerte, mientras que el portero de su casa que habla un dialecto oscuro y vulgar es obsequiado con una inmortalidad provisional por ser más alemán, un alemán verdadero.

    Otros fines del mundo: Mandelstam, que muere extenuado en el campo de concentración. Baczynski, que cae en combate durante la insurrección. Los oficiales polacos trasladados desde Kozielsk hasta un bosque primaveral de las afueras de Katyn -brilla el sol de abril y brotan las primeras hojas de los arbustos.

    ¿Cómo vivir tras tantos fines del mundo? Adorno consideraba que la poesía era imposible después de Auschwitz. Pero la ropa se seca tendida en las cuerdas blancas y resuena la risa de un niño. El niño crecerá y será policía o cura. Por eso creo que, después del fin del mundo, hay que vivir como si no hubiera pasado nada. Naturalmente, es preciso recordar lo que ha ocurrido y pensar en lo que ocurrirá, pero, así y todo, hay que vivir como si no hubiera pasado nada. Dar largos paseos. Contemplar las puestas de sol. Creer en Dios. Leer poesías. Escribir poesías. Escuchar música. Ayudar al prójimo. Hacer la pascua a los tiranos. Alegrarse del amor y llorar la muerte. Como si no hubiera pasado nada.

    Adam Zagajewski
    (Traducción de Anna Rubió Rodón y Jerzy Slawomirski)
    Solidaridad y soledad, Acantilado, 2010.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 27 Sep - 19:53

    .


    TODO


    ¿Quién era yo en la segunda mitad de los años setenta? Era un poeta joven. Los poetas jóvenes, esas desdichadas riaturas, se reunían cada semana en la Casa del Literato de la calle Krupnicza de Cracovia. Feos, granujientos, tartamudos y mal vestidos, discutían sobre la eternidad y, principalmente sobre la "totalidad". Los confidentes de la consabida policía debían de morirse de aburrimiento. Lo que más a menudo se reprochaba a los rivales era la incapacidad de expresarlo "todo".

    Hace mucho tiempo que no soy un ecritor joven. En la segunda mitad de los setenta me convertí en disidente, es decir, como poeta, como ersona quelee y escribe, me especialicé en el tema de la libertad y em`pecé a considerar que quienes seguían soñando con "el todo" eran adversarios de la libertad muy sospechosos, partidarios de la sumisión polítia enmascarados y, al mismo tiempo, anacrónicos adeptos del modernismo.

    Hoy, a mediados de los ochenta, me gustaría hacerme disidente de la disidencia y regresar a la calle Krupnicza. La Asociación de Escritores que patrocinaba el círculo de lietartos jóvenesha sido disuelta por las autoridadees. A pesar de ello me tienta el retorno al "todo", aunque dudo de si expresarlo todo es posible. Expresarlo todo no es una tarea para un solo autor. Como mucho puede ser el objetivo utópico de la humanidad. Pero oírlo todo como se oye el rumor de una cascada, oír el ruido de todas las cosas, esto sí que me parece imprescindible. Y vivificante.



    EL HORROR Y EL PLACER DE LA ESCLAVITUD


    Empezaré por el placer. Podr-ía tratar el tema a la ligera o en un tono fúnebre, con una frivolidad fingida o con una tristeza exagerada, pero intentaré ser sensato. La esclavitud -ya lo he mencionado antes- ordena el cosmos, que suele ser muy caótico y abunda en enigmas. Además, la esclavitud me exculpa de todo, porque quien me esclaviza no soy yo, sino un dmonio malicioso y harto conocido. La esclavitud me obliga a concentrar mis esfuerzos en intentar liberarme, aunque al mismo tiempo me estremezco ligeramente solo de pensar que algún día pueda ser libre. Tanto más cuanto que conozco un poco los países que, por obra de un azar incomprensible, no han sentido nunca el peso de la esclavitud. Los conozco un poco y no me pasa inadvertido lo infelices que son sus habitantes. Toman ansiolíticos, visitan al psicoanalista o se suicidan. Les falta voluntad, porque no han vivido la esclavitud.

    Algunos, más razonables y enérgicos que sus hermanos y hermanas, han entendido que no es correcto permanecer con los brazos cruzados cuando cerca de las fronteras de sus países libres hay países esclavizados, pero lo único que se les ocurre es fundar partidos -por lo demás, muy populares- que proclaman el esclavismo. Otros, al contrario, escriben libros muy interesantes sobre mi esclavitud y, en los ratos de ocio, leen libros sobre el tema escritos por sus colegas. Los hay también quienes intentan visitar mi país tan a menudo como pueden, y dedican a ello todas sus vacaciones. A veces llegan cargados de paquetes con alimentos, y otras veces, para tranquilizar su conciencia, les basta con contemplar nuestro cielo gris y agobiante, los rostros malvados de los policías y las iglesias llenas a rebosar de feligreses tristes y piadosos.

    El horror de la esclavitud: imaginarse una bombilla de doscientos vatios que cuelga a pocos centímetros de los ojos. En tal caso hay dos posibilidades: mantener los ojos abiertos y dejarse deslumbrar por la luz, o cerrarlos y seguir sin ver nada, porque en el lugar del brillo cegador aparecerá una mancha negra, resultado de la irritación de las terminaciones nerviosas de la retina. Estos dos estados -el brillo y la negrura- se corresponden con las dos fases de la esclavitud. Primero, el demonio cruel consigue dominarme; luego, una vez que me he deshechode su soberanía, la mancha se cierne sobre mí como un azor y sigo sin ver el mundo y sin verme a mí mismo. Esta mancha oscura suele llamarse libertad interior.



    IMAGINACIÓN


    No hay que contar demasiado con la imaginación. Con esto quiero decir que las dádivas de la imaginación conservadas en las obras de arte como en una despensa no nos protegen de nada que no sea del aburrimiento y de la desesperación. De acuerdo, esto no es poco, pero el problema consiste también en que la imaginación no es un compañero de viaje de confianza. A veces desaparece, se amodorra y duerme duante años. Basta con recordar a los grandes poetas que se quedaron sin inspiración -al Mickiewwicz tardío o al Rilke mudo por largo tiempo-. Incluso hay épocas enteras que carecen de inspiración: el siglo XVIII en Polonia o los ochocientos años anteriores a Pushkin en Rusia. ¿Cómo podemos contar con la imaginación si esta es un huesped que nos visita muy de vez en cuando para luego desaparecer, y, a pesar de ello, tenemos que vivir, relacionarnos, hacer las compras, renovar el pasaporte, preparar el almuerzo y acordarnos de llevar los zapatos al remendón?



