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La poesía (una aproximación al tema)
En mi caso la poesía nace por necesidad: un tema que en su momento (días o años) me ha impresionado vivamente, me ha removido interiormente, y que, llegado un determinado momento, necesito expresar, trasladar al papel.
Por eso, todos mis poemas guardan alguna relación conmigo. Pero no constituyen una biografía, hay circunstancias vividas trascendentales que no me han motivado (hasta ahora) a escribir un poema, y otras, menos importantes, sí.
(Curiosamente) el tema me lleva a la forma. Yo digo que a cada cuento, un canto. Creo que cada poema es único, es una obra de arte y debe ser diferente a todos los demás. Eso me lleva a tocar muchas teclas formales con el inconveniente de no alcanzar lo que se llama un estilo personal (o quizá sí aunque con variadas formas, no sé).
Creo en la poesía como en un arte que reúne muchos otros (conocimientos sobre el lenguaje, la música, la pintura... experiencias vitales... posicionamientos filosóficos, éticos, políticos... Aunque de lo que más tiene que conocer un poeta, como es lógico, es de poesía: leerla, estudiarla... en definitiva, amarla (creo que todos los poetas amamos la poesía).
La poesía, a los poetas, nos ha cambiado la vida. Sin poesía seríamos diferentes, pensaríamos y viviríamos de otra manera. Sin duda, seríamos más desgraciados. No es que la poesía nos dé la felicidad, pero sí que nos ayuda a vivir la vida.
Escribir, escribo solo cuando estoy inspirado, generalmente al amanecer, cuando me despierto. Y mis poemas los empiezo en la oscuridad. Luego abro la luz de la mesilla y los paso a un cuaderno. Y a veces voy abriendo y cerrando la luz, porque la oscuridad me ayuda a concentrarme, a que los versos fluyan musicalmente (cosa para mí muy importante). Al levantarme, paso el texto del poema a máquina y lo leo y releo muchas veces, corrigiéndolo hasta que lo doy por terminado.
En terminar un poema tardo poco o tardo mucho, depende, pero en la mayoría de los casos muchísimo, a veces moviendo solo las comas, la puntuación. A algunos poemas les doy varias formas sobre el papel.
Quizá por esta forma de escribirlos, la mayoría de mis poemas son cortos, aunque hay excepciones. En estos casos, puedo llevar el poema en el bolsillo durante días e ir escribiéndolo.
Yo creo que en poesía hay que exponerse, arriesgar, no aceptar límites ni ponérselos. Afortunadamente son tan pocos los lectores de poesía y tan escasas las posibilidades de ganar dinero con ella, que la libertad del poeta puede ser total. Escribir lo que uno quiere cuando uno quiere, ¿cabe mayor libertad?
También soy de la opinión de que cuando se vive no se escribe y cuando se escribe no se vive. Es decir, para escribir sobre algo hace falta un cierto distanciamiento, que las impresiones y las emociones, sin perder fuerza, puedan salir de una manera intelectualmente ordenada (con premeditación y alevosía). No soy partidario de escribir sobre la noticia del día (salvo que ésta colme el vaso de nuestro sentimiento interior). Creo que hay que escribir con el corazón caliente pero con la mente fría.
Leer poesía me gusta mucho. Afortunadamente hay muchos poetas (vivos y muertos) muy superiores a mí, y leerlos me permite aprender de ellos y ponerme metas inalcanzables pero estimulantes. No sé por qué me gusta un poema (quizá podría saberlo si me pongo a examinarlo, pero normalmente prefiero no hacerlo), pero sé que un poema me gusta cuando lo acabo de leer, a menudo mientras lo estoy leyendo. Hay muchas cosas que pueden hacer que me guste: su forma, su intención, su tono, su intensidad, su elocuencia, su intensidad... casi siempre el conjunto de ellas. Los poemas que me gustan me hacen envidiar (noblemente) a los poetas que los han escrito y desear emularlos.
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He de decir que yo sí sé normalmente a dónde va a ir mi poema porque solo escribo cuando quiero decir algo, transmitir algo que necesito proclamar. El tema lo tengo claro desde un principio. Luego buscaré la forma que me parezca más adecuada, las palabras (que procuraré resulten comprensibles), las imágenes (si es posible pocas pero originales). Quiero que se me entienda aunque mi lenguaje poético no sea el lenguaje normal, el de la calle. Una vez, ante un poema mío de lenguaje algo arcaizante, me dijeron: ¿Así es como se habla ahora en España? ¡Como si el lenguaje poético coincidiera con el lenguaje hablado!
A mí me gusta mucho leer poesía. Durante muchos años he estado leyendo poetas muertos porque que les haya sobrevivido la fama es garantía de su calidad. Ahora he empezado a leer poetas vivos. La elección es difícil: yo no compró libros en las librerías, lo saco de las bibliotecas (esto ya da una cierta garantía de calidad porque los libros ya han pasado por una selección). Las antologías también me sirven para descubrir nuevas voces en las que luego profundizar. También las opiniones de los críticos o profesores es bueno tenerlas en cuenta.
Leer poesía es muy importante y al leer hacerlo por gusto (no es necesario diseccionarla ni entenderla, puede gustarme un poema que no entiendo, de hecho para que me guste un poema, entenderlo es lo de menos). Pero cuando quiero descifrar un poema: ver su estructura, sus recursos... no hay nada mejor que traducirlo. Al traducir un poema (o varios de un poeta extranjero) lo lees repetidamente, haces tuyos su vocabulario, sus símbolos... llegas a conocerlo tan bien como si lo hubieras tratado, conocido personalmente.
