CARLOS BOUSOÑO PRIETO (1923-2015)

EL BERGANTE ( LENGUAJE POÉTICO) A Alicia Redondo.


Allí donde tú vas cuando te introduces como un ladrón en ese

- - - - - / lenguaje que de ningún modo te pertenece,

cuando como un truhán de la peor especie penetras en él sin

- - - - - / que nadie te vea

con un agujero evidentemente no hecho para ti,

un cráter de presiones por donde ha reventado la necesidad

- - - - - / del reír absoluto,

del estar y salvarse,

de decir adiós y sostenerse, de recuperarse y de ser.


Pensemos por un instante en el equilibrista que, en el hilo de

- - - - - / suavidad, paso a paso avanza, entre dos rascacielos,

- - - - - / sobre el abismo,

y va adquiriendo muy lentamente, con exquisita precaución,

- - - - - / un espeso ser muy superior al mundo,

y llega a pesar más que el mundo, y el hilo tenue y frágil no se

- - - - - / rompe

bajo la enorme masa de pesantez casi religiosa de quien, al

- - - - - / avanzar, sagradamente se engrandece

y al fin llega a la meta, al otro lado, sobre la expectación de la

- - - - - / multitud que lo mira,

y allí recupera su figura primera, chiquita y familiar. Cont.

El ojo de la aguja


Segunda parte
                                                Desenlace final
                                   La muerte


Es la hora en que cae la sombra por el farallón, junto a la
   cadencia del mar; en que cae
el hacha de la verdad sobre una cabeza implorante.
Y es de ver, después de la honda decapitación,
su repetición en las otras y las otras cabezas,
y la repetición de la repetición: tal, en el ensayo insistente
de una obra teatral, bajo la mirada escrupulosa y sin término
de un director exigente y maniático.

Pero mira por dónde el espectáculo no carece de grandiosidad,
de belleza.
No carece de fascinación.
Porque al ser los más viejos quienes trasponen antes la puerta
atroz que conduce al patíbulo,
aquellos sucesivos ajusticiamientos callados,
la mortandad sigilosa y sin pausa, y los furtivos trenes que llegan
repletos,
uno tras otro, desde siempre hasta siempre, a Treblinka y a Auschwitz,

¡hacen rejuvenecer siniestramente hasta el fondo de las raíces
más hondas al orbe,
y en una explosión repentina de rosas ardiente y júbilo,
con crueldad, sin descuido de ninguno de sus recovecos,
de arriba abajo, espantosamente,
renuévanlo!

¡Y es justo en ese momento cuando todas las banderas y todas
las patrias,
y todas las aceradas fierezas y pabellones de los paladines del
mundo,
la feroz juventud invasora, los resplandecientes desplazadores,
los depredadores, los invictos, los justos,

en compactos escuadrones cerrados, cuadrados, cuadriculados,
obedeciendo geométricamente a la ley,

ascéticamente,
energéticamente,
delante del Soberano absoluto que rígido y en pie los contempla,
solitarios y únicos, arrastrando por el suelo, humillados todos
los vencidos estandartes hóstiles,
duramente inmisericordes en el inmenso páramo lúcido,

con el poder de toda la naturaleza concentrada y llegada,
despreciando los tiempos, las alteraciones, el sol y la luna,

interminablemente, definitivamente,
más profundos que todas las realidades y sueños,
victoriosos del todo,

cataclismos universales,

necesariamente, desfilan!

EL BERGANTE (Lenguaje poético) A Alicia Redondo.

Cont.

Así tú, pelafustán, bellaco,

tunante de baja estofa, randa de tres al cuarto, carterista menor,

has venido a robar en grande a esta casa,

has entrado por donde no debías,

te has ocultado detrás de una puerta hasta estar seguro de que

- - - - - / no había nadie por allí, para así poder iniciar con

- - - - - / tranquilidad el sutil merodeo,

el sistemático registro,

la meticulosa búsqueda del oro,

el sésamo

verbal que te abra el placer irisado,

la perla impensable, imposible,

una perla infernal.


Porque el infierno es estar aquí, en este regocijo,

en esta fiesta de anomalía donde se danza hasta el amanecer y

- - - - - / aún después en celebración de lo humano, y por tanto, en

- - - - - / celebración aberrante de la pesadumbre y del duelo, el

- - - - - / grito lastimero del hombre, su apagado quejido:

estar en la fiesta sacrílega donde se canta con gozo la angustia

- - - - - / de vivir y morir , rito entonces evidentemente flamígero

pues se levanta hasta la extremosidad de la llama, hasta su

- - - - - / cúspide,

hasta su límite exasperado,

hasta su misma quieta desesperación.


Sí, no hay duda, el rechinar de dientes es esto, es hallarse

en esta extravagante algazara

de nombrar y volver a sentir con redoblada intensidad, con

- - - - - / realidad mayor,

el dolor que padeciste hace mucho, el que aquél padeció,

el dolor

que no quería decir su nombre.

Y tú lo arrancas con esfuerzo rocoso, lo dices por fin del todo

- - - - - / con facilidad,

con escandalosa alegría,

adentrándote

en el peligroso lugar,

en el sitio mismo donde crece y se atiza la llama,

el agolpado sufrimiento del hombre, el Averno,

que gorjeando dulcemente se apodera de ti,

y hace resplandecer a continuación destructoramente en el fuego

- - - - - / todos los billetes que entre tus manos llevas,

y al fin sales sin nada por la misma abertura que te sirvió para

- - - - - / entrar,

y vuelves a ser el indigno golfante callejero que has sido,

sin memoria ya del extraño suceso, del sobrenatural acontecer,

vuelves a ser el menesteroso malhablado de siempre,

el mendigo

dispuesto a pedir limosna en el callejón,

a humildemente solicitar, hipócrita, una mansa moneda,

con la que poder un día más, acaso sólo un día más, tomar

- - - - - / una copa en la esquina

y emborracharte ligeramente, sólo lo indispensable,

como lo hacen, necesariamente también,

todos los elegantes transeúntes de la afanosa y rica ciudad en

- - - - - / que habitas.