    EL EDIFICIO MÁS BELLO


    Los artistas, los pensadores, ¡ya sabemos de qué pie cojean! Incapaces de hacer frente a la vida, torpes, infelices, envidiosos, siempre reñidos con la familia, algunos con la madre, otros con el padre. Si finalmente consiguen abandonar el nido, inmediatamente se buscan problemas nuevos: el noviazgo, el matrimonio, el trabajo. Donde los demás superan el examen con sobresaliente -sacan adelante a los hijos y acuden a la misa dominical cada semana-, ellos vuelven a mostrarse impotentes. Kafka escribe cartas interminables a Felice Bauer en vez de casarse con ella, Kierkegaard se las da de don Juan, Bruno Schulz pergeña dibujos estrafalarios. Cezanne no asiste al entierro de su madre por no robarle unas horas al pincel.

    Pero son ellos quienes crean la cultura, un palacio de cristal, el edificio más bello de la ciudad. ¿Cómo explicar su metamorfosis? ¿Cómo es posible que unos neuróticos extravagantes y apocados, unos padres y esposos tiranos, diríase los más indignos, los menos indicados, los más falibles e inconstantes, se erijan en constructores del palacio de cristal donde reina la calma apasionada del arte?

    Y ¿cómo es que los mares y océanos salados se alimentan con ríos de agua dulce? Los ríos de agua dulce, los arroyos de la infancia por donde navegaban los barquitos que hacíamos con corteza de árbol, se funden con las inmensidades de los océanos y gopean la costa, majestuosos y amenazadores.



    SER ESCLAVO


    Puede ocurrir que caigas en la esclavitud, pero hay algo que debes evitar a todo precio: volverte esclavo.


    Adam Zagajewski
    (Traducción de Anna Rubió Rodón y Jerzy Slawomirski)
    Solidaridad y soledad, Acantilado, 2010.





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    Adam Zagajewski (1945-2021) Empty Re: Adam Zagajewski (1945-2021)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 17 Nov - 12:25

    .


    Algunos otros poetas de Adam Zagajewsi:


    De Deseo (1999), en traducción de X. Farré, Acantilado, 2005:


    DE LA MEMORIA

    De la memoria emerge una calle estrecha
    (que sea la laringe de este poema)
    y un humo denso y gris de la coquería
    que como un volcán echaba chispas
    al cielo, pagando su deuda a las estrellas.

    Mi calle: dos solteronas orgullosas
    de labios finos (sobrevivieron a Siberia
    y a Stalin); un actor joven, ávido de fama,
    y el profesor G.,que en el alzamiento perdió
    un brazo, una manga vacía como una vela.

    Todavía no sé nada, nada ha pasado,
    aparte de la guerra y el exterminio de los judíos.
    En invierno una nieve gris descansa en los tejados
    atenta como un indio y temiendo a la primavera.
    Llegan las vacaciones, una naranja pelada.

    Un capellán goloso se traga los Evangelios
    en una roja iglesia neogótica, ¡oh corazón
    de corazones! Cristo tiene una herida en el pecho.
    Por suerte después de misa hay bollos de crema
    y el suplicio del latín se desvanece.

    En los cuarteles se entrenan nuevos
    reclutas, mi amigo toca la trompeta
    como Miles Davis, sólo que mejor.
    Las chicas salen a dar un paseo
    con faldas anchas y almidonadas.

    Esta horrible tierra, agrietada por ríos
    planos y negros, llena de cicatrices
    como la mejilla de un estudiante alemán,
    callaba durante el día, pero por la noche
    canturreaba canciones en dos lenguas.

    Y nosotros también vivíamos entre dos dialectos,
    en la jerga estrecha de lo cotidiano, del odio,
    y en el lenguaje de un gran sueño.
    Al mediodía se abría poco a poco el ojo
    de las nubes, el ojo de las lágrimas y de la luz



    LA MAJESTUOSIDAD DEL SUEÑO

    El sueño, cual veranda de una casa rural,
    te descubre el bosque, las sombras
    y el interior de los recuerdos.
    El sueño es un espíritu libre de obligaciones,
    la orgullosa capital de la poesía y el teatro.
    El sueño es un pensamiento aún sin encarnar
    que la envidiosa realidad apenas alimenta.
    El sueño es la Asiria severa y valiente.
    El sueño es la Toscana vista al alba,
    cuando los finos árboles beben tinta
    de la negra tierra; y es la ciudad
    que respira en largos cigarrillos de tristeza.
    El sueño visita hospitales y cárceles,
    consuela a los afligidos
    como una monja de corazón puro.
    El sueño se apaga, cansado;
    muere plácido, sin rencor
    y sin heredero, como Norwid.



    LA CIUDAD DONDE ME GUSTARÍA VIVIR

    Es una ciudad silenciosa al atardecer, cuando
    las pálidas estrellas despiertan de su desmayo,
    y ruidosa al mediodía con las voces
    de filósofos orgullosos y mercaderes
    que traen terciopelo de oriente.
    Arden en ella los fuegos de las conversaciones,
    pero no las piras.
    Las iglesias antiguas, piedras enmohecidas
    de una vieja oración, son su lastre
    y su cohete espacial.
    Es una ciudad justa,
    donde no se castiga a los extranjeros,
    una ciudad de memoria rápida
    y de lento olvido,
    tolera a los poetas, a los profetas les perdona
    su escaso sentido del humor.
    Es una ciudad construida
    según los preludios de Chopin,
    reducidos a la tristeza y la felicidad.
    Pequeñas colinas la rodean
    en un ancho anillo; allí crecen
    fresnos de campo y el esbelto álamo,
    juez en la nación de árboles.
    Un río impetuoso atravesando el centro
    de día y de noche murmura saludos
    misteriosos de las fuentes,
    de las montañas, del azul del cielo.



    PARA TI

    Para ti (tal vez duerma ahora en una nube
    de sueños de lana) no es este mi único poema
    para ti, la victoriosa, sonriente, bella
    pero también para ti, la triste, vencida

    (aunque nunca llegaré a entender
    quién sería capaz de vencerte)
    para ti desconfiada, intranquila,
    para ti escribo poema tras poema,

    como si quisiera algún día, cual tortuga
    llegar por medio de palabras imperfectas
    y de imágenes allí donde estás hace tiempo,
    allí donde te llevo el relámpago de la vida.



