POESÍA SOCIAL
PUERTO RICO
MIGUEL A. ARZOLA BERRIS ( 1958 - )
LA TINTA ES SUDARIO DE LA CARNE Y LA PALABRA ( Fuente : edición digital del trabajo
LA OBRA POÉTICA DE MIGUEL A. ARZOLA BARRIS)
de FERNANDO CARRATALÁ TERUEL
16
TRES VARIACIONES A LA SOLEDAD EN UN SOLO CANTO
“...sólo las palabras silenciosas, frías, tranquilas...”
I
Llueve el agua silenciosa
en gotas de lluvia nocturna
pesada, pegajosa, parsimoniosa,
y cae sobre las astillas abandonadas de la vida
en forma de asimétricas torceduras
en los negros cristales transparentes engrasados de la noche
que es de luz y de sombra.
Cae el agua silenciosa,
degradada, desgarrada, descarriada
en la parábola del silencio repetida.
Tiene que sufrir martirio,
sentirse maltratada, tachada, transmutada,
apartada, derrotada, condenada,
en su eterna monotonía
pesada, pegajosa, parsimoniosa,
asomada al inmenso pozo letárgico de la vida
que es de irreales formas quemadas
de humeantes fuegos fugaces y desconocidas bellezas
en la tornasol oscuridad de la existencia desolada.
II
Llegas sin espacio bajo tus pisadas,
sin que se acorte el espacio de los bañados sudores del verde
/imposible
en las horas infinitas y perdidas de mis días.
Atraviesas las paredes de roca que separan mi cuarto de mares
/en la noche solitaria.
Naces, resucitas, me levantas del sueño inerte de la tristeza y me
/observas,
y te observo transparente, callada, sonreída, en vano desvelada.
La herida de tu muerte llenó de espantos y de arenas
los pájaros gaviotas de la vida.
Llegas cada noche, estás, me observas, cubriendo la herida que no
/cierra.
La vida de eternidades que somos no finaliza;
el amplio territorio del tiempo oculto es una lágrima y una sonrisa
cual desnuda penumbra transformada de luces entre las tinieblas
/tenebrosas y las olas
que se depositan sobre los corales del abanico húmedo de mi sombra
anochecida, desvelada, muertilenta.
Te observo y te alejas; te escucho en la memoria,
y me pierdo en tus invisibles labios mojados de lluvia de agua salada
bañados de azul ceniza en la noche eterna que naufraga
bajo el manto de luz de las estrellas guardadas en la herida
/innombrable que no cierra.
III
La noche se baña en el barro de la sangre
de la tristeza que ennegrece las estrellas del oscuro cuarto del mundo
/y de la vida.
Un errabundo hedor de sobrevivencia duerme su ronquido de sueños
tirado en los impenetrables pasillos asfixiantes del cuerpo y las sombras.
Las patas peludas de las arañas y las escamas de los alacranes con veneno
duermen sus plácidos suspiros derrumbados sobre las sábanas del tiempo,
y todos perdemos pedazos de vida al transitar los pasillos de cenizas
mientras vamos a ninguna parte, mientras nos acompañan las arañas y el
/silencio
del veneno ponzoñoso de los alacranes incapaces de cambiar la memoria
de los azules vapores que humean
colores de ozono sobre las rosas y el escalofrío que desgarra la conciencia de lo
/eterno.
Todo se acaba, poco a poco, y el vino juega a ser agua, y la sangre y el pan
no están invitados al juego de la vida del barro que ennegrece de eternidades
la luminosidad de las estrellas,
y nadie se da cuenta de la tristeza que nos aguarda silenciosa, fría, tranquila,
en los impenetrables pasillos asfixiantes de la vida.
(Es clandestina la fosforescente tristeza de la luz iluminada
/de las sombras solitarias.)
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