Cuando leo una antología de toda la obra de un poeta, normalmente empiezo por el final, en primer lugar porque la poesía acostumbra a mejorar con los años, en segundo porque me siento más cercano con el poeta cuando tenía la edad que yo tengo ahora. Leer después sus primeras obras normalmente me hace comprender que todos sus temas, sus intereses, se encontraban ya en sus inicios, aunque fuera en forma de semilla sin desarrollar.
Al igual que cualquier otro artista, el poeta tiene que conocer las reglas de su arte, su léxico, su historia..., para poder navegar por la poesía sin naufragar. No se puede decir "escribo en verso clásico" o "escribo en verso libre", sin saber lo que es el verso clásico y el verso libre: sus reglas, sus formas, las características que los diferencian. No estoy negando la posibilidad de escribir poesía a nadie, pero sí me gustaría que no se hiciera de la ignorancia blasón. Con humildad, hay que ir aprendiendo un poco cada día. En primer lugar, nos lo debemos a nosotros mismos, y, desde luego, a los otros, procuremos no martirizarlos.
El poeta solo ha de escribir sobre lo que le inquieta íntimamente. Un poema escrito por obligación o por encargo, normalmente (hay excepciones) se nota y generalmente le falta fuerza, ingenio, valor. Y si no se siente la necesidad de escribir, no pasa nada, es mejor no forzar las cosas. Antes que escribir un poema de forma rutinaria, mejor leer buena poesía. Cuando se escribe un poema hay que querer convencer, asombrar, traspasar esa muralla que existe inicialmente entre el autor y su lector. El lector es el mejor amigo de los poetas y debemos estarle muy agradecidos, porque entre mil cosas importantes por hacer, elige leer un poema nuestro: no podemos defraudarle.
La gramática, la puntuación, en un poema son importantísimas. No podemos presentar un poema sin mirárnoslo del derecho y del revés. El poema debe poderse leer por el lector en voz alta, y sonar igual a como nosotros lo leemos en voz alta. Ya sabemos lo importante que puede ser la colocación de una coma, pero es necesario insistir en ello. El poema es un objeto artístico y como tal debe ser tratado. La poesía forma parte del lenguaje y está sometida a sus reglas. Vale que, cuando las dominemos, podamos sustituir puntuación por espacios en blanco, o probar con una escritura sin puntuación, pero esto queda para los alumnos de los últimos cursos, reconozcámoslo.
La poesía no es un oficio (porque no da para vivir); es una vocación, pero la realización de una vocación exige mucho más que la practica de un oficio. El poeta trabaja con palabras y siempre está buscando la palabra exacta para el lugar exacto. En un poema cada palabra tiene un peso distinto, hay que acertar en su colocación.
Un buen poema nace de nuevo cada vez que se lee: nace cuando es escrito y nace cuando lo lee cada lector. Y en cada nacimiento, siendo el mismo, es distinto: a uno le recuerda a su padre, a otro a su tío; para uno es moreno y para otro rubio; para uno habla de amor y para otro de la suerte… o la muerte.
La poesía puede ser comunicación, pero también puede ser conocimiento... o iluminación... o narración... Hay poemas claros y poemas oscuros, pero los que parecen claros pueden esconder otra cosa y los oscuros pueden resultar diáfanos. Escribe como quieras, cuando quieras. Esta es la poesía que debes escribir. Y no te importe la opinión de los demás. Si alguien te merece un respeto especial, su opinión será la que te importará y no otra.
En poesía puedes escribir de todo sin dejar de ser tú mismo, porque detrás de cualquier cosa que escribas asomará tu oreja: tu opinión, tu sentimiento, tu naturaleza.
¿Es la poesía tramposa? A veces, pero como lo es siempre la magia que te hace ver lo que no existe y te trasporta a otro mundo, el de la imaginación, que muchas veces no es otro que el de nuestros sueños, nuestros deseos no manifestados. No se puede exigir a la poesía realidad, no es una ciencia exacta, siempre un buen poema encierra una polisemia, una multiplicidad de sentidos.
Los recursos poéticos no son exclusivos de la poesía, están en el lenguaje a disposición de todos. Y si la poesía es la quintaesencia del lenguaje, ¿cómo no va a utilizar con profusión y habilidad estos recursos? La poesía es un juego con las palabras que ejecuta un poeta-malabarista, un juglar que entretiene a los cortesanos con gracias que ocultan mensajes cifrados y descubren secretos bien guardados.
El poeta escribe con todo el bagaje de su experiencia y dentro de esa experiencia está también todo lo que ha leído.
Mejor que un mal poema es el silencio.
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Unas cuantas opiniones más sobre la poesía. (Aunque a veces pueda parecerlo, no creo tener la razón en todo lo que digo, acepto cualquier otro punto de vista, pero no puedo anteponer continuamente a mis opiniones: "en mi opinión", "a mí me parece", "creo yo".)
Todas las palabras tienen cabida en la poesía, pero todas, todas: arcaísmos o neologismos, suaves o procaces, científicas o técnicas, morales o inmorales...: TODAS. En poesía no hay palabras que sean tabú. Lo que pasa es que solo se pueden escribir en un poema cuando sean la palabra que requiere, la palabra precisa en el lugar preciso, y no por esnobismo, por epatar o por otras razones ajenas a las necesidades poéticas.
Lo mismo ocurre con los temas: todos pueden ser tratados en poesía, no existen temas tabú. En poesía, la libertad de expresión tiene que ser máxima. Ningún poeta puede aceptar límites a su libertad de expresión. En poesía no hay temas buenos o malos, sino poesía buena o mala. Naturalmente los foros, como las editoriales, pueden poner sus limitaciones a la publicación de determinados temas o poemas, pero eso no impide la libertad del autor de publicar en otro lugar o autopublicarse (esto es como las lentejas...).