    HERMANAS DE LA CARIDAD

    A mi padre

    Así era la infancia que ya no volverá,
    unas moras tan negras que eran envidia de la noche,
    delgados álamos como hermanas de la caridad
    junto al estrecho río sin temer a los extraños.
    Desde el balcón veía una calle pequeña y dos árboles,
    también yo pude ser un césar y escuchar embriagado
    cómo resuenan las múltiples tropas de mi ejército
    y chasquean al viento las banderas quitadas a los turcos.

    Me gustaba el sabor de la hierba en los dientes,
    las amargas hojas del arce y la dulzura ácida
    de la primera fresa de junio en la boca.
    Los domingos por la mañana mamá hacía café,
    y en la iglesia un viejo cura llamaba a la humildad.
    Viendo a los pobres se me encogía el corazón.
    Países amarillos y azules vivían en el atlas; los grandes
    estados se tragaban a los pequeños, pero en los sellos
    sólo se veían águilas inmóviles, cebras,
    jirafas y herrerillos de indescriptible encanto.
    En los polvorientos estantes de una tienda oscura
    se amontonaban botes llenos de caramelos pegajosos.
    Después salían de allí mariposas escarlatas.
    Era un escultista y conocí la soledad en el bosque
    al caer la noche, cuando llora el autillo
    y las ramas de los robles crujen inquietantes.

    Leí novelas de caballerías, cuentos rusos
    y la inacabable trilogía de Henryk Sienkiewicz.
    Mi padre me construyó un molino en miniatura,
    daba rápidas vueltas en un riachuelo de montaña.
    Mi bicicleta competía con una exhausta locomotora,
    en agosto el calor fundía la ciudad gris como un helado.
    Unas moras tan negras... Amargas hojas del arce…
    Así fue la infancia, sangre y días festivos.



    EUROPA YA SE ESTÁ DURMIENDO

    A Gosia

    Europa ya se está durmiendo; en Lisboa todavía
    arrugan la frente viejos jugadores de ajedrez.

    Sobre Cracovia se levanta una niebla gris
    y borra los contornos de las venerables velas.

    El Mediterráneo se balancea ligeramente
    y pronto se convertirá en una canción de cuna.

    Cuando Europa por fin duerma profundamente,
    América la velará

    sobre el pobre y callado mundo,
    con recelo, como una hermana pequeña.



    UNA LLAMA

    Señor, danos un largo invierno
    y música tranquila, y labios pacientes,
    y un poco de orgullo antes
    de que se acabe nuestro siglo.
    Danos el asombro
    y una llama alta, clara.



    VEINTICINCO AÑOS

    A mi hermana, Ewa

    En las profundidades del tiempo latía tu sueño,
    un respirar ligero y tranquilo; así duermen los viajeros
    cuando en la estación les sorprende una breve tormenta,
    en la Toscana, en una pequeña ciudad de polvo y avispas.

    Ahora tendrías veinticinco años,
    escucharías esas canciones que aborrezco
    y tal vez ya abráis dejado atrás
    desengaños amorosos, y me reiría de ti.

    En las profundidades del tiempo late tu sueño tranquilo;
    así duermen los niños que ha olvidado la niñera,
    y nunca se despiertan, y no salen
    de sus casas submarinas donde lloran los delfines.



    TILOS

    Tanta dulzura
    (es la ciudad bajo la narcosis);
    un joven delgado que apenas
    ocupa espacio en la tierra,
    y un perro,
    y yo, soldado de una guerra invisible,
    y el río que amo.
    Florecen los tilos.



    AUTORRETRATO

    Entre el ordenador, el lápiz y la máquina de escribir
    se me escapa medio día. Algún día sumará medio siglo.
    Vivo en ciudades extranjeras y a veces con personas
    extranjeras hablo sobre cosas que me son extrañas.
    Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
    En ella encuentro tres elementos, fuerza, debilidad y dolor.
    El cuarto no tiene nombre.
    Leo a poetas, vivos y muertos, de ellos aprendo
    perseverancia, fe y orgullo. Intento entender
    a los grandes filósofos (la mayoría de las veces consigo
    captar sólo retazos de sus valiosos pensamientos).
    Me gusta dar largos paseos por las calles de París
    y mirar a mis semejantes, vivos de envidia,
    de deseo o de ira; observar una moneda plateada
    que pasa de mano en mano y lentamente pierde
    su forma esférica (se borra el perfil del césar).
    A mi lado crecen los árboles que nada expresan,
    si exceptuamos la verde e indiferente perfección.
    Por los campos andan negros pájaros
    esperando pacientes como una viuda española.
    Ya no soy joven, pero siempre habrá alguien mayor.
    Me gusta el profundo sueño cuando dejo de existir,
    correr en bicicleta por un sendero cuando los álamos
    y las casas se deshilachan como cúmulos en un cielo claro.
    A veces los cuadros en los museos me hablan
    y de repente desaparece la ironía.
    Me encanta contemplar la cara de mi mujer.
    Cada domingo llamo a mi padre.
    Cada dos semanas quedo con los amigos,
    de esta manera nos somos fieles.
    Mi país se ha liberado de un mal. Me gustaría
    que después de aquella liberación siguiera otra.
    ¿Puedo contribuir en algo? No lo sé.
    A decir verdad, no soy un hijo de la mar,
    Como escribió de sí mismo Antonio Machado,
    sino un hijo del aire, de la menta y del violonchelo,
    y no todas las sendas del elevado mundo
    Se cruzan con los caminos de la vida que, por ahora,
    me pertenece a mí.


    ADAM ZAGAJEWSKI, Deseo, traducción de X. Farré, Acantilado, 2005.


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    Adam Zagajewski (1945-2021) Empty Re: Adam Zagajewski (1945-2021)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 17 Nov - 12:50

    .


    De Tierra del fuego, traducción de X. Farré, Acantilado, 2004):


    CAMBIO

    Hace meses que no escribo
    ni un solo poema.
    Vivía humildemente leyendo los periódicos,
    pensando en el enigma del poder
    y en las causas de la obediencia.
    Contemplaba puestas de sol
    (escarlatas, muy inquietantes),
    sentía cómo callaban los pájaros
    y cómo la noche iba enmudeciendo.
    Veía girasoles que agachaban
    la cabeza al ocaso, como si un desatento
    verdugo paseara por los jardines.
    En el alféizar se iba acumulando
    el polvo dulce de septiembre
    mientras las lagartijas se escondían
    en los salientes de los muros.
    Salía a dar largos paseos,
    y deseaba tan sólo una cosa:
    relámpagos,
    cambios,
    a ti.



