VICENTE ALEIXANDRE (1898-1984)

LA DAMA ( en el salón)

No, esperar es terrible. ¿Y quién puede esperar?
Los espejos acusan a esa mujer que miro
o que escupo. Su peinado arrogante, sus postizos, sus cintas.
Esa cabeza puesta sobre un hombro dormido.
Su bulto es insolente, su cola cruje o hierros.
Con ella cuántos rostros golpee sin volverme.
Este cuerpo aprisiono con ballestas y obtengo
un triste talle ahogado que una mano estrangula.
Mas no: son los cordones que la coraza aprietan,
y con lengua morada casi respiro, y muero.
Eso dice el espejo. Mas el labio sonríe.
Por debajo de los muslos. Por encima de los pechos.
Todo de pie, y de piedra, y en el salón recibe...

EL ESTUDIANTE ( alejándose)

Oigo o sueño los tiros. Madre, tus ojos tristes.
Padre muerto, te quiero, pues por mí padeciste.
Por mí que soy ya todos los que de ti nacieron.
Padre, batuchka, un río que hacia la mar se esparce.
Por mi cuerpo ha pasado y en tu flujo me llevas,
arrastrado en tu vida, caudal de mí que canto.

CONT.

LA CANCIÓN NOCTURNA

De: EN GRAN NOCHE, II

LA DAMA ( en el salón)

Las ventanas abiertas. No vino. No ha querido.
Condenada a mis rasos, ni un vaso o cristal puro
puedo mirar. No bebo. Mas deliro en mis sienes.
Consumación de un día que hecha fuego conozco.
En mi se muere el hombre. Pero nace el mañana.

EL ESTUDIANTE

Ella no está. No existe. la soñé. Pero en balde.
Ella es un fin. Me arranco. Consumación de un día.
Con el morí y renazco.
- - - - - - - - - - - - - - - Pasa el fuego en las olas.


FIN DE : LA CANCIÓN NOCTURNA

CONT. EN GRAN NOCHE, II

LA REINA

Pasa el halcón. Sujétalo.
Este rincón de bosque tiembla o gime.
El tiempo es puro viento.
Suena el río en la lumbre
del sol. Cruzan las garras,
y la presa presiente
que el pensamiento es muerte y es vida es solo
unas plumas que escapan.

EL FAVORITO

Quien canta es quien engaña.
Mis calzas en las zarzas
dejan vida o memoria.
pero yo paso y piso, y brillo y siento
que el sol riela en los oros.
No te reflejes nunca.
¡Que maravilla del día, la soledad
lograda! Mas la noche me engaña.

CETRERÍA. Cont.

De. EN GRAN NOCHE II

LA REINA

Ahora el azor. Sus ojos coruscantes
divisan a la garza. El rayo cruje.
Son dos alas hermosas.
Solo vivir así es vivir. Rotundo,
como una bola, el muerto.
¡A ver, pronto, otra alcándara!

EL FAVORITO

Yo soy quien soy, pero quien soy se llama
nadie. Las órdenes tenaces
no harán de mí una sombra. El lecho solo
me da verdad, si en besos yo consisto.
Pero me alzo en el primer albor,
y sus rayos me acaban.
¿Quién llama? No oigo, paso, nadie
me ve. Pero sé quién me ve,
y ¡ay, no me viera!



CETRERÍA. Cont.

De, EN GRAN NOCHE II

LA REINA

¡Qué fuerza! El alcotán deslízase
como lava del cielo.
¡Pronto! ¡Sin sangre!! ¡Estruja
y rinde, y vuelve aquí a mi mano!
La caperuza. El cielo
oculto está a tus ojos, pero no a tu poder,
cólera, mundo.
¡Qué inminencia en las garras!
El azul es palenque. Tuyo, nuestro.
Ave del sol. Mis labios.