Omitimos LA IGNORANCIA ( Lenguaje poético ; a Luís Antonio de Villena) y DISERTACIÓN SOBRE LA

CREACIÓN POÉTICA ( A Enrique Pupo-Walker)


EL ESTRUENDO Y LA SUAVIDAD ( Lenguaje poético. A Alonso Zamora Vicente)

Cont.

La muralla

A Pilar Palomo

¡El más allá! ¡Y si el otro Mundo
fuera como este!

C.B.


Inquirir con furia y manos,
estruendo de rabia y sal,
si el muro que aparta de
la interminabilidad
a nuestro ser, tan finible,
siempre nos lo apartará.

Con esfuerzo muy penoso
romper piedra, ensangrentar
manos que sin horizonte
buscan algo más allá.

Y cuando el trabajo acabes
y el agujero lo ha-
yas abierto lo bastante
para ver al través ya,
esperando enajenarte
en alta diafanidad,

ver un ojo al otro lado
como el tuyo, un ojo, ay,
que te mira con el mismo
acongojado mirar,
y decepción tan profunda,
con que tú lo mirarás.

¡Y unas manos y unas uñas
rotas del mismo escarbar
en la terrible muralla
del carecer e ignorar
que tú soñabas que fuese
ciencia de vida inmortal!

Y el ver tras la hendidura
como en espejo falaz
un rostro que al tuyo en algo
pareciese asemejar,

te hiciera pasar el muro
blanco de anhelo invernal
para palpar con tus manos
tan cruel solidaridad.

Y una luna como esta
rielase allí sobre un mar
como el de aquí, de agua amarga,
que rompiere con igual
monotonía también
en otro inmenso arenal.

Sin saber el agujero
que tú hiciese poco ha,
en el muro aquel, remoto,
una niebla o poco más,

se oyera una voz. Sonora,
desde tan hondo erial
(frente a las mismas paredes,
pero al otro lado ya),

diciendo: “Tras la muralla,
¡quien supiera lo que hay!
¡Que allí nos alces a todos
los que la muerte hunde acá,

“oh ardiente Zarza que quema
y nunca consumirá
los siempres de la alta nieve,
sino sólo los jamás!

“y que incendies los aún,
para que broten los ya
como rosas, donde anida,
breve, la Divinidad.

“¡Oh tú, primavera extraña,
con un raro aroma a más
que invade los corazones!
¡Fresco Dios que no es azar!”

(Pero ahí está la muralla,
y el gran silencio ahí está.)

“¡Muralla-del-pronto-iré,
pared-del-dolor-no-habrá,
catástrofe destructora
de un venir para un cesar,

“explosión de ese moverse
y de esa inmovilidad,
árbol que crece y que crece,
sin fin ansia vegetal
que llega hasta las estrellas
y aún las habrá de pasar,
pues en todas direcciones,
todo se agiganta, y va,
por la rosa de los vientos,
crecimiento universal!

“¡Piedra enorme del deseo,
paredón del anhelar,
granito del quiero y puedo!”

Muros de sueño y de cal.

La victoria del trueno

                                                                                              A José Hernández
                                                                                                                           
I

Dibujemos con calma un laberinto, parecido a la vida por
completo,
y hablemos de él con objetividad.
Mucho cuidado con las palabras.
Nada de exageraciones, de excesos.
Nunca debemos propasarnos.
Yo podría contaros mucho de ello
si este atardecer no fuese tan fugaz
y no interrumpiese y de manera definitiva
todas las conversaciones
cuando el cóctel se hallare en sus gratos e ilusionados
comienzos.
Ya sabéis lo que quiero expresar
y dejémoslo así.

Y, sin embargo,
¡cuánto podría yo deciros,
cuánto podría revelaros del laberinto y de sus escorzamientos
y desvíos hacia descampados o fronterizos sótanos de
insistentes interrogatorios sin fueros,
las fauces de tan entrecruzados y balbucientes caminos,
y, sobre todo, sus bajas maquinaciones,
en donde yace el tortuoso y negro saber,
el saber libido
y sus contradicciones soberanas,
como un rey en la tumba!


II

…Como un rey en la tumba…

Y es que algo desdice y zarandea y vuelve del revés
nuestra voluntad de irrumpir catastróficamente con el
rompehielos,
con el rompegélido mar, no el mar de Mármara,
el mar marmóreo y retumbante, en donde mueren, aturdidas y
heladas,
las blancas gaviotas de la resurrección.
Y resulta entonces que el enigma no tiene solución, ni el viento
pausa,
ni el error corrección alguna en la opacidad de sus negrísimas
nubes en donde nace el trueno.
El trueno terrible del error sobre el hombre,
el mundo hecho trueno del error sobre el mundo.
El alto trueno magno que convierte en el trueno
lo que dejo de ser
palabra, vida.

EL ESTRUENDO Y LA SUAVIDAD (Lenguaje poético. A Alonso Zamora Vicente)


Sí, es el lenguaje encrespado en su desazón,

el lenguaje en el que te arrojas y sus perros salvajes ladrando

- - - - - / al unísono,

el lenguaje en su fiesta dominical, en su asueto para la cacería,

los clarines de la libertad, la carrera por la planicie, el estruendo.