    ANTOLOGÍA

    Por la tarde leía una antología.
    Detrás de la ventana pacían nubes escarlatas.
    El día había desaparecido en un museo.

    Y tú, ¿quién eres?
    No lo sé. No sabía
    si había nacido para la felicidad.
    O para la tristeza. ¿Para una larga espera?

    En el aire puro del crepúsculo
    leía una antología.
    En mí vivían antiguos poetas, cantaban.



    BUSCA

    Volví a la ciudad
    donde fui niño
    y adolescente y un viejo de treinta años.
    La ciudad me recibió con indiferencia,
    los megáfonos de sus calles murmuraban:
    ¿no ves que el fuego todavía arde?,
    ¿no oyes el estrépito de las llamas?
    Vete.
    Busca otro lugar.
    Busca.
    Busca la verdadera patria.



    REFUGIADOS

    Encorvados por una carga
    que a veces es visible, otras no,
    avanzan por el barro, o arena del desierto,
    inclinados, hambrientos,

    hombres taciturnos con gruesos caftanes,
    vestidos para las cuatro estaciones,
    ancianas con caras llenas de arrugas
    llevando algo, que puede ser un bebé, una lámpara
    (familiar), o quizá la última hogaza.

    Esto puede ser Bosnia, hoy,
    Polonia en septiembre del 39, Francia
    (ocho meses después), Turingia en el 45,
    Somalia, Afganistán, Egipto.

    Siempre hay un carro, o como mínimo un carretón
    repleto de tesoros (colchas, tazas de plata,
    y el aroma de casa que se evapora rápidamente),
    un coche sin gasolina, abandonado en la cuneta,
    un caballo (será traicionado), nieve, mucha nieve,
    demasiada nieve, demasiado sol, demasiada lluvia,
    y esta inclinación tan característica,
    como hacia otro planeta mejor, un planeta
    que tiene generales con menos ambición,
    menos cañones,menos nieve, menos viento,
    menos Historia (este planeta, por desgracia,
    no existe, sólo existe la inclinación).

    Arrastrando las piernas
    van despacio, muy despacio
    al país de Ningún Sitio,
    a la ciudad Nadie
    en la orilla del río Nunca.



    VOSOTROS SOIS MIS HERMANOS
    SILENCIOSOS

    Vosotros sois mis hermanos silenciosos,
    muertos.
    No os olvidaré nunca.

    En viejas cartas veo huellas de vuestra letra,
    que se encarama al extremo de la página
    como un caracol por la pared de un psiquiátrico.

    Direcciones, teléfonos que acampan
    aún en mi agenda, esperan, dormitan.

    Ayer estuve en París, vi centenares de turistas
    cansados y helados. Pensé que se os parecían,
    no pueden encontrar su lugar, vagan intranquilos.

    Y creía que esto era muy fácil: ¡vivir!
    Basta con un puñado de tierra, un barco, un nido, una prisión,
    un poco de aire, unas gotas de sangre y nostalgia.

    Vosotros sois mis maestros,
    muertos.
    No os olvidéis de mí.



    AQUEL DÍA LA NADA

    Aquel día la nada
    como para llevar la contraria
    se convirtió en fuego
    y quemó los labios
    a los niños y a los poetas.


    ADAM ZAGAJEWSI, Tierra de fuego, traducción de Xavier Farré, Acantilado, 2004.


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    Mensaje por cecilia gargantini Vie 17 Nov - 14:05

    Excelente Pedro!!!!!!!!!!!!!
    Me alegra que recuperaras este autor que no vi en su momento.
    Besossssssssssssssss
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 17 Nov - 16:08

    Agradezco mucho tu interés, Cecilia.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Mensaje por Amalia Lateano Vie 17 Nov - 21:24

    Maestro Pedro.
    Conocía a este autor por mi consuegra. Ella lo amaba. También era polaca.
    Fue el heredero de lo más granado de la tradición lírica de su país
    y defensor de la inmortalidad de un género que “nos eleva de lo cotidiano".

    Gracias por engrandecer la Cultura con tan valiosos aportes.

    Un beso
    Amalia
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 18 Nov - 7:46

    Muchas gracias, Amalia, por tu interés.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Adam Zagajewski (1945-2021) Empty Re: Adam Zagajewski (1945-2021)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 18 Nov - 7:54

    .


    De Mano invisible, traducción de Xavier Farré, Acantilado, 2012:


    CALLE JÓZEFA EN INVIERNO

    (Para Joachim Russek)

    En invierno la calle Józefa es oscura,
    algunos peregrinos se abren paso por la mojada nieve
    y no saben adónde van, hacia qué estrella,
    y tal vez se detienen
    como un jardinero que se apoya
    en el mango de una pala, se queda pensativo
    y no se da cuenta de que de repente
    ha estallado la guerra
    o que ha florecido una hortensia.



    27 DE ENERO

    Un día helado. Un sol frío. Un blanco aliento.
    Pero aquel viernes no estábamos seguros
    de qué teníamos que celebrar y qué lamentar,
    porque se conmemoraba a la vez
    el Día en Memoria de las Víctimas del Holocausto
    y el solemne aniversario de Mozart.
    Nuestra memoria no sabía qué hacer.
    Nuestra imaginación estaba perdida.
    La vela en el alféizar lloraba
    (nos pidieron que encendiéramos velas),
    pero de los altavoces llegaba la música tranquila
    del joven Mozart, rococó,
    la época de las pelucas argentadas, y no de los cabellos grises
    que conocimos en Auschwitz,
    época de grandes vestidos, y no de la desnudez,
    de la esperanza, y no de la desesperación.
    Nuestra memoria no sabía qué hacer,
    la imaginación se perdía en conjeturas.



    AHORA, CUANDO
    HAS PERDIDO LA MEMORIA

    (A mi padre)

    Ahora, cuando has perdido la memoria
    y sólo puedes sonreír desconcertado,
    quisiera ayudarte, porque tú fuiste quien,
    como un demiurgo, me abrió la imaginación.
    Recuerdo nuestras excursiones, las nubes de algodón
    que pasaban bajas sobre el bosque húmedo en las montañas
    (conocías todos los senderos de aquel bosque, y también
    un día de verano cuando subimos hasta lo alto
    de un faro marítimo en el Báltico
    y miramos largo tiempo el infinito oleaje del mar,
    sus puntos blancos deshilachados como un embaste.
    Pienso que nunca olvidaré aquel momento, tú también
    estabas emocionado, nos parecía ver todo el mundo,
    ilimitado, respirando tranquilamente, azul, perfecto,
    claro y nebuloso a la vez, cercano y lejano;
    notamos la esfericidad de este planeta, oímos a las gaviotas
    que se divertían con un planeo pausado
    en las cálidas y frías corrientes de aire.
    No soy capaz de ayudarte, tengo una sola memoria.