No hay que relacionar al poema con su autor, salvo que se quiera sufrir grandes decepciones. Hay poetas magníficos cuyas vidas pueden parecernos perversas... Como ocurre en cualquier otro arte.
Ahora me parece conveniente hablar del "buenismo". Junto con el sentimentalismo, ya muy tratado, existe en poesía el peligro del "buenismo", aunque sus esquemas son distintos. El sentimentalismo es el peligro de escribir sin pensar que te van a leer, puede ser útil para desahogar nuestros sentimientos, pero no lo es para hacer aflorar los de los demás. El "buenismo" es otra cosa: es creer que todos somos buenos, que como somos poetas tenemos que demostrar que somos buenas personas. Y no, no somos mejores personas por ser poetas, ni es necesario que lo hagamos creer, de hecho es perjudicial a nuestra poesía. Es mejor ser buena persona escribiendo una poesía perversa (que precisamente por eso probablemente resultará más interesante) que ser una persona medianeja que solo escribe sobre lo "políticamente correcto", sea lo bueno o lo malo. La perspectiva "buenista" empobrece mucho el resultado poético.
A grandes rasgos, hay dos tipos de poemarios: los que se han formado mediante la adición de un número de poemas, agrupados o no por temas; y los que se han escrito con un propósito definido y un esquema previo. Sin que implique hacer valoraciones sobre su calidad, los primeros (los poemarios que reúnen unos cuantos poemas) son los que acostumbran a publicar los poetas noveles; los poetas más avezados acostumbran a escribir y publicar un poemario sobre un tema y con unas características previamente decididas.
A todos nos agrada ver nuestros poemas en un libro. Hay formas de hacerlo realidad: la primera, pagando la edición, porque ninguna editorial nos publicará si no hemos ganado un premio de poesía de los que incluyan la edición del libro; pero también se puede editar sin gastar dinero y es autoeditándolo en una editorial de internet. Hay varias que ofrecen la posibilidad de autoeditarse los libros. En este caso solo pagas los ejemplares que solicites que te envíen en papel y a unos precios por ejemplar muy asequibles.
Otra forma de darse a conocer son las redes, los foros de poesía y los blogs. Para mí las redes son muy poco útiles, parece que te lea mucha gente cuando en realidad te lee muy poca o ninguna, que no hace más que fichar en tu poema. Los foros facilitan mejor la intercomunicación entre sus miembros, intercambiar opiniones, y cuanto más se intercambien, más enriquecedores son. Los blogs son fáciles de abrir, salen gratis, y puedes publicar tus poemas que quedan al alcance de todo el mundo; para mí eso ya es suficiente. De todas maneras tengamos en cuenta que la poesía siempre ha sido cosa de pocos y por lo que yo sé, los poetas famosos contaban con muy pocos interlocutores (uno o dos), poetas famosos como ellos, con los que se intercambiaban y comentaban sus obras.
Es bueno consultar la opinión de alguien que nos merezca confianza antes de publicar un poema. En poesía, como en todo, disponer de un buen maestro ayuda mucho. También es bueno, no escribir y ¡zas!, publicar, sino dejar reposar los poemas un tiempo en el cajón, porque un tiempo de reposo, a la poesía, como al vino, le va bien.
Al leer los premios y las publicaciones de poesía, puede parecer que para escribir poesía haya que haber estudiado filología, dado que la mayoría de premios y publicaciones de poesía se nutren de autores filólogos. Pero si miramos los poetas vivos que han alcanzado la fama, vemos que muchos no son filólogos, los hay con muchas otras profesiones, algunas que no guardan ninguna relación con la literatura. Puede parecer una contradicción, en cualquier caso una afortunada contradicción (para nosotros).
El tema del plagio siempre es delicado. Vamos a ver, escribir sin poner algo de otros es imposible, todos estamos expuestos a infinitas influencia que de forma consciente o inconsciente aflorarán en nuestras obras. El plagio es otra cosa: firmar como propios poemas de otros, en todo o en parte; apropiarse de versos o estrofas de otros sin hacer mención alguna de su origen o camuflando el texto para ocultarlo.
Por eso, cuando en un poema se utiliza la "intertextualidad" que es usar algún verso o frase de otro poeta (cosa muy habitual, sobre todo en la poesía culta), hay que escribirla en cursiva, poner un asterisco y en nota final indicar de que poeta y de que poesía se ha sacado.
Inspirarse en la obra de otro, como generalmente se indica con una cita previa del mismo, no tiene nada que ver con el plagio. También otras veces se puede usar la forma y hasta parte del lenguaje de unos versos muy conocidos, pero dándoles otro sentido, con ánimo jocoso o como contrapunto moral: esto tampoco es plagio, pero es bueno indicarlo con algún subtítulo: "A la manera de...", "En contra de...", "Beckeriada", por ejemplo.
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Poesía americana vs. poesía europea.- Hay diferencias importantes entre la poesía que se escribe en Europa y la poesía que se escribe en América, principalmente porque en la poesía europea pesa mucho su tradición, su Edad de Oro, de la que le cuesta despegarse.
Por ejemplo, EE.UU. no tiene poesía propia hasta Walt Whitman, Emily Dikinson y Edgar Lee Masters. Los poetas anteriores escribían como los poetas de Inglaterra: sobre los mismos temas, y con el mismo estilo y forma. En Hispanoamérica ocurre algo parecido respecto a España, y creo que aquí quien marcó su independencia fue Rubén Darío.