EL FAVORITO

Soy joven. ¿Pero he sido?
temblar no es ser. Ni siquiera en deseo.
fui muchacho en las dunas.
Solo un gozque en mis brazos
de niño. Solo la luna o el hambre.
Pero el hombre promete
cuando nace, y no cumple.
Si fui niño dormía
porque no había nacido. Mi corazón
sin dueño.
Quien padre tuvo conoció la aurora.
Para mí, eterna noche.



CETRERÍA. Cont.

De, EN GRAN NOCHE II

LA REINA

¿Dónde está? Aquí lo quiero.
Como una pluma al aire.
Él no me ve, porque al sol no se mira.
Solo el águila es libre.
Pero el garzón llegaba.
¿Dónde está quien te quiera?
Nadie. Ni yo. Soy nube
que arrebata a una sombra.
Como el halcón me abato.
Mas las garras, vacías.

EL FAVORITO

Estoy solo. Cansado
de no ser si no amo.
Si no hago sentir amor a quien no quiero.


CETRERÍA. Cont.

De, EN GRAN NOCHE II

LA REINA

Qué soledad grandiosa. Como una diosa muero
para nacer. No hay muerte.
Siento el poder, el rayo
del alcotán. La garza...
solo plumas perdidas.

EL FAVORITO

La noche es mi enemigo.
Mientras duermo es el día.
pero despierto a solas,
con un uerpo en los brazos
que no aborrezco -"¡Escapa!"-...
pero no amo. Y me ordena
¿Quién ordena el amor?
Un desorden oscuro,
respuesta principal
a un enigma imposible.
Amar no es ser.
Mas sus sueños perdidos.

CETRERÍA. Cont.

De, EN GRAN NOCHE II

LA REINA

Pero sé que estoy sola.
El poder hace solos
a los hombres. ¿Y aún amo?
Aún gozo. Pero ¿cuánto?,
¿hasta cuándo? Desprecio
lo que no veo. No es mío
lo que yo no conozca. Pero sé, y ahí escupo.
¿Amo un cuerpo? ¿O lo invento?
¿Una mirada? O un rayo
de la luna en el mar.

EL FAVORITO

La noche me convoca
¿ a ser? A consistir.
Consistir en un beso
no es ser. Adorar es mentir.
Yo no miento. Yo muero.

CETRERÍA. Cont.

De, EN GRAN NOCHE II

LA REINA

Aquí a caballo siento
bajo el casco el planeta.
Ordeno. Y unas luces
son la ciudad: ¡Mi voz!
La soledad engaña.
Todo dura en sus bordes.
Como un mar sin orillas.
Como un beso sin término.
Soledad, diosa única
que yo conozco. Y duermo.
Porque duermo si no amo,
si no estrujo ese pecho,
si no aprieto y ahogo
a quien quiero o invento.
Sola estoy. No conozco
a quien beso. En quien muero.

EL FAVORITO

Qué soledad profunda
de la luz. ¿Quién habita
mi nombre? No, no, un beso
no es la respuesta. Aunque yo sea ese beso.
Pero, ¿ quién soy? No supe
consistir. Ya me duermo.

CETRERÍA. Cont.

De, EN GRAN NOCHE II

LA REINA

El neblí se alza, irrumpe.
Son sus ojos el fuego
devorador. La garza
es una pluma necia,
pues que opresa. Ven, rayo,
ven a mi mano y duerme,
a mi pecho y reposa.
¡E ilumina mi seno!

EL ECO

No hay ser, porque está muerto.

FIN DEL POEMA CETRERÍA.

MISTERIO DE LOS DOS JOVENES,
LOS DOS VIEJOS Y LA MUCHACHA.

DE : EN GRAN NOCHE II.

Joven Primero

Yo me despierto. El mundo ahora ha nacido.
Vasta verdad que en luces se inaugura
para mis ojos. Soy quien ve y no ha visto.
Nada esperaba sino ver. No he sido.
Como este mundo nuevo
que ahora creado ante mis ojos nace.
Hermoso en su verdad para mis besos.

Joven Segundo

He pensado un instante, y estoy solo.
¿Para quién yo nací? Para esta luz acaso.
Aquí está el mar. Pequeño es a mis venas.
Ah, no me basta. Arriba estrellas puras.
Pero soñadas. Al frente, inmenso, el trueno.
Pero es de noche.