    UN GRAN POETA NOS DEJA

    (Pensando en C.M.)

    Realmente nada cambia
    en la habitual luz del día
    cuando un gran poeta nos deja.
    En las coronas de viejos olmos
    siguen discutiendo con pasión
    los grises gorriones y los delicados estorninos.

    Cuando un gran poeta nos deja
    la ciudad no se detiene, el metro y los tranvías
    siguen buscando el moderno Grial.
    En la biblioteca una chica guapa
    busca en vano un poema que
    le diga la verdad de todo.

    Al mediodía se extiende el mismo bullicio de siempre,
    por la noche domina un recogimiento silencioso;
    entre las estrellas, una eterna inquietud.
    Pronto abrirán las discotecas,
    se abrirá la indiferencia
    a pesar de que acaba de morir un gran poeta.

    Pero cuando nos despedimos de alguien que amamos
    por un largo tiempo o para siempre,
    sentimos de repente que nos faltan las palabras
    y que ahora tenemos que hablar nosotros solos,
    ya nadie va a hacerlo por nosotros
    porque nos ha dejado un gran poeta.



    METÁFORA

    "Toda metáfora es un fracaso", dijo aquel
    poeta muy viejo en el bar del hotel,
    dirigiéndose a unos estudiantes fascinados.
    El poeta muy viejo estaba de buen humor
    y con una copa de vino en la mano dijo:
    «Éste es el problema fundamental de la encarnación,
    las cosas que amamos, las cosas invisibles
    toman cuerpo, evidentemente, en lo que podemos
    ver y decir, pero nunca de manera
    absoluta, uno a uno, lo que significa
    que siempre es o demasiado poco
    o demasiado, los puntos quedan en la superficie,
    sobresalen dedos, botones, paraguas, uñas,
    cartas sin recoger en un sobre azul de correo aéreo,
    queda una sensación de insatisfacción o de exceso,
    alguien calla ominosamente, otro pide
    ayuda, se rompe el hielo, viene una ambulancia,
    por desgracia demasiado tarde, pero atención,
    gracias a esto, gracias a esta desproporción,
    gracias a esta inexplicable fisura,
    nosotros podemos seguir persiguiendo la quimera de la metáfora,
    durante toda la vida avanzamos en la oscuridad,
    en un bosque oscuro, siguiendo la pista de la traslación,
    imperfecta, como mi discurso, que ahora
    está llegando a su fin, aunque seguramente
    podría añadir muchas más cosas,
    pero tengo miedo, estoy ya
    un poco cansado, y me parece
    oír cómo me llama el sueño».



    CARAS

    Al atardecer se iluminaron en la plaza las caras de la gente
    que no conocía. Miraba con avidez
    las caras humanas: cada una era diferente,
    cada una decía algo, quería convencer,
    se reía, sufría.

    Pensé que las ciudades no las construyeron las casas,
    ni las plazas o las avenidas, los parques, las anchas calles,
    sólo las caras que se iluminan como lámparas,
    igual que los sopletes de los soldadores que por la noche
    reparan el hierro entre nubes de chispas.



    ELEGÍA NO ESCRITA
    A LOS JUDÍOS DE CRACOVIA

    "Mi familia vivió aquí quinientos años".
    Dr. M.S.

    Pero la más triste es la calle Józefa, estrecha como la luna nueva,
    sin árboles, aunque no carece de cierto encanto,
    el oscuro encanto de la provincia, de la despedida, de un silencioso entierro;
    aquí se reúnen al atardecer sombras llegadas de todos los barrios,
    e incluso de pueblos cercanos llegadas en tren.
    José fue el preferido de Dios, pero su calle no conoció la felicidad,
    ningún faraón la distinguió, los sueños eran melancólicos, los años, de escases.

    En la iglesia del Corpus Christi enciendo una vela a mismuertos,
    que viven lejos de aquí, no sé dónde,
    y siento que en la llama roja ellos también se calientan,
    como vagabundos cerca de una hoguera cuando caen las primeras nieves.
    Voy por las calles de Kazimiersz y pienso en los ausentes.
    Sé que los ojos de los ausentes son como agua y que no se les puede
    ver, en ellos uno solamente puede sumergirse.

    Al atardecer se oyen algunos pasos, pero no se ve a nadie.
    Andan mucho, aunque aquí no hay nadie, los pasos de una mujer con zapatos
    herrados, y al lado el andar ligero, casi compasivo, del verdugo.
    ¿Qué es esto? Parece como si la negra memoria se desplazara
    sobre la ciudad como un cometa que lentamente se aleja de la estratosfera.




    ESCRIBIR POEMAS

    Escribir poemas es un duelo
    en el que no hay vencedor -por una parte
    se eleva la sombra, sólida como una cordillera
    vista por una mariposa, por otra parte
    centellean sólo breves momentos de claridad,
    de imágenes y pensamientos, como el destello de una cerilla
    esa noche, cuando en el dolor nace el invierno-.
    Es una guerra en las trincheras, un telegrama cifrado,
    una larga velación, paciencia,

    un barco que se hunde y envía una señal
    y deja de hundirse, es un grito triunfal,
    la fidelidad ante los antiguos y silenciosos maestros,
    una contemplación tranquila del mundo cruel,
    una explosión de felicidad, el éxtasis, la insaciabilidad,
    la aflicción porque todo desaparezca, la esperanza de que nada muera,
    una conversación en la que faltó la última palabra,
    un largo descanso en una escuela que ya no tiene
    estudiantes, es vencer una debilidad

    y el inicio de otra, la eterna espera
    para el siguiente poema, una plegaria, estar
    de luto por la madre, un breve armisticio,
    una queja y un susurro en un confesionario quemado,
    la protesta y el magnánimo perdón,
    dar todos los bienes, el arrepentimiento, la concordia,
    correr y pasear, la ironía, una mirada fría,
    una profesión de fe, una dicción, tener prisa,
    el llanto de un niño que ha perdido su tesoro más preciado.