Concretamente, en España la poesía ha vivido dentro de un cierto aislamiento, primero por la huella imperecedera de su Edad de Oro (Lope, Góngora, Quevedo...), después por el rechazo a leer poesía en otros idiomas, salvo quizá el francés. Evidentemente esto ha constituido una rémora pues mientras en Hispanoamérica la poesía se veía enriquecida con influencias llegadas de todo el mundo, en España se seguía viviendo en el Siglo de Oro.
También se dan diferencias sustanciales entre los temas que tratan las poesías de distintos paises. Por poner un ejemplo que puede resultar curioso, en EE.UU. no existe prácticamente poesía amorosa (no sé si por influencia puritana o por qué) mientras que tratan muchos temas de la vida cotidiana, sin irse a lo trascendente, a diferencia de aquí.
Poeta y sujeto poético.- No tienen nada que ver: el poeta es quien escribe el poema, el sujeto poético es el sujeto del poema. Puede ser que coincidan, pero no necesariamente.
Cuando coinciden poeta y sujeto poético, además, puede ocurrir que el poeta escriba en primera persona, o que se escude escribiendo en segunda persona, en tercera... o ¡en plural! De ahí que sea imprescindible no confundir al poeta con el sujeto de su poema.
Cuando poeta y sujeto poético no coinciden, el poeta puede poner en boca de un personaje (por ejemplo un personaje histórico) sus propias ideas o no, de manera que aquí tampoco necesariamente queda identificado el poeta a través de su poema.
También puede el poeta inventarse diferentes personajes poéticos desde los que escribir poemas e incluso poemarios enteros: así hizo Pessoa con sus heterónimos y también, Antonio Machado, y otros.
Como dijo Pessoa: "el poeta es un fingidor", aunque sea un fingidor que deja trazos de su personalidad en cuanto escribe.
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Escribir poesía.- Puede haber muchos motivos para escribir poesía, tantos como autores. Yo volví a escribir poesía a los 44 años (no había escrito desde el colegio, con 16) porque me sirvió de desahogo (al igual que la pintura) mientras atravesaba una situación difícil. Durante 4 ó 5 años años la escribí solo para mí, después, a través de un amigo, conocí de la existencia de una tertulia de poesía (la "Tertulia del gato") donde conocí por vez primera a otros poetas. La amabilidad e interés con que acogieron mis versos, me animó a seguir escribiendo, pero entonces ya no solo para mí sino para leérsela. Yo pensé que si mi poesía me había sido útil a mí quizá podría ser útil a otras personas.
Después hice un taller de escritura poética en la Universidad, comencé a asistir a un Club de Poesía de una biblioteca, me integré en un grupo de poetas...
Hay escritores que saben que quieren escribir poesía desde muy pronto, otros solo escriben poesía en determinadas épocas de su vida, generalmente las más angustiosas (como Oscar Wilde, por ejemplo, y otros).
Hay una época de la vida en que mucha gente escribe poesía: la adolescencia y primera juventud. Y hay otra en que conozco a mucha gente que ha empezado a escribir poesía: ya de mayor, muchas veces tras jubilarse, quizá satisfaciendo un deseo que antes no habían podido satisfacer.
A otros le llegó la poesía porque en su infancia o en su juventud sufrieron una enfermedad que les obligó a guardar cama durante mucho tiempo (por tanto, para matar el aburrimiento).
Publicar poesía.- Una cosa es escribir poesía y otra publicarla. Cuando se quiere publicar, aunque sea en un medio volatil (rápido) como internet y no en papel, hay que ser cuidadoso. Por respeto al lector y a uno mismo. Yo no soy partidario de escribir "a vuelaordenador", o sea directamente sobre la página de internet en que se está publicando. Puede ser que lo que salga resulte muy espontáneo, pero difícillmente tendrá la calidad deseable.
Por otra parte, internet no se puede decir que sea exactamente un medio volatil pues los poemas, de allí, no desaparecen nunca (como sin duda más de uno puede llegar a lamentar). Yo no dudo en corregir un poema tantas veces como haga falta, aunque lo haya ya publicado. Entonces saco nuevas variantes del mismo.
Comentar poesía.- Hasta hace poco, los poetas solo se encontraban con otros poetas de su ciudad o de su barrio, reuniéndose en tertulias o en grupos poéticos. Allí es donde aprendían (a través de las opiniones los demás) y corregían su obra. Algunos, más exigentes, mantenían correspondencia con algún otro poeta de su nivel, con el que intercambiaban originales. Por eso era muy habitual que los distintos grupos poéticos, difirieran mucho en temas, formas, recursos... según zonas, países... Hoy, internet permite conocer al día la poesía que se está escribiendo en todo el universo de tu lengua (y de las demás lenguas también).
Internet ha ensanchado los grupos locales, las tertulias de poetas, a niveles mundiales. Pero esto no sirve de nada si no se saca provecho de ello. En cualquier intercambio se saca al nivel de lo que se pone, por tanto quien lee, comenta y participa más, es más leído, comentado y participado. Y quien profundiza más, recibe más.
Leer poesía.- Más importante que escribir, es leer poesía, sencillamente porque hay muchos poetas mucho mejores de lo que podamos llegar a ser nunca nosotros, cuyas obras nos están esperando para darnos placer, consuelo, conocimientos o alegría. Si después de leerlos queda algo por decir o por decirlo de otra manera, la nuestra, pues podemos intentarlo.
Pedro Casas Serra, marzo 2017.
