.
“Expresar lo inexpresable”, por Luis Racionero (De Espiritualidad para el Siglo XXI, La Vanguardia Ediciones, SL, Barcelona, 2017)
¿Quién desarrolla la sensibilidad espiritual?: los místicos. ¿Por qué los místicos no gustan a las iglesias?: porque consiguen el contacto directo con lo espiritual sin necesitar a los sacerdotes. En España tenemos un ejemplo excelso de mística: san Juan de la Cruz, que fue machacado por sus hermanos carmelitas durante nueve meses de prisión.
La espiritualidad es inefable, no puede expresarse en palabras. Puede sugerirse, indicarse, aludirse, pero no hay palabras exactas para ella: la poesía es lo que mejor la describe y por eso los místicos, como san Juan de la Cruz, han recurrido a ella.
Dado que estamos en España y comprendemos perfectamente el castellano, tenemos el privilegio de poder usar a san Juan de la Cruz como guía espiritual. Él mismo comentó en prosa sus poemas místicos: me voy a permitir reproducir algunos.
Uno de sus poemas dice así:
En una noche oscura
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
Es una experiencia típica de meditación y contemplación como lo que se enseña en las escuelas de meditación trascendental o del yogui Maharishi y tantas y tantas que están por todas partes hoy día. La clave es “estando ya mi casa sosegada”; hay que vaciar la mente de recuerdos, deseos, proyectos, hay que practicar el yoga de Patanjali: “parar los movimientos de la mente”. Entonces el interior de la persona, el alma, que es una nohe oscura, está sosegada y puede salir sin ser notada.
¿A dónde? A unirse con el todo. Atman, que es el alma dentro de cada uno, sale, sube o baja a unirse con Brahman, que es el todo, el océano de energía, que se capta interiormente como luz blanca, viva y gozosa.
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
Se trata de unión mística, de fusión, de transformación. Es como la gota de agua que se diluye en el océano, así el alma (atma) en el todo (Brahman).
Quedeme y olvideme, …
Cesó todo, y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
Cuando sufres o gozas una experiencia de este tipo, la sensación es de total abandono en un bienestar indestructible: por eso olvida su cuidado entre azucenas.
El poema en su totalidad dice así:
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y encelada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh, noche, que guiaste!
Oh, noche amable más que la alborada!
¡Oh, noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando ya sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado.
Cesó todo, y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
El camino de Buda de negación de los deseos lo explica san Juan de la Cruz así: “Para vencer todos los apetitos y negar los gustos de todas las cosas, con cuyo amor y afición se suele inflamar la voluntad, es menester otra inflamación mayor de otro amor mejor, que es el del Esposo” (el todo o Dios).
El Cántico espiritual es, quizás, la cumbre de la poesía castellana, además de una muestra de que san Juan de la Cruz llegó a la experiencia de unión espiritual y la intentó explicar. “La música callada, la soledad sonora” indican para mí que este hombre había llegado a la fusión con Dios, Brahma, el todo, la energía.
Déjenme añadir una estrofa de esta prodigiosa poesía:
Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora. ...
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.
Para que no queden dudas compara su experiencia con la ciencia: ¡y afirma sin rubor que la ha trascendido!, en este otro poema:
Entreme donde no supe,
y quedeme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Yo no supe dónde entraba,
porque, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo. …
Cuanto más alto se sube,
tanto menos entendía
qué es la tenebrosa nube
que en la noche esclarecía;
por eso quien lo sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero,
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero,
mucho bajo le parece;
y su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
y su ciencia trascendiendo.
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.
Y si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
En el Kena Upanishad se expresa así:
Viene al pensamiento de aquellos que lo conocen más allá del pensamiento, no a quienes se creen que puede ser alcanzado por el pensamiento: Él es desconocido para los instruidos y conocido por los simples.
Es la visión beatífica que han descrito por medio de la metáfora los grandes místicos y poetas. Dante ve a Dios de esta manera (Divina Comedia, Paraíso, capítulos 30 y 33 respectivamente):
Dentro de su profunda infinitud vi,
reunidas en un volumen, ligado por el amor
todas las páginas que por el universo se desparraman
substancia y accidentes, y sus relaciones
fusionadas de tal manera
que todo era una sola llama.
Que vi la forma universal de ese complejo todo
me lo confirma el hecho de que ahora, al escribirlo,
siento que mi gozo aumenta.
Y en el Bhagavad Gita la suprema visión se describe así:
Si la luz de mil soles
ascendiera súbitamente en el firmamento
ese esplendor podría compararse al fulgor
del Supremo Espíritu.