    MI PADRE YA NO ME RECONOCE

    Mi padre ya no me reconoce. Ni tan sólo
    quedan aquellos destellos de la conciencia
    con la que hasta no hace mucho podíamos consolarnos.
    Está sumido en la oscuridad, acostado, duerme, dormita
    como si ya nos hubiera dejado.
    Y, con todo, aún hay breves momentos
    en los que aparece su auténtica cara.



    AUTORRETRATO

    (Mayo de 2008, después de ver
    el Autorretrato de Eric Fischl)

    Cada vez más viejo. Ropa gastada. Lee mucho, a veces se pierde
    en los libros como un indio en una jungla impenetrable. Se repite,
    todo se repite, una agenda amarilla en el bolsillo, la gran llamada de la música.
    Al atardecer se acerca a la ventana con una camisa arrugada, bosteza.
    Aparece diferente en cada nueva fotografía, la cara del padre
    se apodera de su cara, un poco melancólica; la barba blanca recortada,
    afirman sus adversarios, probablemente es signo de capitulación.
    Los ojos miran fijamente el objetivo con esperanza. Cada vez más viejo.

    Le gusta el agua, los ríos de la llanura ,soñolientos, y el verde océano;
    cuando nada, su cuerpo desaparece en las corrientes oscuras
    como si temporalmente probara otro tipo de vida. El viento
    le deja sin respiración; la noche le devuelve una tranquilidad absoluta
    ("El único absoluto que tenemos, dice con burla un conocido
    con el que discute violentamente hace diez años).
    Es un ciudadano, piensa en su país lleno de heridas,
    en el jardín de la infancia que nunca llegó a existir.

    Viaja bastante, abril en Belgrado, viruela de la guerra reciente,
    el Danubio crecido le recuerda su despreocupada juventud en Alemania,
    en mayo Jerusalén, también rastros de guerra, pero la santidad
    se eleva sobre la legendaria ciudad como el olor de las magnolias,
    las preguntas de la periodista le parecen extrañamente familiares.
    Crece lo extraño. siempre lo mismo: desayunar temprano, un largo paseo
    después del almuerzo. Lentamente se transforma en un objeto inmóvil.
    Los sueños le llevan al mundo subterráneo, el alba lo libera con destreza.

    Pero precisamente soy yo, yo todo el tiempo, indefinido, siempre
    buscando, siempre yo, cada mañana abre un nuevo capítulo
    brillante, y no es capaz de terminarlo, soy yo en la calle,
    en la estación, yo escuchando el llanto de un niño, la risa de los estudiantes,
    el canto del estornino, el yo de la ignorancia, el yo de la inseguridad,
    el yo del deseo, de la espera y de la felicidad salvaje, yo que no entiendo nada,
    respondo a los acosos, dudo, intento volver a empezar,
    me refugio en la conversación, en la desesperanza, en una erudita disertación,

    en el silencio de un día invernal, yo aburrido, resignado,
    infeliz, arrogante, yo sumergido en los sueños
    como un adolescente, mortalmente cansado como un viejo,
    yo en el museo, en la playa, en la plaza de Cracovia,
    añorando un momento que no quiere llegar, que se esconde
    como las montañas en una tarde nublada, finalmente llega
    la claridad, y de repente lo sé todo, sé que ella no es yo.


    ADAM ZAGAJEWSKI, Mano invisible, traducción de Xavier Farré, Acantilado, 2012





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    Adam Zagajewski (1945-2021) Empty Re: Adam Zagajewski (1945-2021)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 18 Nov - 10:48

    .


    De Asimetría, traducción de Xavier Farré, Acantilado, 2017:


    EN NINGÚN LUGAR

    Fue un día en ningún lugar al volver del entierro de mi padre,
    un día entre continentes, iba perdido por las calles
    de Hyde Park escuchando retazos de voces americanas,
    no pertenecía a ningún lugar, era libre,
    pero si eso era la libertad, pensé, preferiría
    ser cautivo de un buen rey, de un cálido emperador;
    las hojas fluían a contracorriente del rojizo otoño,
    el viento bostezaba como un perro cazador,
    la cajera en el colmado, en ningún lugar
    (le intrigaba mi acento), me preguntó de dónde era,
    pero lo había olvidado, tenía ganas de hablarle
    de la muerte de padre, pero pensé: ya soy
    demasiado viejo para ser huérfano; vivía
    en Hyde Park, en ningún lugar, where fun comes to die,
    como decían no sin envidia los estudiantes de otras universidades,
    era un lunes sin carácter, cobarde,
    sin forma, un día sin inspiración, en ningún lugar, ni siquiera el penar
    había adoptado una forma radical, tenía la sensación
    de que el mismo Chopin en un día como ése se limitaría,
    en el mejor de los casos, a dar clases
    a estudiantes aristocráticas, acaudaladas;
    de repente me acordé de lo que había escrito de él
    Gottfried Benn, dermatólogo berlinés,
    en uno de mis poemas preferidos:
    «Cuando Delacroix anunció su teoría,
    él se quedó preocupado porque no podía
    justificar sus nocturnos»,
    estos versos, irónicos y tiernos a la vez,
    siempre me colmaron de una felicidad
    casi tan grande como la música de Chopin.
    Una cosa sí sabía: tampoco hace falta justificar
    la noche, ni el dolor, en ningún lugar.



    LOS POETAS
    SON PRESOCRÁTICOS

    Los poetas son presocráticos. No entienden nada.
    Escuchan con atención lo que susurran los ríos anchos de las llanuras.
    Admiran el vuelo de los pájaros, la paz de los jardines en las afueras
    Y los TGV que corren todo recto sin aliento.
    El olor del pan caliente, recién hecho, de las panaderías
    Hace que se detengan de repente
    Como si recordaran algo muy importante.
    Cuando murmura un arroyo, el filósofo se inclina hacia las aguas salvajes.
    Las chicas juegan a las muñecas, un gato negro espera impaciente.
    Hay silencio sobre los campos en agosto al emigrar las golondrinas.
    Las ciudades también tienen sus sueños.

    Pasean por los caminos del campo. El camino no tiene fin.
    A veces reinan y entonces todo se queda inmóvil,
    Pero su reinado dura poco tiempo.
    Cuando aparece el arco iris, desaparece la angustia.
    No saben nada, pero van anotando metáforas sueltas.
    Despiden a los muertos, sus labios se van moviendo.
    Miran cómo los árboles viejos se cubren de hojas verdes.
    Callan mucho tiempo, después cantan y cantan hasta que estalla la garganta.