O bien, por el contrario, el lenguaje que se suaviza de pronto

- - - - - / y aparece en su dormición,

en su infinito bienestar, ociosos de toda tarea, oreado

por la siesta absoluta en que nada se oye, ni siquiera un

- - - - - / murmullo,

calderón del sonido y del viento,

como un atardecer sin su luz,

sin sus pájaros,

suspensión del color, del matiz, del olor,

pero donde hay fragancias que no son diferentes, jardines

imprevisibles,

invisibilidades, ornatos,

cálculos

delicados que se desvanecen,

anhelos indistintos,

requerimientos,

atrevidas vacilaciones, estertores

vacuos como abismos, como fatuas preguntas,

como cóncavas y extensas interrogaciones...

Es esto lo que sabemos y lo que nos atrevemos a ignorar

en el silencio del lenguaje, en su trino,

en su delgado resplandor, su vacilante oscuridad,

su inestabilidad delicada

que es como un llamamiento

intermitente, extraño, como una voz

casi extinta en la noche,

una voz que quisiera salvarnos,

que quisiera tenernos, arroparnos,

y nosotros, ateridos por la intemperie,

desearíamos ir,

desearíamos reposar en el cobijo dulce,

acariciador,,

estar, entretejernos.


y nos sentimos, sin embargo, como maniatados, una

- - - - - / inmovilidad

vegetal pegajosamente nos invade,

y se escucha cada vez más remoto, apagado ya al fin,

aquel sonido de dulzura.


tan hondos de piedad,

sin querer alejándose,

cada vez más pequeños,

un punto ya tan sólo,

a la fuerza arrastrándose perdidos

con amor todavía,

finalmente borrados

en la noche profunda.


DE LA MUSIQUE AVANT TOUTE CHOSE (Lenguaje poético. Homenaje a José Luís Cano)

Cont.

El ojo de la aguja



La danza              



                                                                                    A Maria Teresa Fraisse
                                                                                               y Joaquina Segura


Nacer, morir.(La necesidad, La renovación. Es la vida.)
¿Qué se puede entonces argüir
ante este rítmico compás,
esta esmerada danza, este reverencioso minué
cortesano, donde el noble señor saluda con tan buenas maneras
a la noble dama a la que se halla emparejado
y la instruye en un orden
superior, musical,
imperioso y suave,
pausado y alado,
y la conduce meticulosamente, y donde nada se confía al azar?
Todo en la norma, melodiosa, ajustada, precisa:
la nocturnidad en que el alma vacila entre polos
opuestos, ártico y antártico, ambos con hielo y frío,
ambos congelados en medio de sombras impenetrables,
el mundo ártico del bien, y el mundo antártico del mal,
indistinguibles y en tinieblas. Y La rotación diurna
y el gozo, que inexplicablemente inician
el cadencioso y respetuoso danzar
ante el salón del trono, donde tiene asiento el monarca, y la
extraña
vara de su justicia,

como nutrimento terrible, en la noche.




La vejez

                                                                    A Victor Garcia de la Concha

Y es que nuestra ignorancia
se extiende hasta el callejón de la pérdida,
allá  donde en la noche hay asaltos y hay robos,
y  de donde sale, estupefacto, el que se ha vuelto mísero,
cambiado, postrero, póstumo, irreconocible,
tras el encuentro indeseable que le ha privado del vestido
y de la gana de recuperar el vestido,
y no se puede ir a la fiesta de los disfraces,
y ya no se quiere ir, esa fiesta
en la que estábamos empeñados todavía al atardecer,
cuando casi caía la noche, y de un momento a otro iba a
........  comenzar el avance lento de la deshora,
y se nos iba públicamente a deshonrar,

como en la plaza del pueblo, en otro tiempo,
se alzaba paulatinamente el patíbulo
(”toda la noche se oyeron golpes en la madera”)
para los dos asesinos que en la celda final esperaban
purgar la media verdad de su mancha y la media mentira de su
pureza,
juntas e indiscernibles en una tanteante noche cerrada,
cuando a su hora, furtivamente, los guardianes llevasen a
 rastras hacia el castigo
(éste sí, entero, capital)
a aquellas vidas, que ya habían sido acaso en la remota infancia

(confiada, anhelante, crédula de luz)
suficientemente arañadas, pisadas,

vaciadas,
                     .......... extintas.

Final                    




                                                                    A Emilio Sanz de Soto


Y por fin alcanzar, con el esfuerzo todo de acumulados años
de paciente labor,
la gran serenidad
en que existir con fuerza en el extremo máximo del hilo
perentorio
es arte
de entrar sin compasión, poco a poco, en el fondo
amargo de la noche, para apurar allí,
hasta el último poso,
el vaso que te tiende finalmente la vida.
Deliberada poción que, en ella, desde siempre te aguarda,
cual madre despiadada de licores sin nombre,
y, entonces,
inmóvil la cabeza inalterable y alta, escuchar el concierto
descompasado, agrio, creciente, gigantesco,
de estruendos y sartenes,

cual malévola sombra, que ríe, como en burla.

DE LA MUSIQUE AVANT TOUTE CHOSE ( Lenguaje poético) Homenaje a José Luís Cano.


