III
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| En querer consolar las grandes penas | | |
| de una mujer tan firme y tan amante, | | |
| era aquel pobre confesor un ciego, | | |
| sabiendo que corría por sus venas | | |
| la sangre de las viñas de Alicante | | |
| que crían una savia como el fuego. | | |
| El cura no sabía | | |
| que el no amar es muy bueno, pero es frío; | | |
| y por eso a Teodora le decía, | | |
| derramando en sus llagas el rocío | | |
| de una piedad sincera: | | |
| - Van a cumplir veinte años | | |
| que, ajena de pasiones y de engaños, | | |
| vuestra sagrada comunión primera | | |
| fue por vos de mi mano recibida; | | |
| ¡sed digna del honor de vuestra historia! | | |
| ¡reanimad el valor con la memoria | | |
| de los años primeros de la vida!- | | |
| - ¡Quince años hace escasos,- | | |
| Teodora murmuró,- que el dulce ruido | | |
| que levantaron al marchar sus pasos | | |
| quedó como una música en mi oído! | | |
| Y hace veinte años- añadió con torvo ceño | | |
| mirando al cielo en ademán de queja, | | |
| - que es él de mi alma y mis sentidos dueño; | | |
| ¡veinte años que pasaron como un sueño! | | |
| ¡Tenéis razón; no me creí tan vieja!... | | |
| Mas no hay medio: o vencer o ser vencida; | | |
| o perder la virtud o dar la vida.- | | |
| Dice así, y tiembla la infeliz esposa | | |
| cuando la causa de su mal confiesa, | | |
| como suele temblar la mariposa | | |
| que siente el alfiler que la atraviesa; | | |
| y el pobre confesor, que no sabía | | |
| que si es bueno no amar, es cosa fría, | | |
| cual sintiendo en la piel la ardiente huella | | |
| de un diablo que abrasándole le toca, | | |
| mira a la enferma con pavor, y en ella | | |
| halla una especie de perfil de loca. | | |
| Y agarrándole bien con la mirada. | | |
| - No soy loca, es que estoy enamorada,- | | |
| siguió la esposa- y lo que quiero, quiero; | | |
| vuestra piedad, no vuestra fe, reclamo; | | |
| si le amo, vivo; si no le amo, muero, | | |
| respondedme, ¿qué haré? ¿le amo o no le amo?- | | |
| Aguzando el oído, | | |
| y azorado de miedo como un gamo | | |
| que oye en el bosque de repente un ruido, | | |
| el cura sorprendido | | |
| dice cayendo en postración extrema: | | |
| - Tercera confesión: tercer problema!...- | | |
| Dudando en su fatal desconfianza | | |
| qué haría y qué diría, | | |
| por no romper el hilo todavía | | |
| que enlaza la mujer a la esperanza, | | |
| el cura del Pilar, quedando inerte, | | |
| sangre, en vez de agua, el desdichado suda; | | |
| pues a sí mismo con dolor se advierte | | |
| que es, en los actos del deber, la duda | | |
| una pregunta vil que hace la muerte. |
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