    VERANO DEL 95

    Fue aquel verano en el Mediterráneo, ¿lo recuerdas?,
    cerca de Toulon, un verano seco, fascinado de sí mismo,
    que hablaba en un dialecto difícil de captar,
    y sólo entendíamos retazos de palabras saladas,
    un verano de una luz sesgada de la tarde, de pálidas
    manchas nocturnas de las estrellas, cuando amainaba
    el bullicio de innumerables conversaciones insignificantes
    y el silencio esperaba a que se oyera un pájaro soñoliento,
    un verano en la explosión diaria del mediodía, cuando incluso
    las cigarras desfallecían, un verano cuando el agua azul
    se abría hospitalaria, tan hospitalaria que olvidamos
    por completo las ánforas que descansaban
    en el fondo del mar hacía miles de años, en la oscuridad,
    en soledad; fue aquel verano, ¿lo recuerdas?
    cuando reían las hojas siempre verdes del ligustro,
    fue en julio cuando nos hicimos amigos
    de aquel gato negro tan joven,
    que nos pareció tan inteligente,
    fue el mismo verano cuando en Srebrenica
    mataban a hombres y a muchachos;
    y allí se sucedían innumerables disparos secos
    y seguramente también un calor sofocante y polvo,
    y las cigarras estaban muertas de miedo.



    MANDELSTAM EN FEODOSIA

    Dejadme libre, no estoy hecho para la cárcel
    ÓSIP MANDELSTAM
    (en la prisión de Feodosia, en el año 1920)

    Mandelstam no se equivocaba, no estaba hecho
    para las prisiones, pero las prisiones sí estaban hechas
    para él, innumerables prisiones y campos de trabajo
    le esperaban pacientes, los trenes de mercancías
    y las barracas sucias, las agujas de las vías y
    las lúgubres salas de espera le esperaron mucho tiempo
    hasta que llegó, le esperaban los chequistas
    con cazadoras de cuero y los funcionarios
    del partido de sonrosadas caras.
    «No veré la fantástica Fedra»,
    escribió. El mar negro no lloró
    lágrimas negras, los guijarros en la playa
    rodaban obedientes, como quería la ola,
    las nubes pasaban rápidas sobre la tierra despreocupada.



    UN POEMA FLORECIENTE

    Cada poema, incluso el más breve,
    Puede transformarse en un largo poema floreciente,
    Y dar la sensación de que podría incluso estallar
    Porque por doquier se esconden unas reservas
    Inconmensurables de crueldad y de maravillas y esperan
    Pacientes nuestras miradas que puedan liberarlas
    Y extenderlas como se extienden las cintas de carreteras en verano,
    Sólo que no sabemos qué prevalece, ni si nuestro ingenio
    Puede irle a la zaga a esta realidad tan rica;
    Por eso cada poema tiene que hablar
    De la totalidad del mundo; por desgracia, no estamos
    Lo suficientemente atentos, nuestros labios son
    Estrechos y filtran las imágenes como
    El avaro de Molière.



    ANAQUEL

    Jerzy Horddynsi (1919-1998)

    Fue un poeta de la amargura y de la admiración (de amargura más).
    Creo que fue un poeta muy bueno.
    En la Regenstein Library encontré un libro suyo:
    Poemas selectos. He aquí para lo que fue llamado,
    dejó poemas seleccionados por los demás.

    Su biografía: un arco tendido entre Lviv y Roma.
    Tres años en un lager sociético, décadas
    cerca del Campo dei Fiori.
    Desde Roma seguía volviendo a Cracovia,
    y de Cracovia otra vez a Roma.
    No lo conocía, aunque una vez en medio
    de una multitud de literatos vi su cara risueña;
    la recordé.

    Si tenemos que creer la definición minimalista
    fue feliz -murió en su propia cama.
    Ahora vive en un anaquel de biblioteca
    como un alpinista que hace vivac en altas montañas.

    La portada descolorida descubre la amargura y la experiencia.
    Una portada de tela descolorida: a su lado un pequeño tomo
    de un formato más pequeño ha dejado su oscura marca
    en ella, cuñanta ternura en este abrazo
    de dos libros no leídos.




    ESE DÍA

    Ese día cuando te llega la noticia
    de que ha muerto alguien cercano, un amigo, o alguien
    que no conocíamos pero que admirábamos en la distancia;
    ese primer instante, las primeras horas: él o ella están muertos,
    parece como seguro, inevitable, tal vez incluso
    justificado, confiamos (de mal grado) en la persona que nos lo anuncia
    por teléfono, desesperada, o tal vez en el locutor de una emisora
    indiferente, pero no podemos creerlo,
    no podemos aceptarlo por nada del mundo,
    porque todavía no ha muerto (para nosotros), no ha muerto
    él (ella) ya no está, pero todavía no ha desaparecido
    para siempre, todo lo contrario, parece que esté en el punto
    más álgido de su existencia, sigue creciendo,
    aunque ya no esté, sigue hablando,
    aunque ya haya enmudecido, sigue triunfando,
    aunque ya haya perdido, ha perdido su batalla (¿contra qué?
    ¿contra el tiempo? ¿contra el cuerpo?), pero no, es mentira, ha vencido,
    ha alcanzado la plenitud, la mayor plenitud posible,
    está tan pleno, es tan grande, tan admirable que no cabe
    en la vida, hace estallar los vasos frágiles de la vida,
    domina sobre los vivos como si estuviera hecho
    de otro material, del bronce más resistente,
    pero al mismo tiempo empezamos a dudar,
    tenemos miedo, inferimos, sabemos
    que al instante aparecerá el silencio
    y un llanto impotente.