Joven Primero

Juntó al río dormí. Su ruido es pobre.
Me desperté, y la espuma enronquecía.
Miré los peces. Deslumbrados corren,
pero están presos. Sus orillas celan.
Allí en el bosque profundo late un orbe.
Es la pupila. El tigre me ha mirado.
Mas no me ha visto. Invicto arquea el lomo,
mientras en la sequoia espera el buitre.

CONT.

MISTERIO DE LOS DOS JOVENES,
LOS DOS VIEJOS Y LA MUCHACHA. CONT.

MUCHACHA (entrando)

No puedo responder. Aquí te espero.
Soy a quien llamas. Soy quien te convoca.
Quien te encarna.

Joven Primero

¿Pues quien lo dice? Nadie aquí. Y es todo.
Todo soy yo, y entero el mundo es ello.
Soy todo, y es el mundo. Y duermo, y hablo.

Viejo Primero

Qué silencio en la noche. Desperté
cuando cayó completa. me dormí
en un amanecer. Sin límites te siento,
noche del día en que nací, y he muerto.

CONT.

MISTERIO DE LOS DOS JOVENES,
LOS DOS VIEJOS Y LA MUCHACHA. CONT.

Viejo Segundo

No iba yo solo. Alguien me escuchaba.
Alguien me deslumbraba. O solo era
el sol.
No estoy seguro. Quien vivió
dudaba. Solo quien duda existe. Y desperté. Y fui cierto.

Viejo Primero

Oh certidumbre solo si ya duermes,
si estás despierto para siempre, y callas.

Viejo Segundo

Habla. No basta hablar. Yo hablo. Te escucho.
Hablar a solas es no haber nacido.
Habla. Te escucho. Soledad, ¿quién eres?

CONT.

MISTERIO DE LOS DOS JOVENES,
LOS DOS VIEJOS Y LA MUCHACHA. CONT.

Viejo Primero

Pues esta noche no has llegado, espero
otra noche. La misma noche eterna.

Viejo Segundo

Cuando la noche se acabó yo iba
despacio. La noche se extinguía
como un cuerpo. Cerré mis ojos, y la luz se hizo.
¿Dónde? ¿Con quién? Lo supe, y callo.

Viejo Primero

Abrí mis ojos cuando los cerraba.
No lo supisteis mas velé durmiendo.
Alerta y ligerísimo, con pie, con pie descalzo
me erguí. Mientras allí dormía,
aquí escapaba.
Y conocí cuán cierta era mi carne.
Cuán vigoroso el músculo liberto.
Cuan fresco el hombro, con el haz de flechas.
Cuán puro el blanco. Cuán seguro el ojo.
Grité: "Ahí". Y el dardo dio en el centro.
Y era mi pecho.
Y abrí los ojos, y creí.

CONT.

MISTERIO DE LOS DOS JOVENES,
LOS DOS VIEJOS Y LA MUCHACHA. CONT.

Viejo Segundo

- - - - - - - - - - ¡Cuán triste
es conocer! A veces duele algo,
peor: no duele nada. Cuántas veces
miré mi mano y no la vi. ¡Dolor,
tú revelas, tú alumbras! Ser es pena,
pero aún es ser. Quien sabe olvida. Quien conoce ha muerto.
Solo quien siente vive.

Viejo Primero

- - - - - - - - - - El mundo nuevo
por mí ha nacido. Yo desnudo
no estoy, pues soy. El mundo:
aquí lo miro o él me ve. Respiro
o es él quien late, y mi boca vuela
como un punto de luz. El universo todo está en mi beso.
¡Qué hermoso es despertar y verse entero,
real! Oído para el mar. Gusto para las aguas.
Tacto para los bosques - y en su sombra
olfato-. Vista
para sus cielos. ¡Qué majestad en la unidad del mundo!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

MUCHACHA

¿Por dónde? Le vi, le vi, cuán joven
y no me conoció. Pasó, pasó, y seguía.
Grité. Y entonces vi un anciano.
Corrí...
y estaba sola.

