RENÉ DEL RISCO BERMÚDEZ
(1937 - 1972)
CUENTOS
Desde Vietnam bajo una lluvia de ceniza
(cont.)
¡Jim Smith! Todos serán Jim Smith envueltos en sus frazadas, regresando con el rostro sucio, y no habrán ganado el Osear, porque el Osear fue para Walt Disney, para el Doctor Spock, para la catedral de San Patricio, para la Navidad en Radio City, y no habrá un solo Osear para ellos en las bóvedas de WallStreet, no habrá un Osear para Jossie Brown tampoco, y esto me da mucha pena.
Por eso lo digo, es una tragedia griega. ¿Acaso no lo era también la visión de aquel sucio carnicero del Bronx que odiaba a las niñas de la escuela? Me decían que no, pero yo sabía perfectamente que las odiaba, que ese delantal ensangrentado era un patético aviso de tragedia y me negaba a ver sus manos llenas de coágulos terribles cuando se acercaba a la ventanilla. Sé bien que cualquier día pudo enterrar su cuchillo en la espalda de las niñas y yo no podía soportar callado esa certeza fatal. Es la tragedia griega, desde pequeño me la enseñaron. Donde quiera las mismas voces de la muerte, el mismo terror, la misma sangre en oleadas. Downtown en la noche, los ojos de Mike con su cuchilla relampagueando cerca de mi garganta, Julie con las piernas abiertas sobre la cama "tienes que aprender a hacerlo mejor, flaco ".
Siempre lo he dicho: Aquí no todo es abrir latas de Spam ".
Tiene uno que aprender a girar más rápido que todas estas ruedas, leer el "New York Times" mirando los rascacielos, y aún, nada de eso es suficiente: la televisión puede frenar nuestra alegría en un solo aviso, un sobre en el buzón puede traer la muerte en medio de la selva, en "Ti- me Square" es posible sacrificar un cordero con cara de escolar; Mickey Mande, ante diez millones de espectadores, puede ser aplastado por un casco de acero, y diariamente la multitud será atacada a bayonetazos en los programas de noticias sin que la sangre tiña nuestros zapatos en las habitaciones llenas de mariposas muertas, de agujas partidas y lápices perdidos debajo de las camas: Por eso hay que correr con los pies entre la mermelada y la sopa de espárragos, mirar el marcamillas del "Dodge", y abrir la ducha haciendo trompetillas; nadie te preguntará a qué hora es el desfíle del sexo, porque desde el Africa vendrán tambores y correrán los monos sueltos por toda la ciudad con sus esquinas incendiadas y entonces tú tendrás la libertad de dejarte arrastrar a grandes velocidades sobre las camillas del "New Hospital': y verás a Dean Martin sobre los palos de bandera saludando a las multitudes que se aprestan a escapar entre los "Subways". y tus pies pisarán alegremente sobre la cara verde de los dollars, mientras muchas personas escupen en cada puesto de periódicos y las niñas abortan en las cloacas de Madison Avenue: Es la manera de buscar la paz, la única manera de no quedar con las manos cortadas de una vez.
¡Atención, Atención! Un cohete despega desde Palisade Park, por favor no molestar a los niños que juegan a ignorarlo todo! LSD, LSD, LSD, el cohete llevará esas letras y todos repetirán seriamente: "LSD. LSD, LSD... " La fiesta no es la fiesta, es sólo un manera de no perderlo todo. Yo siempre me quedaré en los lugares donde el aire pueda levantarles las faldas a las mujeres, donde las pisadas no remuevan el lodo ensangrentado, donde Mary CoIlins sea un nombre y no Coronel Collins.
Un coronel quemando el periódico con un cigarro explosivo, quemando los anuncios de los cines, las crónicas de Bob Considine, el retrato de Anita Eckberg.
Prefiero el juego con las figuras negras, este juego que veo extenderse por toda la habitación, con las figuras que me caen sobre la cama, desde el techo, que dan contra los cristales. Ahí está en el suelo, junto a la mesa, la cabeza de Phillip, con su traje de combatiente de Korea.
Mamá vendrá a recogerla dentro de un instante. Phillip también preferirá este juego y no sería yo solo en este cuarto, seríamos los dos mirándonos la cara, "seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno, ¡cero! Atención, atención! Dos cohetes han despegado desde "New York University", favor de no molestar a Phillip, que va durmiendo ":
Yo no puedo dormir, me apasiona esta fiesta, esa corrida de toros que habrá en un momento en Harlem. Le colocarán banderillas a un policía y mamá estará en una ventana mirándolo y pidiendo a voces que no acabe la corrida, que traigan a otro policía después de ese, y luego a otro, y a otro, hasta que ya no queden más policías y entonces se ofrecerá ella misma con tal de que la fiesta no termine, y hasta ofrecería el cadáver de Phillip. Yo no dejaré que le pongan banderillas a Phillip.
El no volvió, pero ellos sí vendrán. Dirán que no, que se llamaban Jim Smith. Todos los Jim Smith trajeados
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