    MIS POETAS PREFERIDOS

    Mis poetas preferidos
    no se han encontrado nunca
    Vivieron en diferentes países
    y en diferente épocas
    Rodeados de la banalidad
    por gente buena y mala
    vivieron modestamente
    como un manzano en un jardín
    Amaron las nubes
    levantaban la cabeza
    por encima de ellos fluía
    una gran armada
    de sol y de sombra
    era como una película
    que no tenía nunca final
    Los instantes de amargura
    pasaron rápidamente
    los instantes de felicidad también
    A veces sabían
    qué eran el mundo
    y escribían duras palabras
    en un papel sedoso
    A Veces no sabían nada
    y eran como niños
    en un patio de recreo
    cuando caía
    la primera gota
    de una cálida lluvia



    DESCONSUELO POR
    LA PÉRDIDA DE UN AMIGO

    Mi amigo no ha muerto, mi amigo vive
    Pero no puedo encontrarlo, no puedo verlo
    No nos está permitido hablar entre nosotros
    Mi amigo se esconde de mí
    Se lo ha llevado una profunda corriente política
    Mi amigo ahora sabe la respuesta a todas las preguntas
    Y sabe encontrar la fuente de cada respuesta
    Mi amigo considera que yo soy
    frívolo, errante, irreflexivo,
    perdido sin esperanza en las tendencias
    de los epítetos irresponsables
    en una maleza amenazadora de evasivas
    Mi amigo sabe qué es el ancla de nuestra vida
    qué es una hipérbole superflua y qué sólo una lítote
    Mi amigo por las noches no sale
    de casa ni siquiera en mayo cuando todas
    las casas cantan y las golondrinas desaparecen en el cielo
    por largo tiempo y vuelven de allí alegres
    despojadas de preocupaciones, renovadas
    Mi amigo amaba la patria
    pero la patria es seria y no sale a pasear ni siquiera
    en mayo, sólo está alerta, mi amigo
    no tiene tiempo ni para metáforas ni para el pars pro toto
    Mi amigo se esconde de mí
    Mi amigo vive



    RUTH

    A la memoria de Ruth Buczynsa

    Pasó la guerra en Ternópil. En las tinieblas y en la penumbra. En el temor.
    Tenía miedo de las ratas y de las pesadas botas, de las altas conversaciones, del griterío.
    Ahora ha muerto, en la oscuridad, en el silencio blanco de una sala de hospital.
    Era judía. A veces no sabía qué significaba aquello.
    Una cosa tan sencilla y del todo incomprensible, como el álgebra.
    A veces lo intuía. La Gestapo sabía perfectamente qué significaba
    ser judío judía. La gran tradición filosófica ayuda,
    las definiciones son afiladas como un cuchillo, certeras como una flecha budista.
    Era guapa. Debería haber desaparecido entonces, como otros, como otras,
    desaparecer sin dejar huella, partir sin elegía, como tantos,
    como el aire pero vivió largo tiempo a la luz del día, en el sol,
    en el aire cotidiano, en el oxígeno de esa simple Cracovia.
    No solía saber qué significaba ser una mujer guapa.
    El espejo callaba, no conocía las definiciones filosóficas.
    No había olvidado aquellos tiempos, pero casi nunca
    hablaba de ellos. Una vez sólo explicó esta historia:
    su gata preferida no se quería queda en el gueto, dos veces
    por la noche volvió hacia la zona aria. Su gata no sabía
    quiénes eran los judíos y qué era la zona aria.
    No lo sabía y por eso salía rauda hacia la otra parte como una flecha.
    Ruth era abogada y defendía a los demás. Quizá por eso vivió largo años.
    Porque los demás son muchos y necesitan ser defendidos.
    Nunca van a faltar los inculpadores, pero hay muy pocos defensores.
    Era una buena persona. Y tenía alma. Creemos saber
    qué significa esto.



    AUTOPISTA

    Tendría unos doce años.
    En el desguace debajo del viaducto de la autopista construida
    por Hitler buscaba huellas de aquella guerra, huellas
    de la edad de hierro, bayonetas y cascos de cualquier
    ejército, soñaba con grandes descubrimientos,
    igual como otrora Henryk Schliemann
    buscando a Héctor y a Aquiles en Asia Menor,
    pero nunca encontré ni una bayoneta
    ni oro, por doquier sólo había herrumbre,
    el odio marrón de la herrumbre; tenía miedo
    de que entrara en mi corazón.



    DESPIÉRTATE

    Despiértate, alma mía.
    No sé dónde estás,
    dónde te has escondido,
    pero te lo piso, despiértate,
    aún estamos juntos,
    aún tenemos un camino por delante,
    nuestra estrella será
    el claro velo delalba.


    ADAM ZAGAJEWSKI, Asimetría, traducción de Xavier Farré, Acantilado, 2017


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    Adam Zagajewski (1945-2021) Empty Re: Adam Zagajewski (1945-2021)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 1 Dic - 12:14

    UNA VIDA NORMAL

    Nuestra vida es normal,
    leí en un periódico arrugado
    que alguien dejó en un parque.
    Nuestra vida es corriente,
    leí en los filósofos.

    Una vida normal, días, preocupaciones,
    alguna vez un concierto, una charla,
    un paseo por las afueras de la ciudad,
    una buena noticia, una mala noticia;

    pero las cosas y los pensamientos
    estaban como inacabados,
    sólo esbozados.

    Las casas y los árboles
    ansiaban otra cosa
    y en verano los verdes prados
    yacían en un planeta volcánico
    como un manto en el océano.

    Los cines negros ansían luz.
    Febriles respiran los bosques,
    las nubes cantan en voz baja,
    suolica lluvia una oropéndola.
    La vida normal ansía.



    "La vida normal ansía".



    ...ansiamos. Y no sabemos verlo ni decirlo.


    Gracias. Pedro.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 1 Dic - 15:43

    Gracias a ti, Pascual, por tu interés.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 3 Dic - 4:10

    AMISTADES IMPOSIBLES

    Por ejemplo, con alguien que ya no está
    y que tan sólo dejó cartas amarillentas.

    O largos paseos al lado de un arroyo
    donde en el fondo yacen enterradas

    tazas de porcelana; y charlas sobre filosofía
    con un estudiante tímido o con el cartero.

    Un desconocido de mirada noble,
    alguien que nunca encontrarás.

    Una amistad con este mundo, cada vez más perfecto
    (si no fuera por el olor salado de la sangre).

    Este anciano que bebe café
    en St. Lazare, y te recuerda a alguien.

    Caras que titilaron por un segundo
    en un tren suburbano, por la ventana:

    alegres caras de viajeros que van tal vez
    a un espléndido baile, o a la ejecución.

    Y la amistad consigo mismo
    (al fin y al cabo no sabes quién eres).


    Me gustó.



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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 3 Dic - 9:10

    Celebro que te haya gustado, Pascual.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 6 Dic - 6:27

    ADIOS, PEDRO. ESPERO QUE NOS ENCONTREMOS EN EL CAMINO... AUNQUE EL TRECHO YA NO SEA MUY LARGO


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 6 Dic - 11:14

    Un abrazo, Pascual.
    Pedro


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