FIN DE: MISTERIO DE LOS DOS JOVENES,
LOS DOS VIEJOS Y LA MUCHACHA.

DE : EN GRAN NOCHE II.

Pues aquí estoy, siguiendo tus pasos y ¡Viva la poesía!.
Gracias siempre.

GRACIAS, LLUVIA.

BESOS.

MIRÉ LOS MUROS

De: EN GRAN NOCHE II

UN PERSONAJE.

Creí, pero ¿en quién creo?; solo en mi ropa sola.
Soy lo que visto o miento, como un fuego en virutas.
Pero no muero; aún vivo. Solo un paño se mueve;
paño azul, rojo, verde, lo que me lleva y trae.
O que acaba y se quema. Solo la pluma al aire.

UN SOLDADO

Yo no soy lo que visto, mas lo que queda dentro.
Humo quizá y me hicieron humo triste, no aliento.
Mas vivo, vivo para mirar, para ver y escupir,
y con mi alma escupo, y por eso termino.
Por lo que otros hicieron. ¿Hicieron? Son palabras o azufre,
son corrosivo o miedo. Miedo de ser; no fueron.
Los que fueron mintieron. ¿muertos o vida? Quita
la vida y deja
muerte. Una estampa, no un sueño.
¡Una verdad! Su podre. Su sabor ceniciento.
Y luego su basura, y solo el viento.
Mas yo quedo, aquí estoy. Luché y caí y aún vivo,
como ropa perdida. Soldado raso fui, o arrasado, que es lo mismo. Y de pie
soy lo que ha muerto.
Como ropa vacía. Vacía ya del alma,
y su cuerpo aquí quieto.

CONT.

MIRÉ LOS MUROS. CONT:

De: EN GRAN NOCHE II

UNA MUJER

Mirad sus ojos huecos. Su risa seca, sus dos brazos mojándose
en el aire y vacíos. ¿Qué son? Espantapájaros
para ti, ciudad muerta, que con todos has muerto.
Pues cantas, ríes, gritas, muerta, aunque escupas
befas de lo que fue. ¿Es un toro? La montaña es un cielo
de sangre. Y los muros quemados no lo encierran. El toro
de cartón mata o muere, y la nación lo engaña,
mientras miente y se muere.
Hija soy de esta tierra,
de este yermo o pezuñas que fueron, de este rojo
poniente de sangre, sola sangre que de los montes rueda,
y seca y sin latido. Su voz soy y no se oye;
pero grita en mi mueca.

UN PERSONAJE

Basta señores. Plumas, plumas, colores. ¿Quién sabe? Su casaca, brochados,
levitones, hebillas y plumeros de ensueño
como airón de caballo. Plumas rojas y blancas.
Plumas, botón de oro, más rasos
y unos guantes ligeros para solo mis manos.

CONT.

MIRÉ LOS MUROS. CONT:

De: EN GRAN NOCHE II

UN SOLDADO

Miré los muros y los sentí cansados.
Contra ellos puse solo mi espalda. y aún latían.
Muertos, muertos, pero vivos.
Muros que sintieron, latieron,
dolieron. Muros que eran conmigo mismo el ser.
Pero muriendo. ¿Adónde ya
volver los ojos? Solo, sin tierra; solo los muros secos, solo las bardas
- - - / tristes de un inmenso corral,
y yo asomado a solas, colgado ya, un pelele, solo mi traje al viento.

UN PERSONAJE

No grites. Mis cristales ligeros acerco mis ojos y veo el poniente
- - - / rosa. ¡ Una bella ruina!
Aún hay patria. Soñemos. Con mis plumas doradas
yo embellezco este viento. Con mi pecho abombado,
mis calzones de seda, mi charol, mi oro fino
y un caballo ligero. Escapo. Pronto. ¡Arriba!
Levantad a esos muertos. Y los vivos levanten a sus muertos
¡Arriba! Las paredes; el cielo.
Yo me paseo lento con i bastón de ébano, con su pomo de oro,
sus monturas de cuero. Un alazán, ea, pronto.
Las bridas son de plata. Escapemos de pronto.
La chorrera y mi rosa. Atrás los muros muertos.