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La poesía (una aproximación al tema)
En mi caso la poesía nace por necesidad: un tema que en su momento (días o años) me ha impresionado vivamente, me ha removido interiormente, y que, llegado un determinado momento, necesito expresar, trasladar al papel.
Por eso, todos mis poemas guardan alguna relación conmigo. Pero no constituyen una biografía, hay circunstancias vividas trascendentales que no me han motivado (hasta ahora) a escribir un poema, y otras, menos importantes, sí.
(Curiosamente) el tema me lleva a la forma. Yo digo que a cada cuento, un canto. Creo que cada poema es único, es una obra de arte y debe ser diferente a todos los demás. Eso me lleva a tocar muchas teclas formales con el inconveniente de no alcanzar lo que se llama un estilo personal (o quizá sí aunque con variadas formas, no sé).
Creo en la poesía como en un arte que reúne muchos otros (conocimientos sobre el lenguaje, la música, la pintura... experiencias vitales... posicionamientos filosóficos, éticos, políticos... Aunque de lo que más tiene que conocer un poeta, como es lógico, es de poesía: leerla, estudiarla... en definitiva, amarla (creo que todos los poetas amamos la poesía).
La poesía, a los poetas, nos ha cambiado la vida. Sin poesía seríamos diferentes, pensaríamos y viviríamos de otra manera. Sin duda, seríamos más desgraciados. No es que la poesía nos dé la felicidad, pero sí que nos ayuda a vivir la vida.
Escribir, escribo solo cuando estoy inspirado, generalmente al amanecer, cuando me despierto. Y mis poemas los empiezo en la oscuridad. Luego abro la luz de la mesilla y los paso a un cuaderno. Y a veces voy abriendo y cerrando la luz, porque la oscuridad me ayuda a concentrarme, a que los versos fluyan musicalmente (cosa para mí muy importante). Al levantarme, paso el texto del poema a máquina y lo leo y releo muchas veces, corrigiéndolo hasta que lo doy por terminado.
En terminar un poema tardo poco o tardo mucho, depende, pero en la mayoría de los casos muchísimo, a veces moviendo solo las comas, la puntuación. A algunos poemas les doy varias formas sobre el papel.
Quizá por esta forma de escribirlos, la mayoría de mis poemas son cortos, aunque hay excepciones. En estos casos, puedo llevar el poema en el bolsillo durante días e ir escribiéndolo.
Yo creo que en poesía hay que exponerse, arriesgar, no aceptar límites ni ponérselos. Afortunadamente son tan pocos los lectores de poesía y tan escasas las posibilidades de ganar dinero con ella, que la libertad del poeta puede ser total. Escribir lo que uno quiere cuando uno quiere, ¿cabe mayor libertad?
También soy de la opinión de que cuando se vive no se escribe y cuando se escribe no se vive. Es decir, para escribir sobre algo hace falta un cierto distanciamiento, que las impresiones y las emociones, sin perder fuerza, puedan salir de una manera intelectualmente ordenada (con premeditación y alevosía). No soy partidario de escribir sobre la noticia del día (salvo que ésta colme el vaso de nuestro sentimiento interior). Creo que hay que escribir con el corazón caliente pero con la mente fría.
Leer poesía me gusta mucho. Afortunadamente hay muchos poetas (vivos y muertos) muy superiores a mí, y leerlos me permite aprender de ellos y ponerme metas inalcanzables pero estimulantes. No sé por qué me gusta un poema (quizá podría saberlo si me pongo a examinarlo, pero normalmente prefiero no hacerlo), pero sé que un poema me gusta cuando lo acabo de leer, a menudo mientras lo estoy leyendo. Hay muchas cosas que pueden hacer que me guste: su forma, su intención, su tono, su intensidad, su elocuencia, su intensidad... casi siempre el conjunto de ellas. Los poemas que me gustan me hacen envidiar (noblemente) a los poetas que los han escrito y desear emularlos.
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He de decir que yo sí sé normalmente a dónde va a ir mi poema porque solo escribo cuando quiero decir algo, transmitir algo que necesito proclamar. El tema lo tengo claro desde un principio. Luego buscaré la forma que me parezca más adecuada, las palabras (que procuraré resulten comprensibles), las imágenes (si es posible pocas pero originales). Quiero que se me entienda aunque mi lenguaje poético no sea el lenguaje normal, el de la calle. Una vez, ante un poema mío de lenguaje algo arcaizante, me dijeron: ¿Así es como se habla ahora en España? ¡Como si el lenguaje poético coincidiera con el lenguaje hablado!
A mí me gusta mucho leer poesía. Durante muchos años he estado leyendo poetas muertos porque que les haya sobrevivido la fama es garantía de su calidad. Ahora he empezado a leer poetas vivos. La elección es difícil: yo no compró libros en las librerías, lo saco de las bibliotecas (esto ya da una cierta garantía de calidad porque los libros ya han pasado por una selección). Las antologías también me sirven para descubrir nuevas voces en las que luego profundizar. También las opiniones de los críticos o profesores es bueno tenerlas en cuenta.
Leer poesía es muy importante y al leer hacerlo por gusto (no es necesario diseccionarla ni entenderla, puede gustarme un poema que no entiendo, de hecho para que me guste un poema, entenderlo es lo de menos). Pero cuando quiero descifrar un poema: ver su estructura, sus recursos... no hay nada mejor que traducirlo. Al traducir un poema (o varios de un poeta extranjero) lo lees repetidamente, haces tuyos su vocabulario, sus símbolos... llegas a conocerlo tan bien como si lo hubieras tratado, conocido personalmente.