Y estamos con esto en el reino de la canción,

pues cada criatura, al ser verdaderamente nombrada en el

- - - - - / absoluto decir

hasta llegar a la llamarada de la relación y al relámpago,

se iba concentrando velozmente hacia adentro

y atravesaba , de este modo, una tras otra, con rapidez suma,

todas las interiores fronteras,

entrando así en el despojamiento, en la pureza, en la lenta

- - - - - / disipación,

y sólo quedaban allí, tras el riguroso traslado,

unos restos de música,

la música de aquello que se había ido,

pero una música que sabía,

una música que comía ser,

una música que eramos nosotros mismos, pero siendo, pero

- - - - - / comiendo

y llenándonos de estupefacción , de magnanimidad,

y aquel ritmo en el que estábamos del todo,

en el que verdaderamente éramos y comíamos,

resultaba como un sueño dulcísimo

que estábamos soñando

justamente cuando la música inexplicablemente cesó,

y entonces, radical y completamente despiertos, al fin,

yacíamos fatigados, una vez más,

sobre una losa, en el yermo.


III


LA INTERROGACIÓN


UN SUSURRO EN LA NOCHE ( A Ruth)

Sin esperanza, la Palabra pura

oyes en la negrura

acérrima del ser. No importa al alma yerma

desolación, sopor, desolladura.

- "De luz será la piedra más oscura

y despierto estará quien ahora duerma."


Apagóse el sonido.

La escasa luz nocturna más aún merma,

y en tinieblas inquieres: - " ¿quién murmura?".

Pendiente -intenso, agudo- está, el oído,

del aire, y suspendido.

El aire grave y la tenaz llanura.


EN EL MOMENTO DE TU MUERTE (Cont.)

Buen día. ¿Creíste que me fuí? Pues ya ves que no, te sigo y persigo, jeje.
Ahora como me dejaste sin trabajo, simplemente leo, eso sí, cuando el tiempo me deja, ahora estoy acosada por él, así que en cierto modo, gracias por darme este respiro.

Un beso grande, y sigo por aquí.

Sigue respirando. Y disfruta de la alegría de estos días. Ya hablaremos. Besos.

EN EL MOMENTO DE TU MUERTE

Al irte , atravesaste el duro muro

con fuerza poderosa,

y por el repentino boquete,

entre el polvo levantado y las piedras

caídas al penetrar tu cuerpo por allí,

irrumpieron fragmentos de verdades brillando extrañamente,

rotas, interrumpidas

en el momento culminante...


// Un jadeo

acaso,

una respiración

latente,

un ritmo de conversaciones

musitadas o implícitas,

acalladas,

en todo caso,

rápidamente, llegaron,

o lo creímos de este modo,

hasta nosotros. Hubo

enseguida un viento

furioso,

entraron unas hojas

en rachas huracanadas que pronto se desvanecieron,

al contacto del aire

de nuestro lado. El resplandor no duró mucho,

aunque nos cegara

por un poco de tiempo.

Aquello,

si existió,

apagóse, en efecto,

no tardando. ( Cont.)

EN EL MOMENTO DE TU MUERTE (Cont.)


- - - // Y luego

regresamos humildes,

a nuestra rutinaria

tarea cotidiana. "Buenas tardes", decimos,

con naturalidad,

a nuestros convecinos, olvidados nosotros del todo

de aquel instante en que latieron juntos,

si fue así,

viento y fulguración. Y continuamos

sin levantar cabeza

de nuestros libros y calamidades,

día tras día. Mas alguna vez,

sin proponérnoslo,

vuelven a nuestra mente,

durante un punto casi inapreciable,

ráfagas y luz fatuas, hojas

intermitentes,

que se hacen nimias, nulas,

voces que se corrigen

apagándose. Y un silencio

después

interminable.


Y nos quedamos hondos, pensativos.


CANCIÓN DE LA ESCALA BLANCA Y NEGRA ( Habla el poeta)

(Subiste así la escala blanca y negra) C.B.


Hacia la tarde de lo que ya sí

ibas creciendo lentamente en ti

como un tardío olivo llega a sí.


Y en ese punto fue cuando empezó

el reino del quisiera, se extinguió,

alcánzalo, no puedes, tú, él, yo.


Y te dijiste: alondra o alhelí,

viento del Norte, llévame hacia allí,

pues es la tarde de lo que ya sí.


Más una voz de pronto se escuchó:

lo que nunca dijiste anúncialo,

dilo, pronúncialo, libéralo.


Al llegar tú tan arduamente a ti,

lo que arribaba con esfuerzo así

como la tarde de lo que ya sí,

era la noche de si entonces yo.

Pero y sí, y si no...


Un ruido interminable se escuchó.

Nadie supiera cómo o cómo no

la voz aquella que se interrumpió

siguió siguiendo lo que no siguió.


Sí, no sí, no, sí, sí.

Era la linde de lo que no sí.



IV

Omitimos PRIMERA ELEGÍA EN LA MUERTE DE VICENTE ALEIXANDRE, por haber sido expuesta ya en otro espacio.


V

LA ESPERA (Cont.)

Lo estoy disfrutando, y sigo dándote las gracias.

Besos.

V

LA ESPERA

CON EL AVANCE DE LOS AÑOS

(Profundamente en la mitad
del mundo. C.B.)


I

Con el avance de los años se entra

a una bajada hacia algún sitio

emprendedor, pues nos hace ver todas

las cosas de otro modo,

y si cierra mercados, abre también países

nuevos

a nuestros ojos ávidos.

Bajada muy sutil porque es delgado

el producto obtenido,

frágil como una bella

porcelana de China, un cristal de Murano,

o de Chartres un juego de altas luces.

Vamos de sorpresa en sorpresa,

no podemos quejarnos.

Es más horrible todo de cuanto suponíamos.


II


Vamos cayendo poco a poco.

De ningún modo aquello es

acantilado o precipicio,

aunque tal lo parezca.

Se asemeja más bien a una buena película

de cine en donde lo violento se enmascara

con la cámara lenta y resulta así dulce,

extraño, fuera de lo común,

casi un ascenso.