CONT:

MIRÉ LOS MUROS. CONT:

De: EN GRAN NOCHE II

UNA MUJER

No importa . El muerto escapa. Más muerto tú que el mundo.
Sí, alguien vive y habla. Por mi voz habla el mundo, la ciudad, esta calle,
esta casa, esta puerta.
Abrid las puertas todas. Entre la luz y ande.

UN SOLDADO

Yo caí. Soy muñeco pendiendo de los muros.
¿Pero quién es el muerto?

FIN DE MIRÉ LOS MUROS

.


HUMANA VOZ

Duele la cicatriz de la luz,
duele en el suelo la misma sombra de los dientes,
duele todo,
hasta el zapato triste que se lo llevó el río.

Duelen las plumas del gallo,
de tantos colores
que la frente no sabe qué postura tomar
ante el rojo cruel del poniente.

Duele el alma amarilla o una avellana lenta,
la que rodó mejilla abajo cuando estábamos dentro del agua
y las lágrimas no se sentían más que al tacto.

Duele la avispa fraudulenta
que a veces bajo la tetilla izquierda
imita un corazón o un latido,
amarilla como el azufre no tocado
o las manos del muerto a quien queríamos.

Duele la habitación como la caja del pecho,
donde las palomas blancas como sangre
pasan bajo la piel sin pararse en los labios
a hundirse en las entrañas con sus alas cerradas.

Duele el día, la noche,
duele el viento gemido,
duele la ira o espada seca,
aquello que se besa cuando es de noche.

Tristeza. Duele el candor, la ciencia,
el hierro, la cintura,
los límites y esos brazos abiertos, horizonte
como corona contra las sienes.

Duele el dolor. Te amo.
Duele, duele. Te amo.
Duele la tierra o uña,
espejo en que estas letras se reflejan.

Vicente Aleixandre (De La destrucción o el amor)

.


QUIERO MORIR DE DÍA

El mundo glorifica sus alas.
Bosque inmenso, selva o león o nube;
pupila lentísima que casi no se mueve;
dolorosa lágrima donde brilla un lucero,
un dolor como un pájaro, iris fugaz en lluvia.

Tu corazón gemelo del mío,
aquel alto cantil desde el cual una figura diminuta
mueve sus brazos que yo casi no veo, pero que sí que escucho;
aquel punto invisible adonde una tos o un pecho que aún respira,
llega como la sombra de los brazos ausentes.

Tu corazón gemelo como un pájaro en tierra,
como esa bola huida que ha plegado las alas,
como dos labios solos que ayer se sonreían...

Una mágica luna del color del basalto
sale tras la montaña como un hombro desnudo.
El aire era de pluma, y a la piel se la oía
como una superficie que un solo esquife hiere.

¡Oh corazón o luna, oh tierra seca a todo,
oh esa arena sedienta que se empapa de un aire
cuando sólo las ondas amarillas son agua!

Agua o luna es lo mismo: lo impalpable a las manos,
linfa que goteando sobre la frente fría
finge pronto unos labios o una muerte escuchada.

Quiero morir de día, cuando la luna blanca,
blanca como ese velo que oculta sólo un aire,
boga sin apoyarse, sin rayos, como lámina,
como una dulce rueda que no puede quejarse,
aniñada y castísima ante un sol clamoroso.

Quiero morir de día, cuando aman los leones,
cuando las mariposas vuelan sobre los lagos,
cuando el nenúfar surte de un agua verde o fría,
soñoliento y extraño bajo la luz rosada.

Quiero morir al límite de los bosques tendidos,
de los bosques que alzan los brazos.
Cuando canta la selva en alto y el sol quema
las melenas, las pieles o un amor que destruye.

VICENTE ALEIXANDRE (De La destrucción o el amor)