Cuando leo una antología de toda la obra de un poeta, normalmente empiezo por el final, en primer lugar porque la poesía acostumbra a mejorar con los años, en segundo porque me siento más cercano con el poeta cuando tenía la edad que yo tengo ahora. Leer después sus primeras obras normalmente me hace comprender que todos sus temas, sus intereses, se encontraban ya en sus inicios, aunque fuera en forma de semilla sin desarrollar.
Al igual que cualquier otro artista, el poeta tiene que conocer las reglas de su arte, su léxico, su historia..., para poder navegar por la poesía sin naufragar. No se puede decir "escribo en verso clásico" o "escribo en verso libre", sin saber lo que es el verso clásico y el verso libre: sus reglas, sus formas, las características que los diferencian. No estoy negando la posibilidad de escribir poesía a nadie, pero sí me gustaría que no se hiciera de la ignorancia blasón. Con humildad, hay que ir aprendiendo un poco cada día. En primer lugar, nos lo debemos a nosotros mismos, y, desde luego, a los otros, procuremos no martirizarlos.
El poeta solo ha de escribir sobre lo que le inquieta íntimamente. Un poema escrito por obligación o por encargo, normalmente (hay excepciones) se nota y generalmente le falta fuerza, ingenio, valor. Y si no se siente la necesidad de escribir, no pasa nada, es mejor no forzar las cosas. Antes que escribir un poema de forma rutinaria, mejor leer buena poesía. Cuando se escribe un poema hay que querer convencer, asombrar, traspasar esa muralla que existe inicialmente entre el autor y su lector. El lector es el mejor amigo de los poetas y debemos estarle muy agradecidos, porque entre mil cosas importantes por hacer, elige leer un poema nuestro: no podemos defraudarle.
La gramática, la puntuación, en un poema son importantísimas. No podemos presentar un poema sin mirárnoslo del derecho y del revés. El poema debe poderse leer por el lector en voz alta, y sonar igual a como nosotros lo leemos en voz alta. Ya sabemos lo importante que puede ser la colocación de una coma, pero es necesario insistir en ello. El poema es un objeto artístico y como tal debe ser tratado. La poesía forma parte del lenguaje y está sometida a sus reglas. Vale que, cuando las dominemos, podamos sustituir puntuación por espacios en blanco, o probar con una escritura sin puntuación, pero esto queda para los alumnos de los últimos cursos, reconozcámoslo.
La poesía no es un oficio (porque no da para vivir); es una vocación, pero la realización de una vocación exige mucho más que la practica de un oficio. El poeta trabaja con palabras y siempre está buscando la palabra exacta para el lugar exacto. En un poema cada palabra tiene un peso distinto, hay que acertar en su colocación.
Un buen poema nace de nuevo cada vez que se lee: nace cuando es escrito y nace cuando lo lee cada lector. Y en cada nacimiento, siendo el mismo, es distinto: a uno le recuerda a su padre, a otro a su tío; para uno es moreno y para otro rubio; para uno habla de amor y para otro de la suerte… o la muerte.
La poesía puede ser comunicación, pero también puede ser conocimiento... o iluminación... o narración... Hay poemas claros y poemas oscuros, pero los que parecen claros pueden esconder otra cosa y los oscuros pueden resultar diáfanos. Escribe como quieras, cuando quieras. Esta es la poesía que debes escribir. Y no te importe la opinión de los demás. Si alguien te merece un respeto especial, su opinión será la que te importará y no otra.
En poesía puedes escribir de todo sin dejar de ser tú mismo, porque detrás de cualquier cosa que escribas asomará tu oreja: tu opinión, tu sentimiento, tu naturaleza.
¿Es la poesía tramposa? A veces, pero como lo es siempre la magia que te hace ver lo que no existe y te trasporta a otro mundo, el de la imaginación, que muchas veces no es otro que el de nuestros sueños, nuestros deseos no manifestados. No se puede exigir a la poesía realidad, no es una ciencia exacta, siempre un buen poema encierra una polisemia, una multiplicidad de sentidos.
Los recursos poéticos no son exclusivos de la poesía, están en el lenguaje a disposición de todos. Y si la poesía es la quintaesencia del lenguaje, ¿cómo no va a utilizar con profusión y habilidad estos recursos? La poesía es un juego con las palabras que ejecuta un poeta-malabarista, un juglar que entretiene a los cortesanos con gracias que ocultan mensajes cifrados y descubren secretos bien guardados.
El poeta escribe con todo el bagaje de su experiencia y dentro de esa experiencia está también todo lo que ha leído.
Mejor que un mal poema es el silencio.
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Unas cuantas opiniones más sobre la poesía. (Aunque a veces pueda parecerlo, no creo tener la razón en todo lo que digo, acepto cualquier otro punto de vista, pero no puedo anteponer continuamente a mis opiniones: "en mi opinión", "a mí me parece", "creo yo".)
Todas las palabras tienen cabida en la poesía, pero todas, todas: arcaísmos o neologismos, suaves o procaces, científicas o técnicas, morales o inmorales...: TODAS. En poesía no hay palabras que sean tabú. Lo que pasa es que solo se pueden escribir en un poema cuando sean la palabra que requiere, la palabra precisa en el lugar preciso, y no por esnobismo, por epatar o por otras razones ajenas a las necesidades poéticas.
Lo mismo ocurre con los temas: todos pueden ser tratados en poesía, no existen temas tabú. En poesía, la libertad de expresión tiene que ser máxima. Ningún poeta puede aceptar límites a su libertad de expresión. En poesía no hay temas buenos o malos, sino poesía buena o mala. Naturalmente los foros, como las editoriales, pueden poner sus limitaciones a la publicación de determinados temas o poemas, pero eso no impide la libertad del autor de publicar en otro lugar o autopublicarse (esto es como las lentejas...).
