La brasileña, Cecilia Meireles.
“PRESENTACIÓN”
Aquí mi vida está;
esta arena tan clara con diseños
de andares dedicados al viento.
Aquí mi voz está;
esta concha vacía,
sombra de sonido
que sufre su propio lamento.
Aquí está mi dolor. Este coral quebrado,
sobreviviendo a su poético momento.
Aquí está mi heredad
–este mar solitario que de un lado era amor,
y del otro era olvido.
Cecília Benevides de Carvalho Meireles o [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] fue una de las voces femeninas más importantes de la poesía brasileña del siglo XX. Nació en la ciudad de Río de Janeiro, el 7 de noviembre de 1901. Fueron sus padres, Carlos Alberto de Carvalho Meireles y Matilde Benavides Meireles, quienes no compartieron mucho tiempo de su existencia, pues el padre fallece tres meses después y tres años después muere la madre. “INFANCIA”
Se llevaron las rejas del balcón desde donde la casa se avistaba.
Las rejas de plata.
Se llevaron la sombra de los limoneros
por donde rodaban arcos de música y hormigas rojizas.
Se llevaron la casa de verde tejado
con sus grutas de conchas y sus vitrales
de flores empañadas.
Se llevaron a la dama de viejo piano
que tocaba, tocaba, tocaba la pálida sonata.
Se llevaron los párpados de antiguos sueños,
y dejaron solamente la memoria y las actuales lágrimas.
“MAPA FALSO”
¡Cuántas cosas pensé que eran sublimes,
merecedoras de abundantes lágrimas!
¿Cuáles eran? Las lágrimas del recuerdo,
y las pensativas planicies
por donde extendieron sus largos ríos.
Mas no llevan ninguna voz, esas aguas.
Todo fue ahogado y sepultado.
Mayores que las cosas lloradas
eran las lágrimas que las lloraron.
Y a distancia,
su imagen es una soledad ya sin sentido,
mapa falso que nuestro viaje abandona,
pues vamos siempre más allá de todo, más lejos…
Cecilia Meireles queda bajo la custodia y amparo de su abuela materna. Asistió a la Escuela Normal, en Río de Janeiro, entre los años 1913 y 1916. A los nueve años, comenzó a escribir poesía. Al finalizar sus estudios, trabaja como profesora, al mismo tiempo, estudió idiomas, literatura, música, folclore y la teoría educativa. En el año 1919, a los dieciocho años de edad, publicó su primer libro de poesía Spectrum, colección de sonetos simbolistas.
“EPIGRAMA CINCO”
Amo la gota de agua que equilibra en la hoja plana,
temblando al viento. En el océano del aire el universo
entero vibra en secreto y ella en su aislamiento.
Su cristal simple contiene la forma,
en el instante incierto: pronto a caer,
pronto a quedar –límpido, exacto.
Y la hoja es un pequeño desierto para la inmensidad del acto.
El estilo poético de Meireles se nutre de diferentes corrientes literarias y tiene como temas más recurrentes; la vida, el amor, el mar como realidad y como símbolo y la muerte.
“CANCIÓN”
No te fíes del tiempo de la eternidad,
que las nubes tiran de los vestidos,
que los vientos me arrastran contra mi deseo!
¡Date prisa, amor, que mañana muero y no te veo!
No demores tan lejos, en lugar tan secreto,
nácar de silencio que la mar comprime,
¡oh labio, límite del instante absoluto!
¡Date prisa, amor, que mañana muero,
que mañana muero, y no te escucho!
Aparéceme ahora,
que aún reconozco la anémona abierta en tu cara,
y entorno a los muros,
el viento enemigo…
Date prisa, amor, que mañana muero,
que mañana muero y no te digo…
Cecilia Meireles conjuntamente a su labor como poeta, se destacó como pedagoga. Viajó a diferentes países donde impartió clases y conferencias de literatura brasileña. Y en su país fue promotora de importantes reformas educacionales.
“MONÓLOGO”
Antes de tu mirar,
no era ni será después-primavera.
Porque vivimos de lo que perdura
y no de lo que fuimos.
De ese acaso de lo amado y visto:
el plazo del Creador en la criatura…
No soy yo, pero si el perfume que en ti me conserva,
y resume el resto que las horas corroen.
Pero no llores: en mi día hay más sueño y sabiduría
que en los vagos siglos del hombre.
“QUINTO MOTIVO DE LA ROSA”
¿A dónde van mis palabras,
si ya no me escuchas?
¿A dónde irían cuando me escuchabas?
¿Y cuándo me escuchaste?
Nunca. Perdido, perdido.
¡Ay, todo está perdido!
Tú y yo perdimos todo.
Suplicábamos el infinito.
Nos dieron solo el mundo.
De un lado de las aguas, de un lado de la muerte,
brilló tu sed en las aguas oscuras. Y hoy,
¿qué barca te socorre? ¿Qué dios te abraza?
¿Con qué dios luchas? Yo, en las sombras.
Yo, por las sombras, con las mismas preguntas.
¿Para qué? ¿Para qué?
Vueltas tontas en campos de vastas arenas y de abundantes nubes.
Cecilia Meireles poeta brasileña colaboró en importantes periódicos y revistas brasileños, especializándose en temas educativos; al mismo tiempo, tuvo una activa labor como traductora.
“INESPERADAMENTE”
Inesperadamente la noche se ilumina.
Que hay otra claridad para lo que se imagina.
¿Qué sobrehumana faz viene en los tallos
de la ausencia a abrir en la noche
el sueño de su propia esencia?
¿Qué nostalgia se recuerda
y sin quererlo murmura sus vestigios
antiguos de secreta ventura?
¿Y qué labios se abren y
–a tan tierna distancia-
hablan de amor y muerte
con palabras de infancia?
El tiempo se disuelve
y ya nada es preciso
desde que te aproximas, puerta del paraíso.
¿Hay noche? ¿Hay vida? ¿Hay voces?
¿Qué espanto nos consume de repente, mirándonos?
Alma, ¿Cuál es tu nombre?
“DESDE LEJOS TE HE DE AMAR…”
Desde lejos te he de amar,
desde la quieta distancia
en que es nostalgia el amor
y es el deseo constancia.
Desde el divino lugar donde
el bien de la existencia
es ser eternidad
y parecer ausencia.
¿Quién necesita explicar el momento
y la fragancia de la rosa
que persuade sin ninguna arrogancia?
Y en el fondo del mar la estrella,
sin violencia,
cumple con su verdad
ajena a la transparencia.
Cecília Meireles es admirada en Brasil no solo por su impronta en la literatura. Ella desapareció físicamente, el 9 de noviembre del año 1964; en su despedida recibió grandes honores.
“DESEO DE REGRESO”
Dejadme nacer de nuevo,
nunca más en tierra extraña,
sino en medio de mi pueblo,
con mi cielo, mi montaña,
con mi mar y mi familia.
Y ojala que en mi memoria
quede esta vida tan viva,
y pueda contar mi historia
de mendiga y de cautiva,
y mis suspiros de exilio.
Porque hay dulzura y belleza
en la amargura pasada,
quiero encendido
el recuerdo tras la angustia apagada.
¡Con qué cariño me miro!
Marinero de regreso
con su barco anclado al fondo,
a veces
casi me olvido que fue verdad este mundo,
(O tal vez fuese mentido).
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