Y Arjuna vio en aquel resplandor,
el universo entero en su variedad,
contenido en la vasta unidad
del cuerpo del Dios de dioses.
Incluso Gandhi, el político, lo vio claro:
Hay un indefinible Poder misterioso que penetra todo0. Lo siento, aunque no pueda verlo. Se siente aunque no se pueda probar porque es muy diferente a todo lo que se percibe por los sentidos. Trasciende los sentidos.
Yo percibo que todo a mi alrededor está cambiando y muriendo, hay por debajo de todo ello un Poder Viviente que es invariable, que aguanta todo unido, que crea, disuelve y crea. Ese poder ¿es benévolo o malévolo? Lo veo como benévolo, porque veo que, en medio de la muerte, la vida persiste y en medio de la falsedad, la verdad persiste, en la oscuridad, persiste la luz. Infiero que Dios es vida, verdad, luz. Es amor. Es el Dios supremo.
Y lo dice el Chandogya Upanishad:
Todo este universo es en verdad Brahman. Él es el inicio y fin y vida de todo. Como tal, en silencio adórale.
Hay un espíritu que es mente y vida, luz y verdad y espacios inmensos. Contiene todos los trabajos y deseos y todos los perfumes y sabores. Envuelve el universo entero y lo ama todo en silencio.
Ese es el espíritu que hay en mi corazón, más pequeño que un grano de arroz, o un grano de cebada o una semilla de mostaza o el meollo de un grano de semilla de alpiste. Ese es el espíritu que está en mi corazón, mayor que la tierra, mayor que el firmamento, más grande aún que el mismo cielo, superior a todos estos mundos.
Él contiene todos los trabajos y deseos, todos los perfumes y todos los sabores. Él despliega el universo entero y lo ama todo en silencio. Este es el espíritu que está en mi corazón, este es el Brahman.
A Él iré cuando pase más allá de esta vida.
Una esencia sutil e invisible es el Espíritu de todo el universo. Eso es lo real. Eso es lo verdadero, y tú eres eso.
¿No les dan ganas de morirse?
Luis Racionero (De Espiritualidad para el Siglo XXI, La Vanguardia Ediciones, SL, Barcelona, 2017)
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“Expresar lo inexpresable”, por Luis Racionero (De Espiritualidad para el Siglo XXI, La Vanguardia Ediciones, SL, Barcelona, 2017)
¿Quién desarrolla la sensibilidad espiritual?: los místicos. ¿Por qué los místicos no gustan a las iglesias?: porque consiguen el contacto directo con lo espiritual sin necesitar a los sacerdotes. En España tenemos un ejemplo excelso de mística: san Juan de la Cruz, que fue machacado por sus hermanos carmelitas durante nueve meses de prisión.
La espiritualidad es inefable, no puede expresarse en palabras. Puede sugerirse, indicarse, aludirse, pero no hay palabras exactas para ella: la poesía es lo que mejor la describe y por eso los místicos, como san Juan de la Cruz, han recurrido a ella.
Dado que estamos en España y comprendemos perfectamente el castellano, tenemos el privilegio de poder usar a san Juan de la Cruz como guía espiritual. Él mismo comentó en prosa sus poemas místicos: me voy a permitir reproducir algunos.
Uno de sus poemas dice así:
En una noche oscura
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
Es una experiencia típica de meditación y contemplación como lo que se enseña en las escuelas de meditación trascendental o del yogui Maharishi y tantas y tantas que están por todas partes hoy día. La clave es “estando ya mi casa sosegada”; hay que vaciar la mente de recuerdos, deseos, proyectos, hay que practicar el yoga de Patanjali: “parar los movimientos de la mente”. Entonces el interior de la persona, el alma, que es una nohe oscura, está sosegada y puede salir sin ser notada.
¿A dónde? A unirse con el todo. Atman, que es el alma dentro de cada uno, sale, sube o baja a unirse con Brahman, que es el todo, el océano de energía, que se capta interiormente como luz blanca, viva y gozosa.
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
Se trata de unión mística, de fusión, de transformación. Es como la gota de agua que se diluye en el océano, así el alma (atma) en el todo (Brahman).
Quedeme y olvideme, …
Cesó todo, y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
Cuando sufres o gozas una experiencia de este tipo, la sensación es de total abandono en un bienestar indestructible: por eso olvida su cuidado entre azucenas.
El poema en su totalidad dice así:
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y encelada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh, noche, que guiaste!