Todo sube primero

estallando hacia arriba.

Trozos de plato, contingencias, tu bella vista en trozos

muy pequeños,

una guitarra que se despedaza

y luego se hace partículas ligeras

y todo vuela leve,

antes de empezar a caer

como una lluvia mansa,

casi

desprovista y sin peso,

un orbayo finísimo.

Tienes tiempo de ver el arco iris

de la calamidad en toda su bellez,

por el ámbito suave,

amanecer muy puro

en la mitad del cielo (cont.)

VEJEZ

Imposibilidad de seguir

naturalmente en la ficción

de que no cesará el vivir.

Descubrir

que morir

ya no es mera noción.


Y al contrario, la carne, su palpar inmediato,

su sublime y central arrebato

son ya tan sólo concepciones

con la apariencia de un recato

que ocultase nuestras pasiones.


Mas bajo el velo ya no hay nada.

Tan fantasmal como la vida

la vela del barco está hinchada.

Presta la jarcia, la partida.


Omitimos OLAS.


MORIR ( Crepúsculo)


Aprender a morir despacio

como increible el firmamento

se va convirtiendo en palacio

hecho todo de quieto viento.


Y ser por fin, ya serenado,

alta transparencia nocturna.

Tranquilidad a que ha llegado

esta gran piedra taciturna.


Sin embargo, qué de otro modo

vemos, al morir, cada cosa.

Querer vivir, y dejar todo.

Este son dulce, esta luz rosa...

UN ÁLAMO ( A Guillermo Carnero)


Míralo dulce, míralo sonoro

por la brisa de abril, que aún huele a frío

sol. Míralo suavemente en esta tarde

de mayo, en este junio soñoliento,

en el agosto verdemar y en calma,

serenamente. Míralo. Que tu

mirada se demore en hojas,

en bullicio intrincado, en píos y gorjeos

que brotan, escondiéndose,

entre aquella ancha copa vegetal,

esponjosa, que absorto tú contemplas removerse

con tanta levedad. Míralo bien. Repasa con amor

su adorable presencia, en esta tarde de septiembre,

cálida aún. Aprende su armonía

luego

frente al atardecer, su estar ahí

durando,

ya despojado de hojas

su ser, mientras tú lo acaricias con los ojos,

lo sabes. Por completo desnúdate

mentalmente, sin lágrimas.

Míralo todo bien una vez más.

Sin lágrimas aprende

la honda lección de vida quieta, oscura.


ARS MORIENDI

- - - - - - - - - ( "Un bel morir tutta una vita onora")


- - - - - - - - - ( Porque la aspiración de la carne es la muerte. ROMANOS, 5-


Las cosas, y las criaturas todas buscan incesantemente su

- - - / destrucción, su peculiar modo de morir,

y es esa búsqueda una indagación necesaria, una

- - - / investigación que hace, precisamente, ser.

Las cosas se investigan a sí mismas ciegamente hacia su final

- - - / necesario,

buscan la forma exacta en que ha de aparecer su anulación.

La forma, el arco de la muerte, la curvatura, la plasticidad;

- - - / como de objeto con que se extinguen.


Ah, esto es el asa que no es, la forma justa de la boca de jarro,

o acaso de un esplendido jarrón de Sèvres de exquisita

- - - / factura, o bien chino, viejo como el humano dolor.

Ved la estrechez, no sé si inverosímil, de su alta cintura,

la poderosa panza que de pronto perezosamente se extiende,

llenándose de rumores y susurros como de alcoba,

sumida en la oscuridad, en un remoto otoño sombrío.

Y es allí donde se congrega el azar de las significaciones.

Y donde precisamente la forma de morir se consuma.

Y esta criatura que muere en forma de jarrón chino

es quizás un viejo Arlequín,

o una anciana que ha gastado su vida en el menudo ajetreo

- - - / doméstico,

ir de acá para allá llena de hijos y de paciencia y trabajo, y

- - - / sufrimiento,

continuo como la porcelana que es suave al tacto, suave cual

- - - / aquella bondad

de la mujer que muere ahora

en miserable cuchitril.


ÚLTIMA VOLUNTAD


Lo que nunca dijiste, que se diga,

y a quien te aprisionaba líbralo.

Y todo crezca y todo siga y siga

cuando al fin te inclines a lo

que terriblemente te obliga

entre la noche de lo que ya no.


VI


EL ANHELO ( Cont.)

Oración inicial del adivino
a los ángeles de la muerte  


                           A Elena Catena


          I
(Ángeles del enigma)

Cojamos la baraja. Pero antes de usarla para penetrar el fúturo,
oh Incertívere, Escónditur, Revelatio, ángeles que entreabrís
con pulcritud el silencio,
descubridme lo que arde invisiblemente detrás
de cuanto nos es dado: páramos altos, cielos, bendiciones,
promesas,
nubes de polvo, deleznables consuelos…

Si, decidme por qué
ese río insistente que roe,
ese depredado farallón

esa arena tan suave
que fue roca en los siglos, permanencia en el muro de la
….temeridad.
Y llegaba muy alto, y allí arriba la luna,
ese ensimismamiento de luna que no pasa.
Y hay arena en el aire y en el agua del río,
bajo el firmamento demorado y azul…

Oh sí, por qué las cosas,
los hombres… Qué persiguen,
halcones
desaforados, ciegos
tras la caza, y alcance
sangriento
le están dando; qué anhelan
cuando la mar, el viento…
Y las hojas se esparcen, y todo se hace oro, delicado, sutil;
qué husmean, qué deliran, qué absorben tanto… Mueren.
Mueren de muerte muerta que nos hace morir.