No hay que relacionar al poema con su autor, salvo que se quiera sufrir grandes decepciones. Hay poetas magníficos cuyas vidas pueden parecernos perversas... Como ocurre en cualquier otro arte.
Ahora me parece conveniente hablar del "buenismo". Junto con el sentimentalismo, ya muy tratado, existe en poesía el peligro del "buenismo", aunque sus esquemas son distintos. El sentimentalismo es el peligro de escribir sin pensar que te van a leer, puede ser útil para desahogar nuestros sentimientos, pero no lo es para hacer aflorar los de los demás. El "buenismo" es otra cosa: es creer que todos somos buenos, que como somos poetas tenemos que demostrar que somos buenas personas. Y no, no somos mejores personas por ser poetas, ni es necesario que lo hagamos creer, de hecho es perjudicial a nuestra poesía. Es mejor ser buena persona escribiendo una poesía perversa (que precisamente por eso probablemente resultará más interesante) que ser una persona medianeja que solo escribe sobre lo "políticamente correcto", sea lo bueno o lo malo. La perspectiva "buenista" empobrece mucho el resultado poético.
A grandes rasgos, hay dos tipos de poemarios: los que se han formado mediante la adición de un número de poemas, agrupados o no por temas; y los que se han escrito con un propósito definido y un esquema previo. Sin que implique hacer valoraciones sobre su calidad, los primeros (los poemarios que reúnen unos cuantos poemas) son los que acostumbran a publicar los poetas noveles; los poetas más avezados acostumbran a escribir y publicar un poemario sobre un tema y con unas características previamente decididas.
A todos nos agrada ver nuestros poemas en un libro. Hay formas de hacerlo realidad: la primera, pagando la edición, porque ninguna editorial nos publicará si no hemos ganado un premio de poesía de los que incluyan la edición del libro; pero también se puede editar sin gastar dinero y es autoeditándolo en una editorial de internet. Hay varias que ofrecen la posibilidad de autoeditarse los libros. En este caso solo pagas los ejemplares que solicites que te envíen en papel y a unos precios por ejemplar muy asequibles.
Otra forma de darse a conocer son las redes, los foros de poesía y los blogs. Para mí las redes son muy poco útiles, parece que te lea mucha gente cuando en realidad te lee muy poca o ninguna, que no hace más que fichar en tu poema. Los foros facilitan mejor la intercomunicación entre sus miembros, intercambiar opiniones, y cuanto más se intercambien, más enriquecedores son. Los blogs son fáciles de abrir, salen gratis, y puedes publicar tus poemas que quedan al alcance de todo el mundo; para mí eso ya es suficiente. De todas maneras tengamos en cuenta que la poesía siempre ha sido cosa de pocos y por lo que yo sé, los poetas famosos contaban con muy pocos interlocutores (uno o dos), poetas famosos como ellos, con los que se intercambiaban y comentaban sus obras.
Es bueno consultar la opinión de alguien que nos merezca confianza antes de publicar un poema. En poesía, como en todo, disponer de un buen maestro ayuda mucho. También es bueno, no escribir y ¡zas!, publicar, sino dejar reposar los poemas un tiempo en el cajón, porque un tiempo de reposo, a la poesía, como al vino, le va bien.
Al leer los premios y las publicaciones de poesía, puede parecer que para escribir poesía haya que haber estudiado filología, dado que la mayoría de premios y publicaciones de poesía se nutren de autores filólogos. Pero si miramos los poetas vivos que han alcanzado la fama, vemos que muchos no son filólogos, los hay con muchas otras profesiones, algunas que no guardan ninguna relación con la literatura. Puede parecer una contradicción, en cualquier caso una afortunada contradicción (para nosotros).
El tema del plagio siempre es delicado. Vamos a ver, escribir sin poner algo de otros es imposible, todos estamos expuestos a infinitas influencia que de forma consciente o inconsciente aflorarán en nuestras obras. El plagio es otra cosa: firmar como propios poemas de otros, en todo o en parte; apropiarse de versos o estrofas de otros sin hacer mención alguna de su origen o camuflando el texto para ocultarlo.
Por eso, cuando en un poema se utiliza la "intertextualidad" que es usar algún verso o frase de otro poeta (cosa muy habitual, sobre todo en la poesía culta), hay que escribirla en cursiva, poner un asterisco y en nota final indicar de que poeta y de que poesía se ha sacado.
Inspirarse en la obra de otro, como generalmente se indica con una cita previa del mismo, no tiene nada que ver con el plagio. También otras veces se puede usar la forma y hasta parte del lenguaje de unos versos muy conocidos, pero dándoles otro sentido, con ánimo jocoso o como contrapunto moral: esto tampoco es plagio, pero es bueno indicarlo con algún subtítulo: "A la manera de...", "En contra de...", "Beckeriada", por ejemplo.
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Poesía americana vs. poesía europea.- Hay diferencias importantes entre la poesía que se escribe en Europa y la poesía que se escribe en América, principalmente porque en la poesía europea pesa mucho su tradición, su Edad de Oro, de la que le cuesta despegarse.
Por ejemplo, EE.UU. no tiene poesía propia hasta Walt Whitman, Emily Dikinson y Edgar Lee Masters. Los poetas anteriores escribían como los poetas de Inglaterra: sobre los mismos temas, y con el mismo estilo y forma. En Hispanoamérica ocurre algo parecido respecto a España, y creo que aquí quien marcó su independencia fue Rubén Darío.