Oh, noche amable más que la alborada!
¡Oh, noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando ya sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado.
Cesó todo, y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
El camino de Buda de negación de los deseos lo explica san Juan de la Cruz así: “Para vencer todos los apetitos y negar los gustos de todas las cosas, con cuyo amor y afición se suele inflamar la voluntad, es menester otra inflamación mayor de otro amor mejor, que es el del Esposo” (el todo o Dios).
El Cántico espiritual es, quizás, la cumbre de la poesía castellana, además de una muestra de que san Juan de la Cruz llegó a la experiencia de unión espiritual y la intentó explicar. “La música callada, la soledad sonora” indican para mí que este hombre había llegado a la fusión con Dios, Brahma, el todo, la energía.
Déjenme añadir una estrofa de esta prodigiosa poesía:
Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora. ...
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.
Para que no queden dudas compara su experiencia con la ciencia: ¡y afirma sin rubor que la ha trascendido!, en este otro poema:
Entreme donde no supe,
y quedeme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Yo no supe dónde entraba,
porque, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo. …
Cuanto más alto se sube,
tanto menos entendía
qué es la tenebrosa nube
que en la noche esclarecía;
por eso quien lo sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero,
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero,
mucho bajo le parece;
y su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
y su ciencia trascendiendo.
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.
Y si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
En el Kena Upanishad se expresa así:
Viene al pensamiento de aquellos que lo conocen más allá del pensamiento, no a quienes se creen que puede ser alcanzado por el pensamiento: Él es desconocido para los instruidos y conocido por los simples.
Es la visión beatífica que han descrito por medio de la metáfora los grandes místicos y poetas. Dante ve a Dios de esta manera (Divina Comedia, Paraíso, capítulos 30 y 33 respectivamente):
Dentro de su profunda infinitud vi,
reunidas en un volumen, ligado por el amor
todas las páginas que por el universo se desparraman
substancia y accidentes, y sus relaciones
fusionadas de tal manera
que todo era una sola llama.
Que vi la forma universal de ese complejo todo
me lo confirma el hecho de que ahora, al escribirlo,
siento que mi gozo aumenta.
Y en el Bhagavad Gita la suprema visión se describe así:
Si la luz de mil soles
ascendiera súbitamente en el firmamento
ese esplendor podría compararse al fulgor
del Supremo Espíritu.
Y Arjuna vio en aquel resplandor,
el universo entero en su variedad,
contenido en la vasta unidad
del cuerpo del Dios de dioses.
Incluso Gandhi, el político, lo vio claro:
Hay un indefinible Poder misterioso que penetra todo0. Lo siento, aunque no pueda verlo. Se siente aunque no se pueda probar porque es muy diferente a todo lo que se percibe por los sentidos. Trasciende los sentidos.
Yo percibo que todo a mi alrededor está cambiando y muriendo, hay por debajo de todo ello un Poder Viviente que es invariable, que aguanta todo unido, que crea, disuelve y crea. Ese poder ¿es benévolo o malévolo? Lo veo como benévolo, porque veo que, en medio de la muerte, la vida persiste y en medio de la falsedad, la verdad persiste, en la oscuridad, persiste la luz. Infiero que Dios es vida, verdad, luz. Es amor. Es el Dios supremo.
Y lo dice el Chandogya Upanishad:
Todo este universo es en verdad Brahman. Él es el inicio y fin y vida de todo. Como tal, en silencio adórale.
Hay un espíritu que es mente y vida, luz y verdad y espacios inmensos. Contiene todos los trabajos y deseos y todos los perfumes y sabores. Envuelve el universo entero y lo ama todo en silencio.
Ese es el espíritu que hay en mi corazón, más pequeño que un grano de arroz, o un grano de cebada o una semilla de mostaza o el meollo de un grano de semilla de alpiste. Ese es el espíritu que está en mi corazón, mayor que la tierra, mayor que el firmamento, más grande aún que el mismo cielo, superior a todos estos mundos.
Él contiene todos los trabajos y deseos, todos los perfumes y todos los sabores. Él despliega el universo entero y lo ama todo en silencio. Este es el espíritu que está en mi corazón, este es el Brahman.
A Él iré cuando pase más allá de esta vida.
Una esencia sutil e invisible es el Espíritu de todo el universo. Eso es lo real. Eso es lo verdadero, y tú eres eso.
¿No les dan ganas de morirse?
Luis Racionero (De Espiritualidad para el Siglo XXI, La Vanguardia Ediciones, SL, Barcelona, 2017)
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