                 II
(Ángeles de la muerte)

Y la voz que se eleva, oh Nullius, oh Anonadatis,
guardianes de las cabeceras con candelabros y dolor,
sábanas del enigma, sudarios de la sombra,
espejos del silencio
profundos como arcanos dormidos en el límite
sin olas de la mar.
Quietas banderas, orden,
alquitaras, destino,
taciturnos ocasos,
silentes de sí mismos,
metidos
hacia un adentro en flor…
reconcentrados templos
suavísimos, inmóviles,
poder de las esferas
penúltimas.
…………Decid.

Decidme,
………..Noseris, Terminatio,
en la noche amarga del mundo…

III

La Madeja


                                                                                     A  Ángeles y Jaime Cerrolaza

En la noche callada,
suspenderse a sí mismo, detenerse,
sonido (¿voz, pisada?),
confusión que nos llega,
qué sino fue, qué patria.
El laberinto, el otro lado,
la vuelta a la desgracia,
la madeja que no se puede desenredar,
la maraña que nos congrega en meditación,
quitar ese movimiento, ese daño,
ese estupefacto dolor,
absortos en la noche profunda,
inmóviles en ella,
con una madeja en los dedos,
mirándola, sin poderla entender,
por qué la tengo aquí, por qué estaba,
una mano, una mano tan sólo,
una boca de sombra, qué más da, alguna boca,
se interrumpe una sílaba, escisión de una lámina,
por qué dónde, o el viento,
por qué iba, o lloraba,
por qué estamos aquí,
no me puedo desenredar, ojo que mira desde
el sitio de una lágrima.
Algo pasa en el mundo, algo a mí me sucede,
despegarse es difícil, y una madeja lóbrega,
me asusta una madeja, y no entiendo qué ocurre

en la noche callada…




Soplar



                                                                                             A Carmen y Jaime Ferrán

Dónde, cuándo, cómo. Para qué, por qué.
La vida fue un soplo. “Soplad”,  dijo el que
podía decirlo. Yo quise soplar
con todas mis fuerzas y un fuego avivar.
No sé qué pasó, y yo no soplé.
Llama que se apaga. Humo que se fue,
lejos, no sé dónde, disipándose…

Se nos dijo: “Sopla”.
Entonces, de súbito, iniciábase
en mí mismo aquello.
Cesaba un oído, una ceja se
cambiaba de sitio.
Del rostro, de pronto, un ojo íbase.
Un labio faltaba, la nariz se fue.
Perdía una uña, una mano, un pie.
La otra mano, suelta,
al pie que quedaba, con fuerza y angustia,
aferrábase…

VI

EL ANHELO

EPITAFIO (M.G.S)

La voluntad siempre dispuesta

a saltar la muralla impía,

a granito y muerte se apresta

por buscar lo que no moría.


(Por buscar lo que no se muere...

Yo sé de un alba quieta y rosa

que todo cambio reprimiere

por alcanzar no sé qué cosa...)


Tras aquel inmortal exceso.

que hayas encontrado por fin,

bajo la ruina del suceso,

la inmovilidad de un jardín.


EL AMOR ( cont.)

EL AMOR ( Cont.)

Cuando nadie pudiera imaginarlo,

cuando nadie pudiera,

cuando así,

vino el amor despacio en la alta noche

sin abrir una puerta, sin mover una hoja, levísimo y oscuro,

y con trabajo lento, casi inmóvil,

con efuerzo obstinado, muy terco entre las sombras,

fue soplando en las aguas para crear en ellas, infundiéndose,

tenue burbuja que muy poco a poco,

sin que ello se hiciese perceptible,

se iba agrandando en la penumbra,

agigantando su irisada pompa,

su exagerado bulto crecía más allá de estos limites

por la respiración

misma con la que el hombre suspiraba

y un más allá pedía lejos de este dolor,

y crecía y crecía, iba creciendo,

y sobre el agua resbalaba suave

inmutable y sereno bajo del cielo azul,

ajeno a todo

lo que le hizo nacer, creciente, extraño,

cisne enorme del mundo.


Omitimos DESDE LA CIMA DEL MUNDO y EL SUFRIMIENTO.

CONT.

IV

                     Adiós



Hacia la muerte


Roza, roe, rumia, lima.
Mas todo va tan lento
que es una persuasión,  que es una cima
solar este momento
tan dulce que el roer, limar, los siento
como una levedad que allí se anima
e imperceptiblemente se menea.
Ya se murmura, ya se rumorea
de algo que es muy sutil.
El aire, el viento.

Si, eso que no es nada y se aventura,
en busca de un tesoro,
a mover una flor, una ventura
suave, de una niña el pelo de oro,
con su caricia queda
cual toque apenas  de una luz de seda
en esta tarde casi inmóvil,
…………………………..pura.



Elegía sin retorno


                  I

Días venidos, idos…
¿Quién los trazó iracundo
con los dedos heridos?
Los renglones torcidos,
la tinta escasa, nula.
Y hasta el callar profundo
más al fondo recula.
Junto a todos los ruidos,
detrás de los sentidos,
el silencio del mundo
y los aires barridos.

¡Adiós, mis compañeros,
ardores encendidos,
mis cárceles y fueros,
goces y penas…! ¡Idos!


                 II

¡Idos! ¡El mundo aún canta!
¡Rocío, alondra, tú,  lira ligera,
mi delgada garganta,
mi dulce mañanera
que entre los aires me poblaba y era!

¡Pero también adiós, abruptas peñas,
mi alzado baluarte numantino
(y fuerzas tan pequeñas,
y amor tan vespertino,
y la dulzura de mi desatino)!

