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“Una recança infinita” por Magí Camps (La Vanguardia, 06-10-2020)
El Gran Price era un local muy popular en el barrio de Sant Antoni de Barcelona, sobre todo por los combates de boxeo y de lucha libre. Pero el 25 de abril de 1970 allí se celebró el I Festival Popular de Poesía Catalana, que supuso un buen corte de mangas al franquismo, aunque entre las 4.000 personas que llenaban el Price había policías de la secreta y, en el exterior, los grises. Aquel acto en el que participaron Espriu, Brossa, Pere Quart, Gabriel Ferrater, Maria Aurèlia Campmany y Feliu Formosa, entre otros, fue un recital de poesía, efectivamente, pero a menudo el público acompañaba los aplausos con gritos de “Llibertat!” y pasó a la historia como el Price dels Poetes.
Cincuenta años más tarde, más unos meses de propina por la pandemia, ayer la Biblioteca de Catalunya conmemoró aquel acto singular que, como explicó Pere Portabella, junto con la Caputxinada y el encierro de intelectuales en Montserrat por el proceso de Burgos, supuso “un bucle” que desembocó en la fundación de la Assemblea de Catalunya en 1971. El cineasta fue uno de los protagonistas de la velada de ayer, con sus recuerdos y con la proyección de la película Poetes catalans, que filmó a escondidas gracias a la ayuda de un ex-boxeador, que le había ocultado la cámara antes del acto.
La señora de la limpieza también fue otra cómplice a la hora de esconder la recaudación, como recordó Carles Vallejo, presidente de la Associació d’Ex-presos Polítics del Franquisme y que hace cincuenta años participó también en la organización del acto, porque el dinero de las entradas se destinó a los presos y represaliados políticos del franquismo. Joan Colomines fue uno de los cerebros, que abrió el acto y se llevó una de las multas, “creo que de 10.000 pesetas”, recordaba Feliu Formosa ayer en la Biblioteca de Catalunya, que también participó activamente en la organización. La otra fue para Joan Oliver, por enaltecer al público con los gritos de libertad. Pagadas las multas y los gastos, las 142.000 pesetas restantes de la recaudación se destinaron a los presos y represaliados.
La consellera de Justicia, Ester Capella, recordó la demanda de hace cincuenta años: “Libertad y democracia”, y como la poesía “se convirtió en un grito de resistencia y un clamor de libertad”. Y también el poema de La pell de brau que recitó Espriu, que acababa así: “Ve per la nit remor de moltes fonts: / anem tancant les portes a la por” (“Viene por la noche rumor de muchas fuentes: / vamos cerrando las puertas al miedo”).
El acto de ayer, dirigido por Ona Balló y Manuel Guerrero, con el apoyo de La Perla 29 y la organización del Memorial Democràtic, fue gravado por el cineasta Isaki Lacuesta con Carles Torres, y contó con el cartel de Frederic Amat, que en 1970 intervino en la escenografía. Después de rememorar los hechos de entonces, conducidos por la actriz Carme Sansa, que también participó, llegó el momento de la poesía. Una treintena de poetas de todas las edades, referente de la poesía catalana de hoy, dijeron uno de sus poemas. No diré ningún nombre, porque todos los poetas que participaron son relevantes y claros exponentes del panorama actual.
Las Corrandes d’exili que Pere Quart recitó hace cincuenta años acababan con estos versos: “Una esperança desfeta, / una recança infinita. / I una pàtria tan petita / que la somio completa” (“Una esperanza deshecha, / una pena infinita. / Y una patria tan pequeña / que la sueño completa”).
Magí Camps (La Vanguardia, 06-10-2020)
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“Una recança infinita” por Magí Camps (La Vanguardia, 06-10-2020)
El Gran Price era un local muy popular en el barrio de Sant Antoni de Barcelona, sobre todo por los combates de boxeo y de lucha libre. Pero el 25 de abril de 1970 allí se celebró el I Festival Popular de Poesía Catalana, que supuso un buen corte de mangas al franquismo, aunque entre las 4.000 personas que llenaban el Price había policías de la secreta y, en el exterior, los grises. Aquel acto en el que participaron Espriu, Brossa, Pere Quart, Gabriel Ferrater, Maria Aurèlia Campmany y Feliu Formosa, entre otros, fue un recital de poesía, efectivamente, pero a menudo el público acompañaba los aplausos con gritos de “Llibertat!” y pasó a la historia como el Price dels Poetes.
Cincuenta años más tarde, más unos meses de propina por la pandemia, ayer la Biblioteca de Catalunya conmemoró aquel acto singular que, como explicó Pere Portabella, junto con la Caputxinada y el encierro de intelectuales en Montserrat por el proceso de Burgos, supuso “un bucle” que desembocó en la fundación de la Assemblea de Catalunya en 1971. El cineasta fue uno de los protagonistas de la velada de ayer, con sus recuerdos y con la proyección de la película Poetes catalans, que filmó a escondidas gracias a la ayuda de un ex-boxeador, que le había ocultado la cámara antes del acto.
La señora de la limpieza también fue otra cómplice a la hora de esconder la recaudación, como recordó Carles Vallejo, presidente de la Associació d’Ex-presos Polítics del Franquisme y que hace cincuenta años participó también en la organización del acto, porque el dinero de las entradas se destinó a los presos y represaliados políticos del franquismo. Joan Colomines fue uno de los cerebros, que abrió el acto y se llevó una de las multas, “creo que de 10.000 pesetas”, recordaba Feliu Formosa ayer en la Biblioteca de Catalunya, que también participó activamente en la organización. La otra fue para Joan Oliver, por enaltecer al público con los gritos de libertad. Pagadas las multas y los gastos, las 142.000 pesetas restantes de la recaudación se destinaron a los presos y represaliados.
La consellera de Justicia, Ester Capella, recordó la demanda de hace cincuenta años: “Libertad y democracia”, y como la poesía “se convirtió en un grito de resistencia y un clamor de libertad”. Y también el poema de La pell de brau que recitó Espriu, que acababa así: “Ve per la nit remor de moltes fonts: / anem tancant les portes a la por” (“Viene por la noche rumor de muchas fuentes: / vamos cerrando las puertas al miedo”).
El acto de ayer, dirigido por Ona Balló y Manuel Guerrero, con el apoyo de La Perla 29 y la organización del Memorial Democràtic, fue gravado por el cineasta Isaki Lacuesta con Carles Torres, y contó con el cartel de Frederic Amat, que en 1970 intervino en la escenografía. Después de rememorar los hechos de entonces, conducidos por la actriz Carme Sansa, que también participó, llegó el momento de la poesía. Una treintena de poetas de todas las edades, referente de la poesía catalana de hoy, dijeron uno de sus poemas. No diré ningún nombre, porque todos los poetas que participaron son relevantes y claros exponentes del panorama actual.
Las Corrandes d’exili que Pere Quart recitó hace cincuenta años acababan con estos versos: “Una esperança desfeta, / una recança infinita. / I una pàtria tan petita / que la somio completa” (“Una esperanza deshecha, / una pena infinita. / Y una patria tan pequeña / que la sueño completa”).
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