Concretamente, en España la poesía ha vivido dentro de un cierto aislamiento, primero por la huella imperecedera de su Edad de Oro (Lope, Góngora, Quevedo...), después por el rechazo a leer poesía en otros idiomas, salvo quizá el francés. Evidentemente esto ha constituido una rémora pues mientras en Hispanoamérica la poesía se veía enriquecida con influencias llegadas de todo el mundo, en España se seguía viviendo en el Siglo de Oro.
También se dan diferencias sustanciales entre los temas que tratan las poesías de distintos paises. Por poner un ejemplo que puede resultar curioso, en EE.UU. no existe prácticamente poesía amorosa (no sé si por influencia puritana o por qué) mientras que tratan muchos temas de la vida cotidiana, sin irse a lo trascendente, a diferencia de aquí.
Poeta y sujeto poético.- No tienen nada que ver: el poeta es quien escribe el poema, el sujeto poético es el sujeto del poema. Puede ser que coincidan, pero no necesariamente.
Cuando coinciden poeta y sujeto poético, además, puede ocurrir que el poeta escriba en primera persona, o que se escude escribiendo en segunda persona, en tercera... o ¡en plural! De ahí que sea imprescindible no confundir al poeta con el sujeto de su poema.
Cuando poeta y sujeto poético no coinciden, el poeta puede poner en boca de un personaje (por ejemplo un personaje histórico) sus propias ideas o no, de manera que aquí tampoco necesariamente queda identificado el poeta a través de su poema.
También puede el poeta inventarse diferentes personajes poéticos desde los que escribir poemas e incluso poemarios enteros: así hizo Pessoa con sus heterónimos y también, Antonio Machado, y otros.
Como dijo Pessoa: "el poeta es un fingidor", aunque sea un fingidor que deja trazos de su personalidad en cuanto escribe.
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Escribir poesía.- Puede haber muchos motivos para escribir poesía, tantos como autores. Yo volví a escribir poesía a los 44 años (no había escrito desde el colegio, con 16) porque me sirvió de desahogo (al igual que la pintura) mientras atravesaba una situación difícil. Durante 4 ó 5 años años la escribí solo para mí, después, a través de un amigo, conocí de la existencia de una tertulia de poesía (la "Tertulia del gato") donde conocí por vez primera a otros poetas. La amabilidad e interés con que acogieron mis versos, me animó a seguir escribiendo, pero entonces ya no solo para mí sino para leérsela. Yo pensé que si mi poesía me había sido útil a mí quizá podría ser útil a otras personas.
Después hice un taller de escritura poética en la Universidad, comencé a asistir a un Club de Poesía de una biblioteca, me integré en un grupo de poetas...
Hay escritores que saben que quieren escribir poesía desde muy pronto, otros solo escriben poesía en determinadas épocas de su vida, generalmente las más angustiosas (como Oscar Wilde, por ejemplo, y otros).
Hay una época de la vida en que mucha gente escribe poesía: la adolescencia y primera juventud. Y hay otra en que conozco a mucha gente que ha empezado a escribir poesía: ya de mayor, muchas veces tras jubilarse, quizá satisfaciendo un deseo que antes no habían podido satisfacer.
A otros le llegó la poesía porque en su infancia o en su juventud sufrieron una enfermedad que les obligó a guardar cama durante mucho tiempo (por tanto, para matar el aburrimiento).
Publicar poesía.- Una cosa es escribir poesía y otra publicarla. Cuando se quiere publicar, aunque sea en un medio volatil (rápido) como internet y no en papel, hay que ser cuidadoso. Por respeto al lector y a uno mismo. Yo no soy partidario de escribir "a vuelaordenador", o sea directamente sobre la página de internet en que se está publicando. Puede ser que lo que salga resulte muy espontáneo, pero difícillmente tendrá la calidad deseable.
Por otra parte, internet no se puede decir que sea exactamente un medio volatil pues los poemas, de allí, no desaparecen nunca (como sin duda más de uno puede llegar a lamentar). Yo no dudo en corregir un poema tantas veces como haga falta, aunque lo haya ya publicado. Entonces saco nuevas variantes del mismo.
Comentar poesía.- Hasta hace poco, los poetas solo se encontraban con otros poetas de su ciudad o de su barrio, reuniéndose en tertulias o en grupos poéticos. Allí es donde aprendían (a través de las opiniones los demás) y corregían su obra. Algunos, más exigentes, mantenían correspondencia con algún otro poeta de su nivel, con el que intercambiaban originales. Por eso era muy habitual que los distintos grupos poéticos, difirieran mucho en temas, formas, recursos... según zonas, países... Hoy, internet permite conocer al día la poesía que se está escribiendo en todo el universo de tu lengua (y de las demás lenguas también).
Internet ha ensanchado los grupos locales, las tertulias de poetas, a niveles mundiales. Pero esto no sirve de nada si no se saca provecho de ello. En cualquier intercambio se saca al nivel de lo que se pone, por tanto quien lee, comenta y participa más, es más leído, comentado y participado. Y quien profundiza más, recibe más.
Leer poesía.- Más importante que escribir, es leer poesía, sencillamente porque hay muchos poetas mucho mejores de lo que podamos llegar a ser nunca nosotros, cuyas obras nos están esperando para darnos placer, consuelo, conocimientos o alegría. Si después de leerlos queda algo por decir o por decirlo de otra manera, la nuestra, pues podemos intentarlo.
Pedro Casas Serra, marzo 2017.
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