¡Adiós, adiós, cuidados,
victorias tristes, vastos desconciertos,
caminos despoblados
por donde venir ciertos
hacia mis parameras y desiertos!

Envuelto en soledades
como en rigor de túnica el patricio,
pliegues, severidades,
duermen todo ejercicio.
Hondo silencio de mi precipicio.

           III

Mas vosotros seguid. ¡El mundo os canta!
¡Rocío, alondra, tú, lira ligera,
mi delgada garganta,
mi dulce mañanera
que entre los aires me poblaba y era!

RECORDANDO A PASTORA IMPERIO ( que, en sus últimos años, con la edad del mundo, conservaba viva toda la magia de la danza, aunque, gorda y pesada como estaba, sólo podía mover sus inmensamente significativas manos...)

A Dámaso Alonso


Siempre he pensado que en la repentina inmovilidad

de la bailaora inmemorial está toda la danza

y se agolpa de súbito en ese reposar

instantáneo,

bajo el peso de las centurias,

toda la previa agitación,

de modo que en la absoluta quietud está el transcurso y su

- - - / minuciosa y misteriosa simulación,

el vuelo de las gaviotas sobre el mar, su ávida caída de pronto

- - - / sobre la presa,

y ella misma, la bailaora misma, se constituye, en ese momento,

como la forma más acendrada y pura

de tan incomprensible paradoja, velocidad y paralización,

haciéndose, adensándose

entre Aquiles y la parsimonia,

o la tortuga y la desesperación...No, no hay diferencia,

porque diferenciarse es descender, y aquí hay un ascenso.

Y es que la bailaora ha comprendido súbitamente que moverse

es una imperfección intolerable

para quien aspira a lo más arduo,

al compromiso supremo con un más allá de fuego y de sorpresa,

sagrado el regocijo entre las frescas llamas,

un compromiso, pues,

con la verdad del más alto vivir,

y así, la bailaora

queda por eso sin moverse

en el difícil equilibrio,

para ver si aquello, al no tocarlo,

al no mover ninguna de las piezas,

no pasar una página, no rechinar un gozne,

pudiese por acaso durar, permanecer,

allá,

en el filo mismo de la navaja,

mantenerse sobre la cabeza de un alfiler de inverosímil

- - - / verticalidad y resistencia,

mantenerse de puntillas, sin respirar, un instante que siguiese

- - - / a otro instante,

al borde mismo del abismo,

tierra y pedruscos desprendiéndose...

Y seguir, y seguir...

COMPRAR CON EL DOLOR

(El dolor inútil, que nada aporta y a nada lleva, ¡ qué terrible haría la vida humana! C.B.)


Ojalá que fuera posible

adquirir con el sufrimiento

algo, cualquier cosa, algo roto,

un desperdicio allá en el suelo.


Sería no obstante mejor

lo extravagante, el desconcierto,

por que lo difícil de ver,

al ser tan extraño, lo viésemos.


Algo acaso como una tuerca

sin tornillo, sin agujero,

un rinoceronte o un gato

de tres pies, o un raro pañuelo


que enjugase todos los mares,

todos los ojos, los anhelos

que al cielo encrespaban sus olas,

hechas de amargor y de viento.


Ojalá comprar se pudiese,

aunque dentro de mar y tiempo,

algo que sonara y sonara

hasta detener el Silencio.


Bueno fuera quizá un tambor,

un enorme tambor, para ello,

que creciera cada vez más,

hacia arriba, como en un sueño.


O acaso fuese preferible

adquirir un sombrero inmenso

que no cupiese en este mundo,

y Otro tuviera que acogerlo...


HOMENAJE A SAN JUAN DE LA CRUZ (Vía purgativa, iluminativa y unitiva)

Cont.

      V
Salvaciones


                                            Frente al mar



                                                A Miguel Roig y Andrés Lladó


Y la voz que se eleva en el elogio impuro.
Oh limpidez del cielo, aire ligero y sumo, tersa brisa
dando frescor al mar, que, interminable,
existe por completo y por completo es,
y así hace envejecer de manera instantánea
al rostro humano que lo mira,
y luego reta,
hondo,
con su profundidad,
nuestra superflua vida.

Igual que un ruido inesperado destruye la delicia
leve
de una mecida flor y su rumor idéntico al silencio,
la belleza del mar
resulta
grave disminución de cuanto le rodea,
pues es inmenso coro sacro:
el Más Allá remoto llegándose a nosotros
aminorado en canto
por cortesía celeste
hacia nuestro destino.

Y de este modo,
se nos hace difícil
percibir sin espanto
frente al mar
aquel gran suceder
que nos impone límites, fronteras
tristes
desde su infinitud.

Un orden repentino surge entonces
de delicadas jerarquías,
suaves los tránsitos, leves concesiones
a un tenue descender, en donde somos
el último peldaño, escalón mendicante, ruin comienzo

del verdadero deshonor.



El perdón



Para que tú ascendieses a un perdonar maduro
que como fruta lenta fue aromándose
despacio, muy despacio, en tu pecho, hacia algo
que no sabes qué es, si es que algo fuera acaso,
tuviste que sufrir el calor de los Trópicos
en la estación más tórrida, y también aquel frío
helador de los Polos.
Y así viniste poco a poco a saber
que no hay nada en la Tierra
que daño te haya hecho,
aunque así lo creíste
un día. Ninguna mano quiso
herir tu faz…
………………Y entonces te quedaste sereno,
cuando aquel hombre que creíste enemigo en otro tiempo
de nuevo disfrázose de Malo,
un cucurucho sambenitado puso,
en magno desafío de burla,
sobre su testa insigne,

y tras venir
lento y solemne andando sobre el agua del mar,
hacia ti, engrandeciéndose hasta ser como el mundo y las
 altas estrellas,
de tu cara sorna,
soberbio y soberano,
los ojos te arrancó.

                         …

Y la paz se extendía por la noche profunda,
suave, muy suavemente,
por la trémula sombra
donde estabas tu mismo desde siempre aguardando,
transido, a la intemperie, cubierto de rocío,
por si un día vinieres a llamar en el pórtico,
con un bastón de ciego, tanteante,

digno al fin de ti,
………………..tú.

HOMENAJE A SAN JUAN DE LA CRUZ

(Vía purgativa, iluminativa y unitiva)


Sólo quien se entrega recibe.

Huele quien renuncia al olfato,

un olor prodigioso. ¡Vive,

misterioso desacato!


Y así de pronto asciende ya

de las rosas de primavera

fragancias de lo que será

en la cima de lo que era.


Y el alma, desde ese momento,

puede, en la variedad del mundo,

escuchar la canción del viento

y contemplar el mar profundo.


HOMENAJE A SANTA TERESA

(Éxtasis de alta contemplación)

No había ni rastro del día.

- - - ( En la región veloz y fría

- - - allí está inmóvil el verano.) (1)

Nada en el alma se sentía

que fuese dolor o alegría.

Y aunque en la aldaba ya la mano,

allá en la casa que dormía,

quien iba a entrar se detenía.

Y si miraba por el vano

de la escalera que allí había,

nada subía ni bajaba,

nada menguaba ni crecía.

Todo parado y quieto estaba.


Nada en el mundo se movía.

(1) Estos dos versos vienen en cursiva en el original. Sigo pues, a final de 2015, con la misma falta de destreza que a principio del año. Todo un éxito por mi parte.
Sin embargo, mi fibra sensible se despierta con estos dos bellísimos poemas de Carlos Bousoño, con los cuales el concluye la parte VI ( EL ANHELO) del libro METÁFORA DEL DESAFUERO. El próximo año continuaré con la parte VII ( EL SUEÑO DE LA RAZÓN ) del mismo poemario.

Doy las gracias , desde aquí - aunque luego me reñirá- a mi querida amiga LLuvia por la responsabilidad que asumió al compartir este autor conmigo.

Espero y deseo un año 2016 en el que predomine la paz en general , y en particular la paz y la felicidad en vuetros hogares.

Bueno, te reñiré el próximo año, en éste creo que ya no me da tiempo, jeje.
Las gracia te las doy yo, por haberme dado esta oportunidad, gran oportunidad para salir de la ignorancia en la que estaba, sin darme cuenta.
Mientras que se pueda y me lo permitas, por aquí estaré, persiguiéndote, y aprendiendo.
Lo dicho, gracias y muchos besos.

Reflexiones últimas


                                                A Antonio Carvajal

Mar en calma. Con energía
desafiante asume el reto
de entender la sabiduría
inmortal de quedarse quieto.

Más allá de pena y de goce,
¡infinitud en que te enrolas!,
el corazón, al fin, conoce
la ciencia de no tener olas.

La ciencia en que no vuela un ave
ni se escucha un sonido leve.
(Luego, sin nadie, el sueño grave.
Sin nadie, la estepa, la nieve.)

Amor

                             
                             Primera parte:
                              En el amor

                                                                I
                                                     (sensualidad)

Fuese
un arrastrarnos fuera de nosotros. Salir
por fin al exterior, a la intemperie
devoradora de la luz,
………………………ardiente,
dejar atrás lo que no consistiera
en uñas, dientes, paroxismos,
cuerpo ensalzado a rey, cetro y corona,
festividad de entronación, vítores, trompas.

Y se hallare de pronto
el rostro, venidero,
frente a un espejo multiplicador;
las leyes se suspenden
todas del universo,  y el desorden, el caos,
aumenta, audaz, el mundo, perfecciona el vivir.
Mucha más realidad,
hay más piernas, más brazos, están en otro sitio,
se descoyunta la razón, y abdica
de su regio lugar,
pues, no sabe cómo,
se ha trasladado a dedos,  huesos, carne
(las cercanías, las postrimerías),
a un estertor, o a suma
inarticulación.
Y la razón ahora
tiene extensión, pelambre,
puede palidecer, gemir, adelgazar,
ser estrujada, acariciada, es-
tirada hasta el extremo
mismo de no decir sino ¡salvadme
fuera del mundo en que no estoy! La sed.
Y la razón es sed,
honda sed de justicia,
sed de misericordia, de piedad.
Y la razón es manos,
avaricia
de retener, palpar, acariciar,
equilibrar en la balanza un pétalo
contra la realidad de cuanto existe,
a fuerza de poner dulzura, polen,
en el platillo en el que aquél está.

Más la razón es, sobre todo, música. Oh melodía de tañí.
Y la razón es piel,  contacto, tacto,
lenta sensualidad
(“esto es lo suave, curvilíneo, terso”);
el cuerpo,
todo él  que se demora en mínimas
imposibilidades (de pequeñas que son).
Indicio, aire, cesura,
ardiente levedad
en el atardecer.
………………La mano
tienta, vacila, ausculta, como los cuernecillos
sensibles, timoratos,
de un caracol sagrado, ante el misterio:
un puro estar ahí.
…………………Y el cuerpo aprende,
sabe por fin con parsimonia, ahonda
en lo desconocido
(las profecías, los postreros días),
penetra más allá,
se abisma en sombra, en ciencia,
paralizándose
en la negrura de la llama inmóvil,
donde el secreto de la vida está.

Buena forma de empezar 2016. Besos.